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Eclesiasticus, 19, 2: «Vinum et mulieres apostatare faciunt sapientes.» Renegar, apostatar. (N. del E.)

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Ancho campo para el comentador. Los que contra ellas dijeron y escribieron son infinitos e infinito lo que dijo y escribió cada uno. Si hubieran escrito ellas de los hombres, llegaran con la pluma adonde diciendo llegan con la lengua. Pero me pongo de su parte, porque el hombre, por más inteligente, es más culpable, y así, sólo recomiendo el Ginaecepuenos o alabanza de las mujeres, por Juan de Espinosa (SBARBI, Refranero, t. 2.), donde se dan cita un sinfín de autores para alabarlas: ¡los mismos que en otros Corvachos se la dan para denostarlas! Séneca, en sus tragedias, con otros muchos, encarece cómo vestido Hércules y afeitado como mujer delicada, y sentado entre las doncellas de Omfala, reina de Lidia, con quien se abarraganó, trataba la rueca y el huso con aquellas robustas manos con que había domado a cuantos tiranos crueles y bestias bravas había en la tierra. (N. del E.)

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No te contezca. Cancionero s. XV, 264: Y conteceles, comigo / como a los que van por lana. (N. del E.)

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Imitado del Corvacho, I, 18: «La muger que malusa e mala es, non solamente avariçiosa es fallada, mas aun envidiosa, maldiziente, ladrona, golosa, en sus dichos non constante, cuchillo de dos tajos, ynobediente, contraria de lo que le mandan e viedan, superviosa, vanagloriosa, mentirosa, amadora de vino la que lo una vez gosta, parlera, de secretos descobridera, luxuriosa, rayz de todo mal e a todos males fazer mucho aparejada, contra el varón firme amor non teniente...» Y de HITA (c. 469): «Talante de mugeres, ¿quien lo puede entender, / sus malas maestrías e su mucho malsaber?» Hállase, sin embargo, este trozo en JUAN DE ARANDA, Lugar. com., p. 109, Madrid, 1613, como dicho de Marco Aurelio: «Hablando Marco Aurelio contra las mujeres, dize: ¿quién contará sus mentiras, sus tráfagos y cambios?, ¿su liviandad y lágrimas?, ¿sus alteraciones y osadías?, ¿sus engaños y olvido?, ¿su ingratitud y desamor?, ¿su inconstancia y testimonios?, ¿su negar y rebolver?, ¿su presumpción y vanagloria?, ¿su abatimiento y locura?, ¿su desden y soberbia?, ¿su parlería y sujeción?, ¿su golosina y luxuria?, ¿su miedo y atrevimiento?, ¿su embaymiento y escarnio?, ¿su deslenguamiento y desverguença, y al fin su alcagueteria: y sobre todo, todo lo que piensan, osan.» No hallo este trozo en Los doce libros del emperador Marco Aurelio, ni siquiera en el Marco Aurelio de Guevara. ¿Acaso lo tomó Aranda de La Celestina, colgándoselo a Marco Aurelio? No hay traducción castellana o libro atribuido a este emperador en el siglo XV, ni aun en el XVI, de donde pudieran haberlo sacado Aranda y Rojas. (N. del E.)

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Gorguera, lienzo plegado y alechugado que se ponía al cuello. ESPIN., Ballest., 3, 35: Al derredor del cual parece que tienen una gorguera. (N. del E.)

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«La mujer es puerta del diablo, descubridora del árbol vedado, desamparadora de la ley de Dios, persuasora del hombre, a quien el diablo no osó tentar.» (TERTUL., De habitu muliebri.) «Cabeza del pecado, arma del diablo, expulsión del paraíso, madre del pecado, corruptela de la ley.» (ORIGEN., In Math., c. 15; In Job, tract. 2.) «Enemiga del amistad, pena que no se puede huir, mal necesario, tentación natural, calamidad deseada, peligro doméstico, detrimento deleitable, naturaleza del mal y pintada con el color del bien.» (CRISOST., Homil., 32, c. 19 in Math., y Homil., 26, ibid.) «Naufragio del varón, tempestad de la casa, impedimento de holganza, cautiverio de la vida, daño cotidiano, rija voluntaria, batalla suntuosa, fiera combidada, solicitud de asiento, leona que os abraza, peligro adornado, animal malicioso y mal necesario.» (MAXIMUS Martir, c. 39, Locorum comunium, tomado del filósofo SEGUNDO.) Agamenón decía que no había cosa peor que la mujer (Odis., 11): Eurípides pregonaba por cosa fácil hallar una mala mujer y por muy difícil hallarla buena (Ifigen. en Aulida); Luciano sentencia por castigado a Prometeo, con razón, por haber hecho tan mala sabandija como la mujer (Amatorium); Eunomia la de Plauto (Aulular. y Curcul.) a ninguna concedía ser buena, más concedía que una es peor que otra y que dos son peores que una; Menandro afirmaba no haber cosa peor que la mujer, por buena que sea, y que una no discrepa de otra, y Plutarco (Tranquil. animi) concluye que por buena que sea la mujer, al fin es mujer, que es lo que dice el trágico Carcino, que para significar cosa mala basta decir hembra. Hállanse las palabras del texto en JUAN DE ARANDA, Lugares comun., p. 109, como sentencia del jurisconsulto: «La muger es arma del diablo, cabeza de pecado y destruyción del Parayso.» ¿Acaso lo tomó Aranda de la misma Celestina, pues este y el otro trozo anterior se hallan casi juntos en La Celestina y en Aranda? Básteme levantar la liebre y que los eruditos se devanen los sesos. (N. del E.)

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Las mugeres e el vino hazen los hombres renegar; do dice. Quitose en V, sin duda porque ya antes lo había puesto en boca de Salomón. (N. del E.)

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Prosigue, no ya imitando, sino tomando del Corvacho, I, 5: «E non pienses en este paso fallaras tu mas fermeza que los sabios antyguos fallaron ecspertos en tal sçiençia o locura mejor dicho. Lee bien como fue Adan, Sanson, Dauyd, Golyas, Salamon, Virgilio, Aristotiles e otros dignos de memoria en saber e natural juyzio, e ynfinidos otros mançebos pasados desta presente vida e aun hoy bivientes. Por ende esperar firmeza en amor de muger es querer agotar río cabdal con cesta o espuerta o con muy ralo farnero.» Véase FARINELLI, Note sulla fortuna del «Corbaccio» nella Spagna Medievale, en la Miscelanea Mussafia, Halle, 1905, p. 43: «Non dipende invece, a mio giudizio, del Corbaccio (italiano) la tirata contro le donne che Sempronio regala a Calisto nella Celestina (1.º atto) per guarire la sua struggente passione d' amare. E suggerita della Reprobacion dell Arciprete (de Talavera), come intendo dimostrare altrove trattando delle fonti della Celestina.» Todo lo que se sigue está bebido, cuanto al lenguaje, del elocuentísimo raudal del Arcipreste talaverano. (N. del E.)

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Se acuerda el autor de HITA (c. 631-634). (N. del E.)

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HITA, 427: «Quesyste ser maestro ante que discípulo ser.» (N. del E.)

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