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  • La campana de Huesca

    Crónica del siglo XII

    • Prólogo

      Cortado al uso y ajustado por mano amiga al cuerpo de la obra

    • Capítulo I

      En que se habla, a manera de prólogo, con el lector

    • Capítulo II

      Que largamente trata ya de una famosa fiesta y ceremonia que tuvo lugar en la grande ciudad de Huesca

    • Capítulo III

      Comienza a aguarse la fiesta

    • Capítulo IV

      Que por ser todo esperanzas y temores entretiene y no satisface al curioso lector

    • Capítulo V

      Llegan las lástimas

    • Capítulo VI

      Donde se da cuenta de cierta expedición que hizo un monje benito a un monasterio para acallar escrúpulos de conciencia

    • Capítulo VII

      Que no hace más sino proseguir la materia del anterior

    • Capítulo VIII

      Que no merece leerse por otra cosa sino porque desata y esclarece algunos nudos y oscuridades que dejan en sí los precedentes

    • Capítulo IX

      De una plática sentimental que pasó entre el rey don Ramiro, de buena memoria, y la hermosa doña Inés de Poitiers

    • Capítulo X

      Que sirve para dar tiempo al tiempo y ocasión a que vengan otros inauditos sucesos.

    • Capítulo XI

      Donde se ve que los ricoshombres de aquella edad no eran tan sufridos como otros que andan ahora

    • Capítulo XII

      De cómo Aznar Garcés era hombre que solía hallar todas las puertas abiertas

    • Capítulo XIII

      Comienzan las pláticas y aventuras del valeroso caballero don Ramiro de Aragón y su escudero Aznar Garcés

    • Capítulo XIV

      Que es, si no de los más largos, de los más singulares de esta historia

    • Capítulo XV

      De un miedo muy grande con que probó Dios a cierto caballero, y cómo este se dispuso a recobrar su honra con grandes hazañas

    • Capítulo XVI

      En el cual se narra una grande y descomunal batalla que no fuera para creída si por tan seguro conducto no nos viniera

    • Capítulo XVII

      Prosiguen las pláticas y aventuras

    • Capítulo XVIII

      Descríbese un moderado banquete y no poco alegre festín

    • Capítulo XIX

      Qué cosa era ser buen rey en el siglo XII, y cómo podía convenirle, malo o bueno, saber latines

    • Capítulo XX

      De los escrúpulos que tuvo el piadoso don Ramiro con ocasión de una mentira, y cómo hizo penitencia de su pecado

    • Capítulo XXI

      Donde se ve que el cronista no echaba en olvido las cosas de la nobilísima ciudad de Huesca

    • Capítulo XXII

      Cómo Dios trae consuelo y ayuda a las dueñas menesterosas

    • Capítulo XXIII

      Que los de la montaña y los de la ciudad seguían en sus trece; por donde se ve que ya debían de ser todos buenos aragoneses

    • Capítulo XXIV

      Donde se preparan y entrevén los sucesos que, andando capítulos, han de poner fin a esta historia

    • Capítulo XXV

      Cómo es verdad que Dios castiga sin palo ni piedra pruébase con el ejemplo del lego Gaufrido, que lo que recibió fue una puñada

    • Capítulo XXVI

      Que Aznar no dejaba de acudir a las citas de amor

    • Capítulo XXVII

      Que Aznar Garcés, con ser tan rudo, sabía fundir campanas de muy gran sonido

    • Capítulo XXVIII

      Donde se continúa en algo la materia del anterior, y así como al descuido, se aclaran sucesos no bien explicados hasta ahora

    • Capítulo XXIX

      El cual sería de gustosa lectura para las mujeres sensibles, si, más ducho en ciertas cosas el que escribe, hubiera acertado a pintarlas mejor

    • Capítulo XXX

      Que el espíritu es fuerte, pero débil la carne, es lección de un santo padre, que halla aquí alguna demostración y ejemplo

    • Capítulo XXXI

      Donde se relata un famoso reto y desafío que, cuando menos se pensaba, tuvo lugar en la renombrada ciudad de Huesca

    • Capítulo XXXII

      Donde se pone tan en claro como suele andar el sol a mediodía que fueron aleves los ricoshombres

    • Capítulo XXXIII

      Que trata de cosas místicas; es quizá más que ninguno gustoso, por ser el último de los que escribió el mozárabe

    • Capítulo XXXIV

      De algunas averiguaciones y descubrimientos que no estarían de más, y omite, sin saberse por qué, el prolijo cronista