Obras

Durante el periodo de la Segunda Sofística se editó una gran cantidad de libros dedicados exclusivamente a ejercicios escolares entre los que merece una especial mención la colección de «declamaciones» de Lucio Anneo Séneca, Séneca el Rétor, también llamado «el Viejo», nacido en Córdoba y formado en una de las escuelas retóricas más importantes de Roma.

Aunque ejerció también la crítica literaria (especialmente sobre prosa), la obra de Séneca es, fundamentalmente, retórica. La más importante es la conocida con el título de Oratorum et Rhetorum sententiae, divisiones, colores. La colección de Séneca, conservada sólo parcialmente, incluye setenta y cuatro controversiae, repartidas en diez libros: son discursos legales sobre temas supuestos. Consta además de un libro de siete suasorias, modelos de discursos deliberativos. Ofrece una variada muestra de argumentos y diseña algunos métodos prácticos para desarrollarlos.

Séneca explica las técnicas mediante las cuales se construyen las «sentencias» o «significaciones» que son los rasgos que adornan los pensamientos del discurso; define las «divisiones» o «análisis» mediante los cuales se resume el plan del discurso, e insiste, sobre todo, en lo que él denomina «color», aquellos procedimientos que, como por ejemplo, las ampliaciones, las atenuaciones, las prosopopeyas, etc., favorecen las interpretaciones adversas de las acciones contrarias y propician los juicios favorables de las propias.

En esta colección de Séneca cada serie de discursos incluye una divisio o «solución del profesor» al problema planteado en el tema. Los «temas» o «tópicos» para las declamaciones son imaginarios y, a veces, fantásticos; en ellos se incluyen piratas, dragones o situaciones legales imposibles, relacionadas con el conflicto entre leyes opuestas. El mismo Séneca formula el siguiente juicio: «Enseñamos para la escuela, no para la vida».

Gracias a la obra de Séneca podemos conocer quiénes eran los principales declamadores y retóricos más importantes en su época (tanto asianistas como aticistas). Pero es, además, la única referencia de la que disponemos para conocer la estructura de la «declamación», un género retórico que tuvo especial relevancia en los primeros años del Imperio. Las controversias responden al esquema del discurso oratorio tradicional: exordio, narración, argumentación y epílogo.