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La caída de Constantinopla

La reconquista de Constantinopla en 1261

«Constantinopla, Acrópolis del Universo, capital del Imperio Romano, que había estado, por la voluntad de Dios, bajo el poder de los latinos, se encontró de nuevo bajo el poder de los romanos, y esto les fue concedido por nuestra mediación».

Miguel VIII Paleólogo

Constantinopla. Puerta del Paraíso y del Infierno de Santa Sofía.En 1261, Miguel VIII Paleólogo inicia el sitio de la ciudad que los bizantinos de Nicea querían reconquistar, pero después de prolongadas escaramuzas también sus murallas le son imposibles de traspasar, y termina haciendo un pacto con el emperador latino Balduino II, en espera de otra oportunidad.

Tiempo después sabía que tenía mejores posibilidades, porque había conseguido la ayuda de los genoveses, que, movidos por los mismos intereses que los venecianos venían defendiendo hacía siglos en Bizancio, decidieron que era una buena oportunidad para extender sus negocios y aplicar un buen golpe a sus rivales venecianos y pisanos y a cambio de los consabidos privilegios comerciales ofrecieron su marina para sitiar a la capital por mar, algo fundamental para quien quisiese tomarla.

Sin embargo, la fortuna quiso que algunos soldados de las tropas bizantinas que estaban desolando Tracia preparando el camino para un futuro asedio, comandadas por Alejo Strategopulos, se enteren mediante sus informantes de que los defensores no estaban en las murallas esa noche porque los venecianos se los habían llevado a atacar posiciones griegas en una isla del Bósforo. Aprovechan la ocasión para investigar, encontrando una puerta accesible y, forzando por ella la entrada a la ciudad, provocan finalmente, ante la ausencia de tropas latinas, la huida del emperador latino y su corte.

Unos meses después, el emperador Miguel VIII, que se hallaba en Asia al momento de la toma de la ciudad, hace una entrada triunfal en Constantinopla, y poco después es coronado en Santa Sofía, con cuyo acto se volvía a la ya centenaria tradición bizantina de la coronación del emperador por el patriarca en la iglesia más bella de la cristiandad, y, en definitiva, se restauraba en el Imperio su capital tradicional.

Por lo tanto, luego de 1261, Constantinopla vuelve a ser bizantina, pero su vulnerabilidad había sido evidenciada, y por lo tanto otra época comenzaba para Bizancio, llena de inseguridades y sin poder lograr ya nunca más el prestigio ni el poder de antaño.

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