Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.




ArribaAbajoSoneto XLVIII


ArribaAbajo    Rompió la prora, en dura roca abierta
mi frágil nave, que con viento lleno
veloz cortava el piélago sereno,
y apena escapo de la muerte cierta.

    Afirme el pie yo en tierra, que la incierta  5
onda del mar no me tendrá en su seno;
ni de mí me podrá traer ageno
vana esperança, de salud desierta.

    Si la sombra del daño padecido
puede mover, Filipo, vuestro pecho,  10
huid sulcar del ponto la llanura;

    y creed, qu' en el golfo de Cupido
ninguno navegó, qu' al fin deshecho,
no se perdiese falto de ventura.




ArribaAbajoSoneto XLIX


ArribaAbajo    Esperé un tiempo, y fue esperança vana,
librar desta congoxa el pensamiento,
subiendo de Castalia al alto asiento,
do no puede alcançar Musa profana;

    para cantar la onra soberana  5
(vêd cuán grande es, Girón, mi atrevimiento)
de quien con inmortal merecimiento
contrasta al hado, y su furor allana.

    Que bien sé, qu' es mayor la insine gloria
de quien Melas bañó, y el Mincio frío,  10
que de quien lloró en Tebro sus enojos.

    Mas ¿qué haré, si toda mi memoria
ocupa Amor, tirano señor mío?
¿qué? si me fuerçan de mi Luz los ojos.




ArribaAbajoSoneto L


ArribaAbajo    Pierdo, tu culpa Amor, pierdo engañado,
siguiendo tu esperança prometida,
el más florido tiempo de mi vida,
sin nombre, en ciego olvido sepultado.

    Ya no más; baste aver siempre ocupado  5
el pensamiento y la razón perdida
en tu gloria, mi infamia aborrecida;
que quien muda la edad, trueca el cuidado.

    Yo e visto a los pies puesto un duro hierro,
y torcello la mano del cativo,  10
y desatarse d' aquel nudo fuerte.

    Mas ô ¡que ni el desdén, ni mi destierro
pueden borrar del coraçón esquivo,
lo que nunca podrá gastar la muerte!




ArribaAbajoSoneto LI


ArribaAbajo    No espero en mi dolor lo que deseo,
que tanto bien no cabe en mi mal fiero;
mas deseo ya sólo, lo qu' espero;
qu' es acabar en este devaneo.

    Tan cansado me tiene este deseo,  5
que del mísero efeto desespero,
y engañado en mi intento persevero;
y al cabo, el vano error, que sigo, veo.

    Pero, ¿qué vale vêr el mal presente,
si porfío y contrasto no espantado  10
a los bravos asaltos d' amor crudo?

    No temo, y oso todo libremente;
porqu' es al coraçón desesperado
la ostinación impenetrable escudo.




ArribaAbajoSoneto LII


ArribaAbajo    Aquí, do estoy ausente y ascondido,
lloro mi mal, pero es el dolor tanto,
qu' en mis ojos desmaya el triste llanto,
y fallece en silencio mi gemido.

    Por esta oscura soledad perdido  5
huyo, y vo alexándome, mas cuanto
m' aparto, el mal me sigue, y pone espanto;
y no me vence en tanto afán sufrido.

    Duro pecho, porfía no cansada,
rebelde condición, qu' osa y contrasta  10
a tan grande mudança y desventura;

    llevadme por la senda acostumbrada
de mi error al peligro, que ya basta
vêr el fin, sin tentar nueva ventura.




ArribaAbajoSoneto LIII


ArribaAbajo    Deste tan grave peso, que cansado
sufro, Fernando, y sin valor contrasto,
procuro alçar el cuello; mas no basto,
qu' al fin doy con la carga desmayado.

    De mil flaquezas mías afrentado,  5
m' enciendo en ira, y la paciencia gasto;
pero nunca león hambriento al pasto
va, como yo al error de mi cuidado.

    Mas aunqu' oprima en mí mi mejor parte,
vêd si estoy ya d' Amor aborrecido,  10
oso al fin, y m' opongo a mi deseo.

    Y en estos trances de dudoso Marte
será de mí, si soy varón, vencido
otro mayor qu' el africano Anteo.




ArribaAbajoSoneto LIV


ArribaAbajo    Lloré, y canté d' Amor la saña ardiente;
y lloro y canto ya l' ardiente saña
desta cruel, por quien mi pena estraña
ningún descanso al coraçón consiente.

    Esperé y temí el bien, tal vez ausente;  5
y espero, y temo el mal que m' acompaña;
y en un error, qu' en soledad m' engaña,
me pierdo sin provecho vanamente.

    Veo la noche antes que huya el día,
y la sombra crecer, contrario agüero,  10
mas, ¿qué me vale conocer mi suerte?

    La dura ostinación de mi porfía
no cansa, ni se rinde al dolor fiero;
mas siempre va al encuentro de mi muerte.




ArribaAbajoElegía V


ArribaAbajo    Bien puedo, injusto Amor, pues ya no tengo
fuerça, con que levante mi esperança,
quexarme de las penas, que sostengo.

    No temo ya, ni siento la mudança,
qu' en la sombra d' un bien me dio mil daños,  5
nacidos de una vana confiança.

    Larga esperiencia, en estos cortos años
de tantos males trueca a mi deseo
el curso, endereçado a sus engaños.

    Pienso mil vezes, y ninguna creo,  10
qu' e de llegar a tiempo, en que descanse
del grave afán, en que morir me veo.

    Mas porque tu furor tal vez s' amanse,
no tienes condición, que se conduela
de vêr, que yo de padecer no canse.  15

    Tendí al próspero Zéfiro la vela
de mi ligera nave en mar abierto,
donde el peligro en vano se recela.

    El cielo, el viento, el golfo siempre incierto
cambiaron tantas vezes mi ventura,  20
que nunca tuve un breve estado cierto.

    Anduve ciego, viendo la luz pura,
y, para no esperar algún sosiego,
abrí los ojos en la sombra oscura.

    La fría nieve m' abrasó en tu fuego;  25
la llama, que busqué, me hizo ielo;
el desdén me valió, no el tierno ruego.

    Subí, sin procurallo, hasta el cielo;
que se perdió en tal hecho mi osadía,
cuando m' aventuré, me vi en el suelo.  30

    No estoy ya en tiempo, donde a l' alegría
dé algún lugar, ni puedo a mi cuidado
sacar del vano error de su porfía.

    ¿Do está la gloria de mi bien pasado,
que, como en sueño, vi tal vez delante?  35
¿a do el favor a un punto arrebatado?

    Mísera vida d' un mesquino amante,
siempre en cualquier sazón necesitada
del bien que huye, y pierde en un instante.

    Mal puedo hallar fin a la intricada  40
senda, por donde solo voy medroso,
si no la tuerço, o rompo en la jornada.

    Tan alcançado estó y menesteroso,
que desespero de salud, y pienso,
qué vale osar en hecho tan dudoso.  45

    Mas, ¡o cuán mal en este error dispenso
las cosas que contienen mi remedio!
¡con cuánto engaño voy al mal suspenso!

    Tiénesme puesto, Amor, un duro asedio;
yo no sé, si me rindo, o me defiendo,  50
ni sé hallar a tanto daño un medio.

    Nuevo fuego no es éste, en que m' enciendo;
pero es nuevo el dolor, que me deshaze,
tan ciega la ocasión, que no la entiendo.

    La soledad abraço, y no m' aplaze  55
el trato de la gente, en el olvido
el cuidado mil cosas muda, y haze.

    En árboles y peñas esculpido
el nombre de la causa de mi pena
onro con mis suspiros y gemido.  60

    Tal vez pruevo, rompiendo en triste vena
primero el llanto, con la voz quexosa
dezir mi mal, mas el temor me enfrena.

    Pienso, y siempre m' engaño en cualquier cosa;
qu' encuentra con el vago pensamiento  65
l' atrevida esperança y temerosa.

    Dísteme fuerça, Amor, dístem' aliento
para emprender una tan gran hazaña;
y m' olvidaste en el seguido intento.

    No tiene el alto mar, cuando s' ensaña  70
igual furor, ni el ímpetu fragoso
del rayo tanto estraga, y tanto daña;

    cuanto en un tierno pecho y amoroso
s' embravece tu furia; cuando siente
firme valor y coraçón briöso.  75

    ¿Qué me valió hallarme diferente
en tu gloria, que huye, y conocerme
superiör entre tu presa gente?

    Ni tú podías más ya sostenerme,
ni yo en tan grande bien pude, mesquino,  80
aunque más m' esforçava, contenerme.

    Yo siempre fui de tanta gloria indino,
y también deste fiero mal que paso;
ni tú, ni yo acertamos el camino.

    Una ocasión y otra a un mesmo paso  85
se me presentan, que perdí, y comigo
me culpo, y avergüenço en este paso.

    Tú solo puedes ser, Amor, testigo
d' aquellos días dulces de mi gloria,
y cuán ufano me hallé contigo.  90

    No te refiero yo mi alegre istoria
con presunción, antes la trayo a cuenta
para más confusión de mi memoria.

    No es tanto el grave mal que m' atormenta,
que no meresca más, pues viendo abierto  95
el cielo al bien, me hallo en esta afrenta.

    Austro cruel, qu' en breve espacio as muerto
la bella flor, en cuyo olor vivía,
y me dexaste de salud desierto;

    Siempre te hiera nieve, y sombra fría  100
te cerque, y a tu soplo falte el buelo,
impio ofensor de la ventura mía.

    Yo, me vi en tiempo, libre de recelo,
qu' aun el bien me dañava, aora veo,
qu' el más mísero soy, que tiene el suelo.  105

    Desespero, y no mengua mi deseo;
y en igual peso están villano miedo,
osadía, cordura y devaneo.

    Estos cuidados que olvidar no puedo,
me desafían a sangrienta guerra,  110
porqu' esperan vencerm' o tarde, o cedo.

    El hijo d' Agenor la dura tierra
labra, y le ofende el fruto belicoso,
qu' en armadas escuadras desencierra;

    a mí de mi trabajo sin reposo  115
nace de cuitas una ueste entera,
que me trae afligido y temeroso.

    Del lago Argivo la serpiente fiera
no se multiplicó con tal espanto,
como en crecer mi daño persevera.  120

    Para mayor caída me levanto
del mal tal vez, y luego desfallesco,
y m' acuso d' aver osado tanto.

    El tormento, que sufro, no encaresco;
que pasar mal no es hecho d' alabança,  125
mas descanso en dezir cómo padesco.

    Oras, que tuve un tiempo de holgança,
cuando pensava, qu' era agradecida
mi pena, tomad ya de mí vengança.

    Yo soy, yo el que pensé en tan dulce vida  130
no mudar algún punto de mi suerte,
yo soy, yo el que la tengo ya perdida.

    El coraçón en fuego se convierte,
en lágrimas los ojos, y ninguno
puede tanto, que vença por más fuerte.  135

    A ti me buelvo, amigo no oportuno,
antes cruel contrario, antes tirano,
robador de mis glorias importuno.

    Tú me traes a una y otra mano
sugeto al freno, y voy a mi despecho  140
por el fragoso y el camino llano.

    Condición tuya es rendir el pecho
feroz; oso dezir, que ya t' olvidas
della, con quien me pone en tanto estrecho.

    ¿Tu arco y flechas dónde están temidas?  145
¿do está l' ardiente hacha abrasadora
de tantas almas, a tu ley rendidas?

    ¿Eres tú aquél qu' al padre de l' Aurora,
vencedor de la fiera temerosa,
quebró el orgullo, y sojuzgó a desora?  150

    Aquella diestra y fuerça poderosa
que derriba los pechos arrogantes,
¿do está ocupada, o dónde está ociösa?

    ¿Puedes vencer los ásperos gigantes,
los grandes reyes abatir, trocando  155
a un punto sus intentos inconstantes;

    y no t' ofendes vêr aora, cuando
más tu valor mostravas, que perdiste
las onras, que ganaste triünfando?

    Mísero Amor, ¿tan poco di pudiste  160
qu' un tierno pecho, a tanta furia opuesto,
sin temor te desprecia y te resiste?

    Ya conosco el engaño manifiesto
en que viví; ninguna fuerça tienes,
jamás a quien te huye eres molesto.  165

    Sólo en mi triste coraçón te vienes
a mostrar tu poder; no más, ô crudo,
que ni quiero tus males, ni tus bienes.

    Vês este pecho de valor desnudo,
abierto, traspasado, a tantas flechas  170
hará de tu desdén un fuerte escudo.

    Aunque pesadas vengan y derechas,
puede tanto el agravio de mi ofensa,
que sin efeto bolverán deshechas.

    No sé, cuitado, si hazer defensa  175
será más daño; que tu dura fuerça
la siento cada ora más intensa.

    ¿Quién puede aver tan bravo, quién que tuerça
un ímpetu tan grande, y que deshaga
tu furor, cuando más furor lo esfuerça?  180

    Tan dulce es el dolor desta mi llaga;
qu' en sentirme quexoso soy ingrato,
porqu' en mi pena el mal es mucha paga.

    Atrevido deseo sin recato,
memoria, que del bien ya tuve, ufana,  185
mueven mi lengua al triste mal, que trato.

    Engaño es éste d' esperança vana,
que piensa en sus mudanças mejorarse,
instable siempre y sin valor liviana.

    No pueden las raízes arrancarse,  190
qu' en lo hondo del pecho están travadas,
donde pueden del tiempo asegurarse.

    No esperen pues tus penas nunca usadas,
ni espere, Amor, la voluntad d' aquella,
que las tiene en mi daño concertadas,  195

    hazer, que dellas yo m' aparte, y della
m' olvide un punto; porqu' el vivo fuego,
que nace de su luz serena y bella,
cual siempre, me trairá vencido y ciego.