Saltar al contenido principal

Nancy Morejón

  1. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
  2. Nancy Morejón
  3. Estudios
  4. Entrevistas
  5. Nacy Morejón: poeta vital, mujer comprometida con la realidad

Nancy Morejón: poeta vital, mujer comprometida con la realidad

Por María Dolores Alcantud Ramón

Dolores Alcantud: Desde tu perspectiva, ¿Cómo definirías la poesía negra?

Nancy Morejón: Para mí, sobre todo, es un fenómeno que está menos vinculado al fenómeno racial y más al de la esclavitud; aunque naturalmente el racismo se expresa, cuando se expresa, de una forma cruda y creo que ningún poema puede evitar esa crudeza para poder crear esa conciencia necesaria. No es un fin, considero que todas las culturas tienen que estar abiertas, la cultura cubana es un ejemplo, es una mezcla de componentes hispanos y de componentes africanos. Antonio Macedo pidió por la libertad de Cuba, no sólo de los negros, aunque estaban por supuesto incluidos los cimarrones y las fuerzas de la sociedad colonial, en ese sentido yo soy muy heredera de los valores de Nicolás Guillén, lo hispano-africano. No es así la poesía caribeña en otras lenguas. Nosotros vemos a España como un componente de nuestra cultura, somos hispanohablantes y nos vanagloriamos de eso, festejamos esa circunstancia y somos herederos de la cultura española. Somos cubanos y creo que formamos parte de la gran tradición de la poesía española, como bien dice Mario Benedetti «Dos poesías y una lengua».

Esto es sumamente importante ya que la unidad de la lengua española se produce, de alguna manera, en América Latina. Nosotros desde Cuba vemos a España como una unidad lingüística, y hasta hace muy pocos días escuché hablar en valenciano. Eso, es verdaderamente impresionante, porque estoy acostumbrada a escuchar el castellano y es importante ver que en España existen otras lenguas que son compartidas y enriquecedoras. España es el castellano y también, en este caso, el valenciano. De modo que a mí me parece importante el tema de la cuestión de las lenguas, ninguna lengua es mejor que otra, todas son importantes.

Existen poblaciones y sociedades que son y tienen que ser bilingües, bueno, pues que lo sean.

D. A.: Mario Benedetti considera que existen tres grandes temas en tu obra, el tema de lo negro, el de lo folklórico y el de lo revolucionario. ¿De qué forma situarías estos temas a lo largo de tu trayectoria literaria? Y, aprovechando la pregunta, ¿qué añadirías o no a tu temática poética?

N. M.: Yo creo que mi poesía empezó a empujones, después fue viendo, fue entrando, fue evolucionando. Yo me defino como un ser social, fui, soy y seré un ser social, por lo tanto, en mi poesía fueron saliendo y entrando elementos. Pero, sin embargo, yo no he dejado de darle importancia a las formas técnicas, nunca he dejado de darle importancia a la calidad, nunca he dejado de darle importancia a la enseñanza de la escritura... Yo creo que un escritor tiene que escribir bien, como yo te comentaba, y recordando a Cortázar si yo tengo las mejores intenciones, el mejor programa del mundo, las mejores ideas, y las expreso mal, con una escritura deficiente, mi mensaje está trunco. Así, muchas personas piensan que solamente el hecho de escribir una pancarta, aunque tenga las mejores intenciones y esta sea una pancarta a favor de una causa justa, ya es suficiente para hacer literatura, yo creo que no.

Yo le huyo realmente a ese tipo de cosas que no están muy acordes aparentemente con la excelencia literaria, sino nada más que con un proyecto político, y me parece algo descabellado. Siempre me he negado a eso, yo escribo sobre las cosas que yo creo, que pueden amoldarse a mi modo, a mi estética, si no es así no funciona, no funciona la preceptiva; nunca he aceptado que por la fuerza alguien me imponga una cosa, por ejemplo, este libro Elogio de la danza, que es un libro de servicio, no tiene nada de político, y sin embargo a mí me lo encargaron, lo presenté a concurso y ellos mismos me dieron un premio, y lo publiqué. Es un libro precioso, y un poeta muy admirado por mí, Raúl Hernández, con el cual trabajé en la Casa de las Américas y con quien tenía largas conversaciones, un día le presté un ejemplar de Elogio de la danza y le fascinó, lo calificó como mi mejor libro. Eso para mí es una gran satisfacción, ya que él venía de otro concepto de poesía. Es un libro razonado que yo escribí por encargo, por lo tanto, se pueden hacer cosas por encargo que no tienen por qué ser políticas.

D. A.: La familia aparece también con frecuencia en tus poemas, tu madre, tu padre, tus abuelas, tíos... tema repetido a lo largo de tu trayectoria literaria como parte de tu bagaje de identidad, ¿qué podrías decir sobre su ubicación en tu creación?

N. M.: Es un tema que se retoma en mi último libro La Quinta de los Molinos, ya que es un libro muy habanero, pero también hay mucho mar, poemas breves, asonantados, largos, de verso libre... todo está ahí, a lo largo de mi obra.

D. A.: Respecto a la semántica de las palabras, al significado de ellas, su campo semántico y su simbología es recurrente en tu trayectoria: la tierra, el mar, la claridad, el cromatismo...

N. M.: Sí, todo el tiempo, mi poesía es muy exteriorista.

D. A.: Y la noción de ciudad...

N. M.: Sí, nací en La Habana, soy habanera vital, lo he dicho muchas veces, y para mí la ciudad está dentro de mi arte poética, las ciudades me fascinan. Este paseo que dimos hoy aquí por Santa Pola es realmente impresionante. El ver las similitudes y diferencias de los puertos de mar, de las ciudades que se construyen al lado del mar... Bueno creo que son muchas más las similitudes que las diferencias, son cosas muy personales que a uno le tocan; y uno dice en un momento cómo es posible que yo esté en tierra extraña, en donde nunca había estado y no me sienta extranjera... No me siento, para mí todo ese paisaje, el puerto... de La Habana... me acuerdo de mi padre que era marinero. El mar en mi casa es y era muy importante, yo viví del mar y me eduqué gracias al esfuerzo y al trabajo de mi padre, relacionado con el mar; eso es algo que siempre está, siempre está...

D. A.: Al leer tus poemas no pasan desapercibidas palabras tan significativas como «Gaas», o «Güijes», ¿qué nos comentas sobre ello?

N. M.: Son «cosas» del imaginario popular, del imaginario de los esclavos realmente, porque es un animalito, y esto nos remonta a la Teoría del duende de Lorca. El Güijes es mi invención, es como un personaje muy chiquitico que sale de las aguas de los ríos y del cual se supone que existe una maldición en ello, «Güijes que se vaya el Güijes», hay un poema de Nicolás Guillén sobre el Güijes precioso. Esos Güijes están en un poema, porque están aludiendo a esas culturas, a ese mundo popular, casi milenario.

D. A.: ¿Cómo definirías tu propio estilo?

N. M.: Yo creo que ha evolucionado, tiene varias fases. Hay una fase que se inicia en Mutismos (1962), pero que se queda inconclusa y más tarde serán retomados varios poemas de este libro. Aparecen en muchos de mis libros esa expresión como un poco sonámbula, definida así por Nicolás Guillén; pero, por ejemplo, no aparece en Amor, ciudad atribuida (1964), ya que aquí es el momento en que entran los tonos de la conversación de La Habana. Y es en mi siguiente libro Richard trajo su flauta y otros poemas (1967) donde tienen una gran presencia los tonos de la conversación de La Habana y marcan el ritmo del libro. Al mismo tiempo en Richard... hay otros elementos como poemas muy sonámbulos, poemas ridículos... que Mario Benedetti epilogó. También poemas de contenido amoroso, el tema del amor es un tema muy proteico, el cual tiene muchas formas. En cambio, en Parajes de una época (1979) ya entra el tema político de una forma más explícita, después tenemos Elogio de la danza (1982) y en ese mismo año aparece también Octubre imprescindible, donde el tema político se consolida. Pero en Elogio de la danza el lenguaje es totalmente diferente. Es diferente porque es un libro que me encargaron para un servicio, para un concurso en México de un taller de coreografía, en el que necesitaban textos para ballet. Por este motivo lo hice para Alicia Alonso y Nieves Fresneda, y es un libro muy especial en el que reaparece el yo poético de Mutismos, en donde ese «yo» se amplía y se respira nuevamente.

En cualquier caso, para mí Richard... y Piedra pulida (1986) son los dos pilares de mi obra. Cronológicamente le siguen Paisaje célebre y Baladas para un sueño. Hay que decir de Baladas para un sueño que es un libro que nadie registra del año 1987, formado por un grupo de ocho poemas contra el apartheid, el tema del racismo. El valor que tienen estos poemas es que fueron escritos antes de la libertad de Nelson Mandela. Por lo tanto, lo considero un libro muy interesante relacionado con el tema del racismo, los negros, la emigración... y me encantaría que se publicase en España.

D. A.: Siguiendo en la temporalidad de tu obra literaria, ¿qué nos dirías de Cuaderno de Granada?

N. M.: Es un libro de circunstancias, mi poesía ha tenido momentos así; yo escribí unos poemas para Granada porque quise, ningún burócrata me lo pidió y elegí un tema caribeño.

D. A.: Desde tu primer libro Mutismos (1962) hasta La Quinta de los Molinos que va a aparecer en letras cubanas este año...

N. M.: Este libro, La Quinta de los Molinos, es de lo más reciente, e incluye poemas de los años 60, 70, 80 y fundamentalmente de los 90 hasta el 99, deberá de salir este año.

D. A.: La Quinta de los Molinos es un libro existencialista, habla mucho de ti...

N. M.: Sí, es un libro de experiencias, sobre todo, mi última poesía, Paisaje célebre, es un libro de la experiencia; pero sin concepciones al facilismo, el hablar de lo cotidiano y lo coloquial no tiene por qué ser ni banal ni trivial. Este libro, La Quinta de los Molinos, me gusta por su título, me encanta, es inédito. Aunque ya hay algunos poemas en esta antología de Visor que hizo Mario. La Quinta de los Molinos es un sitio imaginario de la historia, de mi historia personal y de la historia de La Habana, que está muy vinculada a mi poesía. Es un sitio que todo habanero reconoce y que todo habanero sabe dónde está; La Quinta de los Molinos fue una mansión de gobernadores, allí vivió Máximo Gómez, se reinició la República, allí llegaron los ejércitos independentistas, y se establecieron, y es como una tierra de nadie siendo el centro del espíritu de la República, de la independencia cubana. Entonces, para mí es un sitio que tiene un enigma, un misterio, como es la Historia de Cuba. Son poemas dedicados no al lugar sino al sitio que tiene en la memoria colectiva de los habaneros, por eso me gusta La Quinta de los molinos.

D. A.: ¿Qué nos puedes decir de la siguiente frase aportada de Ayuso respecto a tu creación literaria: «Por lo tanto, es una poeta incómoda para los verdugos de la Historia, "Mujer Negra", "Obrera del tabaco", "Amo a mi amo"...» predomina una mujer enamorada de su gente, del bullir de las calles, del sol y la música que entra por la ventana...? Estos títulos, «Mujer Negra», «Amo a mi amo» ¿son realmente verdugos de la historia?

N. M.: No, son rezos. Aunque metafóricamente sí son verdugos, dirigidos a los que fueron los verdugos, pero son poemas liberadores... y crean una conciencia como la conciencia memoriosa, que dice Mario Benedetti, de muchas cosas, y eso me importa. Pero creo que no se debe tener una actitud revanchista, hay sencillamente que poner las cosas en su lugar.

Las luchas de género son muy importantes, te decía que yo no militaba en ninguna organización feminista, pero cada vez que un poema mío o un artículo mío contribuye a la liberación de las mujeres, me parece fabuloso. Sin embargo, creo que a ultranza determinados movimientos feministas dentro del feminismo, por ejemplo, se enquistan en el sentido de que hay que fajarse con los hombres, es decir, enemistarse con un hombre, ¡no!, yo creo que ese no es el problema. Pienso que hay que educar, orientar, porque tenemos que ir en la vida de par en par y de mano en mano, no se trata de hacer gueto. En esa medida, a mi juicio, también para la cuestión racial no podemos estar como ostras, sino con una actitud más abierta de un toma y daca; nosotros nos influimos mutuamente, yo en mi poesía he trabajado mucho, mucho eso.

D. A.: En tu poesía podemos apreciar diversidad de influencias entre las destacables estarían el Surrealismo, por ejemplo, y otras muy arraigadas a la tradición como la música. ¿Qué nos comentas al respecto?

N. M.: En esta mezcla de influencias, la solución está, a veces, en la asunción de la escritura automática, que es el procedimiento de los surrealistas, y en el concepto y tratamiento de la metáfora. En la poesía del Caribe, el Surrealismo es fundamental en el siglo XX, sobre todo para los franceses, a los que he traducido mucho y sobre los que he trabajado, también me han influido, claro.

Respecto a la música, su influencia ha sido y es fundamental desde mi niñez, lo que pasa es que en mis primeros poemas no aparece.

D. A.: Aprovechando un poco la pregunta anterior acerca de las influencias, ¿qué escritores han influido o influyen en tu formación literaria?

N. M.: Está clara la influencia de los clásicos españoles, lo puedes ver cuando escribo una décima o un soneto, ahí están las formas métricas del Siglo de Oro. También los poetas del 27 han influido mucho a los poetas cubanos con los que yo he tenido que ver, Vallejo es muy importante en Cuba y hasta cierto punto también Neruda. Es el gran momento en que la poesía hispanoamericana bebe en España y España en Hispanoamérica; vemos la tradición del Modernismo.

D. A.: ¿Y los clásicos franceses?

N. M.: No, no creo, mis influencias vienen a partir del siglo XIX y XX.

D. A.: Leyéndote, no puedo dejar pasar por alto tu afirmación siguiente: «Mario Benedetti supo hacerme entender cómo pueden coexistir dos poesías y una lengua»... Una afirmación que me llama la atención y que me gustaría que me comentases.

N. M.: Se produjo en el primer Seminario al que vine en El Escorial, en el año 91, organizado por B. González, Goytisolo... en el que asistimos poetas de España y de América Latina. Fue toda una experiencia para mí, en la que los estudiantes se pronunciaron sobre los poemas e interrogaban a los poetas, y de ese encuentro sale esta frase.

D. A.: Nos deleitas, por lo menos a mí en particular, cuando dices: «Creo en la tradición oral como adorable puente de identidades dispersas aún por todos los territorios de gozo... de esta tradición oral se han servido algunas de mis creaciones literarias...».

N. M.: Bueno, ese es el momento del Boom, en donde la palabra Güijes es importante y eso es muy mágico.

D. A.: Me es muy grato recordar una de tus opiniones: «Cuando muchos me han preguntado en qué lengua escribo siempre contesté en mi lengua materna que es el español. En muchos sitios esta afirmación ha sido polémica...».

N. M.: Ha sido polémica en el Caribe, porque en el Caribe hispano es en el único que no se han creado otras lenguas. Vemos que el Caribe anglófono y el francófono han creado creoles, nosotros no. Por lo tanto, hay muchos que nos acusan de colonialistas, por ejemplo en el Pompidou de París Aravilla Vega y yo defendimos el derecho de escribir en español. Nos acusan de colonialistas porque creen que Cuba tenía que haber creado un creol cubano, es toda una polémica. Imagina... que tuviéramos que atacar, una cosa es la corona española y otra la cultura española. Y supongamos que no hubiera ocurrido la guerra de la Independencia, o que la hubiera habido, pero que no hubiera sido exitosa, que no hubiera habido una independencia política de Cuba respecto a España... Yo nunca hubiera atacado a A. Machado, ni tampoco tengo por qué no sentirme heredera de Góngora, de Machado, de Lorca, no hay razón para eso. Pero estas islas del Caribe, muchas todavía son colonias y ellos todavía tienen un síndrome colonial con este tema, yo lo comprendo. También existen muchas confusiones sobre la concepción de lo que es la nación, la patria. Por ejemplo, en Canadá todo el mundo es canadiense hablen en francés o en inglés, y hay una cultura francesa promoviéndose y luchando.

Yo estoy por la movilidad, ya que se confunde mucho en estos tiempos, sobre todo, desde 1989, después del declive de la Unión Soviética, del socialismo real como quieras llamarlo, creo que a partir de ahí se homologa etnia con lengua; y los fenómenos lingüísticos son una cosa y los fenómenos étnicos son otra, con sus particularidades. Y me pregunto por qué la gente no va a hablar la lengua que hable, eso no me parece, me parece una cosa opresiva el hecho de imponer una lengua a nadie. Pero, por otra parte, pienso que hay que tener un ideal políticamente más abarcador, yo creo en España; entonces me inquieta tremendamente aquellos nacionalismos en España que no quieren ver a España como un conjunto, es una cosa realmente que «nos mueve el piso».

Europa está en un momento de gran reflexión sobre sí misma, no debe de estar aislada y debe respetar las lenguas que determinadas culturas crearon. Ahora, las fronteras políticas no están necesariamente ligadas a los territorios lingüísticos.

Imagínate que hubiera un país con una estructura política y una lengua política particular en cada territorio lingüístico, sería una Torre de Babel... un caos... El hecho de que una persona hable una lengua por minoritaria que sea que la hable, que conserva una literatura mejor, y que halla gente que se especialice y la estudie mucho mejor. ¿Por qué no?

D. A.: ¿Cómo te defines en tu profesión de escritora?

N. M.: Yo escribo porque necesito hacerlo, el impulso de escribir es irracional. A mí me gustaría mucho que mi escritura sirviera para despejar incógnitas, para mejorar cosas de la identidad nacional, de las relaciones entre las culturas, de las relaciones de carácter familiar, de la familia, de la familia cubana, etc.

14 de mayo de 2000 en Alicante

Subir