Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —fol. 234r→  

ArribaActo III

FULGENCIA

 Entre. 

Desesperados pasos,
¿dónde lleváis tan lejos de la muerte,
después de varios casos,
mi triste vida? Pues mi triste suerte,
si no la pone en medio,5
no puede hallar a tanto mal remedio.
Y tú, causa de todo,
Lupercio mío, ¿dónde vas huyendo
sin advertir el modo
con que te van mis lágrimas siguiendo,10
que ya mis pies se quedan
atrás pues no podrán cuando más puedan?
Cual la tigre parida
a quien el cazador los hijos leva,
y en los hijos la vida,15
salgo furiosa de la oculta cueva
y voy al agua adonde
entre la tierra y mar me los asconde.
Días ha que camino
por este monte en busca tuya, ingrato,20
—fol. 234v→
con tanto desatino,
que de ninguna fiera me recato,
que no puede haber fiera
que iguale tu crueldad y tu carrera.
¿Dónde llevas, tirano,25
esos pedazos de mi sangre y vida,
si ya tu propia mano
no ha sido de las suyas patricida,
y en parte los desmiembra,
y cual Medea por la tierra siembra?30
¡Oh, qué dura venganza!
¡Oh, qué fiereza de hombre nunca vista!
Y más que la esperanza,
por más que a mis temores se resista,
conoce que no puedo35
cobrar el bien de que desierta quedo.
Pues ¿qué tarda la muerte
que no acaba una vida tan errada,
pues no hay cosa que acierte,
ni alguna en que no viva lastimada?40
Y ¿en qué tendrá esperanza
quien desea su mal, y aun mal no alcanza?
¿Posible es que no pueda,
ya que el dolor no pueda, el miedo grave
desta áspera arboleda45
tanto en mis fuerzas, que mi vida acabe?
¿Quién dice que es flaqueza,
ni fue, nuestra común naturaleza?
¡Ay Dios, qué gran rüido!
Si fuese alguna fiera rigurosa50
como la que el vestido
de Tisbe hizo pedazos animosa,
que no haya miedo que entre
en otra cueva que su mismo vientre.
 

(Entren BELARDO, SIRENO, FELICIO, viejo.)

 
BELARDO
¡Pardiez, que se ha de comprar55
el sayuelo y la basquiña,
aunque se venda la viña,
o que no me he de casar!
FELICIO
No digo que no, muchacho,
son que sea conforme al dote.60
BELARDO
¡Oh pesar de mi capote!
—fol. 235r→
¿Ya decís que estoy borracho?
¡Voto al sol y a treinta soles
que han de ser los más polidos!
FELICIO
¿Ha de irse todo en vestidos?65
¿Somos por dicha españoles?
SIRENO
Callad, Felicio, en buen hora;
dejad que su esposa vista.
BELARDO
Que la vista y la revista,
que ya yo sé que la adora,70
y también sé que merece
la mochacha cualquier cosa,
que, a la fee, es limpia y hermosa.
SIRENO
Pues si es eso, ¿qué os parece?
¿No es justo, pese a mi sayo,75
que se lo compre de seda?
FELICIO
Ved lo que el demuño ordena.
BELARDO
Vended mi buey.
FELICIO
¿Cuál?
BELARDO
El bayo.
FELICIO
¿Hay tal locura? ¡El bayuelo!
¿Tal alhaja has de vender80
para dar a una mujer
una basquiña y sayuelo?
BELARDO
Pues bien, ¿es el buey persona?
¡La comparación es linda!
¿No me sirve más Locinda85
que cuece, guisa y jabona?
SIRENO
Y más si es porque te ama,
y tú la tienes amor.
BELARDO
¡Sí, que un buey será mejor
para acostalle en la cama!90
Padre, caminad, que hoy quiero
comprar sayuelo y faldilla,
el mejor que halle en la villa.
FELICIO
Tú gastas bien tu dinero.
BELARDO
En vuestro tiempo era bien95
vestir las novias de paño.
Sabed, padre, que este año
se muda el paño también
FELICIO
Pues bien haces si le mudas,
que, al tiempo que yo gozaba,100
la virtud vestida andaba
y las personas desnudas.
Ahora, por la inquietud
con que se alteran las vidas,
van las personas vestidas105
y desnuda la virtud.
SIRENO
Dejaos de filosofías.
BELARDO
Padre, padre, yo no os quiero
aquí para consejero.
FELICIO
No llegarás a mis días.110
BELARDO
¿Pensáis que son muchos daños?
¡Plega a las desdichas mías
que no llegue a vuestros días
y pase de vuestros años!
SIRENO
¡Hola!, ¿quién va por aquí?115
FELICIO
¡Ay Dios!, ¿y qué puede ser?
FULGENCIA
Soy una triste mujer
que por serlo me perdí.
BELARDO
¡Válame Dios! ¿De qué suerte?
FULGENCIA
Un hombre que me sacó120
de mi casa me dejó
aquí en manos de la muerte.
Robome y en la espesura
desta montaña quedé,
donde hasta ahora no hallé125
ni el lugar ni la ventura.
¿Cómo se llama esta aldea?
SIRENO
La que veis es San Germán,
y por esta senda van
a Olavia y a Claridea.130
BELARDO
Padre, ¿veis este vestido?
FELICIO
Pues bien.
BELARDO
Pues así ha de ser.
FELICIO
¿Quiéreste echar a perder?
BELARDO
No, padre, ya estoy perdido.
¿Sabreisme acaso decir,135
dueña, que Dios os mantenga
mientras vueso amante venga,
y en después hasta morir,
qué os costo la ropa y saya?
FULGENCIA
¿Para qué queréis sabello?140
  —fol. 235v→  
BELARDO
No me va tan poco en ello,
cuando sabido lo haya,
porque sabed que me caso,
si no lo habéis por enojo,
y me ha venido en antojo145
vestir la novia de raso.
Este buen viejo es mi padre,
gran hombre de mi desprecio,
pero sabed que es un necio
desde el vientre de su madre.150
Diz que de paño no exceda,
que la seda viste el Rey,
y yo, con vender un buey,
hago una reina de seda.
Querría saber de vós155
a qué os llega saya y ropa.
FULGENCIA
Mis desdichas van en popa.
¿Que te casas?
BELARDO
Sí, par Dios.
FULGENCIA
¿Sabes qué es el casamiento?
BELARDO
Un buen día, cena y baile,160
y aun sé que cïerto fraile
dijo que era sacramento.
Pero lo que fuere sea;
cuando el hombre tiene amor
nunca escoge lo mejor,165
que no hay ojos con que vea;
ya les rogaba yo allá
que me la diesen a cata.
FULGENCIA
Ropa tendrás más barata
y, en fin, la tienes acá.170
BELARDO
¿Cómo?
FULGENCIA
Truécame el vestido
por alguno de sayal.
BELARDO
¡Par Dios, que sois liberal!
FULGENCIA
Bien se ve en lo que he perdido.
BELARDO
Veníos conmigo quedito,175
que os daré ropa y dinero,
que es este viejo un parlero.
FULGENCIA
Vamos, hoy mi dicha imito.
Ya no hay temor que me rinda;
segura podré pasar.180
BELARDO
¡Pardiobre que ha de quedar
hecha una reina Locinda!
 

(Vanse los dos.)

 
FELICIO
¿Fuese aquel, Sireno?
SIRENO
Sí,
y se llevó la mujer.
FELICIO
¡Verá el diabro!
SIRENO
Es Locifer.
185
FELICIO
Así, cuando mozo, fui.
Pero temo su salud,
que, aunque es la dama polida,
así sola y bien vestida
arguye poca virtud.190
 

(GERARDO, padre de LUPERCIO, y SABINO.)

 
GERARDO
¿Qué me cüentas, Sabino?
SABINO
Lo que oyes.
GERARDO
¿Hay tan estraño caso?
SABINO
Yo te juro
que le han llorado bien aquestos ojos.
FELICIO
Gerardo es este, el dueño de la hacienda.
Retírate, Sireno, entre estos árboles;195
no nos llame baldíos, como suele.
SIRENO
Vamos, que trae pesadumbre y creo
que este paje chismoso le ha traído
algunas travesuras de Lupercio43.
GERARDO
¿No me dirás la causa que fue origen200
de aquesta desventura?
SABINO
Tu dureza.
  —fol. 236r→  
GERARDO
No te piden, Sabino, mis desdichas
que las resuelvas tanto.
SABINO
Pues advierte...
GERARDO
Prosigue las obsequias de mi muerte.
SABINO
Después que de aquesta aldea205
pasó Lupercio a la corte,
trocando en galas de hidalgo
las abarcas y el capote,
sacó el talle de la funda44
más gallardo45, airoso y noble210
que jamás tuvo mancebo
de cuantos tiene el Piamonte.
Pusieron en ellos ojos
muchas damas, pero viose
que el amor es acidente215
y que es gusto el que se escoja.
De todas46 amó a Fulgencia,
que era a su gusto conforme,
que parece, a ser posible,
que las almas se conocen,220
mujer hermosa en estremo
y bien nacida, aunque pobre,
secreta en sus libertades
y astuta en sus condiciones.
Desde el día que Lupercio225
comenzó a decille amores,
nació Lucrecia otra vez,
otra Porcia y Penelope47.
Comenzaron a quererse,
creciendo amor desde entonces,230
tanto que en otras es niño
y gigante en sus pasiones.
Diez vueltas dio vuelta Febo,
o discurrieron diez soles
del Aries al Pez, y fueron235
las lunas diez veces doce,
mientras preso amor le tiene,
que dicen que cuando coge
abre una puerta de cera
y cierra cuatro de bronce.240
Nacieron de aqueste trato
dos niños como unas flores:
llámanse Esteban y Enrique,
permita Dios que se logren.
Lupercio, viendo a los ojos245
sus hijos y obligaciones,
ellos dos, y dos mil ellas,
quiere que la deuda cobren.
Casose con gran secreto,
y cree que corresponde250
esto a ser noble y cristiano
y lo contrario se opone.
GERARDO
¿Que se casó?
SABINO
No lo dudes.
GERARDO
Dime lo demás.
SABINO
Casose
y vivía más contento,255
libre de tantos temores.
Pero como a las espaldas
del bien siempre el mal se esconde
y el oro de la fortuna
se gasta y descubre el cobre,260
comenzó un infame amigo
a traellos desconformes,
de manera que a Lupercio
le dijo dos mil traiciones.
La última fue de suerte265
que el triste, una triste noche,
tomó sus hijos y fuese
por lo oculto deste monte.
Siguiole la triste dama,
mas no es posible que cobre270
sus hijos ni su esperanza,
ni ellos vuelvan, ni ella torne.
Yo, que los iba siguiendo,
perdilos junto a la torre
que esta montaña atalaya,275
dando suspiros y voces,
donde creo que ella ha muerto
por la maldad de aquel hombre
—fol. 236v→
y que Lupercio y sus hijos...
¿Lloras?
GERARDO
¿No quieres que llore?
280
Parte, Sabino, otra vez,
llama mi gente y pastores,
lleva toda aquesta aldea
si no quieres que me arroje
desta peña en este río285
que de mis lágrimas corre;
ten lástima que estas canas
el suelo de yerba adornen.
¡Ay mis hijos!
SABINO
Quiera el cielo
que los halle y tú los goces.290
 

(Vase SABINO.)

 
GERARDO
¡Cuán mal lo que dél está
quieren impedir los hombres!
Como la fortuna es vidrio,
cuando más luce se rompe.
¡Ay, Lupercio! ¡Ay, hijo mío!295
Pues te llamo y no respondes,
no48 habrá bien que no me falte,
ni habrá mal que no me sobre.
 

(FULGENCIA entra en traje de serrana.)

 
FULGENCIA
Si a la desdicha valiera,
como la que yo he tenido,300
mudar el traje y vestido
para que no conociera,
cuán libre della quedara
de la manera que voy,
pues apenas de quien soy305
sola una parte declara.
Troqué el vestido... ¡Ay de mí!,
que hablaba sin ver que había
quien escuchar me podía.
¡Jesús! ¿Cortesano aquí?310
Pero este debe de ser
el señor de aquesta hacienda;
aún no sé si hablarle emprenda.
GERARDO
¿Quién sois, hija?
FULGENCIA
Una mujer.
GERARDO
¿Qué buscáis?
FULGENCIA
Dueño, señor,
315
que he perdido el que tenía,
quizá porque le servía
con tal cuidado y amor.
Si vivís en esta aldea,
servíos de mi persona,320
que mi desdicha me abona
para que fiadora sea,
que, si me desamparáis,
según mi tristeza es fuerte,
luego me daré la muerte.325
GERARDO
¡Ay hija! ¿Tan triste estáis?
FULGENCIA
No tengo igual en el mundo.
GERARDO
Por triste quiero acogeros,
por consolarme de veros
triste en mi dolor profundo.330
FULGENCIA
Luego ¿triste estáis?
GERARDO
Estoy
perdiendo a gran priesa el seso
del daño de un mal suceso.
FULGENCIA
Sin duda a mi centro voy.
¿Qué daño os ha sucedido?335
GERARDO
He perdido un hijo honrado
por no haberle yo estimado
o no haberle merecido;
y porque Dios me depare
lo que perdí, estoy contento340
de daros acogimiento.
FULGENCIA
Él os le traiga y ampare.
¿Es muy pequeño?
GERARDO
Es ya hombre.
FULGENCIA
¿Cómo se pudo perder?
GERARDO
Por una mala mujer345
que tiemblo en decir su nombre.
FULGENCIA
¿Era en aqueste lugar?
GERARDO
No, hija, en la villa fue,
adonde yo le embarqué
para perderle en la mar,350
que si aquí en aquesta sierra
adonde yo le he crïado
le hubiera siempre guardado,
menos peligros encierra.
FULGENCIA
¿Cómo, señor, se llamaba?355
  —fol. 237r→  
GERARDO
Lupercio.
FULGENCIA
¡Válame Dios!
GERARDO
Hija, ¿conoceisle vós?
FULGENCIA
Sí, señor, con él estaba.
GERARDO
¿Cómo?
FULGENCIA
Servile diez años
allí, en casa de Fulgencia,360
y eso lloro en mi conciencia.
¡Ay, ay!
GERARDO
¡Sucesos estraños!
¿Que le servistes?
FULGENCIA
¿Pues no?
GERARDO
Diz que se casó con ella.
FULGENCIA
¿Merecíaselo ella?365
GERARDO
¡Ay hija, que le engañó!
Pasan de seis mil ducados
los que de renta tenía.
Pero, contadme, hija mía,
sucesos tan desdichados49.370
FULGENCIA
De aquí a casa, señor mío,
os diré cuanto ha pasado.
GERARDO
Basta, que al cielo han llegado
los suspiros que le envío.
Sin este consuelo os llevo375
por prenda suya también.
FULGENCIA
¿Que este es padre de mi bien?
¡Oh cielo, cuánto te debo!
 

(Váyanse.)

 
 

(Entre LUPERCIO.)

 
LUPERCIO
Ásperos montes de tinieblas llenos
por resistir al sol con vuestras ramas50,380
cuevas de lobos y leones, camas
de sierpes, basiliscos y venenos;
cielo que con relámpagos y truenos
su intrincada maleza desenramas,
y por entre estos robles y retamas385
quieres herir los infernales senos;
aguas que, despeñadas51 de la suerte
que el llanto mío, vais por campos rasos,
que no hay estío que su yerba queme;
si no es éste camino de la muerte,390
decidme dónde van tan tristes pasos,
que quien desea morir, la vida teme.
 

(BELARDO entre con el vestido de FULGENCIA.)

 
BELARDO
¿Hase vido igual ventura?
¿Que así me diese un vestido
tan costoso y tan polido?395
Todo este mundo es locura:
Lucinda, que sayal viste,
de aquesta seda se agrada,
y estotra, a seda enseñada,
quiere sayal pardo y triste.400
Esto ya es cosa entendida
y averiguado argumento,
y es que nadie está contento52
del estado de su vida.
¡Oh cuál se le ha de poner405
Lucinda, aunque al viejo asombre!
LUPERCIO
Quiero pedir a este hombre
si trae algo de comer.
Buen hombre...
BELARDO
¡Válgame el cielo!
—fol. 237v→
¿Quién sois?
LUPERCIO
Soy un peregrino.
410
No temáis, no hayáis recelo.
BELARDO
¿Qué? Yo no tengo temor.

 ([Aparte.] 

¿Si habrá por adónde huya?)
Dígame, por vida suya,
¿es ladrón o salteador?415
LUPERCIO
¿A ver aqueste vestido?
BELARDO

 [Aparte.] 

Él me le quiere quitar.
LUPERCIO
¡Ay triste!
BELARDO
No hay qué mirar,
que en verdad que está polido
y que, para no mentir,420
para una novia se ha hecho,
mas viénele un poco estrecho
y llévole a hacer abrir.
LUPERCIO
¿Quién te dio, villano infame,
este vestido?
BELARDO
¡Ay señor!
425
¡Piedad!
LUPERCIO
¿Qué piedad, traidor,
sin que tu sangre derrame?
¿Qué se ha hecho la mujer
a quien desnudaste?
BELARDO
¡Ay triste!
LUPERCIO
Di presto lo que la hiciste.430
FELICIO
Debímela de comer.
LUPERCIO
Di presto, o aquesta espada
te hará otra lengua en el pecho.
BELARDO
Ni la desnudé ni he hecho
cosa en que fuese agraviada.435
LUPERCIO
Pues ¿cómo hubiste el vestido?
BELARDO
Señor, un novillo overo,
celoso insufrible y fiero
y de mi ganado hüido,
la mató en esta sendeja440
y dos pastores y yo,
luego al punto que espiró,
la llevamos a la igreja,
y a mí me cupo del hato
esto que veis.
LUPERCIO
¿Que un novillo
445
la ha muerto?
BELARDO
Entre este tomillo
la dio la vuelta del gato,
y aun en verdad que discierno
distintamente su mal,
que aquí ha destar la señal450
por donde la metió el cuerno.
LUPERCIO
Suelta, ¡maldígate Dios!,
villano, vil inorante,
o quítateme de delante,
porque haré, si me replicas,455
lo que Hércules cuando Licas
de Deyanira53, su esposa,
la camisa ponzoñosa
le trujo y le dio en presente.
BELARDO
Yo me iré tan brevemente,460
que su merced no lo vea.

 ([Aparte.] 

¿Que para tan poco sea
que así me deje engañar?
¿Que este se me ha de quedar
con mi vestido? ¿Hay tal cosa?465
¿Qué hará mi Lucinda hermosa?
Bañará en agua el jardín,
rosa, clavel y jazmín
de su rostro celestial.)
LUPERCIO
¿Hay pena y desdicha igual470
como la que miro y toco?
BELARDO

 [Aparte.] 

Basta, que este, haciendo el loco,
se queda con el vestido.54
LUPERCIO
Villano, ¿que no eres ido?
BELARDO
Esperad, que voy por gente.475
 

(Vase BELARDO.)

 
LUPERCIO
Trae diez, trae doce, trae veinte,
trae mil, trae el mundo todo,
porque ya yo estoy de modo
que no tengo qué temer.
¡Triste! ¿Qué habemos de hacer480
muerta aquella que solía
ser alma por quien vivía
este espíritu cansado?
Que aunque es verdad que afrentado
—fol. 238r→
di en venirme como loco,485
no la he querido tan poco
que, aunque me agravia, la olvide.
¡Oh cielos! Venganza pide
la muerte de mi Fulgencia;
por eso dadme paciencia490
o quitadme el sentimiento.
Toro feroz y sangriento,
que mueras corrido en coso,
¿cómo mataste celoso
a quien yo no di la muerte,495
siendo mi celo más fuerte
y el dueño de aquella ofensa?
¡Plega a Dios que en recompensa
de tu contrario vencido
bramando vayas hüido500
entre esta ciega espesura!
¡Plega a Dios que la figura
en que eres signo del cielo
caiga de su esfera al suelo
y mil pedazos se haga!505
¿Qué habrá que me satisfaga?
¡Cielos! Fulgencia perdida,
¿para qué quiero la vida?
¿Hay alguno que la quiera?
¿No hay un áspid, una fiera?510
Mas ¿por qué me desespero
o me agravio? Pues ¿qué quiero?,
¿qué pretendo?, ¿qué me mata?
¿No fue a mis obras ingrata?
Pues ¿qué su muerte lamento?515
Mas, ¡ay!, que sin fundamento
di crédito a un falso amigo
y, sin parte y sin testigo,
quise pronunciar sentencia
contra la humilde Fulgencia,520
porque no pudo agraviarme
la que por solo buscarme
perdió la vida y la fama.
Parece que aquesta rama55
con sus brazos me convida525
a que me quite la vida
arrojando un lazo en ella.
Perdí mi Fulgencia bella,
perdí juntamente el alma,
pero ¿qué vitoria y palma530
saco deste mal consejo
si mis tristes hijos dejo
en esta cueva56 escondidos,
adonde serán comidos
de algún oso o tigre fiero535
o, si aquí me desespero,
la hambre podrá matallos?
Mejor será sustentallos
de aquestas silvestres frutas
y del agua destas grutas540
áspera, fría y salobre,
pasando esta vida pobre
en penitencia que abone
el haber muerto a Fulgencia,
si puede haber penitencia545
que mi delito perdone.
 

(Entren BELARDO, FELICIO, SIRENO, ORFINDO, PINARDO.)

 
BELARDO
Digo que me le quitó,
y que con él se me va.
SIRENO
¿No sabremos dónde está?
BELARDO
Entre estas ramas quedó.550
ORFINDO
Estos espesos castaños
un ejército cubrieran.
LUPERCIO
Estos villanos se alteran
para aumento de mis daños.
Quiero del monte salir555
con mis hijos al aldea,
que ellos son causa que sea
hoy mi enemigo el morir,
que si hijos no tuviera,
que son del alma pedazos,560
—fol. 238v→
o los matara en mis brazos,
o entre sus brazos muriera.
 

(Váyase LUPERCIO.)

 
PINARDO
Pardiez, Orfindo, si él era
salteador, no andaba a solas.
Ya que bandera enarbolas,565
forme escuadrón tu bandera:
no quede mozo ninguno
en San Germán que no venga.
FELICIO
Como desto aviso tenga
no creo que falte alguno.570
Vendrá Peloro, Salicio,
Nemeroso, Alfesibeo,
Felinardo, Rosileo,
Pánfilo, Ergasto y Claricio,
que cada cual por el cuerno575
derriba al suelo un novillo.
BELARDO
Pardiez que me maravillo
de vuestro engaño y gobierno.
Cuando este salteador
tenga tres hombres, es todo.580
ORFINDO
Pues andemos de ese modo
todo el monte alrededor
hasta que con él topemos.
BELARDO57
Orfindo ha dicho muy bien.
¿Viene Pinardo?
PINARDO
También.
585
Seguidme todos.
ORFINDO
Sí haremos.
 

(Vanse.)

 
 

(Entre LUPERCIO con sus hijos.)

 
LUPERCIO
Reliquias de aquel ángel que ya pisa
con su dorada planta las estrellas,
mirando aqueste llanto con su risa
y los suspiros con que llego a ellas,590
no os espantéis si os traigo tan aprisa
cubriendo de agua vuestras frentes bellas,
que no guarda mi vida mas la vuestra
en fortuna tan áspera y siniestra.
Hijos, estas pequeñas caserías595
fueron de vuestro padre el nacimiento;
aquí gocé de mis primeros días
libre del mal que en los presentes siento;
todas aquestas huertas eran mías,
y cuanto por aquí refresca el viento,600
pues hoja sin ser mía no se mueve,
ni oveja arroyo destos prados bebe.
Mi padre quiso que a la corte fuese
al apuntar de mi primero bozo,
y el cielo quiso que a Fulgencia viese,605
la madre vuestra y de mi honor destrozo,
y el amor quiso que a un traidor creyese,
—fol. 239r→
libre y precipitado como mozo,
para perder, por tan ligera cosa,
vosotros vuestra madre y yo mi esposa.610
Llamemos pues, a ver si algún crïado
de los que cuando está mi padre ausente
guardan su casa nos da58 un pan prestado
de limosna en la ocasión presente;
cual pródigo a sus puertas he llegado,615
pero guardo ganado diferente59,
que sois vosotros mis corderos tiernos
quejosos de mis ásperos gobiernos.
¡Ha de casa! ¡Ha, gente honrada!
¡Crïados de buen señor!620
FULGENCIA

 (Adentro.) 

¿Quién está ahí?
LUPERCIO
¡Qué furor!
Puerta rica al fin, cerrada.
¡Ah señora! ¿Habrá por dicha
para dos niños y un padre,
si acaso haber sido madre625
os mueve a ver su desdicha,
algún pedazo de pan?
FULGENCIA
¿Hijos decís?
LUPERCIO
Hijos digo
de madre muerta.
FULGENCIA
¡Ay amigo!
¿Son los que con vós están?630
LUPERCIO
Estos, mi señora, son.
 

(Salga FULGENCIA con un panecillo.)

 
FULGENCIA
¡Cielos!, ¿qué es esto que veo?
LUPERCIO
¡Ay Dios!, ¿si es de mi deseo
esta sombra o ilusión?
¿Esta no es Fulgencia? ¡Cielos!635
¿Cómo en casa de mi padre?
FULGENCIA
¡Hijos de mi alma!
LOS NIÑOS
Madre.
FULGENCIA
¡Suelta, traidor!
LUPERCIO
Soltarelos;
y cree60 que me ha pesado
que sea tu vida cierta;640
aunque creyéndote muerta
mil lágrimas he llorado,
muerta tú, pensó mi honra
estar soberbia y altiva,
pero aquí, viéndote viva,645
vuelve a vivir mi deshonra.
Y pues con haberte visto
vuelvo a ver mi deshonor,
vanamente con mi amor
a tus maldades resisto.650
¿Tú con mi padre? ¿Tú aquí?
¿Tú viva? ¿Tú labradora?
¿Tú en mi casa? ¿Tú señora?
¿Tú darme limosna a mí?
¿Qué puede querer tu pecho655
que agora a tu gusto cuadre,
sino deshonrar al padre
como al hijo, infame, has hecho?
Algún Sinón de su casa
a ella trujo esta joya,660
como el caballo de Troya,
que ya la enciende y abrasa.
Pues tus hijos bien ha sido
dártelos, para que sean
los soldados que pelean665
y de tu vientre han salido.
Da ese pan a esas harpías,
—fol. 239v→
que bien será de dolor;
podrán pelear mejor,
que ha que no comen tres días;670
que yo me vuelvo y quisiera
haber hallado la muerte
primero que hablarte y verte.61
FULGENCIA
¡Mi bien!
LUPERCIO
Suelta.
FULGENCIA
Espera, espera.62
 

(Váyase LUPERCIO presto.)

 
¿Hay entre los fieros escitas63,675
caribes64 o lotofagos,
ni en los abarimos lagos
crueldades más inauditas?
¿Hay hombre que quiera más
ni que se parezca menos?680
Dime, cifra de venenos,
¿dónde huyes? ¿Dónde vas?
Pero vete donde quieras,
cazador acobardado,
pues mis hijos he cobrado685
como tigre en tus riberas.
Anda, aborrece a Fulgencia
si te ha cansado su trato,
que yo te prometo, ingrato,
que vuelvas a la querencia.690
Huye y déjame con ellos,
que ya sospecho que vas,
villano, volviendo atrás
la cabeza para vellos.
Anda pues, que si no sabes695
quién son en esta ocasión,
las llaves del alma son:
tú volverás por las llaves.
Hijos, pues os he cobrado,
buen Lupercio en vós me queda.700
 

(Entre GERARDO.)

 
GERARDO
¡Que un perdido hallar no pueda
quien guarda tanto ganado!
¡Ay larga desdicha mía!
Tebandra, ¿qué haces aquí?
FULGENCIA
A dar este pan salí705
a un pobre que lo pedía.
GERARDO
¿Quién son estos niños?
FULGENCIA
Son
sus hijos que aquí ha dejado
por no caminar cargado.
GERARDO
¡Qué Benjamín y Absalón!710
FULGENCIA
¿Son bonitos?
GERARDO
Como un oro.
FULGENCIA
¿A esta traza eran tus nietos?
GERARDO
Si ellos eran tan perfetos,
mayores pérdidas lloro.
¿A qué va el padre a la corte?715
FULGENCIA
A ver si un deudo que tiene
le socorre.
GERARDO
A tiempo viene,
que más que deudo le importe.
Avísame y le daré,
por estos niños no más,720
cincuenta escudos.
FULGENCIA
Harás
como quien eres, a fee,
que es hombre que ha sido rico
y, de un traidor confïado,
se va triste y desterrado;725
yo por él te lo suplico.
GERARDO
Mayores cosas, Tebandra65,
son las que me has de pedir.
FULGENCIA
Y yo os tengo de servir
de hoy más con más diligencia.730
GERARDO
Hija, si no pareciere
Lupercio, quiero casarme,
porque no venga a heredarme
alguno que mal me quiere.
Y si tengo de escoger,735
yo no he menester dinero;
mi gusto, Tebandra66, quiero,
y tú has de ser mi mujer.
FULGENCIA
Beso os, mi señor, las manos
por tan singular favor,740
pero fáltame valor
—fol. 240r→
y son pensamientos vanos.
GERARDO
Tebandra, para mis canas
esa virtud y gobierno
tienen valor casi eterno.745
FULGENCIA
Damas habrá cortesanas67
en quien hagáis elección.
GERARDO
Tebandra, elección he hecho,
que tu noble y casto pecho
me ha robado el corazón.750
Tú has de mandar esta hacienda;
tus hijos la heredarán.
FULGENCIA
No dice mal, que aquí están.
GERARDO
Tú serás mi amada prenda.
Voy agora ver si hay nueva755
de aquel perdido; tú en tanto
guarda este secreto cuanto,
Tebandra, a mi honor se deba,
que tú te verás señora
desta casa.
FULGENCIA
Dios te guarde.
760
 

(Váyase GERARDO.)

 
¿Hay más fortunas que aguarde?
Mas ¿de qué me quejo agora?
Que antes me ha venido bien
para hacer un nuevo engaño,
que me ha enseñado mi daño765
a hacer engaños también.
Yo quiero decir que sí
a este viejo en lo que intenta,
que ya se me representa
que engaño a Lupercio ansí;770
que como en torno de casa
por sus hijos ha de andar,
oirá a todos publicar
cómo su padre se casa,
y sabiendo que es conmigo,775
ha de entrar por estas puertas,
donde las del alma abiertas
acojan su dulce amigo.
Vamos para que lo emprenda,
hijos, y tened consuelo,780
que ya dice vuestro agüelo
que habéis de heredar su hacienda.
 

(Váyanse.)

 
 

(Entren SIRENO, FELICIO, PINARDO, con CELAURO herido, como que le ayudan, y BELARDO con la espada.)

 
FELICIO
Tened ánimo.
CELAURO
No puedo,
que es esta herida mortal,
y la causa de mi mal785
la que me da mayor miedo.
Tengo a Dios muy ofendido,
y así, para el mal que siento,
os tomo por instrumento.
BELARDO
Dad acá luego el vestido.790
CELAURO
¿Qué vestido?
BELARDO
El que hoy aquí,
ruin hombre68, me habéis tomado.
CELAURO
En este punto he llegado
de la ciudad.
SIRENO
¡Eso, sí!
¿Estáis cercano a la muerte795
y negáis lo que es verdad?
CELAURO
Tened, pastores, piedad
de mi mal áspero y fuerte.
Mirad que es grande rigor
acabarme de matar.800
BELARDO
Luego, ¿quereisme negar
que no sois el salteador?
CELAURO
¿Yo salteador?
BELARDO
El que agora
un vestido me ha robado.
CELAURO
Soy un caballero honrado805
que en la ciudad vive y mora,
que en busca de una mujer
voy por el mundo perdido.
BELARDO
Dad acá luego el vestido.
FELICIO
Que te engañas puede ser.810
Mira bien, hijo Belardo,
—fol. 240v→
si es él quien te lo tomó.
BELARDO
¡Voto al sol que me quitó
hasta el capotillo pardo!
CELAURO
Mira, hermano, que te engañas,815
que soy caballero noble.
BELARDO
¡Oh, que os cuelguen de ese roble
para que perdáis las mañas!
PINARDO
¿Tú no sabes bien que es él?
BELARDO
Como que vós sois Pinardo.820
PINARDO
Pues ¿qué aguardáis o qué aguardo?
Muestra, Sireno, el cordel.
FELICIO
No le ahorquéis, por vida mía,
sino atalde en esa rama.
BELARDO
Perro salteador de fama,825
hoy es de tu muerte el día.
Aquí atado quedarás,
donde fieras o hambre fiera
te han de acabar.
SIRENO
¿Si quisiera69
darte el vestido?
BELARDO
No hay más.
830
¡Voto a mi vida, Sireno,
que le ha de comer un lobo!
 

(Átenle a un árbol.)

 
PINARDO
Aquí pagaréis el robo,
salteador de engaños lleno.
FELICIO
Harto mejor os sería835
decir adónde tenéis
el vestido.
BELARDO
Aquí estaréis,
ladrón.
CELAURO
¡Ay desdicha mía!
SIRENO
Vámonos luego al aldea
y contémoslo a nueso amo.840
FELICIO
Camina, pues.
BELARDO
Ese ramo
quiero que su horca sea.
PINARDO
¡Pardiobre, con ella alinda!
SIRENO
Y aun poco castigo ha sido.
BELARDO
A él le mata el vestido845
y a mí el amor de Lucinda.
 

(Váyanse dejándole atado.)

 
CELAURO
Fábricas de la tierra, polvo, nada,
vano, mortal, caduco fundamento,
esperanzas de viento, que en el viento
paráis al fin, en fin de la jornada;850
máquina de soberbia levantada
en las [alas]70 del loco pensamiento,
razón dormida, ciego entendimiento,
señora voluntad desenfrenada71;
Ícaro corazón, Faetonte72 pecho855
que cara a cara el sol miró la suya,
hoy nuestro laberinto se ha deshecho.
¡Oh justo juez! ¿Quién mirará la tuya?
Ya de la muerte llega el paso estrecho.
Piedad, señor, que no hay adónde huya.860
 

(Entre LUPERCIO.)

 
LUPERCIO
¿Qué sirve huir de lo que voy siguiendo?
¿Por qué aborrezco lo que más adoro?
—fol. 241r→
¿Qué me finjo contento cuando lloro?
Y ¿por qué sano, si me estoy muriendo?
¿Por qué, si soy culpado, reprehendo73?865
Si pobre soy, ¿por qué desprecio el oro?
¿Busco mi honor y pierdo mi decoro?
Y si vencido estoy, ¿vencer pretendo?
¿Por qué de lo que busco más me alejo
y huyo de gozarlo si lo toco?870
Y si sé que es mi bien, ¿por qué me engaño?
Y si lo tengo ya, ¿por qué lo dejo?
Debe de ser porque el amor es loco
y, cansado del bien, procura el daño.
CELAURO
¡Ah, caballero!
LUPERCIO
¿Quién se queja?
CELAURO
Un hombre
875
casi en el mortal tránsito.
LUPERCIO
¡Oh, qué lástima!
¡Válame Dios!, ¿qué es esto?
CELAURO
¡Cielo santo!
¿Es Lupercio?
LUPERCIO
¿Es Celauro?
CELAURO
Soy el mismo.
LUPERCIO
Abrázame, querido hermano mío,
y dime la ocasión de tu desdicha.880
CELAURO
Desvíate de mí.
LUPERCIO
¿Por qué, Celauro?
¿Qué tienes tú para que yo me aparte?
Aguarda, amigo, y con aqueste lienzo
te limpiaré la sangre.
CELAURO
No la limpies,
si no quieres beberla, aunque es más justo885
que te vengue de mí con ir corriendo
desde mi boca hasta tus pies.

 (Desátale.) 

LUPERCIO
¿Qué dices?
¿He sido por ventura yo la causa
destas heridas por buscarme?
CELAURO
El cielo
quiere que tenga vida hasta que sepas890
cómo por causa tuya me castiga.
LUPERCIO
¿Por causa mía?
CELAURO
Escucha atentamente,
que quiere Dios que la verdad te74 cuente.
Sin saber que era tu esposa
la desdichada75 Fulgencia,895
en ella puse los ojos
y el corazón puse en ella.
Descubrile mis deseos,
pero su honrada vergüenza
me arrojó de sí más fácil900
que el arco arroja las flechas.
—fol. 241v→
Yo, con la de amor herido,
con celos quise vencerla
llevándote a hablar la dama
que fue mi hermana Leonela.905
Hice que te oyese y viese,
pero puse al fuego leña,
volviéndose contra mí
las mismas armas secretas.
Después fingí lo que sabes,910
Lupercio, de Otavio y de ella;
Otavio, que de mi hermana
goza y merece sus prendas,
porque en su vida la vio,
que de la carta las señas915
mi hermana me las contaba,
que fue quien durmió con ella.
Cuando vi que te seguía
por estos bosques y peñas,
vine tras ella pensando920
hacer a Fulgencia fuerza,
pero en lo bajo que cubren
retamas, brezos y adelfas
me toparon seis villanos,
dijera mejor seis fieras,925
y, pidiéndome un vestido,
con cayados y con piedras,
llamándome salteador,
me han puesto desta manera.
LUPERCIO
¡Ay de mí, triste Celauro!930
¿Qué es posible que tú seas
la causa desta desdicha
y la ocasión de las nuestras?
¿Qué tú me hiciste el engaño
que tanta pena me cuesta?935
CELAURO
Yo soy, Lupercio piadoso,
y así mi maldad te ruega
desnudes aquesa espada
y me atravieses con ella
para que, muerto a tus manos,940
tú mismo vengues76 tu ofensa.
LUPERCIO
Celauro, yo no soy hombre
de los que en muertos se vengan,
sino de los que perdonan
a quien su maldad confiesa.945
Tú has causado mi deshonra,
y yo tu muerte, aunque fuera
mejor escusar la causa.
CELAURO
¿Tú mi muerte? ¡Oh gloria inmensa!
¿Cómo, señor? ¿Cómo, amigo?950
Para que salga contenta
el alma que te ha ofendido
en ver que a tus manos muera.
LUPERCIO
Ese vestido, Celauro,
fue de la triste Fulgencia,955
que le llevaba a la villa
un villano de esa aldea.
Quitésele yo, pensando
consolarme con sus prendas,
y él ha juntado ese gente,960
hijos de este monte y sierra,
que, teniéndote por mí,
te han dado müerte.
CELAURO
Yo era,
Lupercio, el que merecía
la muerte que ya se acerca965
y, pues lo permite Dios,
llévame a donde merezca
decirle esta culpa y otras.
LUPERCIO
Ven, que mis hombros te llevan.
Dios sabe con qué piedad970
soy de tu desdicha Eneas
CELAURO
Eres noble, aún no conoces
la carga infame que llevas.
 

(Entren77 LEONELA78 y OTAVIO de camino, y GERARDO.)

 
GERARDO
De que honréis aquesta casa
estoy contento en estremo.975
OTAVIO
Antes enojarla temo
viendo lo que en ella pasa,
—fol. 242r→
que me han dicho que os casáis
y estará ocupada toda.
GERARDO
Antes la casa y la boda980
en esta ocasión honráis,
porque, según es secreta,
hacer padrinos querría
a los que en mi casería
está mi hacienda sujeta,985
que son dos viejos honrados;
pero, pues habéis venido,
seréis padrinos, que ha sido
ventura de mis cuidados.
Y pues solo vais a ver990
de vuestra hacienda el agravio
o el aumento, amigo Otavio,
con vuestra hermosa mujer
deteneos aquí dos días.
OTAVIO
¿Qué dices, Leonela?
LEONELA
Digo
995
que obedecer tal amigo
son honras vuestras y mías.
Apadrinemos su boda.
GERARDO
¡Hola! Sacadnos asientos.
 

(Entre FULGENCIA.)

 
FULGENCIA
¡Con qué estraños pensamientos1000
este engaño se acomoda!
LEONELA
¿Es la novia?
FULGENCIA
Soy, señora,
vuestra esclava.
OTAVIO
¡Gran presencia!
LEONELA
¡Fulgencia amiga! ¡Fulgencia!
FULGENCIA

 [Aparte a LEONELA

Calla, mi Leonela, agora,1005
y advierte al oído...
LEONELA
Di.
OTAVIO
A fee que es la novia hermosa.
GERARDO
Sentaos, mi querida esposa,
y sentaos vós junto a mí.
 

(Sentados los cuatro, entre PINARDO.)

 
PINARDO
Par Dios, nuesamo, que me pesa mucho1010
de traeros acá tan tristes nuevas,
y en día de tan alto regocijo.
GERARDO
¿Qué nuevas dices?
PINARDO
Que Lupercio es muerto
a manos de unos fieros labradores
que, por salteador, en este monte1015
le mataron con palos y con piedras,
y un hombre hasta el lugar le trujo en hombros.
GERARDO
¡Mísero yo! ¿Qué escucho?
FULGENCIA
¡Oh triste nueva!
Afuera fingimientos y disfraces,
afuera enredos. ¡Ay de ti, Fulgencia!1020
Fulgencia soy, Lupercio fue mi esposo;
muerto Lupercio, ya Fulgencia es muerta.
Gerardo, ingrato padre de mi gloria,
esos niños que veis son nietos tuyos:
mira por ellos, sírveles de padre1025
más noble que lo has sido de Lupercio,
en tanto que el cuchillo deste estuche
pasa este pecho y abre puerta al alma.
  —fol. 242v→  
GERARDO
Tenelda, amigos, gente de mi hacienda.
Salid todos aquí, tenelda todos.1030
 

(Salgan pastores.)

 
Hija, ya que me falta mi Lupercio,
no pierda yo tu alegre compañía.
Serás mi hija, heredarás mi hacienda,
tus hijos son mis nietos.
OTAVIO
¿Hay desdicha
que con esta, Leonela, se compare?1035
¡Ah señora Fulgencia!
LEONELA
¡Ah mi Fulgencia!
FULGENCIA
Dejadme, perros, que Lupercio es muerto.
¡Furia soy, ya no soy Fulgencia! ¡Afuera!
GERARDO
¡Hija de mis entrañas, no te mates!
 

(SABINO entra.)

 
SABINO
¡Albricias, mi señor!
GERARDO
¡Oh, mi Sabino!
1040
¿Qué albricias puede haber, Lupercio muerto?
SABINO
Lupercio vive, y viene a toda prisa
a remediar la culpa que cometes
en que con su mujer quieres casarte.
GERARDO
¿Lupercio vive?
FULGENCIA
¡Ay Dios!
SABINO
Lupercio vive,
1045
que el herido es Celauro, y le han curado
y no son las heridas de peligro.
LEONELA
¿Celauro herido? ¡Ay triste!, que es mi hermano.
SABINO
No tengáis pena, que no son heridas
de peligro, cual digo.
OTAVIO
A verle vamos.
1050
SABINO
Esperad, que traerle a casa quieren.
 

(Entre LUPERCIO desatinado.)

 
LUPERCIO
Si no fueras, padre ingrato,
mi padre, en esta ocasión
tomara satisfación
de la maldad de tu trato.1055
¿En qué ley cristiana o mora
se usa que püeda ser
casarte79 con mi mujer
como lo intentas ahora?
GERARDO
¡Hijo mío!
LUPERCIO
¡Esposo amado!
1060
LUPERCIO
Desvía, falsa, engañosa.
FULGENCIA
Fue esta boda fabulosa
para darte algún cuidado.
Tu padre con inorancia,
y yo por traerte aquí,1065
lo habemos trazado así,
que no hay cosa de importancia.
GERARDO
Desta manera, ¿yo soy
el engañado?
FULGENCIA
Es forzoso.
  —fol. 243r→  
GERARDO
Pues quiero ser el quejoso,1070
que al fin de los dos estoy.
FULGENCIA
No harás, que los dos aquí
nos echamos a tus pies
para que perdón nos des.
GERARDO
¡A un viejo engañar ansí!1075
LUPERCIO
Ea, señor, que aquí es justo
adviertas si justo ha sido
que haya a Fulgencia querido.
GERARDO
Hoy alabo tu buen gusto.
Tu disculpa y mi perdón1080
llegan juntos, y las nuevas
de tu vida.
LUPERCIO
Que me debas
la de tu hermano es razón.
Yo te contaré el suceso.
LEONELA
Estoy, Lupercio, sin mí.1085
 

(FELICIO con los niños.)

 
FELICIO
Los niños están aquí.
LUPERCIO
¡Oh mi Enrique! Dadme un beso.
GERARDO
Suelta, que estos ya no son
tus hijos.
LUPERCIO
¿Pues cúyos?
GERARDO
Míos,
porque no aprendan tus bríos.1090
LUPERCIO
Échales tu bendición.
GERARDO
Desde agora los señalo
mil ducados de alimentos,
y a vós, por los fingimientos,
dos mil, sin algún regalo.1095
Doy quinientos a Sabino
con mi crïada Armelinda.
FELICIO
Y a Belardo con Lucinda.
GERARDO
De la boda el pan y el vino,
que hoy es día en que restauro1100
mis hijos.
FULGENCIA
Todos te alaban.
LUPERCIO
Aquí, senado, se acaban
Los embustes de80 Celauro.


 
 
FIN DE LA COMEDIA DE LOS EMBUSTES DE CELAURO