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ArribaAbajoElegía IV


ArribaAbajo    A la pequeña luz del breve día,
y al grande cerco de la sombra oscura
veo llegar la corta vida mía.

    La flor de mis primeros años pura
siento, Medina, ya gastars', y siento  5
otro deseo, que mi bien procura.

    Voluntad diferente y pensamiento
reina dentro en mi pecho, que deshaze
el no seguro y flaco fundamento.

    Lo que más m' agradó, no satisfaze  10
al ofendido gusto; y sólo admito
lo que sola razón intenta y haze.

    Del ancho mar el término infinito,
la inmensa tierra, que su curso enfrena,
al bien qu' estimo, son lugar finito.  15

    Lo que la vana gloria alcança a pena,
por quien se cansa l' ambición profana,
y en mil graves peligros se condena,

    la virtud menosprecia soberana,
y contenta de sí, no para en cosa  20
de las qu' admira la grandeza umana.

    Yo lexos por la senda trabajosa
sigo entre las tinieblas a su lumbre,
abrasado en su llama gloriösa.

    Y si no rompe, antes qu' a la cumbre  25
suba el hilo mortal, hallarm' espero
libre desta confusa muchedumbre.

    Porque ya veo apresurar ligero,
y bolar, como rayo acelerado,
del tiempo el desengaño verdadero.  30

    Huyen, como saeta, qu' el armado
arco arroja, los días no parando,
invidiösos del no firme estado.

    Va el tiempo siempre avaro derribando
nuestra esperança, y llévase consigo  35
las cosas todas del terreno vando.

    Esta caduca vida, por quien sigo
lo qu' en su gusto conformar no deve,
y soy de mí por ella mi enemigo;

    sombra es desnuda, humo, polvo, nieve,  40
qu' el Sol ardiente gasta con el viento
en un espacio muy liviano y breve.

    Es estrecha prisión, do el pensamiento
repara, y vê en la niebla una luz clara
de la razón, qu' oprime al sentimiento.  45

    Y, como quien mi libertad prepara,
siento que de mi sueño entorpecido
me llama, y desta suerte se declara;

    O mísero!¡ô anegado en el olvido,
ô en cimeria tiniebla sepultado,  50
recuerda dese sueño adormecido.

    Estás en ciego error enagenado,
que contigo se cría y envegece;
¿y no das fin a tu mortal cuidado?

    Por ventura, mesquino, te parece  55
qu' el sol no toca el medio de su alteza,
y la cercana noche te oscurece.

    En tanto qu' está verde esta corteza
frágil, y no la cubre torpe ielo,
y blanca nieve llena de graveza;  60

    buelve por ti, refrena el presto buelo;
y coge al tiempo la mal suelta rienda;
no te condene d' inorancia el velo.

    Porque si vas por esta abierta senda,
serás uno en la errada y ciega gente,  65
do nunca el fuego de virtud t' encienda.

    Cuanto Febo d' Aurora al Ocidente,
y ciñe dend' el Austro hasta Arturo,
perece sin virtud indinamente.

    Aquel dichoso espíritu, seguro  70
destos asaltos vivirá contino,
que fuere en obras y en palabras puro.

    Fuerça es de la virtud, y no es destino,
romper el ielo y desatar el frío
con vivo fuego de favor divino.  75

    Desampara tu osado desvarío,
no des más ocasión a tanto engaño;
que la edad huye, cual corriente río.

    Serán de tu fatiga premio estraño
dolor confuso, vergonçosa afrenta,  80
tristes despojos de tu eterno daño.

    Si esto no te congoxa y descontenta,
¿qué puede dar congoxa y descontento,
a quien del suelo levantars' intenta?

    Tú t' acabas en mísero tormento  85
pensando vanamente ser dichoso,
y contigo tu incierto fundamento.

    Arranca de tu pecho desdeñoso
la impia raíz, que cría tu esperança
falsa en loco deseo y engañoso.  90

    Y no es otra tu gloria y confiança
sino perder y aborrecer (cuitado)
a ti por quien descansa en la mudança.

    Este sano consejo y acertado
la venda de los ojos me descubre,  95
y me haze mirar con más cuidado.

    Viéndom' en el error, y que s' encubre
la luz que me guiava en el desierto,
un frío miedo el coraçón me cubre.

    Mas yo no puedo de mi engaño cierto  100
librarm'; porqu' el fuego espira ardiente,
qu' al mal me tiene vivo y al bien muerto.

    Y cuando espero, con la luz presente
sacalla del incendio, con dulçura
estraña l' alma presa se resiente.  105

    Al resplandor de la belleza pura
corre encendida con tan alta gloria,
que ni otro bien ni otro plazer procura.

    Porqu' Amor me refiere a la memoria
de mi dulce pasión el triste día,  110
que le dio nueva causa a su vitoria.

    Yo ya de mil peligros recogía
el coraçón cansado con reposo,
y comigo indinado así dezía;

    después deste trabajo congoxoso,  115
razón será, qu' en agradable estado
viva algún tiempo alegre y no medroso.

    ¿Qué fuerça del Amor, qué braço airado
penetrará mi pecho endurecido
con un ielo perpetuo y ostinado?  120

    No sufra el cielo, que ya más perdido
pueda yo ser en tanto desvarío;
baste el tiempo en engaños despendido.

    El grave yugo y duro peso frío,
qu' oprime a l' alma, y entorpece el buelo  125
al generoso pensamiento mío,

    decienda roto y sacudido al suelo;
que la cerviz ya siento deslazada,
ya niego el feudo a Amor, ya me rebelo.

    Será el prado y la selva de mí amada,  130
y cantaré, como canté, la guerra
de la gente de Flegra conjurada.

    Y levantando l' alma de la tierra,
subiré a las regiones celestiales;
do todo el bien y quietud se cierra.  135

    La vanidad de míseros mortales
miraré, despreciando su grandeza,
causa de siempre miserables males.

    En estos pensamientos y nobleza
pasar contento y ledo yo pensava  140
desta edad corta y breve la estrecheza;

    que aún ya de la cruel tormenta y brava
no estava enxuto mi úmido vestido
ni apena el pie en la tierra yo afirmava.

    Cuando Amor, que me trae perseguido,  145
en tempestad más áspera pretende
que yo peligre en confusión perdido;

    con tal belleza el coraçón m' ofende,
que no puede huir su nueva pena,
ni del mal, que padece, se defiende.  150

    Un furor bello, que con luz serena
me representa una inmortal figura,
en perpetuo tormento me condena.

    De la suäve faz la nieve pura,
la limpia, alegre, y mesurada frente,  155
do mostrarse la púrpura procura,

    y apena osa, y al fin osadamente
quiere mostrarse; fueron en mi daño
causa deste pestífero acidente.

    Cual yo quedase, hecho de mí estraño,  160
sábelo Amor, qu' en la miseria mía
me da ocasión para mayor engaño.

    Suspiro y lloro cuanto es largo el día,
y nunca cesan el suspiro y llanto
cuanto es larga la noche oscura y fría.  165

    La dulce voz d' aquel su dulce canto
mi alma tiene toda suspendida;
mas no es canto la voz, es fuerte encanto,

    que tras su viva fuerça y encendida
me lleva compelido sin provecho,  170
para perder en tal dolor la vida.

    Duro jaspe cercó su tierno pecho,
do Amor despunta con trabajo vano
las flechas todas del carcax deshecho.

    El rostro, do escrivió Amor de su mano,  175
Dichoso quien por mí pena y suspira,
si cabe tanto bien en pecho umano;

    deste miedo y peligro me retira,
y haze, que levante el pensamiento
a la grandeza qu' en su lumbre mira.  180

    A todos pone espanto mi tormento,
¿y a quién no espantará el dolor que paso?
Y, lo menos descubro, en lo que siento.

    Yo voy siguiendo d' uno en otro paso
a mi bella Enemiga presurosa,  185
y la pienso alcançar con tardo paso.

    Cuando l' Aurora pura y luminosa
muestra la blanca mano al nuevo día,
veo la de mi Estrella más hermosa.

    Mas cuanto mi fortuna me desvía  190
de su grandeza, tanto más osado
por ella sigo la esperança mía.

    Tus viras en mi pecho traspasado
ya no caben, Amor, porqu' está lleno
de tantas, como en él as arrojado.  195

    En la luz bella y resplandor sereno
estavas de sus ojos ascondido,
y me penetró dellos el veneno.

    D' allí arrojaste en ímpetu encendido
flechas de mi enemiga, y tu vitoria  200
dellos nació, y fui dellos yo herido.

    Amor, tú bien les deves esta gloria;
que si no fuera por la fuerça dellos,
en mí ya se perdía tu memoria.

    Tal es la nieve de los ojos bellos,  205
tal es el fuego de la luz serena;
qu' ielo y ardo a un mesmo punto en ellos.

    Del frío Euxino a la encendida arena,
qu' el Sol requema en África abrasada,
no se ve, cual la mía, otra igual pena.  210

    Pero podrá dichosa ser llamada
por quien me causa esta pasión interna,
con invidia de todos admirada.

    Así fuese yo el cielo que govierna
en cerco las figuras enclavadas,  215
para siempre mirar su luz eterna;

    así sus luzes puras y sagradas
bolviese siempre a mis vencidos ojos,
y m' abrasase en llamas regaladas;

    como todas mis ansias, mis enojos  220
serían bien y gloria, y mi tormento
descanso en el ardor de mis despojos.

    Mal podré yo dezir mi sentimiento,
si el dolor no me dexa de la mano;
si vence su rigor al sufrimiento.  225

    Grande esperança en un deseo vano
es la molesta causa de mi pena,
y un ciego error de dulce Amor tirano.

    No m' espanto, qu' esté mi Estrella agena
d' amor, pues e el amor todo ocupado,  230
y dél solo mi ánima está llena;

    qu' en él todo se ha toda trasformado;
y así amo solo, y ella sola amada
es, no amando un amor tan estremado.

    Tal vez suele poner la faz rosada  235
d' aquel color, que suele al tierno día
mostrar la fresca Aurora rociäda;

    y le digo, Señora dulce mía,
si pura fê, devida a vuestra alteza,
merece algún perdón de su osadía;  240

    vuestro ecelso valor, y gran belleza
no s' ofendan en vêr, qu' oso y espero
premio, que se compare a su grandeza.

    Tanto por vos padesco, tanto os quiero,
y tanto os di, que puedo ya atrevido  245
dezir, que por vos vivo, y por vos muero.

    Así digo; y en esto embevecido
con dulce engaño desamparo el puerto,
y m' abandono por el mar tendido.

    Sopla el fiero Aquilón, de bien desierto,  250
las ondas alça y buelve un torvellino,
y el cielo en negra sombra está cubierto.

    No puedo, ay ô dolor, ay, ô mesquino,
remediar el peligro, que recela
el coraçón en su dolor indino.  255

    Bien fuera tiempo de coger la vela
con presta mano, y rebolver a tierra
la prora, que cortando el ponto buela.

    Mas yo, para morir en esta guerra,
nací inclinado; y sigo el furor mío  260
por donde del sosiego me destierra.

    Vos, que deste amoroso desvarío
vivís libre, si puedo ser culpado,
por bolver a este mal con tanto brío,
sabed que devo más a mi cuidado.  265