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Yo por vos, y vos por otro

Agustín Moreto



PERSONAJES
 

 
DON ÍÑIGO DE MENDOZA.
MOTRIL,   lacayo.
DON ENRIQUE DE RIBERA.
MARCELO,   criado.
RODRÍGUEZ,   vejete.
DOÑA ISABEL.
INÉS,   criada.
DOÑA MARGARITA.
JUANA,   criada.
Músicos.
 

La escena es en Madrid.

 




ArribaAbajoJornada I

 

Sala en casa de DON ENRIQUE.

 

Escena I

 

DON ÍÑIGO, MOTRIL.

 
DON ÍÑIGO
Seas, Motril, bien venido.
MOTRIL
¿Esa es, Señor, tu alegría?
Con cara de hipocondría
a recibirme has salido.
Cuando vengo de Sevilla 5
a verte recién casado,
¿te hallo tan desazonado?
¿Has dado librea amarilla?
Que tu semblante la copia.
¿Triste ya, casado ayer? 10
¿No te agradó tu mujer?
¿Has caído ya en que es propia?
¿Has dado en guerra civil?
¿Echas menos lo soltero?
¡Te ha salido el dote güero? 15
DON ÍÑIGO
No me be casado, Motril;
que es la congoja en que peno.
MOTRIL
¡Jesús! Pues ¿quién te curó
de una boda que te dio,
estando tú sano y bueno? 20
DON ÍÑIGO
En un esquivo tormento
mi destino me ha enlazado;
casi estoy desesperado.
MOTRIL
¿Cómo, Señor?
DON ÍÑIGO
Oye atento.
Ya sabes tú la amistad 25
que tenemos tan antigua
don Enrique de Ribera
y yo. Los dos en las Indias
tan estrecha la tuvimos,
que igualó la nuestra mismo, 30
con don Gómez de Cabrera,
que con la hacienda más rica
que hubo en Méjico en su tiempo,
a dar buen fin a su vida,
de su noble esposa viudo, 35
volvió a Madrid con dos hijas.
Viendo que ya de su edad
pisaba la postrer línea,
quiso poner en estado
dos prendas de amor tan dignas. 40
Acordóle de nosotros
la amistad y la noticia
de nuestra ilustre nobleza,
y que los dos en las Indias
las pedimos por esposas; 45
con que escribiendo a Sevilla,
nuestra patria, nos propuse
el empleo de sus hijas.
Ofrecióle a mi ventura
la mayor, que es Margarita; 50
tan bella, que deste modo,
no por nombre se apellida,
sino por definición
de su beldad peregrina.
Y a don Enrique a Isabel; 55
menor, no sé si te diga
en la edad y en la belleza,
siendo estotra tan divina;
que yo, como enamorado,
te podré alabar la mía, 60
más no condenar la otra.
Ni sabré, aunque se permita;
porque yo tengo en mis ojos
una observancia prolija:
Que a la mujer del amigo 65
debe siempre el que la mira,
cerrar en sus atenciones
las puertas en que peligra,
y verla sin elección,
sin desdén y sin caricia. 70
De suerte al conocerla
sencillamente la vista,
el respeto solo abra
la puerta de la noticia.
Enviónos los retratos 75
de las dos, y repetida
por nosotros la fineza,
otros dos nuestros envía
nuestro recíproco amor;
y en ellas hizo la misma 80
impresión que en nuestros ojos
del pincel la valentía.
Raro efecto del primor,
a quien la ausencia acredita,
o porque al que no se ve 85
con más fuerza se imagina,
o porque le da al retrato
viveza la ausencia misma;
pues lo vivo de lo lejos
hace las sombras más vivas 90
murió a este tiempo don Gómez,
y su muerte hizo precisa,
sin aguardar prevenciones,
nuestra dichosa partida.
A Madrid los dos vinimos 95
a ver la distancia que iba
de lo vivo a lo pintado,
pues por la justa alegría
con su retrato tuvieron
nuestras acciones más vida; 100
y al ver los originales
trocó efecto la noticia,
siendo los dos retratados;
pues su beldad peregrina
nos dejó como pintados, 105
suspensa el alma en la vista.
¿Quién creerá que habiendo hallado
con tanto aumento la dicha,
sin haber mudanza en ellas
ni entre nosotros envidia, 110
sin celos, sin competencias,
en este caso que miras
pueda caber desconcierto.
Que sin remedio desquicia
todas nuestras esperanzas 115
y de un golpe las derriba?
Pues porque lo admires más
y ponderes la malicia
tan sutil de alguna estrella,
de nuestro bien enemiga, 120
en tan dichoso suceso
cabe tan grande desdicha,
que es nuestro amor imposible.
Y aqueste imposible estriba
en que el amor de los cuatro 125
haya crecido a porfía;
y eso hace mayor el daño.
Mira si hallarás salida
para pensar que entre amantes
sea con razón no indigna 130
el tenerse más amor
lo que más los desobliga.
La causa es que don Enrique
y yo queriendo en Sevilla
enviar nuestros retratos, 135
nos conferimos el día
de escribir para este efecto,
y sobre una mesa misma
los pliegos hicimos juntos.
Procedió a esto la porfía 140
de cual iba más bien hecho,
que ocasionó en nuestra vista
confundirse las especies;
pues de su mano a la mía
repitió el suyo y el mío 145
varias veces la noticia,
de tal suerte, que al cerrarlos,
con la aprensión confundida,
el uno tomó el del otro:
con lo cual yo a Margarita 150
envié el de don Enrique;
y él, con la ignorancia misma,
remitió el mío a Isabel.
Y llegados a su vista,
el fin con que cada una 155
miraba el suyo, hizo digna
la inclinación en entrambas;
y aquesta. con la porfía
de preferir cada una
el suyo, por darse envidia 160
de decente inclinación,
pasó a ser voluntad fija.
En nosotros sus retratos
hicieron la misma herida;
mas vinieron acertados 165
para ser más la desdicha.
Que si ellas también lo erraran,
nuestro error lo enmendaría.
Mas un infeliz destino
para el daño tanto aplica 170
el yerro como el acierto;
pues por lograr su malicia,
yerra todo lo que importa,
y si acierta, es lo que implica.
Al saber ellas el yerro, 175
dio su rostro señas vivas
de la guerra que en su pecho
introdujo la noticia;
y después de no admitir
disculpas mal prevenidas 180
que dio nuestra turbación,
las dos con una voz misma
dijeron que ya en su pecho
lugar de esposos tenían
los dueños de los retratos. 185
Mira tú cual quedaría
yo, que solo de la copia
ya rendido a su amor iba,
y hallé más en su hermosura;
cuando a la primer visita 190
me recibió como ajena
la que iba a ver como mía.
Sólo en lo que hallé consuelo
fue en ver que mi pena misma
era la de don Enrique, 195
pues como a mi Margarita,
a él le dio muerte Isabel.
Y aunque la que al uno esquiva.
Se mostró amante del otro,
por nuestro amor no tenían 200
entrada en las dos los celos;
mas si una mujer se irrita.
¡Qué dolor le falta a un pecho,
donde un desdén martiriza?
Ni ruegos ni persuasiones, 205
conveniencias ni porfías
fueron bastantes con ellas
a mudar la aprehensión fija
que en los retratos hicieron;
con que nuestra llama activa. 210
A vista de su esquivez,
era mayor cada día.
El deseo, que en nosotros
a mas por instantes iba,
obligó, viendo este empeño, 215
a nuestra ciega codicia
a moverlas por el medio
de amantes galanterías,
creyendo que a su dureza
la ablandase la caricia; 220
pero erramos el remedio,
y se hizo mortal la herida;
porque como el festejar
cada uno la que quería
era acercarse a la ingrata 225
y alejarse de la fina,
y nuestra naturaleza,
por sentencia de sí misma,
dejando lo que te dan,
se va tras lo que le quitan; 230
cada paso deste intento
hizo su llama más viva,
porque el ruego de la una
para la otra era envidia.
Lo que a una hiela el amor, 235
los celos a otra encendían:
Con que, errando con entrambas,
hicieron nuestras caricias
en dos contrarios afectos
con una fineza misma 240
lo que quien en un incendio
agua a sus llamas aplica;
que donde es poca le apaga
y donde es mucha le aviva.
Llegó al extremo en las dos 245
la contrariedad distinta.
A toda incendio la amante,
a toda hielo la esquiva.
Reconociendo este riesgo,
tratamos los dos aprisa 250
de que enmendase el retiro
lo que erraba la caricia.
Mas ya este remedio es vano,
y solo sirve a la vida
de morir con más dolor, 255
porque ya nuestra porfía
hizo irremediable el mal.
Y es cuando dél se retira,
como el que hidrópico bebe;
que creyendo que se alivia, 260
va aumentando su peligro
hasta que el daño le avisa,
y viendo el riesgo a los ojos,
de aquel alivio se priva
por el temor de la muerte, 265
cuando ya en la hidropesía
confirmada no hay remedio;
pues con sentencia precisa
muere de lo que ha bebido,
añadiendo a la malicia 270
de su mal aquel dolor
del alivio que le quita;
pues solo sirve al remedio
de no morir más aprisa.
En este estado, Motril, 275
hallas la esperanza mía;
mira si a mayor tormento
pudo llegar mi desdicha,
pues veo a mi dama amante
de mi amigo, y dél querida 280
la que a mí me favorece.
Mi queja es la suya mismo,
nuestro amor muere a sus ojos,
padece si se retira,
el remedio te empeora, 285
el excusarle no alivia,
el que asiste ofende al otro,
el que no asiste, a su vista;
y finalmente, aunque quiera
atropellar nuestra vida 290
por el riesgo, y a sus ojos
morir con galantería,
el uno el otro se estorba
porque su dama se irrita:
con que es delito el que muera 295
el que es fuerza que no viva.
MOTRIL
¡Jesús! No pensara el diablo
mas extraña taravilla.
Dime, Señor, ¿no os valierais
del remedio de las pintas? 300
DON ÍÑIGO
¿Cuál es?
MOTRIL
Pedirla trocada.
DON ÍÑIGO
¿Cómo, si es la pena misma
el incendio del desdén
que el hielo de la caricia?
Mira si hay muerte mas rara 305
que perder uno la vida
entre un hielo y un incendio.
MOTRIL
No es tal; que ya es cosa vista
esa muerte ella por ella.
DON ÍÑIGO
¿Dónde, sino en mi desdicha? 310
MOTRIL
Mahoma murió dese mal,
porque se helaba y se ardía;
y entre estas penas contrarias
rabiando perdió la vida,
hasta que hizo un gran remedio 315
que lo dio un bravo arbitrista.
DON ÍÑIGO
¿Qué remedio?
MOTRIL
Irse al infierno,
con que sanó de la fría.
DON ÍÑIGO
Desesperado padezco.
MOTRIL
¿Es posible que eso digas? 320
¿Hay hombre que desespere
de mal que en mujer consista?
DON ÍÑIGO
¿Para esto hay cura?
MOTRIL
Pues ¿no?
¿Para qué hizo Dios boticas?
DON ÍÑIGO
Búrlaste de mi dolor? 325
MOTRIL
¿Hay más necia bobería?
Pues dime ansias, celos, quejas,
retiros, desdén, caricias,
promesas falsas, embustes,
suposiciones, porfías, 330
¿qué son sino aceites, untos,
aguas, emplastos y bizmas
de la botica de amor,
que a sus achaques aplica?
Si amor es enfermedad, 335
¿no ha de tener medicina?
su dotor es el ingenio,
su platicante la vista,
cirujano la experiencia,
boticario la malicia, 340
y en su botica hay de todo,
como en las demás boticas;
menos que no gasta simples
porque es experiencia fija
que los achaques de amor 345
solo en los simples peligran.
Yo me atrevo a hallar remedio
que os cure.
DON ÍÑIGO
¿Tú lo imaginas?
MOTRIL
¿No sabes que soy Motril,
donde los ingenios brillan, 350
y que he estudiado en Osuna
la flor y filosofía?
DON ÍÑIGO
Ya sé tu agudeza rara.
MOTRIL
Pues mentirá Celestina,
que es el galeno de amor, 355
o he de curaros la herida.


Escena II

 

DON ENRIQUE, MARCELO. Dichos.

 
MARCELO
En casa está.
DON ÍÑIGO
¿Don Enrique?
DON ENRIQUE
¿Don Íñigo?... Ya mi vida,
desesperada en su pena,
su mismo fin solicita. 360
DON ÍÑIGO
Pues ¿qué hay ahora de nuevo?
DON ENRIQUE
Que el remedio que imagina
nuestro retiro ha servido
de más daño, pues la vista
no hiciera lo que la ausencia. 365
Doña Isabel se publica
vuestra amante, y de no veros
padece, llora y suspira,
sin reprimirla el recato.
Inés, de quien ella fía 370
su pecho, me lo ha contado;
y para que no prosiga
nuestro retiro, me ha dicho
que nuestro amor cada día
con este medio se hace 375
más imposible.
DON ÍÑIGO
Esa misma
dificultad ¿no se aumenta
con el medio de asistillas?
DON ENRIQUE
Ya, don Íñigo, lo veo;
mas, ya que es tal la desdicha, 380
que por ser los dos amigos
y nuestra queja una misma,
no podamos despicarnos
con el valor de la envidia,
¿qué medio hemos de tomar? 385
MOTRIL
¿Es posible que eso digan
delante de mí dos hombres
que se han mudado camisa?
DON ENRIQUE
En un mal tan sin remedio
¿desesperarse te admira? 390
MOTRIL
En uno que se va a ahorcar
y se cuelga de una encina,
cabe remedio.
DON ENRIQUE
Y ¿cuál es?
MOTRIL
Dos: cortar la soga aprisa,
o tirarle de los pies; 395
que muere presto o se libra.
DON ENRIQUE
¡Buen remedio!
MOTRIL
Pues ¿no veis
que querer con las caricias
vencer los desdenes, es
querer que la hipocondría 400
se remedie con lentejas?
DON ÍÑIGO
Pues tú ¿qué medio imaginas?
MOTRIL
Vaya un ejemplo. En mi tierra
había una doncellita
opilada, con gran riesgo, 405
de puro comer ceniza.
Sus padres la reservaban
del brasero y la cocina,
de suerte que cuando ella
la daba alcance, embutía 410
ceniza al sabor del hurto
como si fueran mellizas.
Llegó del caso a la muerte;
y el dotor que la asistía,
para curarla fingió 415
que su muerte era precisa,
si de ceniza un brasero
no comiese cada día.
Ella pidió luego a gritos
tan sabrosa medicina. 420
Trajéronla un gran brasero,
y al comenzar a embestilla,
como ya allí le faltaba
el sabor de prohibida
(Que a nuestro ruin apetito 425
da sazón la culpa misma),
a cada bocado della
la hallaba más desabrida.
Viendo que obraba el remedio,
la daba el dotor gran prisa, 430
diciendo: «Señora, coma;
que eso la importa la vida.»
Y ella harta ya, entre los dedos
repasaba la ceniza,
y a fuer de tomar tabaco, 435
con cada polvo escupía.
Porfiábala el dotor,
y ella del todo rendida,
dijo: «Señor, yo no puedo;
quítenla allá, muera o viva.» 440
Y desde allí le quedó
tanto horror a la codicia,
que de quince días antes,
pensando que ya venía,
lloraba en Carnestolendas 445
el miércoles de Ceniza.
Vosotros para esas damas
no tenéis mas bizarría
uno que otro que el haceros
difíciles a su vista. 450
Fingid pues que las queréis;
mas con tanta demasía,
que ellas se hallen con vosotros
hartas de verse queridas.
Y yo me cortaré el cuello, 455
si en haciéndolas precisa
la asistencia de quererlas,
y esto con tema y porfía,
a dos días vuestro amor
no las supiere a ceniza. 460
DON ENRIQUE
La razón es natural;
pero eso ¿a qué fin aspira?
MOTRIL
En habiéndolas cansado,
¿no estaréis de mejor guisa
para inclinarlas que ahora! 465
DON ENRIQUE
Es consecuencia precisa.
DON ÍÑIGO
Don Enrique, vive Dios,
que con la pasión se priva
un hombre de su discurso.
La agudeza peregrina 470
de Motril ya la sabéis;
y al medio que nos avisa
yo he de añadir una industria
que remedie nuestra vida.
DON ENRIQUE
Y ¿cuál es?
DON ÍÑIGO
Ya vos sabéis
475
cuán celosa es Margarita;
y Isabel es al contrario,
muy bizarra y esparcida,
en la esfera del recato.
Pues ha de ser la malicia 480
fingir que haberlas querido
al contrario, solo estriba
en que es nuestra condición
contraria a la suya misma.
Y al quererla averiguar, 485
contra el genio a que se inclinan
las hemos de proponer
tan extrañas demasías
en nuestras descondiciones,
que ellas mismas no permitan 490
que nos casemos con ellas;
y Motril con su malicia
nos ayudará a lograrla.
DON ENRIQUE
Demás de ser ya precisa,
yo cualquiera industria apruebo 495
que a mi alivio se encamina.
MOTRIL
Bravo, ya he pensado yo
un medio de introducirla.
DON ÍÑIGO
Venid, don Enrique.
DON ENRIQUE
Vamos.
DON ÍÑIGO
Finja amor.
DON ENRIQUE
Y él desdén finja.
500
DON ÍÑIGO
Motril, síguenos a casa.

 (Vase.)  

DON ENRIQUE
Marcelo, espera en la mía.

 (Vase.)  



Escena III

 

MOTRIL, MARCELO.

 
MARCELO
Motril, seas bien venido.
MOTRIL
¡Marcelo del alma mía!
MARCELO
Dime, ¿traes aún contigo 505
el tema de ser gallina?
MOTRIL
Amigo, quiérome bien,
y el miedo en aquesta vida
es hijo del amor propio,
y a conservarme me inclina. 510
MARCELO
Siendo gallina, una cosa
de tí solo me da envidia.
MOTRIL
¿Cuál es?
MARCELO
El que las mujeres
a tí todas se te rindan,
y a mí ninguna me quiera. 515
MOTRIL
Ese es fruto de gallina.
Las gallinas, hijo mío,
sustentan a quien las cría,
dan huevos, pollos y pollas,
y aseguran un buen día; 520
mas los valientes dan susto
a su dama, y no comida;
que los bravos sólo dan
de comer a la justicia.
MARCELO
Pues yo te he de hacer valiente, 525
Motril amigo.
MOTRIL
Imagina
que es imposible.
MARCELO
¿Por qué?
MOTRIL
Yo conozco mi desdicha.
MARCELO
Valiente has de ser.
MOTRIL
Alón.
Y vamos a que rediman 530
nuestros amos su dolor;
que hoy se verá en esta villa
que el ingenio de Motril
tiene azúcar con acíbar;
mas no será novedad. 535
MARCELO
¿Por qué?
MOTRIL
Porque es cosa vista
que en Madrid haya bufones
que sepan filosofía.
 

(Vanse.)

 


Escena IV

 

Sala en casa de DOÑA MARGARITA y DOÑA ISABEL.

 
 

DOÑA ISABEL, INÉS; dentro, MÚSICOS; luego, RODRÍGUEZ.

 
MÚSICOS

 (Dentro.) 

Amor loco, amor loco,
yo por vos, y vos por otro. 540
INÉS
Margarita, mi señora,
en el jardín se divierte
con la música.
DOÑA ISABEL
Y mi suerte
con este aviso empeora.
Mi corazón firme adora 545
al que a ella su amor dedica,
y a quien ella el alma aplica,
me quiere, y yo le revoco.
 

(Sale RODRÍGUEZ.)

 
MÚSICOS

 (Dentro.) 

Amor loco, amor loco,
yo por vos, y vos por otro. 550
RODRÍGUEZ
¡Jesús, qué muerte es andar!
DOÑA ISABEL
¿Qué hay, Rodríguez?
RODRÍGUEZ
¿Qué ha de haber?
Qué me fuí solo a moler
y a hartarme de pasear.
DOÑA ISABEL
Luego ¿no ha podido hallar 555
a don Íñigo?
RODRÍGUEZ
¿Qué es no?
Hoy con él he hablado yo,
que aun en la corte se está.
DOÑA ISABEL
¡Albricias, temor; que ya
su ausencia el alma creyó! 560
¿Súpole recatar
que iba allá de parte mía?
RODRÍGUEZ
¡Par Dios, buena bobería!
Pues ¿eso había de ignorar?
DOÑA ISABEL
¿Qué dijo?
RODRÍGUEZ
Es nunca acabar.
565
Margarita le ha abrasado.
Mire vuesancé, el picado
con el desdén quiere más;
que es peor que Barrabás
un mozuelo enamorado. 570
DOÑA ISABEL
Pues si ellos son a querer,
nosotras a despreciar;
que o ellos se han de cansar,
o los hemos de vencer.
RODRÍGUEZ
Muy difícil ha de ser, 575
que ellos no están dese talle;
y al que quiere, desprecialle
para que deje el cariño,
es como si llora un niño
que le azotan porque calle. 580
INÉS
Vaya a comer.
RODRÍGUEZ
Es razón;
que ya de hambre estoy sin tino.
Mande usancé que del vino
se me doble la ración
por la prolija estación; 585
que a fe, que viven muy lejos.
INÉS
Bien está con Alaejos.
RODRÍGUEZ
El vino alienta a las gentes,
no ha menester a los dientes,
y es la leche de los viejos. 590

 (Vase.)  



Escena V

 

DOÑA ISABEL, INÉS; luego, DOÑA MARGARITA, JUANA y MÚSICOS.

 
INÉS
Tu hermana pienso, Señora,
que se va acercando acá.
DOÑA ISABEL
Tan triste como yo está,
pues mi misma pena llora.
Cielos, ¿qué estrella traidora 595
influye este efecto en mí?
¿Qué contrario frenesí
es el que en mí y ella toco?
 

(Salen los MÚSICOS, DOÑA MARGARITA y JUANA.)

 
MÚSICOS
Amor loco, amor loco,
yo por vos, y vos por otro. 600
DOÑA MARGARITA
Retiráos, y vuestro acento
prosiga, porque el sentido,
con vuestra voz divertido,
suspenda mi sentimiento;
que es tan grave mi tormento, 605
que aunque él que es amor me diga,
su fuerza a dudar me obliga
qué será este mal que toco.
MÚSICOS
Amor loco, amor loco,
yo por vos, y vos por otro. 610
 

(Retíranse los MÚSICOS.)

 
DOÑA ISABEL
Hermana, ¿qué haces?
DOÑA MARGARITA
Yo muero,
de dos penas combatida:
del que no quiero querida,
y olvidada del que quiero.
DOÑA ISABEL
De los dos, el mal primero 615
es quien me da más dolor.
DOÑA MARGARITA
Para mí pena mayor
es el querer yo olvidada.
DOÑA ISABEL
Más pena es verme adorada
de quien a mí me da horror. 620
DOÑA MARGARITA
Que siga mi adoración
el que aborrezco es enfado;
pero viene disfrazado
en una veneración.
Si ofende, da estimación; 625
mas el que mi voluntad
no estima, y con ceguedad
me olvida, es mucho peor;
porque este me da un dolor,
y me quita la deidad. 630
DOÑA ISABEL
Más del que me quiere muero
que del que tengo afición,
que el dejarle da razón
al que me dejó primero.
Si cuando olvida el que quiero, 635
yo olvido al que me festeja,
este quejar no me deja
de que a mí me olvide aquel,
pues si yo le olvido a él,
me hace culpa de la queja. 640
DOÑA MARGARITA
Yo mas sintiera mi olvido.
DOÑA ISABEL
Yo el dolor de aborrecer.
DOÑA MARGARITA
Pues di, ¿qué tiene que ver
la razón con el sentido?
DOÑA ISABEL
Que amor es Dios, Y ha medido 645
a mi yerro esta cadena,
y con razón me condena.
DOÑA MARGARITA
Pues de mí no es enemigo
el mérito del castigo,
sino el dolor de la pena. 650
DOÑA ISABEL
De mí sí, pues la razón
desespera mi esperanza.
DOÑA MARGARITA
Pues si ves que eso es venganza
trueca tú la inclinación.
DOÑA ISABEL
No puede mi corazón. 655
DOÑA MARGARITA
Luego es porque esta es más pena.
DOÑA ISABEL
No es tal.
DOÑA MARGARITA
Pues ¿quién te condena
a no escoger lo más poco?
MÚSICOS

 (Dentro.) 

Amor loco, amor loco,
yo por vos, y vos por otro. 660


Escena VI

 

MOTRIL. Dichas.

 
MOTRIL

 (Aparte.) 

Entro con el pie izquierdo de danzante,
digo tres veces trampa, y adelante.
DOÑA MARGARITA
¿Quién es este hombre que hasta aquí se ha entrado?
MOTRIL
No se asusten, señoras: un criado,
tan servidor de ucedes por memoria, 665
como lo fue mi abuelo, que esté en gloria
DOÑA MARGARITA
Vuestro abuelo ¿quién fue?
MOTRIL
Cayó en un pozo,
y no le conocí, que murió mozo.
DOÑA MARGARITA
Este hombre es loco.
MOTRIL
No es sino criado,
de don Enrique, mi señor, mandado; 670
que don Íñigo y él piden licencia
de entraros a pedir, por la decencia.
DOÑA MARGARITA
¡Qué vienen a pedir?
MOTRIL
No es pesadumbre;
sino, por excusaros la rencilla
licencia de partirse basta Sevilla. 675
DOÑA MARGARITA
¿A Sevilla se vuelven?
MOTRIL
No es su intento
mas que llegarse allá a vivir de asiento.
DOÑA ISABEL
Pues ¿por qué causa?
MOTRIL
Yo soy fiel criado,
y toda mi honra estriba en ser callado.
DOÑA ISABEL
Pues ¿qué te ofenderá el que la sepamos 680
MOTRIL
Bueno; ¿piensas que son hombres mis amos?
Pues. Señora, no son sino caimanes,
y el don Íñigo excede los refranes.
DOÑA ISABEL
¿Qué es lo que dices?
MOTRIL
¿No me explico harto?
Es tan caimán, Señora, que el lagarto 685
de San Ginés le hereda, a falta de hijos
¿entenderéis, por verlos tan prolijos
en asistiros, en su fe trocados,
que porfían los dos de enamorados?
DOÑA MARGARITA
Pues ¿de qué?
MOTRIL
Aquesa es buena: de prudentes;
690
porque entrambos lo son como serpientes
dice el Enrique que es como una aurora
Margarita. ¿Cuál es esta señora?
DOÑA MARGARITA
Yo soy.
MOTRIL
Por ignorarlo hablaba a tiento;
mas con eso estaremos en el cuento 695
y el don Íñigo dice que es locura
con Isabel pedir más hermosura.
DOÑA MARGARITA
Pues ¿cómo es al contrario su violencia?
MOTRIL
Ahí entra la cautela y la prudencia.
DOÑA MARGARITA
Dínoslo, por tu vida; que eso es nuevo. 700
MOTRIL

 (Aparte. 

Ya aquestos lobos han tomado el cebo.)
Señoras, ellos dos, como avisados,
cuerdos y, como he dicho, alagartados,
para un estado que una vida dura,
más pretenden la paz que la hermosura. 705
Ellos de condición son encontrados,
y están ya de las vuestras informados;
y ha querido el demonio, que en todo entra
que con la condición su amor se encuentra
don Enrique, que adora a Margarita, 710
la halla celosa; y el es sin pepita,
y tan desesperado, que, si al mozo
le piden celos, se echará en un pozo;
porque su tema es noches y días,
con todas cuantas ve, ser un Macías. 715
DOÑA MARGARITA
¿Qué es lo que dices?
MOTRIL

 (Aparte. 

Ya esto va picando.)
Pues es peor que te le estoy pintando.
Don Íñigo, que alaba la hermosura
de Isabel, en casarse se aventura,
porque él dice que es muy esparcida, 720
y él muy celoso, y es errar la vida;
porque la que con él fuere casada,
se condena a vivir emparedada.
Y es tanto, que en Sevilla amó una dama
que cayó enferma, y no dejó a su cama 725
llegar dotor, y porque no la viera,
sin remedio dejó que se muriera.
DOÑA ISABEL
¡Jesús, y qué rigor!
MOTRIL
Es que aunque entrara
dotor allá, también se la matara.
En fin, Señora, en ellos la violencia 730
del querer no es amor, sino prudencia;
porque ellos, por consejo de su ingenio
no buscan la hermosura sino el genio;
y es verdad que, trocadas,
les veníais las dos como pintadas; 735
mas viendo que su intento no da lumbre
se vuelven por no daros pesadumbre.
 

(Hablan las damas aparte.)

 
DOÑA MARGARITA
Isabel, yo he pensado
que esto es cautela que ellos han trazado
por poder eximirse del concierto. 740
DOÑA ISABEL
Y ¿en qué podemos conocer si es cierto?
DOÑA MARGARITA
Con decir que su genio hemos sabido,
y rendirnos a él; que si es fingido,
no han de querer casarse.
DOÑA ISABEL
Yo de suerte
a don Íñigo adoro, que aunque fuera 745
verdad su condición, se la sufriera.
DOÑA MARGARITA
Y yo del mismo modo a Enrique quiero;
con que, sea fingido o verdadero,
esto ha de ser. Y ¿dónde están tus amos?
MOTRIL
Vuestra licencia todos esperamos; 750
yo aquí, y ellos afuera.
DOÑA MARGARITA
Llámalos.
MOTRIL
Voy; mas eso es excusado,
porque ellos entran, como yo he tardado.

 (Va hacia la puerta.)  

Ya, Señor, entrar puedes,
pues llamaros me mandan sus mercedes. 755


Escena VII

 

DON ENRIQUE, DON ÍÑIGO. Dichos.

 
MOTRIL

 (Aparte a los galanes.) 

Cuidado en proseguir lo que va urdido;
porque ya lo sembrado está nacido.
DON ENRIQUE
Señoras, la obligación
del último cumplimiento
no nos excusa el cansaros. 760
DOÑA MARGARITA
Don Enrique, no os entiendo.
DON ÍÑIGO
Es que nuestro amor conoce
razón en vuestro desprecio,
y no pudiendo vencella,
a Sevilla nos volvemos. 765
DOÑA ISABEL
Juzgar desprecio en nosotras,
señor don Íñigo, es yerro
del contrato que mi padre
dejó con entrambos hecho.
Y no admitirle, al contrario, 770
no es despreciar vuestro ruego
sino firmeza que entrambas
a nuestra atención debemos.
DON ÍÑIGO
Si habéis pensado, señoras,
que a nuestro contrario intento 775
le mueve la inclinación,
que lo erráis también es cierto,
porque si yo por la mía
hubiera de elegir dueño,
lo fuera doña Isabel. 780
MOTRIL

 (Aparte a las damas.) 

Cuidado, y verán si miento.
DON ENRIQUE
Y yo también, si mis ojos
sólo buscaran empleo,
diera a doña Margarita
todo el triunfo de mi afecto. 785
DOÑA MARGARITA
Pues ¿con qué escogen los hombres
su esposa, si en vuestro pecho
la inclinación ni los ojos
no votan en este empeño?
DON ÍÑIGO
Los hombres cuerdos, Señora, 790
en cosas de tanto peso
tener su voluntad deben
rendida a su entendimiento.
El nuestro ha reconocido
que a vuestro contrario genio 795
es imposible ajustarle
la condición que tenemos;
y casados al contrario...
DOÑA MARGARITA
Señor don Íñigo, quedo;
que ese temor nos ofende 800
lo más vivo del respeto.
¿Quién os dijo que nosotras
ni somos ni ser podemos
mujeres de condición?
En llegando a esos efectos 805
cualquiera mujer casada
da el albedrío a su dueño
y la mujer principal
le da albedrío y deseo.
La calidad del marido 810
se averigua en este empeño,
mas para la condición
ningún examen se ha hecho.
Porque cuando sea muy mala,
ya en la mujer va supuesto 815
que han de ser de una medida
su honor y su sufrimiento,
a mil varias condiciones
están los hombres sujetos,
y las mujeres a todas 820
las que tuvieren sus dueños.
La mujer que en cualquier caso
no se rinde a sus preceptos,
no se opone a su marido,
sino a su decoro mesmo. 825
Y suponerlo en nosotras
para faltar al concierto,
es hacer más el desaire,
intentando hacerle menos.
Porque dejar de casaros 830
por desamor es despego;
mas por presumirnos libres,
es agravio del respeto.
Mas yo, si Enrique me quiere,
señor don Íñigo, entiendo 835
que, con capa de cordura,
le vendéis celos por celo.
Seguid vos vuestro dictamen,
y nunca le deis consejo
que, a costa de mi decoro, 840
le prevarique el deseo.

  (Aparte. 

¡Ay, amor, quiera mi suerte
que Enrique siga con esto
su inclinación, si es verdad
que yo mejor le parezco!) 845
DON ENRIQUE

 (Aparte a MOTRIL.) 

Motril, ¿qué es lo que has trazado?
MOTRIL
Que he errado el emplasto creo,
y que lo resolutivo
madurativo se ha vuelto.
DON ÍÑIGO

 (A DOÑA MARGARITA.) 

Toda esa atención, Señora, 850
que en vos es decoro y genio,
tengo yo reconocida,
y por este juicio mesmo
os deseo por esposa.
DOÑA ISABEL
Pues ¿por qué presumís menos 855
de mi que de Margarita?
DON ÍÑIGO
Porque es vuestro gusto opuesto
al suyo, y no sufriréis
la condición que yo tengo.
DOÑA MARGARITA

 (Aparte a su hermana.) 

Agora entra la experiencia. 860
DOÑA ISABEL

 (Aparte. 

Eso averiguar pretendo.)
Pues yo, con menos enojo
que mi hermana, porque os veo
con diferente semblante
que ella os mira en su despego, 865
cuanto ella os ha respondido
os respondo yo; añadiendo
que en vos tan tibia disculpa
o es mas agravio ú desprecio;
porque presumirme a mí 870
menos rendida a mi dueño,
es darme más libertad
o menos entendimiento.
Yo sé vuestra condición;
mas si tolerarla debo, 875
¿por qué vos teméis de mí
lo que yo de vos no temo?
¿Es más de que sois celoso
y muy prolijo en los celos?
Pues si yo no lo separo, 880
¿qué dudáis vos en mi empleo?
DON ÍÑIGO
¿Señora?...
MOTRIL
¿Hay tal? ¿qué me miras?
DON ÍÑIGO
¡Villano, viven los cielos!...
MOTRIL
¿Eso piensas? Plegue a Dios
que, si yo la he hablado en eso, 885
a hora de comer la boca
se me vuelva hacia el puchero.
DOÑA ISABEL
No, no culpéis al criado;
¿tan ocultos son los celos,
que era menester su aviso? 890
DON ÍÑIGO
Señora, hablaros en esto
es bajeza; pero ya
que vos salís al encuentro,
no lo será preveniros
lo que yo en mí mismo temo; 895
porque esta es una violencia,
que reprimirla no puedo.
Y es tanto...
DOÑA ISABEL
Tened. Diréis
que calles, plazas, paseos
no he de ver, y he de vivir 900
ajena de sus festejos;
que no habéis de permitirme
galas, joyas. Si todo esto
lo supongo yo, ¿qué os queda
que temer en este empeño? 905
DON ÍÑIGO

 (Aparte.) 

¡Buen remedio hemos pensado!
DON ENRIQUE

 (Aparte a MOTRIL.) 

Motril, ¿este era el remedio?
MOTRIL
Si ella se echa las ventosas,
¿qué puedo yo hacer en eso?
Señor, apriétala más. 910
DON ÍÑIGO
Señora, aunque el sufrimiento
prevenga vuestra atención,
yo reconozco mi yerro,
y sé que no ha de poder
resistirle vuestro genio, 915
porque ha de ser mas prolijo.
DOÑA ISABEL
Diréis que en mi encerramiento
aún no he de tener visitas;
¿llegará a más el extremo
que a quitarme las criadas? 920
También lo doy por supuesto.
¿Tendréis agora disculpa?
MOTRIL

 (Aparte.) 

Si ella se brinda al veneno,
no hay sino darse a partido;
que esto no tiene remedio. 925
DON ÍÑIGO

 (Aparte. 

Vive Dios, que estoy perdido,
pues me ha obligado con esto
a rendirme a ser su esposo.)
Señora, si vuestro genio
tan contrario, a esto se ajusta, 930
mi mayor dicha es ser vuestro.
DOÑA MARGARITA

 (Aparte.) 

¿Hay mayor impertinencia?
Miren que vida de infierno
era a la que él me llevaba.
Dios me libre de tal necio. 935
DON ENRIQUE

 (Aparte.) 

Vive Dios, que estoy de ver
lo que le quiere, muriendo.
DOÑA MARGARITA
Pues con esto vos, Enrique,
de mí no tendréis recelo,
porque en vuestra condición 940
no es tan pesado el extremo.
MOTRIL

 (Aparte a DON ENRIQUE.) 

Remédialo tú al contrario.
DON ENRIQUE
Antes yo, Señora, os ruego
que en mi condición no habléis,
porque es peor, y mi exceso 945
es liviandad.
DOÑA MARGARITA
Que la ignoro
pensaréis; ¿es más el yerro
que ser muy enamorado?
MOTRIL
¿También tú me miras? Bueno;
¿es acaso genio el tuyo 950
que puede estar encubierto,
andandote todo el día
cuantas veo tantas quiero?
DOÑA MARGARITA
Pues como él a mí me quiera,
¿qué importa el divertimiento, 955
si ese es genio, y no elección?
DON ENRIQUE
Es que vos en este afecto
sois desvelada, y yo soy
tal, que si me piden celos,
haré desesperaciones. 960
DOÑA MARGARITA
Yo, aunque vos fuerais tan ciego
que esto pasara a mis ojos,
no hiciera tal desacierto.
DON ÍÑIGO

 (Aparte a MOTRIL.) 

Motril, ¿viste tal amor?
MOTRIL
Mujer que pasa por esto 965
comerá leche y vinagre.
DON ENRIQUE
¿Y si llegara el extremo?...
DOÑA MARGARITA
No tenéis que ponderalle;
que no puede vuestro exceso
llegar a término tal 970
que apure mi sufrimiento;
que mujeres como yo
saben en tales afectos,
sin que la conozca el labio,
tener la pena en el pecho. 975
Y no alentéis la porfía,
si no queréis que con eso
entienda que esto es cautela
para faltar al concierto.
DON ÍÑIGO

 (Aparte a MOTRIL.) 

¡Cielos, esto va perdido! 980
Motril, erraste el remedio.
MOTRIL
Creí que era resfriado,
y es tabardillo encubierto.
DOÑA ISABEL

 (Aparte.) 

¡Y con esta condición
me brindaba! El juicio pierdo 985
en pensarlo. Dios me libre
de vivir en tal tormento.
DON ENRIQUE

 (Aparte. 

Vive Dios, que hemos errado
para irritarlas el medio,
y ya es fuerza concluirnos.) 990
Pues, Señora, si todo esto
no os hace error, mi elección
siempre os ha rendido el pecho;
y pues don Íñigo hace
con doña Isabel lo mesmo, 995
dadnos licencia a que vamos
a disponer deste empleo
las forzosas prevenciones.
DON ÍÑIGO

 (Aparte.) 

Antes tomara un veneno,
vive Dios, que ser su esposo. 1000
DOÑA MARGARITA
Id: que las dos como a dueños
os obedecemos ya.
Ven, Isabel; que aun no creo
esta dicha. Adiós, Enrique.

 (Vase.) 

DOÑA ISABEL
Don Íñigo, adiós. Mi afecto 1005
va dudando esta ventura.

 (Vase.) 

JUANA
Inés, gran fiesta tenemos.
INÉS
¿Ves, Juana, que está ajustado?
Pues no creas el concierto.
 

(Vase con JUANA.)

 


Escena VIII

 

DON ENRIQUE, DON ÍÑIGO, MOTRIL.

 
MOTRIL
¿Qué es eso? ¿Os habéis helado? 1010
¡Habemos quedado buenos!
DON ENRIQUE
Pues ¿qué hemos de hacer ahora?
DON ÍÑIGO
Que lo que pensó el ingenio
lo ejecute la verdad,
y partirnos al momento. 1015
DON ENRIQUE
Pues eso es perderlo todo.
MOTRIL
Quedo; ¿hay tales majaderos?
Agora os desesperáis,
cuando comienza el enredo?
Agora estáis en estado 1020
de que ellas caigan más presto.
Lo primero es publicarlas
muchísimo amor, y luego
poner en ejecución
todo lo que habéis propuesto; 1025
que lo que horror no las hace
imaginado en el cuento,
sucedido en la ocasión
las hará perder el seso,
y se han de desperar; 1030
o si no, miente Galeno.
DON ENRIQUE
¿Y si no se desesperan,
y el casarnos es empeño?
MOTRIL
Desesperarnos nosotros,
y ahorcarnos de compañeros. 1035
DON ÍÑIGO
Don Enrique, ya empeñados
fuerza es seguir este intento.
MOTRIL
Pues fiaos de mí, y al arma
contra este amor embustero.
DON ÍÑIGO
Vamos a fingir finezas. 1040
DON ENRIQUE
Y yo voy a fingir celos.
MOTRIL
Y yo a que en el mundo vean
que un loco hizo al amor ciego.



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