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Don José es calificado como «gran protector de los niños de los suburbios». Cuenta a los niños que se preparan para esa celebración la historia de otro chiquillo que se disciplinaba con una cuerda llena de nudos y Pepe-Luis, impresionado por ese relato, quiere imitar ese comportamiento.



 

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En el capítulo XXIV, «La niñez que te guardo», la autora incluía un poema de Gerardo Diego y el siguiente diálogo a partir de una pregunta del profesor en clase: «-Oiga usted, señor Oviedo, la Historia de España tiene épocas, pero el destino español, no. Dígame usted algo sobre esto./ -España tiene una unidad de destino en lo universal. Esta unidad de destino consiste en defender la fe de Cristo, hasta morir por ella.» (p. 122).



 

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Ese último capítulo, titulado «Un caballero cristiano», explica como Pepe-Luis estudia para ingeniero de canales, caminos y puertos. Además, el director le regala dos libros al terminar en el instituto: La defensa de la Hispanidad, de Ramiro de Maeztu, y La idea de la Hispanidad, de García Morente, de los que la autora resalta determinados pensamientos con mayúsculas. El libro se cierra con el siguiente colofón: «Acabóse de escribir este libro el día de San Luis Gonzaga, el Santo predilecto de la juventud./ Madrid, 21 de junio de 1944.»



 

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En la introducción, la autora dedicaba la obra a «niños todos los que habláis la clara y sonora lengua de Cervantes: Con emoción pongo en vuestras manos la Historia de Víctor Capitán, que se llama historia porque es cierta y muy cierta; como que yo no he puesto en ella más que el hilillo de la emoción con que fui engarzando las perlas que la realidad me ha ido brindando».



 

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Ésta es la clave del éxito del milagro de esta vida, según la autora: «Capitán era un alma, una llamita viva encendida de amores, y, cuando el espíritu vibra así, triunfa siempre del cuerpo por debilucho o por rebelde que éste sea». En esa misma introducción, Álvarez de Cánovas dedicaba palabras especiales a los niños hispanoamericanos: «... ha de agradaros saber que, nuestra común y querida Madre Patria, sigue siendo eternamente joven a juzgar por estos hijos de selección que da al mundo, siempre con el Ideal altísimo de ser CABALLEROS CRISTIANOS, siempre con tendencia al misticismo, siempre con inquietud de eternidad.» (p. 10).



 

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Doña Lolita le proporciona trabajo como botones en el Hotel Palace, donde se gana la estimación de los clientes del hotel por su diligencia y buena disposición para el trabajo. En esas relaciones la autora concede un curioso papel a una señorita francesa, cliente de ese hotel. Son tantos los encargos que debe atender el muchacho que le compran una bicicleta «para que pudiera dar abasto».



 

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La autora incluía en esta obra una loa al decreto del entonces «Caudillo» creando la ONCE (Organización Nacional de Ciegos), como instrumento para terminar con la injusticia en la situación social de los ciegos.



 

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Pepín es un muchacho inteligente e instruido que, cuando falta un maestro en el pueblo, él mismo da clases nocturnas para suplir tal carencia. A la vista de las escasas posibilidades de ganarse la vida en su pueblo, los padres deciden enviarle a América. Trabaja en una tienda de «comestibles finos» de Montevideo, donde se gana la confianza del dueño, hasta hacerse una fortuna, gracias a su honradez y capacidad de trabajo, que le permite volver a su tierra natal.



 

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Profesora en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada.



 

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KARIN LESNIK-OBERSTEIN. Children's Literature: Criticism and the Fictional Child. Oxford: Clarendon Press, 1994, p. 39. La traducción de todas las citas del presente artículo es mía, a excepción de las correspondientes a Mujercitas, que han sido tomadas de la versión española de la editorial Molino, reeditada en 1995 por Plaza y Janés. La cita inicial del artículo pertenece a CERVERA, Juan. Teoría de la Literatura Infantil. Bilbao: Universidad de Deusto, 1992, p. 14.



 
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