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ArribaAbajo- XII -

Los españolismos del autor


75. No hay cosa más convincente, en cuanto a la autenticidad de la relación de Schmídel, que el gran número de españolismos que encierra su MS129.

Prescindamos de la ortografía en los nombres propios y del thonn por don. Ahí están pot o podell, por bote o batel; pese espade y pese de   —83→   sere, que se explican solos; cardes, por cardos; dardes, por dardos; ordinirt und manndirt, por ordenó y mandó; nazión (de indios), por nación; bastamen o fastamen, por bastimento (víveres); palla saide, por palizada; abestraussen, por avestruz; con su Yandú130, por Ñandú; pabessen, por paveses; y tantos otros ejemplos que se podrían citar. Cada palabra de éstas es una prueba que fue el mismo Schmídel que escribió o dictó su relación, y son justamente estos modos de decir los que dan colorido local a su historia, la más importante de todas las que tenemos de aquella época, por sus muchos detalles y buen sentido, sin perjuicio de que algunas veces incurra en error.




ArribaAbajo- XIII -

El sitio de Buenos Aires


76. «Más o menos al mes de haber vuelto» Jorge Luján de su viaje en busca de provisiones, dice Schmídel que los indios querandí, guaraní, charrúa y chaná-timbú atacaron la naciente ciudad de Buenos Aires, con el éxito que él mismo cuenta. A lo que sabemos hasta aquí por la documentación contemporánea que se conoce en el Río de la Plata, es él el único autor que nos da cuenta del   —84→   episodio, y desde luego, a falta de prueba en contrario, tenemos que aceptar los acontecimientos tal como él nos los refiere. El doctor Manuel Domínguez de la Asunción, prolijo compulsador de papeles, no ha podido hallar otra referencia de este interesante suceso, que por lo tanto debe juzgarse por sus propios méritos.

77. Según Schmídel el hecho aconteció antes de la subida de don Pedro de Mendoza con Ayolas a los timbú (Buena Esperanza). El adelantado estaba ya de regreso antes de fin de año (1536) en Buenos Aires, de donde despachó a Juan de Salazar en busca de Ayolas el 15 de enero de 1537131, y, ya antes de eso, había regresado Gonzalo de Mendoza de su viaje a Santa Catalina en busca de víveres: éste partió de Buenos Aires el 3 de marzo y estuvo de vuelta el 17 de octubre de ese mismo año132. De estas dos fechas se deduce, (1) que Gonzalo de Mendoza se hallaba ausente de Buenos Aires el día de San Juan Bautista (el 24 de junio), razón por la que no pudo referirse a los acontecimientos ocurridos en esos días, y (2) que su presencia en la dicha ciudad el 27 de diciembre, día de San Juan Evangelista, y el hecho de no haber incluido en su interrogatorio una pregunta más a propósito de tan importante suceso, nos obligan a conceder que fue en la primera fecha y no en la segunda cuando sucedió lo del capítulo XI. La fecha 1535 es uno de   —85→   tantos errores de igual especie que notamos en el texto, debidos a olvido, descuido o diferencia de modo de computar el año.

78. El silencio de Villalta y Pero Hernández se explica por la índole de sus relaciones, y sólo podíamos esperar alguna noticia del ataque llevado por los indios contra la naciente ciudad de Buenos Aires en la información de Gonzalo de Mendoza: éste lo calla como suceso de junio, porque no se halló presente, y lo calla también en diciembre, sin duda, porque no sucedió en esta fecha. Queda, pues, establecido, hasta la presentación de mejor prueba en contrario, que el incendio de Buenos Aires tuvo lugar el 24 de junio de 1536, fiesta de San Juan Bautista.




ArribaAbajo- XIV -

Los viajes de Ayolas a los timbú


79. Después que don Pedro de Mendoza llegó a la margen occidental del Río de la Plata y fundó allí la primera ciudad de Buenos Aires, comprendió en seguida que poco podía esperar de los naturales para la alimentación de los suyos, y, en su mérito, despachó expediciones a todas partes. Una de ellas fue la de Gonzalo de Mendoza a Santa Catalina, de que se ha dicho algo en el capítulo anterior; la segunda hizo una entrada por las islas al   —86→   mando de un «caballero deudo» de don Pedro133 que Schmídel llama Jerg Lichtenstein134 y la tercera fue la primera de Juan de Ayolas río arriba al lugar que fue asiento del fortín de Sancti Spiritus135. En la laguna de los timbú se establecen y regresa Ayolas a Buenos Aires en busca del adelantado. Más o menos en agosto o septiembre136 se embarcó Mendoza en la escuadrilla de 8 bergantines y bateles con Ayolas y 400 hombres y subieron río arriba al asiento de Buena Esperanza, de donde regresó el adelantado a Buenos Aires antes del 15 de enero, época en que despachó a Juan de Salazar en busca de Ayolas. Este es el segundo viaje de Ayolas según Villalta y el único según Schmídel. Lo que nos importa saber es que Schmídel acompañó a Mendoza y a Juan de Ayolas cuando éstos con el grueso de la gente pasaron a los timbú y fundaron sus asientos en Buena Esperanza137 y Corpus Christi.



  —87→  

ArribaAbajo- XV -

Los 4 años del cap. XIV y los 2 del cap. XXX


80. «Inndiesem fleckhenn plieben wir 4 jhar lang» -«en este pueblo permanecimos durante 4 años»- dice Schmídel. El pueblo era el de los timbú, y los 4 años pueden computarse desde fines de 1536 hasta principios de 1539, es decir, son 4 años incompletos, faltándoles meses. Es entendido que el wir -nosotros- se refiere a los cristianos, y que no es necesario que los años sean enteros; porque las relaciones, como por ejemplo la de Villalta, se hacen cargo de expresar que el año 1539 hubo un abandono momentáneo de Buena Esperanza; pero se cae de su peso que éste abandono se haría definitivo cuando Irala retiró toda la gente de Buenos Aires y los puertos intermedios a la Asunción el año de 1541.

81. Los 2 años del cap. XXX son los que mediaron entre la subida de Cabrera con Ruiz Galán a la Asunción en 1539 y la llegada de Alvar Núñez Cabeza de Vaca a Santa Catalina. Si seguimos el orden del texto, parece que los 2 años deberían contarse desde la dejación de Buenos Aires; pero, como se demostrará más adelante, el episodio del naufragio corresponde al año 1538 (1.º de noviembre),   —88→   y durante estos 2 años tuvieron lugar los acontecimientos que se cuentan desde el cap. XX hasta el XXVIII.




ArribaAbajo- XVI -

Viaje de Ruiz Galán a la Asunción con Cabrera 1539


82. Al doctor Manuel Domínguez, de la Asunción, se debe el descubrimiento de que Ruiz Galán -después que llegó Cabrera a fines de 1538, y pasaron con él a Corpus Christi, donde le juraron obediencia a Ruiz el 28 de diciembre de 1538138- en lugar de seguir viaje como equivocadamente lo supuso Madero139, regresó a Buenos Aires, «donde le encontramos administrando justicia con Cabrera en febrero de 1539140, siempre con Juan Pavón al lado».141 El 8 y 20 de abril del mismo año aún estaba Ruiz en Buenos Aires como lo confiesa el mismo Madero142, y lo hace notar Domínguez143, y su partida para la Asunción debió tener lugar en seguida del despacho a España del galeón Santa Catalina144; porque, como dice el mismo145, en julio, Ruiz ya firmaba   —89→   documentos en la Asunción146. El viaje era de unos dos meses en aquella estación y basta esto para probar que Ruiz no pudo ir y volver a la Asunción para estar en Corpus Christi el 28 de diciembre de 1538, en Buenos Aires en febrero de 1539 y también en este puerto el 8 de abril del propio año.

83. Aparte de todo esto hay que tener en cuenta el desastre de Corpus Christi, que Domínguez ha probado no puede haber ocurrido sino entre diciembre 28 de 1538 y el 20 de abril de 1539, porque, para las condiciones del problema histórico, Ruiz Galán tenía que estar en Buenos Aires. Madero, a pesar de la documentación que invoca, se equivocó en esta parte: lástima que no la publicó.




ArribaAbajo- XVII -

Confusiones en el relato del autor


84. No se puede negar que Schmídel se enredó más de una vez al hacer la historia de su famoso viaje: entre digresiones, ampliaciones, omisiones y algunos errores que no ha dejado de cometer vemos que hay que estudiarlo a la luz de los demás documentos de la época, que, sea dicho de paso, no son tampoco inmaculados. Faltándonos por ahora parte de las informaciones a que se   —90→   refiere Madero, y que no publicó este señor, nos atendremos: (1) a las cartas de Irala, (2) a la memoria de Pero Hernández y Acta de 1538, (3) a la carta de Francisco de Villalta, (4) a la información de Gonzalo de Mendoza hasta donde la conocemos, y (5) a la historia de Oviedo en el lib. XXIII y Caps. XII y siguientes.

85. Pero Hernández es muy breve en la primera parte de su relación. A los 7 meses de llegar don Pedro de Mendoza al Río de la Plata, despacha a su teniente Juan Ayolas a descubrir la tierra, con 3 navíos y 150 hombres. El 15 de enero de 1537 parte Juan de Salazar del puerto de Buenos Aires en busca de Ayolas. A los 4 meses después, regresa Mendoza a España147, dejando a Juan de Ayolas de su lugarteniente, y al capitán Francisco Ruiz Galán de interino en Buenos Aires. Salazar148 «viene» 6 meses después de salir Mendoza, y cuenta que Ayolas se había ido tierra adentro, dejando a Irala149 con 30 hombres en el puerto de la Candelaria, asiento de los payaguá. Aparte de esto, avisa Salazar que al bajar había «asentado un pueblo en concordia de los naturales de generación carios», y en la ribera del río Paraguay. En abril de 1538 llega a Buenos Aires el navío de Pan Caldo, y en octubre del mismo año Alonso Cabrera150, veedor, «con una nao e cierta gente». Se producen   —91→   «pasiones y contentaciones» entre Cabrera y Ruiz por el mando151, y después parten los dos con 7 bergantines y 200 hombres para el Paraguay, «donde residía» Salazar, «para dar socorro a Juan de Ayolas, e llegados al puerto hallaron allí a Domingo de Irala, vizcaíno». Cabrera se entiende con Irala, destituyen a Ruiz, y queda mandando Irala152.

86. Madero153, citando una información de junio 1538, dice que Ruiz y Cabrera dejaron una pequeña guarnición en Buenos Aires, y que con el grueso de la gente (200 a 250 hombres) subieron al Paraguay, y en una acta levantada de paso en Corpus Christi, firma Juan de Salazar, entre varios otros, reconociendo a Ruiz de teniente gobernador interino. En enero de 1539 siguen viaje a la Asunción154. Hay desacuerdo con Irala, se retira Ruiz, y en abril de 1539 estaba ya en Buenos Aires despachando el galeón Santa Catalina a España. De este viaje resultó la confirmación real de los títulos de Ayolas, que le llegaron a Irala más o menos a principios de 1540155. Hasta aquí Madero.

87. Francisco de Villalta156 se extiende más, y suplementa mucho de lo que falta en los otros relatores: daré en resumen el contenido de sus párrafos: -

  —92→  

1. 1536. Llegada de Mendoza a San Gabriel.

2. Fundación de Buenos Aires.

3. Número de gente: 1800; empiezan a morir de hambre.

4. Enfermedad de Mendoza y envío de Diego, su hermano, en busca de comida.

5. Pelea y muerte de Diego de Mendoza.

6. Manda Mendoza 200 hombres en busca de comida.

7. Regresan los bergantines. Grande hambruna. Comen carne humana, etc.

8. Mendoza envía a Sancti Spiritus al capitán Ayolas157.

9 y 10. Pasan éstos grandes necesidades.

11 y 13. Llegan a los timbú y carcará, se remedian del hambre, y regresan a Buenos Aires.

18. Arribo de Mendoza con Ayolas a los timbú.

23. Regresa Mendoza a Buenos Aires, dejando a Alvarado en Buena Esperanza, porque Ayolas había partido con 160 hombres y 3 navíos río Paraná arriba.

[Aquí empieza la relación del verdadero viaje de Ayolas, reproducido por Herrera en sus Décadas.

En el párrafo 36 deja a Ayolas, y narra lo que sucedía en los puertos de abajo158.]

25 a 35. Sale Ayolas de viaje, pierde uno de los 3 navíos, llega a los carios, éstos le dan maíz, etc., sigue a los payaguá, 100 leguas   —93→   más arriba, y se mete tierra adentro con 130 hombres. Irala queda con los 30 restantes esperando.

36. Mendoza despacha a Juan de Salazar en busca de Ayolas, y regresa a España, 1537.

37. Salazar e Irala quieren entrar a socorrer a Ayolas. Las aguas y la mala voluntad de los indios se lo impiden.

38. Funda Salazar la «casa fuerte» en los carios, sin dar el nombre.

39. Deja allí 20 hombres, y se vuelve a Buenos Aires a dar cuenta a Ruiz.

40. Sube Francisco Ruiz al Paraguay con 200 hombres, en socorro de Ayolas.

41. Peleas de los españoles con los indios por comida.

42. Vuelta de Ruiz a los timbú.

43. Matanza de indios por orden de Ruiz. Regresa éste a Buenos Aires.

44. Desastre en los timbú, y abandono de ese pueblo.

45. Llegada a Buenos Aires de los dos bergantines que Ruiz mandó a los timbú. Arribo de un navío que no pudo seguir viaje al Estrecho y, más tarde otro de Alonso Cabrera. Pasiones y revueltas con Ruiz. Pasan Ruiz y Cabrera a la Asunción con 250 hombres, algunos de ellos de la gente de Pan Caldo.

46. Cabrera y demás capitanes quitan el mando a Ruiz.

47. Derrocado Ruiz, Irala (o sea «capitán Vergara»)   —94→   hace una tentativa de socorrer a Ayolas, pero sin éxito, por el hambre y las inundaciones. Se les presenta un indio, y avisa de la muerte de Ayolas.

48. Interrogan a ciertos indios payaguá, y confirman éstos el testimonio del indio chané.

49. Regresa Irala a la Asunción, y manda 3 bergantines a rescatar comida.

50. Vuelven los bergantines, y despacha otros 2 adelante, y siguió él después a despoblar Buenos Aires.

88. Igual en importancia con la carta de Villalta es la Información levantada en la Asunción por Gonzalo de Mendoza el 15 de febrero del año 1545. Este Mendoza fue yerno y sucesor de Irala, pero sólo le sobrevivió unos dos años159. Los declarantes son varios y entre ellos Francisco de Mendoza y Juan de Salazar, ambos protagonistas en la conquista160. Según el Interrogatorio, casi en seguida de llegar Mendoza, y de haber asentado su real y pueblo en el puerto que dicen de Buenos Aires, despachó al capitán Gonzalo de Mendoza a la costa del Brasil a rescatar bastimentos para aliviar el hambre que empezaba a hacerse sentir; éste salió el 3 de marzo de 1536. De allí no sólo trajo los bastimentos y otras cosas necesarias, sino ciertos cristianos que allí vivían con sus familias y esclavos,   —95→   para que les sirviesen de intérpretes en sus tratos con los indios comarcanos. A Buenos Aires llegaron el 17 de octubre de 1536. Más o menos por el mismo tiempo regresó don Pedro de Mendoza de Buena Esperanza, y después que se concluyeron las naos que se estaban preparando (que eran 3), despachó a Juan de Salazar y a Gonzalo de Mendoza el 15 de enero de 1537 en busca de Juan de Ayolas, demorando ellos 6 meses hasta llegar al puerto de la Candelaria161. Como habían dejado un navío en Buena Esperanza, los otros 2 con los 2 de Irala, en muy mal estado bajaron a un puerto de los carios. Mucho les sirvió de «lengua» el cristiano Juan Pérez, que Gonzalo de Mendoza había traído del Brasil. Aquí se fundó la «casa fuerte» origen de la ciudad de la Asunción162. En seguida partió Juan de Salazar para Buenos Aires quedando Gonzalo de Mendoza al mando de la fortaleza.

89. Cinco o seis meses después de esto llegaron al dicho puerto los capitanes Francisco Ruiz y Juan de Salazar de Espinosa, de donde en seguida regresaron Ruiz y el capitán Gonzalo de Mendoza a Buenos Aires, y desde allí despachó Ruiz un galeón a la costa del Brasil por bastimentos el 4 de junio de 1538 al mando del dicho Mendoza. En Santa Catalina se encontraron con el veedor   —96→   Alonso de Cabrera y juntos se pusieron en viaje para el Río de la Plata, pero se perdió la nao de Gonzalo de Mendoza en la noche del 1.º de noviembre a la entrada del río, ahogándose 5 personas y perdiéndose lo más del cargamento; los sobrevivientes se reunieron en San Gabriel con Cabrera y la gente de la nao Marañona.

90. Subió Cabrera a los indios carios con Gonzalo de Mendoza, y después que se dio «la obediencia al capitán Domingo de Irala»163, viendo que «estaba la tierra levantada»164, encargaron a Mendoza de la pacificación de los indios, y partieron en seguida a «dar socorro al capitán Juan de Ayolas»165.

91. Todo esto, más o menos, lo confirmaron los testigos Francisco de Mendoza y Juan de Salazar, con detalles interesantes, como por ejemplo: que Hernando de Ribera y Gonzalo Morán eran de los que Gonzalo de Mendoza trajera de Santa Catalina en su nao del mismo nombre; que éstos y Ruiz construían 3 bergantines para ir a presentarse a don Pedro de Mendoza en Buena Esperanza, pero antes de poderlos concluir bajó don Pedro a Buenos Aires y en tales bergantines despachó a Salazar y a Gonzalo de Mendoza en busca de Ayolas.

92. Según estas declaraciones, don Pedro permaneció muy poco tiempo en Buena Esperanza.   —97→   Más o menos en octubre166 envió Mendoza a Ayolas desde este puerto río arriba; el 15 de enero de 1537 despachó de Buenos Aires a Salazar a buscarlo, el 17 de octubre de 1536 Gonzalo de Mendoza entró de regreso de Santa Catalina a este puerto, de suerte que entre estas dos fechas debemos colocar el regreso de don Pedro a dicha ciudad. Si el asedio de Buenos Aires hubiese tenido lugar el día de San Juan Evangelista167 lo hubiese presenciado Gonzalo de Mendoza, e invocado para mayor aumento de méritos.

93. Nos queda por analizar lo que dice un historiador muy famoso acerca de la entrada de Ayolas. Oviedo en su lib. XXIII y cap. XII enreda la relación del viaje de Juan de Ayolas con la del de Alonso de Cabrera, y de una manera tal que medio justifica las confusiones de Schmídel. A propósito de la reunión de Cabrera con «Pancalvo, genovés» en el Río de la Plata pasa a contar lo de Juan de Ayolas en su entrada desastrosa. Llevaba Ayolas 160 hombres en 2 bergantines y una carabela mandadas respectivamente por Ayolas, don Carlos de Guevara y el capitán Domingo de Irala. En el camino se perdió la carabela, pero como pudieron llegaron a la «boca del Paraguay» donde encontraron una nación de indios dichos «mechereses», que estaban a la parte del oeste168, dejando a la   —98→   parte del este «otras nasçiones e lenguas diferentes hasta llegar a la mar». Este curioso paréntesis (que aquí acaba) interrumpe la relación que corresponde al viaje de Cabrera, y esta palabra «mar» le sirve para volver atrás y para reanudar el hilo de la narración del veedor Alonso de Cabrera, y el capítulo entero se dedica a datos etnográficos del mayor interés; pero en la pág. 193 al llegar a los «mechereses ya dichos» vuelve a acordarse del «Capitán Juan de Ayolas», y lo hace llegar a los «llamados guaraníes (que) por otro nombre se diçen carios». De allí en el cap. XIII lo hace subir a los «apayaguás», se entiende con ellos y con los «mataraes» de más arriba «y se entró la tierra adentro», dejando por teniente a Domingo de Irala.

94. Vuelve la relación a hablar de Mendoza y del envío de Salaçar y de Gonçalo de Mendoça con 60 hombres en 2 bergantines, que «llegaron hasta donde estaba Domingo de Irala, que por otro nombre assimesmo se deçia Domingo de Vergara». De allí bajaron juntos los 3 a «la cibdad que agora llaman de la Asunçion, que está en veynte é çinco grados, menos un terçio»169 «é hicieron allí los nuestros una casa fuerte de madera, que llamaban ellos la fortaleça»170.

95. Salazar regresó de allí en busca de don Pedro de Mendoza para darle cuenta de su comisión, pero halló que había partido para España dejando   —99→   a Francisco Ruiz Galán de su lugarteniente. Éste, desobedeciendo órdenes expresas que para el efecto tenía, en lugar de marcharse a España en pos de don Pedro, subió río arriba con Salazar a verse con Irala, y de paso se hizo jurar en «Buena Esperanza y Corpus Christi»171. De allí pasaron a la fortaleza en la Asunción y se encontraron con Irala (Vergara) quien le negó el juramento de obediencia a Ruiz. Por este tiempo, y durante la ausencia de Irala en la fortaleza, llegó Ayolas al puerto, y él y toda su gente fueron muertos a traición. Vuelve a subir Irala y casi cayó él también en una celada de los indios.

96. Después de esto bajó Irala a la Asunción y fue mal recibido por Salazar, dejado allí por Ruiz Galán, quien bajó a Buenos Aires apurado por la falta de víveres. Éste a la pasada por el «asiento de los timbús» perpetró la histórica felonía contra estos indios y su principal «chararaguaçu», que quiere decir «capitán grande». Los demás indios le suplicaron que retirase a todos los cristianos porque era su intención matarlos a todos; mas Ruiz no hizo caso, sino que dejó allí a Antonio de Mendoza con 80 hombres y siguió viaje a Buenos Aires adonde lo esperaban una de las dos carabelas de Alonso Cabrera y la nao de «Pao Calvo».

97. Mientras esto sucedió la tragedia de Buena Esperanza tal y como la cuenta Schmídel pero con menos detalles, y sin fijarse en el orden cronológico.

  —100→  

98. En el cap. XIV se da cuenta de la llegada de Cabrera con «provisiones para que Johan de Ayolas gobernasse ó aquel que él oviesse nombrado, é que si el tal nombrado no oviesse, que era la voluntad de Su Magestad que la gente se juntasse, y en conformidad que eligiessen gobernador, etc.» Marcharon Ruiz y Cabrera a la Asunción en 17 bergantines y con 340 hombres y allí, derrocado el primero, dieron la obediencia a Domingo de Irala, «alias Vergara», quien en seguida despachó a Ruiz Galán con 3 navíos en busca de Juan de Ayolas, debiendo alcanzarlos él con la demás gente.

99. Cerciorados Irala y los demás de la muerte de Ayolas, regresaron a la Asunción y después de algún tiempo bajaron a despoblar Buenos Aires, como lo efectuaron, dejando cartas escritas en este lugar y en la isla de San Gabriel. Aquí intercala Oviedo cosas que ocurrieron en la Asunción durante su ausencia, y al concluir el capítulo, vuelve al viaje de Irala río arriba.

100. Así cuenta Oviedo los sucesos acaecidos entre los años 1537 y 1541, después de la partida de don Pedro de Mendoza para España, pero sin muchos de los detalles pintorescos que narra Schmídel. Restáurense los verdaderos nombres de los jefes en esta relación y veremos que la historia de Oviedo y el viaje de Schmídel nacen del mismo origen. No es probable que se hayan copiado el uno al otro, pero todo lo que se cuenta gira al rededor de Alonso de Cabrera y de sus informes.

101. Otro documento muy importante es el   —101→   Juramento de Obediencia al Capitán Francisco Ruiz Galán reproducido en la Colección de Blas Garay, página 19 a 24. Está fechado en el puerto de Corpus Christi, a 28 de diciembre del año 1538, y en él figura Antonio de Mendoza (pág. 23)172. El acta habla de «las personas, etc., que están y residen en este dicho puerto», lo que prueba que aún no se había abandonado la colonia en los timbú; por otra parte, como Antonio de Mendoza estaba aún en vida, no podía tratarse de un renacimiento de la plaza fuerte, se impone que el desastre de Corpus Christi recién sucedió después de la bajada de Ruiz a Buenos Aires en enero de 1539, en esa misma vez en que fue jurado en dicho puerto y antes de emprender su viaje con Cabrera a la Asunción.

102. Todo esto parece muy claro y muy sencillo si no fuese que Villalta (§§ 40 a 44) en su relato introduce una nueva complicación. Según él, en seguida de la llegada de Salazar a Buenos Aires, de regreso del Paraguay, subió Ruiz río arriba para conocer el estado de las cosas. Poco tiempo permaneció con Irala y «llegados a los timbúes y hecho el asiento y pueblo» manda hacer la matanza de indios, a que se refieren todos, y baja al puerto de Buenos Aires «dejando 100 hombres en el pueblo y palizada questaba en los tinbues». A continuación cuenta el desastre ocurrido allí, sin hacer referencia al intervalo que pudo separar la matanza   —102→   de indios de la venganza de los sobrevivientes, y sin fijar una sola fecha. En el párrafo 45 se trata de la llegada de Alonso Cabrera, casi como si fuese un incidente intercalado en los sucesos del § 44; pero sin que se aclaren las vagas noticias de los demás autores.

103. No es sólo Schmídel que, por su modo confuso de contar las cosas, nos expone a errar en materia del orden cronológico de nuestra historia primitiva. Sobre los hechos parece que no cabe duda alguna, sólo las fechas son las que nos faltan. Ahora bien, los dos documentos citados son irreprochables, y por su calidad más expuestos a estar en lo justo que Schmídel. Es una prueba más de la necesidad de no limitarnos a la primera impresión que nos dejan los papeles consultados, y de tener en cuenta su índole. Schmídel hace la relación de un viaje; para él lo importante eran los incidentes pintorescos, sin necesidad de observar el orden cronológico en toda su rigidez; Villalta contaba los hechos de la entrada de don Pedro de Mendoza, y hasta donde cabía, empezaba y concluía cada episodio por sí. Pero Hernández era escribano, y establece que el 28 de diciembre de 1538 existían aún el puerto de Corpus Christi y el capitán Antonio González. Se deduce, pues, que así como se leen, ni Villalta ni Schmídel bastan para establecer el orden cronológico de los sucesos en los timbú. Este defecto no les quita méritos ni al uno ni al otro, sólo si tenemos que ocurrir a Pero Hernández para determinar que la dejación de Corpus Christi   —103→   no pudo tener lugar antes de 1539, año que integra los 4 que dice Schmídel duró el asiento en los timbú (cap. XIV).

104. Por ahora estas son las principales fuentes que tenemos a la vista para el esclarecimiento del relato de nuestro autor Schmídel desde el arribo de Mendoza al puerto de San Gabriel, entrado el año 1536 hasta la dejación de la primera ciudad de Buenos Aires a mediados del año 1541 por Domingo Martínez de Irala.

105. Según lo que se ve, el itinerario que describe Schmídel corresponde al viaje con Alonso Cabrera en 1539, como se comprueba por lo que dice Oviedo en su historia173. Otro punto más se establece, que el despueble de Corpus Christi se efectuó después que Ruiz bajó de allí en enero de 1539, después de haberse hecho jurar obediencia, según se dijo más atrás en el § 101. Ni Oviedo, ni Villalta, ni Schmídel, ni Ruy Díaz de Guzmán mencionan ese viaje de Ruiz Galán en diciembre 1538 a Corpus Christi, ni menos su regreso y permanencia en Buenos Aires y posterior partida en mayo de 1539 a la Asunción; siendo que justamente en este intervalo, es decir, entre diciembre de 1538 y mayo de 1539, es cuando debió suceder el desastre de Corpus Christi, según lo ha comprobado el doctor M. Domínguez con la documentación contemporánea en la mano. En la relación de Ruy Díaz hay puntos que esclarecer; porque Felipe de   —104→   Cáceres estaba en Corpus Christi el 28 de diciembre de 1538174, éste parece que se embarcó para España después del 20 de abril de 1539, fecha después de la cual debió partir Felipe de Cáceres, cuya partida precedió a la noticia del «notable aprieto» de Antonio de Mendoza en Corpus Christi175. ¿Dónde queda, pues, la fecha del 3 de febrero del año 1539, único que cuadra al desastre de aquel puerto, si hemos de estar a que Ruiz Galán, y no otro, despachara socorro en los dos bergantines? No cabe más respuesta que una: es esta otra de las varias fábulas interesantes, pero poco auténticas, del simpático historiador platense.

106. Pero Hernández, el 28 de diciembre de 1538, en el acta citada, habla de las personas «que están y Resyden en este dicho puerto» (Corpus Christi), y uno de los que prestaron juramento de obediencia a Ruiz Galán fue ese mismo Antonio de Mendoza, quien, a estar al orden de la relación, ya debía haber muerto en el ataque llevado por los indios, como muy bien lo hace notar el doctor Manuel Domínguez, de la Asunción.

107. La verdad del caso es que el acta aludida se labró entre las dos series de acontecimientos que sirvieron de causa y efecto para los sucesos de Corpus Christi. Es curioso que así Oviedo y Villalta como Schmídel hayan concluido con Corpus Christi antes de ocuparse de la entrada de Cabrera   —105→   en todos sus detalles176; pero siendo esto así en los tres casos citados, le cabe algo más de disculpa a Schmídel; que sí, es error exclusivamente de este autor equivocarse en muchos de los nombres de sus protagonistas en los diferentes episodios en que los hace actuar antes de la llegada de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Para él no había más jefes que don Pedro de Mendoza, Juan de Ayolas y Domingo Martínez de Irala. Pasa por alto a Francisco Ruiz Galán y a Juan de Salazar de Espinosa, atribuyendo a otros hechos que correspondían a estos dos. Este descuido u olvido del autor ha sido una de las causas de la confusión que hace siglos se ha implantado en la historia de la entrada de don Pedro de Mendoza. Era Ruiz, y no Ayolas, que fue el jefe de la expedición al Paraguay descripta por nuestro autor; era Ruiz, y no Irala, que mandaba en Buenos Aires cuando el viaje de Schmídel a Santa Catalina; no era Ayolas que tomó el «pueblo o ciudad» de Lambaré. -Son estos descuidos los que han expuesto a nuestro autor a la crítica adversa y no mal fundada del doctor Domínguez. Lo que no se explica es que nadie haya advertido antes que la verdadera relación del viaje de Ayolas era la de Villalta reproducida por Herrera.

108. Algo más hay, empero, en lo que nos cuenta Schmídel, que requiere explicación. Se ha   —106→   observado que es el único que refiere el ataque de los indios a la ciudad naciente de Buenos Aires, lo que es muy cierto, a juzgar por la documentación con que contamos por ahora177. Este argumento negativo en contra de nuestro autor pierde algo de su fuerza por las siguientes consideraciones: Pero Hernández tenía por principal objeto denigrar a Irala; cuenta al galope los varios viajes río arriba y regreso de don Pedro de Mendoza a España, etc., hasta llegar a su vizcaíno. -Hace caso omiso de todos los detalles, tan conocidos, y, desde luego, su silencio en el caso del asedio no es de extrañarse.

109. Como Schmídel hace comprender que «el incendio de Buenos Aires por los indios tuvo lugar el día de San Juan, anterior a la subida de don Pedro a Buena Esperanza, el «San Juan» tiene que ser el Bautista (24 de junio); por este tiempo Gonzalo de Mendoza se hallaba en viaje a Santa Catalina, con cual motivo esta escaramuza no pudo ser causa de una pregunta en el Interrogatorio, ni menos de una contestación por parte de los testigos. Lo único que se prueba con la Información es, que el hecho pudo suceder el 24 de junio, y no el 27 de diciembre del año 1536. -Schmídel no ha inventado los demás incidentes del año aquel; justo es, pues, concederle que esta noticia curiosa y pintoresca sea auténtica.

  —107→  

110. El silencio de Villalta es más grave; pero él mismo cuenta que por aquel tiempo andaba en viaje. Peleas con los indios eran cosas tan comunes que no merecían especial mención para ellos.

111. Lo referente a Lambaré es una intercalación, y al hacerla ha vuelto a enredarse en los nombres y fechas nuestro Schmídel. Los autores de cartas, relaciones y memorias son muy amigos de ponderar «las pacificaciones», pero eran éstas a costa de hecatombes de indios. La de Lambaré sería una de tantas.

112. En los siguientes párrafos se restablece el orden cronológico de los hechos que refiere Schmídel. Los números romanos dan los capítulos de las ediciones más conocidas, que se hallarán también en el texto de la traducción. Las omisiones se intercalan, pero van señaladas con este signo [].

113. Según Schmídel, pues: -

Llegó la expedición al Río de la Plata el año 1535178, y puerto de San Gabriel, donde se encontraron con los indios charrúa; y de allí pasaron a la banda argentina del Paraná Guazú (VI)179. (VII) Se funda Buenos Aires en tierra de los querandí, nación de indios parecidos a los charrúa: éstos dieron de comer a los españoles, pero a los 14 días hubo sus diferencias, y se retiraron; Juan Pavón va en pos de los indios, y es corrido por   —108→   ellos, y con tal motivo Mendoza envió a su hermano don Diego a escarmentarlos180. (VIII) Triunfaron los españoles, pero murieron varios, y entre ellos don Diego; los indios huyeron todos, dejando sólo sus reales con las provisiones (pescado) y peleterías que en ellos se hallaron181.

114. (IX) Levantaron los españoles una casa fuerte y los muros de la nueva ciudad, pero en medio de todo arreciaba la escasez de provisiones, así que no se excusaban de comer hasta los zapatos, y más tarde se comieron la carne de los ajusticiados, etc.182

115. En tales apuros envió Mendoza a Jorge «Lichtenstein»183 con gente a buscar comida, yendo Schmídel con ellos; pero les fue mal, porque perdieron mucha gente de pura necesidad, y trajeron poco o ningún auxilio de comida.

116. [Más o menos por este tiempo184 debió marcharse Ayolas, en su primer viaje río Paraná arriba, a descubrir y poblar su presidio o fortaleza de Buena Esperanza, en los timbú, cerca de donde estuvo el fortín de Gaboto (Sancti Spiritus)185].

117. (XI) Por este tiempo 4 naciones de indios, a saber: querandí, guaraní, charrúa y chaná-timbú, pretendieron destruir la ciudad naciente   —109→   de Buenos Aires, pero fueron rechazados. Esto sucedió más o menos por San Juan (Bautista, de 1536)186.

118. (XII y XIII) Acaecido todo esto, y hallándose Ayolas en Buenos Aires, delega Mendoza el mando en él. Se revista la gente, y dejando unos 160 hombres en Buenos Aires, se marchan los demás a los timbú en 8 bergantines, Ayolas y Mendoza con ellos187.

119. [188 En esta parte se planta Schmídel en los timbú, y se debe ocurrir a la relación de Villalta para conocer los incidentes del viaje y desastroso fin de Juan de Ayolas189. Lo que Schmídel más tarde cuenta al respecto, es lo que supieron de boca del indio chané y de los payaguá atormentados. Todo lo del viaje de Ayolas, y algo más, sucedió mientras pasaba lo que Schmídel cuenta en sus capítulos XIV, etc. La confusión nace del nombre Juan «Eyollas» por Juan de Salazar o Francisco Ruiz Galán, a mediados del capítulo XV.

120. Tampoco menciona Schmídel el envío por Mendoza de Juan de Salazar en busca de Ayolas; Madero190, citando documentos de la época, hace que Salazar regrese a Buenos Aires en octubre (1537), y dé cuenta de la casa que había dejado en   —110→   el río Paraguay. Con los informes favorables de este capitán partió Ruiz Galán con150 hombres en 4 bergantines y 1 zabra, dejando en Buenos Aires 50 hombres y 3 navíos grandes: Santa Catalina, Trinidad y Anunciada. Al pasar por Corpus Christi sacaron 50 hombres, y siguieron viaje a la «casa» que estaba en el río Paraguay, donde se reunieron con Irala. Hizo iglesia, y dejó 50 hombres al mando de Juan de Salazar. De allí regresó a Corpus Christi con Gonzalo de Mendoza, dejando en el fortín 100 hombres al mando de Antonio de Mendoza, y en seguida pasó a Buenos Aires, adonde llegó en mayo de 1538191].

121. (XIV) En los timbú permanecieron los españoles 4 años (de 1536 a 1539), y mientras esto, sucedieron muchas cosas. Mendoza volvió a bajar a Buenos Aires, de allí se embarcó para España, murió en el viaje, y en cumplimiento de promesas y disposiciones testamentarias, fue despachado Alonso Cabrera al Río de la Plata con socorro de gente y de toda munición.

122.192 (XXIX y XXX) Estando, pues, Schmídel en Buenos Aires, según él dice, con Irala de jefe, pero en realidad con Ruiz Galán, llegó una carabela de Santa Catalina con noticias del arribo a ese puerto del capitán Alonso Cabrera con 200 hombres, y el capitán (no lo nombra) envió una nao pequeña a que lo encontrase, al mando de   —111→   Gonzalo de Mendoza: ésta debía cargar víveres a la vuelta. Schmídel acompañó la expedición. Todos llegaron bien a Santa Catalina, y de allí regresaron al Río de la Plata, perdiéndose la nave en que iba Schmídel, como a 10 leguas de San Gabriel. Los náufragos y Alonso Cabrera llegaron juntos a Buenos Aires y se reunieron con Martínez de Irala193, según el texto de nuestro autor, lo que no es posible, desde que Ruiz Galán, y no Irala, estaba mandando en Buenos Aires194, e Irala ausente en la Asunción.

123. Madero confirma el episodio del viaje a Santa Catalina, y más o menos como sigue: -El 4 de junio de 1538 Ruiz despachó el galeón Anunciada con Gonzalo de Mendoza de capitán y Juan Sánchez de Vizcaya de piloto, a Santa Catalina; allí se encontraron con la nao Marañona195 de Alonso Cabrera, y después de cargar bastimentos y lo demás necesario, partieron para Buenos Aires. La Anunciada se perdió a la entrada del Río de la Plata, ahogándose 4 hombres; los demás se reunieron en San Gabriel con la Marañona el 1.º de Noviembre196.

124. (XV) Habiendo llegado Cabrera a Buenos   —112→   Aires con sus navíos, se propuso ir en busca de Juan de Ayolas, quien por la muerte de Mendoza venía a ser el gobernador en propiedad. Aquí se ve que hay un error en el nombre, porque mal podía Alonso Cabrera hacer junta con Juan de Ayolas197, a quien precisamente iba buscando, como perdido que estaba. Irala por aquel tiempo se hallaba en la Asunción, Ruiz Galán, empero, mandaba como interino en Buenos Aires, y sabemos que Juan de Salazar estaba allí también, o en Buena Esperanza, porque firma el acta de obediencia a Ruiz el 28 de diciembre de 1538 en Corpus Christi198. El dilema está entre Ruiz y Salazar; éste, al firmar el acta, confesaba que no era más que uno de los otros capitanes199; así, pues, lo cierto es lo del oberster hauptman (capitán general), que en cuanto al nombre le metió al que acababa de nombrar, Juan de Ayolas. La presencia de Irala fue en la Asunción, y no en Corpus Christi. En seguida pasaron revista de la gente, y encontraron que había 550 con los de Cabrera: es un error decir que se llevaron 400 consigo río Paraná arriba y que 150 quedaron en los timbú, con Carlos Dubrin de capitán200.

  —113→  

En esta relación se confunde Schmídel, porque no consta que al subir Cabrera y Ruiz Galán de paso a la Asunción hubiesen entrado a los timbúes, ni existía Corpus Christi.

Estos dos caudillos bajaron otra vez a Buenos Aires en los primeros días de enero de 1539, dejando a Antonio de Mendoza al mando de la fuerza en Corpus Christi, como dice el mismo autor en su Capítulo XXVII. La confusión nace de que Schmídel calla el primer viaje de los capitanes Ruiz y Cabrera a los timbúes, viaje que precedió al desastre. Consta que Mendoza dejó a Carlos Dubrin y a Gonzalo Alvarado mandando en Buena Esperanza o Corpus Christi201. En un caso como éste el solo testimonio de Schmídel no basta, porque ya conocemos la fragilidad de su memoria en cuanto a los nombres de los caudillos en cualquier acontecimiento.

125. (XVI a XX) Después del acuerdo de los capitanes, marchan todos Paraná arriba en los 8 bergantines, sin decirse quien era el que los rnandaba, con ser que Schmídel es hasta cargoso en aquello de repetir nombres. Para él era «Bon Esperainso», y no «Corpus Christi», el punto de partida. Aquí sigue el famoso itinerario, que para todos ha sido el de Ayolas, pero que nunca lo pudo ser, por razones que iremos haciendo notar. A su tiempo llega la escuadrilla a los carios, y allí se planta el autor para describirlos202.

  —114→  

126. (XXI) Después cuenta cómo era la ciudad «Lamberé» de los indios carios y cómo estaba fortificada, y para hacer resaltar lo inútiles y contraproducentes que resultaron las zanjas con hoyos y estacas puntiagudas, que empalaban a los que en ellas caían, refiere lo que pasó cuando el asedio de Lambaré. Este curioso episodio se introduce con estas palabras, nemlich als -por ejemplo como cuando-, y, desde que Schmídel habla de los 4 años de miserias pasadas antes de llegar a esa tierra de promisión en los carios, se comprende que se trata del año 1539, y no del 1536. Esta misma mención de los 4 años hace imposible la presencia de Juan de Ayolas como caudillo de la jornada: sobre este punto no hay discusión posible, y Schmídel al nombrarlo cometió otro de esos errores inexplicables, que le han hecho acreedor a cargos muy graves. Para él Ayolas era «Eyollas» e Irala «Ayolla». Esto puede explicar en parte la confusión; pero queda siempre lo otro, que en cada caso decía «Jann Eyollas» y «Marthin Doménico Ayolla». Puede haber intervenido algún corrector de los MSS. a quien deba imputarse la confusión; pero ahí está ella.

127. No es esto lo único que hay que corregir, porque se dice que el nombre de «Asunción» se dio a la ciudad Lambaré porque fue tomada el 15 de agosto en el 4.º año de la conquista. Sabemos por acta del 28 de diciembre de 1538203   —115→   que el puerto en los carios del Paraguay ya en esa fecha se llamaba «Nuestra Señora de la Asunción». Sabemos también que se fundó en paz y concordia con los naturales204. No es imposible que los acontecimientos del año 1539 hayan ocurrido más o menos por la fiesta del Tránsito; pero esto podemos asegurar: que ni en la fundación de Juan de Salazar en 1537, ni en la época que cuenta Schmídel se halló presente Juan de Ayolas, para quien jamás había existido la Asunción del Paraguay.

128. (XXII y XXIII) Vencidos los carios, se prepara la campaña contra los agá. Estas guerras y expediciones tomaron tiempo, como lo dice el mismo Schmídel, y no sólo esto, sino que el capitán205 se queda 6 meses en la Asunción y emplaza para 2 meses después de esto a la gente para la entrada de los jarayes. En sólo este párrafo se invierte un año de meses, sin tener en cuenta lo que corría desde Buena Esperanza hasta la toma de Lambaré.

A ser todo esto así, Juan de Salazar hubiese encontrado a Juan de Ayolas en la Asunción holgándose con las 6 indiecitas que le regalaron, la mayor de 18 años. Está visto, pues, que el Eyollas es por Ayolla (Irala), confusión del mismo Schmídel o de su amanuense206.

129. (XXIV) Llega la expedición a los payaguá   —116→   y cerro de San Fernando207 y trataron de averiguar cómo eran los jarayes y carcará.

130. Al fin de este capítulo se aumenta la confusión, porque aquí se ensambla la expedición de Irala (noviembre de 1539) en busca de Ayolas con la del mismo Ayolas. Todo esto queda claro si pasamos al capítulo XXVI, en que cuenta el autor cómo supieron el trágico fin del desgraciado lugarteniente de Mendoza.

131. (XXV) Aquí introduce Schmídel el episodio de la entrada de Ayolas, y su muerte, contado por el indio chané.

132. (XXVI) Con datos sueltos y enredados Schmídel da razón de cosas del año entero que permaneció Irala en la Asunción, antes de la llegada de Ruiz con Cabrera y concluye con la elección de Irala208 para capitán general de la provincia, y en seguida (XXVII) nos presenta a Irala preparándose para bajar a despoblar Buenos Aires.

133. Sigue la relación y con un Und Zuvor -ya antes de esto- se remonta a la primera bajada de Ruiz a mediados del año 1538 y a la matanza que ordenó de los indios timbú y otros. Aquí debió Schmídel haber referido lo del viaje a Santa Catalina en busca de víveres y de Alonso Cabrera (XXIX); en lugar de esto, él, como Villalta y Oviedo,   —117→   pasa a concluir con el episodio de la pérdida de Corpus Christi, y hace figurar el nombre de Irala en lugar del de Ruiz; siendo así que Irala desde 1536 hasta marzo de 1541 no volvió a salir del Paraguay; y desde que Ruy Díaz da la fecha de un 3 de febrero como la del fracaso en Corpus Christi, si resulta esta ser cierta, no es posible la intervención de Irala en aquellos acontecimientos. Lo que hay es esto: Schmídel, a propósito de la bajada de Irala en 1541, se acuerda del episodio de Corpus Christi, que empezó antes y acabó después del viaje del autor con Gonzalo de Mendoza a Santa Catalina en 1538. Donde Schmídel dice «Irala» debe entenderse «Ruiz Galán»: -éste y no aquél tuvo que ver con todo lo de Corpus Christi y con el envío de Mendoza al Brasil.

134. La relación sigue dando curiosos e interesantes detalles hasta llegar a los capítulos XXIX y XXX, en que introduce el episodio del viaje a Santa Catalina. Este, como ya se ha visto, corresponde al año de la llegada de Alonso Cabrera209 y debe intercalarse en los capítulos XV y XXVII.

135. Desde aquí, es decir, el despueble de Buenos Aires, el relato de Schmídel sigue con más orden. Schmídel no era literato, ni su época la de las exactitudes más o menos científicas de la nuestra; relata lo que se acuerda de sus viajes sin importarle demasiado el orden cronológico; y cuando habla de su capitán, o de su gobernador, no le   —118→   daba mucho cuidado si lo nombraba bien o mal. Según la Memoria de Pero Hernández y la carta de Villalta210, podemos restaurar los verdaderos nombres y fechas, y vemos que, en lo general, lo que dicen estos escritores se ajusta bien a la relación de Schmídel y que unos a otros se suplementan y completan.




ArribaAbajo- XVI -

Corpus Christi y Buena Esperanza


136. ¿Eran éstos dos puertos o sólo uno? Mendoza en abril (1537) había de Buena Esperanza o Corpus Christi211. Villalta, en la carta que se encontrará en el Apéndice, habla de varios cambios de asiento practicados por los españoles después que Juan de Ayolas, por mandato de don Pedro de Mendoza, subió a Sancti Spiritus (§ 8). Llegados los españoles a la laguna y casas de los timbú y carcará, ocupan una casa de éstos y regresa Ayolas a Buenos Aires (§ 13). En seguida, los que quedaron, hicieron un «asiento y pueblo» desviado de los indios (§ 14). Después del regreso de Ayolas con don Pedro de Mendoza mudan la población «4 leguas más abajo», a unos pantanos plagados de mosquitos (§ 19). Ya se llamaba el pueblo Buena Esperanza (§ 23). Partido Ayolas, vuélvese a mudar   —119→   el pueblo al «asiento y tierra de los timbú», que, sin duda, sería el que se llamó Corpus Christi, fecha en que más o menos se fundaría el primer asiento.

137. En la lámina al cap. XIII, se ve la isla o estero de los timbú, más arriba una fortaleza con el nombre de Corpus Christi, y más abajo un pueblo rodeado por una palizada, a que se le pone el letrero Buena Esperanza. El dibujante pudo haberse guiado por alguna relación oral o escrita; pero la verdad es que la lámina concuerda con la carta de Villalta.

138. Esto, en cuanto a las mudanzas del asiento de Buena Esperanza, que estaba ya fundada el 20 de octubre de 1536, según consta en el título de veedor para el capitán Juan de Salazar de Espinosa, otorgado allí por el mismo don Pedro de Mendoza212. En el momento que desaparece de la historia llamábase ya Corpus Christi, pero la fecha precisa de su dejación no consta de documento que conozcamos.

139. Pero Hernández no incluye mención en su memoria de los asientos en los Timbú, sin duda porque no le ayudaban a formular más cargos contra Irala; mas él firma el «Juramento de Obediencia» a Francisco Ruiz Galán, en Corpus Christi, el 28 de diciembre de 1538213; como Antonio de Mendoza es uno de los firmantes, el mismo que después murió en el asalto, podemos asegurar que el abandono de la colonia en Corpus Christi no   —120→   pudo efectuarse antes del año 1539, sino después que Ruiz regresó a Buenos Aires.

140. En febrero de 1539214 Ruiz y Cabrera estaban en Buenos Aires administrando justicia215 en lugar de haber seguido viaje a la Asunción, como lo suponía Madero216, y allí permanecieron hasta después del 20 de abril de ese año, como se comprueba por actas del 8 y 20 de abril217.

141. Como muy bien observa Domínguez, Juan Pavón era el fidus Achates de Ruiz, y en julio 11 de 1539 firma aquél un documento en la Asunción218, lo que prueba que Ruiz salió de Buenos Aires más o menos a principios de mayo. Ahora, pues, como el auxilio que fue en socorro de la gente de Corpus Christi fue despachado por Ruiz, cuando éste mandaba en Buenos Aires, según Villalta, Oviedo, Herrera y Ruy Díaz219, se impone que tuvo que ser en alguna fecha entre principios de enero y fines de abril del año 1539.

142. Ruy Díaz, expresamente dice que Ruiz supo del aprieto en que estaba Antonio de Mendoza en su casa fuerte de Corpus Christi después que partieron Felipe de Cáceres y Francisco de Alvarado a España220. Ahora, como Madero supone que Cáceres partió en el galeón Santa Catalina para España   —121→   después del 20 de abril221, mientras nos consta que el mismo Cáceres estaba en Corpus Christi el 28 de diciembre de 1538222, jurando obediencia a Ruiz Galán, si no sale a luz algún otro documento que más fe haga, habrá que interpretar muy latamente aquello de Ruy Díaz: -«y luego que desembarcaron (Alonso Cabrera y sus compañeros) se determinó volver a despachar la misma nao, por dar aviso a S. M., etc.», porque el «luego que» tiene que ser o después del 29 de diciembre de 1538 o fines de abril de 1539. No hay la menor prueba que entre enero y abril del año 1539 haya salido más embarcación para España que la consabida en la segunda fecha, abril, sea ella llamada Marañona, con Ruy Díaz223, o Trinidad y Santa Catalina, con Madero224, porque de los dos modos la llama.

143. Estas dos fechas son de mucha importancia para poder apreciar el valor de lo que a este respecto escribió Ruy Díaz. Si Cáceres partió en mayo se viene abajo la fábula del asalto y salvación de Corpus Christi el 3 de febrero de 1539; si hemos de estar a un viaje hipotético emprendido en enero, difícilmente se pueden meter tantos acontecimientos en tan corto plazo: -bajada a Buenos Aires, despacho de un galeón a España, noticia de los apuros de Antonio de Mendoza, despacho   —122→   de los 2 bergantines al socorro de los sitiados, tiempo consumido en el viaje por los mismos, y todo entre el 29 de diciembre en que se juraba y festejaban juramentos en Corpus Christi y el 3 de febrero inmediato. Yo le doy menos crédito a la fábula de esta fecha que lo que le concede Domínguez -es otra más de las tantas del ameno historiador del Río de la Plata. Domínguez ha probado hasta la evidencia en su Estudio sobre la materia que el asalto de Corpus Christi tuvo que suceder antes de la partida de Ruiz Galán con Cabrera; la cita de Ruy Díaz sola no abona la fecha del 3 de febrero, fiesta de San Blas; cabe, pues, esta hipótesis. En momentos (fines de abril) que Ruiz Galán se preparaba para subir con Cabrera a la Asunción, llegan las nuevas del «aprieto» en Corpus Christi. Preocupados como estaban los dos caudillos con sus pretensiones de mandar en jefe, despachan el socorro en los dos bergantines y sin más se lanzan río arriba, desentendiéndose de Corpus Christi, a socorrer a Ayolas, como pretexto, arrebatarse el mando, si ello cabía. Lo que pueda haber más allá, está enterrado en la documentación inédita de la época.

144. En Villalta se encontrará una relación exacta de lo ocurrido en Corpus Christi, y en Schmídel la misma historia con más pintorescos detalles. Oviedo y Herrera se refieren también a los mismos acontecimientos: aquél se comunicó con muchos de los descubridores y conquistadores, y éste compulsó la documentación oficial contemporánea.   —123→   Ruy Díaz consignó la historia legendaria y fabulosa, autor que debe ser prohibido, no siendo en una edición anotada a la luz de los documentos de la época.




ArribaAbajo- XVII -

Nombre de la Asunción


145. Es el doctor Manuel Domínguez quien ha puesto en limpio este punto interesante en la historia del Paraguay. «Puerto de Nuestra Señora de la Asunción» se llamaba ya el 28 de diciembre del año 1538, como se establece en el Juramento de Obediencia al Capitán Francisco Ruiz Galán225. Juan de Salazar salió en busca de Ayolas el 15 de enero de 1537226. Seis meses demoraron en llegar al puerto de la Candelaria, es decir, hasta mediados de julio. En seguida bajaron e hicieron y asentaron «puerto y pueblo» en lo que es y fue la Asunción, en tierra de carios227. Las fechas de arriba nos permiten suponer que la fundación pudo hacerse el 15 de agosto de 1537.

146. Todas estas noticias se confirman en la carta de Francisco Villalta, § 37 y 38228. Lo que   —124→   Schmídel cuenta en sus capítulos XXI y siguientes, es un episodio intercalado de una escaramuza con los indios del pueblo o ciudad de Lambaré, ocurrida 4 años después de la entrada, más o menos en 1539, época en que ya hacía mucho más de un año que el nombre de la Asunción figuraba en actas públicas de la gobernación. El dato contenido en el capítulo XXII que asigna el nombre de Nuestra Señora de la Asunción al pueblo, porque en ese día se rindieron los indios carios de Lambaré229, es un simple error, siempre que se entienda que eso quiso decir Schmídel. No negaremos que por casualidad la escaramuza de Lambaré pudo suceder en un 15 de agosto también, pero si ese 15 de agosto fue del año 1539, mal pudo ser causa de llamarse así el puerto de la Asunción; y si se trata del año 1537, no pudo haber tal escaramuza, porque Ayolas llegó a los carios, trató de paz con ellos, le dieron «mucha comida de maíz y batatas i algunas abas por sus Rescates» y pasó de largo río arriba hasta los payaguá230. La relación del capítulo XXII no está muy clara y bien puede suceder que Schmídel no quiso decir más sino que los cristianos se posesionaron del puerto en los carios el día de la Asunción, sin que necesariamente fuese consecuencia del episodio que precede.



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ArribaAbajo- XVIII -

Gobierno de Alvar Núñez Cabeza de Vaca


147. En el capítulo XXXI cuenta Schmídel como llegó Alvar Núñez a Santa Catalina y de allí a la Asunción con 300 hombres y el resto de los 30 caballos que habían salvado del viaje. En el capítulo XXXII refiere la muerte de Aracaré y en los siguientes trata de la guerra con Atabaré o Taberé. Concluida ésta sale Alvar Núñez al descubrimiento de la tierra. Schmídel cuenta las cosas a su modo, y en todo demuestra que era poco afecto a Cabeza de Vaca. Para poder juzgar cuál de las dos relaciones es la más verídica, ésta o la del mismo Alvar Núñez, sería necesario hacer un estudio detallado de los instrumentos que sirvieron en el juicio que se le siguió al adelantado en España. Si Schmídel no ha falseado los hechos, no era Cabeza de Vaca el hombre para dominar a la gente del Río de la Plata, y una vez producido el escándalo referido en el capítulo XXXVIII, quedaba de manifiesto la incompetencia de aquel jefe, cuya autoridad desde luego desaparecía por completo. El historiador Oviedo confirma el juicio desfavorable de Schmídel231, lo que prueba que por algo se le retiró el   —126→   mando al jefe derrocado. Hombres buenos se valen de malos elementos, y éstos comprometen la fama y reputación de sus superiores; pero éstos tienen que ser responsables de los excesos de sus subalternos. La verdad histórica de los hechos no se establece ni con la relación de Schmídel ni con la de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, para ello nos faltan las piezas del proceso a que fue sometido éste; pero en todos los casos habrá que tener en cuenta lo que dice nuestro viajero, quien nos ha dejado una descripción pintoresca y al parecer exacta de todo cuanto vio y experimentó.




ArribaAbajo- XIX -

Los últimos años de Schmídel en el Río de la Plata


148. Después de la expulsión de Cabeza de Vaca pasa Schmídel a contar en el capítulo XLI lo ocurrido en la colonia bajo el mando interino de Domingo Martínez de Irala, hombre muy querido por todos los que no eran del bando del adelantado. Describe varias guerras contra los indios carios, etc., y marcha Irala a su famosa expedición a los chamacocas y corocotoquis, según él mismo nos la cuenta en su carta del año 1555. Creyeron llegar por allí a un «el Dorado», pero al fin se aproximaron al Perú. En la jornada medio se le sublevó   —127→   la gente, y algo de esto se desprende del capítulo XLVIII. Schmídel calla lo de la renuncia de Irala y su reelección en el puerto de San Fernando, pero sin duda, porque era cosa fea y que no conducía a nada. La gente quería hacer de las suyas mientras merodeaban entre los pobres indios, pero al saber que, en la Asunción, Diego de Abreu había usurpado el mando después de dar muerte a Francisco de Mendoza, lugarteniente de Irala, volvieron nuevamente a someterse a este caudillo.

149. Los tres viajes últimos de Schmídel deben ser anotados por personas que hayan andado por donde él pasó. Si el explorador Guido Boggiani no ha caído víctima de su temeridad232, al meterse sin más defensa que su bondad entre los indios chamacocos y tuminahás, sabremos como eran los lugares y las naciones por donde se pasearon Irala, Hernando de Ribera y Ulrico Schmídel en busca de los amazones y su el Dorado; pero mientras este viajero (o algún otro) no nos traiga noticias frescas de aquellos lugares, quedarán las cosas como nuestro Schmídel las dejó.

150. Otro tanto se dirá del viaje de la Asunción al puerto de mar. Alvar Núñez tomó por el Iguazú, Schmídel por el Uruguay: uno y otro se encontraron con indios carios o guaraníes, antropófagos, amigos de los españoles a más no poder.



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ArribaAbajo- XIX -

Conclusión


151. Hemos llegado al fin de este Prólogo y no me resta más que llamar la atención a esa sencillez y claridad del relato, que contrasta tan bien con las noticias confusas233 de los demás papeles viejos, que tantas veces repelen al lector y lo dejan en peor duda que antes. Schmídel no era literato ni pretendía serlo, pero la misma sencillez de su estilo le da méritos. Sus juicios son acertados y de un hombre de buen sentido. Para él Alvar Núñez carecía de méritos, a Irala le sobraban: y la verdad es que éste salvó la colonia española, mientras que al otro lo expulsaron indignamente. Por lástima se ensalzan los méritos, acaso negativos, de Cabeza de Vaca; pero por casi un cuarto de siglo el porvenir del Río de la Plata estuvo en manos de Martínez de Irala. Al fin son los éxitos, y no los fracasos, que la historia celebra, y ésta se ha hecho cargo de demostrar que no era Cabeza de Vaca el hombre para suceder a don Pedro de Mendoza, cuyo gobierno desde su cama de moribundo había triplicado las dificultades de la conquista de su gobernación del Río de la Plata, en aquel siglo, como en los posteriores, invadido por otras jurisdicciones.

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152. En la traducción se ha tratado de conservar el estilo del original, tal vez en algunos casos con menoscabo de la lengua castellana; pero hay que tener presente que el mismo texto alemán está plagado de españolismos, y que el autor, al pensar de nuestras cosas, escribía como pensaba; -en lengua mixta.

153. En algunas partes he introducido innovaciones en la traducción, porque el sentido de la frase así lo exigía: por ejemplo, como en el capítulo II donde dice -Unnd alda wirt feur gemacht- «muy abundantes de azúcar» en las ediciones corrientes, es más probable que sea «se hizo fiesta», feur por feir -fiesta; expresión ésta bastante usual en alemán.

En los capítulos XVI y XVII encontramos la frase -ennthaltenn sich von fischs und fleischs- traducida en la edición inglesa así: -se abstienen de pescado y carne. La edición de 1889 explica ennthaltenn como un bavarismo por ernähren o erhalten -mantener- y por lo tanto yo me atengo a la versión castellana, que dice que esto era lo que comían.

154. Los nombres de personas y de lugar se conservan en la misma forma del original, con las equivalencias del caso en el texto o en las notas.

155. Parece increíble que durante un siglo entero nos hayamos ocupado en el Río de la Plata de nuestro célebre Schmídel, y que recién a fines del XIX se haya levantado en el Paraguay la voz   —130→   del doctor Manuel Domínguez234 contra las deficiencias de los datos históricos contenidos en el viaje de nuestro autor. ¿Con qué nos disculparemos? En la primera mitad del siglo que fue nuestro contábamos con las Décadas de Herrera, que contienen la relación del verdadero viaje de Ayolas, cuando marchó a esa muerte, justo castigo por otra de que fue autor él antes de entrar al Río de la Plata; eran también conocidas la Memoria de Pero Hernández, y algunas de las cartas de Irala. En la segunda mitad del mismo siglo se publicó la Historia de Oviedo, en que se reproduce todo, o casi todo, lo concerniente a la entrada de Alonso Cabrera: con esta crónica y lo que se halla en las Décadas, bastaban para establecer la verdad de los hechos citados por Schmídel. Más tarde se han conseguido la Relación de Villalta, original que le sirvió a Herrera, los documentos publicados por el doctor Garay en el Paraguay y algunas piezas más. Todo esto, no obstante, el año 1891, la Sociedad Hakluyt publicó una traducción inglesa en que no se utiliza para nada la luz que arrojan las historias y documentos conocidos por todos hasta esa fecha. Nadie se acordó de decir que la historia de la conquista del Río de la Plata no podía aceptarse como tal sin que primero se restaurasen los verdaderos nombres de los jefes y se asignasen sus fechas a los hechos narrados; porque de lo contrario se exponía a nuestro autor a los ataques bien fundados del ya citado doctor Domínguez.

  —131→  

156. No es fácil darse cuenta de cómo Schmídel, tan exacto en sus otros detalles, pudo confundir tan lastimosamente los nombres de los jefes que acaudillaron las expediciones anteriores a la entrada de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Estas confusiones nos han inducido a todos en error, y recién, cuando el doctor Domínguez impugnó los hechos a consecuencia del error en los nombres de los jefes, me hice cargo yo que rectificados estos se ponía todo en su lugar, si bien con ciertas advertencias que a su vez se irán haciendo notar.

157. Ahora que sabemos que no fue con Juan de Ayolas, sino en busca de él, que partieron Francisco Ruiz Galán, Juan de Salazar y Alonso Cabrera a reunirse con Domingo Martínez de Irala en la Asunción a principios de 1539 (Capítulo XV), con Oviedo en la mano podemos seguir a Schmídel sin más interrupción que para cambiar el nombre de Juan de Ayolas por el de Irala, o de algún otro que corresponda, según los documentos contemporáneos, hasta que llegamos al 2.º párrafo del capítulo XXVII, en que lo deja a Irala preparándose para bajar a Buenos Aires, a despoblar esta ciudad y puerto.

158. Se ve, pues, como, en muy pocos renglones hemos podido dejar la relación de Schmídel clara y ajustada a la verdad. Ignoramos si fue él o alguno de sus secretarios o copistas quienes introdujeron los serios errores que se han notado; pero, por suerte, la documentación contemporánea no es escasa, y mucha parte de ella se ha utilizado, así   —132→   no será necesario ya que se invoque a nuestro Schmídel cuando se quiera hablar de un Buenos Aires fundado en 1535; de un Ayolas, quien con numerosa escuadrilla, después de merodear por los ríos Paraná y Paraguay y de fundar la ciudad de la Asunción, recién se metió tierra adentro por el país de los payaguá, a cuyas manos más tarde él y sus compañeros perecieron miserablemente; de un Irala, que regresara a Buenos Aires antes del año 1541; y de tantas otras cosas que tan lejos están de la verdad histórica, según la documentación contemporánea.

159. La traducción española del siglo XVIII, y las reproducciones por Angelis y Pelliza en el XIX, nos dejaron a Schmídel donde había quedado después de las ediciones latinas de Hulsius y de Bry a fines del siglo XVI.

160. El año 1891 la «Hakluyt Society» de Londres, agregó un tomo más235 a su valiosa colección de textos raros sobre viajes. Las Notas e Introducción son de la pluma de don Luis L. Domínguez y el texto lo forman traducciones (1) del Viaje de Ulrich Schmídt a los Ríos de la Plata y Paraguay y (2) de Los Comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. La primera está basada en la edición alemana de 1567, y se atiene al texto con tal fidelidad que no se hace referencia alguna a la duda sobre si el año 1535 era o no el de la fundación de Buenos Aires; se acepta sin nota ni observación   —133→   que Ayolas estaba vivo en la Asunción 4 años después de la entrada de Mendoza al Río de la Plata; y muchas otras cosas más que ya en el año 1891 podían ponerse en duda. Se imponía, pues, la necesidad de una edición castellana que a la vez de ser fiel reproducción del nuevo MS. publicado en 1889, salvase en el comentario y notas los errores que indudablemente afean el texto, sobre todos, aquel de poner un nombre por otro cuando se trata de los caudillos que actuaron en los acontecimientos materia de la relación.

161. Razón tenía el doctor Manuel Domínguez cuando fustigaba al pobre Ulrico Schmídel236, y su dura crítica ha producido su efecto, porque en la nueva traducción se deja ver que muchos de los defectos no eran del autor, que otros respondían a la inexactitud y criterio de la época, mientras que otros eran lisa y llanamente el error craso de atribuir a Juan de Ayolas o a Irala hechos que no eran hazañas de ellos, pero que como de otros, y en el propio lugar, quedaban subsistentes.

162. Todo esto va corregido en las notas con referencia a los párrafos correspondientes en el prólogo, y Schmídel dejará de ser un texto peligroso para los que lo han estudiado sin el cotejo indispensable con lo que dicen Oviedo, Herrera, Ruy Díaz de Guzmán y los documentos de la época, y esto sin haber perdido en nada lo útil y lo ameno por la infinidad de datos novedosos y   —134→   pintorescos con que, como buen viajero y observador, ha salado su relación.

163. Se ha creído conveniente reproducir la división en capítulos con el resumen de su contenido, que son los mismos que están señalados en el texto alemán del 89. La traducción inglesa ha prescindido de esta comodidad con el resultado de que esta parte del libro es una pampa sin un solo ombú -de suerte que el que busca una cita se pierde en ese maremágnum, sin faro ni pontón.

164. No será nuestro Schmídel la última palabra acerca del famoso Estraubigense y su obra; pero se han disminuido los escollos y se han abierto derroteros que podrán aprovechar otros cuando la documentación sacada a luz en el siglo XX venga a enriquecer la que tarde conocimos en el XIX.

SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO.

Museo de La Plata, 13 de septiembre de 1902.