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11

A pesar de lo que se adelanta en el conocimiento de los indigenismos, siempre hay zonas resbaladizas: porongo es voz común al quechua y al aimara (Tomás Buesa, Indoamericanismos léxicos en español, Madrid, 1965).

 

12

Otras voces o expresiones americanas que nacen «oficialmente» a la vez que las señaladas son: de agache, loc. ecuatoriana, «de segundo orden, de poco valor» también, con idéntica localización, pasar de agache, «pasar disimuladamente en el juego»; agujeta, «la aguja de tejer, de hacer punto», también ecuatoriana. De la misma región es, naturalmente, agujetero, «acerico, almohadilla para clavar alfileres».

 

13

Ocurre tal denominación en Las bizarrías de Belisa (Clás. Castellanos, 157, p. 197). El personaje femenino ordena al cochero:


   ¡A la Victoria,
Magallanes de los coches!



(La Victoria estaba en la entrada de la actual Carrera de San Jerónimo, en la Puerta del Sol.) Fueron frecuentes las comparaciones de la abundancia de coches con términos marinos, bajíos, golfos, flotas, escollos, etc. Estos ejemplos nos dan una idea de ello: «En cuya calle Mayor, / banco de Flandes, peligro / del mar, donde se anegaban / coches, que son sus navíos» (Lope de Vega, De cosario a cosario, Biblioteca Autores Españoles, XLI, p. 489 b). «¿Pues no te deleita el ver / tantos coches tan bizarros, / tantos entoldados carros, tanta gallarda mujer, / y más locas las riberas / del humilde Manzanares / que están los soberbios mares / con sus naves y galeras?» (Lope de Vega, Santiago el Verde, Teatro antiguo español, IX, p. 65).

 

14

«Pero en Madrid no hay ninguna / que sea lo que parece, / porque, en naciendo, se mece / en un coche en vez de cuna, / con que a madurarse basta, / cochizando de día y noche, / que, en fin, doncellas en coche / son ciruelas en banasta» (Tirso de Molina, La huerta de Juan Fernández, Biblioteca de Autores Españoles, V, p. 634 b). Al lado de cochizar, el mismo autor utilizó cochear: «La multitud de los coches / en Egipto fuera plaga, / si autoridad en Madrid. / No se tiene por honrada / mujer que no se cochea» (Quien calla otorga, Biblioteca de Autores Españoles, V, p. 94 a).

 

15

Lope pedía al Duque de Sessa todo lo que le venía en gana (o se pedían mutuamente). Valgan, para lo que nos importa ahora, estos testimonios: «Duque, mi señor, doña Juana me ha hecho padrino de una boda; todo se lo sufro desde que me hizo padre; sepa V.E. que todo se dirige al coche; no se tenga por deservido con enviarle mañana domingo a las ocho, que él volverá luego, porque la misa es rezada y en San Luis...» (verano-otoño de 1612). Otras veces, la petición no era para tan piadosos menesteres: «Señor, a una huerta quieren ir mañana Marcelina y Amarilis. Las dos suplican a V.E. mande que las lleve el coche y se vuelva luego; que hasta las tres no es necesario». (Madrid, 27 febrero 1618). Véase Agustín G. de Amezúa, Episodios de Lope de Vega, Madrid (43, cartas números 101 y 365).

 

16

«Pues con esa seguridad y promesa, respondió el caballero, recíbale esta cadena en prenda de los veinte ducados atrasados» (Cervantes, Rinconete y Cortadillo, cap. IV). «Sé yo quién ha dicho que le daría una cadena de mil escudos, con una joya y otros mil para su plato...» (Lope de Vega, La Dorotea, I, i).

 

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«Hoy no hay muchos barcos en la cola -exclamó Pérez de las Clotas, que hubiese deseado mostrarme toda la flota española aguardando turno para carbonear en el Musel». (Waldo de Mier, España cambia de piel, Madrid, 1954, p. 240.)

 

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«Son numerosas las voces de origen marinero que circulan por el habla coloquial hispanoamericana: playa, «espacio libre, llano, limpio»; ensenada, «corral grande»; costa, «faja de terreno al pie de una cordillera»; punta, «espolón terminal de una sierra», etc. Son ya también copiosos los trabajos léxicos sobre este tema.

 

19

Sobre este italianismo (y otros) del habla rioplatense, puede verse el trabajo de Giovanni Meo Zilio, Italianismos generales en el español rioplatense, en Boletín del Instituto Caro y Cuervo, XX, 1965, pp. 68-119.

 

20

Cambullón es un portuguesismo (port. cambulhão. El artículo, ya registrado tímidamente en el Dicccionario, quedará con una nueva redacción más amplia y depurada: cambullón: m., Canarias, Colombia y Méjico: Cambalache, trueque de cosas de poco valor. //2: Canarias: Tráfico que consiste en cambiar o vender a bordo de navíos, especialmente extranjeros, productos del país. //3: Canarias: Porción de víveres detraídos de la gambuza. //4: Canarias, Perú: Enredo, trampa, cambalache de mal género. //5: Chile: Cosa hecha por confabulación de algunos, con engaño o malicia, para alterar la vida social o política.

Sobre cambullón, véase José Pérez Vidal, Dos canarismos de origen portugués: cambullón y ratiño, en El Museo Canario, XXXI-XXXII. Las Palmas de Gran Canaria, 1970-71, pp. 67-74.