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Basa de una estatua de Antonino Pío, dedicada en Cástulo el 154 d. C.

Sebastián Mariner Bigorra





Aparecida en la campaña de 1972 de las excavaciones dirigidas por el doctor don José María Blázquez, en el área que se supone haber correspondido a las termas, la vi el 1 de mayo de 1975 -junto con otros epígrafes también inéditos- en la explanada anterior a la residencia del señor conserje de aquéllas, y el 12 de marzo de 1977, ya para la actual redacción1 (Fig. 179).

En su integridad sería un paralelepípedo (0,92 x 0,625 x 0,615) en arenisca blancuzca, con inscripción en una de sus dos caras laterales mayores, pulimentada en cuanto el material lo admite, mientras las restantes caras y las bases fueron solamente alisadas. Hoy presenta una falla (de 0,185 x 0,088 de anchura y profundidad máximas) todo a lo alto del lado izquierdo de la superficie inscrita, con quebranto de todos los renglones del epígrafe, a excepción del quinto, probablemente, a juzgar por la simetría de las dos únicas palabras que parecen constituirlo. En cambio, no afecta a la inscripción un desmochado de la parte inferior (algo más de un tercio) de la arista derecha de la propia cara. Ésta se presenta dañada, además, por otra hendidura en el mismo sentido de la falla -algo más distante de ésta en su parte superior-, que afecta a todos los renglones sin excepción; así como por diversos golpes de instrumento contundente, algunos desconchados y concreciones debidos probablemente a la humedad, que alcanzan a la mitad de los renglones, si bien sólo en los octavo a décimo originan graves dificultades de lectura, al combinarse su efecto con las ambigüedades mismas que ofrece allí el tipo de letra, especialmente respecto a T, I, E (y H).

La dedicatoria, efectivamente, está distribuida en tres cuerpos muy marcados, entre otras cosas, por la clase de letra y los márgenes (mínimo superior 0,082, inferior 0,058, lateral derecho del primer cuerpo 0,021, de segundo 0,049 -mantenidos intencionadamente uno y otro, como lo comprueba la estrechez de la O final del renglón 2.º, que sólo a costa de tal estrechez queda nivelado con el 6.º, último del primer cuerpo, y la separación de la S final del renglón 14.º, que asimismo sólo así se nivela con los anteriores del segundo cuerpo; es de suponer que la diferencia de márgenes entre este cuerpo y el primero debía darse también a la derecha según permiten calcularlo los suplementos seguros que para los renglones 1.º, 4.º, 7.º, 8.º, 13.º y 14.º cabe excogitar en esa parte hoy perdida- del tercero, 0,140, prácticamente coincidente con el que queda a la izquierda del renglón 5.º, constituido también por sólo abreviaturas de dos palabras que parecen haberse incidido con intención de centrarlas -a diferencia de las del renglón 14.º, último del segundo cuerpo, asimismo con evidentes pretensiones de simetría, lograda empero a base de dejar un amplio intervalo entre las dos junturas principales que lo integran-); tales cuerpos corresponden, respectivamente, a la parte honorífica de la inscripción, a la narrativa y a la fórmula final dedicatoria. Ésta aparece separada de la anterior por una interlineación (0,105) mucho mayor que la que -con poca variación- separa los demás renglones (0,021 promedio).

Inscripción

Fig. 179. Inscripción dedicada a Antonino Pío (según S. Mariner)

Pues bien: las letras de los cuerpos primero y tercero son capitales muy cuadradas (a excepción de la ya comentada O estrecha): tan sólo la E, P y B escapan al módulo; incluso las T presentan los trazos horizontales sensiblemente iguales a los verticales; todo ello, cualquiera que sea la altura en el renglón respectivo (de 0,035 en el 1.º a 0,026 en el 6.º). En cambio, las del 2.º son actuarias, mucho más estrechas en los primeros renglones que en los últimos, en tanto que la altura en este sentido varía poco (de 0,025 a 0,028); mucho mayor es la diferencia que dentro de un mismo renglón presentan bien aquellas que habitualmente rebasan la caja (F por arriba; L y Q por abajo; alguna vez -LOCO en el renglón 13.º- aquélla incluso por arriba; X por arriba a la derecha, también habitualmente; B «semicursiva» de BIS y T de ITEM en el renglón décimo; A inicial de ACROAMATIBVS en el 11.º), bien las que intencionadamente y ya con papel similar al de nuestras mayúsculas inician miembro sintáctico después de espacios en blanco equivalentes a lo que ahora sería un signo de puntuación2: I del citado ITEM y S de STATVAM en el renglón 11.º, que alcanza 0,04. En los tres cuerpos, la incisión es profunda -no tanto en los puntos, triangulares, empleados, al parecer correctamente, en lo que permite afirmarlo esta falta de profundidad, sólo superada por la de los perfiles (que van afinándose hacia los extremos) o los trazos que rebasan el pautado en las ya citadas L, X y T; no así en las también mencionadas Q, A, B y F-. La calidad es bastante uniforme dentro de cada uno de los estilos: una medianía, que sólo se acerca a la elegancia en las capitales de los renglones primero y último (con buenos remates y perfiles) y no cae en la tosquedad más que a propósito de la confusión entre las I, T y E de algunos lugares del segundo cuerpo. Lo propio cabe decir de los trazos horizontales indicadores de cifra en ambas abreviaturas del sevirato. Ésta y las de los títulos imperiales son las únicas que aparecen en la parte de lectura cierta del segundo cuerpo del epígrafe3, en tanto que abundan ampliamente en el primero y constituyen el tercero totalmente. No parece que haya otros nexos que los que habrían de suponerse en el renglón 9.º -uno de los de letra más apretada de todo el texto- para garantizar una ortografía del todo correcta (en vista de que lo es la de la inscripción entera) en el término -cuya presencia, por el contexto, es indubitable- AMPHITHEATRO: entre la M y la E, seguras, no median sino cinco pies de trazos verticales en lugar de los siete que dicha correcta ortografía exigiría, de estar escrito el vocablo por extenso. Pero, aun dentro de la suposición, queda la duda de si lo que hubo fueron dos nexos PH y TH -uno para la H de cada aspirada, tal vez añadida después de advertir que había sido olvidada-, o bien -lo que parece más probable a la vista del monumento-, uno solo de THE, con forma semicursiva de la H (concretamente, de su trazo horizontal): la presencia de la ya mencionada B semicursiva en el renglón décimo apoyaría la hipótesis de esta semicursividad en el indicado trazo de la H4. De acuerdo con esta segunda suposición viene presentado el texto en la figura 179.

Para su interpretación -que convendrá contrastar con la lámina I-, adviértanse las convenciones siguientes: el trazo continuo indica letras o partes de letra que se leen con seguridad; el íd. segmentado, letras o íds. de íd. restituidas o rastreadas con suficiente probabilidad; el íd. punteado, letras o íds. de íd. puramente conjeturales, a tenor de la interpretación de conjunto que se propone para las partes correspondientes del epígrafe5.

Lo son especialmente:

En el renglón 6.º, las del praenomen y comienzo del nomen del dedicante, que igual pudo llamarse con cualquier otro prenombre y nombre acabado en -inius (por ejemplo: Herminius, Vatinius, etc.), de dimensiones encajables en el espacio que cabe atribuirles en la parte de la falla; los aquí sugeridos, lo son puramente por su relativa frecuencia en Hispania. No parece, en efecto, que se trate de un personaje conocido; el mismo cognombre de Abascantión (no así el de Abascanto) no aparece documentado dentro de los índices del CIL II y suppl., ni en los de Vives6. Pero es seguro: el Thesaurus L. Latinae7, con referencia a un M. Sittius Abascantio de Cirta (CIL VIII 7338), lo documenta sin más precisiones. Pero su evidente relación con Abascantus, del que consta ser «nombre griego de esclavo y cognombre de liberto», cuadra bien con la condición libertina del dedicante de Cástulo, deducible de su desempeño del sevirato8. En una especie de lítotes (baskai/nw que significa «aojar; envidiar»), vendría a ser uno de tantos nombres de buen agüero, frecuentes entre esclavos (= «libre de envidia»).

En el renglón 9.º -aparte de las inseguridades ya indicadas acerca de dónde procede conjeturar las letras ligadas en AMPHITHEATRO- lo son las D y FLA supuestas ante la M, y la P y S V rastreadas, respectivamente, después de aquélla y en CENSVERAT: el conjunto -como se verá en la transcripción e interpretación- parece jugar bien con lo que se le opondrá al comienzo del renglón siguiente, dando lugar a entender que Abascantión había costeado unos dobles munera gladiatorios según se le había señalado -para poder desempeñar el sevirato, como carga del mismo9- por parte del dignatario sacerdotal aludido, en tanto que había añadido por propia iniciativa recitales en el teatro.

Pero la dicción, con anticipación de la calificación de domus, no acaba de ser convincente; por otro lado, sin tal calificación, no lo sería la sola mención de domus: la posibilidad de interpretar p(erpetuae) domus en lugar de flam(en) p(erpetuus) carecería de paralelos, dado que no puede serlo el mencionado por el diccionario de De Ruggiero a propósito de CIL II 1978, de Adra10. Ahora bien, si, pese a su enrevesado orden, no se halla otra mejor suplementación que la aquí propuesta, la inscripción ofrecería el singular interés de mencionar un curioso detalle de la organización interna de los festejos y del culto, al señalar al flamen perpetuus domus diuinae como el personaje que estipulaba las condiciones en que un séviro augustal accedía a tal cargo. Conste, sin embargo, que también parte de la lectura de censuerat es pura sugerencia, como ya se anticipó; en cambio, parecen pasables su sentido de «estipular» y su régimen en dativo (EI en el renglón anterior), a tenor de la acepción IA1 del Thesaurus citado11: «i(d) q(uod) assignare», con ejemplos desde Séneca12.

En el renglón 10.º, las letras rastreadas como indicación de la fecha de celebración de los munera, donde igualmente podría intentar leerse, por ejemplo, un verbo en tercera persona acabado en -it, también con sujeto en el Abascantio del renglón 6.º; en tal caso, inmediatamente después de tal forma verbal acabaría un miembro de frase, el siguiente empezaría en ITEM, en el propio renglón y para su verbo (del último renglón) se sobreentendería el mismo sujeto. Pero la indicación de fecha es elemento bastante común en las inscripciones conmemorativas (así, en los números 5052-5055, 5058, 5060, 5062, 5064, 5070-5071, 5145-5147, 5193 y 5196 de la colección citada en la nota última; en once de ellas, 5052, 5054, 5058, 5062, 5064, 5071, 5145-47, 5193 y 5196 con indicación precisa del día del mes), y el venir indicada con el procedimiento tardío (genitivo del mes, sin concordancia con Nonis) no tiene que extrañar mucho en esta época, cuando ya más de un siglo antes era frecuente en Columela13. En cambio, precisamente por cuestión de cronología, se hace difícil decidirse por una lectura -más sugestiva, ciertamente, a base de los miserables restos de la letra que precede a la que se ha supuesto inicial del nombre del mes- V · IVNII (en lugar de N · IVNII): en espera del trabajo que sobre este ulterior cambio viene elaborando la profesora bonaerense señorita Amalia Nocito14, parece que hay que seguir ateniéndose a los datos epigráficos del Índice correspondiente de Diehl15: las primeras dataciones de numeración «corrida» de los días de cada mes, prescindiendo de las fechas fijas (calendas, nonas, idus) del cómputo clásico, ocurren, en epígrafes datables, sólo con seguridad siglo y medio después de nuestra inscripción, a comienzos del siglo IV, lo cual haría muy arriesgado proponer su aceptación para un lugar tan incierto de ella, por el momento. Por último, y al margen de estas dificultades ante la aceptación de una expresión de fecha de manera no clásica, vale la pena anotar, en compensación -y frente a la otra posibilidad ya contemplada, de un verbo en tercera persona-, que el sentido de Item al comienzo del inciso que viene a continuación favorece un paralelismo estricto con el que le precede, con lo que resulta procedente que ambos estén constituidos precisamente por ablativos absolutos con el mismo participio EDITIS.

En el renglón 11.º, donde el comienzo -precisamente porque no parece deber aportar ningún elemento esencial para el sentido- es de lo más aleatorio de la dedicación; ya se indicó, a propósito del renglón 9.º, el fundamento de la sugerencia que aquí se hace, y cómo SVMPTV SVO podría aventajarla si se cambiara la interpretación a propósito de la lectura EI en el renglón 8.º

Habidas en cuenta todas estas salvedades, así como la doble posibilidad de interpretación del renglón último (Dono Dedit o Dedit Dedicauit), y con el único propósito de dar un sentido coherente a las partes del epígrafe que se leen con seguridad, cabe proponer la siguiente transcripción y traducción correspondiente:

[Im]p(eratori) Caes(ari) T(ito) Aelio / [Ha]driano Antonino /3 [Au]g(usto) [P]io, p(atri) p(atriae), pont(ifici) max(imo), tri/[bu]niciae potestat(is) XVIII / co(n)s(uli) IIII. /6 ¿L(ucius) Lic?inius Abascantio / [in republic]a Castulonensi (se)uiratu functus ex indul/[gentia] splendidissimi ordinis, quos [ei] gerendos in hono/9[res ¿d(iuinae) fla]m(en) [p(erpetuus)] domus cen[su]erat? editis in amphitheatro gladi/[atoribu]s bis spectaculorum die ¿[N(onis) Iunii]?, item in theatro / ¿[sua sponte]? acroamatibus frequenter editis, statuam /12 [Imp(eratoris) Ant]onini Aug(usti), p(atri) p(atriae), optimi maximique prin/[cipis ac]cepto loco a republica Castulonensium / [ob hono]rem (se)uiratus/15 [d(ono)] d(edit).



Lo que sería: Al César emperador Tito Elio Adriano Antonino Augusto Pío, padre de la patria, pontífice máximo, de décima octava potestad tribunicia, cónsul cuatro veces. ¿Lucio Lic?inio Abascantión, después de desempeñar el sevirato en la municipalidad de Cástulo, por concesión de su ilustrísimo Concejo, y de costear en el anfiteatro en dos sesiones el día de los espectáculos, ¿5 de junio?, los gladiadores que, para ejercer aquel cargo, ¿le había estipulado el flamen perpetuo de la divina casa?, y de organizar, además, con frecuencia ¿por iniciativa propia? recitales en el teatro, donó ¿como regalo? por el honor del sevirato una estatua del emperador Antonino Augusto, padre de la patria, príncipe el mejor y más grande, habiéndosele asignado un lugar por la municipalidad de los castulonenses.

Los renglones 3.º-5.º fechan el epígrafe: la 18.ª potestad tribunicia de Antonino Pío corresponde al 154 d. C.16. Había sido cónsul el 120, el 139, el 140 y el 145; no volvió a serlo con posterioridad.

Entre la abundante y valiosa documentación epigráfica de Cástulo17 la nueva inscripción destaca por algunas particularidades interesantes:

Por el emperador a quien va dedicada: ni él ni los de su dinastía figuran homenajeados en Cástulo en los mapas correspondientes (18-23), trazados por R. Etienne en su citada obra Le culte... (cf. especialmente el número 21).

Por añadir un nuevo personaje a la nómina de los séviros augustales: en las listas de las pp. 254-260 de la propia obra. Cástulo no había aportado más que uno.

Inscripción latina

Lámina LIX. Basa en honor de Antonio Pío, procedente de la villa.

Por ser, probablemente -si mi información no es defectuosa-, la más antigua mención de la res publica Castulonensis o Castulonensium18. Desconocida en los índices del CIL y de Vives citados, no es, desde luego, la primera vez que aparece: consta en la «Basa en honor del emperador Valeriano» dada a conocer y estudiada por fray Agripino Cabezón, OFM19. E incluso, si no se comulga con el rigor con que Hübner trató la obra de Rus Puerta, tal vez quepa admitirla en la lectura que éste dio de la que figura con el número 335.ª entre las falsas del CIL II, paralela a la de la dedicatoria a Valeriano20. Pero los títulos que da al emperador en ella aludido (concretamente, el de Gótico) han de corresponder necesariamente a uno posterior a los Antoninos21, con lo que la prioridad cronológica de la mención en la epigrafía castulonense transmitida tampoco sería cuestionable.

Pero, sobre todo, por ser -a lo que parece- la primera documentación conocida de un anfiteatro en Cástulo, agregable a los diecinueve hispánicos atestiguados con seguridad, según la reciente crítica de P. Piernavieja22. La existencia de dicho monumento en la ciudad resulta, por su parte, un nuevo «incentivo arqueológico», como cupo decir de su circo y teatro, repetidas veces aludidos en su epigrafía23. Para la historia de la ciudad, los elementos que aparecen relacionados con esta mención del monumento y la nueva de su teatro (un «día de espectáculos», que debía revestir carácter fijo y seguramente anual; la celebración de dos funciones de gladiadores en ese mismo día; la diferente organización de los recitales en el teatro, que parece no haber sido fiesta fija ni ciclo de temporada, sino ocasional, pero «frecuente») comportan otros tantos motivos de interés24.





 
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