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Hervás y las lenguas indias de América del Norte

Antonio Tovar



a Julián Marías, que nos ha hablado de la repetida España que pudo ser





En una obra destinada a ocupar un puesto entre las de consulta en las bibliotecas del mundo, encontramos un capítulo dedicado a la historia de los estudios sobre las lenguas de Norteamérica (Hoijer, 1973). La brevedad del mismo no excusa a su autor de haber sido descuidado e incompleto. Con una idea que bien podemos llamar etnocéntrica, se limita a los estudios de lenguas norteamericanas de John Elliot, que se estableció en el Nuevo Mundo en 1631 y llegó a predicar sermones en natick, lengua algonquina hoy extinguida, además de componer una gramática de ella (1666), y del valeroso disidente Roger Williams, que también se interesó en predicar a los indios y escribió un libro para enseñar el narraganset (1643), otro dialecto de la misma familia.

Después de estos primeros intentos salta Hoijer, olvidando a los misioneros católicos franceses, a recordar la labor de los misioneros daneses en Groenlandia Hans Egede y su hijo Paul. De Paul Egede apareció en 1750 un diccionario esquimal-danés-latín y en 1760 la primera gramática que se publicó del esquimal.

Las siguientes líneas de Hoijer (pág. 658) contienen inexactitudes e imprecisiones que conviene aclarar. «Toward the end of the eighteenth century, in 1784 -dice-, Catherine the Great of Russia began to collect wordlists of about 225 items each, largely from the many different languages spoken in the Russian empire. This collection, plus a great many more samples from languages elsewhere, formed the basis for the famous four volume work of Adelung and Vater published between 1806 and 1817. In volume 4 of this work there appeared data from a considerable number of American Indian languages. According to Duponceau there were brief sketches of "thirty-four American languages, and the Lord's Prayer in fifty-nine different idioms or dialects of native America"».

Precisando las cosas, sabemos que Catalina II hizo personalmente una lista de 285 palabras y pidió a los gobernadores de su imperio y a diversos sabios que reuniesen las traducciones en diversas lenguas; estos materiales fueron entregados para su edición al naturalista alemán P. S. Pallas, de la Academia de Ciencias de San Petersburgo, que en 1786-87 publicó los Linguarum totius orbis vocabulario comparativa en 200 lenguas de Europa y Asia (F. von Adelung pág. 64 ss., Ahrens pág. 135). En esta obra no hay nada de lenguas americanas. Sí aparecen palabras de lenguas americanas en otra obra que se considera como continuación de la de Pallas, y que fue publicada igualmente por la misma Emperatriz: el Diccionario comparado de todas las lenguas y dialectos (Sravitel'nyj slovar' vsěxŭ jazykovŭ i narěčij 1791), que en cuatro volúmenes publicó el reformador de las escuelas rusas Th. Jankiewitsch de Miriewo, polaco ilustrado que llegó a Rusia después de haber servido en Austria.

En la obra de Jankiewitsch de Miriewo se incluyen palabras de las siguientes lenguas americanas, según nos dice F. von Adelung pág. 99:

De América del Norte: a) chactaw, b) chipeway, c) cheroki, d) delaware, e) esquimal, f) groenlandés, g) iroqués, h) caribe1, i) nadouessi, k) Nutka, 1) Norton Sund, m) oneida, n) séneca, o) shawnee.

De América rusa: kanjag.

De América del Sur: a) maipure, b) mejicano, c) peruano, d) de Surinam (subdividido en arahuaco, criollo, saramaco2 y tamanaco), e) suwazkisch3.

Pero a pesar de Hoijer, no fue de estas obras de donde Adelung y Vater sacaron sus materiales lingüísticos. El grandioso plan de Catalina de crear un diccionario universal, idea que Leibnitz había sugerido a Pedro el Grande, aspiraba a reunir las lenguas de todo el mundo. Es sabido que Catalina pidió a Carlos III de España que le proporcionara materiales de sus dominios, y el Rey dio en 13 de noviembre de 1787 orden de que se reunieran precisamente vocabularios para remitirlos a San Petersburgo. En la Biblioteca de Palacio de Madrid se conserva la colección enviada por el Virrey de Nueva Granada4, y existen en Bogotá también materiales correspondientes a este encargo. Según noticias5 también en Méjico se han descubierto en los últimos años materiales de los reunidos por orden de Carlos III. Haría falta una investigación detenida de este interesante episodio de historia cultural. Pero sabemos ya que, seguramente por incumplimiento del regio encargo en varios Virreinatos, por el retraso, y sin duda por la muerte de Carlos III, los sabios de la corte de Rusia no pudieron contar con los materiales que se habían pedido a Madrid.

Entre los papeles de Pallas figura (v. F. von Adelung 104 s.) una lista de lenguas americanas que tal vez era como el desideratum de lo que habría que reunir. Pero en la lista de las lenguas que al fin pudo reunir Jankiewitsch de Miriewo vemos bien claro que nada llegó de Madrid. Al contrario, la América que se refleja en el Diccionario de 1791 es la de los descubrimientos y planes y ambiciones rusas: de la anterior lista, las lenguas que pudo utilizar Jankiewitsch de Miriewo son, las señaladas con las letras e, f y l, como también la que se cita de la América rusa, todas dialectos esquimales; d, o/y acaso b pertenecen a la gran familia algonquina, c, g, m y n a la iroquesa (familias en las que habían trabajado especialmente los misioneros franceses), a y h son dialectos del sudeste de los actuales Estados Unidos, y finalmente i corresponde a un dialecto sioux y k es un nombre geográfico (Nutka) que se aplicó antes que al actual nutka a otros dialectos del noroeste. En cuanto a América del Sur, donde ya se apresuraban los rusos a colocar Méjico, los datos de Jankiewitsch de Miriewo son más ricos en lo referente a Surinam o la región de las Guayanas (incluso con datos del criollo europeo) que en todo el resto, ya que se limitan a las dos grandes lenguas de Perú y Méjico y al arahuaco maipure, que sin duda le fue conocido al compilador de San Petersburgo a través del P. Filippo Gilij, de quien sin duda procede también el material tamanaco (caribe) que aparece en el apartado de Surinam6. En San Petersburgo no tuvieron ninguna noticia de la obra italiana de Hervás, cuyo volumen XX les hubiera dado materiales bastante completos (para 63 voces) de 33 lenguas americanas, y numerosas noticias de otras muchas.

Lo que es evidente es que los vocabularios reunidos por Pallas y su continuador no fueron utilizados nunca para las lenguas americanas. Ya la transcripción en cirílico que usó Jankiewitsch de Miriewo para tantas lenguas hacía la obra poco manejable, y además todas las lenguas que se reunieron fueron fundidas en un vocabulario general, alfabéticamente ordenadas en confusión.

Es evidente que Adelung y Vater no utilizaron la colección de Catalina de Rusia para su sección de lenguas americanas. Vamos a ver de dónde proceden no sólo los «great more samples» que según Hoijer les ayudaron, sino la mayoría de sus noticias que sirvieron al francés americanizado P. S. Duponceau para, en palabras de Hoijer, fundar la lingüística norteamericana. Duponceau en 1819 dio cuenta en la Philosophical Society de Filadelfia de las investigaciones que sobre lenguas americanas le habían sido encomendadas, y en 1838 publicó una obra sobre las del norte del continente.

La obra de Adelung y Vater es el remate de una larga tradición que, ya con ese título y orientación, se inició en el Renacimiento: se daba como muestra de todas las lenguas accesibles una traducción del Padrenuestro. Nuestros autores se ocuparon de las lenguas de América en las partes del tomo III publicadas en 1813 y 1816 (no en el IV, como dice Hoijer). Su fuente principal es la obra de Hervás en italiano, especialmente el tomo XXI. El nombre de Hervás ya aparece en la primera nota al pie de página en el tomo I, donde se cita como fuente la más completa para los numerales, así que era inevitable que, conociéndolo, fuera su fuente principal para las lenguas de América. El orden, comenzando desde la Tierra de Fuego hasta llegar a los límites de California y Nuevo Méjico donde se encuentran con los indios no sometidos, es el mismo de Hervás en su catálogo. Pero en general no ha sido reconocida la aportación de Hervás. F. von Adelung (pág. 104), al hacer el panegírico de la empresa de Catalina II, ensalza con razón los méritos del gran archivo que es el Mithridates de Adelung y Vater, que, como él dice, lograron, aun sin los grandes medios que la Emperatriz pudo utilizar, una asombrosa ampliación en los conocimientos en lingüística. Sin negar los méritos de Adelung y Vater, querríamos probar, para completar el punto tan apresuradamente tratado por Hoijer, la importancia de la deuda de estos autores a la obra de Hervás, limitándonos a lo referente a las lenguas de América del Norte. He aquí en un cuadro el índice de lo tratado en los diferentes volúmenes de la obra italiana de Hervás y en el Mithridates:

NUMERALES (1786) LÉXICOS (1787) PATER NOSTER (1787) ADELUNG-VATER
pokonchi 33. pokonchi cakchi (al final p. 226) pokonchi
maya 34. maya maya
p. 22 cuenta con hilos en Méjico nahualt 35. nahualt nahualt
36. mixteca7 mixteca8
37. totonaca totonaca9
otomí 38. otomí otomí10
huasteca11
tarasco tarasco 39. tarasco tarasco
40. pirinda pirinda
cora 41. cora cora12
42. yaqui13 yaqui14
43. tubar15 tubar
tarahumara 44-45. tarahumara16 tarahumara17
46. endeve18 endeve
47. opata opata
48. pima19 pima
cochimí 49-50. cochimí20 cochimí
waicuri21
Noticias de numerosas lenguas hacia el norte de California según fuentes inglesas y francesas y datos de Humboldt, hasta la región de Alaska, donde hay noticias y de nuevo Padrenuestros suministrados por Baranow, funcionario ruso encargado de los territorios de Alaska. Al estudiar las regiones al oeste del Mississipi, a base de noticias inglesas y francesas, hay utilización de datos de Hervás:
51. mohawk22 mohawk23
canadiense del sur
tuskrura y del norte24 311. hurón25 De leguas iroquesas
y de las alonquinas
dan Adelung y Vater
abundantísimas noticias
de fuentes francesas e
inglesas, éstas últimas
totalmente inaccesibles a
Hervás. Sobre el sudeste de
los Estados Unidos
tienen muy rica
información, así como
sobre el esquimal,
del que conocen una
monografía de Pllas
distinta desde luego
de sus vocabularios.
312. abanakis26
hurón 314. hurón27
pampticough28 alonquino 313. alonquino29
315. ìllinè30
52. shawanna31
53. virginiano32
54-55. goenlandés33
woccon34

Es innegable que los eruditísimos Adelung y Vater, que dispusieron de bibliotecas excelentes, con las que sin duda no podían compararse las italianas y las españolas, ampliaron la información de Hervás, si bien en muchos territorios de Norteamérica la falta de gramáticas y libros de doctrina de los misioneros reduce las noticias lingüísticas a breves vocabularios y orientaciones de viajeros y exploradores. El viejo método de coleccionar padrenuestros, que había iniciado Conrado Gesner en 1555 y la Propaganda Fide de Roma había ampliado varias veces, caía en desuso ante ese mundo de los indios libres y no sometidos, que celebran con entusiasmo Adelung y Vater, y que en escasa medida por los misioneros ingleses protestantes, y en mayor por los franceses católicos desde el catecismo hurón del jesuita Jean de Brébeuf (1630) y el diccionario de la misma lengua del recoleto G. Sagard (1632) (v. Hanzeli 1969), e incluso por los rusos ortodoxos en Alaska, habían sido dotados de padrenuestros.

Queda claro que Adelung y Vater (por consiguiente Dupont) son deudores de Hervás en la mayor parte de su información sobre el continente norteamericano. Es cierto que en lo que queda al norte de la actual frontera de Méjico le deben menos, pero también lo es que, más allá de las listas de tribus y pueblos, el conocimiento de textos y vocabularios era bastante rudimentario fuera de las lenguas que habían utilizado los misioneros.

Por otro lado, el otro camino por el que llegó a la ciencia moderna el conocimiento de lenguas americanas, a saber, Guillermo de Humboldt, depende igualmente de Hervás. Es sabido que Humboldt en su época de embajador en Roma conoció a Hervás, recibió de él, podemos decirlo, toda la información que tuvo sobre lenguas americanas35, y sin embargo lo juzgó demasiado duramente, como «verwirrter und unergründlicher Mensch», que a pesar de todo tenía una increíble cantidad de noticias y por eso podía ser útil (Batllori 61). Habría que investigar la relación entre los materiales que utilizó Humboldt sobre lenguas americanas, conservados al parecer aún en la Biblioteca de Berlín, y los manuscritos que le prestaba en Roma Hervás y sobre los que da noticia el P. Batllori en su excelente trabajo.

Hervás podía parecerle a Humboldt algo confuso y sin fundamento, pero es que la ambición de saber del estudioso excedía las medidas humanas. No podemos citar aquí todos sus aciertos en la clasificación de lenguas, pero por ejemplo ya en el tomo de 1784 de su obra italiana Idea dell'Universo compara el sánscrito con el griego, el latín y el germánico. Planeaba una introducción a las lenguas de América con la presentación de diecinueve de ellas (1784, comienzo), o de once (1800, pág. 393) y últimamente de cuarenta (1800, pág. 63).

El método de Hervás contrastaba desde luego con el que podían usar los que se sirvieron de sus materiales. Adelung y Vater por un lado, G. de Humboldt por otro, disponían de tiempo, vivían en un ambiente científico denso y bien informado. Hervás, devorado por su ambicioso plan de incluir todas las lenguas del mundo en una visión enciclopédica del universo, sin buenas bibliotecas, continuador de un mundo en el que conservaba su peso la teología tradicional y la interpretación consiguiente de la Biblia, quedaba fuera de lo que iba a ser la ciencia moderna.

Su biblioteca fueron principalmente sus compañeros de la emigración, los jesuitas expulsos, llegados de todos los rincones de los antiguos dominios de España, entre los que estaban eminentes conocedores de los países y lenguas: Clavigero, Chomé, Gilij, Sánchez Labrador, Carnaño, por citar algunos entre los más conocidos de la lista que ha reunido Batllori (1951, págs. 112-114). Y en su afán de saber, de precisar noticias, sin duda para corregir la confusión y la falta de fundamento que Humboldt le achacaba, no se cansa de revisar sus ideas anteriores, de modo que su obra italiana es un borrador de ulteriores redacciones, la española, o la que siempre debía pensar definitiva con nuevas noticias.

Así el catálogo de 1784 es revisado en la redacción en español de 1800. Tras una introducción general, repite (págs. 107-396), en el mismo orden, de la Tierra de Fuego hasta Groenlandia, la enumeración de las lenguas americanas.

Por una parte, reconoce perfectamente la familia maya, uniendo a la lengua del Yucatán el poconchi y además el cakchi, que pudo infatigable estudiar en Roma con el dominico P. Miguel Zaragoza, que tenía un criado de aquella lengua (Hervás 1787, pág. 226, Batllori, página 66).

Pero además, basándose en una larga tradición jesuita (desde Acosta, a través de Ribas y Kino, hasta su amigo Clavigero), busca hacia el norte relaciones del náhuatl, con acierto en el pima y el cora (1800, págs. 311, 317, 342), y el tarahumara (1800, 333, 339), e incluso sabe que hay indios que hablan lenguas de esta familia a la altura del paralelo 38, es decir, en el actual estado de Utah (1800, págs. 292, 300). Por cierto que Adelung y Vater pág. 85 ss. se exceden en su escéptica crítica de estos acertados ensayos de constituir una gran familia norteamericana.

Lo mismo que el P. Gilij lamentaba a su regreso de América que el rápido progreso del siglo hubiera dejado atrasadas sus noticias, anteriores a Linneo y al descubrimiento, por ejemplo, del termómetro, se encontraba Hervás con la necesidad de modernizar sus ideas. Así el cochimí de la Baja California, una de las lenguas más septentrionales de que tenía noticia, le había parecido una prueba de las tradiciones que permitían suponer que toda la América del Norte había sido poblada desde Asia; mas en su obra en español (1800, pág. 359) corregía la idea que anteriormente había expuesto (1784, pág. 83) de que tal lengua tuviera que ver con el tártaro. Sus conocimientos de lenguas del noroeste del continente (nutka, dialectos esquimales), le hacen ver que el cochimí es distinto. Ya en 1787 a, pág. 36 busca el parecido del cochimí con lo poco que sabe de lenguas del Canadá.

También rectifica sobre el groenlándico que antes había considerado una lengua mixta del teutónico (así llamaba al nórdico antiguo). En 1800, pág. 365 s. señala bien que no es sino un dialecto esquimal, afín a los de Alaska (1800, pág. 359 s.), sin duda con préstamos escandinavos.

De los misioneros franceses recoge la clasificación de las dos grandes familias hurona (iroquesa) y algonquina (1800, págs. 372, 375, 380 ss.).

Claro que a veces se equivoca al proponer demasiado pronto familias, sobre datos no confirmados. Así considera (1800, págs. 383, 390) el apalache (del grupo muskogee) lengua general de Florida, emparentada con el timuqua (1800, pág. 387), y cree que ahí hay que buscar el origen de los caribes de las Antillas y América del Sur.

Pero es injusto olvidar el esfuerzo colosal de Hervás, testamento de toda una época, y testamento al que no se debe con Humboldt negar el espíritu científico. Su método de trabajar comparativamente le enseña que los antiguos misioneros perdieron tiempo al estudiar por separado las lenguas guaraní, tupí y omagua (1784, pág. 91). Apoyó asimismo el descubrimiento por Gilij de la familia arahuaca, al enlazar el maipure y haitiano con el mojo de las misiones de la actual Bolivia.

Nadie tuvo antes que Hervás una visión de conjunto de las lenguas de América, como de otros continentes, de los cuales no podemos ahora ocuparnos.






Obras citadas

  • ADELUNG, F. von, Catherinens der Grossen Verdienste um die Vergleichende Sprachkunde, Nachdruk der Ausgabe von 1815 mit einer Einleitung und einem bibliographischen Register von H. Haannann, Hamburgo, 1976.
  • ADELUNG, J. Chr., Mithridates oder allgemeine Sprachkunde, I, Berlín, 1801, II (y siguientes), fortgesetzt und bearbeitet von J. S. Vater, Berlín, 1809, III 1, 1812, 2, 1813, 3, 1816 (a este volumen nos referimos con simple indicación de página), IV, Suppl., Berlín, 1817 (impresión fotostática, Hildesheim, 1970).
  • ARENS, H., Sprachwissenschaft, der Gang ihrer Entvjicklung von der Antike bis zur Gegenwart, 2.ª ed., Friburgo-Munich, 1969 (hay traducción española de la ed. Gredos).
  • BATLLORI, S. I. Miguel, «El archivo lingüístico de Hervás en Roma y su reflejo en Wilhelm von Humboldt», Archivum historicum Societatis Iesu, 20, 1951.
  • HANZELI, V. E., Missionary Linguistics in New France. A study on Seventeenth and Eighteenth-Century Description of American Languages, La Haya - París, 1969.
  • HERVÁS Y PANDURO, Lorenzo, Idea dell'Universo che contiene la storia della vita dell'uomo; elementi cosmografici, viaggio statico al mondo planetario e storia della terra, 21 volúmenes. Cesena, XVII, Catalogo delle lingue, 1784; XVIII, Trattato dell'origine, formazione, meccanismo ed armonia degl'idiomi, 1785; XIX, Aritmetica di quasi tutte le nazioni conosciute, 1786; XX, Vocabolario poligloto, 1787; XXI, Saggio prattico delle lingue, 1787.
  • ——, Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, I, Madrid, 1800.
  • HOIJER, Harry, «History of American Indian Linguistics», en el vol. X, Linguistics in North America, de la obra colectiva Current Trends in Linguistics dirigida por Th. Sebeok, La Haya-París, 1973, págs. 657-676.


 
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