Un cielo imitando está |
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la iglesia, nueva y compuesta. |
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Salió el bautismo, por estar
tan lejos |
800 |
el nuevo templo de la Ester
dichosa, |
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la que tuvo de Dios tantos
reflejos, |
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que, ya que no fue sol, fue luna
hermosa, |
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adornando el camino verdes
tejos, |
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por la senda más
fácil y arenosa, |
805 |
en caballos famosos que los
prados |
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a tanta juventud dieron
prestados. |
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Después de aquesta gente,
que sería |
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de treinta mozos, luz de la
montaña, |
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Pelayo un rico aguamanil
traía, |
810 |
que fue del rey restaurador de
España. |
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Tras él, Lain con Almendar
venía; |
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dos fuentes llevan, donde el sol se
baña, |
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que daba con su luz, nadando en
ellas, |
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ondas de rayos, agua de
centellas. |
815 |
Cubría un velo de brillante
plata |
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el capillo, la vela y el
salero, |
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en que la fe evangélica
retrata |
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las armas del cristiano
caballero; |
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y luego, sobre un paño de
escarlata, |
820 |
blasón de Tello, en un
caballo overo, |
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un mazapán que de
León trajeron, |
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que deudas monjas de la infanta
hicieron. |
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No hay mapa, que mejor ciudad
describa, |
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que el azúcar formaba un
baluarte, |
825 |
almenas, muros, pórticos, y
arriba |
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un moro con un bárbaro
estandarte: |
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éste cercado de muchachos
iba, |
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con esperanza de alcanzar su
parte; |
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que desta fruta y género de
roscas, |
830 |
son con los ojos importunas
moscas. |
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Aquí vieras el coche, que el
camino, |
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por novedad, parece que
rehusaba, |
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en que Rosenda al niño
cristalino |
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con el desnudo pecho regalaba; |
835 |
los dos Tellos, la infanta y el
padrino, |
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no el rey, como su hermana lo
esperaba; |
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pero no menos Garci-Tello
airoso, |
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lo que faltó de rey,
sobró de hermoso. |
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Llegaron a la iglesia, en cuya
puerta |
840 |
el nuevo cura estaba
revestido. |
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Allí la fe, que el alma le
despierta, |
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le abrió con sal la boca y
el oído, |
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Laura, por parecer dama, tan
muerta |
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como sabéis, cuando
mudó vestido, |
845 |
al cura, que lo estuvo más
de oído, |
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por responderle volo, dijo
birlo. |
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A la pila en efeto le
llevaron, |
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y Ordoño, por su abuelo, le
pusieron, |
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en el Jordán del cielo le
bañaron, |
850 |
y con el olio soberano
ungieron. |
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A su madrina Laura le
entregaron, |
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y la comadre y ella le
envolvieron, |
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encargando al padrino y la
madrina, |
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después del Evangelio, su
dotrina. |
855 |
Llevaba el mazapán muy sin
recato |
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el sacristán, entre
él y un monacillo; |
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pero, como tocaron a rebato, |
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ganaron los muchachos el
castillo; |
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y aunque el entralle no
salió barato, |
860 |
no le quedó muralla ni
portillo; |
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que aun la sobrepelliz desde este
día |
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servirá para bandas de
sangría. |
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