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Antología poética

Pureza Canelo






ArribaAbajoCelda verde (1971)




ArribaAbajoAños de internado


Tiempo de mi corazón jugando a la guerra
y la guerra era un llanto en todas las paredes
y yo vivía allí.
Palabras absurdas que oía a la sombra
y quería ser perro para matarlas
y decir que la mentira más grande
se vestía de blanco y negro.
Castigos que no podía inventarlos un loco,
ni un suicida,
entre hachís y las flores tan bellas del altar.
Años en que solo las moscas eran mis amigas,
la torpeza de mi corazón cansado de rebelarse
mientras miraba mis senos de madrugada.

Fui mala oveja en esos años,
esto me contenta ahora,
mala conductora del calor por donde querían remediarme,
cosía mis medias
y no pensaba nunca en el infierno.
Era ese mi triunfo cuando jugaba sin truco
ni impaciencia.

No puedo recordar nombres,
cuando lo intento me duele la espalda y la cabeza,
se me hace un nudo en los hombros,
me atraganto de pan y fruta que me daban
si ese favor resistiera las ganas de morir que tenía.
Malo, malo, malo,
historia triste y grandísima de mí
porque no agitaron nunca mi árbol
excepto para verme ahora valiente
y maldecir aquellas tristes figuras
en blanco y negro.




ArribaAbajoNiñez ayer


Empecé en el campo
a construir dos barcas.
Una para el viento
otra para mí
nací desnuda
para pasar de barca a barca:

surcos allí donde dormía
surcos aquí donde ya no duermo,
surcos que prolongan la existencia
de mis brazos.
Bajo el sol
mi cuerpo al atardecer
con futuros poemas cubriendo
un canto especial de mariposa.

Reñía y saltaba
como los peces
y tenía un rincón para escribirme a solas
de niña a niña.
Y me perdía ya
por donde voy ahora
sin saber que era el viento contra mi ave
o la barca a punto
de convertirse en viento.
Entonces
no tenía entraña mi palabra,
era un espléndido cautiverio
de sol y hechizo y palabras
sin despertar del todo el misterio de un pozo
que llevaba entre enredaderas.

Mi primer poema
lo dediqué al junco,
a la veleta en el horizonte,
a mis perros que ya corrían para alcanzarme
y morder de mi gaviota.
Mis sueños confundían los rincones de la casa
o eran las esquinas puntos bellos
para nacer

o labrar un verso a la sombra.
Recorría eras,
y un pantano de color gris
cuando empezó mi amistad
con la gaviota
o palabra mía
que picoteaba mi frente.

Mi amor había caído en paz
como la prolongación del sueño
y veía a la hormiga
y ya podía pensar «lleva luto»
o me entristecía la higuera
abiertos sus frutos a cualquier insecto.
Sus frutos que aún no eran mis senos
olían a prisa
de crecer y entristecerme.
Ya entonces tenía poemas,
poemas ocultos
como los de tantos niños
que se esconden de sí
y escriben su llanto
en la primera mirada a su sexo.
Pero tenía estos y otros poemas,
llevaba un pozo de enredaderas
y el cautiverio de la palabra.

Hasta que un día dormí
con mis brazos
definitivamente abiertos
para decir mis cosas
en el poema que llevaba
a flor de esta boca caliente.




ArribaAbajoEl verso


Es un coloquio
que me bebe;
no me orienta, me adentra,
responde a mi ceguera
y acaba perdonándome en su rostro.
Trae fortunas heredadas,
abrazos de otros, leyendas visibles,
invisibles, rectas de la muerte,
volutas del momento,
cántico rodado de hace mucho,
el verso.

Resbala del pelo a la garganta,
me hace tropezar de veras,
guiña su ojo
tiende el mar
y yo me tiento.

El verso es un ojo
pensado para ciegos,
para mí,
un caballo al fondo
volver a casa
y encender la lámpara del miedo,
del miedo o la pregunta.

Tanto
me estrecha la cintura,
se escapa de mis brazos,
me adentra en la campana del llanto,
de oros con llanto, del din don,
en la plegaria.
Y coge mi mano recién hecha
al vacío
y no me deja en paz
aunque lo mate.

El verso
puede con mi vida
sin pedirme permiso para la muerte.




ArribaAbajoLugar común (1971)




ArribaAbajoEn esta noche, salvándome


Aquí,
en las altas horas de la noche
me veo conspirada en esto:
creo en el mundo.
En su larga melena oscura, en sus bombillas,
árboles vistos, perros,
locura confusa de la esperanza.
Ahora, como se dice al toro a la hora
de matar, ahora,
cuando el día se ha paseado señalando otra vez
la frente de mi camino,
las voces de los niños altas y bajísimas,
cuando un cigarral está bien dormido
y los lobos deben venir;
ahora yo, sin espantar del todo el sufrimiento
aprendido desde mí
para volver a caer en él
como más oscuro quehacer de mi nombre;
así, mirando la hora,
viaja el humo por mi mesa
y la ceniza es un peregrino quieto;
ahora como un volcán participando del mundo
y todo lo tengo en mi falda, en silencio
y en cuerpo viviente;
ahora es ahora y hay que aprovecharlo
y mañana también la espada no sé si volver a adivinarla.

Qué lejos estoy de la inocencia, qué cerca;
cómo irme a dormir, los ruidos,
caminar por esta habitación donde yo aliento formas
como disparate mío;
la miel de una sola abeja
para seguirla y llamarla abeja.
Qué lugar tan parecido a un planeta es esto;
se pisa, hay naufragios, no debo abandonarlos,
no me opongo a nada de lo que existe
la revelación camina
en su presagio como los hombres.
Ah, la palabra, qué miedo me da de su constancia en mí,
de su alboroto que me llega y son lugares
en su pompa de vida,
lágrimas sueltas ahora mismo, en formación,
creciéndome,
grandes manchas de poemas y matarlos
es morir más acá de la muerte misma
sin destierro posible y sin ojos.

Maravilla de noche para la sombra que soy,
para linternas sin deseo
de vivir dormidas,
para amores altos, bajos,
colocado todo en su canción de existencia sobre la tierra
que me digo no puede romperse de pronto
ni siquiera queriéndolo.

Es de noche
porque abandonada estoy a un sacrificio largo;
es mi recinto cerrado a cal de figura humana,
perdiendo los besos que puedo dar premeditadamente;
es mi contada ocasión para decir
lo de este mundo de abandono,
en la noche larga como un acontecer
que ya llega aquí lleno de plegaria
y se transforma en canto.
Si alguien desea tocar mis huesos
no tiene nada que hacer,
estoy recorriendo mis tejados de sombras,
armada de sombras
y es mi vestido claro, salvándome.

Y esta mirada de faro
es la esfera y la vida para mi barco,
un coloquio que el viento sabe llevarlo por su sitio.
Mañana saltará otra vez la equivocación que tiembla
la luz me habrá despertado al amanecer
en la contemplación otra vez del mundo.
Los ojos de todos estarán cerrados, abiertos,
como menos sombra, como rápidos gatos.
Qué dispar es entonces mi mundo, mi cuerpo
y mi ceguera.
Todo estará, la velocidad de la luz
el manantial de nadie, otra vez el nadie,
ahora la noche llena mi saco de palabras
y mañana se anulan.

Todo late y es la noche y se necesitan
las horas entre sí;
todo es un cauce vivo que habito alta e indefensa,
mundo, tú, boca arriba, boca abajo,
entregado, mintiendo dulcemente
y me salvará, se salvará
porque se salta siempre.
Ahora se ha detenido mi cintura
para bien o para mal.
Ya he mojado mi lengua en la palabra
y es el mismo truco y la misma esperanza:
al escribir me ayudo de los dedos,
del papel virgen que va desabrochándose,
de un planeta oculto que alguien colocó en mi cabeza
y ahora me toca desenvolverlo.
Todo está,
la velocidad de la luz no es más
que un poema vivo,
ni más que la lentitud sin amor
si para hablar vale la comisura de un muerto,
los aviones de plástico con niños
y la mazmorra que cada cual se lleva
al fondo de su existencia.
Voy hacia el mundo, estoy segura
y llevo todo lo que tengo puesto:
pestañas, una pizarra, una tiza,
tiempo libre y me suenan las manos como ahora.
Luz,
¿en qué parte del camino me tienes cogida
de los brazos que tanto me analizas?

Todavía en la noche y yo viva
hago mi pacto con el mundo diario
sorteando mi cuerpo
que en algo me retiene.




ArribaAbajoEl barco de agua (1974)




ArribaAbajoEl barco de agua


Si escribo tan oscuro, tan dentro,
será por esa duda
en la cuesta
del hombre que camina
y otro tobogán reaparece.

Los misterios se atreven
a una labor
del inocente que los prolonga.
¿Quién no está tentado
de bajar por la cuerda
al pozo que nos mira desde arriba?
¿Alguien que era ciego
no abrió su maleta
en el campo esperando
el terrible adorno de la luz?

Ni siquiera se me puede consentir
que explique,
porque la moneda cayó antes del dominio
propio de la palabra.




ArribaAbajoPalabras con Luis



I

Veo la tierra
como una inmensa larva.
La tierra gestando
y los mares y el cielo se entretejen
a punto de nacer.
Millones de núcleos
todo lo conformaban
todo lo conformaban
cuando yo aún no había creído.
Cuando las bocas geológicas
se organizaban, y lejísimos, me organizaban.
Las arenas divisibles y vibrátiles
aquí puedo reconocerlas.
Y las aguas en el aire
y aguas puras en la roca
y los musgos entre las nubes
eran el primer caos de unión
del tiempo y la materia.
Y ahora todo puedo contemplarlo
como entonces andando por ahí.
Me detengo en los blancos puros,
en los polvillos cósmicos y el camino limpio
como un mármol mediterráneo.
En el azul y el verde nacidos
como un azar de mi alma.
Y me entretienen en amor estos lienzos,
como la palabra flotando,
como la palabra flotando,
como leyendo de unos ojos que aquí miran
táctiles en la vida primera,
primorosa, repartida y sus brazos íntimos
del primer caos de unión;
biología del tiempo y la materia.


II

Biología del tiempo y la materia.
Del primer caos de unión;
primorosa, repartida y sus brazos íntimos
táctiles en la vida primera,
como leyenda de unos ojos que aquí miran
como la palabra flotando,
como la palabra flotando,
y me entretienen en amor estos lienzos,
como un azar de mi alma.
En el azul y el verde nacidos
como un mármol mediterráneo.
En los polvillos cósmicos y el camino limpio
me detengo en los blancos puros,
como entonces andando por ahí.
Y ahora todo puedo contemplarlo
del tiempo y la materia.
Eran el primer caos de unión
y los musgos entre las nubes
y aguas puras en la roca
y las aguas en el aire
aquí puedo reconocerlas.
Las arenas divisibles y vibrátiles
se organizaban, y lejísimos, me organizaban.
Cuando las bocas geológicas
cuando yo aún no había creído.
Todo lo conformaban
todo lo conformaban
millones de núcleos
a punto de nacer.
Y los mares y el cielo se entretejen
la tierra gestando
como inmensa larva.
Veo la tierra.




ArribaAbajoPresencia


En ti toda la hora buscando
la distancia más alta del insecto,
la fibra de la montaña
envuelta en pinos, en la leyenda
de parte a parte, de boca a boca,
como la oscuridad del verso.
Y sueño mi corazón.
Bajo el peldaño de la concha,
bajo otra, bajo más
la compañía de ti, amor de la noche
bajo el sol,
tú, conservador del alma mía,
de los besos que no existen,
con todas las nubes acampanadas,
el tiempo sin el olvido,
en mi perseverancia.

Amor, tú, único domador de mis huesos,
de la distancia,
de la copla sonámbula,
este destino en que deshaces mis nudos
como en ventana abierta.
Y aquí en la tarde
cuando la presencia no va a dormir nunca
no es tu cabeza quien me convoca a ti
sino el hormiguero de vuelta ya
que encontrará en la noche
su martillo silencioso.




ArribaAbajoPasión inédita (1990)




ArribaAbajoNoviembre


Antes de que llegaras
a mi vida
la poetisa hacía cosas extrañas.
Era la soledad, era el decoro, era
la inteligencia sobre asno de plata.
Un asno hermoso,
que iba empujando su estatura
para el poema
y solo él.

Apareciste
un día cargado de noviembre.
Llegué a la cita como en los tiempos
mejores de mi adolescencia, ausente
mojados el pelo y la cartera
hasta el sillón
donde aguardabas.
Sorpresa:
esta mujer además de insobornable
esquiva -dicen-
viene impresentable al salón, mojada.

Corría la tarde por nuestros vasos y
extraño que atendiera a tus palabras
que no eran
sobre mi bien atesorado asno.
De pronto en tal anchura
supongo que inocente
sin darme tiempo a ver paisaje
que hoy ya es nuestro
entré en tus grandes ojos
que iban tragándose los míos
en el comienzo de dos asaltos
vertiginosos de otra
nueva inteligencia.

Ni un roce de las manos hubo
Ni juego de billar ni baratarias
que tan deprisa empujan a los cuerpos
a contagiarse en tacto.
Solamente nacían bajo las nubes
torrenciales de noviembre puro
dos rostros ávidos de perderse
echando por tierra sus antiguos
dominios
para atar un asno de plata
y a un bronce tu cabeza.

Ya fuera de aquella sala
me daba vueltas el mundo
era cruzar la esquina
de otra soledad, otro decoro, otra
boca a recibir el agua
de la noche entera.
En casa, perdida como jamás estuve,
no pude ordenar mi ropa
dar cuerda al reloj
adelantar la taza para mañana
ni ofrecer liturgia en el espejo.
Directamente me abracé
a la blancura de un bordado
que decía P.C.G.




ArribaAbajoEn el lugar que más nací


Caída de la tarde
dos almas
en el regreso
de nuestro camino
izándose la noche.
Pasado mañana luna llena
y la acequia busca
la parra techo hermano
de la penumbra creciente.
¿Qué haces tú en esta tierra
ofrecida a zarzales, moscas
cubos de zinc, higueras
planicie de fuego
donde yo sé moverme
y tú abres los ojos
de tanto ruido y pan
en las cocinas?
¿Qué puedo hacer contigo
y comprendas de una vez
en el lugar que más nací
a pesar de la bandera
de ciudad que me viste
donde nos envolvemos
para abrazarnos?
¿Qué hacer contigo
al caer la tarde
y oscuros ojos
escudriñan
lo que no viviste
en los años
de tu infancia?

Vamos, vamos
a ver el reloj cansado
de la plaza
y después al río
allí está la barandilla
su forja
que ahora puede
hablar por mí
una vez recogida
la simiente y cenit
milagrosamente retorno
de ¿qué vas a hacer
en este lugar conmigo?

Mira que conozco
todos los ruidos
hasta el alba.
Aquellos carburos lejos
no son barcazas de tu mar
aunque busquen entrañas
de la noche.
Allí al norte
aquella masa es Jálama
donde nace este río
que abrazándome
sostienes.
Ah, y tú que has venido
desde muy lejos a verme
ten prudencia, amor,
y regrésame a casa
como doncella
que vamos a pasar
por la calle
donde nació mi madre
y en el balcón
asoma su trenza
que hoy te ofrece
conocer este lugar
planicie de fuego
regalo de otro mundo.




ArribaAbajoA contra moda


No lo olvidéis
a contra moda escribo.

Siempre
a contra moda
peino, calzo, vivo.

Y si una sola vez no pareciera
castigadme definitivamente.

En el lugar de los hechos
el espacio es humilde
pero mi ambición sagrada
materia es el alma
libertad en los versos.

No lo olvidéis
a contra moda vivo
y a contra moda escribo
desde que en este océano
eché los primeros dientes.

Atreveos ahora
a pisarme las alas
granadas y fijas
a mi cuerpo
de la palabra a solas.




ArribaAbajoDulce nadie (2008)




ArribaAbajoDulce nadie


Hermosa
soledad.
Dulce
materia
que abrazo
sin rendirme.
Cauce
de plenitud.
Laberintos
del alma
para perdernos.
Hermosa
alargas naturaleza
y vences.
En el amor
eres vértigo
y ambición de torre
en los álamos.
Tú.
Dulce nadie
en el lugar
de mis días
con versiones de lujo.
De tu mundo,
el paraíso.
De tu tela,
la fuerte
que abrasa más
de fuera adentro.
De tu vida,
la mía
que abres plena
para hacer fidelidad
de estas palabras.

Dulce nadie.
No me pierdas.
Ahora que bebo
un poco de fe
en tu mano.
Acoplada a ti
no hagas brotar
otros labios
de esta oración
que me acompaña
y hasta el alba
pierde y gana.
El alba,
que ya es.




ArribaAbajoDe contrarios


La altura de crear,
el adiós de un amor.
Así nace el traslado
del pensamiento
a los muros de cualquier
lugar vivificado.

Aceptarlo ofrece
la arena más pura.
Persevera
sin frontera la sed.

La bajura de crear,
el encuentro de un amor.
De los tiempos
la ocasión de contrarios.

Nadie.




ArribaAbajoVersión de la sed


Sombra busca acomodo
en capas de la tierra
donde habita el agua.

Esta versión de la sed
entra de sombra,
madre mía, en la sombra.

Somos reunión
de sabernos materia
prensada en noche,
el agua transita
paladar de hondura.

Fuera de la sombra
no pasa ya nada.
Acaso fluye el silencio
de nuestro patio en diciembre
cuando el resplandor iba a tu almohada
frente al limonero.
De nuestra sombra
hay otra plegada y más:
amarte busca colocación
entre capas de la tierra.
Y sigue el agua.




ArribaAbajoDeshacer


Frente a libros amados
y un balcón donde los verdes
perviven desnudos del tiempo
fue mi mundo.

A sabiendas, regreso.
Fugazmente a beber
de la pasión de seres
que circundaron una vida,
la que ya no es mía
y un día fue la voz, la casa.

Este nuevo cuerpo
del deshacer que soy
corresponde a un extraño regreso,
desvelarse otra vez
al antiguo ser que fuiste.
Veloz, pero otra vez aquí.

El remo vuela.
Tiempo de ir y venir
de la vida en sus alas
y de la muerte
a la transparencia.

De puntillas regreso,
nadie queda
donde los libros y el balcón,
respiran.
Sé que de lo existente
al pozo de la vida
el paso es mío,
el sueño es mío.

Del deshacer que somos
se alimenta mundo y muerte.
Escribirlo antes
de que el vuelo final
doble su signo
de sabiduría.

Regresar es buscarse
después de haber vivido,
volver a la casa para tocarla
por si acaso todo esto
tampoco hubiera sido existencia,
sino su trampa.




ArribaAbajoAlas


Recuento
una voz de agua
otra de álamo blanco
variedades que irisa el aire
y abren dominios.

Pasan las aves
en grupos concéntricos
estremecidas manchan el cielo
sin volver la cabeza.

Vuelo contra vuelo somos
en travesía invencible.
Uno en otro
el misterio de la poesía
no se cansará
de cruzar en vano.

Hileras de nubes rojizas
cierran filas.
Voz de nadie
se pierde dulcemente
en el cielo.

Antes de abrazar los ángulos
superiores de la noche,
todo vivir ha sido
búsqueda en el aire, plenitud
hacia el olvido.

No hay combate
en la penumbra.
El ámbito
se deslizó en asombro.




ArribaAbajoGato en el huerto


Sobre leña
donde dormitas soy.
La hora de un suspiro
plegado al mundo,
oración sin nombre
encabalga el otoño.

¿Vives?
¿Está tu alma
en remolino
de voladoras hojas
que hacen los ocres
a tu lado?
Si vives, yo vivo.
Hermano de mis ojos
dominador del huerto
en la tarde.

Y el cielo, ¿vive?
¿Cuál es su señal
donde las aves
no entienden el sonido
de los que levantamos el rostro
para auscultar ese cielo
que abajo nos ovilla
sobre la leña, junto a la vid?

Contigo hago oración
en los suelos.




ArribaAbajoCuatro poéticas (2011)


ArribaAbajoHabitable (Primera poética) (1979)




ArribaAbajo[Y de todo habrá...]


Y de todo habrá en el libro habitado,
con el amor permanente, y el amor dividido.
Aquí voy a crecer para las hojas
de más de un mundo hablado a la intemperie.
Y puedo engañaros con esta escritura
que hace su batalla porque
los orígenes me empujan y es cumplimiento
a que esta libertad está hecha para tomarse
si la saliva penetra en la cuenca de los ojos.
Es el placer de haber perdido la memoria
y de haber manchado la soledad;
lo merezco como leña al fuego de mi pasar al nido.
Busco la dificultad y no en cabeza ajena,
y en esta apropiación tengo ese valor
que invita a tomar el pan del suelo
y la araña de los rincones. Habitar es ir
perdiendo el rumbo a tiempo en los metales
del vacío colocado sobre la romana balanza.
Si existe huida por quien claudico cercana
a su veracidad, es este Libro;
si hay látigo que ha querido ir
por los deseos de mi tiniebla,
Él no lo pondrá todo
en su naturaleza;
y si un enjambre de corazones nacieran
de su estatura y de su abismo, todo ello
me mataría.
Aquí traigo cerezas del océano vegetativo;
tan revisable, acuciante y resbaladizo,
en el dominio y callejeo forzosos.
Si no ¿a quién iba a pertenecer la cercanía
de estos sueños que se orean en la materia
de unas páginas de penetración de mi tiempo?
Mi tiempo, el de un ave
en tarde de cocina nublada.
El recogimiento es tanto que puede resultar
computable.
Así que parto de cero
en mi convencimiento de lo practicable.
La cultura me desvanece, también la caminata de la cabra.
Leyendas semejantes las he llamado
como a Él, HABITABLE, y ciego.




ArribaAbajoPoema del exilio voluntario


Miro la tarde
que ensombrece el peral,
estos ojos repetitivos que soy
como pájaro a dormir polvo y camino,
y al final sabemos que huerto.
Sospecho de esta vibración
como el ser que vive
un espacio inimitable.
Reyerta propia que arranca
la voz del verso yendo, y suyo, y siempre:
¿Quién no desea vivir inocencia
a medias de la sabiduría y la locura
que aún puede mantenerme unida?
¿Qué silencio ha tocado de verdad
mi triángulo de afecto amor soledad
por donde nadie quiso vencerme
si va siendo
una distancia que marca
el azar de la mirada?

Vengo de saber
lo que manzana y caracol deshacen
a media noche de los actos humanos
atribuyéndose la sombra y la llanura
de esta voz que sosiega
las riquezas íntimas.
Astro de piedra es quien habla desnudo
o a mitad de camino y no fue posible
que mostrara el descanso de una conquista
que hace de su vértebra herida
una fricción perpetua.
Os digo que mi voluntario exilio,
debido a las fauces de las cosas,
va cargado de instinto
hasta ponerse humilde como pájaro
que conoció bien su paraíso terrenal,
y de él se marchó a meditarlo piando
con las palabras de siempre.

Contaros me hace falta.
Aunque algunos apunten
revisiones poéticas, como esta,
que quedará en su frontera.
Pues entiendo que la novela del poeta
es sangre bien unida,
la voluntad lo sabe:
¿Quién puede vencer lo humano?
¿Quién luchará más
delante del árbol que se encuentra?
¿Qué salinidad habría que poner
a esta corteza que da vueltas invisibles
rodeando la cintura del ser
que camina?
¿Y qué verbo será perecedero
en la laguna hollada
si va mirando despacio
su molécula?
Ah, pero un día diré más cosas
que ahora no tengo, por habitarlas ya,
y que me han dado la cicatriz en el centro.
Será la voz quien
diga qué naranjas rodaron
en juventud para lo invisible.
Hace tiempo que he visto paréntesis
protegiendo mis labios, son dos veredas
queriendo arruga
cuando aprieto este rostro,
y no son lo contrario a la sonrisa
ellas son mi orden
que empieza a ser fisura adelantándose
a un lugar próximo tomado.

Por ejemplo a ti, Poema, a quien he dado
sangre de raíz pues elijo
para el espíritu también los cuerpos.
Tú, que te lleva el agua porque crees
que mi fuerza es solo mal peregrinaje
en propio suelo.
Tú, a quien he visitado repentinamente,
siempre parecía deprisa cuando el sabor
era el gigante que ahogaba mi pupila
y el cuerpo se me ponía distinto.
A ti te hablo Exilio porque un dominio
se saborea como mar de noche
que va a hacerme sentir el volcán
de la voz sin acertijo.
Que ya nada vale para decir,
decidme entonces qué hacer
con esta encomienda que respiro,
palabras que nacen
por sus nombres.

Materialidad, en rebeldía apretada y quieta,
aquí las manos libres para romper
lo que se rompe, y si lo digo
soy mujer que no empobrece
de la mañana a la noche
acostumbrada como estoy a salir
por el canal esperando la fragmentada moneda
de una tiniebla general que se enciende
delante de la víscera que habla.




ArribaAbajoPoema de cuando estudio matemáticas bellas


Aquí hay que piar
porque esto es una gran tormenta.
El cielo negro en marzo es una tarde
de domingo tan vivo y chocolate en casa.
Nuestra suma da esos resultados
y digo que el operador es
neutro, enamorado del verso
que no romperá sus plumas.
Pero si el resultado llega a cinco
le restarás cinco y dirás que la resta
es lo que queda. Y sigue.
O comprueba si ha aparecido un amor,
una mancha que sea tu propio inverso,
soledad.




ArribaAbajoTendido verso (Segunda poética) (1986)


ArribaAbajoPuedo esta noche

Mirar la distancia al techo de la vida que revierte en noche de pensamientos. Crear no será fácil, pero tampoco ahuyentar los espíritus que buscan un poema decidido a ser estancia contra la desolación. Me digo que noche de ojos abiertos no debe caer en desesperanza contigua. De lo contrario la existencia sería una luz prendida de la escena muerte. Así, que puedo levantarme esta noche a por tesoros posibles de ser vencidos, no importa si con la ayuda de la palabra tendida o con esa hechicería que da la oscuridad vencida de su signo. Pensamiento es licor que agranda pupilas de espiritualidad humana. Escritura es animal que enseña los dientes ocultos para que una mano sepa contarlos de blancura extrema en el temblor de lo oscuro. Por eso ha sido la noche siempre un poema capaz de enredarlo todo en su íntimo latido, sin dictado ni error literarios.

Sencillamente tomar la distancia al muro de la noche y amarla en los desvíos del ser que se tendió a su lado: pasión tan cierta que es rechazada por los que buscan no fallar el tiro a un verso bien pensado, endiosado, y muerto.

Venga la carga nocturna a una mujer que trabaja latitudes inéditas. Y que venga con su asno, porque la hechicería de un tesoro saqueará las alforjas de ese otro animal inocente como es el sol conjugando ahora la otra mitad del mundo a favor de mi conciencia.




ArribaAbajoTendido verso

Me pregunto si entrar en el atardecer valdrá para el rastrojo en su luz. Y caminar es un poema intacto, bajo el cielo mordido de poniente. ¿Tendido verso? ¿Tendido verbo? Solo líneas en el crepúsculo de la elección, el nacimiento de sus nombres. Digo en plural la duda que provoca un sueño de la palabra como roca que abunda en la calle del poema finito.

Salvaros de esta nada, por lo que cuesta arrancarse el pecho de uno para el otro en su tosca maravilla: el paso de la creación a solas.




ArribaAbajoQuerido libro:

Tendida al Sol, contigo, quiero vivir. La grandeza bajo el astro obliga a desterrar el misterio que padecen las sombras de nuestro amor. Pero ¿qué hacemos en esta circunferencia de yerba, los dos, en el corazón de la mañana que lo sé desnudo si está dándome la vida? ¿Acaso ya te amo mientras escribo en la misma sala que conviene al calor de la leyenda, de la palabra? La transparencia es sabor infinito. La transparencia del aire es el grado en la tinta de la tierra y astro que abrasa. Palabras, palabras ¿o estoy enamorada y toco el azul en el instante en que tu pecho se me ha escapado al agua y la escritura se moja a placer de que estoy viva, fuerte, amante, en la mañana de julio?

Sol. Estrellas. No son inventos del corazón tendido. Son flechas que avanzan y una boca andante recoge, afirmándonos. Ya regresa. Viene el brillante pecho hacia mis ojos, su rostro avanza, mi nuca tiembla y se defiende en el perfil que he buscado, me refugio niña en la espalda que le doy para hacer mayor claridad de la conjura, Sol, verso de la yerba entera. Y este libro va a morir del corazón, va a morir de no conocer las sombras. Sí, va a morir nunca. Viva el Sol.

Floja va esta carta. La conciencia de autor íntima pero sin totales... porque quiero recuperar una libertad de mano poética derramada, que olvida los acertijos que aprehendí de un oficio temprano, de sangrado vertical, próximo a la soberbia que alimenta a la metáfora, a los arranques de una estrofa bien plantada, a los finales redondeados de un poema, a la cita luminotécnica que tomamos de otros para apuntalar torpemente la cuartilla vulgar, mía, nuestra y vuestra, sin humildad al lado.

Pero al Sol, contigo, quiero vivir. Y haré lo que las lavanderas en el río. Frotar la tela con la piedra para tenderla en los juncos que van del puente a la muralla, de la muralla a la huerta, de la huerta a la casa reciente y de la casa al astro que hoy me ordena escribirte, amor.




ArribaAbajoMoguer

Ven, siéntate a mi lado y bebe de lo que tengo: pasión es... nada. No lo digo yo, es el sendero empeñado en restarnos capacidad de asombro, capacidad de dolor, de esfera alardeando de amor y mundo: humanos. Capacidad de poesía, que ya me ha impuesto algunas veces cerrar la puerta ante la cuartilla blanca. Ay, si vienes no lo harás para ayudarme ni por inteligencia de quien compadece la pobre lumbre ajena. Hazlo solo porque mi cuerpo y ser abundan tirados al abismo.

Nosotros, los jóvenes de balbuciente poesía que empezamos en el año 70, ¿conocemos las nubes de Moguer?, ¿por dónde trazaríamos la raya del Mar, de Portugal, del Cielo?, ¿has llevado a tu amor de carne y hueso a Santa Clara, besaste en un rincón allí, conjugaste aleros, viste el rosal, apareció la uña que era luna? Yo lo hice después de años envuelta en la oración que la blancura impone a toda causa grande, novicia entre rejas del deslumbramiento.






ArribaAbajoTiempo y espacio de emoción (1994)




ArribaAbajoElla y sus ojos


Lo mejor de sus Ojos,
mi constancia.

Deprisa quieren madrugada,
mi ofrecimiento.

Si los miro
prendiendo fuego al vértice
crecen dentro, y hablan.

Lo mejor de sus Ojos
es un punto que comienza
en el asombro.

Y su hebra, a lo mejor
es la mía, que busca
la materia.

Va y viene.
Llamo al mundo. Se hace mundo.
Golpea, pero no a esta boca hiere.
Si lo hiciera, un brote de luz
bajaría
del paladar a los labios.

Es mi espacio de emoción
y la tela más pura
a mi único brazo.

Es la creación.
En la creación.
En sus Ojos.




ArribaAbajoSu materia


Es el tiempo
en que la maniobra de creación
encuentra un espacio de orfandad sin fin.
Desde la tiniebla, entretenida con la fe,
saltas, abandonas
la dureza de la noche
cuando esta luz de febrero avisa
estás amando la condena.

Soy el testigo
de una voluntad:
mujer equivocada en su largo pensamiento
que no aprendió a bordar, ni lució trenza,
buscó los Ojos y labios en alto,
habitó la soledad en la materia
que ¿mueve?

Poema es orden, Amor es orden
y no puede medirse corazón con verso humano.
Cansado va ese movimiento ondulado del trigal.
Es el límite de una creación
con espigas
que apuntan a la aldea
de una vida cuando los astros
se asoman para quedarse con el afán
de esta materia.

La amas, la asustas,
por un hilo y verso,
sostenidos.




ArribaAbajoNo escribir (Tercera poética) (1999)




ArribaAbajoNo escribir


Digo No escribir
y conspiro con la ausencia real
donde algunos años se plegaron
a otra melancolía:
daba pereza seguir buscando
el gemido de la creación, daba rubor
sembrarme el cereal
que después la mano
podría cortar bajo los cielos.

Preferí olvidar palabra, instinto,
su oración,
cauce que iba a devorarme
si no olvidaba bien la carne blanca
sobre la que ahora vuelvo.

Pero escribía en la calle.
Dictaba todo lo posible
entre el aire, sin sabiduría
y encontré una suerte de vivir
de andamio puro, solitario,
hasta hacerme con el torreón
de otro conocimiento.
Si viene ahora un poema,
el oro de la escritura
nacerá de lo insignificante
aire a punto siempre
de olvidarse y perderse.

Extractar el paraíso
ya no es aventura para mí
en la creación de las sombras
bien sangradas.
Solo me interesa un puente
de inocencia, de salvación,
el humo que no nacerá humo,
la velocidad silente en el alma
de los días que no pueden
conquistar un verso.
En la llanura del cielo
preferido, vivir sin otra ambición
que el paisaje interior
y su conjunto,
como este viento circular de hiedra
en el altar de una soledad perfecta.

Y quebrarla pertenece a la poesía.
Ese fue el gran error de la inteligencia.
El error de los muebles que ocupan
su sitio, el madrugar de los pájaros
y colocar sus estrellas para mañana,
el agua atrevida de los mortales
que alargan la mano para construir un verso.

Extractar el paraíso, aunque no me creáis,
ya no es aventura para mí
en la creación de las sombras
bien sangradas.
Pues en ese solar está el mundo
y nadie más.




ArribaAbajoHable el aire


A Claudio Rodríguez




Ha prendido la mañana en el campo
que crecía desde la luz de amanecer
como otro día el nombre de vivir
para hacer la carne transparencia
y sumisión de quien respira.
Si somos hijos del astro,
lucerna que no tiene cálculo entre lo vivo,
es la llamarada
del hombre que camina bajo el cielo, me dije.
Me dije infinito el pecho que se atreve
a avanzar así sobre los surcos
en serpiente, el resplandor también, saberlo
hasta más abajo de los pies.

¿Qué rumbo tomar, hasta dónde ir a existir
si los pasos son arrojarse a más
y deciden que los ojos sean arenas
y brújula los verdes y la tierra avaricia
vibrátil y visible corazón de universo
la mañana, su amante el cielo
y mi camisa pegada al cuerpo en lente
sin límite?

¿Quién manda aquí, acaso Palabra sea esto
y sabemos perderla de así ser tocada?
Ella hace luz en propio mundo,
suelos donde no hay reparto
sino transformación de la existencia
por abarcarnos y macerarse ella.

Escribir estas cosas apenas significa
convencimiento para que yo recupere
la estima de conjugar poesía.
El diario amanecer, por sí solo, desvanece.
Hable la luz y hable el aire, por ti, por mí.
Que hable todo lo iluminado junto.
La poesía que sale de esta mano
es babel menor, menor.
Lo ha dicho la prisión que hace
y calla.

Escribimos poco, Claudio.




ArribaAbajoUna mujer escribe su primer libro de versos y me lo envía


Abro tu libro y sufro
nada más conocer que es la primera fruta
arrancada a la joven vida
de un creyente dispuesto a todo.
A conquistar estrellas, huecos, mundos
desde los párpados de la noche.
Noche que te debilitará hasta el amanecer,
si a él llegaras.
Mientras tanto
trenzarás suspiros como insectos lo hacen
en las esquinas de tu cuarto
donde escribes
y llegarán ráfagas de labios
que serán la trampa como en aquel
hermoso manantial de la doncella
consumado
en celuloide arte. Lo recuerdo bien.

Abro tu libro y estoy dispuesta
a ceder la existencia acumulada para ti.
Sin conocerte, dártela en bandeja que avisa
olvida la palabra y duerme ya
deja su saliva y entra en otra espuela
del vivir,
ofrece tus senos solo para el amor,
córtate la mano que se llevarán
los ángeles mejores
al cielo de tus estrellas imposibles.
Pero no me escucharás.
Ahora que como tú vuelvo a estar prendida
en la noche de insectos grandes
para seguir nombrándote los peligros
de que el verso corre con su gesta
y te seduce para que no lo ganes nunca.

Abro tu libro de juventud
y me pierdo en la enorme ola
de antiguos suspiros líricos
que viví inefables
como el animal mojado
que se echaba en tierra blanda
para hacerse notar
de otro color entre los suyos.
Así que escúchame
a tus veinte y pocos años,
atisba el deseo de este poema
si acaso lo leyeras
cuando un día abras mi primer libro,
es el tuyo hoy, ahora no sabrías tomarlo
por inocencia
que el joven árbol no puede arder de pronto
si no se ha ido cuarteando de escritura
vertiginosa siempre
como el crecimiento de su mundo
que cuanto más luciérnaga es
abarcará menos estrellas
de la palabra y su sinrazón
pues abrasados al alba
los insectos, todo será olvido.

Desde el que ahora te hablo
absorta como tú hasta el amanecer
haciendo No escribir
con la confianza deshilachada
en este universo de cantar y sombras,
engañada de sus esquinas, de su fiebre
tanto sacrificio para la materia poética
insobornable
a la que hoy entrego mi lejana juventud
por si un día tú comprendieras este anuncio
de soledad habitada.






ArribaAbajoA todo lo no amado (2011)




ArribaAbajoDepuración


Alguien
va a pasear los ojos
por estos versos.
No sabe de mí
habrá padecimiento
confusión
destierro
porque eso es crear.
Crear a dos.
Ciegos,
sin saberse tumulto.

Pero no tengo fe
en esos ojos
si no me arranca tela
y nace lo sin límite.
Vértice más vértice
de territorio
imperfecto
mi ofrecimiento
en vilo.

Alguien
pasea sus ojos
por estos versos.
En aproximación
a la materia
de lo vivo.
Nunca se sabe
qué hacer
ni cuál es la oculta
depuración
que ilumine
el lugar inacabado
de la compañía.

En su conflicto
de conjugación
el poeta duda si acoger
a quien le lee
por haberse atrevido
a descifrar
algún acoplamiento
de conciencias.




ArribaAbajoRama al amanecer


El territorio despierta
de ese brazo alto
que acorta distancia
al entrevisto cielo.

¿Qué punto
de humano cuerpo
tendría ese don
que elige un instante
de universo
para su comparecencia?

¿O qué ambición creadora
de entre todo lo nacido
podrá alzarse en rama
absoluta de amanecer?

El conjunto de presencias
hace frontera de sí
en lo que ilimitado proyecta.
De ese ahogo
venimos y vamos
recortados e inútiles
en la sabiduría.

El aire no se serena
nunca.
Quien dijo lo contrario
trazaba afirmación
tal vez perplejo
de todo confín.

En la certeza
soberana
del engaño.

Rama perfila
amanecer.
De color rojizo
tiñe nuestra mirada
y sigue acotando cielo
también desvaneciéndose
en el transcurso
indecible
de la luz que ya viene
a desbaratarlo todo.




ArribaAbajoSe maltrataron


Nacimos materia.
Después llegó otra:
la poesía.

Ofuscadas
porfiaron el sitio
materia hacia materia
vulnerables las dos
tanto
como la soledad
del ser.

Abren boca.
Se esfuerzan por comprender
que una contiene a otra
y las dos se hieren.

Ruedo de papel
es el vivir.
Camino de imperfección
cualquier aurora.

Las dos reinas
precipitadas
cuerpo a cuerpo
altivas
se maltratan
lo suficiente
hasta el último
verso
que exige
la inteligencia.




ArribaAbajo


Decir, soy yo.
Sobre el río un espejo
boca abajo
para que la luz
o la negrura
lo una más
al agua.

¿Te has visto
ahí
donde narciso
ya no existe?

Cristal
sobre líquido
entrega su rostro
a morir en paz.

En vida conjugó
lo suficiente
para hacerse ahora
final, carne de agua.

Si hubiéramos sabido
este final
nunca la estampa
habríamos buscado
de nuestro momento
conquistador
y fútil.

Líquido último,
Dios mío,
como así será.




ArribaAbajoConfúndete


Lentamente avanza
a todo lo no amado.

No hay puerta.
Sí una rendija
donde la luz
tiene que apretar cintura
y el alma círculo
que atesora.

Hacerlo sin mentir
que lo pone todo más difícil.

Avanza.
Ve a buscar
lo que queda
de tu no tierna fe.

Escribe lo que puedas
como el mar deshace
la materia que a su lado pisas.

Desnuda cuerpo
y voz
para que mañana
puedan echarte al fuego
por haberlo escrito.

Avanza. Cae. Vuelve
a todo lo no amado.
Confúndete.
Ofrece instante
para acosarlo.

La tierra adentro
todo lo perdonará
en fuga.




ArribaAbajoHasta aquí


Cansada
está la mano
que se dejó morder
de mí.

Fluir
danza
abismal.

Extraña
gran jugada
existir.

Ala
donde diccionario
no sabe.

Travesía
sin felicidad
ni muerte.

A todo lo no amado
cedí.




ArribaAbajoOeste (2013)


ArribaAbajoCoros

De adoración nocturna salgo a visitaros. Grandes voces, buen concierto y la humedad que sube a los brazos. La noche es un coro de agua-tierra. No pido más. Mi escritura es pobre ante esta música, conjuga torpezas múltiples. El croar sencillamente es canto, y luego un pentagrama la cultura superpuesta.

En la noche coros de anfibios hacen una poesía mejor que la de su visitadora. De regreso me despide un frotar de élitros y cierran oración los grillos. Existir es esto, una copa de luciérnagas en la mano.

Noche clara de voces perpetuando universo. De adoración también se ven gallos sobre el tejado; extraño permanecer a esta hora donde solo se espera la madrugada y ser los primeros en cantar. En pie su soledad, aves valientes secretísimas para una escritura sin filtro de acertijo: campana vaciada es el eco de tierra adentro.




ArribaAbajoMadera

Crece concéntrica, al compás de la hora del mundo, alguien sabe que avanza la savia y hace cuerpos perfectos. Azar de la poesía, sima de lo oculto o alcanzar la nube con un dedo ebrio. Crece la madera y tira de la piel del poema; se acompasan, necesitan agua y luz, luego la noche afirma.

Son mis debilidades los fresnos, el olivo, la encina, el alcornoque descorchado muestra su desnudo y te maravilla en amanecer o atardecida.

Se oye la madera. En la ciudad no sienten el prodigio de la fibra; yo sí atrapada en el eco, traslación de crecimiento por lugares amados.

Leña y verso se funden, piden entre ellos dame tinta, temperatura, acción, clave del sonido: mística. Las hojas de nervaduras se balancean en el pulmón de estas líneas.




ArribaAbajoLa señal

Trilla ya no existe, sí el rescoldo de aquel sol aplastado en el suelo, sobre una madera con guijarros blancos incrustados, gira y gira mi cuerpo adelantándose al pan. De pie o tirada cara al cielo he sentido la gloria de los pasos en la esfera, los puntos cardinales radiantes a cada vuelta. Allí pudo nacer mi sed de poema, con la cabeza del polvo que cogían mis rizos, brazos en forma de alas y dedos marcando pequeños surcos al compás de un mundo movido en la paja. Pudo nacer lo por venir. Allí la señal me dijo: trillarás en otro sol, en el dilatado de sombras, parvas que te harán cicatriz en el pecho y más, en la boca multiforme de los días.

Esa boca herida regresa como la sangre rural sabe hacerlo a pleno ser cuando el paso de los años ha penetrado el cuerpo del poema.

Trilla ya no existe, fue en aquella niña que desmenuzó brillos del suelo subida a la oración dando vueltas en su oeste superlativo.




ArribaAbajoEse charco

Siempre que paso: tú. ¿Quién mira más fijamente a quién? Fue invierno. Ahí sigues. Ni en estío desapareces. ¿Acaso eres estancia de lluvia que cae invisible? ¿De qué este charco perenne en superficie ocupada por él y mis ojos? La vida se concentra en una lámina agua de leve sísmica y espejo.

Sin perder el compás de las estaciones, ni el reflejo de lo que ocurre en el cielo. He visto en ti, o era en mí, los colores de incendio en el crepúsculo y de plata al amanecer, nubes rasgadas, nubecillas locas, cualquier novedad de lo alto reflejada en ti. En la noche me has brillado siempre como lo hace el más hermoso pájaro solitario.

¿Y si llovía invisible? Lo dice la poesía, la que manda, y no podemos hacer más.




ArribaAbajoBicicleta

Dejémosla en paz. Ha trotado fiel a mi cuerpo y pensamiento. Esta rojita y plateada tantos años por campos y veredas de luces cambiantes y soledad a la espalda, casi al desnudo o lana en la boca, según las estaciones del hacer, deshacer esferas. Ahora está en una habitación a oscuras con sillín y manillar en el suelo. Bici patas arriba; descansa compañera de mi oeste.

Dejémosla con el poema que empezábamos juntas, que continuamos y ahora se atreve a hablar de nuestras almas que descienden por curvas indescifrables. Pero ya no me obedece, está a punto de llamarme ridícula sentimental joven muchacha.

Parece que se encuentra bien a solas de tanto correr verdadero mundo.




ArribaAbajoFruto

Lo han sajado en pleno camino, las vísceras derramadas. Ahora es un mundo que ofrece su interior iluminado. Ahí queda el fruto que velará la noche y sus depredadores.

Creación. Rojizo atardecer de humo rural y ceguera cambiante. Toda escritura es copia, copia mala del mundo. Así, me inclino por la brevedad de la expresión y dispongo de un caballo para perderme en círculo. Es el holocausto preciso, no valen las palabras ni la mano del poeta que te engañará, doblado de impotencia, errante, sin ofrecer la copia única.

Única, asilvestrada, variable, cruel, toda suya, cuerpo esparcido entre el suelo y la noche. Creación mira el fruto que no puede llevarse a las manos ni a la boca aunque se tire a tierra para morderlo.






ArribaAbajoRetirada (2018)


ArribaAbajo[Atardecer, dime que alguien...]

Atardecer, dime que alguien piensa en mí, y no mientas. Que las lenguas de todos mis perros queridos siguen yendo a mi piel. Que los juegos salvajes de la infancia están en la hornacina de una gloria. Que el cielo no me pierde de vista. Que miento cuando escribo. No siempre. No sé hoy, ahora.

Atardecer, pon un nombre a los días de paso lento y espiritualidad. Y sigue hablándome mañana de que la oración existe y te encumbra a ti, no a quien te copia.

Atardecer, no da apuro nombrarte en cada arranque de estrofa. Esta vez no es retórica ni para salir del paso.

Te he llamado siempre a tu hora, a tu ser en mí.




ArribaAbajo[Tantas veces la escritura...]

Tantas veces la escritura se vacía sin entender el músculo que la impulsa. De esa carencia nace la torpe expresión, con o sin retórica.

Otras, la escritura coge el patín y la mano se desborda en yacimiento de la palabra a más. Momentos de apresarla sin pudor. Luego habrá que rebajarlo todo, pero está el acopio.

Puede haber un cuerpo extraño en los caminos: la escritura agónica. No se sabe por dónde se pierde en los parajes del decir. Va a rastras, anida en suelo, ni crece ni se mueve en deseo.

Incontables situaciones en la escritura cuando torpeza, yacimiento, agonía, se agrandan por la falta de instinto y de fe en ella.

He padecido todo esto más lo que olvido ahora.

El padecimiento es la enseña que mostramos para justificar nuestra falta de voz, de vuelo. Tampoco la constancia es merecedora de elogio.

Las ventanas se van cerrando solas. Creo en la retirada.

En la retirada excelsa, al fin. Liberarte como nunca, la cabeza de frente, al son de un destino. Cuando el autor olvida el nombre de sus libros es que no supo rematar la faena, no fue creación, enredó bastante, no supo.

No haber conseguido un ápice de sabiduría poética como lo exigía el reto de mundo. La vereda del adiós va poniendo sus calles: árbol del esfuerzo, árbol del aprendiz, árbol de lo inasible, árbol de un árbol que morirá.

En la retirada me muevo ya como pez que conoce los secretos de las algas para el ocultamiento y segura desaparición.

Ninguna hazaña has ofrecido en la brevedad de tu paso terrícola. Y mira que has buscado con ahínco el sentido de ráfaga que eras de existencia. Pero la tortura de ¿qué es esto, dónde estoy? cortaba el paso a todo lo que enfilabas.

De este buscar has llegado a contemplación, contemplación finalísima.




ArribaAbajo[Esta línea puede...]

Esta línea puede existir si se entrega a la confesión, y no será certera sino tentativa. Esta línea, hasta llegar aquí, ha aprendido astucia.

Ha sufrido desde siempre dando su timón al aire. Y ha perdido tantas veces el relevo de sus brazos que, de una vez, pide morir aquí.

Estuvo sin fe cuando la necesitaba.

Sin vientecillo que se le ofreciera.

No hubo excepción de la poesía hacia mí.

Esperaba en vano.

Madre, me diste la línea inexistente.




Arriba[El adiós verdadero...]

El adiós verdadero e indecible, una despedida de pleno mundo. Aquel camino medio empedrado que se ofrecía a ti, el perro en movimiento circular ansioso de ver contigo la aurora, abrir la gran puerta de casa y encontrar las plumas viajeras de la noche, el rocío multicolor, el aire con polvo suspendido del cereal molido al raso.

Irse despidiendo. Estamos todos. El instante una mirada al universo creado, empieza la desmemoria y el olvido.

¿Haber llegado hasta aquí para abandonar?

Estuve en el desastroso escenario de mi especie compartiendo. No amé lo suficiente (A todo lo no amado), ni puse bien palabra con palabra (No escribir), hubo llamada de soledad plena (Dulce nadie), la vivencia de mis orígenes como refugio de salvación (Oeste).

La plenitud es abandonar los caminos del antes y después de nacer, y los aparecidos en sueños. Consciente, ahora que se puede, el privilegio es una retirada majestuosa adelantada al final.

A la que escribe le pierde su ambición.







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