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ArribaAbajoActo II


Escena I

 

El teatro representa una galería del fuerte iluminada para celebrar la victoria de VINTER. Guerreros portugueses que colocan a los lados como trofeos las armas tomadas a los negros.

 
 

VASCO, después ÁNGELA.

 
VASCO
Todos al general placer se entregan
que causa la victoria; esos trofeos,
ganados en el campo, el regocijo
aumentan y el honor de los guerreros.
Todos felices son; Vinter dichoso5
celebrará de Zinda el vencimiento,
siendo esposo feliz de Ángela bella;
Pereyra ha consentido este himeneo,
según ha dicho Vinter, y yo dudo...

 (Mirando adentro.) 

Pero ella viene. Amigos, de este puesto 10
os podéis retirar.
 

(Se van los portugueses.)

 
Puede que sepa
si cede por amor o por respecto.
ÁNGELA

 (Sale.) 

Cual víctima adornada, que previene
al sacrificio el inocente cuello,
así yo de estas galas mal vestida 15
me preparo también a ser el precio
del común alborozo... Pero Vasco,
decidme ¿a quién buscáis en este puesto?
VASCO
Señora, espero a Vinter.
ÁNGELA
Ha vencido.
VASCO
Mas su fortuna ha sido que su esfuerzo. 20
La victoria sin duda en este día
se hubiera declarado por los negros,
si Zinda más prudente que briosa
a nuestros muros se acercara menos.
Quiso abatir las puertas del castillo; 25
Vinter, valido entonces del extremo
furor de Zinda, manda que la dejen
penetrar en la plaza; pocos fueron
los que entraron con ella; con que al verse
cercada de enemigos, y que el riesgo 30
era evidente, arroja el arco y flechas,
como inútiles armas, y esgrimiendo
el hacha cortadora, hiere, mata
a cuantos a su vida se atrevieron.
En vano su valor en esta lucha 35
la multitud acosa; hasta que en medio
del combate, deshecha en mil pedazos
el hacha le faltó, cayó en el suelo,
y aprisionada fue: la nueva corre
desde la plaza al campo en breve tiempo; 40
Nelzir sabe la suerte de su esposa,
y manda que suspendan sus guerreros
el choque sanguinario, temeroso
de que a Zinda ultrajase sin respeto
Vinter nuestro caudillo; por su orden45
nuestras tropas cargadas de trofeos
celebran la victoria, y vos, señora,
también celebrareis vuestro himeneo.
ÁNGELA
¡Fatal y triste lazo!
VASCO
¡Pues qué! ¿Puede
para vos este enlace ser violento?50
ÁNGELA
Vasco, mi situación es muy funesta,
para que del amor logre mi pecho
los felices placeres; desconozco
abatida el semblante del contento.
Muerto mi hermano, ¡oh Dios!, mi padre ausente.55
¿Qué gozo para mí en el universo
habrá que me consuele? Mi honor sólo
me obliga a consentir en los deseos
amorosos de Vinter, recelosa
de que pueda irritarlo mi desprecio; 60
y porque no atropelle mi decoro,
a su poder y a mi desdicha cedo.
VASCO
Pues ¿qué vos no lo amáis?... Estáis turbada.
ÁNGELA
Y bien: no lo amo. Proseguid os ruego
¿qué puedo hacer?
VASCO
Lo ignoro.  (Aparte.)  No conviene
65
que Ángela entienda que su padre ha muerto,
según me ha dicho Vinter. Si existiera

 (A ella.) 

en la colonia alguno, cuyo afecto
pudiera con su mano los tesoros
y el estado de Vinter ofreceros; 70
entonces vos...
ÁNGELA
Yo entonces, si dejaba
mi padre a mi albedrío sus derechos,
puede que amase, no de las riquezas
el brillante esplendor que yo detesto;
sino el valor y la virtud que fuesen 75
capaces de romper este himeneo.
VASCO
Yo soy sólo un soldado...
ÁNGELA
Yo no aspiro
a empeñaros a vos, ni lo pretendo:
Dios me protegerá. Vinter se acerca:

 (Mirando adentro.) 

mi dolor se sepulte en el silencio.80


Escena II

 

DICHOS, VINTER, ZINDA, desarmada, guerreros portugueses.

 
VINTER
Ángela hermosa, el triunfo de mis armas
rendido a vuestros pies amante ofrezco
porque me haga más digno de la gloria
que me espera de ser esposo vuestro.
Ved la soberbia Zinda, que altanera 85
pensó cobrar a su hijo por los medios
de la guerra, rendida, aprisionada,
y pronta a ser esclava de los mesmos
que insultó su furor.
ZINDA
¡Cuánto te engañas!
VINTER
¿Aun tienes esperanza?
ZINDA
Sí; yo espero
90
no ser jamás esclava de los blancos;
y para conseguirlo tengo un medio
digno de mí, y seguro. Vinter, sabe
que ni tu astucia ni tus iras temo.
Mi hijo Zelido y yo libres nacimos;95
infelices, mas libres moriremos.
VINTER
En tanto que tu orgullo mis enojos
insulta vanamente, ya veremos
si vives libre, o mueres prisionera.
Ángela, acepta el don que te presento100
en esta esclava.
ÁNGELA
Vinter, ese nombre
no conviene a una reina: si merezco
algún favor de vos, dejad que a Zinda
según se debe trate mi respeto.
VINTER
Arbitra sois, señora, de su suerte, 105
y también del destino de los negros,
que al lado suyo dentro de la plaza
fueron en el combate prisioneros:
en la torre del fuerte asegurados
están por mi mandato; pero cedo 110
a vuestro corazón piadoso y noble
el placer de aliviarlos de sus hierros.
Recibid esta prueba convincente
del amor y la fe con que os venero;
y en tanto que reparto los despojos 115
de esta feliz victoria a mis guerreros,
disponed vuestro afecto en favor mío,
porque encienda su antorcha el himeneo.
 

(Aparte lo que sigue.)

 
Poco falta, fortuna, para el logro
de mi altiva ambición y mis deseos. 120
 

(Se va con VASCO y los portugueses.)

 


Escena III

 

ZINDA, ÁNGELA.

 
ZINDA
Dime ¿cuál es la suerte de mi hijo?
¿Qué hizo de él ese infame? ¿Podré verlo?
ÁNGELA
Y abrazarlo también: vive a mi lado
el príncipe tu hijo, y sin recelo
gozarás de su vista.
ZINDA
¡Oh hijo mío!
125
Ángela, tus piedades agradezco;
y pues queda a tu arbitrio que me traten
según mi dignidad, haz que al momento
hable con esos tristes que quedaron
por seguir a su reina prisioneros;130
y si pudiese libertarse alguno,
yo prevendré a mi esposo, que los negros,
que hizo en Angola esclavos, no permita
se vendan a los viles europeos.
ÁNGELA
Ha tiempo que las leyes de la guerra135
hacen de los esclavos el comercio;
y si tú las derogas, tus vasallos
harán sacrificar sus prisioneros.
ZINDA
No; yo voy a mandar que les den armas;
que perezcan con ellas, combatiendo 140
a mis soldados; y que libres queden
si salen victoriosos.
ÁNGELA
De tu pecho
la diferencia admiro; y por servirte
ejecutar tus órdenes ofrezco.
ZINDA
Del nombre de Pereyra reconozco 145
la compasión en ti; pero no entiendo
por qué causa abatida a tu enemigo
tu mano entregas.
ÁNGELA
Zinda, yo la entrego
para salvar mi honor de una violencia.
No le queda ya en todo el universo 150
amparo a mi dolor, si de un esposo
el partido honorífico desprecio.
ZINDA
Y ¿qué resuelves dar tan dulce nombre
a un malvado, que cubre los excesos
de su vil avaricia con cautelas? 155
¿Entregarás tu mano a ese perverso,
manchado con los crímenes atroces
que causan tu desgracia?
ÁNGELA
No comprendo
lo que me dices, Zinda.
ZINDA
Pues ¿que ignoras
que es su infame ambición la que ha dispuesto 160
la muerte de tu hermano?
ÁNGELA
¡Oh Dios, qué escucho!
ZINDA
Sí; no lo dudes, Ángela: el veneno
que le quitó la vida, preparado
fue por orden de Vinter.
ÁNGELA
De ira tiemblo.
Zinda, ¿cómo lo sabes?
ZINDA
Por el mismo
165
esclavo que, el mandato vil cumpliendo,
el tósigo dispuso, y fugitivo
se refugió en mi propio campamento,
huyendo de la muerte con que Vinter
se quiso asegurar de su silencio. 170
ÁNGELA
¡Oh monstruo de crueldad! ¡Oh padre mío!
¿Cuál será tu dolor, cuando los cielos
te descubran el vil a quien me entregas,
y el horror de mi estado?
ZINDA
Esos extremos
reserva cautelosa a la venganza. 175
ÁNGELA
¿Quién me la puede dar?
ZINDA
Yo te la ofrezco.
ÁNGELA
Zinda, ¿qué puedes tú rendida y presa?
Yo sin amparo alguno, di, ¿qué puedo
sino morir ¡oh Dios!, morir mil veces
antes que dar la mano a ese perverso?180
ZINDA
No desesperes, Ángela, y escucha.
Si al estado en que estoy el furor ciego
me condujo, me quedan las astucias
para lograr vengarme del soberbio.
En vano ha pretendido de su crimen185
hacer culpables los leales negros,
que a mi hijo acompañaban en el fuerte;
en vano ha reducido al cautiverio
de Zelido la infancia: si mi rabia
no pudo conseguir el vencimiento, 190
vendrá para salvar al hijo mío
Pereyra a confundir ese perverso.
ÁNGELA
Mi padre..., ¡oh Dios!..., pues cómo...
ZINDA
Mis piedades
la vida le conservan a despecho
del traidor, que intentaba darle muerte. 195
ÁNGELA
¡Qué dices! Pero ¿vive?
ZINDA
Sí.
ÁNGELA
¡Oh consuelo
dulce e inesperado! Deja, Zinda,
que a tus pies...
ZINDA
En mis brazos tus extremos
modera, y oye. Alcaypa en el combate,
que sostuvo a mi lado, prisionero200
quedó conmigo; pues su suerte pone
el tirano a tu arbitrio, harás que luego
te informe del destino de tu padre.
Solamente él lo sabe: los momentos
son preciosos.
ÁNGELA
Bien dices; a la torre
205
voy para hablar a Alcaypa. No comprendo
por qué habrá publicado el comandante
de la nave holandesa, que el deseo
de mi padre es la unión abominable,
que Vinter me propone, y yo detesto. 210
ZINDA
Ese es otro traidor. El mismo Alcaypa
te informará de todo: este secreto
no conviene que Vinter lo comprenda.
Disimula con él; y pues los medios
de calmar tu aflicción por mí consigues, 215
logre mi corazón otro consuelo,
si tú dispones, Ángela, que abrace
a mi querido hijo.
ÁNGELA
Sí; al momento
lograrás tu esperanza.  (Mirando adentro.)  Pero, Vasco...
No pudiera llegar a mejor tiempo. 220


Escena IV

 

DICHAS, VASCO.

 
VASCO
Vinter vuelve, señora, hacia este sitio
a disponer su plácido himeneo.
ÁNGELA
Yo lo aguardo; tú, Vasco, a Zinda lleva
sin detención alguna a mi aposento;
donde abrace a su hijo: haz que la traten 225
todos en el castillo con respeto,
y espérame en la torre, adonde en breve
iré para aliviar los tristes negros.
VASCO
Seréis obedecida; Zinda, vamos.
ZINDA
Ángela, tu bondad paguen los cielos. 230
¡Ah!, volveré a estrechar un hijo amado,
infeliz como yo, contra mi seno.
Pero en tanto, no olvides tus deberes,
Ángela; de cumplirlos llegó el tiempo.
 

(Se va con VASCO.)

 
ÁNGELA
Sí; yo los cumpliré; verá el tirano, 235
que engaña mi inocencia, el fin horrendo
de su execrable vida. ¡Oh padre mío!
Si sabes que me he visto en el extremo
de sufrir el amor de este malvado,
¡cuál será tu furor y sentimiento!240
Pero él llega;

 (Mirando adentro.) 

mis quejas suspendamos,
y a su vista el dolor disimulemos.


Escena V

 

VINTER, ÁNGELA.

 
VINTER
Ángela hermosa, ya de la victoria
se repartió el despojo a mis guerreros,
y la tranquilidad y el regocijo245
reina entre los soldados, mis deseos
son solos los que mal recompensados
no han recibido del amor el premio.
Al esplendor del triunfo no le falta
más que el hermoso lazo de himeneo 250
que debe unirme a vos. Todo está pronto;
venid, señora, a coronar mi afecto.
ÁNGELA
Vinter, yo os ofrecí ser vuestra esposa
por mi suerte infeliz; mi hermano muerto
por la traición de un bárbaro asesino 255
me dejó sin amparo; mas mi pecho
consintió en este enlace, si mi padre
daba su aprobación al amor vuestro.
Me habéis asegurado lo consiente,
y anhela nuestra unión; pero yo espero260
hablar al comandante de la nave
que hoy llegó a esta colonia, y si es tan cierto
como decís el gusto de mi padre,
obedeceré humilde sus preceptos.
VINTER
Pues ¿qué dudáis de mí?...
ÁNGELA
No; yo os conozco,
265
y mi esperanza conseguir deseo.
 

(Se va.)

 
VINTER
Su esperanza... ¿Cuál es? En su discurso
sin duda que se oculta algún misterio.
¿Si sabrá que la muerte de su hermano
obra fue de mi astucia? No lo creo, 270
pues el esclavo cómplice en el crimen
desde entonces aquí jamás ha vuelto.
¡Ah!, no pudo en su vida mi cautela
por siempre asegurarse del silencio.
Si acaso de la suerte de su padre 275
Ángela sospechosa... Mas ¿qué temo?...
No puede ser... El que lo conducía
en su nave a las costas de este imperio
es mi amigo leal; él su fortuna
espera de mi mano, y mis recelos 280
son vanos; pero importa a mi cautela
que Ángela no le hable, cuando espero
que afirme mi poder su blanca mano.
Triste de ella si intenta con pretextos
alejar este enlace; ya oprimidos 285
con la prisión de Zinda están los negros;
y ya no es tan preciso ser amante
para ser poderoso; si el desprecio
de Ángela me insultare, que perezca
víctima de mi agravio y mis deseos.290


Escena VI

 

VINTER, VASCO.

 
VASCO
Señor, Nelzir se acerca a nuestros muros
con un séquito débil de guerreros
desarmados; de paz dieron señales,
y hablaros solicitan.
VINTER

 (Aparte.) 

Mis intentos
ayuda la fortuna.  (A él.)  ¿,Adónde se halla 295
Zinda?
VASCO
Con su hijo está en el aposento
de Ángela.
VINTER
Pues al punto a los dos lleva
al cubo de la torre con secreto,
donde, mientras Nelzir habla conmigo,
estén asegurados.
VASCO
Ya obedezco.
300
 

(Quiere irse, y VINTER lo detiene.)

 
VINTER
Escucha. Si se opone a mis mandatos
Ángela... ¿adónde está?
VASCO
Viendo los negros
que en el combate al lado de su Reina
dentro del fuerte hicimos prisioneros.
VINTER
Corre, Vasco, y si acaso sus piedades 305
quieren dar libertad a alguno de ellos,
que no se le permita.
VASCO
Pues vos mismo
a mi presencia ¿no la hicisteis dueño
de la suerte de todos?
VINTER
Sí; que entonces
complacerla rendido era mi objeto. 310
VASCO
Ángela, usando del favor que os debe,
hizo libre un esclavo.
VINTER
Ve al momento,
Vasco, a impedir que salga de estos muros;
y que llegue Nelzir, que aquí lo espero.
VASCO
Seréis obedecido.
 

(Se va.)

 
VINTER
La fortuna
315
en mi favor conspira. Llegó el tiempo
de que la ingrata Holanda por mi astucia
logre el dominio de este vasto imperio.
Tan heroico servicio, de la patria
alcanzará el perdón de mis excesos; 320
se elevará mi suerte y mi grandeza,
y de Vinter el nombre será eterno.
Contraste a los altivos portugueses
la comerciante Holanda, que si llego
en África a fundar su poderío, 325
ni a mis contrarios ni al destino temo.


Escena VII

 

NELZIR, VINTER.

 
NELZIR
Jamás, Vinter, pensé que el odio mío
humillado se viera hasta el extremo
de proponerte paces; más la suerte
opone su influencia a mis deseos; 330
y la prisión de un hijo y de una esposa
desarma mi altivez. Vinter, yo vengo
a pedirte que libres me los vuelvas;
y por salvar sus vidas te prometo
mis huestes alejar de estas murallas, 335
y que amparen mis armas el comercio
de Portugal en Congo, conservando
con todo mi poder los privilegios
que concedió mi esposa a esta colonia
fundada por Pereyra; excluyendo 340
de estas ricas y fértiles riberas
a las otras naciones de europeos.
VINTER
Nelzir, si el odio tuyo cede sólo
a la necesidad, si tus esfuerzos
para mi destrucción, por las dos vidas345
de Zelido y de Zinda, están suspensos,
no extrañarás que cauto me asegure
de tu ferocidad por otros medios.
Las ventajas, Nelzir, que me propones
no serán duraderas, si consiento 350
en volverte las prendas que me pides,
bajo las condiciones que has propuesto.
Apenas Zinda libre en sus estados
recobrase el dominio de su imperio,
cuando armada en el campo al lado tuyo355
excitará el valor de sus guerreros,
para lograr mi muerte y su venganza;
y del furor guiada y el despecho
arrasará estos muros, y aún tú mismo,
ayudarás sus bárbaros proyectos. 360
NELZIR
¡Qué propio de un traidor es, por el suyo
juzgar astuto el corazón ajeno!
VINTER
No me insultes; o teme...
NELZIR
No amenaces,
que soy un soberano, aunque soy negro,
y tú... bien te conoces a ti mismo. 365
En fin, si los partidos que te ofrezco
no sacian tu maldad, resuelve pronto.
Di ¿qué pretendes? O la guerra...
Intento
VINTER
asegurar la paz. Nelzir, descubre,
para que fomentar logre el comercio,370
y para rescatar tu hijo y esposa
las ricas minas de este vasto reino.
NELZIR
Calla, malvado. Yo... ¿qué? ¿Yo podría
fundar la esclavitud en este imperio
por saciar tu avaricia? ¿Yo del oro 375
las minas descubrir a un europeo
infame y codicioso, que arrojado
de su propio país con vilipendio,
quiere, a costa de todos mis vasallos,
elevar su fortuna? No, perverso; 380
no lo conseguirás. Nacieron libres;
nuestro obscuro color no os da derecho
para ser los tiranos detestables
de nuestra libertad: en este suelo
la tierra nos prodiga los tesoros, 385
que la inocencia mira con desprecio,
porque la sencillez de nuestra vida,
y de nuestras costumbres el objeto,
es ser valientes, francos, virtuosos,
mas con los enemigos siempre fieros. 390
Aprenda tu ambición a contentarse
con la industria y las artes que dio el cielo
a la Europa en herencia, y no presumas
que ceda a tu demanda; no, primero
perezca Zinda, muera un hijo amado,395
y yo, si sus dos vidas no liberto.

 (Quiere irse.) 

VINTER
Feroz, espera, y mira.
 

(Señalando a ZINDA y a su hijo.)

 


Escena VIII

 

DICHOS, VASCO, ZINDA, ZELIDO rodeados de guardias.

 
VINTER

 (A NELZIR.)  

Ese es el fruto
de tu barbarie.
NELZIR
¡Oh dioses, qué estoy viendo!
Zinda, ¿adónde te llevan? Hijo mío,
¿Adónde te conducen?
ZINDA
Los extremos
400
templa de tu dolor; aunque el tirano
nos mande aprisionar, jamás su intento
logrará esclavizarnos: Nelzir, niega
cuantos viles tratados el soberbio
se atreva a proponerte por rescate 405
de tu esposa y tu hijo: hay en mi pecho
odio, ferocidad, furor, constancia
para sufrir la muerte, si los cielos
no descargan un rayo, que eternice
de su execrable vida el escarmiento. 410
VINTER
Llevadla de aquí pronto.
 

 (A los guardias que se la llevan.) 

NELZIR
Esposa, hijo...

 (Queriendo seguirlos.) 

Bárbaro  (A VINTER.) , de mí tiembla; el fin horrendo
de tu maldad llegó; la horrible guerra
de ti me vengará; furioso vuelo
a exterminar aún la memoria odiosa, 415
de que en Congo tus gentes existieron.

 (Quiere irse.) 

No podrás.

 (A él.) 

Ola.

 (A los guardias que salen a esta voz.) 

No dejéis que salga
Nelzir de este castillo; y si los negros
intentan asaltarlo, sobre el muro
a las agudas flechas quede expuesto. 420
NELZIR
¡Qué escucho! ¿Así atropellas, alevoso,
de todas las naciones los derechos?
¿Desarmado me prendes?
VINTER
Tu persona
es mi seguridad; y haré lo mesmo
con tu esposa y tu hijo.
NELZIR
La nobleza
425
de Zinda te ha librado de igual riesgo,
cuando al nacer el sol fuiste a mi campo.
VINTER
Pues ¿de qué te lamentas? Si yo intento
hacer lo mismo aquí, que tú quisiste
se hiciera en mi perjuicio.
NELZIR
Tú primero
430
me aprisionaste un hijo.
VINTER
No perdamos
en discursos inútiles el tiempo.
Llevadlo a la prisión; resuelve en ella
descubrirme las minas que este imperio
encierra en su distrito, o ser esclavos 435
Zinda, Zelido y tú de mis preceptos.
 

(Se va.)

 
NELZIR
La pavorosa muerte no asombrara
con su horrible semblante de mi pecho
la constancia, como ese odioso nombre
postra mi corazón de rabia lleno. 440
¡Oh nombre de ignominia, que inventaron
los blancos en oprobio del derecho
de la naturaleza! ¡Oh afrentosa
esclavitud, del hombre vituperio!
Yo me horrorizo al contemplar tu imagen;445
y moriré mil veces, si los cielos,
para evitar tan bárbaro destino,
no me ofrecen piadosos otro medio.
 

(Se va con los guardias.)