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Joaquim Maria Machado de Assis

Apunte biobibliográfico de Joaquim Maria Machado de Assis

Joaquim Maria Machado de Assis nació en Río de Janeiro, en el Morro de Livramento, el 21 de junio de 1839, hijo de los mulatos libres Francisco José de Assis, pintor de casas, y de Maria Leopoldina Machado de Assis, lavandera. Huérfano muy niño, fue criado por su madrastra, la mulata Maria Inés quien le enseñó las primeras letras. Pasó por la escuela pública, pero realmente su formación fue autodidacta. Una gran ambición intelectual le acompañó toda su vida. En uno de sus primeros trabajos, en la panadería de Mme. Guillot, aprende a leer y traducir francés y cercano a los setenta años todavía inicia el estudio del griego.

En 1855, entra en contacto con el grupo de escritores que se reunían en la librería de Paula Brito y publica su primer poema, «Um anjo». Comienza entonces una actividad intelectual que se mantendrá ininterrumpida hasta su muerte en 1908. En 1856 trabaja como aprendiz de tipógrafo en la Imprensa Nacional. En el 58 es revisor de pruebas en la editora de Paula Brito y un año después en el Correio Mercantil. Su nuevo oficio lo introduce plenamente en el medio periodístico y literario. Colabora en Marmota, Paraíba, Espelho -revista efímera que funda con Eleuterio de Sousa en 1858- y Correio Mercantil. Su primera colaboración en prosa es una traducción de Lamartine y su primer estudio crítico importante, «O pasado, o presente e o futuro da literatura», reflexiona sobre la formación de una literatura nacional.

En 1860 pasa a colaborar en Diario do Rio. Machado será el encargado de reseñar los debates del senado. Obligado a reflexionar sobre la política y la vida social, la experiencia representará para el muchacho de veintiún años un interesante aprendizaje. Esta parte de su obra muestra un excelente periodista que empieza a forjar ese modo inconfundible de decir, tan llano y profundo a la vez, marcado por una inteligente ironía.

En esta década publica buena parte de su producción teatral: Hoje avantal, amanha luva (1860), Queda que as mulheres têm para os tolos (1861), que aparece como una supuesta traducción, Desencantos (1861), Caminho da porta (1863), O protocolo (1863), Quase ministro (1863) y Os deuses de casaca (1866). Si como dramaturgo no logra el reconocimiento, sí lo alcanza como poeta con las poesías románticas de Crisálidas (1864). Son sus primeros libros.

Dos acontecimientos vitales en la biografía de Machado sucederán en los años inmediatos: su ingreso en la administración del estado -primero en 1867 en el Diario Oficial y después en 1873, en la Secretaría de Agricultura- y su matrimonio con Carolina Xavier de Novais, en 1869. Con la seguridad proporcionada por su condición de funcionario, en cuya escala irá ascendiendo hasta su jubilación como director de la Dirección de Comercio, Machado podrá consagrarse a la literatura. También Carolina contribuyó a esta vocación. No solo le proporcionó la estabilidad emocional de una vida feliz. En Carolina, Machado encontró a una lectora culta que lo indujo al conocimiento de los autores ingleses que tanto habrían de influir en su narrativa de madurez y a una lectora inteligente con la que discutió su propia obra.

En 1870, aparece su segundo volumen de poesías, Falenas. Pero esta década estará marcada por el desarrollo del narrador. Contos fluminenses (1870) e Histórias da meia-noite (1873), publicados por la que será su principal editora, Garnier, recogen relatos aparecidos previamente en Jornal das familias. Resurreição (1872), su primera novela, es también una obra convencional, aunque ya se percibe en ella uno de los principales rasgos de Machado como novelista: la penetración sicológica. En sus tres siguientes novelas, emparentadas temáticamente, A mão e a luva (1874), Helena (1876) y Iaiá Garcia (1878), el escritor parece empeñado en dar solución al problema que se había planteado en su inteligente ensayo «Instinto de nacionalidade» (1873): «Lo que ante todo se debe exigir del escritor -afirma allí- es cierto sentimiento íntimo que lo torne hombre de su tiempo y de su país, incluso cuando trate asuntos remotos en el tiempo y en el espacio». En estas novelas, quizá reflexionando sobre el abandono de su buena madrastra, defiende la ambición de mudar de clase, incluso a costa de sacrificios en el plano afectivo. El extraño hilo social que recorre estas desencantadas páginas, en las que la práctica del paternalismo ocupa un primer plano, marca distancia con la narrativa romántica de José Alencar.

Pero no será este ciclo de la ambición con el que Machado resuelva el problema del realismo brasileño. Después de la grave crisis de salud que lo aquejó entre octubre de 1878 y marzo de 1879, escribe Memórias póstumas de Bras Cubas (1881), con la que logra trasponer a la forma las relaciones sociales brasileñas. Con esta novela, narrada por el difunto Bras Cubas, Machado abandona la fórmula del realismo europeo y con ella el dominio de la racionalidad convencional. La arbitrariedad con la que el gran señor Cubas cuenta su vida traduce la desfachatez de la dominación de clase en el Brasil y señala el conflicto entre la profunda solidez de lo estamental y la superficialidad de lo burgués en la vida nacional. Memórias, por encima de su frágil carácter autobiográfico, sugiere revolucionariamente que la identidad se fija en niveles impersonales: el inconsciente y la sociedad.

Con esta novela, inicia Machado su etapa de madurez que lo eleva a la altura de los grandes maestros del realismo decimonónico. Es el inicio también de su inteligente y esquiva lección de historia del Brasil, que nos revela una sociedad en las antípodas de la patria romántica que conformó la narrativa de Alencar. Si las Memórias se ambientan entre 1805 y 1869, desnudando la organización servil y familiar de entonces, Quincas Borba (1891) y Dom Casmurro (1990) muestran el periodo de crisis entre 1867 y 1871, cuando el capitalismo empezó a debilitar las estructuras estamentales del Imperio. Y, finalmente, Esaú e Jacob (1904) y Memorial de Aires (1908) se ocuparán de los años más cercanos marcados por los hitos de la Abolición de la esclavitud y la proclamación de la República.

Tan brillantes como sus novelas, serán sus cuentos de esta etapa, que hacen de Machado un maestro del género, tal vez el primer gran cuentista latinoamericano. Papéis avulsos (1882), que incluye «O alienista», Histórias sem data (1884), Várias histórias (1896) y Páginas recolhidas (1899) son testimonio de ello.

Casi todas estas obras maestras de la narrativa fueron escritas en medio de la vida plácida y ordenada del funcionario Machado. Y alguna con posterioridad a su jubilación forzada en 1897. Para entonces hacía algún tiempo que era considerado el mejor escritor brasileño. Su aclamación como presidente de la Academia Brasileña de Letras, de la que fue miembro fundador, constituyó un reconocimiento más.

Machado murió el 29 de septiembre de 1908.

Datos extraídos de:

  • BOSI, Alfredo, História Concisa da Literatura Brasileira, São Paulo, Cultrix, 1970, pp. 193-203.
  • GLEDSON, John, Machado de Assis: Ficção e História, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1986.
  • PEREIRA, Lúcia Miguel, Machado de Assis. Estudo crítico e biográfico, São Paulo, Companhia Editora Nacional, 1936.
  • SCHWARZ, Roberto, Ao Vencedor as Batatas. Forma literária e processo social nos inícios do romance brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977.
  • ——, Um mestre na periferia do capitalismo-Machado de Assis, São Paulo, Duas Cidades, 1990.

Francisco José López Alfonso
(Universitat de València)

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