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ArribaAbajoSoneto LV


ArribaAbajo    Ierto y doblado monte, y tú, luziente
río, de mi çampoña conocido
cuando de los pastores el gemido
canté, y mi mal con cítara doliente;

    Si nunca en vuestra cima y pura fuente  5
d' oír se dexa mi dolor crecido;
y si, por el camino qu' an seguido
otros, su afán llorando, voy presente;

    dos bellos ojos, y un semblante onesto
son causa, que cantar bien deseara  10
el principio y los fines de las cosas.

    El tiempo a todo pone en ser perfeto,
espero pues (si m' es la edad no avara)
mostrar, cuán varias son, y cuán hermosas.




ArribaAbajoSoneto LVI


ArribaAbajo    Temiendo tu valor, tu ardiente espada,
sublime Carlo, el bárbaro Africano,
y el bravo orror del ímpetu Otomano
l' altiva frente umilla quebrantada.

    Italia en propria sangre sepultada,  5
el invencible, el áspero Germano,
y el osado Francés con fuerte mano,
al yugo la cerviz trae inclinada.

    Alce España los arcos en memoria,
y en colosos a una y otra parte  10
despojos y coronas de vitoria;

    que ya en la tierra y mar no queda parte,
que no sea trofeo de tu gloria,
ni le resta más onra al fiero Marte.




ArribaAbajoSoneto LVII


ArribaAbajo    Cual rociäda Aurora en blanco velo
muestra la nueva luz al claro día;
cual sagrado luzero, del Sol guía,
sus rayos abre y tiende al limpio cielo;

    cual va Venus a onrar el fértil suelo  5
de Cipro, y va en hermosa compañía
con ella Amor, las Gracias y Alegría,
que Zéfiro las lleva en blando buelo;

    tal, ô más pura, esclareciente y bella
al día y cielo y suelo dando gloria  10
salistes, aquistando mil despojos.

    Tendió a aquel punto Amor su red, y en ella
sus alas quemó preso; y la vitoria
entregó de mi alma a vuestros ojos.




ArribaAbajoSoneto LVIII


ArribaAbajo    Alegre, fértil, vario, fresco prado,
tú monte, y bosque d' árboles hermoso,
el uno y otro siempre venturoso,
que de las bellas plantas fue tocado;

    Betis, con puras ondas ensalçado,  5
y con ricas olivas abundoso,
cuánto eres más felice y gloriöso,
pues eres de mi Aglaya visitado.

    Siempre tendréis perpetua primavera,
y del Elisio campo tiernas flores,  10
si os viere el resplandor de la Luz mía.

    Ni estéril ielo, o soplo crudo os hiera;
antes Venus, las Gracias, los Amores
os miren, y en vos reine l' Alegría.




ArribaAbajoSoneto LIX


ArribaAbajo    Vos, celebrando al son de noble lira
(insine Soto) vuestra dulce pena,
del Dauro la ribera tenéis llena,
y el verde bosque, que de vos s' admira;

    Yo aquí, do Amor en mi dolor conspira,  5
solo en esta desierta, ardiente arena
rompo mis ojos en profunda vena,
y el grande Betis con mi mal suspira.

    Dichoso vos, qu' en luz d' inmortal fuego
de vuestra Fenis renováis la gloria,  10
que no podrá cubrir niebla d' olvido.

    Yo mísero, sin bien, herido y ciego
avivo de mis males la memoria,
desesperado, y nunca arrepentido.




ArribaAbajoCanción IV


ArribaAbajo    Esparze en estas flores
pura nieve y rocío
blanca y serena luz de nueva Aurora,
y con varios colores
se vista el bosque frío  5
de los esmaltes de la rica Flora;
pues la ecelsa Eliodora
ya muestra su belleza,
a do con alta frente
da Betis su corriente,  10
llevando al mar tendida su grandeza;
y vos, lumbres del cielo,
mirad felices nuestro Esperio suelo.

    Roxo Sol, qu' el dorado
cerco de tu corona  15
sacas del hondo piélago, mirando
el Ganges derramado,
el Darïén, la Sona,
y del divino Nilo el fértil vando;
si tú llegares, cuando  20
esta serena Estrella
alça al rosado cielo,
dando alegría al suelo,
los ojos, do está Venus casta y bella,
d' aquellos rayos ciego,  25
arderás, en tus llamas hecho fuego.

    Luna, que resplandeces
sola, fría, argentada
en el callado velo tenebroso;
y tu luz enriqueces  30
en la hacha inflamada
del Sol con resplandor maravilloso;
Si el Luzero hermoso,
do el puro Amor s' alienta,
mirares, encendida  35
en llama esclarecida,
qu' a limpias almas en vigor sustenta,
correrás por la cumbre
con grande y siempre eterna y clara lumbre.

    Junta a inmensa belleza  40
ya está la cortesía,
y suma onestidad y umilde trato
con valor y grandeza,
en el dichoso día
qu' el cielo largo la bolvió más grato,  45
vivo y puro retrato
d' inmortal hermosura,
rayo d' amor sagrado
qu' a su consorte amado
consigo junto en fuego eterno apura;  50
y si parte le ofende,
es qu' el velo mortal su bien comprende.

    El sacro rey de ríos,
que nuestros campos baña,
al bello aparecer deste Luzero  55
cubrió los vados fríos
al pie de la montaña,
do vio resplandecer su Sol primero,
del oro que el Ibero
en las cavernas hondas  60
procura, y con las flores
compuso en mil colores,
y con perlas el curso de las ondas;
y, esclareciendo el cielo,
esparzió olor suäve en torno el suelo.  65

    Las Gracias amorosas
con las Ninfas un coro
texieron en el claro, undoso seno;
y de purpúreas rosas
embueltas en el oro  70
con ámbar oloroso y flores lleno,
dulce despojo ameno
del revestido prado,
las guirnaldas mesclaron,
y alegres coronaron  75
el cabello sutil, crespo y dorado,
que, cual de las estrellas,
por el aire bolaron sus centellas.

    El alto monte verde,
que de Palas es gloria,  80
sintiendo en sí los pies de su señora,
su tristeza ya pierde,
y le da la vitoria
aquel, do Prometeo gime y llora;
y donde la sonora  85
lira de Tracia espira;
el sagrado Elicona
con florida corona,
y do Atlante del peso no respira;
pues su cumbre sostiene  90
la belleza, qu' el cielo en tierra tiene.

    Yo entretexer quisiera
su nombre esclarecido
entre la blanca Luna y Sol dorado;
y su gloria pusiera  95
en el peplo estendido,
qu' en otra edad Atenas vio estimado;
cuando el tiempo llegado
Minerva es celebrada.
Dichoso el año y día;  100
y es quien vê el año y día.
Allí herido está con asta airada
el áspero Tifeo,
que muerto pierde todo su deseo.

    Mas pues que la rudeza  105
deste mi débil canto,
causado d' un deseo simple y vano,
no puede a su belleza
dalle la gloria, cuanto
merece el valor suyo soberano,  110
y mi intento es en vano;
Cisnes, que la corriente
de Betis vais cortando,
el canto vuestro alçando,
su nombre y gloria resonad presente;  115
si oyan Zéfiro y Flora
su inmensa hermosura con l' Aurora.

    Di umilde a esta Luz pura;
sufra vuestra belleza
mi rústica simpleza.  120




ArribaAbajoSoneto LX


ArribaAbajo    Asconde, tardo Bágrada en tu seno
la fiera armada de tu osada gente,
y, arrancando los cuernos de la frente,
pierde el orgullo, ya d' esfuerço ageno;

    qu' a todo el ancho ponto pone freno,  5
vengando con la aguda espada ardiente
los insultos, que sufre el Ocidente,
el domador del Cita y Agareno.

    Verás la tierra presa, el mar sangriento,
y, al nombre de Baçán temblar medroso  10
el coraçón más bravo y arrogante;

    y, atado en hierro el cuello descontento,
rendirs' al braço suyo poderoso
cuanto abraçan el Nilo y grande Atlante.




ArribaAbajoSoneto LXI


ArribaAbajo    Cual d' oro era el cabello ensortijado,
y en mil varias lazadas dividido;
y cuanto en más figuras esparzido,
tanto de más centellas ilustrado.

    Tal de luzientes hebras coronado,  5
Febo aparece en llamas encendido;
tal discurre en el cielo esclarecido
un ardiente cometa arrebatado.

    Debaxo el puro, proprio y sutil velo
Amor, gracia, y valor, y la belleza  10
templada en nieve y púrpura se vía.

    Pensara, que s' abrió esta vez el cielo,
y mostró su poder y su riqueza,
si no fuera la Luz de l' alma mía.




ArribaAbajoSoneto LXII


ArribaAbajo    Hazer no puede ausencia, que presente
no os vea yo, mi Estrella, en cualquier' ora;
que cuando sale la purpúrea Aurora,
en su rosada falda estáis luziente.

    Y cuando el Sol alumbra el Oriënte,  5
en su dorada imagen os colora;
y en sus rayos parecen a desora
rutilar los cabellos y la frente.

    Cuando ilustra el bellísimo Luzero
el orbe, entre los braços puros veo  10
de Venus encenders' esa belleza.

    Allí os hablo, allí suspiro y muero,
mas vos, siempre enemiga a mi deseo,
os mostráis sin dolor a mi tristeza.