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Catálogos de bibliotecas de Constantinopla

Francisco Codera y Zaidín





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Hace algún tiempo tuve ocasión de dar conocimiento á la Academia de la existencia de catálogos impresos de cuatro bibliotecas de Constantinopla, á saber: de Santa Sofía, de Kieuprulumehemet Pacha, Yeñi Djami y del sultán Abdel Hamid, haciendo notar el número considerable de manuscritos árabes españoles existentes en tales bibliotecas, y más principalmente llamando la atención acerca de las muchas obras históricas desconocidas en las demás bibliotecas de Europa1.

La Academia se sirvió encargarme que continuara mis gestiones para tener conocimiento más detallado de las bibliotecas de Constantinopla, de las facilidades que para su estudio tienen los europeos, ó mejor dicho, los no musulmanes y de si habría medios de proporcionarse copias de los manuscritos que se creyeran importantes.

Para cumplir el encargo de la Academia, escribí á nuestro Ministro plenipotenciario en Constantinopla, el Sr. D. Angel   —298→   Ruata, quien inmediatamente me enteró de cuanto deseaba, y merced á sus gestiones obtuvo del Sultán facilidades para hacer copiar cuantos manuscritos se deseen, y la orden de que si una Comisión de la Academia va á Constantinopla, se le franqueen todas las bibliotecas, habiendo además nombrado una persona perita para que en su caso auxilie á la Comisión.

El Sr. Ruata no se limitó á eso, sino que reunidos los catálogos impresos de nueve bibliotecas, los puso á disposición de la Academia, y me ha remitido los cinco, que me eran desconocidos y que en su nombre tengo el honor de presentar ahora.

Estos cinco catálogos son de las bibliotecas de la mezquita de Nur Otsmaní; de Wali-ddin en la mezquita del sultán Bayaceto; de Axir Effendi en Bagche Kapoussi; de Baxir Aga en Estambul, junto á la Sublime Puerta y de Alí Pacha de Horlou.

Tanto estos cinco catálogos como los cuatro anteriores, tienen distribuídos los libros por materias, de modo que es relativamente fácil enterarse de lo que más interesa á cada uno según sus estudios.

En la descripción de cada manuscrito ó impreso, que son los menos, se dan bastantes datos, pues en las columnas respectivas figuran, aunque no siempre, los datos siguientes: número que lleva la obra; título de la misma; número de volúmenes; lengua árabe, persa ó turca en que está escrita y carácter de letra; número de líneas por página; número de estas; nombre del autor con la fecha de su muerte, y notas especiales en lengua turca, pues lo anterior está todo en árabe.

En los índices está resumido el número de volúmenes de cada sección, resultando que en las secciones de Geografía é historia existen respectivamente en las citadas bibliotecas 416, 144, 225, 58 y 14 volúmenes; total 859 tomos de obras históricas ó geográficas.

Estudiados dichos catálogos con el propósito de anotar lo referente á España y los libros de Historia ó Geografía escritos en árabe, hube de hacer las papeletas respectivas, desprendiéndose de estas últimas la suma de 153, de las cuales 92 no resultaban de los catálogos anteriores y 61 son repetidas en cuanto al autor, y muchas veces también en cuanto á los títulos de las obras, pues   —299→   en la papeleta de cada autor se anotan todas las obras del mismo aunque estén repetidas.

Puestas las papeletas por orden alfabético de autores y estudiadas las 30 primeras, aparecen 12 autores no citados por el Dr. Wüstenfeld en su libro los Historiadores árabes y sus obras. De autores españoles no históricos se han hecho ó ampliado 45 papeletas, resultando 12 de autores que no tenía anotados, no solo con referencia á los catálogos anteriores, sino á todo de lo que antes había podido hacer papeletas, tomando como punto de partida la obra del gran bibliógrafo turco Hachi Jalifa.

Si el numero de libros hasta ahora no conocidos resulta muy considerable, tanto en las cuatro bibliotecas, que ya conocíamos, como en las cinco de cuyo contenido nada sabíamos hasta hace pocos días, la importancia probable no es inferior en estas últimas, aunque hay que confesar que en ninguna de las nueve bibliotecas existe libro alguno de los que sin verlos, sabemos que son de interés capitalísimo para el estudio de nuestra historia, como lo son varios de los existentes en Fez; pero en cambio hay muchísimos de utilidad muy probable y que interesaría mucho se examinasen con este objeto.

No sería fácil, ni es ocasión en este momento de dar cuenta á la Academia de los libros que por algún concepto me han llamado la atención, por el título ó por el autor, y solo me propongo hacerlo de algunos.

Obras históricas de autores españoles, no conocidas hasta ahora, solo figuran dos ó tres en los cinco catálogos mencionados: una es de autor muy citado por los posteriores, otra de autor español que no encuentro mencionado y la tercera casi con seguridad puede decirse que es el compendio de una obra muy citada de autor español.

Abu Omar Yuçuf ben Abdalá ben Mohámed ben Abdelbar, nacido en Córdoba el 24 del rebia postrero del año 368, día que como dice Aben Pascual corresponde al 29 de Noviembre (del año 978) murió en Xátiba á fines de rebia postrero del año 463. Varios autores, entre ellos Aben Pascual, Addabbí, Aben Jalicán y Aben Ayyadh, escribieron su biografía, citando multitud de obras: Addabbí es quizá el que cita mayor número, con la particularidad   —300→   de indicar los volúmenes de que constaba cada una, formando un total de 72 tomos2.

De las obras históricas de este autor, que cita el Dr. Wüstenfeld, á cuyo catálogo se podrían añadir algunas, se conocían tres, no existiendo ejemplar alguno de la que Hachi Jalifa titula bajo el núm. 9.432, Estudio y disputa acerca de las genealogías de los árabes y bárbaros. En la biblioteca de Axir Effendi figura un tomo de esta obra, con el núm. 688. De la importancia de la misma nada sabemos, pero si entendiendo por bárbaros á todos los cristianos, da noticias de genealogías de cristianos españoles y de familias arraigadas en España, como autor de mitad del siglo V de la hégira, pudiera proporcionarnos datos interesantes; á juzgar por el modo con que trata de genealogías su contemporáneo Aben Hazam, podemos esperar que algo nuevo nos enseñe este libro, hasta ahora desconocido; pues el título de su obra se presta más á ello que la de Aben Hazam, de la cual, sin embargo, sacamos muy buenas noticias del manuscrito de Túnez; del que tenemos copia en la Academia.

De Abu Alcásim Mohámed ben Alí el Andaluçí, muerto en el año 726 y del cual se conserva en la misma biblioteca la obra titulada Clases de las naciones ó pueblos, nada puedo decir, ya que no le cita el Dr. Wüstenfeld, y entre los muchos españoles que llevaron esos mismos nombres, no encuentro ninguno que escribiese obra con ese título, que otros autores dieron á las suyas.

De otro historiador español llamado Arroxetí se conserva, si no la obra que se sabe escribió, un compendio en tres tomos escritos por Ismail ben Ibrahim ben Mohámed, que parece ser el mismo compilador de Arroxetí, que cita Hachi Jalifa con los nombres de Machdo-ddin Ismail ben Ibrahim, muerto en el año 702. Es verdad que el libro mencionado con los números 594 á 596 en el catálogo de la biblioteca de Axir Effendi, no lleva el mismo título; pero debe suponerse que el nombre Inscripción árabe Las Genealogías más bien que el título indica el contenido ó materia de la obra, que efectivamente   —301→   trata de genealogías: no parece que esta obra sea conocida; al menos el Dr. Wüstenfeld no la indica en el artículo acerca de Arroxetí y al compendiador no le dedica artículo especial.

El autor de la obra compendiada llamábase Abu Mohámed Abdalá ben Alí ben Abdalá Arroxetí: nació en Orihuela en el año 466 y fué muerto al apoderarse los cristianos de Almería el viernes 20 de chamada postrera del año 542.

Abel Jalicán, muy dado á explicar las denominaciones ó apodos que menciona, explica este sobrenombre, tomando la explicación del mismo autor Arroxetí, según el cual, uno de sus ascendientes tenía en su cuerpo un lunar grande: cuando era niño, tenían en su casa una niñera agemí, es decir, española, la cual cuando jugaba con él, le llamaba Roseta y repetido esto muchas veces, le quedó el sobrenombre Arroxetí (el de la roseta ó lunar)3.

Al dar cuenta á la Academia por primera vez de libros españoles é históricos existentes en Constantinopla, me permití hacer mención especial de la obra geográfico-biográfica de Alumari por el número considerable de volúmenes de que consta, y de los cuales pocos se conocían en Europa; las mismas razones me mueven ahora con motivo de una obra histórica, de la que se conocen algunos tomos y de la que en la biblioteca de Wali-ddin en la mezquita de Bayaceto se conservan más volúmenes de los 19 de que podría creerse constaba la obra.

El tantas veces citado Dr. Wüstenfeld, bajo el número 489, da noticias del fecundo historiador Bedredin Mahmud ben Ahmed ben Muza ben Ahmed ben Yuçuf el Ainí, muerto en el año 855 de la hégira: al citar como primera ó más importante obra de este autor la llamada Collar de margaritas acerca de la historia de los pueblos, dice que consta de 19 partes en cuatro grandes tomos: Hachi Jalifa dice en una parte, núm. 2260, que constaba de cerca de 20 volúmenes, y al hablar nuevamente de ella en el lugar correspondiente al título, bajo el núm. 8182, dice que constaba de 19 tomos: obra tan voluminosa no podía ser muy común en   —302→   las bibliotecas y es probable que el gran bibliógrafo turco no hubiera visto ningún ejemplar completo; pues parece indudable que constaba de bastantes más, quizá 29, ya que el ejemplar existente hoy en Constantinopla constaba al menos de 24, de los cuales falta el 12, y no se crea que los llamados tomos, son cuadernos de pocas páginas, ya que hay tomos de más de 800 páginas, resultando unos con otros de 530. En el mismo Catálogo aparecen indicios de que el ejemplar quizá está formado de restos de anteriores, ó al menos de que está copiado por varios, pues el número de líneas por página en los diferentes tomos es de 19, 21, 23 y 31.

Podrá decirse que un autor oriental de mitad del siglo IX de la hégira (mitad de nuestro siglo XV) no hay probabilidad de que tenga interés para nosotros, ya que por lo que se sabe del autor, nada consta que haga sospechar tratase especialmente de nuestra historia: sin embargo, dada la manera de escribir la historia los autores árabes, para mi es seguro que en esta obra se han de encontrar noticias referentes á España, que no constan con la misma extensión en los autores conocidos, aun suponiendo, que Mahmud el Ainí no tuviera otras fuentes que las que aprovecharan los demás autores; y para creerlo así, basta fijarse en una observación muy sencilla: las obras de Aben Alatsir y de Annowairi, muertos en el año 630 el primero, y en 733 el segundo, autores, que ninguna relación sabemos que tuvieran con España, ambas contienen datos muy importantes, que no constan en otras, y si han sido aprovechadas en Europa, y publicada la primera en 14 volúmenes á expensas del Gobierno de Suecia, no ha sido en virtud de superioridad reconocida sobre otras obras, sino por la coincidencia de ser de las pocas historias generales árabes existentes en las bibliotecas de Europa: por tanto es de suponer que la obra de Mahmud el Ainí y las otras generales existentes en Constantinopla tengan importancia en relación con el mayor ó menor desarrollo que el autor haya podido ó querido dar á su obra.

De la importancia probable de otras muchas obras históricas, ó varias de autores españoles, pudiera decir algo; pero basta lo dicho para que se comprenda lo mucho que en Constantinopla debiera trabajarse para el estudio de nuestra historia. Allí se encuentran   —303→   muchos libros, que por existir distribuídos en diferentes bibliotecas de Europa pudieran, aunque con dificultad, haber sido aprovechados por nosotros los españoles, y otros en número considerable que no se sabe existan en otra parte y que por tanto hay que estudiar allí para aprovechar lo que á nuestra historia interesa.

Por desgracia para nuestros estudios, hoy la historia árabe de España no inspira en el extranjero el interés que inspiró hace cincuenta años; y es que ensanchado extraordinariamente el campo de los estudios orientales, hay otras ramas, que tienen más aliciente por la novedad y la importancia que para el conocimiento de la antigüedad proporcionan constantemente, y aun los que se dedican á los estudios árabes, encuentran en los diferentes ramos literarios ó científicos, terrenos menos explorados: de aquí que no podamos esperar que sabios como Dozy, el Barón de Slane y Tornberg dediquen lo mejor de su vida al estudio de nuestra historia ó á la publicación de textos de interés especial de España ó del Norte de África. Lo mucho que en especial Dozy dejó por hacer por falta de tiempo y documentos, habremos de hacerlo los españoles: ¿lo haremos algún día? A esta Real Academia incumbe el procurarlo en cuanto de ella dependa.

Madrid, 20 de Marzo de 1891.





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