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21

Ironizar, afirma Catherine Kerbrat-Orecchioni, «es siempre en cierto modo descualificar, burlarse, poner en ridículo algo o a alguien», y fundamentalmente consiste en marcar una «distancia» del enunciador respecto a su enunciado (citado en Lozano, Peña y Abril, 1989: 160).

 

22

Roland Barthes, en El susurro del lenguaje, clasifica los discursos según su relación con el Poder: «En las sociedades actuales, la más sencilla de las divisiones de los lenguajes se basa en su relación con el Poder. Hay lenguajes que se enuncian, se desenvuelven, se dibujan a la luz (o la sombra) del Poder, de sus múltiples aparatos estatales, institucionales, ideológicos; yo los llamaría lenguajes o discursos encráticos. Frente a ellos, hay lenguajes que se elaboran, se buscan, se arman, fuera del Poder y/o contra él; éstos los llamaré lenguajes o discursos acráticos» (Barthes, 1987: 136).

 

23

Conferencia «Literatura y libertad».

 

24

Boulez, 1984: 143.

 

25

Julio López en La música de la posmodernidad (Barcelona, Anthropos, 1988) sigue a Manuel Valls (La música en el abrazo de Eros, Barcelona, Tusquets, 1982) e incorpora la «dimensión musical» a la condición humana y afirma: «La dimensión musical me hace "alguien" y me descubre, me pone en evidencia» (p. 101).