Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoActo segundo


Escena I

 

HASSAN solo por el lado opuesto, a los Guardias.

 
HASSAN
¡Oh! día de terror: por todas partes
cadáveres, y miembros mutilados;
moribundos lamentos, tristes ayes
de ese desierto pueblan el espacio.
Los que viven, furiosos combatiendo, 5
en su venganza atroz encarnizados,
desesperados mueren; y en mi pecho,
de esta escena de rabia horrorizado,
con triste voz, con eco pavoroso
naturaleza fiel está gritando. 10

 (Mirando al pabellón donde está AMALIA.) 

¡Oh hija mía! Tú gimes. ¡Si a lo menos
yo pudiera enjugar tu amargo llanto!
¡Si en mi seno llorases! Y el consuelo
te diera, quien tus males ha causado;
yo fuera más feliz... Mahomad se acerca. 15

 (Mirando al lado opuesto.) 



Escena II

 

HASSAN: MAHOMAD apresurado.

 
MAHOMAD
Hassan, todo se pierde: derrotado
el campo de Ali-Bek, sus tropas huyen;
las nuestras al momento le cercaron;
la multitud le acosa, y mal herido
al fin le precipitan del caballo, 20
que espira bajo el peso que le oprime.
Furioso se levanta: y desnudando
el alfanje terrible, cada golpe
señala con la muerte de un contrario.
Semejante a un león, que en la caverna 25
que se formó la astucia, encadenado
ruge, y en cada giro de sus garras,
destroza al que se acerca temerario:
así desesperado se defiende;
su muerte era segura: pero en tanto 30
llega Morad, y manda se retiren
las tropas que le cercan; olvidando
el trance peligroso, quiere altivo
obtener la victoria por su brazo
en singular combate. Yo lo he visto, 35
conteniendo el furor de los soldados,
perseguir su enemigo hacia esta tienda.

 (Mirando adentro: ruido de espadas.) 

Pero atiende; ya llegan. Hassan, vamos:
y si lo libertare la fortuna
del valor de Morad, aprisionado 40
no lo podrá salvar de la ponzoña,
que pienso que reciba por tu mano.
 

(Se retiran. Vase HASSAN, y MAHOMAD se queda en el foro.)

 


Escena III

 

ALI-BEK, herido en la cabeza, riñendo con MORAD, que lo persigue y detiene al mismo tiempo a ISMAEL, y los Mamelucos que quieren acometerle. A los Comparsas.

 
MORAD
Tened: no le matéis. Ríndete, fiero;

 (A él.) 

goza de mi piedad el corto espacio,
que de vida te resta.
ALI-BEK
Aún no has vencido:
45
este aliento... la sangre que derramo...
el furor que circula por mis venas...
mi esposa arrebatada por tu mano...
todo pide venganza, sí, venganza...
antes que muera, quedaré vengado. 50

 (Esforzándose para reñir.) 

Defiéndete.
MORAD
Feroz: ¿así te obstinas,
mi generosa oferta despreciando?

 (En acción de herirlo.) 

Pues muere a mi furor.


Escena IV

 

(AMALIA, y los dichos. Aquella arrojándose entre los dos, y poniéndose delante de ALI-BEK.)

 
AMALIA
Bárbaro, hiere:
hiere este pecho fiel; este es el paso
para su corazón: penetra el mío, 55
si has de lograr su muerte. Temerario,
¡tiemblas, y te horrorizas! ¿Qué te espanta?
Colma con esta acción tus atentados.
MORAD
Amalia... Tú desarmas mis furores:
la vida de tu esposo está en mi mano; 60

 (Arrojando el sable.) 

pero tú la defiendes... ¡Ah! Yo cedo:
respeto la virtud, y avergonzado
de causar los tormentos que te afligen,
procuraré a lo menos no aumentarlos.

 (Desfallecido.) 

ALI-BEK
Es tarde ya... Las sombras de la muerte... 65
me privan de la luz... Si tú has formado
esta infame sorpresa... Si has vendido
mi cabeza al Diván... ya has consumado

 (Llevándose la mano a la frente.) 

tu abominable crimen... Esta herida...
la sangre que he perdido... todo... En vano 70
esfuerzo mi valor... ¡Oh esposa mía!
AMALIA

 (se acerca.) 

acércate... que espire yo en tus brazos.

 (Se apoya en sus brazos.) 

AMALIA
¡Desventurado esposo! ¡triste Amalia!
¡Dios supremo, piedad!


Escena V

 

Dichos y MAHOMAD. Aparte en el foro.

 
MAHOMAD
Ya es necesario
presentarme, ocultando mis rencores. 75

 (Se acerca.) 

Señora, permitidme que renovando
mis piedades por vos, haga se cuido
a mi dueño Ali-Bek, y recostado
sobre mi propio lecho, al punto llamen
a mi médico Hassan; que los cuidados 80
del arte y del respeto se prodiguen
por tan preciosa vida, y olvidando
vuestras injustas quejas, sed vos sola
quien procure en sus males aliviarlo.
AMALIA
Esta piedad pudiera tus traiciones 85
hacer menos horribles; si ocultando
algún designio atroz...
MAHOMA
Basta de injurias:
ejecutad mis órdenes. Llevadlos.
 

(A los Guardias, que retiran a AMALIA, y ALI-BEK a lo interior de la tienda.)

 


Escena VI

 

MAHOMAD y MORAD. MORAD queda suspenso a la esquina del teatro.

 
MAHOMAD
¡Ah! Morad, ¿estos eran los furores,
que excitaban tu amor? ¿así humillado 90
una mirada sola, una palabra
de una mujer desarma de tu brazo

 (Volviéndole el sable a MORAD.) 

la furia vengadora? Di,¿qué esperas
si viviese Ali-Bek? ¿Es este el pago
debido a mi alianza y mis favores? 95
¿Por qué no has permitido que en el campo,
donde lidiaba fiero, lo matasen?
Su orgullo quedaría sepultado,
libre tu amor, el Gran Señor servido,
el Egipto triunfante, y yo vengado. 100
MORAD
No atormentes, Mahomad, con tus furores
mi triste corazón, cuando me abraso
en celosas angustias: ¿es posible
que Amalia, mis amores olvidado,
sólo adora a Ali-Bek? Sí, yo la he visto, 105
insultando las iras de mi brazo,
presentarme aquel pecho, donde un tiempo
creyó Morad vivir idolatrado.
¡Mudable! Su ternura, su constancia,
sus inocentes gracias, sus encantos, 110
sus tiernos juramentos ¿qué se hicieron?
Todo, menos su rostro, se ha mudado.
¿Ah! Más bella, que nunca, su hermosura
desarmó mi furor. Yo vi su llanto
por mi causa correr, y confundido 115
quedé de mi victoria avergonzado.
MAHOMAD
Desprecia su memoria; no una esclava
humille tu valor; no un amor vano
pueda abatir el alma generosa
del vencedor Morad; goza bizarro 120
el triunfo a que te eleva la fortuna,
y piensa que el deleite...
MORAD
¡Ah! No volvamos
al bárbaro discurso, que le niega
sus más puras delicias; no me es dado
olvidar la belleza, que constante 125
desde mis tiernos años idolatro.
Si yo pudiese hablarla; si a lo menos
mi sentencia escuchase de su labio,
yo muriera a sus pies, y con mi muerte
fuera feliz su corazón ingrato. 130
MAHOMAD
En breve la verás a ti humillada
implorar tu piedad; en breve espacio
de Ali-Bek el poder, y la grandeza
fugaces volarán: este contrario,
ni a mi fortuna, ni a tu amante llama 135
oponerse podrá. Sabe...

 (Viendo venir a HASSAN, se detiene.) 



Escena VII

 

Dichos y HASSAN.

 
HASSAN
Aliviado
queda Ali-Bek de su profunda herida.
 

(MORAD observa con sorpresa a HASSAN desde el momento que empieza a hablar.)

 
Las benéficas plantas, por mi mano
aplicadas, calmaron sus dolores.
Para animar su espíritu ha tomado 140
un licor saludable, que le vuelva
sus fuerzas abatidas.
MORAD
No me engaño:

 (Aparte.) 

Es su voz, su semblante. Di: ¿no eres

 (A él.) 

el padre de mi Amalia? ¿Cómo, cuando
perdido ella te llora, en este traje 145
y en este sitio estás?
HASSAN
Morad, en vano
es ya ocultar mi suerte. Soy tu padre,
sí; yo soy ese padre desgraciado:
ella, cuando mis manos oficiosas
curaban a su esposo, examinando 150
estuvo mi semblante; de sus dudas
se quiso asegurar. Yo la he dejado
en la tierna inquietud, conque sus ojos
buscaban en mi rostro el desengaño.
Aún no ha llegado el tiempo, en que sin susto 155
pueda estrechar mi hija entre mis brazos.
MAHOMAD
¿Sabes que ella me ultraja?
HASSAN
Generoso
perdona sus flaquezas; no irritado
con tu presencia aumentes sus pesares.
Bastante su desgracia la ha humillado. 160
Yo temo su virtud, temo su vista,
temo su voz, y los terribles cargos
que agravarán mis bárbaros delitos.
¡Ah! Por piedad, Mahomad, al punto huyamos.

 (En ademán de irse, queriendo llevarse a MAHOMAD.) 

Ella vendrá a este sitio: Morad puede 165
hablarla de su amor; pero ocultando
que sabe de su padre: ella se acerca;

 (Mirando adentro.) 

consuela su dolor...

 (A MORAD.) 

MAHOMAD
Ya basta, vamos.
 

(Se van MAHOMAD y HASSAN.)

 


Escena VIII

 

MORAD y AMALIA. AMALIA sin ver a MORAD.

 
AMALIA
¡Cielos! ¿será mi padre el que piadoso,
con el nombre de Hassan, sobresaltado 170
a mi esposo socorre? Si pudiese
hablarle un solo instante... Pero al paso

 (Viéndole.) 

Está Morad: ¡gran Dios! ¿cómo te atreves

 (A MORAD.) 

a exponerte a mis ojos? ¿Qué, inhumano,
pretendes, que renueve con tu vista 175
la dolorosa causa de mi llanto?
MORAD
No, Amalia; si pensara que mudable
mi amor, y mis finezas olvidando,
detestabas la mano que pretende
arrancarte al dominio de un tirano, 180
jamás mi nombre y mi valor se unieran
al rencor de Mahomad: pero, ¿insensato!
no es por aquella Amalia que me amaba
por quien he combatido; ella ha mudado
en odio el tierno amor, y ha preferido 185
la riqueza y la gloria de un esclavo.
AMALIA
Si fue esclavo Ali-Bek, ya solo es héroe
su bondad, sus victorias y sus lauros
le hicieron digno de mandar el pueblo,
que de un infame yugo ha libertado. 190
Si él me nombra su esposa; si en mi obsequio
las tiránicas leyes del serrallo
para siempre rompió; si compasivo
concede libertad a los Cristianos,
contra tantas virtudes mal pudiera 195
negarle un corazón, que ha conquistado
amante y generoso. Tú no ignoras,
que de mi religión los ritos santos
el nombre y los deberes de una esposa
justamente en la tierra consagraron: 200
que la dulce esperanza de que fuera
por esta religión menos tirano
el gobierno feroz de estas regiones,
hizo que yo te amase, como hermano,
desde mi edad primera.
MORAD
¿Tú te acuerdas
205
del venturoso tiempo, en que a tu lado
creció mi inclinación con tu hermosura?
¡Ingrata! ¿Cómo puedes recordarlo,
sin que el rubor te oprima? Di:¿te acuerdas
cuando tu madre, uniendo por su mano 210
las nuestras inocentes, de tus votos
hizo testigo al cielo? ¿Has olvidado,
que en el día feliz de esta promesa,
de dos jóvenes palmas enlazando
las amarillas hojas, y en su sombra 215
ceñida tú de mis amantes brazos,
ella misma grabó en los verdes troncos
el nombre de los dos, y así exclamando:
creced, árboles, dijo, tan unidos,
como Amalia y Morad en dulce lazo 220
felices vivirán... ¡Oh árboles fieles!
Jamás dividida el espantoso rayo
las ramas, que cubrieron mis delicias;
y que en vuestra corteza el nombre ingrato
de una mujer perjura, me recuerde, 225
que vosotros amáis, y ella ha olvidado.
AMALIA
Basta, cruel Morad, que tus pesares
mi corazón sensible destrozando
con tu inocente amor, y la memoria
de mi infelice madre, han inventado 230
el tormento más bárbaro, que puede
sufrir la triste Amalia. Di: ¿qué amparo
quedó a mi juventud, cuando la muerte
la arrancó de mi seno? Demasiado
lloré y sentí. La fuga de mi padre, 235
de que ignoro el motivo; el atentado
de ofrecerme Ibrahim a nuevo dueño;
no saber más de ti; vivir dos años
en poder de un guerrero, cuya gloria,
cuya terneza al fin combatí en vano; 240
sin otro apoyo en todo el universo
que el valor invencible de su brazo,
¿qué puede hacer?
MORAD
Morir.
AMALIA
Nunca la muerte
extiende su guadaña al desgraciado.
MORAD
Pero tú amas, ingrata, a quien te priva 245
de tu primer amante: tú has librado
a Ali-Bek de mis iras.
AMALIA
¡Ay, Morad! No pretendas satisfaga
las quejas de tu amor; quizá mis labios
te han dicho más que deben.
MORAD
Pero al menos,
pudiera yo esperar, que libre acaso, 250
si muriese Ali-Bek...
AMALIA
¡Vana esperanza!
Delito fuera sólo imaginarlo.
Olvida para siempre una infelice,
que oprime la fortuna; solo aguardo,
por última fineza, que me digas 255
lo que saber anhelo. Yo he observado,
Morad, todas las señas de mi padre
en el rostro de Hassan; su sobresalto,
su voz interrumpida, sus miradas
confirman mis sospechas; mas no alcanzo, 260
por qué ha mudado el traje, y se me oculta.
Desengáñate tú: ¿sabes acaso?...
MORAD
Sé, Amalia, que es tu padre; pero ignoro
cual puede ser su suerte.
AMALIA
¡Cielo santo!
¿Si ha olvidado su Dios? ¿si me aborrece? 265
Corre, Morad, te ruego; ve a buscarlo.
Hazle venir aquí; solo un momento
basta a satisfacerme. Si ha quedado
en ti alguna piedad de mis desdichas,
proporciona este alivio a mi quebranto. 270
MORAD
Sí, adorable mujer, serás servida:
que aunque ingrata me olvides, puede tanto
la hermosura y virtud, que a mi despecho,
cuanto más me desprecias, más te amo.

 (Vase.) 

AMALIA
¡Generoso mortal! ¡oh! premie el cielo 275
la heroicidad de un pecho tan bizarro.

 (Vase.)