Trea, Gijón, 2018, 76 págs.
¿Un pensamiento definitivo? Dejarlo atrás y comenzar a pensar de nuevo.
Lo deformante no son los espejos sino la realidad.
Soy seré.
Y que la ola no rompa en balde sobre la orilla sin haberse sentido, por lo menos un instante, entero mar.
El pensamiento poético desobedece a la palabra sometida y dice sí a la contradictoria, a la que sigue enfrentándose a las cosas.
Luz rara y siempre renacida la del poema oscuro.
La poesía curva el lenguaje como se curva la mirada (en la luz) para perfilar lo que se mira.
Lo cotidiano, en su afán de eternidad, se aferra al lenguaje.
La intuición es la antesala a la verdad, un bello esbozo.
No entiendo nada. Y nace en mí una flor. Y no me lo explico.