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Este benemérito ciudadano, de quien por un olvido involuntario no se hace mención en la relación publicada por don Evaristo San Miguel, no sólo fué uno de los principales promovedores de nuestro glorioso alzamiento, como se manifiesta en esta memoria, sino que tuvo una parte muy activa en las mismas operaciones del ejército, en comprobación de lo cual copiamos el siguiente oficio:

«Primer ejército nacional, primera división.=Con esta fecha digo al general en jefe de este ejército lo siguiente.= Habiéndome pedido el ciudadano don Juan Álvarez y Mendizábal, quien por tantos conceptos contribuyó a nuestro feliz pronunciamiento de primero de enero, que manifestase a V. S. cuál ha sido la conducta que observó en la columna de mi mando desde el 27 de enero hasta el 4 de marzo, que no le fué posible continuar su marcha porque los enemigos le impidieron su reunión a la columna en el ataque de Morón, por hallarse cortado por ellos, deberé decir a V. S. que este ciudadano, no arredrándole ningún peligro, asistió a cuantas acciones hubo en aquel intermedio, dando ejemplo con su serenidad a la tropa de mi mando; que no economizando sus particulares intereses, a pesar de lo crítico de aquellas circunstancias, estimuló al soldado constantemente, ya facilitando cuatro reales por plaza, ya dos reales, ya un cuartillo de vino, sin contar con que diariamente estaba gratificando ya a unos, ya a otros, y particularmente a los que se distinguían en algunas acciones; y, por último, que me hallo satisfecho de que Mendizábal nada omitió al éxito de mis operaciones, obrando siempre con el singular celo que antes había manifestado en favor de la justa causa de la patria, y con un desinterés y moderación digno de los buenos; por lo que recomiendo eficazmente a V. S. a este benemérito ciudadano para que oportunamente recomiende al Gobierno estos interesantes servicios cuando lo verifique V. S. de los anteriores a nuestro pronunciamiento. Lo que servirá a V. S. de gobierno y satisfacción. Dios guarde a V. S. muchos años.=Cádiz, 8 de abril de 1820.=Rafael del Riego.=Señor don Juan Álvarez y Mendizábal.»


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Estos dos dignos oficiales estaban presos por las ocurrencias del 8 de julio; pero se les dejaba salir por la noche de su prisión, que era en el castillo de Santa Catalina.

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En este punto siente el autor contradecir a un amigo suyo, patriota distinguidísimo cual es don Santiago Pérez, teniente del batallón de Sevilla en aquella época, y después ayudante de campo del ínclito Riego, y digno de estar a su lado. Pérez, en un papel que publicó con el título de ¿Quién es el libertador de España?, afirma que él hizo elegir por general a Quiroga, pero la verdad es que ni a él ni a otra persona había ocurrido tal cosa, hasta que Galiano la propuso en Villamartín el 27 de noviembre. Bien es verdad que Pérez no oyó la propuesta de Galiano, pues como se ha dicho fué hecha en secreto a Bustillos y Arizmendi, y puede ser, por tanto, que él la hiciese igualmente en público por encargo de sus citados compañeros. El autor repite que siente contradecir a un hombre del mérito de Pérez, pero la verdad es antes que todo, y como en la honradez de Pérez no cabe decir una cosa por otra, es de presumir que deba entenderse su aserción del modo que arriba se explica.

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