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Juan Pérez de Montalbán

Sinopsis de las comedias del primer volumen de Montalbán

Sinopsis de Don Juan de Austria (edición de Roberta Alviti)

Acto primero

En el día de la Ascensión, el cardenal Alejandrino, legado pontificio, después de pasar por Barcelona y Guadalajara, llega a Madrid; le acogen el rey Felipe II, don Juan y muchos nobles de la corte. Se le ha preparado una fastuosa bienvenida: a la entrada de la ciudad se ha erigido un altar donde el Legado esperaba la procesión. Cuando ésta se da por terminada, el rey Felipe se apea de su carroza para homenajear al Legado. Su Majestad le da la mano derecha y los dos se retiran. Mientras tanto, la condesa Porcia, enamorada de don Juan, acompañada por su dama Inés, quiere asistir al espectáculo, pero, como la procesión ha atraído un gran muchedumbre, no consigue ni siquiera ver el altar, así que, Morata, criado de don Juan, se ofrece para contarle todo lo que está viendo. Sigue una breve relación del viaje del Legado, una larga enumeración de los personajes más importantes del entorno de Felipe II y una detallada descripción del acto. Aquella misma noche, don Juan y el archiduque Alberto, su sobrino, visitan a Porcia y, después de una ingeniosa conversación, empiezan a recitar sonetos: el primero le toca a Alberto, el segundo a don Juan, el tercero a Porcia y el último, burlesco, a Morata. Precisamente el gracioso llama la atención de don Juan informándole de que ha llegado la hora de dejar a la Condesa. Mientras tanto, Felipe II espera a que don Juan vuelva a Palacio y, hablando con don Diego de Córdoba, desaprueba el hecho de que don Juan y Alberto salgan todas las noches. Al llegar, don Juan encuentra en su apartamento a su medio hermano, el Rey. Después de despedir a Morata y a don Diego, el Rey pide a don Juan advertir a Alberto de que no le conviene salir con tanta frecuencia. Don Juan, sin embargo, entiende que la advertencia del Rey está destinada a él.

Acto segundo

Después de un tiempo no precisado, don Juan cuenta a Morata su encuentro con Porcia en el jardín de ella. Morata reprehende a don Juan por no haber aprovechado la ocasión. Sale el Rey, quien en una larga tirada cuenta la infancia de don Juan y su primer encuentro con él. Termina expresando su deseo de que Juan se vaya a Flandes de inmediato para asumir el cargo de gobernador. Felipe da a Juan un papel para que lo lea en voz alta, mientras él escribe su carta para la Infanta Margarita; se trata de un memorial donde se indican a don Juan los diversos tratamientos que tiene que emplear con las autoridades reales, políticas y religiosos; don Juan acepta irse a Flandes. Porcia está obsesionada por una sensación de desgracia inminente: después de una noche sin poder dormir, se levanta triste y cansada. Se acuesta otra vez y cae en un sueño muy inquietante. Llega don Juan quien, en un largo soliloquio, lamenta su suerte cruel que le obliga a separarse de su amada. Porcia, de repente, se despierta y se vuelve inconsolable cuando don Juan le comunica que está obligado a irse a Flandes. Los dos se separan convencidos de que no volverán a encontrarse nunca más. Felipe II recibe una carta con la que el Papa solicita otorgar el título de Señor de Túnez y La Goleta a su hermano Juan, como premio por asaltar y derrotar dos fortalezas turcas. Felipe rechaza la petición de su Santidad. El archiduque Alberto intenta interceder, en vano, para que Juan consiga ese título. Sale el infante Fernando, que desea hacer honor a su tío Juan que está a punto de partir. Sale también el recién nombrado gobernador de Flandes, y aunque el Rey lo abraza, aparentemente con cariño, se dirige a él llamándole «Su Excelencia». Juan, quien desearía el tratamiento de «Alteza», se despide muy fríamente de su medio hermano.

Acto tercero

Mientras el Rey recibe en audiencia a tres demandantes, don Juan acompañado por Morata, llega a Luxemburgo, donde monsieur de Navis le recibe y le informa de que la gente de Flandes acoge su llegada con alegría, porque espera que los conflictos cesen. Al retirarse monsieur de Navis, dos mujeres vestidas de flamencas y con máscaras, se acercan. El disfraz es tan perfecto que ni Juan ni Morata se percatan de que detrás de aquellas máscaras se esconden Porcia e Inés. Morata, encantado por la perspectiva de una aventura amorosa pide a don Juan irse con él para conocer a las dos. Sin embargo, Juan, que es hombre fiel y de honor, se niega. Por fin, Porcia desvela su verdadera identidad y confiesa a don Juan que, con motivo de su partida, se sentía tan triste que decidió seguirlo a Flandes. El sonido de un clarín anuncia la llegada de Madame Margarita, y su séquito. Margarita acoge a Juan hincándose de rodillas delante y declarando haber oído hablar mucho de sus victorias. La comedia concluye con una larga tirada de don Juan en la que se cuentan su vida y de sus hazañas.

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