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Resultado número:1
Texto
- Título:
-
Novela. I / Silverio Lanza; prólogo de Juan Manuel de Prada - Registro bibliográfico
- Autor:
-
Lanza, Silverio, 1856-1912
- Portal:
-
Publicaciones Fundación Banco Santander
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- Materia:
-
Novela española Siglo 19º
- Fragmentos
'juan luis mira' en la obra
: (51
coincidencias encontradas)
-
-
Bien me llamaba y me decía: «Oye, Mari Antonia, mira que no como si tú no lo haces».
-
-Tampoco es por eso -contestó Luis con viveza, y añadió después-: es que a las doce doy la clase en el
-
—104→
Luis
-
púsose enseguida a mirar sus manos, que descansaban sobre la falda, hubo suficiente tiempo para que Luis
-
Y como el talento y el buen trato de Luis no le dejaban caer en la necedad de iniciar una escena muda
-
Mira, yo seré muy bueno.
-
Sujetó Luis con sus manos el hermoso rostro de Águeda, y, como oyese que llegaba Mari Antonia, se retiró
-
Y poco después se despidió Luis prometiendo volver al día siguiente.
-
—140→
Luis
-
Y Luis, comprendiendo lo ridículo de su situación, se decía: «En todos los grandes dramas hay un papel
-
-¡Es Juan García!
-Arriba está don Cristóbal.
-¡Si está de viaje!
-
Desde luego, ya sé que Marcela no está con Juan García y que Águeda estará ahí con algún amante, y ha
-
Calma, Luis; aquí estás de sobra.
-
-Mira qué pendientes le ha regalado a la chica su padrino.
-
-Mira que te da mucho calor en la cabeza.
-Pero si no lo separas no me podré levantar.
-
Luis nunca la había visto tan hermosa, y quedose inmóvil contemplando aquel busto lleno de seducción
-
-dijo Luis.
-Ya verá usted la cena, señorito.
-Una taza de caldo y un trocito de gallina.
-
Apoyose Luis en la cama de Águeda, y, mirando hacia el gabinete, preguntó:
-¿Qué querías antes?
-
Quedáronse en tanto desorden los dedos de la movida mano, que Luis creyó que se le quejaban por haberlos
-
Y cuando se puso a realizar su intento y acercaba su boca a la manita, sucedió que el bigote de Luis
-
-contestó Luis en voz baja.
-No ha venido mi moreno.
-¿Quién?
-
-Mira que hemos prometido decirnos siempre la verdad.
-La verdad digo.
-
Y no se lo dijo, porque Luis acercó su boca a la orejita, y adelantó tanto los labios que éstos llegaron
-
-Luis, estate quieto. Mira que dos medias generaciones nos contemplan.
-
-Porque estamos en la cumbre del monte, pero mira allá abajo y verás brillar las luces de Granburgo.
-
Desengáñate, Luis, la humanidad se mira en un espejo cóncavo, se ve aumentada e invertida, y, por consiguiente
-
Querido Luis mío de mi alma: Empiezo a escribirte temblando muchísimo, y si ahora entrases me moría del
-
Tú sabes, Luis mío, lo mucho que te quiero; pero no presumes que es muchísimo, como ninguna mujer ha
-
Mira si seré tonta, que ya estoy llorando.
-
Transcurrió sin novedad la mañana del día siguiente, y cuando, después de almorzar, llegó Luis al Liceo
-
-Mira quién viene.
-Está visto que sólo acuden los fúnebres.
-
-Entonces el domingo es San Juan.
-¿No lo sabías?
-No me acordaba.
-
Fue Luis viendo claro, y comprendió que quizá le convendría tomar la acción vacante, porque así podría
-
Los oficiales sesudos pasaremos de merienda el día de San Juan, mientras los jóvenes hacen locuras.
-
A solas en su despacho, empezó Luis sus preparativos, que parecían anuncio de largo viaje.
-
Juan García la besaba las manos.
-
Los acomodadores abrían la puerta, y Luis entraba precipitadamente.
-¡Infames!
-¡Socorro!
-
El marido llevaba su esposa al hotel de la marquesa, y Luis vestía de luto después del suceso, y...
-
Y se presentó Águeda en la puerta de la sala, mirando a Luis con sencillez tan encantadora que no supo
-
Adelantose Águeda, más por huir de su madre, que así la molestaba, que por acercarse a Luis; pero ello
-
-Es muy joven -contestó Luis.
-No tanto, ya tiene veinte años.
-
-Lo que me parece mentira -interrumpió Luis- es que hayan pasado los años con tanta rapidez.
-
-añadió Mari Antonia-, y cuando me casé; como que la señora me dijo: «Mira que si lleváis el niño a la
-
-dijo Luis, aplaudiendo.
-Muchas gracias; hoy estoy de suerte.
-
-Y yo no lo olvidaré nunca, y a esta se lo tengo dicho: «Mira que al señorito se lo debemos todo.
-
Mira que a la señora le debes el haber nacido, y el haberte criado como te has criado, y mira...»
-
Fuese Luis tras ella y le preguntó:
-¿Es que lloras?
-
vibraba con su timbre habitual, y cuando ella y él entraron en el cuarto destinado a comedor, cogiola Luis
-
Llegó el domingo, y, cuando Luis salió de su casa, dijo a Bautista:
-Quizá no venga a almorzar ni
-
-Mira que se marcha.
-¿De veras?
-
Asomó Águeda su cabeza por la puerta de la alcoba, y dijo con inquietud:
-¡Luis!
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- Lanza, Silverio, 1856-1912 1 [Eliminar filtro]
- 1999 1 [Eliminar filtro]
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- Título:
- Novela. I / Silverio Lanza; prólogo de Juan Manuel de Prada - Registro bibliográfico
- Autor:
- Lanza, Silverio, 1856-1912
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- Materia:
- Novela española Siglo 19º
- Fragmentos 'juan luis mira' en la obra : (51 coincidencias encontradas)
-
- Bien me llamaba y me decía: «Oye, Mari Antonia, mira que no como si tú no lo haces».
- -Tampoco es por eso -contestó Luis con viveza, y añadió después-: es que a las doce doy la clase en el
- —104→ Luis
- púsose enseguida a mirar sus manos, que descansaban sobre la falda, hubo suficiente tiempo para que Luis
- Y como el talento y el buen trato de Luis no le dejaban caer en la necedad de iniciar una escena muda
- Mira, yo seré muy bueno.
- Sujetó Luis con sus manos el hermoso rostro de Águeda, y, como oyese que llegaba Mari Antonia, se retiró
- Y poco después se despidió Luis prometiendo volver al día siguiente.
- —140→ Luis
- Y Luis, comprendiendo lo ridículo de su situación, se decía: «En todos los grandes dramas hay un papel
- -¡Es Juan García! -Arriba está don Cristóbal. -¡Si está de viaje!
- Desde luego, ya sé que Marcela no está con Juan García y que Águeda estará ahí con algún amante, y ha
- Calma, Luis; aquí estás de sobra.
- -Mira qué pendientes le ha regalado a la chica su padrino.
- -Mira que te da mucho calor en la cabeza. -Pero si no lo separas no me podré levantar.
- Luis nunca la había visto tan hermosa, y quedose inmóvil contemplando aquel busto lleno de seducción
- -dijo Luis. -Ya verá usted la cena, señorito. -Una taza de caldo y un trocito de gallina.
- Apoyose Luis en la cama de Águeda, y, mirando hacia el gabinete, preguntó: -¿Qué querías antes?
- Quedáronse en tanto desorden los dedos de la movida mano, que Luis creyó que se le quejaban por haberlos
- Y cuando se puso a realizar su intento y acercaba su boca a la manita, sucedió que el bigote de Luis
- -contestó Luis en voz baja. -No ha venido mi moreno. -¿Quién?
- -Mira que hemos prometido decirnos siempre la verdad. -La verdad digo.
- Y no se lo dijo, porque Luis acercó su boca a la orejita, y adelantó tanto los labios que éstos llegaron
- -Luis, estate quieto. Mira que dos medias generaciones nos contemplan.
- -Porque estamos en la cumbre del monte, pero mira allá abajo y verás brillar las luces de Granburgo.
- Desengáñate, Luis, la humanidad se mira en un espejo cóncavo, se ve aumentada e invertida, y, por consiguiente
- Querido Luis mío de mi alma: Empiezo a escribirte temblando muchísimo, y si ahora entrases me moría del
- Tú sabes, Luis mío, lo mucho que te quiero; pero no presumes que es muchísimo, como ninguna mujer ha
- Mira si seré tonta, que ya estoy llorando.
- Transcurrió sin novedad la mañana del día siguiente, y cuando, después de almorzar, llegó Luis al Liceo
- -Mira quién viene. -Está visto que sólo acuden los fúnebres.
- -Entonces el domingo es San Juan. -¿No lo sabías? -No me acordaba.
- Fue Luis viendo claro, y comprendió que quizá le convendría tomar la acción vacante, porque así podría
- Los oficiales sesudos pasaremos de merienda el día de San Juan, mientras los jóvenes hacen locuras.
- A solas en su despacho, empezó Luis sus preparativos, que parecían anuncio de largo viaje.
- Juan García la besaba las manos.
- Los acomodadores abrían la puerta, y Luis entraba precipitadamente. -¡Infames! -¡Socorro!
- El marido llevaba su esposa al hotel de la marquesa, y Luis vestía de luto después del suceso, y...
- Y se presentó Águeda en la puerta de la sala, mirando a Luis con sencillez tan encantadora que no supo
- Adelantose Águeda, más por huir de su madre, que así la molestaba, que por acercarse a Luis; pero ello
- -Es muy joven -contestó Luis. -No tanto, ya tiene veinte años.
- -Lo que me parece mentira -interrumpió Luis- es que hayan pasado los años con tanta rapidez.
- -añadió Mari Antonia-, y cuando me casé; como que la señora me dijo: «Mira que si lleváis el niño a la
- -dijo Luis, aplaudiendo. -Muchas gracias; hoy estoy de suerte.
- -Y yo no lo olvidaré nunca, y a esta se lo tengo dicho: «Mira que al señorito se lo debemos todo.
- Mira que a la señora le debes el haber nacido, y el haberte criado como te has criado, y mira...»
- Fuese Luis tras ella y le preguntó: -¿Es que lloras?
- vibraba con su timbre habitual, y cuando ella y él entraron en el cuarto destinado a comedor, cogiola Luis
- Llegó el domingo, y, cuando Luis salió de su casa, dijo a Bautista: -Quizá no venga a almorzar ni
- -Mira que se marcha. -¿De veras?
- Asomó Águeda su cabeza por la puerta de la alcoba, y dijo con inquietud: -¡Luis!
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