Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Antología poética

Antonio Martínez Sarrión






ArribaAbajoTeatro de operaciones




ArribaAbajomari pili en casa de manolo


Abajomari pili cubierta de pomada
muy triste aquella niña muy abrigada
y ya ves ahora con cuatro chiquillos
mari pili poniéndose los guantes
jugando a los papás y a las mamás
en el invierno del cuarenta y nueve
era el cine aquel cuarto de la plancha
y el pasillo un eterno tobogán
mari pili jugando a las cocinas
en una fiesta con mucha merienda
y de pronto las luces que se encienden
y la pantalla rota y el asombro




ArribaAbajoel cine de los sábados


ArribaAbajomaravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con sus mamás que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherazade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan amargos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros




ArribaAbajola chica que conocí en una boda


ArribaAbajofue la prima que entonces se casó
luego hubo baile
piano y batería mucho vino
yo diría que gentes más bien pobres
con los trajes de muerto de las fiestas
nevaba muchos viejos
que echaban la colilla en un barreño
y sacudían la mota
mucha música
la pizpireta que se está
bajando las bragas
se pone de puntillas
mira a la galería
con aquellos ojazos virgen santa
y aquel reír el vino
estuvo luego haciendo de las suyas
hasta que ya no pude contenerme
y se lo dije
no a ella
a mis amigos
y estuve enamorado como un mes




ArribaAbajovals del viudo


ArribaAbajolo más bello del mundo es una fila de platos vacíos
ah lo más bello del mundo
un rayo de sol silencioso en la alcoba cargada
de su perfume
cuánta tierra tapiándole los ojos
qué camino más lóbrego el del tinte
el color de sus guantes qué indeciso
qué olor a pulimento en su ataúd de dorados apliques
y todavía hay lentos goterones de cera en la consola
y sillas
que aquel día trajeron las vecinas
ah qué velo tan denso qué violetas
cuánto tarda mi sueño
cómo se remansa el sol cosquilleante
el sol abiertamente irrespetuoso
en el aire estancado de la casa




ArribaAbajoandré bretón en trance


ArribaAbajoun chorro de vitriolo entre los ojos
y a esta hora
uno de abril quizás siete de octubre
dadas las coordenadas geográficas
andré bretón arrodillado o en cuclillas
o más bien sentado como moro
oirá que dan los cuartos
y las medias
y las horas culata-de-faisán
en su oscuro recinto de parís
un chorro de vitriolo entre los ojos
y el maestro vería
tal pájaro adivino dormido en la ventana
las mejillas hundidas de gurdjieff
el teatro vacío donde seguramente dan fausto o berenice
y la loca alegría del grisú
como un murciélago por los altos plafones
entre los senos bien cumplidos de las matronas griegas y romanas
los sombreros de copa
y toda la adorable antigüedad




ArribaAbajoPautas para conjurados




ArribaAbajoFuegos de artificio


ArribaAbajopoesía iniciática
desde la catacumba más hediente:

de tal modo es posible conjurar
con resultado válido
nombrar como si no viniere al caso:

nervaduras así alas de mariposa
rencillas solventadas paso libre
a la paz                        así
comprar el más sandio diario de la tarde
                                    así

acertijos
o así
correo sur
cruz del sur

acertijos sin orden ni concierto
poesía intransitiva

de esta manera opto por ser caníbal
porque de esta ruidos inmundos sifón
con averías desagües infinitos lejas
quemadas
jazz mahometano progresivo

de esta manera agravios indecencias
o de esta otra
confundo ya
los meses de dedo par dedo impar manque y passe

así
sacrificios incaicos
así llanuras con el bizco muy lejos no hay peligro
el problema es las manos se le atan a la esclusa
así
con gruesa soga
con cariados dientes
con cortafríos de esa forma científica
con cadenas
                              un lobo
no un cordero es                      un lobo
raja supura hiede pero así nos curamos
para eso es el cauterio
así Robert Jeantal la pícara Justina
así

almacenadita bien prieta como estopa
como algodón cardado así con esos lacres
de esta loca manera le doy al pedernal
acercas tú la tea así de ese tenor
con semejante insuperable garbo
de cualquier forma ¿ves?
se está quemando toda la CULTURA.




ArribaAbajoRitual de los apocalípticos


ArribaAbajoSI de lo que en rigor se trata es de sorprender a las muchedumbres ejecutando cabriolas
      verbales en fechas muy señaladas (en rojo) el resultado es éste:
dos horas después del desayuno descenso inesperado del paráclito náuseas
otro libro importante pide pista
discusión por enésima vez de la postura honesta
teorías procedentes llegada de bárbaros instintos claros de autodestrucción Cavafis como
      lúcida salida

SI de hacer prosélitos (residuos de apostolado seglar) la cosa es divertida: chaquetones de
      cuero rebajados candil excepcionalmente aldeano reuniones modismos semánticos
      fascinante esplendor de la meseta ir al Prado es muy rancio Don Eugenio
Todos entrelazados cuando llegue el gran día Cantemos al amor de los amores Cantemos a la
      huelga
Aquí se tira con calibre treinta con pólvora mojada con balas de oro con subjetividades
      neuróticas Las falsificaciones serán al punto desenmascaradas
El sentimiento común aparte porque claro es la poesía ya sabes algo periclitado (vide
      McLuhan) fichas de un centón aburrido un producto romántico (en el manoseado
      sentido de la frase) Sin embargo lo subterráneo lo iniciático lo apenas insinuado
      (¡Intelijencia dame el nombre exacto de las cosas!) necesarios obstáculos acicates la
      hora de la acción no del lector

EUROPA fue un oasis para aquel bendito ya sabes James complejo provinciano y todo lo
      demás aún bostoniano y tal vez por lo mismo Algunos energúmenos (son tachados de
      maximalistas no sin razón alguna) hablan de coartada incluso los soi-dissantes a tu lado
      Cuba hermosa pero exaltados siempre hubo

ÉLITE de una élite Impotencia coeundi (dicen) gentuza del montón muy poca higiene personal
      Ahora bien tú y yo sabemos: los médanos el mar con sol poniente las ruedas engrasadas
      el complot definido en su objetivo la bomba en los hocicos del tarado Y de esta forma
      (tú te anudas el cuello la corbata granate yo muero por besarte los rizos de la nuca)
       salimos al paseo enarenado procurando sonreír de pasada a la nurse y alados graciosos
       en el ligero parpadeo la tensión no más allá de una flexión de rótula marchamos por la
       exacta vía media alejados un tanto del pueblo de caníbales y cabreros que son Un
       enjambre furioso de avispas nos tapa la visión del Consistorio en la undécima (y nula)
      votación del Pontífice




ArribaAbajoDe la inutilidad de conspirar en librerías de viejo


ArribaAbajoAfrontar el desastre con los sueños
Halcones remachados a los guantes volatería
de los cuadros de género
alas en las vitrinas
emplomadas
      (Campo interior Alondras recordadas en el alba
      bajando de luchar del Guadarrama)
Patetismo
de las momias rezando en los estantes
la sorda letanía de la guerra
del impudor de unos y las ganas
de morir o matar de las milicias
Aún están rodeando al viejo pulcro
al librero de viejo
ante los anaqueles abrasados de polvo
acariciando con manos temblorosas los libros de botánica
las mostrencas teorías de Koprotkin
bajo la sucia luz de una bombilla
Historia
ya tapiada viejo tiempo maldito
con interrogatorios a las sombras
Dado caído inexorablemente
pese al Gobierno de Negrín los tanques recienhechos en Jarkov
los consulados del alcohol en el Hotel Florida
el imbatido amor a la verdad
Y de este modo
el invisible duende de los libros
el hombre de las trenzas conservadas en talco
recibe cada tarde las visitas sonámbulas de los viejos repúblicos
de las muchachas de las sindicales
mansamente vestidas ahora de marrón Y se intenta
remover la vergüenza Se convocan en sueños
las cohortes brutales de los senegaleses
en las pocilgas de Argelès-sur-Mer
el culo al viento los torrentes
de lágrimas inútiles
mientras la historia de los hombres sigue
ante sus pulsos congelados




ArribaAbajoCrónica fabulosa de Fernando Pessoa


ArribaAbajomurió el oficinista tenía
una hinchazón horrible paperas
de diagnóstico turbio un diván
sucio papeles esparcidos
por todos los alvéolos de su historia
un hijo de cartón grifos siempre goteando
que erizaban el vello de los brazos

murió fumando erraba ciertas noches
por claveles de tinta por finos mecanismos
guarnecidos de piel por sellos antigripe
acompañados de un certificado inusitadas
pirámides de polvo hallaron
un orinal debajo de su mesa
postales pornográficas de indescriptible alcance
un libro muy oscuro sobre el Maestro Eckhart
una alcancía repleta de coñac

según los más solventes testimonios
solía mirar al alba los enormes delfines
las joyas y los cuernos que trajeron de Goa
una rodela del gran navegante botes de humo
mazmorras para herejes los despuntes
del día le cogían en éxtasis se llevaban
su abrigo de mezclilla su aterrador paraguas
su personalidad que vaya usted a saber
y otra vez -sol muy tibio gaviotas sobre el Tajo-
lo devolvían a su inútil despacho
mientras doblaban quejumbrosamente
allá en Londres su sueño
con música de Elgar
las verdes anclas del almirantazgo




ArribaAbajoLe grand verre


(Duchamp)


ArribaAbajoEn Nueva York los años han sembrado especies paralelas:
Tales langostas
Tales reinos mineros
Tales crisálidas fuentes secas ritos
Tales aguasdulces liquidación de últimos restos (risas
en locales cargados con el jazz
      con el gas hilarante) Fiestas
tales como trapecios émbolos
      (Movimiento Continuo)

Allí todo es posible: el desgaste de los bolsistas
corriendo a las iglesias perforadas por la explosión
Carneros degollados en Rockefeller Center
De esta manera el médium
el muchacho con la camisa a rayas la inquietante
transparente cabeza se irrita mucho (pese al veto)
en el cementerio judío y luego abstrae vuelve
por una pinza entomológica y coloca un cristal
una diadema de dientes unos pajes
descoloridos mientras trasiega whiskey de centeno y hace muecas
Y fuma

Rabiosamente fuma y luego pica
cualquier azogue limpia el polvo aprovecha
unos gramos de mirra Torna luego la vista y todo es polen
limaduras rastros
de macadam y alguien empuja puestas en el tapete
Y pierde
Ahora mide unos élitros
radiografía unos nimbos instala corta ordena
Ahora mira sarcástico
Ahora vuela al Registro de Patentes
Nieva en las escaleras incendiadas Cantan
los pólipos Arrecia el granizar de los bragueros

Y así se autentifica
previo un resguardo satinado y húmedo
el arma colosal contra el estiércol
ya no biodegradable




ArribaAbajoOcho elegías con pie en versos antiguos




ArribaAbajoIII



Puesto que el tiempo convida,
vamos a ver si mi halcón
le quita a un ave la vida.

Randolph                



ArribaAbajoAsí es como los nudos terminan deshaciéndose
en un caudal de lágrimas:
estallan pues, así, lagares fermentados, cosechas
completamente quedan anegadas
por el turbión. Difumínanse así
las horas de aguardar que retorne el deseo,
la irrupción siempre nueva de las flores carnívoras.

Así se desarrollan sin un gesto piadoso
las esteras metálicas el tiempo del graznido.

Vuelto a la valva gritas y un opaco silencio. En otro lecho
se revientan los vasos capilares de las flores carnívoras,
y hay que esperar tocando una compleja flauta siciliana
a que salte el invierno al escenario
ofreciendo otra vez de madrugada
su sarta de malditos abalorios.




ArribaAbajoVI



Damas de Escocia. Damas de Inglaterra,
¿En el mundo queréis satisfacción?
No os caséis por castillo, ni por tierra
Sino con quien os dicte el corazón.

Las querellas de familia                


ArribaAbajoPor el ojo de buey vemos la despedida,
hay relámpagos súbitos en el atardecer,
el virar de la nao que enfila la bocana,
la humedad de los párpados, la angustia
de una atónita mueca interrogante,
dos coronas de flores flotando a la deriva
en la burlona rúbrica que pone el acordeón
y el temblor de unas manos arropando la llama
que enciende el cigarrillo más amargo y más puro.




ArribaAbajoVIII



Volviose a su castillo el caballero
Muy poco el primer muro resistió
Ganole pronto el enemigo fiero
Y en el segundo muro se estrelló.

Percy,
Colección de poesías antiguas
               


ArribaAbajo¿Quién sostiene que no?
El fragor del combate se ha alejado.
He aquí las vestiduras sangrantes.
La herrumbre ya ha implantado sus implacables tiendas,
como el silencio su cuenta de siglos.




ArribaAbajoUna tromba mortal para los balleneros




ArribaAbajoThesaurus de I. M.


ArribaAbajoY como andábamos ya cerca del milagro
decías al azar: «Me gusta Dylan».
(Los roídos tablones que acuna la marea,
el albo flamear de las gaviotas
en la encendida niebla, ese fresco saludo
al ocaso, su gesto
ya más dulce). «¿Sabes? Fue un accidente».
(Desiertas calles coloniales
a la luz fantasmal del lento atardecer...)
Calló tu voz en el teléfono
y repentinamente: Todavía estamos vivos
le lancé como un rayo, vente
con algo de beber
y sola si es posible.
Vente -decía (discursos exteriores)
con tus ojos de niña asombradísima
que ha robado manzanas en el más prohibido huerto de la cartuja,
música silenciosa, pequeña perfumada de limón,
joven rama florida, mal amada,
te espero. Y te oía
discurrir de minucias, de modos
de transporte, de cruces peligrosos,
de ascensores no seguros del todo. Y así,
como ya retrasabas y andábamos por bien pasadas luces
de Nashville (Tennessee),
Dylan dejando su palacio púrpura
acompañó un buen trecho nuestros pasos
mientras tú me besabas en la senda borrada
por las cárdenas hojas de los alerces.
Se condensaba tu minúsculo aliento
en grises nubecillas, oh esbelta, oh rabiosísima,
sensitiva a los aires country songs.
No temas, enlazada por el talle,
no se había vuelto a su refugio de espejos y nieblas
el callado muchacho del Mayflower,
si bien algo cansado
cantaba todavía para nosotros Lay
Lady Lay o Desolation Row.
¡Tantos siglos de espera, tanta hiel,
tantos amaneceres ateridos
junto a híspidos cuerpos sin sabor ya y remotos!
Vamos
pantera. Sigue
girando el disco en grandes plataformas
lunares. Golden
Years, mi corza. Qué lágrimas
inmensas y felices frente a la calma del desbordante otoño
convocando a los tímidos venados
con su trompa oxidada.
Solos,
oyendo al Brujo, qué tarde, qué tardísimo,
qué de repente, alegre, dulce mía,
has descifrado toda mi canción.




ArribaAbajoEula Varner / Ornella Muti


ArribaAbajoAcércate. No temas: irradia horror
pero siempre el horror
hizo crecerse a los mortales. Hinca
tu hocico, hoza perfumes inabarcables, roces
de hembra-delfín. Gasta tu tiempo: el vendaval
es su elemento propio. Aspira: aquí está la entregada.
No temas al volcán
de mantillo podrido y perfumado. Acércate: la gasa
se comba sobre el seno palpitante. No escuece su zarpazo: es visitable,
casi es acogedora desde que pisa el ruedo.
Acércate, su trono -es un efecto óptico-
sólo a primera vista se orna de sangre y médula. Estofada
de anchas volutas de organdí, irradia horror -te han dicho-
transpira opacidad y calentura. Teme -te han dicho-
los nupciales asaltos de la Reina: Eres
sólo el pulgón, sólo la larva zángana. Y ves ahora que no:
A veces opalina cual medusa,
a veces legamosa y reptante como un atroz ciempiés
arrastra su dulzura hasta tus labios, besa
tus párpados, coge tus manos y las funde
a su espalda arqueada por espasmos. Abre su trompa
-grácilmente retráctil- y la embriaguez te anega.
Succiona, ahora entregada, caen sus toscos vestidos
olorosos a támpax y a colegio de monjas. Apenas púber
ofrécele tu polen, hazte con la Gorgona
un puñado de lava incandescente. Ya sois indiscernibles
como el agua y las náyades. Ya la espuma rugiente de los acantilados
en vuestras ascuas rompe. Ya reventáis erguidos y magníficos.
Ahora: Forma, Piedras,
profundísimas huellas del deseo en terrazas basálticas,
aluviones
de marga ante el silencio hosco de los astros. Una vez más
el orujo apiñado en los hondos lagares
conmemora que un día fuisteis dioses.




ArribaAbajoRío salvaje


ArribaAbajoEs para fascinarse
con la serosidad
de la saliva

Para seguir el curso
hasta las fuentes bautismales
de la saliva

Para inmersión y abandono de lacras
en los miasmas sulfúricos
de la saliva

Y al cabo y con los años
dar al fin en la mar (que es el morir)
de la saliva




ArribaAbajoHoliday


ArribaAbajoAl cabo
de este domingo de piñata hondamente intratable
se abrirá en abanico la semana
de los lunes con un lunar de oro y muchos lápices
de los martes de ríos orquestales
de los miércoles quemados de magnesio
que nadie osará hollar, siempre presentes,
de los jueves con las más frescas lilas goteantes
de los viernes repetidos y rojos como abiertas granadas
de los sábados con danzantes etíopes y timbales
de los domingos todos con tarde rescatada
para jugar al corro bajo el palio infinito
de la luz decayendo hasta el acorde.




ArribaAbajoHomenaje al Postismo


ArribaAbajoHube de subvenir a unos zapatos,
perdón, quise decir a unos zapatos
que, si se portan bien, yo no los atos-
igo con mis lazadas. A los patos

he echado mis zapatos garabatos
desmigándolos bien. O sea, en los tratos
con los tenderos pido unos zapatos
que no sean caros y no sean baratos.

No me entienden. Me lanzan los ingratos
pares de saldo, letras impagadas,
miradas de lujuria... Mas, los ratos

que así pierdo, se vuelven sosegadas
horas acariciando a mis dos gatos
cuando vuelvo a la clínica a patadas.




ArribaAbajoEl centro inaccesible




ArribaAbajoArribada


ArribaAbajo¿Quién habla de una fácil travesía?
Las noches se poblaban de sirenas,
de cuartos donde ardía la revuelta,
de exilios que a tu cuerpo devastaron.
Mi amor fuerte, mi amor loco y profético
con vestidos que el puro azar cosía
y que eran desflecados por la bruma
entre las carcajadas repulsivas
de una Europa siniestra y satisfecha.
Son muchos los agravios, risueña. Pero algo
desatado y veloz, a mí te trajo a flote,
indemne, victoriosa, con el floral tesoro
de tu ternura oceánica, de tus ojos de miel.
Y en la tranquila tarde de este día de mayo
cruzas serenamente por tu sueño y yo velo,
mientras pasan los lentos veleros de la música,
tu tos de fumadora y tu jersey grandón.




ArribaAbajoRiquezas


ArribaAbajoUnos tienen sus huertos oreados,
sus panales, sus eras y sus viñas,
mas no conocen las fases del mosto.
Yo no te tengo más que a ti.

Otros tienen sus flotas y arsenales
y capean temporales en la Bolsa
durmiendo entre unos brazos mercenarios.
Yo no te tengo más que a ti.

Los demás tienen prisas y negocios
y tratan de llegar pronto a una cita
para que esta demencia continúe.
Yo no te tengo más que a ti.




ArribaAbajoTercer aviso


ArribaAbajoDesuncirse del carro cuesta sangre,
pero es la sola empresa inaplazable
ya que, si no, las leves mataduras
derivarán al cabo en feas llagas
hasta que el alma, en tal supuración,
borrados los contornos toque fondo
y la pobre maceta, el cielo de la tarde,
el trío con violín, el adensado humazo,
y toda la Kulchur en cien metros cuadrados
tiren de embozo, blandan los aceros,
aquí se forme la de dios es cristo
y las sirenas de las ambulancias
que portan al forense de labio leporino
se vuelvan de vacío porque el muerto voló.




ArribaAbajoÚltimos pájaros urbanos


ArribaAbajoContra el hielo y los restos calcinados
Contra los calcetines poco abrigos y pasados de moda
Contra el motor de cuatro tiempos (muertos)
Contra el humazo tan poco dormido
Contra los densos telares de la tarde
rasgados por el neón intermitente
todavía cantan
Contra la red y los tridentes, contra
el pulgar victimario que ordena inmolaciones
todavía cantan
Contra las encuadernaciones plásticas, color vómito, contra
las tijeras abiertas y no hay dónde morder
todavía cantan
Todavía cantan contra los teléfonos vendados,
contra las tazas forradas de piel y allí un enjambre de escolopendras
todavía trinan fuerte y alto
reclamando silencios, ramas cubiertas de rocío, tordos,
de color invernizo, tormentas
rebotando en los montes, en los ecos que tiemblan en tus ojos, amor,
todavía
en los ecos que aún oigo mientras sube
de la tierra arrasada aquel aroma denso
en el que se confunden los muertos y el mantillo
de este ciclo postrero y sin renuevos.




ArribaAbajoHorizonte desde la rada




ArribaAbajoDirección obligatoria


ArribaAbajoAhora que voy creciendo,
y el cauterio
disminuyó su paroxismo y un dorado silencio
preñado de inminencias aventó el griterío.
Ahora, ya borrada la sangre que el tornado
dejó por los cegados corredores,
acuciante y en vilo
porque aún escoltado por el miedo,
abro los ojos a la cercanía
de tu sonrisa cómplice, y campanas
de nuevo rescatadas y vencejos
ebrios de tarde, arden
con una sola flecha indicadora
que reiteran los cruces innúmeros del mundo
y a tu cuerpo conduce,
ese pequeño y abrigado puerto
donde arribo sediento, pero en paz.




ArribaAbajoSaulo y los pájaros


ArribaAbajo¿Dónde pernoctarían el largo y frío invierno,
en qué nido de musgo o en qué resto de brasas
para exultar así, serenos, diamantinos,
en las aún desnudas enramadas de marzo
al despuntar el alba en la ciudad?

¿De qué antro de cólera y estruendo
me arrancó ese llamado sigiloso,
qué densas capas de miseria y pánico
de humo y de salsa loca del Caribe
hube de atravesar como un Lázaro ebrio
para escuchar al fin con sentidos ya castos,
porque lavados en vuestros arpegios,
el hondo diapasón de la tierra, el aliento
de la vida sin nombres, ni memorias, ni tiempos?

Lo cierto es que una rabia confusa y un espasmo
de dolor agudísimo se fue haciendo sollozo
por nuestra vida mala, por nuestra suerte atroz.
Y que sólo tus brazos
abriéndome los negros precipicios del sueño
pudieron suturar la fulminante herida
o aplicar el beleño que alivia sin sanar.




ArribaAbajoDerecho de conquista


ArribaAbajoCon qué empeño la luz
quiere arropar, velada, la paz de la mañana
de manso mar y silenciosas calles
y de ese modo levantar el solio
que te encierra y engasta cual zafiro
cuando, al fin, sonriente y despeinada,
pasas revista a la enemiga tropa
y la encuentras conforme a tus designios
en batallones de plumón tan tibio
en falanges de aljaba tan vacía
que proclamas, sin lucha, tu victoria
y el raigón derrotado de mi ejército
cargado de grilletes tras tu carro se arrastra
traidor a su bandera, a su patria, a su dios.




ArribaAbajoPacto


ArribaAbajoHijo, cuando esto leas,
lo que ahora espera es, será un tallo mecido
por vientos de la rosa
que quisiera caricias benignas para ti,
como benigno ha sido el despertar
-sol cabrilleante sobre un mar limpísimo-
de este par de embobados que tal vez ya presientes,
contándose sus sueños donde tú aparecías
desleído, inconcreto, sonriente,
tendiendo los bracillos a los brazos amantes
que te alzan a dioses antiguos y borrosos
cuya riente huida entre las ondas
dejó a la hermosa tierra un instante aterida
y rotunda al siguiente, siempre a sus fieles fiel.




ArribaAbajoCernuda aprobaría algo similar


23-II-81



ArribaAbajoDe todos los dislates, éste el máximo:
lanzar y relanzar la carretela
en un brutal océano de envidia
en la cloaca de la intransigencia,
cuando ya es evidente que una patria
en este híspido trozo del planeta
o acaba en puerto de arrebatacapas
o en el punto de mira de unas bestias.




ArribaAbajoExcelentes tiempos para la lírica


ArribaAbajo¡Qué delicia escarbar en la pelambre
hasta dar con el cuero cabelludo
y allí cientos de liendres eruditas
ahítas de la sangre eminentísima
de tal o tal talento alejandrino!
Felices con sus propias deyecciones
plasman en un papel los grumos últimos.
Como un rayo lo imprimen en itálicas,
y tras uso de zafa y toalla sucia,
y una vez ajustados busto y medias,
instalan su real cuerpo en Boulevard Cavafis
y les ingresa en cuenta el señor March.




ArribaAbajoDe acedía




ArribaAbajoVida de monje


ArribaAbajoLa torre de los sueños, el abatido faro
donde, por aquel tiempo, proyectábamos
castillos que la mar respetaría
¿en qué han parado sino en el temblor,
esa rata que en la alta madrugada
renuncia al corto tramo de asfalto ciudadano
que entre la densa niebla habría de recorrer,
pues en la más inocua cercanía
alguien enciende luces en la casa
porque instaló el insomnio su helado pabellón?




ArribaAbajoOctubre


ArribaAbajo¿Y ha de ser siempre así?
Las tardes cruzan
entre el válium atroz y el acecho a los árboles
a fin de sorprender ese ocre de la hoja,
nuncio de los detritos imparables
que, una vez más, esparcirán mis pasos
rumbo a sueños tachados.

De esa rutina sólo el viento duro
portando la fragancia de la lluvia
permitirá una honda, furtiva bocanada.
Y habrá que atesorarla como rara moneda
frente a la grave usura del futuro.




ArribaAbajoDeriva


ArribaAbajoParaísos que nunca se perdieron,
se hallaban emboscados simplemente
en las encrucijadas del futuro
adoptando las formas más disímiles:
azulados caballos que dibujan
los escapes del gas, arborescencias
en bucle del asfalto derretido, palomas
que vuelven al sombrero del prestímano
abatidas por la cohetería
que clausura entre palmas un siglo tan feliz.

Entre estos intervalos de esplendor
se deslizaba el tiempo como un buque
con las luces cegadas, el gobernalle roto
y una leve modorra en el pasaje
que en vano interrogaba a la marinería
por el dudoso muelle del atraque final.




ArribaAbajoÓrfica


ArribaAbajoA punto de estallido las meninges
tras fatigar los fosos del saber
y haber semiagotado los modos cabalísticos.
Mimando de algún modo la acampada de Cristo,
la melopea que baja de lo alto del trípode
y el árbol del prodigio que a Gautama nimbó,
sin olvidar, es obvio, el resbalón de Empédocles
o aquella numinosa coprofagia de Nietzsche,
hoy, mucho nos tememos que los Altos Misterios
radicaban en eso: en la palabra Arcano,
cuya etimología es cosa de filólogos
y gentes de muy poca higiene personal.
Acaso ese alto nombre pudiera canjearse
-igualmente veraz, falso como un político-
por éste de muy baja definición: Huida.




ArribaAbajoOtra poética improbable


ArribaAbajoNi arma cargada de futuro,
ni con tal lastre de pasado
que suponga sacarse de la manga
una estólida tienda de abalorios
con la oculta intención de levantar efebos.
La poesía es fábrica de castigados muros
con alto tragaluz que sólo al azar filtra
la más perecedera luz del sueño.




ArribaAbajoEjercicio sobre Rilke




ArribaAbajoCerámica con pájaro


ArribaAbajoTan invisible por tan a la vista
ahí estás cada día, pechigualdo,
plumón coloreado sobre el barro
que se eriza de lápices: testigo
de los tensos momentos en que luchan
miedos a profanar y rastreras pulsiones
que suelen dar -poema- en agua de fregar,
en trazos de intención filibustera.

Y el caso es, pechigualdo,
que abriendo tú las alas, yo trepado a tu lomo
pudiéramos formar una rara figura
a fin de abandonar de una vez para siempre
por esos cielos claros de la atroz primavera
este inútil afán, esta cárcel de sueños.




ArribaAbajoCarne de lidia


ArribaAbajoCumplida la agonía de aquel día estival
la refrescante noche estableció su imperio
y sólo los pitidos de un tren por la llanura
ofrecían contrapunto al titilar altísimo
de las constelaciones. Concluida la fiesta
hubo que regresar a la ciudad. Pensaron
en un principio en recurrir a fondas,
a oscuros paradores con galeras y recuas,
pero un ofrecimiento del todo inoportuno
les llevó a apalabrar, por dinero o de balde
-que no saben los niños hilar tan fino nunca-,
un absurdo traslado, avanzada la noche
en aquel renqueante, moribundo camión
que avanzaba entre el polvo a barquinazos.
La carga era macabra: bajo un plano de tablas
puestas de cualquier forma y tapadas con sacos
carnes ya frías y pelos y cuernas aserradas
eran el triste saldo de una tarde de toros
con vinazo, arte nulo, algún valor.
Y allí estabas, alzado contra el viento nocturno
que ahora venía fresco, intentando negar
aquel suelo de muertos en acción de combate
o asesinados contra los chiqueros,
aquellas cruces en la carretera
que alumbraban apenas los misérrimos faros.
Y allí estabas, minúsculo por la noche viajera
que tan hondo temblaba, girando allá en lo alto
con todas sus estrellas de nombres inhumanos.




ArribaAbajoCoda: añagazas


ArribaAbajoDesenergetizado, deshuesado,
cambio de asiento como de camisa,
movilizo en mi ayuda al abrecartas
y soslayo su rufa puñalada.
Quisiera tener aura y a la vez mano dura
como un Ministro de Gobernación
y que exultase de mis intestinos
esa añorada alianza de pensamiento y brío
que, unidos al fluvial crédito en la tarea
den lugar a la obra -si hética- indispensable
para embaucar al cándido editor.
Pero ya veis qué miserable intento:
un penoso ejercicio de dudosa retórica
y este tanto en mi haber:
las diecinueve horas que logré rescatar
al repulsivo monstruo de uñas negras.




ArribaAbajoCantil

[fragmentos]



[...]
El motivo siguiente de esta figuración
un tanto de almanaque, algo desenfocada
y su piedra miliar o su muro de carga
nos aboca a un paisaje de alta melancolía.
Se trata de un islote al que sin tregua baten,
bajo bloques basálticos, las incesantes olas
y coronan en vuelo aves de pluma oscura
y agorero chillido. Altos cipreses celan
en cerrada falange el corazón de un ámbito
por el Hades regido, donde quizás labraron
anónimos canteros y en fecha algo indecisa
fosas y panteones e imponentes mastabas
por brumoso mandato de ciertas dinastías
a la vez destruidas por incestos y crímenes,
de algún alto señor o sombrío sanedrín
compuesto de patricios y de nobles de toga.
Gástanse allí escalones y preeminencias entre
los huéspedes que integran tan mustia población.
Y así, bajo la mole que cierra por Oriente,
una breve terraza de argamasa encalada
señal es de que el muerto, al que el balcón realza,
(ya en el siglo fungiera de vaciar los bacines
o librar de los piojos al abad o al margrave)
posee derecho a vistas en los radiosos días
o en las noches silentes del centro del estío.
Al contrario, los otros, de alcurnia menos alta,
cuando el aburrimiento desencaja quijadas,
habrán de contentarse con arrancar las bayas
a los negros cipreses que con sus nichos rozan
y acceder al Azur por tercero interpósito.
En el extremo occidental de la isla
excavada a mitad de un liso farallón
que se resuelve, al fondo, en aguas turbulentas
se adelanta la boca de una cárcava fosca
sin protección alguna, sin balaustre ni cerca.
No parece aquel vano, lugar para el reposo
eterno de unos restos, a menos que el fantasma
acampara en el vicio de procurarse vértigos
como quien se desliza por áspera vertiente,
se trepa a una cucaña moviendo el nalguerío
o repta en ese estilo un tanto congestivo
de aquel desmejorado Señor de Transilvania.


Ignoramos qué túmulos, qué fríos cenotafios,
qué aras sacrificiales, qué truncadas pirámides,
qué huesas enigmáticas se abrirán hacia el Norte.
No resulta impensable que ese espeso follaje
vele un inabarcable y arcaico pudridero
tan cumplido de restos, que acaben rebosando
y, astillados, se empujen de la cornisa al piélago
en una lastimosa y pausada secuencia
semejante al desplome casual de los glaciares.
Espectáculo, ¡es lástima!, a nosotros vedado.
Mas si se aguza el párpado, si se atisba de cerca
no semeja el lugar agobiada necrópolis
ni adopta el duro ceño de las fosas comunes.
Otra vuelta de tuerca y ya ni Muerte allí:
sí jardín al abrigo, minúsculo Monte Athos,
huerto de Melibea, nido del Ave Roc,
promontorio regido por los besos de Circe,
regalada clausura, relajación capuana,
boya de soledades destellando al ocaso,
trinchera, eremitorio de soñadores, cifra
que resumiera el ansia de todos los errantes.
Sí, se diría un ambiente itálico o heleno
abierto para pocos, de sabor horaciano
de no ser por la tensa, inminente descarga
de todas las potencias del cielo, bajo especie
de feroz temporal. Porque sería en vano
como acaba de hacerse -debilidad retórica
o estado ya alarmante del árbol neuronal-
imaginar un cielo sedeño, el sol arriba
y la brisa terral arrastrando semillas
y exóticas fragancias: especias, frutos pútridos,
hogueras con capturas asadas al espeto,
rasgueo de guitarras abismadas y amargas
y un danzar en la arena, de pie y pierna desnudos,
con las manos unidas y altas y convocantes.
[...]




ArribaAbajoCordura




ArribaAbajoMetamorfosis de lo cómico


ArribaAbajoCumplida una tarea, aun regalada,
y al dejarte caer en los cojines
que recubren la alfombra,
no es raro que semejes una confusa bestia
hasta en los refunfuños o bufidos
que provocan la risa
en los que más te quieren. Y sucede
que acompañas las burlas
y aprendes, no a tomarte un poco en broma,
que ya algo fuera o mucho: a comprender
todo lo inexorable del proceso
sin perder la sonrisa.
La juventud pasto es de la vejez,
la vejez alimento adecuado a la muerte.




ArribaAbajoDos tipos, entre otros, de elocución poética



Para deleitar la vista, bien están los ricos ornamentos
pero debe forjarse exactitud
que atraiga al corazón como verídica.

LU-CHI (261-303 d. C.)                



ArribaAbajoHas envidiado, a veces (tienes que confesártelo),
no alcanzar estatura de poeta floral
-Góngora, Federico, Pablo García Baena-,
enjoyado, inconsútil, en volandas, lujoso
con esa aura de danza hipnotizante
que desborda fragancia de jazmín y albahaca
y estremece los ánimos y en lágrimas aflora
cuando, nocturnas, cruzan Vírgenes desoladas
en los ritos, no menos paganos que católicos,
de las viejas y sabias procesiones del Sur.

El modo tuyo, hombre de castro en la frontera,
o cruce de caminos borrado por los cierzos
o abrasado y sin sombra por un sol de venganza
que recorrían oscuras mesnadas de pecheros,
no te empeñes, acepta, es el del costalero
entre treno y blasfemia, que a la imagen levanta
y va dilapidando en las tabernas cuanto
los suyos aguardaran, contra toda esperanza.




ArribaAbajoFondos de río


ArribaAbajoRemontando a la fuente
o -siempre será idéntico-
ya divisando, al límite,
la anchura del estuario,
en el fluir de tu vida
el caudal ya permite ver los fondos.
No echas tanto de menos
los precisos guijarros veteados
que, para sí
e insensible a lamentos,
ya retiró la Dama.
Sí, los visibles y hondos
e inalcanzables, pese al mucho arte
que, en paciente inmersión,
el mejor buceador de lechos no traería.
En engañosa perspectiva
en vano fantaseas encuentros imposibles:
un ágape final
con todos los que amaste
antes que el telón baje
y el recinto sea pasto de piquetas.
Lo imaginas, lo vives ciertas noches
en que el sueño no acaba de llegar.
Después -flaco consuelo
que tu miseria, sin embargo, acepta-
te acoges a la sombra, confortado.

Y en la clara mañana que sucede
prosigues el camino, con aliviado paso,
en tanto el río agridulce del recuerdo
no deslice, otra vez, sus linfas de congoja.




ArribaAbajoSemper eadem


ArribaAbajoNo he de apagar la luz
para pensar en ti: a pleno día
y ande haciendo lo que haga
(deambular por los parques, mirar nubes,
contestar a unas cartas, romper versos,
retener cuanto graban en el contestador,
bromear con el hijo, ver que llueve
y apenas lo registran mis calizos terrones
pues que la reja de tu sonreír
hace días que falta),
no afecta a tu presencia cercana o venidera,
eje y razón y fuerza y calor míos.

En las encrucijadas más confusas del sueño
oscuramente sé de tu vivir. Y cuando
la madrugada, a veces, mi dormir interrumpe
anunciando borrasca,
me oriento por el faro
de tu claro vivir siempre al alcance.




ArribaAbajoArqueo navideño 1998


El Preso:  Van a matarme...
¿Qué dirá mañana esa prensa canalla?

Max:  Lo que le manden.


Valle-Inclán                



¿Cuánto,
antes y luego de las dulces fiestas
-que no es intención de uno alterar digestiones
ni pulsos que belén o árbol adornan-,
vale un niñín inglés o americano?

Mucho, en divisas fuertes.
Mucho, de clase media para arriba.
Mucho, si cuentas lo que su familia
y otras instancias, públicas o no,
invirtieron en él desde el primer vagido.

Ya le gustara, ya, a ese niño iraquí
mutilado o entero, pero aún vivo
(nunca libre, pues sufre a un tirano bestial),
que le fuera asignada, no digo aquella suma:
sólo la millonésima fracción
del coste de un misil «inteligente»
que borró de su lado y para siempre
al tibio compañero de pupitre o estera
cuyo hueco aullará contra nosotros
hasta el fin de los tiempos
exigiendo venganza.




ArribaAbajoPoeta en diwan




ArribaAbajoDos modos de embriaguez


ArribaAbajoNo era desde luego el mismo vino
el que inspiró a Hafiz,
a Omar Jhayam o a Anacreonte,
néctar suave que suavidad trae,
si acaso con punzadas de nostalgia,
entre frutales y fuentes muy claras
y polícromas sedas en frescos pabellones,
y el otro alcohol, abrupto y protestante,
con el que, a solas, deliraron
y contra el que lucharon sin fortuna,
cuando despunta el alba
en heladas cantinas ferroviarias,
Raymond Chandler, Joseph
Roth o Dylan Thomas.

Aunque la poesía de unos y otros
nos haya preservado para siempre
lo mejor de sus almas.




ArribaAbajoPájara


ArribaAbajoOh tiempo que, tras días de bonanza,
por algún accidente poco claro,
implantas el reinado de la astenia,
el universo del desabrimiento,
el silente suplicio del cansancio y la náusea
y, como sentenciados a garrote,
notamos un dogal que cierra la garganta
y en los párpados peso de losa funeral.
Tormento que no aplaca la luz suave de Vermeer
que, a la mañana, vino a consolarnos
y en la tarde, qué espanto, se transforma
en el más agresivo, legañoso y cenizo
«disparate» goyesco.




ArribaAbajoConfidencia


ArribaAbajoSoy consciente del tono cuaresmal
de estos versos: ya no hay lujo,
ni vuelo de metáforas, ni riesgo.
Es muy amortiguada poesía de vejez:
lo más seguro
es que valgan bien poco.

A ellos me entrego con aplicación
de artesano maníaco,
al amparo del porche,
en un pueblo pongamos que con mar.
Acaso de maestro guitarrero,
probando sus maderas y barnices,
afinando las cuerdas,
dándole brillo al traste.

También yo me daría por pagado
si el compás se conserva (y la cadencia)
y una mano amigable,
al final, y con todo, me los toma.




ArribaAbajoUn oficio


ArribaAbajo¡Tener la profesión
de crítico de haikus!
Juzgar cuantos pusieran
ante ti. Cobrar muy poco
y en especie,
que en las jóvenes
consistiera en un beso.
Al cabo de la vida
haber considerado
dos millones y medio,
sin escribir más que uno,
justo en la hora final.




ArribaDiscreto


ArribaFeliz quien, sin anhelo,
aguarda la mañana.
Y, en llegando, se dice
sereno: «Ya viví».
Ése empieza ganando
un día y otro día.
Ni se jacta con ello,
ni publica su suerte,
ni menos aún mendiga
aplausos, pompas, humo
con que hacerse una estatua.





Indice