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ArribaAbajoCanto II

[Las Justas]




Desde que abrimos al risueño halago  665
de la vida los ojos en la cuna,
a cada labio el destinado trago
mezcla de amargo y dulce la Fortuna.
A cuál en triste lloro Amor da el pago;
cuál se sube a los cuernos de la luna  670
y un soplo desde allí le precipita,
a cuál se da riqueza, a cuál se quita.
   Y todos con diversos aires, gestos
voces, colores, andan su camino;
los unos tardos, y los otros prestos,  675
unos con rostro ledo, otros mohíno
—176→
según propicios giren o funestos,
los altos orbes del zafir divino.
   Mas esto a la verdad no es muy del caso,
y así a la comenzada historia paso.  680
—177→
   Ya os acordáis, señores, de qué suerte
quedaron Ferraguto y Argalía,
dándose golpes entre sí de muerte
con brava y nunca vista valentía.
Eran los dos a cual más guapo y fuerte;  685
el uno un encantado arnés vestía;
el otro tuvo la persona hadada
menos de la barriga una pulgada.
   El que miró cruzarse dos ligeros
rayos, bañando el aire en luz bermeja,  690
o acometerse dos leones fieros,
con sacudir horrendo de guedeja;
con el furor de entrambos caballeros
téngalo en poco, que venir semeja
sólo el silbar de aquel acero y de éste  695
desplomada la bóveda celeste.
   La espada el Argalí derecha y alta
levanta, y luego atrás la echó ligero,
hasta que para dar, muy poco falta,
la aguda punta en el arzón trasero;  700
y en los estribos afirmado, asalta
al español, y un altibajo fiero
—178→
en la cabeza le asestó, desnuda;
de terminar la lid no tiene duda.
   Pero al mirar que revertió lumbrosa  705
su espada, y que al contrario herir no puede,
maravillado de tan fiera cosa
cuatro pasos o cinco retrocede.
Ferragú que de valor rebosa
piensa que ahora en paz el pleito quede,  710
«vete, le dice, al diablo encomendando,
que de esta vez a estar con él te mando».
   Y esgrimiendo a dos manos la cortante
hoja, henderle pensó de arriba abajo.
Yo pienso que si fuera de diamante  715
se abriera en él camino sin trabajo.
Mas este hadado yelmo ni aun bastante
fue a rasguñar con tan tremendo tajo.
No hay que decir si Ferragú se admira;
creyendo está que sueña, o que delira.  720
   Por breve rato a la mortal porfía
hicieron una pausa silenciosa;
cual de repente en borrascoso día
el viento calla, el turbio mar reposa.
—179→
El primero que habló, fue el Argalía:  725
«Quiero, dice, que sepas una cosa:
todo este arnés por tal encanto es hecho,
que con él no hay espada de provecho.
   «Desiste, pues, de un insensato duelo
que ha de costarte al fin mengua y bochorno».  730
Responde el moro: «Así me valga el cielo,
como este peto y malla, y cuanto en torno
a mi persona miras, vestir suelo
no por seguridad, mas por adorno;
que desde la cabeza al pie, sacado  735
un punto breve, tengo el cuerpo hadado.
   «Por lo cual, te aconsejo, que esta vana
demanda dejes, que es delirio extraño
hacerte trasquilar, yendo por lana,
e inevitable ves tu afrenta y daño.  740
Resuelto estoy: mía ha de ser tu hermana,
si bien supiese estar lidiando un año.
Mas si de grado a dármela te avienes,
eternamente en mí un esclavo tienes».
   «Para que por cuñado te admitiera  745
tu gran valor, dice Argalí, te abona;
mas mi hermana es aquí parte primera;
y el darte posesión de su persona,
sin saber si es o no su gusto, fuera
las cuentas ajustar sin la patrona.  750
Veamos si te admite ella por dueño:
si no te admite, seguirá el empeño».
   Habiendo en ello el moro consentido,
va el otro a consultarla, como es justo.
Fue un hombre Ferragú descomedido,  755
—180→
y de un mirar desapacible, adusto;
bronco en el habla, inculto en el vestido,
y que en lavarse hallaba poco gusto;
la cara de vedijas todo llena,
el pelo grifo, y la color morena.  760
Ella, que a todo trance quiere un rubio
responde que el galán no le acomoda.
Derramando de lágrimas diluvio
«no me hablen, dice, en semejante boda.
Arda su corazón más que el Vesubio,  765
y por dote me dé a España toda,
antes que suya, quiero verme muerta,
o por el mundo andar de puerta en puerta.
   «Y así, te ruego hermano, por tu vida
que nuevamente tornes al combate,  770
mientras yo de tu anillo socorrida
huya, y de sus miradas me recate;
y tú la grupa con veloz corrida
vuélvela cuando menos él se cate
imagen

Facsímil de la portada de la edición de El Orlando Enamorado,
Santiago de Chile, 1862, en la versión de Bello.
Incluyó sólo un fragmento de la traducción.

  -[171]-  
y a la selva de Ardeña ven ligero  775
en tu buen Rabicano, allí te espero.
   «De donde luego a nuestro padre anciano
daremos vuelta, atravesando el mar.
Y si venir no te es posible, hermano
haréme por los aires trasportar,  780
que el libro tengo aquí de aquel cristiano,
que dormida me quiso avergonzar;
y tú, desocupado de esta guerra,
irás en vuelta del Catay por tierra».
   Tornan, pues, los Barones al combate,  785
después que el uno al otro ha referido,
que la dama no quiere se le trate
de jamás aceptarle por marido.
Ferraguto se aferra, muera o mate,
en que sin ella no ha de haber partido;  790
mas ella se les quita de delante,
deja en la estacada el necio amante.
—182→
   Búscala con los ojos el pagano,
para en verla aliviarse la fatiga;
y como a todos lados mira en vano,  795
no sabe lo que piense, o lo que diga.
En esto el otro aguija a Rabicano,
que no hay hombre ni diablo que le siga,
y sin decirle adiós, hasta la vuelta,
por aquel campo va a carrera suelta.  800
   Suspenso un poco el español ha estado
no dudando volviera el Argalía.
Echando al fin de ver que le han plantado
de corazón a entrambos maldecía.
Impaciente, iracundo, despechado  805
centellas por los ojos despedía:
registra el valle; por el bosque se entra;
anda de monte en monte; a nadie encuentra.
   En tanto el duque Astolfo, que miraba
a la florida margen de la fuente,  810
los golpes que implacable descargaba
el uno sobre el otro combatiente,
de verse ahora libre gracias daba
a la fortuna, con serena frente.
Treguas no quiere hacer a su ventura:  815
échase luego a cuestas la armadura.
   Y no teniendo lanza el paladino,
que fue, al caer, la suya destrozada,
—183→
mirando en derredor, a un verde pino
la del fingido Uberto vio arrimada,  820
cubierta de oro el más luciente y fino,
de labores bellísimas grabada.
Necesidad le fuerza a que la coja,
sin saber la virtud que en ella aloja.
   Mientras lleno de júbilo espolea,  825
cual preso a libertad restitüido,
quiere la suerte que a Reinaldos vea,
y a noticiarle va lo sucedido.
Reinaldos, que del mismo pie cojea.
que Orlando y Ferraguto, cuando ha oído  830
que el moro dando alcance va a la dama
en celos arde, y vengativo brama.
—184→
   Tanto el amor le lleva al retortero
que sin decir palabra al del leopardo,
sabido el caso, el estrellado acero  835
hinca en los dos ijares a Bayardo;
parte, cual rayo, el animal ligero
y óyese motejar de flojo y tardo.
De los gustos del amo poco sabe,
y de las penas gran porción le cabe.  840
   Mientras aguija el caballero amante
llega a París Astolfo en el roano.
Pídele nuevas el señor de Anglante
de Angélica la bella y de su hermano.
«¿Dó están, pregunta inquieto, el arrogante  845
Ferragú, y el barón de Montalbano?»52.
Con gran donaire Astolfo desembucha;
el conde Orlando ansiosamente escucha.
—185→
   Y al oír como es ida la doncella,
y que el hermano huyendo se retira  850
y cabalga Reinaldos en pos della,
el Duque inglés con torvos ojos mira.
Enfermo va a la cama; por la bella
causa de su dolor, gime, suspira,
y entregado a este solo sentimiento  855
pasa la tarde en mortal tormento.
   «Fiero mal, exclamó, pasión impía
que de este modo la razón estraga
y en que es mayor la pena cada día
y cada día ahonda más la llaga.  860
¡Aborrezco la luz! ¿qué nombradía,
qué aplauso puede haber que dulce la haga
a quien por otra dicha está anhelando?
¡Adiós la guerra! ¡Adiós, fama de Orlando!
   «¡Oh, si aquella celeste criatura  865
del mal se condoliese que ocasiona!
Entonces no cambiara mi ventura
por la más rica y principal corona;
pero si he de vivir en noche oscura
sin ti, si la esperanza me abandona  870
—186→
adorada beldad de merecerte.
¿Cuál puede haber más dura y triste suerte?
   «Pero el de Montalbán por el opaco
bosque la va siguiendo; y si la pilla,
(conozco bien su natural bellaco)  875
¡pobre de mi inocente corderillo!
¡Y en tanto yo, desalentado y flaco,
me estoy con una mano en la mejilla,
y cual débil mujer me quejo al cielo,
buscando en torpes lágrimas consuelo!  880
   «Si ha decretado el cielo que a la postre
he de rendir la vida a mal tan grave,
no un cobarde penar me abata y postre,
ni mi alabanza en vituperio acabe.
Salga yo, y alentado al mundo arrostre,  885
que más dulce en la lid la muerte sabe,
y un piadoso mirar de mi señora
felicísima hará mi última hora».
   Aquesto dicho, de la cama salta,
buscando algún alivio a su congoja;  890
tropa de pensamientos mil le asalta,
y ora esto, ora aquello se le antoja.
Y cual enfermo, a quien el sueño falta
no puede sosegar, todo le enoja;
mas llegada que fue la sombra oscura,  895
viste escondidamente la armadura.
   Rojo lleva el escudo el caballero,
—187→
la acuartelada empresa no ha tomado.
Deja a París, dejara el mundo entero
por ir en busca de su dueño amado.  900
Ni paje le acompaña, ni escudero;
que de ninguno quiere ser notado:
y al bosque encaminándose de Ardeñas,
campiñas cruza, montes, prados, breñas.
   Tres caballeros van a la ventura,  905
el conde Orlando, Senador romano,
Ferragú el de la torva catadura,
y el valiente señor de Montalbano.
Y en tanto, Carlomagno, que apresura
las anunciadas justas, llama a Gano,  910
Salomón, Oliveros, Naimo el Viejo,
y a todos los demás de su consejo.
   El caballero que justas quisiere
manda que armado y a caballo venga,
y a todos los demás bizarro espere,  915
mientras que fuerte o diestro se sostenga;
y el que de nadie derribado fuere
la blanca rosa prometida obtenga,
que galardón será de la victoria,
y al vencedor coronará de gloria.  920
   Todos esta sentencia confirmaron
como de un alto príncipe y prudente,
—188→
y por toda París la promulgaron
cuarenta reyes de armas a la gente.
Caballos y lorigas aprestaron,  925
y galas, y divisas juntamente,
y Serpentino, el español guerrero,
nombrado fue mantenedor primero.
   Jamás sacó la Aurora igual tesoro
de alegre luz al mundo alborozado.  930
Carlos entró con imperial decoro
en la festiva plaza, desarmado,
sobre un caballo, que era un ascua de oro,
en la derecha el cetro, espada al lado,
escoltándole en vez de alabarderos,  935
condes, barones y altos caballeros.
   He aquí que Serpentin sale a la arena
en ricas galas y en arnés lumbroso.
Un melado corcel rige y sofrena,
que alzándose en los pies, salta brioso.  940
Los hierros tasca, que de espumas llena,
y cual si le viniese estrecho el coso,
vuélvese inquieto, las narices hincha,
y ardiendo en noble espíritu relincha.
   Y bien se asemejaba en el denuedo  945
al caballero que sobre él venía,
que en gallardo ademán y en rostro acedo
parece que a la tierra desafía.
—189→
Señálale la gente con el dedo
su destreza alabando y bizarría,  950
y de uno en otro labio se derrama
de su linaje y su valor la fama.
   Luciente en el escudo reverbera
estrella de oro en campo azul celeste,
conforme en los colores, la cimera,  955
que la recamada sobreveste.
Y porque hablar de todas largo fuera,
no hay pieza que un sentido no le cueste;
piedras de gran valor lleva a millares
en las orlas, hebillas y alamares.  960
   Luego que el circo paseado tiene,
calada la visera, manda rompa
la esperada señal el aire, y suene
marcial clarín y retadora trompa.
Gran multitud de justadores viene  965
con larga comitiva y rica pompa.
Perlas y plata y oro hubo sin cuento
y un bosque de plumaje era el viento.
   Sale al campo Angelino de Burdeos,
trayendo en fondo azul cándida luna,  970
—190→
gran maestro de justas y torneos
que añadir quiere a cien victorias una.
Diviértese en hacer caracoleos
como quien cierto está de su fortuna,
y muestra luego a Serpentín la frente.  975
Enristran ambos denodadamente;
   Y do al escudo el yelmo está vecino,
hiere el cristiano al moro en la cabeza
Doblóse tanto cuanto Serpentino,
pero con nuevo aliento se endereza;  980
el otro en el encuentro a tierra vino,
y fue rodando no pequeña pieza.
Y viva el moro, y Serpentino viva
en alto se oye aclamación festiva.
   Ricarte luego haciéndose adelante  985
(poderoso señor de Normandía,
que lleva en campo goles león rampante
y cabalga una hermosa yegua pía)
al hijo acometió de Balugante
y en el vistoso peto de ataujía  990
—191→
golpe recibe tal que en raudo vuelo
baja, las plantas levantando al cielo.
   ¡Oh, cómo al gozo el padre se abandona
viendo que el bello joven tanto pudo!
Mas uno llega con real corona  995
sobre el morrión, y a escaques el escudo.
Salomón es, que manda a la Bretona
gente, y cabalga en bayo cernejudo.
Serpentino arremete como un rayo
y van por tierra Salomón y el bayo.  1000
   Echa a su lanza Astolfo entonces mano,
digo, a la que tomó de junto al pino,
y saca en escarlata el anglicano
leopardo de oro; mas ¡duro destino!
tropezó no sé cómo el buen roano  1005
y con el bravo duque a tierra vino,
y tuvo en el caer muy mal suceso:
al diestro pie se le disloca un hueso.
—192→
   Mucho sintieron todos este acaso,
y Serpentino, más, según sospecho,  1010
que con fatiga y con peligro escaso
derribar al inglés daba por hecho.
Astolfo tuvo a mal agüero el caso,
y llevar se hace renqueando al lecho,
donde le ensalma con experta mano  1015
el dislocado hueso un cirujano.
   Urgel Danés en tanto la visera,
para medirse con el moro, cala.
Llevaba su famosa empresa, que era
en campo blas una plateada escala;  1020
un basilisco de oro en la cimera
por ojos de diamante fuego exhala;
el lomo oprime de un frisón, que al Elba
afeitó el prado, y sacudió la selva.
—193→
   De las trompetas al sonoro canto  1025
enristran uno y otro los lanzones.
Temblar la tierra pareció de espanto
al recio encuentro de los dos varones.
Pero a su golpe Urgel dio empuje tanto
que alzando Serpentino los talones  1030
precipitado por las ancas baja
y el yelmo de oro en el arena encaja.
   Así quedaba Urgel del campo dueño
mas Balugante de furor se enciende,
y su propio peligro en el empeño  1035
de dar venganza al hijo, desatiende.
Viene a la liza con airado ceño,
y por la grupa a su pesar desciende;
tras el cual Isolero entra en el coso
de Ferraguto hermano valeroso.  1040
   Era su empresa una dorada barca
que el verdinegro mar los flancos moja.
Revolviendo el corcel, la lanza abarca,
y denodado sobre Urgel se arroja.
Mas el bravo señor de Dinamarca  1045
a Isoler de la silla desaloja,
que de la noble lanza al golpe esquivo
sin sentido cayó y apenas vivo.
   Gualter de Monleón, tras él, sacaba
bermeja en campo de oro una serpiente,  1050
y luego que también postrado estaba
—194→
«¿Alancearnos hemos locamente
los de una misma ley? Urgel clamaba:
Moros, ¿dó estáis que no os hacéis al frente?
con vosotros habérmelas espero,  1055
no con ningún cristiano caballero».
   Espinel de Altamonte que esto oía,
no quiere que a su ley un brazo falte.
Era español y en campo argén traía
una palma gentil de verde esmalte.  1060
De los demás fue a estar en compañía;
con que al palenque es menester que salte
Matalista, fortísimo pagano,
y de la hermosa Flordespina hermano.
   Cabalga un picador azabachado,  1065
y lleva en campo verde blanca torre.
A dos por tres Urgel lo ha trabucado,
y sin dueño el caballo brinca y corre.
Grandonio es el postrero que ha quedado.
Ahora, Urgel, si Dios no te socorre,  1070
en gran peligro estás, que el mundo entero
jayán no vio tan monstrüoso y fiero.
   En un negro pavés lleva el gigante
esculpido un Mahoma horrendo de oro.
Semeja su caballo un elefante  1075
y escarba el suelo, y muge como toro.
—195→
Múdase en verle a todos el semblante,
todo cristiano teme, y todo moro.
El conde Gano entre las filas pasa
diciendo que está malo y se va a casa.  1080
   Lo mismo hizo Macario de Lausana,
Falcón y Pinabelo y otros ciento.
El de Altarripa dijo: hasta mañana.
A cuál ofende el sol, y a cuál el viento.
Sólo de aquella pérfida y villana  1085
raza quedó Grifón; fuese de intento,
o fuese empacho, o desacuerdo fuese,
o que escurriere a los demás no viese.
   Corriendo en tanto el gigantón disforme
todo el recinto por do pasa atruena,  1090
como un torrente que el invierno forme
a quien ni margen ya, ni dique enfrena.
El gran caballo bajo el peso enorme
se hunde y casi se atasca entre la arena.
Quebranta en su carrera los peñascos  1095
y hace temblar la tierra con los cascos.
—196→
   Con el Danés cerró el jayán cruel,
y en el escudo le metió el lanzón.
Menudas piezas lo hace, y de tropel
al suelo van caballo y campeón.  1100
Acorre el duque Naimo al triste Urgel,
que apenas sabe articular razón.
Quedó de la caída asaz maltrecho
y en todo un mes dejar no pudo el lecho.
   Cual corre el toro altivo por la plaza  1105
después que al lidiador de más denuedo
herido deja, y nadie le da caza,
que a todos tiene en talanquera el miedo:
así Grandonio bufa y amenaza.
Sale (y fuera mejor estarse quedo)  1110
Turpín el arzobispo, y boca abajo
despatarrado fue, cual renacuajo.
—197→
   Ya sobre un blanco palafrén volvía
sano el inglés Astolfo de la tumba,
sin armas, no creyendo que este día  1115
mostrarse en ellas otra vez le incumba;
del galán y el cortejante hacía
a ciertas damas que le daban zumba,
cuando salió Grifón a la estacada,
y como los demás dio costalada;  1120
   Grifón, del bando magansés villano,
que argentado neblí lleva en la cresta.
Decía con gran sorna aquel pagano;
«¿Señores míos, qué cachaza es ésta?
¿nadie salir desea? Muy temprano,  1125
a lo que veo, os enfadó la fiesta».
Embiste Güido el Borgoñón, que trae
en negro un ave fénix de oro; y cae.
   Y no más venturoso es Angilero,
que lleva en verde tres palomas blancas.  1130
Avino, Avolio, Otón y Bellenguero
se apea, uno tras otro, por las ancas.
Beltrán, que un monte pareció de acero,
abierto cae de brazos y de zancas.
—198→
Y Bueves, aunque gordo, al suelo vino  1135
haciendo con los pies un remolino.
   Trabuca a Ricardeto, a Hugón trabuca
con otros caballeros de alto porte;
al duque Naimo por un triz desnuca;
moteja a Carlomagno y a la Corte.  1140
Carlos como al jayán nadie retruca,
que del honor francés hace deporte,
por más que disimula y se contiene,
revienta ya: mas Oliveros viene.
   Parece con más luz brillar el día  1145
y que la cristiandad el rostro enhiesta.
Lleno de galas el Marqués venía
con yelmo de oro y blanca sobrevesta.
Salúdanle las gentes a porfía;
y quién al uno y quién al otro apuesta;  1150
suena la trompa, y blandeando viene
Grandonio el mástil que por lanza tiene.
   Al duro choque van de tal manera
—199→
que no hay lengua mortal que lo relate.
Cada cual se propone y delibera  1155
o matar al contrario, o que le mate.
Helos ya en la mitad de la carrera.
Toda voz calla, y todo pecho late.
Empínase Oliveros cuanto alcanza,
y al monstruo en el escudo hundió la lanza.  1160
   De siete gruesas planchas fue el escudo,
pasólas del lanzazo todas siete,
y rota la coraza en el nervudo
pecho del enemigo el hierro mete.
Pero Grandonio en la cabeza un crudo  1165
golpe le da; quebrántale el almete,
y descabalga al campeón de Francia
haciéndole rodar a gran distancia.
   A la vista del yelmo hecho pedazos
temieron todos que le hubiese muerto.  1170
Carlos corrió y al desatar los lazos
de la armadura, hallóle casi yerto.
Sacaron al marqués del sitio en brazos
y una semana fue el curarle incierto,
sintiendo Carlos mucho el accidente  1175
que a Oliveros amaba tiernamente.
   ¡Válame Dios, y lo que echó de fieros,
de pullas, el jayán y de bravatas!
«¿No queda ya, decía, otro Oliveros,
que tenga inclinación a andar a gatas?  1180
—200→
¡Oh danzarines, más que caballeros!
Venid por glorias, que os las doy baratas.
¡Oh valiente, oh sin par Tabla Redonda,
cuando no hay nadie aquí que te responda!».
   Oyendo estos baldones, Carlomano  1185
muérese de vergüenza y de dolor.
«¿Dónde anda, dice, aquel bribón de Gano?
¿Dónde ha ido Orlando el Senador?
¿Qué es del otro poltrón de Montalbano?
¿Paréceles a ustedes que es favor  1190
que se pague con menos que un dogal
plantarme de este modo, a tiempo tal?
   «Si alguno dellos vuelve y no le empalo,
que me empalen a mí». Medio amarrido
el duque Astolfo dice: «Esto va malo;  1195
¿qué aguardo más? ¿por qué el arnés no pido?
Probemos de Grandonio el varapalo;
y sea lo que Dios fuere servido.
¿Puede parar en más que en que me mate?».
Así diciendo, se arma y va al combate.  1200
—201→
   Aunque con pocas esperanzas iba
de salir muy airoso de aquel lance
propio creyó de su lealtad nativa
servir a su señor a todo trance.
Estaba el pueblo en grande expectativa  1205
y al ver de Astolfo el no esperado avance
con solapada risa en más de un corro
se oye decir: «¡Pardiez, bravo socorro!».
   Haciendo una gallarda cortesía
ante el mohíno Emperador se agacha.  1210
«Quiero, le dice, en honra vuestra y mía
verme con el gigante facha a facha».
Carlos de mal humor le respondía:
«Ve, Astolfo, por amor de Dios, despacha»;
y añade, vuelto a los que están en torno:  1215
«No nos faltaba más que este bochorno».
   Con esta benignísima licencia
vase a Grandonio el duque y le reprocha
su tosca avilantez y su indecencia
y con punzantes dichos lo agarrocha.  1220
Pero me va fallando la paciencia
y es fuerza que hoy la justa quede mocha.
Si el fin de la sabrosa historia mía
os place oír, mañana es otro día.

  —202→     -[175]-  

* En un primer intento, Bello inició esta redacción del canto segundo con las dos estrofas comprendidas entre los vv. 665-680. Luego tachó ambas estrofas y las sustituyó por las siguientes que se dan a continuación con sus respectivas enmiendas:



   Yo siento a par del alma que no hubiera
   el gran cabalgador de Rocinante
   resucitado la dichosa era
   de la caballeresca orden andante.

V    Entonces, a fe mía, no se viera
   como lo vemos, la maldad boyante,
   pues esta edad hipócrita, encubridora
   no fue de tanto bien merecedora.
   ¡Ah! quien viese otra vez a los andantes

X    caballeros correr de corte en corte,
   desfacer tuertos, degollar gigantes,
   y llenar de su fama el sur y el norte,
   por bárbaras naciones y distantes
   llevando en su tizona el pasaporte

XV    y ainda mais una princesa al anca,
   y todo sin costarles una blanca!
-[176]-
   Aquel si que por siglo de provecho
   en que honraba al valor la cortesía,
   y por su Dios, su dama y su derecho

XX    la nobleza las armas esgrimía
   pide llevar guindajos en el pecho
   y de títulos vanos gloria hacía,
   más de dar a los débiles la mano,
   pasmo del rey, y espanto del tirano.

XXV Oh venturosa edad, yo te bendigo,
   no a la presente, en que si alguno piensa
   (y dello puedo dar más de un testigo)
   salir de la justicia a la defensa,
   crea que ha de tener por enemigo

XXX al mundo, que le guarda en recompensa
   la Peña Pobre de Amadís de Gaula.
   el hospital, la cárcel o una jaula.
   Y si alguno tal vez con eficacia
   por una buena causa se apersona

XXXV os demanda después con mucha gracia
   y con mucha modestia una corona.
   Y si se muestra la nación reacia
   y con el nuevo rey se desazona
   hay argumentos a que nadie chista:

XL    Viva la Patria, y bayoneta lista.
   ¡Viva la libertad, la democracia!
   Pero ser, colocado es lo primero...
   en algún ministerio, verbigracia.
   Mucho cacarëar, y huevo huero.

XLV    Oh si vivieras Cirongil de Tracia,
   y tú, don Palmerín, y tú Rugero;
   yo sé bien que justárale la cuenta
   a tanto malandrín que nos revienta.

iv-viii



de la inmortal caballería andante.
Mas tengo para mí que esta rastrera
edad en que vivimos, intrigante,
hipócrita, embustera, encubridora
no fue de tanto bien merecedora

  -[176]-  

xviii



donde honraba al valor la cortesía,

xxxiii



Y si tal vez alguno se apersona

xxxv



os pide en galardón con mucha gracia

xli-lviii



¿Yo mandar? Ni por pienso. ¡Lo que quiero
es libertad, congreso, democracia!
Pero un gobierno fuerte es lo primero
como el del rey Fernando, verbigracia.
Mucho cacarëar y huevo huero.
Así va el viejo mundo por desgracia
y el nuevo en estas cosas ya chochea.
Vuelvo a mi cuento y lo que fuere sea.

Obsérvese que el último verso trascrito en estas enmiendas está concebido para finalizar con él la parte original con que Bello inicia el canto segundo. La Comisión Editora, previo análisis comparativo, resolvió dar estas seis estrofas no tachadas, en notas; y dejó para la parte no tachada, las estrofas con que inicialmente comenzó Bello esta versión del canto segundo (vv. 665-680). Para ello se tomó en cuenta la numeración de las estrofas primitivas y no con las seis redactadas con posterioridad. Se consideró asimismo que estas seis estrofas fueron aprovechadas definitivamente por Bello para iniciar con ellas el canto primero. (Véase la nota que introduce el canto primero correspondiente al texto A).

Finalmente, el tema poético correspondiente a los vv. 665-668, fue aprovechado también en los vv. 1064-1067 de la segunda parte de los fragmentos inéditos de los Borradores de las Silvas (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

  -[177]-  

681-688:



   Ya os acordáis, señores, de qué suerte
   quedaron Ferraguto y Argalía,
   dándose golpes entre sí de muerte
   con fiera y nunca vista valentía.

V    Fuerte era aquél, y estotro también fuerte,
   y si aqueste un hadado arnés vestía,
   de Ferragú fue todo el cuerpo hadado,
   salvo el vientre, en diez planchas forrado.

viii



excepto el vientre, de metal forrado.

vii-viii



el otro toda la persona hadada
tuvo, menos del vientre una pulgada.

689:



   Quien vio jamás cruzarse dos ligeros

695-696:



   la bóveda celeste desquiciada
   sólo al silbar de la una y la otra espada.


   desquiciada la bóveda celeste.

687-704:



   Alza el brazo Argalí determinado
   a poner fin a esta contienda crudo
-[178]-
   hasta que casi casi ha tropezado
   con el trasero arzón la punta aguda;

V    y sobre los estribos afirmado,
   sentó tal altibajo en la desnuda
   cabeza, al moro, que por cosa cierta
   tuvo, ser acabada la reyerta.

i-ii



El brazo el Argalía ha levantado
y echando atrás el fulminante acero,

  -[178]-  

705-722:



   Mas al ver que su espada así lumbrosa
   y así limpia como antes vuelve al cielo,
   maravillado de tan fiera cosa
   en la cabeza se le eriza el pelo.

V    Entonces Ferragú, que con furiosa
   cuchillada pensaba echarlo al suelo,
   «vete, le dice, al diablo encomendando
   que de esta vez a estar con él te mando».
   Y tomada a dos manos la cortante

X    hoja, henderle aguardó de arriba abajo.
   Si hubiera sido un risco de diamante,
   se abriera en él camino sin trabajo.
   Mas el hadado yelmo ni aun bastante
   fue a rasguñar el poderoso tajo.

XV No hay que decir si Ferragú se admira;
   creyendo está que sueña, o que delira.
   Por algún tiempo la mortal porfía
   entrambos pausa hicieron silenciosa;


   hicieron pausa entrambos silenciosa;

  -[179]-  

726:



   «Quiero, señor, que sepas una cosa

729-730:



   «Y así te exhorto a desistir de un duelo
   que ha de costarte en fin mengua o bochorno.

736:



   un punto breve, soy todo encantado.

741:



   Resuelto estoy a conquistar tu hermana,

750-753:



   la cuenta hacer, señor, sin la patrona.


   como la cuenta hacer sin la patrona.
   Déjame, pues, hablarla; si por dueño
   te admite, bien; si no siga el empeño».
   Habiendo en ello el español venido,

  -[180]-  

757:



   fiero en el habla, inculto en el vestido,

761-768:



   Y por eso a la niña no acomoda,
   que por fas y por nefas quiere un rubio.
   «No me hablen, dice, en semejante boda;
   que aunque él arda en amor, como un Vesubio,

V   y aunque me traiga en don a España todo;
   y de ricos tesoros un diluvio,
   antes que suya, quiero verme muerta,
   o por el mundo andar de puerta en puerta.

iv



bien puede arder de amor, más que el Vesubio;

769-776:



   «Y así, querido hermano, he de rogarte
   siga la lid con el guerrero hispano;
   que yo entretanto, dejando por arte
   mágica este recinto y al lejano

V    bosque me iré de Ardeñas a aguardarte.
   Tú, cuando menos él se piense, hermano
-[181]-
   vuélvele las espaldas, y ligero
   ven al sitio a buscarme, en que te espero.

ii-iv



que vuelvas a lidiar...


que vuelvas al combate comenzado:


   que con ese hombre vuelvas al combate


que con ese hombre vengas a combate
mientras que de artes mágicas valida
huyo yo, y de sus ojos me recate;

  -[181]-  

vii-viii



y ven al bosque de Ardeñas diligente
do te estaré esperando ocultamente.

777-784:



   «Y luego a nuestro viejo padre amado
   daremos presta vuelta, allende el mar.
   Mas si al tercero sol no eres llegado
   me haré por esos vientos trasportar,

V    que el libro tengo aquí de aquel menguado,
   que antenoche me quiso avergonzar;
   y tú, dejada la importuna guerra,
   vendrás montado en Rabicán, por tierra».

iii-iv



Mas si al cuarto sol no eres llegado
haréme por el aire trasportar.

vi



que me quiso antenoche avergonzar;

La estrofa comprendida entre los números 777-784, fue tachada totalmente e inutilizada en la redacción definitiva. (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

785:



   vuelven, pues, los Barones al combate,


   Retornan los Barones al combate,

788:



   de jamás recibirle por marido.

  -[182]-  

793-796:



   Volver solía los ojos el pagano


   Búscala con la vista aquel pagano
   para en verla aliviarse la fatiga;
   mas al buscarla con la vista en vano
   no sabe ni qué piense, ni qué diga.

800-801:



   por aquel bosque huyó a carrera suelta.
   Suspenso un rato Ferragú se ha estado


   Suspenso Ferragú se ha estado un rato

809-813:



   Mas volvamos a Astolfo, que se andaba
   por la florida margen de la fuente,
   viendo los recios golpes que asestaba
   el uno al otro lidiador valiente
   y ya de verse libre gracias daba

La estrofa comprendida entre los vv. 801-808 no existe en los textos B, C y D.

  -[183]-  

819-820:



   la vista echando en torno, a un verde pino
   aquella de Argalí miró arrimada,


   la que era de Argalí miró arrimada,


   acierta a ver la de Argalí arrimada,


   la de Argalí por dicha vio arrimada,

830-832:



   que Orlando y Ferraguto, había salido


   de la Corte a saber lo que pasaba
   y al ya desierto albergue se acercaba.

   que Orlando y Ferraguto, ha salido
   de la Corte a saber qué es lo que pasa


   que Orlando y Ferraguto, habiendo oído
   que el español cabalga tras la dama


   que el español siguiendo va a la dama.


   que el valiente español va tras la dama
   de celos, escuchándole, se abrasa.


   de amor a un tiempo, y cólera se inflama


   de amor a un tiempo, y de furor se inflama


   que siguiendo las huellas de la dama
   va el moro, de celosa furia brama.


   que el moro en seguimiento de la dama


   que va en pos Ferraguto de la dama


   que el moro dando caza va a la dama,
   se irrita y de celosa furia brama.

  -[184]-  

833-840:



   Y así le lleva amor al retortero
   que sin decir palabra al del leopardo,
   sabido el caso, el estrellado acero
   hinca en ambos ijares a Bayardo;

V    parte, cual rayo, el animal ligero
   y oyóse motejar de flojo y tardo.
   De los gustos del amo poco sabe,
   mas de las penas gran porción le cabe.

i



Tanto le trae Amor al retortero


Tanto le lleva Amor al retortero

iii



oído el caso, el estrellado acero


de entrambos pies el estrellado acero,


   de ambos pies el estrellado acero


   de un pie y del otro el estrellado acero

841-848:



   Y mientras corre el paladín amante,
   Astolfo entraba por la Corte ufano.
   Orlando que lo supo va al instante
   a pedirle noticia del hermano,

V    y de la hermana, y qué es del arrogante
   Ferragú, y del señor de Montalbano.
   Con gran donaire Astolfo desembucha.
   y el conde Orlando atentamente escucha.

i-v



Mientras galopa el caballero amante
llega Astolfo a París en su roano
donde le pide en breve tiempo...


Orlando que lo sabe fue al instante
a preguntarle nuevas del hermano
de la beldad a quien adora amante.

  -[185]-  

849-850:



   Y al escuchar que es ida la doncella,
   y que su hermano huyendo se retira,

853:



   Vase enfermo a la cama; por la bella

855-864:



   congoja tal padece, y tal tormento,
   que a poco más perdiera el sentimiento.
   Decía: «Triste de mí, en vano piensa
   vencer una pasión, que el seso estraga,

V    que cada vez la pena es más intensa
   y cada vez se ahonda más la llaga.
   La luz, la vida misma me hace ofensa;
   no hay prez, aplauso, honor que satisfaga,
   si el corazón está otra dicha ansiando.
   ¡Adiós la fama, y el valor de Orlando!

ix



a un alma que otro bien está anhelando

865-875:



   «Ni sé si aquella Angélica hermosura
   será servida amar a esta persona;
   que en verdad no feriara a la ventura
   de la más rica y principal corona

V    el merecer tan bella criatura;
   pero si esta esperanza me abandona
-[186]-
   y el verla, si el ser vista se me priva,
   ¿cómo será posible que yo viva?

   «¡Mas ay! Reinaldos por el bosque opaco
   dándole caza va; y si logra asilla
   (bien le conozco, y sé cuanto es bellaco)

881-885:



   «Si los hados decretan que a la postre
   rinda la vida yo a dolor tan grave,
   ¿tan ruinmente dejarle he que me postre,
   y que mi fama en vituperio acabe?
   Salga yo, y por mi dama al mundo arrostre,

889-894:



   Así diciendo, de la cama salta,
   mas poco alivio encuentra a su congoja,
   tropa de pensamientos mil le asalta,
   la noche aguarda; y aguardar le enoja
   y como aquel a quien sosiego falta
   ya uno, ya otro designio se le antoja.

897:



   que la empresa a cuarteles ha dejado

  -[187]-  

902-904:



   y en su buen Brilladoro iba montado;
   ordenando el rigor de su destino
   que tomase de Ardeñas el camino


   y a su buen Brilladoro tanto empeña
   que ya cercano ve el bosque de Ardeña.

909-910:



   Y en tanto Carlomagno, que procura
   se hagan las justas, llama al conde Gano,

915:



   y a todo contendor bizarro espere,

918-920:



   aquella blanca rosa en premio obtenga;
   que es la señal de la feliz victoria
   y al vencedor coronará de gloria.

   mas quien lidiando una vez caiga, entienda


   mas quien justando una vez caiga, entienda
   que renovar no puede la contienda,

  -[188]-  

923-927:



   y las disposiciones alabaron
   y se preparan para el sol siguiente.
   Sillas, caballos, armas aprestaron,
   y galas, y divisas igualmente,

V y Serpentino, ilustre caballero

ii



y se previenen para el sol siguiente


y aguardan con grande ansia el sol siguiente

934:



   con el cetro en la mano, espada al lado,

940:



   que alzándose en los pies, salta furioso.


   que alzándose en los pies, brinca furioso.

947:



   que en aire altivo y en semblante acedo

  -[189]-  

949-950:



   Señálanle unos a otros con el dedo
   su destreza alabando y bizarría,
   y nadie que le mira, haber concibe
   hombre que de la silla le derribe.

959-960:



   en las orlas, hebillas y alamares
   piedras preciosas lleva a centenares.

961-968:



   Con grave entono en el palenque entraba
   y cuando alrededor lo ha paseado,
   calada la visera, se paraba,
   sonándole una trompa a cada lado.

V    De justadores gran porción llegaba
   a cual más guapo y ricamente armado.
   Pedrerías, oro y gala hubo sin cuento.
   Un bosque de plumajes era el viento.

i-iii



El gallardo español luego que tiene
el ancho circo en torno paseado
calada la visera, hace que suene

969-976:



   Entra en esto Angelino de Burdeos,
   que en campo goles trae cándida luna,
-[190]-
   gran maestro de lides y torneos
   que añadir quiere a cien victorias una.

V    Haciendo viene mil caracoleos,
   como que cierto está de su fortuna.
   Mas Serpentino se le pone en frente
   y ambos se enristran denodadamente;

i-ii



Preséntase Angelino de Burdeos,
trayendo en campo negro blanca luna,

  -[190]-  

977-984:



   Y do el escudo toca el yelmo fino
   hirió el cristiano al moro en la cabeza.
   Doblóse tanto cuanto Serpentino
   pero con nuevo aliento se endereza;

V    y contra el otro con tal furia vino
   que lo hace ir por el suelo una gran pieza.
   Resuena el campo en vocería festiva:
   que el caballero de la estrella viva.
   Tras esto el buen Ricarte en él ha entrado

X    (poderoso señor de Normandía,
   que lleva en campo goles león dorado,
   y cabalga una hermosa yegua pía)
   mas Serpentino al punto le ha encontrado
   y en el vistoso peto de ataujía



le dio tal golpe, que con raudo vuelo
   le hizo las plantas levantar al cielo.

xii



montado en una hermosa yegua pía)

xv-xvi



un golpe le da tal, que en raudo vuelo
le hace bajar, las plantas levantando al cielo.

989:



   Mas Serpentino hiriéndole al instante

  -[191]-  

993-1000:



   ¡Oh cómo Balugante se abandona
   al gozo, al ver que su hijo tanto pudo!
   Mas he aquí que uno llega con corona
   en el yelmo, y a escaques el escudo.

V    Salomón era, el rey de la Bretona
   gente, y un bayo oprime cernejudo.
   Mas Serpentino corre como un rayo
   y echa por tierra a Salomón y al bayo.

i-iii



¡Oh cómo el padre al gozo se abandona
viendo que tanto Serpentino pudo!
Uno que llega a la plaza con corona

vii



gente, y montaba un bayo cernejudo,

1001-1008:



   Astolfo en esto echó a su lanza mano,
   digo, a la lanza que era de Argalía,
   y sus leopardos de oro saca ufano
   sobre escarlata; cuando ¡oh suerte impía!

V    tropezó no sé cómo el buen roano,
   y dio una costalada, que aunque fía
   desembargar Astolfo, el pie, tan poca
   ventura tuvo, que se le disloca.

   A su lanza echó Astolfo entonces mano,
   digo, a la que encontró arrimada al pino,
   trayendo en escarlata el anglicano
   leopardo de oro; mas ¡crudo destino!

Va    tropezó no sé cómo el buen roano,
   y con el caballero a tierra vino,
   y ordena el diablo que con tal suceso
   que al diestro pie se le disloca un hueso.

  -[192]-  

1009-1016:



   Sintieron todos este azar, y acaso
   le pese más que a nadie a Serpentín,
   pues, al primer envión, más que de paso,
   pensó hacer trabucar al paladín;
   el cual teniendo a mal agüero el caso
   se hace llevar a su posada; en fin,
   con sabio ensalmo y con experta mano
   le curó en dos por tres el cirujano.

   Sintieron todos este azar, y acaso
   lo sintió más que nadie Serpentín,
que con peligro y con sudor escaso,
   vencer pensaba al noble paladín;
   el cual teniendo a mal agüero el caso
   se hace llevar a su posada; en fin,
   con sabio ensalmo y con diestra mano
   le curó en un minuto el cirujano.

   Mucho sintieron todos este acaso,
   Serpentín más que nadie lo sentía
   que hacer ir al inglés más que de paso
   en pos de Salomón se prometía.
   Astolfo tuvo a mal agüero el caso
   y a su posada conducir se hacía
   donde con docto ensalmo y diestra mano
   le curó en un minuto el cirujano.

1019-1020:



   trayendo su famosa empresa, que era


   llevando su famosa empresa, que era
   en campo blas una argentada escala;

1023:



   él gobierna un frisón, que un tiempo al Elba


   la espalda oprime de un frisón, que al Elba

  -[193]-  

1030-1032:



   que a Serpentino, rotos los arzones
   hace que por la grupa al suelo baje
   y el yelmo de oro en el arena encaje.

1038:



   y boca arriba el buen Danés le tiende

1041-1049:



   Era su empresa una dorada barca
   que en verdinegro mar los flancos moja.
   Hinca la espuela, pues, la lanza abarca,
   y con gran furia sobre Urgel se arroja.
   Pero así contestó el de Dinamarca
   que de la silla al joven desaloja,
   que del invicto brazo al golpe esquivo
   le deja ni bien muerto, ni bien vivo.
   Gualter de Monleón, luego sacaba

1051:



   y cuando éste también postrado estaba


   y luego que también le trabucaba

  -[194]-  

1053-1055:



   los de una misma ley? Urgel gritaba:
   Paganos, cabalgad, haceos al frente,
   que con vosotros habérmelas quiero,

1062:



   con que es forzoso que a la arena salte

1064:



   y de la bella Flordespina hermano.

1067:



   Mas al instante Urgel lo ha trabucado,

1069:



   El último es Grandonio que ha quedado

1072:



   no tiene animalón más grande y fiero.


   jamás gigante vio tan grande y fiero.


   monstruo no vio jamás tan grande y fiero.

1073-1080:



    en un caballo, que es un elefante,
   y escarba el suelo, y muge como un toro.
   En un negro pavés lleva el gigante
   esculpido un Mahoma horrendo de oro.
-[195]-

V    Múdase en verle a todos el semblante,
   todo cristiano teme, y todo moro.
   El conde Gano entre las filas pasa
   diciendo que tenía que hacer en casa.

vii-viii



El conde Gano dice tengo en casa
algo que hacer, y entre las filas pasa.

1083-1084:



   el de Altafolla dijo: hasta mañana
   A éste hace daño el sol, a estotro el viento.


   A quién ofende el sol y a quién el viento.

1087:



   fuese vergüenza, desacuerdo fuese,

1092:



   a quien ni presa ya, ni dique enfrena.


   a quien ni dique o tajamar enfrena


   a quien ni dique ni represa enfrena

1094:



   se hunde una braza o más en el arena.


   entra hasta las rodillas en la arena.


   se hunde dos o tres cuartos en la arena.

  -[196]-  

1098:



   y en el escudo le encajó el lanzón.

1101:



   Saca del brazo el duque Naimo a Urgel,


   Acorre el duque Naimo al pobre Urgel,

1103-1104:



   A curar, le llevó el herido pecho.
   En todo un mes dejar no pudo el lecho.


   Y quedó de aquel lance tan maltrecho,


   Quedando de aquel lance tan maltrecho,


   quedó de aquella caída tan maltrecho,
   que en todo un mes dejar no pudo el lecho.

1105-1112:



   Cual corre ufano el toro por la plaza
   cuando al torero de mayor denuedo
   dejó maltrecho, y nadie le da caza,
   que a todos tiene en talanquera el miedo:

V    así Grandonio bufa y amenaza.
   Vino (y fuera mejor estarse quedo)
   Turpín de Roma; y con poco trabajo
   despatarrado fue, cual renacuajo.

vi-vii



Sale a la plaza, en vez de estarse quedo,


Al campo sale, en vez de estarse quedo,
Turpín de Rens, que luego viene abajo,


Turpín de Roma que al suelo sin trabajo.

  -[197]-  

1113-1120:



   Ya el duque Astolfo sano de la tumba,
   sobre una hacanea blanca vuelto había,
   sin armas, no creyendo que le incumba
   justar de nuevo; y de galante hacía

V    con ciertas damas que le daban zumba,
   a quienes requebraba y divertía;
   mas mientras charla, he aquí que en la estacada
   Grandonio hace a Grifón dar costalada;

ii



sobre su blanco palafrén volvía

1117:



   galante requebraba y divertía


   y del galán y enamorado hacía

1119:



   cuando hete aquí a Grifón que en la estacada,

1121-1126:



   que de plata un neblí lleva en la cresta.
   Decía con un orgullo aquel pagano:


   Decía con mucha sorna aquel pagano:
   «Ah cristianillos, ¿qué cachaza es ésta?
   ¿Ninguno hay que se mueva? Muy temprano,
   os ha enfadado, a lo que veo, la fiesta»,

  -[198]-  

1137-1144:



   Abate a Ricardeto, a Hugón abate,
   con otros caballeros de gran porte;
   ya no hay quien de salir al campo trate,
   Moteja a Carlos y a toda la Corte

V    llamando a cuál pamarra, a cuál perate.
   Carlos no sabe cómo se reporte
   que la vergüenza y el furor le ciega
   cuando Oliveros a la plaza llega.

1145-1152:



   El cielo coronarse parecía,
   en torno, y cada cual la frente enhiesta.
   Lleno de galas el marqués venía
   y al verle Carlos le hizo mucha fiesta.

V    Suenan las trompas; ¡oh qué bello día!
   y quién al uno, y quién al otro apuesta.
Cuando al trote el jayán blandiendo viene
   la gruesa antena que por lanza tiene.



   Parece que la Francia el rostro enhiesta
   al verle, y que el sol brilla más sereno.
   Hácele todo el mundo mucha fiesta:
   de riquísimas galas entra lleno.

Va    Quién al francés y quién al moro apuesta;
   de justadores no hubo un par tan bueno.
   Suenan las trompas y Grandonio viene
   blandiendo el mástil que por lanza tiene.

1153:



   A acometerse van de tal manera


   Al fiero encuentro van de tal manera

  -[199]-  

1155:



   La intención de cada uno dellos era

1157:



   Helos aquí a mitad de la carrera.

1160:



   y en el escudo hunde al jayán la lanza.

1163-1164:



   y rota la loriga en el desnudo


   y rota la loriga en el carnudo
   pecho buena porción del hierro mete.

1168:



   haciéndole caer a gran distancia.

1170:



   creyeron todos que lo hubiese muerto

1177-1184:



   ¡Válame Dios y lo que echó de fieros,
   aquel salvaje! «Carlos, ¿de qué tratas?
   ¿No te queda, decía otro Oliveros,
   que tenga inclinación a andar a gatas?
-[200]-

V    ¡Oh danzarines, que no caballeros!».
   Venid, venid ahora a echar bavatas.
   Bizarra es cierto esta Tabla Redonda,
   cuando no hay nadie aquí que te responda!».
   Oyendo estos baldones, Carlomano

X    se moría de vergüenza y de dolor.
   «¿Dónde está aquel bribón del conde Gano?
   ¿Dónde está, dice, Orlando el Senador?
   ¿Dónde está el bellacón de Montalbano?
   ¿No les parece a ustedes que es favor

XV digno de que le pague un buen dogal
   plantarme de este modo, a tiempo tal?».

xi



¿Dónde anda aquel traidor del Conde Gano?


¿Dónde anda el picarón del Conde Gano?


¿Qué es de aquel perillán de Montalbano?

1193-1200:



   «Si alguno vuelve y empalar no le hago,
   empalado sea yo, y de aves comido».
   Astolfo, viendo tanto acaso aciago,
   «No es honor, dice, estarme aquí escondido.

V    Armarme quiero; y lo que debo, pago;
   luego sea lo que Dios fuere servido.
   ¿Puede parar en más que en que me mate?».
   Y aquesto dicho, se arma y va al combate.

iii



Astolfo viendo tanto caso aciago.
dijo, aquí es menester tomar partido

Astolfo viendo que iba aquello malo,
«de armarme, dice, el tiempo es ya venido.

  -[201]-  

1201-1208:



   Mas no con la esperanza o pensamiento
   de ganar en el lance mucho honor
   sino llevado de leal intento
   de servir, como es justo, a su señor.

V    Todo el concurso le miraba atento
   y al conocerle alzábase un rumor
   un sonreir de sátiras mezclado,
   que decía, gran refuerzo nos ha entrado.

vii-viii



que con cierto reir desimulado
dice: «¡Bravo refuerzo nos a entrado!».

1209-1212:



   Con una muy gallarda cortesía
   la mano de Carlos a besar se agacha,
   diciendo, «quiero en honra vuestra y mía
   irme a ver con Grandonio facha a facha».

1217-1224:



   Con esta gentilísima licencia,
   yendo a Grandonio, empieza a denuestarlo.
   Dícele que pesarle ha la insolencia
   y que presto a galeras ha de echarlo.

V    Pero por no cansar vuestra paciencia,
   señores, me parece aquí dejarlo;
   que si hasta el fin, la dulce historia mía
   gustáis oír, mañana es otro día.