Saltar al contenido principal

Europeístas españoles

Biografía de Salvador de Madariaga sobre su pensamiento europeo
(La Coruña, 1886 - Muralto [Suiza], 1978)

Por Luis Domínguez Castro (Universidade de Vigo) y
José Ramón Rodríguez Lago (Universidade de Vigo)

Fotografía de Salvador de Madariaga en Francia (1948-1957). Escritor reconocido en los más diversos géneros literarios, reputado orador y polemista, consumado internacionalista. Salvador de Madariaga es uno de los forjadores del ideal europeísta en su dimensión cultural, además de ser uno de los padres fundadores del europeísmo español.

Nació en 1886 en A Coruña, pero residió desde 1900 en el París de la Belle Époque, educándose entre las aulas del prestigioso College Chaptal, la Escuela Politécnica y la Escuela de Minas. Fue en aquella primera etapa parisina cuando conoció a su futura esposa, la escocesa Constance Archibald, con quien se casó en Glasgow en octubre de 1912 y que ofreció al español su primer contacto con las redes británicas.

Con el legado de las redes tejidas en Francia y el Reino Unido, regresó a España para trabajar como ingeniero de minas para la Compañía de Ferrocarriles del Norte, pero compaginó su profesión con su vocación literaria y política. En febrero de 1913 formó ya parte de la nueva junta directiva del Ateneo de Madrid, que, presidida por Rafael María de Labra y arropada por Melquíades Álvarez y los jóvenes Ortega, Azaña y Pérez de Ayala, constituiría unos meses más tarde la Liga de Educación Política.

Iniciada la guerra en Europa, en 1916 trasladó su residencia a Londres para ejercer como corresponsal del diario madrileño El Imparcial, el barcelonés La Publicidad y el semanario España. En Gran Bretaña colabora además en los diarios The Times y The Manchester Guardian, o en las revistas Contemporary Review y New Europe, donde plasma sus primeras ideas sobre el futuro del viejo continente. Publica en esos años sus primeros libros en español y en inglés, compaginando la crónica internacional («La Guerra desde Londres», 1917), con el ensayo de crítica literaria («Shelley and Calderon», 1920).

Fachada del Ateneo de Madrid, donde ya fue miembro de su Junta Directiva en 1913. En el otoño de 1921 es designado por el gobierno de España agregado técnico de la Conferencia Internacional para la Libertad de Tránsito y de las Comunicaciones que, organizada por la Sociedad de Naciones, tuvo lugar en Barcelona. Desde agosto de 1922 a diciembre de 1927 reside ya en Ginebra, donde ejercerá diversas labores como alto funcionario de la Secretaría General de la Sociedad de Naciones: director de la Sección para el Desarme, secretario de la Comisión Mixta para el Desarme y secretario de la Comisión Preparatoria para la Conferencia de Desarme. Su primera estancia en Ginebra le permite establecer contacto con las principales redes diplomáticas, militares e intelectuales de la Europa del momento. Por entonces se muestra muy crítico con el proyecto de Paneuropa inspirado por Coudenhove-Kalergi. Madariaga mantendrá siempre su admiración por la obra de Unamuno, quien le premiará con el prólogo de su primer libro de poesía («Romances de ciego», 1922). Mientras tanto, sus opiniones sobre España en su sección en el diario El Sol titulada «Desde fuera» y bajo los seudónimos «Sancho Quijano» o «Julio Arceval», le otorgan gran prestigio, pero generan a su vez algunos encontronazos con Ortega, Maeztu o Araquistáin.

En julio de 1927 su designación como titular de la cátedra Alfonso XIII de Literatura Española recién fundada en la Universidad de Oxford le posibilitó renunciar al cargo ostentando en Ginebra para progresar en su carrera literaria. Desde diciembre de 1928, liberado de sus compromisos institucionales de la Sociedad de Naciones, se convierte en propagandista de la causa internacionalista con diversas giras entre Europa y América bajo el patrocinio de la Asociación en favor de la Liga de Naciones. Compagina su labor académica en Oxford con las intensas giras de conferencias por los Estados Unidos y los cursos de verano en Suiza, siempre en defensa de una conciencia ciudadana mundial. En esos años produce tres ensayos que lo distinguen como una de las figuras mundiales del internacionalismo: Englishmen, Frenchemen, Spaniards (Londres, 1929), Disarmament (Nueva York, 1930) y Americans (Oxford, 1930). En los dos últimos y en numerosos artículos de prensa evidencia su desconfianza ante el proyecto de unos Estados Unidos de Europa avalados por Aristide Briand.

Salvador de Madariaga ejerció de alto funcionario en la Sociedad de Naciones durante los años 20. En abril de 1931, mientras realizaba una de sus ya tradicionales giras americanas, recibió en México la noticia de su designación como nuevo embajador de la II República ante los Estados Unidos. Regresó a España en mayo y de nuevo a los Estados Unidos –ya como embajador- en junio. Pronto debió asumir el encargo del gobierno para hacerse cargo de la delegación de España ante la Sociedad de Naciones.

Durante su segunda estancia en Ginebra, desde septiembre de 1931, Madariaga compagina las tareas asociadas a su cargo como delegado de España con las asignadas por la Sociedad de Naciones: presidente de la tercera comisión para el desarme; miembro del comité de garantías para la celebración del plebiscito en la cuenca del Saar; presidente del comité encargado de tramitar la admisión de la Unión Soviética en la Sociedad de naciones; figura determinante en el acuerdo de conciliación entre Colombia y Perú sobre el territorio de Leticia; la voz más crítica contra la ocupación de Manchuria por Japón; presidente de las diversas comisiones creadas para afrontar la ocupación de Abisinia por la Italia fascista. Entre enero de 1932 y marzo de 1934 ejerce además como Embajador de España en París convirtiendo en tradición su peregrinaje pendular entre la capital francesa y Ginebra. En marzo de 1934 lo nombra nuevo ministro de Educación y en abril de ese mismo año asume fugazmente la cartera de Justicia. Regresa posteriormente a Ginebra para proseguir su labor en favor de la paz.

Tras pronunciar el discurso de clausura de la Conferencia de Altos Estudios Internacionales celebrada en Madrid en mayo de 1936, organizada por el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, sus desencuentros con el gobierno de Casares Quiroga provocaron su renuncia a seguir ejerciendo como delegado de España ante la Sociedad de Naciones. Iniciada la guerra en España regresó a Ginebra para ostentar inicialmente el cargo de director de la Oficina Internacional de Museos, dependiente del Comité Internacional de Cooperación Intelectual presidido por su amigo Gilbert Murray.

Los años de la guerra en España son los más intensos desde el punto de vista de sus relaciones con las redes internacionalistas. Prioritariamente, como promotor de un proyecto mundialista que, inspirado y alentado desde agosto de 1930, se presentó públicamente en sociedad en diciembre de 1936 con la denominación Word Foundation y que intensificaría las redes tejidas entre los Estados Unidos con la creación de la Word Citizen's Association y con Gran Bretaña, a través del Word Unity Movement. En 1937 la Universidad de Yale le otorgó el prestigioso Premio Howland. Ejerció también como presidente del Comité Internacional para la Paz Civil y Religiosa constituido en París para tratar de alcanzar una mediación para la paz en España.

Imagen dibujada de Salvador de Madariaga en «El Liberal», 10 de enero de 1925. Los diversos fracasos en los proyectos por la paz y por el mundialismo emprendidos previamente y el estallido de la Segunda Guerra Mundial le hicieron concentrar su atención en la literatura. Sus obras sobre Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Simón Bolívar se convirtieron en cita de obligada referencia y renovaron la idea del hispanismo.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Madariaga regresa a los Estados Unidos donde es premiado con honores en la Universidad de Princeton. En Europa colabora activamente en los inicios de dos instituciones comprometidas con la renovación del liberalismo como la Mont Pelerin Society, liderada por Friedrich von Hayek y la Internacional Liberal, en la que el español lidera y coordina la redacción del Liberal Manifesto y participa de manera decisiva en la reunión fundacional de Oxford (abril de 1947). Finalmente, en mayo de 1948 es designado oficialmente primer presidente del comité ejecutivo en el congreso celebrado en Zúrich. Solo unas semanas antes, su intervención como presidente de la Comisión Cultural del Congreso de Europa celebrado en La Haya, provocaría su designación como primer presidente de la Sección Cultural del Movimiento Europeo.

Entre la primavera de 1948 y el verano de 1952 Madariaga simultanea así ambos cargos y vuelca gran parte de sus esfuerzos en la promoción de un europeísmo cultural que, frente a la amenaza de los totalitarismos fascista o comunista, sirva de garantía para la defensa de las libertades individuales. La presidencia de la Conferencia Cultural celebrada en Lausana en diciembre de 1949 es una buena muestra de ello. En esos años, inspira, lidera y preside la creación del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo que trata de aglutinar a los diferentes grupos europeístas alentados entre los exiliados españoles y que acogerá más tarde a los grupos formados en el interior de España.

Salvador de Madariaga recibió el premio Carlomagno en el Ayuntamiento de Aquisgrán (primavera de 1973, a los 86 años), por su defensa del europeísmo. En el verano de 1952, superados los 65 años, Madariaga cede la presidencia ejecutiva de la Internacional Liberal y de la Sección Cultural, para ostentar ambas presidencias de honor. En noviembre de ese mismo año, en protesta por el ingreso del régimen de Franco en la UNESCO renuncia a seguir colaborando con una institución que, a su juicio, ha perdido toda su legitimidad moral. En diciembre suma una nueva presidencia de honor en el seno del Comité por la Libertad de la Cultura. Los años siguientes sirven para retomar su actividad literaria. También lo convierten en promotor del atlantismo e icono del anticomunismo. Sus discursos para Radio Free Europe, sus conferencias, sus libros (De la angustia a la libertad, 1955), y sus numerosos artículos advierten sobre una mal entendida coexistencia pacífica y la necesidad de mantener firmes los ideales de libertad en Occidente frente a la amenaza soviética o la expansión del comunismo en Asia, América o África.

En 1961, cumplidos 75 años, el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo celebra un homenaje en su honor. Su preocupación por la trayectoria del régimen franquista y por el avance del comunismo como una alternativa opositora, provocan su acción en favor de la coordinación de una oposición democrática que tendrá su máxima expresión durante el IV Congreso del Movimiento Europeo celebrado en Múnich en junio de 1962. En diciembre de 1963 la Fundación Deutsch anuncia en la Universidad de Berna la concesión a Madariaga del Premio Europa. Será el primero de los muchos honores recibidos en los años siguientes por su trayectoria europeísta. En 1966 es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Oxford; en 1967 se le otorga el Premio Goethe en Hamburgo. En 1970, tras el fallecimiento de su primera esposa, se casa con Emile Szekely Rauman, quien desde 1938 venía ejerciendo como su secretaria personal. En la primavera de 1973, con 86 años, recibe en Aquisgrán el Premio Carlomagno, cénit de su apuesta por la integración europea.

En abril de 1976 Madariaga regresa a España y a su ciudad natal –a la que había decidido donar su archivo personal en 1967–, recibiendo premios y honores de diversas instituciones, entre ellas su sillón en la Real Academia Española, en espera desde 1936. Fallece en Locarno en diciembre de 1978, pocos días después de ver cumplido el sueño de la aprobación de una nueva Constitución democrática en España.

Subir