Escena I
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Decoración
de bosque sombrío, con vista de una hoguera en el
foro, y algunas cabañas a los lados. A la derecha
asiento cubierto de yerbas bajo de un árbol; PEREYRA atadas las manos a otro; ALCAYPA y negros que avivan la hoguera
del foro, y guarnecen la escena.
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ALCAYPA |
La hoguera disponed, valientes negros; | | hoy nace el sol
a ver nuestra venganza. | | La aborrecida sangre de este
blanco | | avivará la abrasadora llama, | | mientras
su corazón abominable | 5 | arrancado del pecho por
la espalda, | | se ofrece en sacrificio a nuestros dioses.
| | Ninguna ofrenda les será más grata, | |
ni a nosotros ninguna más propicia. | | Quede en
nuestra región, quede en las playas | 10 | de Congo
la memoria aterradora | | del escarmiento atroz, que les
preparan | | los valerosos negros a los blancos, | | que
nuestra esclavitud astutos labran.
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PEREYRA | Jamás
vuestros pacíficos hogares | 15 | insultaron los filos
de mi espada; | | ni vuestra libertad por mi oprimida | |
en África se vio: vuestras moradas, | | estos campos,
en fin vosotros mismos, | | tan crueles conmigo en mi desgracia,
| 20 | habéis de mi piedad gozado el fruto | | en más
felices tiempos; pero... |
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ALCAYPA | Basta
| | de inútiles lamentos. Si el semblante | | de la
espantosa muerte te acobarda, | | súfrela con valor,
porque tus quejas | 25 | y tus reconvenciones serán
vanas. | |
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PEREYRA | La muerte no amedrenta un alma noble,
| | que sin recelo la buscó en campaña | | por
su Dios y su Rey. |
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PEREYRA | No insultes, africano, mi desgracia. | 30 | Tú no sabes el hombre a quien ofendes; | | mas
Zinda, tu gloriosa soberana, | | bien conoce a Pereyra, y
tu barbarie | | será por su justicia castigada.
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ALCAYPA | (A los negros que lo desatan.) | A la hoguera
llevadlo. Así respeto | 35 | tus débiles, tus
necias amenazas. | | ¿Qué me importa tu nombre? Eres
un blanco; | | para ser un tirano esto te basta. | |
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PEREYRA |
Eterno Dios, desde tu excelso trono | | a mis amados hijos
siempre ampara; | 40 | y en mi postrero instante fortalece
| | mi espíritu sensible con tu gracia. | |
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ALCAYPA | (Mirando adentro.) | Zinda vierte a este sitio. Compañeros,
| | apresurad su muerte. |
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Escena II
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DICHOS, ZINDA, guerreros negros.
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ZINDA | Tente,
Alcaypa. | | Esperad... ¡Qué aparato tan horrible! | 45 | ¿Quién es el miserable a quien prepara | | vuestro
furor... |
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ZINDA | ¡Santos
dioses!
| | ¿Sueño? Pereyra, tú... Quítale,
Alcaypa, | | (Lo desatan.) | esos funestos lazos. ¿Quién
te ha puesto | | amigo, en tal estado? |
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PEREYRA | La
inhumana | 50 | furia de tus vasallos. |
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ZINDA | Atrevidos;
| | ¿es esta la clemencia que os encarga | | vuestra Reina?
Decid, ¿cómo las leyes | | de la hospitalidad así
se ultrajan | | en ausencia de Zinda, que en el orbe | 55 | son con tanta justicia respetadas? | | Pereyra me ha enseñado
a ser piadosa; | | cuando llegó su nave a estas comarcas
| | por la primera vez, en nuestro suelo | | reinaban las
costumbres sanguinarias | 60 | de la ferocidad; pero vosotros
| | al mirar sus virtudes, la tirana | | fiereza depusisteis,
y yo misma | | imité la clemencia que enseñaba.
| | Pues ¿cómo os olvidáis de estos ejemplos? | 65 | ¿Queréis que cuente el eco de la fama | | que
mi poder convierto en tiranía? | | No lo conseguiréis;
la horrible mancha | | de bárbara y cruel jamás
mi nombre | | teñirá con los hechos de la infamia. | 70 |
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ALCAYPA | Mejor te fuera, Zinda, las costumbre | | conservar
rigorosa de tu patria, | | que ser tan compasiva; tus piedades
| | abrieron a los blancos de estas playas | | los escondidos
senos, y por ellos | 75 | hoy nuestra libertad se mira esclava.
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ALCAYPA | Tú,
Pereyra, cauteloso | | ganaste la sencilla confianza | |
de Zinda a los principios; mereciste | | que elevar te dejase
esa morada, | 80 | de altas torres y muros guarnecida, | |
que el mar undoso con sus olas baña; | | fijaste
en ella el portugués dominio, | | y después
la dejaste abandonada | | a la ambición y al robo;
hoy es caverna | 85 | de fieras insaciables, que sus armas
| | vuelven contra los mismos que albergaron | | en esta
simple costa su arrogancia. | | Zinda, tú también
sufres sus traiciones. | | Por librar a tu hijo, a la campaña | 90 | convocas tus guerreros; con astucias | | los blancos
de tu seno lo arrebatan; | | yo perderé mi vida por
salvarlo; | | Zelido es hijo tuyo, es mi monarca;
| | lidiaremos
por él, pero no impidas | 95 | que en Pereyra comience
la venganza. | |
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ZINDA | Pereyra está inocente; el atentado
| | que causa tus furores y mis ansias | | se cometió
en su ausencia. |
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ALCAYPA | ¿Y
con qué intento | | vuelve a nuestro país?
En estas playas | 100 | al despuntar la aurora lo encontramos
| | cauteloso espiando las cabañas | | del campamento.
Di ¿quién te condujo? | | Justifiquen, si pueden,
tus palabras | | la piedad de la Reina. |
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PEREYRA | Mis
cuidados | 105 | por la paz de este reino suspirada | | a
partir me movieron. Con vosotros | | en el fuerte dejé
dos prendas caras | | a mis cansados años, mis dos
hijos, | | garantes de mi noble confianza. | 110 | Pues ¿qué
más pude hacer? ¡Ah!, yo volvía, | | Zinda,
a ratificar nuestra alianza, | | que mi Rey poderoso ha confirmado;
| | pero apenas mis ojos las lejanas | | orillas de tu imperio
descubrieron, | 115 | cuando el vil comandante, que guiaba
| | el rumbo de la nave hacia la costa,
| | el esquife ordenó,
lanzar al agua, | | y que en él solo, sin socorro
alguno, | | a merced de las ondas me entregaran. | 120 | En
vano resistí; la infame chusma | | cumplió
el cruel mandato, y en la barca | | desamparado el piélago
salobre | | sulqué cercado de mortales ansias. | |
Las corrientes piadosas dirigieron | 125 | el rumbo del esquife
hacia estas playas; | | piso su arena en fin desfallecido;
| | llego a buscar socorro a las cabañas | | de tus
vasallos, y ellos desconocen | | en mí a su bienhechor;
mis manos atán, | 130 | no escuchan mis lamentos, y
a la muerte | | feroces e implacables me arrastraban, | |
si tú, piadosa Zinda, en este instante | | a impedir
su barbarie no llegaras. | |
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ZINDA | ¡Ah!, cobardes; pues ¿cómo
a la desdicha | 135 | negáis la compasión? ¿Es
digna hazaña | | del valor que os anima, el sacrificio
| | de un mísero inocente? ¡Qué venganza | | tan vil, tan horrorosa a mis agravios | | vuestra ferocidad
le preparaba! | 140 | Extinguid esa hoguera. |
(Los
negros la apagan.)
| Mis
tormentos | | no puede consumir su activa llama,
| | aunque
Pereyra en ella pereciese. | | La sangre portuguesa, que
mis armas | | deben verter, se encierra en esos muros: | 145 | quiero verla en arroyos derramada | | inundar estos campos;
vuestro brío, | | las voladoras flechas y las hachas
| | destruyan los contrarios combatiendo; | | sus miembros,
sus cabezas destrozadas, | 150 | anunciarán la lid
y la victoria, | | señalarán la afrenta y la
venganza. | | Entonces esa altiva fortaleza | | quedará
reducida en polvo, en nada; | | y entonces serán dignos
de vosotros | 155 | los medios de salvar vuestro Monarca.
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ALCAYPA | Por él pereceremos; pero, Zinda, | | no
des fácil oído a las palabras | | de Pereyra;
la paz que te propone, | | tus vasallos no pueden aceptarla.
| 160 | Guerra, exterminio y muerte le juramos; | | esto nos
ha enseñado su alianza, | | y estos los pactos son
que prevenimos | | a sus conciudadanos en campaña.
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PEREYRA | Zinda, dime ¿qué es esto? ¿Cuál
origen | 165 | tienen tantos estragos? |
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ZINDA | Vete,
Alcaypa;
| | conduce esos guerreros a sus puestos: | | que
esperen la señal de la batalla. | | Nelzir mi esposo
en breve con sus tropas | | llegará victorioso a estas
moradas, | 170 | y entonces el valor logrará el triunfo.
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ALCAYPA | ¡Oh cuánto del combate el tiempo tarda!
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(Se va con los comparsas.)
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Escena III
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PEREYRA, ZINDA.
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PEREYRA | ¿Cuál
es mi confusión? ¿Será posible, | | Zinda,
que por mi ausencia se olvidara | | mi hijo de su deber?
A mi partida | 175 | yo le encargué el gobierno de
esa plaza, | | yo le encargué la paz, ¿cómo
ha faltado | | a lo que un tierno padre le mandaba? | |
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PEREYRA | ¡Qué
escucho, cielos! | | ¡Oh dolor! Este golpe sólo falta
| 180 | para postrar el corazón de un padre. | | Dime,
Zinda... ¿Mas tú también la espalda
| | me
vuelves? |
(ZINDA hace lo que dicen los versos.)
| ¡Ah!,
tú lloras... No me ocultes | | un llanto que consuela
mi desgracia. | | ¿Cómo murió? ¿Quién,
dime, habrá cuidado | 185 | de mi infelice hija, de
su hermana, | | que a su lado quedó? Responde, Zinda;
| | ¿Qué puedo ya temer? ¿Por qué no hablas?
| |
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ZINDA | Tus lamentos arrancan de mis ojos | | lágrimas
de furor. Soy desdichada, | 190 | Pereyra; pero el llanto
de la queja | | no derramó jamás una africana.
| | Escucha la traición que ha cometido | | Vinter;
ese malvado, que de Holanda | | se vino a la colonia portuguesa | 195 | prófugo y desterrado de su patria: | | tú
en el fuerte le distes acogida, | | y en pago de tu necia
confianza, | | en tu ausencia la muerte dio a tu hijo. | |
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ZINDA | Su
tirana | 200 | ambición y su astucia consiguieron
| | que todos los soldados le nombraran | | para el mando
del fuerte, y que ninguno | | el vil asesinato penetrara.
| | Mi hijo Zelido entonces con el tuyo | 205 | se halló
en la fortaleza, mas su infancia | | no pudo libertarlo del
tirano. | | La muerte de tu hijo fue juzgada | | por el traidor;
él declaró culpables | | en ella a los esclavos
que escoltaban | 210 | al Príncipe mi hijo en el castillo;
| | Vinter lo aprisiono, dobló las guardias, | | y
astuto publicó, que era forzoso | | mantener su persona
asegurada | | hasta vengar la muerte de tu hijo, | 215 | un
negro fugitivo de la plaza | | me avisó la traición;
vuelo al socorro | | del Príncipe, me acerco a las
murallas; | | Vinter en las almenas se presenta, | | y con
astuta compasión me habla. | 220 | ¡Oh Zinda!, dijo,
en vano el hijo tuyo | | vienes a reclamar; no está
vengada | | la sombra del caudillo que lloramos; | | mas
vive en mis piedades confiada, | | y aléjate del muro;
que su suerte | 225 | sabrás en breve tiempo en tus
cabañas. | | No pude responder, porque mis iras | | me echaron un dogal a la garganta; | | pero la horrible
trompa de la guerra | | por mí le respondió,
y esta campaña | 230 | cubierta de mi ejército
invencible, | | su destrucción le tiene asegurada.
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PEREYRA | El maternal cariño te conduce | | a un
extremo funesto; si a mis ansias, | | si a mi dolor atiendes,
sin que vuelva | 235 | la guerra a destrozar estas comarcas,
| | recobrarás al Príncipe tu hijo. | |
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PEREYRA | Permite
que escoltada | | mi persona a la vista se presente | | de
los soberbios muros de la plaza, | 240 | y que los portugueses
reconozcan | | a su caudillo en mí; tengo las cartas
| | en mi poder que el mando me confirman, | | y el tratado
que encierra la alianza | | de Congo y Portugal. Deja que
logre | 245 | confundir los traidores. |
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ZINDA | No;
te engaña, | | Pereyra, tu nobleza. Los soldados
| | quieren a ese holandés, sus vicios aman; | | porque
la libertad que les concede | | de cometer los crímenes,
halaga, | 250 | y aumenta su fortuna; el comandante, | | que
a vista de estas costas en la barca | | te lanzó con
violencia, seducido | | por Vinter estaría; a su llegada
| | el traidor no sabemos de qué astucias | 255 |
intentará valerse. |
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PEREYRA | Yo
sus tramas | | puedo desconcertar; déjame, Zinda,
| | que a confundir con mi presencia vaya | | los infames.
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ZINDA | Pereyra,
será en vano. | | Sábelo todo; ciego Vinter
ama, | 260 | y espera ser esposo de tu hija. | |
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PEREYRA | ¡Cielos!
¿Y qué podrá desamparada | | ser Ángela
su esposa? No; primero... | |
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ZINDA | Primero llegará
de mi venganza | | el golpe asolador; deja a mi brío
| 265 | el esplendor del triunfo... Pero Alcaypa... | |
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Escena V
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NELZIR, ZINDA, negros prisioneros, negros
guerreros.
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ZINDA | Nelzir,
llega a mis brazos: | 285 | consuela mi dolor. |
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NELZIR | ¡Oh
Zinda amada! | | Yo soy padre y esposo, y tus pesares | |
aumentan mi tormento. La esperanza | | de vengarte, y salvar
un hijo amado | | de la infame prisión en que se halla,
| 290 | hizo que destrozados mis contrarios | | pereciesen
de Angola en la campaña. | | Ve aquí los miserables
prisioneros | | que la gloria publican de mis armas; | |
el triunfo fue más pronto que el ultraje. | 295 | Pero
admírate, Zinda; si su saña | | insultó
nuestras tierras, olvidando | | de nuestros intereses la
alianza, | | fue por la instigación, por la malicia
| | de Vinter; el malvado procuraba | 300 | con la guerra
civil de estas regiones | | gozar el fruto indigno de sus
tramas.
| | ¡Ah! ¡Cuánto se ha engañado! Si
la tierra | | de su seno guerreros abortara, | | que impedir
su castigo procurasen, | 305 | todos aniquilados por mi rabia
| | quedaran al nacer. Zinda, al combate. | | No en estéril
furor ni en amenazas | | se pierda el tiempo; el triunfo
conseguido | | anuncia la victoria que me aguarda. | 310 |
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ZINDA |
Al combate, Nelzir. De un hijo tierno, | | que gime en la
opresión, la voz nos llama; | | volemos a librarlo,
amado esposo; | | y el amor paternal nos dé sus alas.
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Escena VI
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DICHOS, ALCAYPA.
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ALCAYPA | Nelzir, Zinda, escuchad: del fuerte han
hecho | 315 | señal de paz. He visto en sus murallas
| | el blanco lienzo, y con pequeña escolta | | Vinter
a nuestro campo se adelanta | | para tratar contigo. Como
tienes | | prevenido que siempre de la plaza | 320 | se oigan
los mensajeros, nuestras iras | | suspendí hasta saber
lo que nos mandas.
| | ¿Cómo, esposa, permites que
el malvado | | tenga un atrevimiento que degrada | | tu grandeza?
El mensaje abominable | 325 | pagará con la vida; corre,
Alcaypa, | | haz que le den la muerte mis soldados. | | Pero
no..., que mi brazo... |
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ZINDA | Esposo,
aguarda: | | no cedas al furor. Quizá pretende | |
Vinter volverte el hijo que idolatras: | 330 | quizá
de su injusticia convencido | | teme nuestro poder, y su
embajada | | puede volver la paz a nuestro imperio. | | En
escucharlo en fin no pierdo nada. | |
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NELZIR | Zinda, la propensión
que manifiestas | 335 | a escuchar tus contrarios, es la causa
| | de nuestro insulto; y puede serlo un tiempo | | de nuestra
esclavitud. Vinter ultraja | | a todos mis vasallos; que
perezca; | | pues el osado, el vil tiene la audacia | 340 | de salir de sus muros. |
|
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ZINDA | ¡Qué!
¿ Pretende | | tu valor darle muerte con ventaja, | | violando
los derechos respetables | | de todas las naciones? No; su
infamia
| | no autoriza tu acción. Nelzir, recuerda
| 345 | que antes que esposo y padre, eres monarca: | | cumple
con tu deber, y no envilezcas | | con un crimen la gloria
de tu patria. | |
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NELZIR | ¡Doloroso deber, deber terrible,
| | que el castigo al malvado le retarda! | 350 | ¡Oh Zinda!
Tu virtud y tu heroísmo | | triunfa de mi rencor:
de la venganza | | te abandono el cuidado: escucha a Vinter;
| | pero en tanto que oyeres su embajada, | | tu esposo animará
de sus guerreros | 355 | el intrépido ardor, y en la
campaña, | | cuando salga el infame de este sitio,
| | nos hallará esperando la batalla. | |
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ZINDA | Harás que llegue Vinter,
y a mi esposo | | no desampares un momento, Alcaypa. | 360 |
|
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(Se va.)
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ALCAYPA | Ociosa prevención, cuando su brío
| | va a coronar de gloria nuestras armas. | |
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(Se
va llevando los prisioneros, y parte de la guardia negra.)
|
ZINDA | En favor de la paz, de un hijo amado,
| | y de la humanidad, mi tolerancia | | escuchará
al traidor; pero si insulta | 365 | de nuevo mi piedad, toda
la saña, | | que en mi pecho se encierra reprimida,
| | dejará su maldad escarmentada. | | La virtud de
Pereyra, que en el tiempo | | de concordia feliz y de alianza
| 370 | se ha grabado en mi pecho, a esto me obliga: | | yo
la admiro, y pretendo respetarla. | |
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Escena
VII
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ZINDA, VINTER, guerreros portugueses y negros.
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ZINDA se sienta bajo el árbol.
|
VINTER | Zinda, pues convencida justamente | | del terrible
peligro que amenaza | | a tu imperio, resuelves escucharme,
| 375 | no dudes que la suerte de tu patria | | será
feliz. Pereyra ha perecido | | al tiempo de llegar a estas
comarcas; | | pero Ángela su hija me ha elegido | | por esposo; quedó desamparada, | 380 | y en mí
sólo confía; ella pretende | | que renueve
contigo la alianza | | de Congo y Portugal, yo la deseo,
| | y puedo concederla y afirmarla.
| | No lo dudes no es
Vinter tan tirano | 385 | como te lo figuras. Tu hijo...
|
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ZINDA | Basta
| | de inútil artificio; si el estrago | | intentas
prevenir que te prepara | | mi poder ultrajado, haz que al
momento | | al Príncipe me entreguen. De su infancia
| 390 | ¿con qué derecho, di, con qué motivo
| | dispone tu malicia? |
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VINTER | La
temprana | | muerte de nuestro jefe, que un veneno | | ha
causado, quizá por mi desgracia, | | origina que Zelido
tu hijo | 395 | detenido y honrado esté en la plaza
| | por mi orden. |
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|
ZINDA | ¿Pretendes
acusarlo | | del vil asesinato que tú causas? | |
|
|
VINTER |
Déjame, Zinda, hablar. Nadie pudiera | | pensar que
su inocencia en una trama | 400 | tan horrible y cruel culpa
tuviese; | | pero de los esclavos que en su guardia | | fueron
con él al fuerte, se sospecha. | | Los portugueses
irritados claman | | por su castigo; sucesor me nombran
| 405 | del difunto caudillo, y de mí aguardan | |
la justicia; yo pude en el tumulto | | asegurar del Príncipe
la infancia, | | contener los espíritus rebeldes,
| | y alejar una guerra siempre infausta | 410 | a Portugal
y a Congo. En este estado, | | tú del despecho y del
furor guiada, | | pretendes asaltar la fortaleza, | | tus
guerreros juntando temeraria. | | Ellos perecerán
al rayo ardiente | 415 | del cañón que corona
las murallas; | | pero mi compasión busca los medios
| | de evitar su exterminio. Asegurada | | vivirás
en tu reino, y de tu hijo | | volverás a gozar las
tiernas gracias; | 420 | si para complacer los sediciosos
| | con tus grandes tesoros lo rescatas. | |
|
|
ZINDA | (Se levanta.) | Cesa, malvado, y tiembla; yo he querido | | conocer solamente
en tus palabras | | hasta donde se extiende tu perfidia.
| 425 | Tú del asesinato eres la causa; | | sé
tu avaricia, y todas las traiciones | | con que pretendes
coronar tu infamia. | | Los que te han elegido por caudillo
| | seducidos sin duda por tus tramas,
| 430 | perecerán
contigo; y el rescate, | | que se atreve a pedir tu vil audacia
| | por mi hijo, será tu horrible muerte. | | Huye
de mi presencia; en tus murallas | | enciérrate, cobarde.
Alumbra el fuego | 435 | del rayo asolador con que amenazas;
| | que yo, oponiendo el pecho desarmado | | a esa invención
atroz y sanguinaria, | | al frente de mis tropas vencedoras,
| | vibrando el arco, y esgrimiendo el hacha, | 440 | abatiré
las puertas y los muros | | que te sirven de asilo, y empapada
| | en sangre y en furor, de polvo y fuego | | cubierta,
volaré donde ultrajada | | gime por tus maldades la
inocencia, | 445 | y saciaré en tu vida mi venganza.
| |
|
|
VINTER | No más humillación. Venid, guerreros,
| | esa negra feroz, de nuestras armas | | sufrirá
el exterminio: hoy es el día | | de eternizar valientes
nuestra fama. | 450 |
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(Se va con los portugueses.)
|
ZINDA | Guerreros, al combate; de mi esposo | |
sigamos el valor en la campaña. | |
|
|
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(Se va
con los negros.)
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