5 de abril de 1984
Julio Orlando, tú has sido un poco, una tardía ilusión de mi vida. Casi te he visto crecer y cuando me vaya, me llevaré esta imagen tuya, la de anoche: unido a tu hermoso saxofón, como un joven dios griego a un instrumento milenario. Con ser moderno el tuyo, cobró prestigio de lo que es antiguo, y por tanto imperecedero. Siempre tuya,
Dulce María Loynaz