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ArribaAbajoNota 39.- Ignacio Asso

EL insigne y cultísimo botánico aragonés Ignacio Asso nació en la inmortal y augusta Zaragoza en 1742, donde en 1764 se doctoró en jurisprudencia. Conocía con perfección el griego y el árabe, a cuyos idiomas añadió el conocimiento del inglés, francés, italiano y otras lenguas europeas. Perteneció a la carrera consular, y los viajes numerosos que tuvo que hacer, por su cargo de cónsul de España en varias localidades del extranjero, los aprovechó en incesantes estudios; entre ellos cultivó las Ciencias Naturales, sobre todo la Botánica, con especial predilección.

Acreditadísimo como jurisconsulto y literato, por las publicaciones que hito de dichas materias, comprendiendo que para escribir algo propio, nuevo y con carácter de observación personal, hace falta investigar por uno mismo, las páginas del libro de la Naturaleza, contemplando las plantas en las localidades donde viven, estudiando sus asociaciones y sus caracteres minuciosamente, emprendió una larga serie de numerosos viajes, que dieron lugar a publicaciones interesantísimas sobre la Flora aragonesa.

En 1778 viaja por la región meridional de Aragón, y en 1779 publica la Synopsis stirpium indigenarum Aragoniæ.

Recorre en 1780 la región montañosa de jaca y monte Guara e imprime en 1781 su Mantisa stirpium indigenarum Aragoniæ.

Hace excursiones por el Norte de Aragón y los Pirineos aragoneses en 1783, y en 1784 publica una Enumeralio stirpium in Aragoniæ noviter detectarum, que agregó a la Introductio in Oryctographiam et Zoologiam Aragoniæ.

En Amsterdam se publicó en 1782 su Biblioteca arábigo-aragonesa, a la que añadió un Appendix, que se imprimió en 1783.

En su Historia de la Economía política de Aragón, dada a la luz pública en 1798, se encierran estudios de Historia Natural y Agricultura y muy singularmente de Botánica.

Es interesantísimo su Discurso sobre los naturalistas españoles, publicado en 1801.

De sus Cl. Hispaniensium atque exterorum Epistolæ, impresas en 1793, solamente el prólogo bastaría para acreditar la erudición y el talento de Asso.

Tradujo las notabilísimas Cartas dirigidas por P. Loeffling a Linneo desde España y América. Dichas traducciones vieron la luz pública en 1801 y 1802.

Alma de la Sociedad Aragonesa, le dio su herbario numeroso y selecto. Formó su Gabinete de Historia Natural, agregándole muchos objetos recogidos en sus viajes, y al dar a conocer al mundo joyas botánicas de Aragón, al dedicar en todo momento su laboriosidad a su región querida, ensalzó la Patria grande y puso muy alto el nombre de la Ciencia Española.

Murió el gran aragonés Ignacio Asso en 1814.

Dedicole Cavanilles el género Assonia, hoy refundido, para muchos, en el género Dombeya.




ArribaAbajoNota 40.- Andrés Thouin

ANDRÉS Thouin desempeñó el cargo de jardinero mayor y Profesor de Cultivos en el Jardín de plantas de París.

Ocupose, entre otras tareas, en la muy patriótica de aclimatar en Francia muchos vegetales exóticos.

Escribió un Ensayo de Economía rural, publicado en París en 1805.

Su Monografía de los injertos, hermoso trabajo, vio la luz pública en París en 1821.

También publicó un curso sobre el Cultivo y naturaleza de los vegetales, y otros artículos y Memorias de alto interés para la Agricultura en general, y especialmente para la Jardinería.

Nació Thouin en París en 1747; falleció en dicha capital en 1823.

El género Thouinia Poit., de la familia de las Sapindáceas, recuerda a los botánicos, perennemente, el nombre del sabio y modesto jardinero, que llegó a ser miembro del Instituto de Francia.




ArribaAbajoNota 41.- Pedro Sonnerat

INCANSABLE explorador y distinguido botánico francés, que no sólo recolectó curiosas especies en sus incesantes excursiones, sino que aclimataba en las colonias francesas cuantas plantas útiles de otros países se prestaban a ello. Visitó las islas de Borbón y Francia, la India, la China, Nueva Guinea, etc.

Merecen atención especial, los datos que de la vegetación exótica se contienen en su Viaje a Nueva Guinea, publicado en París (1776), e ilustrado con 120 láminas, y el Viaje a las Indias orientales y a la China, impreso por primera vez en París (1782), en dos tomos en 4.º con 140 láminas. La segunda edición de esta obra vio la luz publica en París (1806) y consta de cuatro volúmenes en 8.º, con un Atlas. El notable botánico y ornitólogo C. N. S. Sonnini, viajero explorador, francés también, adicionó esta edición cuidadosamente.

Nació Pedro Sonnerat en Lion en 1745 y murió en París (1814).

Linneo le dedicó el género Sonneratia.




ArribaAbajoNota 42.- Filiberto Commerson

ESTE notabilísimo zoólogo, botánico, explorador y médico francés, comenzó su labor científica en la ciencia de las plantas, recolectando especies vegetales en Saboya y Suiza. Fundó después un jardín botánico en su villa natal (Chatillon les Dombes). Designósele más tarde para acompañar a Bougainville en el Viaje alrededor del mundo, comenzado en 1797.

Quedose Commerson en la isla de Francia, encargándose de estudiar la Flora y Fauna en esta isla y en las de Borbón y Madagascar.

Recolectó un herbario copioso, pero le sorprendió la muerte en la isla de Francia en 1773, a los cuarenta y seis años de edad, legando al Museo de Historia Natural de París, sus colecciones, manuscritos y dibujos, que constituyen un archivo de provechosa consulta aun para los naturalistas actuales.

Creo el género Hortensia y la familia de las Flacourciáceas, y se le ha dedicado el género Commersonia, que perpetúa el recuerdo de tan benemérito y abnegado hombre de ciencia, fallecido prematuramente.




ArribaAbajoNota 43.- La Gasca

VÉASE, más adelante, su estudio bio-bibliográfico.




ArribaAbajoNota 44.- Simón de Rojas Clemente y Rubio

EL eminente botánico, agrónomo ilustre, eximio orientalista, correcto y elegante literato D. Simón de Rojas Clemente y Rubio, nació en Titaguas (Valencia) el 27 de Septiembre de 1777.

Quiso su familia que se dedicase al sacerdocio, y a la edad de diez años fue enviado a Segorbe a estudiar humanidades. En 1791 pasó a Valencia a cursar Filosofía.

Consultáronle sus padres sobre si contaba o no con verdadera vocación por el estado religioso, y él contestó, entre otras cosas:

«Mi vocación es la de saber, ser libre y hombre de bien». A pesar de esto, continuó todavía durante tres años una carrera que no le agradaba y que abandonó al fin.

Trasladose a Madrid en 1800 y en los Estudios de San Isidro se encargó de la sustitución de tres cátedras, al mismo tiempo que, como alumno, se imponía en los conocimientos del griego y árabe.

En 1800 y 1801 asistió a los Cursos de Botánica que se daban en el Jardín Real. Estudió primero con Casimiro Gómez Ortega y luego fue discípulo aventajado y entusiasta del inmortal Cavanilles. En 1802, en colaboración con Mariano La Gasca y Donato García, publicó la Introducción a la Criptogamia Española, en la que se ocuparon de Filicáceas y Muscíneas, de nuestra Patria.

También en 1802 sustituyó en la cátedra de árabe al profesor de dicha asignatura, que había enfermado, y en el mismo año concibió el proyecto de ir con el insigne orientalista Domingo Bahía a explorar el interior del Imperio de Marruecos.

Pasó con Bahía a Francia e Inglaterra, donde estudiaron los elementos y requisitos de preparación, para sus excursiones en el continente Africano, y en dichos países herborizaron y reunieron un herbario que, en nueve tomos, se conserva en el Jardín Botánico de Madrid.

Llegaron a Cádiz y se frustró para Clemente el proyectado viaje a Marruecos, adonde fue solo Bahía.

Continuó Clemente en la región andaluza, haciendo estudios sobre la Flora espontánea y la Flora cultivada de aquellas deliciosas y españolísimas comarcas.

En 1805 fue nombrado bibliotecario del Jardín Botánico.

Con motivo de los azares de la invasión francesa tuvo que suspender sus excursiones en Andalucía. Volvió a Madrid, donde pasó dos años con extrema penuria, y últimamente refugiose en su villa natal (Titaguas), adonde llegó, disfrazado de arriero, en 1812. Durante dos años herborizó en el término de Titaguas (1812 a 1814), hizo un plano topográfico de él y trató de reunir la mayor suma de datos posible para una Historia civil, natural y eclesiástica de Titaguas.

En el año 1814 la Diputación provincial de Cádiz encargó a Clemente, que formase un plano topográfico y estadístico de aquella hermosa provincia. Comenzose dicho trabajo, pero no pudo concluirle, por haberle comunicado el Gobierno que debía volver a ocupar su plaza de bibliotecario en el Jardín Botánico de Madrid, donde en 1815 redactó el Índice de manuscritos, dibujos y láminas existentes en dicho Jardín.

En 1818 comenzó a intervenir, escribiendo un soberbio prólogo y notas interesantísimas, que bastarían para labrar una sólida reputación, en la edición de la Agricultura general, de Gabriel Alonso de Herrera, que publicó la Real Sociedad Económica Matritense en cuatro tomos (Madrid 1818 a 1819).

En 1820 fue diputado a Cortes, uno de los 12 que eligió la provincia de Valencia. Formó parte de varias Comisiones, pero sólo una vez, y brevemente, hizo uso de la palabra en el Congreso. Al terminar la vida de aquellas Cortes, no volvió a ser diputado y aun siéndolo, solicitó licencia para retirarse a su villa natal a reponer su salud.

Allí permaneció algunos años disfrutando de esa existencia grata y tranquila, que tanto apetecen y han apetecido los sabios de todos los tiempos, dedicado sólo a la contemplación serena y reposada de la Naturaleza y al estudio de sus maravillas. Transformó su casa en un Museo, donde, junto con su herbario, se admiraban colecciones de aves disecadas e insectos; en su jardín crecían lozanas multitud de plantas curiosas y dedicábase al cuidado de las colmenas, que estudiaba, como todo lo que atraía su atención, no sólo en las obras más reputadas entonces, sino prácticamente y haciendo pacientes observaciones de rigurosa investigación personal.

En 1826 se le invitó a venir a la Corte para que terminase alguno de los trabajos que aquí comenzara. A consecuencia del riguroso invierno de 1826 a 1827, se agravaron sus achaques y dolencias, y, como había pronosticado al venir a Madrid, falleció en dicho año en 1827, el 27 de Febrero, cuando aún no había cumplido los cincuenta años de su fructífera existencia para la Botánica y Agricultura españolas.

Cavanilles le había dedicado el género Clementea, que algunos botánicos actuales rechazan, indebidamente en mi humilde juicio.

Botánico culto y verdaderamente científico, consagró, como su maestro el gran Cavanilles y su eminente condiscípulo La Gasca, gran parte de la poderosa actividad cerebral al estudio de las Criptógamas y las difíciles Gramináceas.

Con ardoroso entusiasmo se ocupaba de la Botánica agrícola y escribe en una de sus obras: «La utilidad de la Botánica se demuestra por la utilidad de las plantas, y la botánica nunca podrá valer tanto como cuando se reúna con la Agricultura en indisoluble y perpetua alianza.»

Larga y fecunda fue la labor del eminente valenciano Clemente y Rubio, dejando a la. posteridad preciosas joyas científicas que unas alcanzaron la publicidad y otras permanecen manuscritas y no son menos estimables.

Al hacer una reseña de ellas comenzaré por la magnífica obra Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía, con un índice etimológico y tres listas de plantas en que se caracterizan varias especies nuevas. Madrid 1807. Esta edición tradujose al francés y al alemán. Publicose primero en un semanario de Agricultura, después en 1832 se imprimió un extracto de la misma en otro semanario agrícola, y en 1879 se dio a la luz pública, con la dignidad y esplendidez debidas a tan excelsa producción, por el Ministerio de Fomento, siendo Ministro de este ramo el culto Conde de Toreno y Director de Agricultura el gran patriota D. José de Cárdenas.

La edición de 1807 fue dedicada al Príncipe de la Paz y la dedicatoria, admirablemente escrita, encabeza también la edición de 1879.

En la Introducción, modelo de elegancia, comienza por exponer los contrastes entre la fenología de la vegetación, en la riente primavera y ardoroso verano, de los campos andaluces.

Trata ante todo, en su obra, de los terrenos en que se cultiva la vid en Andalucía y estúdialos geológicamente, mineralógicamente y químicamente.

Previendo la finalidad y altura científica de la Botánica moderna, escribe:

«Mientras la historia natural de los vegetales no sea más que una lista metódica de sus caracteres, acompañada tal vez de algunas citas, que a nada suelen conducir, del nombre o nombres que les dan algunos, y alguna indicación de los sitios en que se les ha visto y del tiempo en que florecen o fructifican, nadie podrá vindicarla completamente de la futilidad, aridez y monotonía...» «ya es tiempo de que aspiremos a engrandecerla y hacerla respetar, extendiendo nuestras indagaciones a las latitudes, alturas, exposiciones, temperamentos, terreno y atmósfera en que vive cada planta, a su organización, propiedades y usos, y en suma a cuantas relaciones pueda tener con los demás seres y fenómenos del Universo.»



Estudia la organografía de la vid con detalle minucioso y establece seis cuadros sinópticos de los caracteres de las variedades de la vid común, haciendo después una profunda labor crítica acerca de las especies y variedades de la vid.

Después en una Tabla sinóptica de las variedades de la vid, sepáralas en dos grandes secciones: 1.ª, de hojas borrocas; 2.ª de hojas pelosas o casi del todo lampiñas; en cada sección se encierran numerosas tribus.

Pasa luego a la descripción de las variedades. Cada descripción, prolija en caracteres y observaciones personales, va acompañada del área cultural de cada variedad y de sus aplicaciones.

La honradez y seriedad científica del gran Clemente Rubio quedarían demostradas, con sólo leer esta enorme suma de paciente investigación, el «Índice de algunas variedades que no se han insertado en el cuerpo de la obra por no conocerse suficientemente», y la «Instrucción sobre los medios de que pueden valerse, los que quieran contribuir a la formación de un tratado completo, sobre los vidueños de España».

La cultura exquisita del admirable ampelógrafo, sus profundos conocimientos en las lenguas y literatura de los pueblos orientales y africanos, se patentizan al repasar las «Etimologías de varias voces españolas usadas en el Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía». Cada renglón condensa muchos años de trabajo y la revisión de obras, bibliotecas y archivos, HECHA A LA LUZ DE LA INTELIGENCIA SOBERANA DEL GRAN ESPAÑOL-VALENCIANO, SIMÓN DE ROJAS CLEMENTE RUBIO.

Ya hemos hecho referencia de la admirable Introducción a la Criptogamia española, publicada en Madrid, 1802, en colaboración con M. La Gasca y D. García.

En el Semanario de Agricultura y Artes publicó los siguientes artículos, todos interesantes:

Centeno que se cultiva en Tahal (Almería).

El cultivo de las viñas en Granada.

Geonomía o tratado de las tierras, por A. C. C. Devaux, traducido y extractado por S. de R. Clemente.

Polillas de la cera., Estudia la biología de dichos insectos y propone el medio de exterminarlos.

Gusanos de seda. Ensayo sobre sus enfermedades, por el Dr. Fontana, traducido del italiano al francés por M. Paroletti y del francés al castellano por S. de R. Clemente.

Comienza por un estudio minucioso de la Anatomía de tan útil lepidóptero.

Tentativa sobre la Liquenología geográfica de Andalucía. No llegó a publicarse hasta 1863.

Al final de la edición de 1807 del Ensayo de las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía escribió tres Listas de plantas, de que hemos hecho mención con anterioridad y que ofrecen gran interés a los botánicos españoles.

En la primera da una descripción compendiada, de las especies nuevas e ilustra, con anotaciones, otras que fueron descritas incompletamente. Las plantas comprendidas en la lista segunda son todas del litoral del Reino de Sevilla; ya en la lista primera se enumeran algunas especies que moran en dicha zona litoral.

En la lista tercera se dan a conocer todas las algas marinas de las costas sevillanas y anuncia, en una nota, que reunía numerosos datos para el estudio de la escala de la vegetación marina o sea lo que hoy se denomina distribución batimétrica de las algas.

Plantas que viven espontáneamente en el término de Titaguas. Madrid, 1864.

Instrucción sobre el modo con que pueden dirigir sus remesas y noticias al Real Jardín Botánico de Madrid los que gusten concurrir a la perfección de la Ceres Española. Madrid, 1816. Publicación hecha en colaboración con La Gasca.

Memoria sobre el cultivo y cosecha del algodón en general con aplicación a España, particularmente a Motril. Madrid, 1818.

Difícil sería a cualquier botánico y agrónomo de nuestros tiempos, hacer un estudio más condensadamente preciso, más abundoso en observaciones personales y que acuse más conocimientos de lo escrito en los libros, Memorias y Revistas de su época, que esta Memoria de Clemente y Rubio, dedicada a tan útil Malvácea.

La descripción topográfica, climatológica, hidrológica de la vega de Motril, no menos que la de los cultivos que allí tuvieron y tienen lugar, es un modelo en cuanto al fondo científico, pero este fondo como joya inestimable, va incluido en el estuche preciado de una forma castiza, elegante, puramente española, majestuosa indumentaria, tan peculiar de las obras de Clemente y Cavanilles.

No resisto al deseo, de que los lectores lean algún fragmento de la Introducción, de tan preciada Memoria; se ocupa del clima de dicha vega y escribe:

«Un cielo alegre y despejado, que jamás se empaña sino para regalarla con lluvias suaves y protegerla contra los rayos de la canícula; un ambiente puro que nunca se agita sino para verter rocíos de plata y producir céfiros que templen la influencia de aquel hermoso sol; todos los dones en suma, y todos los encantos que han notado, repartidos por la famosa Bética, la poesía y los filósofos, se reúnen en el corto recinto de Motril, como para representar, en miniatura, los Campos Elíseos de Homero y de Estrabón.»



Estudia los cultivos de la vega de Motril. Las especies del algodonero, su distribución geográfica y cultural. Hace el juicio crítico de las especies y variedades. Los terrenos y climatología que requiere el algodonero. La elección y preparación de la semilla para la siembra. La siembra, germinación y cultivo en el primer año, en el segundo y siguientes. Las enfermedades y los enemigos de la planta. La recolección. Los gastos y utilidades de tal cultivo. Las conclusiones, referentes a la totalidad de esta monografía, aun hoy encierran sabias enseñanzas.

Entre las adiciones a la edición de la Agricultura general, de Herrera, publicada de 1818 a 1819 figuró también la Memoria de que nos acabamos de ocupar.

Las Variedades o castas de trigo, precioso fragmento de la Ceres Hispánica, es asimismo otra adición importantísima a la Agricultura general, como lo es del mismo modo la que intituló

Vinos que corren en el comercio, donde establece una sagaz y curiosa clasificación vinícola.

Dejó Clemente Rubio, manuscritas, importantes producciones de su ingenio y espíritu de observación:

La Historia natural de Granada, de la que se conservan ocho tomitos con los diarios de viaje, apuntes, sueltos, etc. y plantas granadinas.

La Ceres Hispánica, que más bien pudiera llamarse una Ceres universal, de la que sólo fragmentos llegaron a imprimir sus autores Clemente, y La Gasca.

La Historia civil, natural y eclesiástica de Titaguas, de la que sólo se ha impreso la parte botánica.

El Nomenclator ornitológico español y latino.

Un Discurso pronunciado en la apertura solemne de la enseñanza de Agricultura y Botánica establecida en San Lucar de Barrameda en 1808.

Un Índice de manuscritos, dibujos y láminas que se conservan en el Jardín Botánico de Madrid, formado en 1815, y otros trabajos menos importantes.




ArribaAbajoNota 45. -José Demetrio Rodríguez

SEVILLANO ilustre, que, como laborioso botánico y colector entusiasta, dejo un herbario interesante y numeroso, que se conserva en el Real Jardín Botánico de Madrid, y algunas publicaciones estimables.

Cavanilles logró que se pensionara a José D. Rodríguez para que viajase principalmente por el Mediodía de España, en tanto que las regiones del Norte de nuestro país, debían ser recorridas por Mariano La Gasca.

Descubrió Rodríguez algunas especies nuevas en sus excursiones y contribuyó al aumento de los materiales y apuntes, que debían reunirse para la confección de una Flora española.

Ferviente patriota, durante la invasión francesa se retiró voluntariamente de su cargo del Jardín Real y vivió en obscura pobreza, desempeñando una modestísima colocación, de dependiente en una botica, hasta que restablecido el Gobierno español volvió a tomar parte en las enseñanzas y tareas de aquel establecimiento.

Desde 1839 a 1846 fue catedrático en propiedad. Todas sus publicaciones las hizo en colaboración con el eminente La Gasca, el cual profesaba a Rodríguez cariño entrañable, y al ocuparnos de las producciones del botánico aragonés, mencionaremos aquéllas, en que van unidos los nombres de estos discípulos del insigne Cavanilles.

Todo el que consulte el Herbario general y otros de los existentes en el Real Jardín Botánico de Madrid, encontrará frecuentemente el nombre de Rodríguez, junto a las numerosas plantas que dejó en aquel centro de enseñanza, para él tan querido.

Murió en 1846 y se cree que nació hacia el año de 1780.

Dedicole La Gasca el género Demetria, que muchos creen hoy sinónimo del género Grindelia Willd.




ArribaAbajoNota 46.- Vicente Soriano

MÉDICO prestigioso, que, después de haberse dedicado al estudio de las propiedades medicinales del reino vegetal, explicó Botánica Médica en el Real Jardín Botánico de Madrid; diéronse allí estas enseñanzas por Soriano en el año de 1830 y luego en 1832.




ArribaAbajoNota 47.- Géneros y especies dedicados a Cavanilles

LA planta a que se refiere el ilustre sobrino del inmortal botánico es la Cavanillesia umbellata R. et P., dedicada al gran Cavanilles por los famosos botánicos y exploradores Hipólito Ruiz y José Pavón. Esta especie vive en los Andes peruanos y su nombre vernáculo es el de Huancarssacha o sea árbol del tambor. El género Cavanillesia pertenece a la familia de las Bombacáceas.

En el Prodromus de la Flora Peruana y Chilena, página 97, escribieron Ruiz y Pavón la dedicatoria, que transcribo literalmente.

«Género dedicado a Don Antonio Joseph Cavanilles, natural de la ciudad de Valencia, Filósofo y botánico insigne, que ha contribuido con su infatigable aplicación, con varias excursiones y excelentes obras a la ilustración de la Botánica en general y ha sido casi único en ilustrar esta misma clase de la Monadelfia.»



La lámina XX del Prodromus de la Flora Peruana y Chilena, está toda dedicada a la representación de diversas partes y el conjunto, de la flor, fruto y semilla, de la Cavanillesia umbellata R. et P.

No sólo perpetúa en la Ciencia el nombre de Cavanilles, la hermosa especie mencionada; contribuyen también a dicha finalidad, otras dos especies admitidas y encontradas posteriormente; la Cavanillesia platanifolia H. B. et K., y la Cavanillesia cordata Spr.

Varios insignes botánicos extranjeros consagraron también al gran botánico español géneros, que rechazan hoy, autores recientes, de nombradía.

Las especies del género Cavanilla J. F. Gmel. se consideran como especies del género Dombeya, que creó Cavanilles y pertenece a la familia de las Esterculiáceas.

El género Cavanilla Salisb. se ha refundido en el género Stuartia, que corresponde a las Ternstroemiáceas.

Las especies del género Cavanilla Thumb. son actualmente del género Pyrenacantha, incluido en la familia de las Olacináceas.

Las especies del género Cavanilla Vel. son Enforbiáceas del género Caperonia.

Por fin, las especies del género Cavanillea Desr. constituyen hoy una sección del género Diospyros, a la que el eminente monógrafo de la familia de las Ebenáceas, Dr. M. Gürke, ha dado la denominación de Cavanillea para conservar el augusto nombre de Cavanilles, aunque el género Cavanillea no subsista.

Varias especies de plantas llevan también el nombre de Cavanilles; algunas, entre ellas, fueron descritas primero por el inmortal valentino y otros botánicos las dedicaron a él.

Mencionaré como ejemplos las siguientes:

Erodium Cavanillesii Willk.

Linaria Cavanillesii Chav.

Sideritis Cavanillesii Benth.

Evax Cavanillesii Rouy.

Trisetum Cavanillesii Kth.

Serrafalcus Cavanillesii Willk.

Perpetúan sobre todo en los fastos de la Ciencia mundial el genio botánico de Cavanilles sus inmortales obras, los géneros por él creados y las numerosísimas especies de plantas, tanto exóticas como europeas, que FUERON DESCRITAS Y DIBUJADAS POR ÉL. Muchas conservan en la actualidad, los mismos nombres que Cavanilles les dio.

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