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Escena XIII

 

DON ALONSO, DON ÁLVARO, DON JUAN DE MENDOZA, DON FERNANDO DE VÁLOR.

 
VÁLOR
Señor don Juan de Mendoza,
a vuestros deudos parece 800
y a los nuestros, que este caso
dentro de puertas se quede
(como dicen en Castilla),
y que con deudo se suelde,
pues dando la mano vos 805
a doña Clara, la fénix
de Granada, como parte
entonces...
MENDOZA
La lengua cese,
señor don Fernando Válor;
que hay muchos inconvenientes. 810
Si es el fénix doña Clara,
estarse en Arabia puede;
que en montañas de Castilla
no hemos menester al fénix,
y los hombres como yo 815
no es bien que deudos concierten
por soldar ajenas honras,
ni sé que fuera decente
mezclar Mendozas con sangre
de Malec, pues no convienen 820
ni hacen buena consonancia
los Mendozas y Maleques.
VÁLOR
Don Juan de Malec es hombre...
MENDOZA
Como vos.
VÁLOR
Sí, pues desciende
de los reyes de Granada; 825
que todos sus ascendientes
y los míos reyes fueron.
MENDOZA
Pues los míos, sin ser reyes,
fueron más que reyes moros,
porque fueron montañeses. 830
DON ÁLVARO
Cuanto el señor don Fernando
en esta parte dijere,
defenderé yo en campaña.
DON ALONSO
Aquí de ministro cese
el cargo; que caballero 835
sabré ser cuando conviene;
que soy Zúñiga en Castilla
antes que justicia fuese.
Y así, arrimando esta vara,
adónde y cómo quisiereis, 840
al lado de don Juan, yo
haré...


Escena XIV

 

UN CRIADO.-Dichos.

 
CRIADO
En casa se entra gente.
DON ALONSO
Pues todos disimulad;
que al cargo mi valor vuelve.
Vos, don Juan, aquí os quedad 845
preso.
MENDOZA
A todo os obedece
mi valor.
DON ALONSO
Los dos os id.
MENDOZA
Y si desto os pareciere
satisfaceros...
DON ALONSO
A mí
y a don Juan, donde eligiereis... 850
MENDOZA
Nos hallaréis con la espada...
DON ALONSO
Y la capa solamente.
 

(Vase DON ALONSO, y DON JUAN DE MENDOZA va acompañándole.)

 
VÁLOR
¡Esto consiente mi honor!
DON ÁLVARO
¡Esto mi valor consiente!
VÁLOR
Porque me volví cristiano, 855
¿este baldón me sucede?
DON ÁLVARO
Porque su ley recibí,
¿ya no hay quien de mí se acuerde?
VÁLOR
¡Vive Dios, que es cobardía
que mi venganza no intente! 860
DON ÁLVARO
¡Vive el cielo, que es infamia
que yo de vengarme deje!
VÁLOR
¡El cielo me dé ocasión...
DON ÁLVARO
¡Ocasión me dé la suerte...
VÁLOR
Que si me la dan los cielos... 865
DON ÁLVARO
Si el hado me la concede...
VÁLOR
Yo haré que veáis muy presto...
DON ÁLVARO
Llorar a España mil veces...
VÁLOR
El valor...
DON ÁLVARO
El ardimiento
deste brazo altivo y fuerte... 870
VÁLOR
¡De los Válores altivos!
DON ÁLVARO
¡De los Tuzanís valientes!
VÁLOR
¿Habéisme escuchado?
DON ÁLVARO
Sí.
VÁLOR
Pues de hablar la lengua cese
y empiecen a hablar las manos. 875
DON ÁLVARO
Pues ¿quién dice que no empiecen?




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Jornada II

 

Sierra de la Alpujarra.-Cercanías de Galera.

 

Escena I

 

Tocan cajas y trompetas, y salen SOLDADOS, DON JUAN DE MENDOZA y EL SEÑOR DON JUAN DE AUSTRIA.

 
DON JUAN
Rebelada montaña,
cuya inculta aspereza, cuya extraña
altura, cuya fábrica eminente,
con el peso, la máquina y la frente
fatiga todo el suelo, 5
estrecha el aire y embaraza el cielo;
infame ladronera,
que de abortados rayos de tu esfera
das, preñados de escándalos tu senos,
aquí la voz y en África los truenos. 10
Hoy es, hoy es el día
fatal de tu pasada alevosía,
porque vienen conmigo
juntos hoy mi venganza y tu castigo;
si bien corridos vienen 15
de ver el poco aplauso que previenen
los cielos a mi fama;
que esto matar, y no vencer se llama,
porque no son blasones
a mi honor merecidos 20
postrar una canalla de ladrones
ni sujetar un bando de bandidos:
Y así, encargue a los tiempos mi memoria
que la llamo castigo, y no vitoria.
Saber deseo el origen deste ardiente 25
fiero motín.
MENDOZA
Pues oye atentamente.
Ésta, austral águila heroica,
es el Alpujarra, ésta
es la rústica muralla,
es la bárbara defensa 30
de los moriscos, que hoy,
mal amparados en ella,
africanos montañeses,
restaurar a España intentan.
Es por su altura difícil, 35
fragosa por su aspereza,
por su sitio inexpugnable
e invencible por sus fuerzas.
Catorce leguas en torno
tiene, y en catorce leguas 40
más de cincuenta que añade
la distancia de las quiebras,
porque entre puntas y puntas
hay valles que la hermosean,
campos que la fertilizan, 45
jardines que la deleitan.
Toda ella está poblada
de villajes y de aldeas;
tal, que cuando el sol se pone,
a las vislumbres que deja, 50
parecen riscos nacidos
cóncavos entre las breñas,
que rodaron de la cumbre,
aunque a la falda no llegan.
De todas las tres mejores 55
son Berja, Gavia y Galera,
plazas de armas de los tres
que hoy a los demás gobiernan.
Es capaz de treinta mil
moriscos que están en ella, 60
sin las mujeres y niños,
y tienen donde apacientan
gran cantidad de ganados;
si bien los más se sustentan
más que de carnes, de frutas 65
ya silvestres o ya secas,
o de plantas que cultivan;
porque no sólo a la tierra,
pero a los peñascos hacen
tributarios de la yerba; 70
que en la agricultura tienen
del estudio, tal destreza,
que a preñeces de su azada
hacen fecundas las piedras.
La causa del rebelión, 75
por si tuve parte en ella,
te suplico que en silencio
la permitas a mi lengua.
Aunque mejor es decir
que fui la causa primera, 80
que no decir que lo fueron
las pragmáticas severas
que tanto los apretaron,
que decir esto me es fuerza
si uno ha de tener la culpa, 85
más vale que yo la tenga.
En fin, sea aquel desaire
la ocasión, señor, o sea
que a Válor al otro día
que sucedió mi pendencia, 90
llegó el alguacil mayor
dél, y le quitó a la puerta
del Ayuntamiento una
daga que traía encubierta;
o sea que ya oprimidos 95
de ver cuánto los aprietan
órdenes que cada día
aquí de la corte llegan,
los desesperó de suerte,
que amotinarse conciertan: 100
para cuyo efecto fueron,
sin que ninguno lo entienda,
bastimento, armas y hacienda.
Tres años tuvo en silencio
esta traición encubierta 105
tanto número de gentes:
cosa que admira y eleva,
que en más de treinta mil hombres
convocados para hacerla,
no hubiera uno que jamás 110
revelara ni dijera
secreto de tantos días.
¡Cuánto ignora, cuánto yerra
el que dice que un secreto
peligra en tres que le sepan! 115
Que en treinta mil no peligra,
como a todos les convenga.
El primer trueno que dio
este rayo que en la esfera
desos peñascos forjaban 120
la traición y la soberbia,
fueron hurtos, fueron muertes,
robos de muchas iglesias,
insultos y sacrilegios
y traiciones, de manera 125
que Granada, dando al cielo
bañada en sangre las quejas,
fue miserable teatro
de desdichas y tragedias.
Preciso acudió al remedio 130
la justicia; pero apenas
se vio atropellada, cuando
toda se puso en defensa:
trocó la vara en acero,
trocó el respeto en la fuerza, 135
y acabó en civil batalla
lo que empezó en resistencia.
Al corregidor mataron:
la ciudad, al daño atenta,
tocó al arma, convocando 140
la milicia de la tierra.
No bastó; que siempre estuvo
(tanto novedades precia)
de su parte la fortuna:
de suerte, que todo era 145
desdichas para nosotros.
¡Qué pesadas y qué necias
son, pues en cuanto porfían,
nunca ha quedado por ellas!
Creció el cuidado en nosotros, 150
creció en ellos la soberbia
y creció en todos el daño,
porque se sabe que esperan
socorro de África, y ya
se ve si el socorro llega, 155
que el defenderle la entrada
es divertirnos la fuerza:
además, que si una vez
pujantes se consideran,
harán los demás moriscos 160
del acaso consecuencia;
pues los de la Extremadura,
los de Castilla y Valencia,
para declararse aguardan
cualquier victoria que tengan. 165
Y para que veáis que son
gente, aunque osada y resuelta,
de políticos estudios,
oíd cómo se gobiernan;
que esto lo habemos sabido 170
de algunas espías presas.
Lo primero que trataron
fue elegir una cabeza;
y aunque sobre esta elección
hubo algunas competencias 175
entre don Fernando Válor
y otro hombre de igual nobleza,
don Álvaro Tuzaní;
don Juan Malec los concierta
con que don Fernando reine, 180
casándose con la bella
doña Isabel Tuzaní,
su hermana.

 (Aparte.) 

(¡Oh cuánto me pesa
de traer a la memoria
el Tuzaní, a quien respetan, 185
ya que a él no le hicieron rey,
haciendo a su hermana reina!)
Coronado, pues, el Válor,
la primer cosa que ordena,
fue, por oponerse en todo 190
a las pragmáticas nuestras,
o por tener por las suyas
a su gente más contenta,
que ninguno se llamara
nombre cristiano, ni hiciera 195
ceremonia de cristiano:
y porque su ejemplo fuera
el primero, se firmó
el nombre de Abenhumeya,
apellido de los reyes 200
de Córdoba, a quien hereda.
Que ninguno hablar pudiese,
sino en arábiga lengua;
vestir sino traje moro,
ni guardar sino la secta 205
de Mahoma: después desto,
fue repartiendo las fuerzas.
Galera, que es esa villa
que estás mirando primera,
cuyas murallas y fosos 210
labró la naturaleza,
tan singularmente docta,
que no es posible que pueda
ganarse sin mucha sangre,
la dio a Malec en tenencia; 215
a Malec, padre de Clara,
que ya se llama Maleca.
Al Tuzaní le dio a Gavia
la Alta, y él se quedó en Berja,
corazón que vivifica 220
ese gigante de piedra.
Ésa es la disposición
que desde aquí se penetra;
y ésa, señor, la Alpujarra,
cuya bárbara eminencia, 225
para postrarse a tus pies,
parece que se despeña.
DON JUAN
Don Juan, vuestras prevenciones
son de Mendoza y son vuestras,
que es ser dos veces leales. 230
 

(Tocan dentro.)

 
Pero ¿qué cajas son éstas?
MENDOZA
La gente que va llegando,
pasando, señor, la muestra.
DON JUAN
¿Qué tropa es ésa?
MENDOZA
Ésta es
de Granada, y cuanto riega 235
el Genil.
DON JUAN
¿Y quién la trae?
MENDOZA
Tráela el marqués de Mondéjar,
que es el conde de Tendilla,
de su Alhambra y de su tierra
perpetuo alcaide.
DON JUAN
Su nombre
240
el moro en África tiembla.
 

(Tocan.)

 
¿Cuál es ésta?
MENDOZA
La de Murcia.
DON JUAN
¿Y quién es quien la gobierna?
MENDOZA
El gran marqués de los Vélez.
DON JUAN
Su fama y sus hechos sean 245
corónicas de su nombre.
 

(Tocan.)

 
MENDOZA
Éstos son los de Baeza,
y viene por cabo suyo
un soldado, a quien debiera
hacer estatuas la fama, 250
como su memoria eterna
Sancho de Ávila, señor.
DON JUAN
Por mucho que se encarezca,
será poco, si no dice
la voz que alabarle intenta, 255
que es discípulo del duque
de Alba, enseñado en su escuela
a vencer, no a ser vencido.
 

(Tocan.)

 
MENDOZA
Aqueste que ahora llega,
el tercio viejo de Flandes 260
es, que ha bajado a esta empresa
desde el Mosa hasta el Genil,
trocando perlas a perlas.
DON JUAN
¿Quién viene con él?
MENDOZA
Un monstruo
del valor y la nobleza, 265
don Lope de Figueroa.
DON JUAN
Notables cosas me cuentan
de su gran resolución
y de su poca paciencia.
MENDOZA
Impedido de la gota, 270
impacientemente lleva
el no poder acudir
al servicio de la guerra.
DON JUAN
Yo deseo conocerle.


Escena II

 

DON LOPE DE FIGUEROA.-Dichos.

 
DON LOPE
Voto a Dios, que no me lleva 275
en aqueso de ventaja
un átomo vuestra alteza,
porque hasta verme a sus pies,
sólo he sufrido a mis piernas.
DON JUAN
¿Cómo llegáis?
DON LOPE
Como quien,
280
señor, a serviros llega
de Flandes a Andalucía;
y no es mala diligencia,
pues vos a Flandes no vais,
que Flandes a vos se venga. 285
DON JUAN
Cúmplame el cielo esa dicha.
¿Traéis buena gente?
DON LOPE
Y tan buena,
que si fuera el Alpujarra
el infierno, y estuviera
Mahoma por alcaide suyo, 290
entraran, señor, en ella...
Si no es los que tienen gota,
que no trepan por las peñas,
porque vienen...


Escena III

 

UN SOLDADO, GARCÉS, ALCUZCUZ.-Dichos.

 
UN SOLDADO

 (Dentro.) 

Deteneos.
GARCÉS

 (Dentro.) 

Tengo de llegar: afuera. 295
 

(Sale GARCÉS con ALCUZCUZ a cuestas.)

 
DON JUAN
¿Qué es esto?
GARCÉS
De posta estaba
a la falda desa sierra,
sentí ruido entre unas ramas,
Paréme hasta ver quién era,
Y vi este galgo que estaba 300
acechando detrás dellas,
que sin duda era su espía.
Maniatéle con la cuerda
del mosquete, y porque ladre
qué hay allá, le traigo a cuestas. 305
DON LOPE
¡Buen soldado, vive Dios!
¿Esto hay acá?
GARCÉS
¡Pues!, ¿qué piensa
vueseñoría que todo
está en Flandes?
ALCUZCUZ

 (Aparte.) 

¡Malo es ésta!
Alcuzcuz, a esparto olelde 310
el nuez del gaznato vuestra.
DON JUAN
Ya os conozco: no me cogen
estas hazañas de nuevas.
GARCÉS
¡Oh, cómo premian sin costa
príncipes que honrando premian! 315
DON JUAN
Venid acá.
ALCUZCUZ
¿A mé decilde?
DON JUAN
Sí.
ALCUZCUZ
Ser gran favor tan cerca.
Bien estalde aquí.
DON JUAN
¿Quién sois?
ALCUZCUZ

 (Aparte.) 

(Aquí importar el cautela.)
Alcuzcuz, un morisquilio, 320
a quien lievaron por fuerza
al Alpujarro; que mé
ser crestiano en me conciencia,
saber la trina crestiana,
el Credo, la Salve Reina, 325
el pan nostro, y el catorce
mandamientos de la Iglesia.
Por decir que ser crestiano,
darme otros el muerte intentan;
yo correr, e hoyendo, dalde 330
en manos de quien me prenda.
Si me dar el vida, yo
decilde cuanto allá piensan,
y lievaros donde entréis
sin alguna resistencia. 335
DON JUAN

 (Aparte a MENDOZA.)  

Como presumo que miente,
también puede ser que sea
verdad.
MENDOZA
¿Quién duda que hay muchos
que ser cristianos profesan?
Yo sé una dama que está 340
retirada allá por fuerza.
DON JUAN
Pues ni todo lo creamos
ni dudemos. Garcés, tenga
ese morisco por preso...
GARCÉS
Yo, yo tendré con él cuenta. 345
DON JUAN
Que en lo que luego dijere,
veremos si acierta o yerra.
Y ahora vamos, don Lope,
dando a los cuarteles vuelta,
y a consultar por qué sitio 350
se ha de empezar.
MENDOZA
Vuestra alteza
lo miren bien, porque aunque
parece poca la empresa,
importa mucho; que hay cosas,
mayormente como éstas, 355
que no dan honor ganadas,
y perdidas dan afrenta:
y así, se debe poner
mayor atención en ellas,
no tan para ganarlas, 360
cuanto para no perderlas.
 

(Vanse DON JUAN DE AUSTRIA, DON JUAN DE MENDOZA, DON LOPE y SOLDADOS.)

 


Escena IV

 

GARCÉS, ALCUZCUZ.

 
GARCÉS
Vos ¿cómo os llamáis?
ALCUZCUZ
Arroz;
que si entre moriscos era
Alcuzcuz, entre crestianos
seré arroz, porque se entienda 365
que menestra mora pasa
a ser crestiana menestra.
GARCÉS
Alcuzcuz, ya sois mi esclavo:
decid verdad.
ALCUZCUZ
Norabuena.
GARCÉS
Vos dijisteis al señor 370
don Juan de Austria...
ALCUZCUZ
¿Que aquél era?
GARCÉS
Que le llevaríais por donde
entrada tiene esa sierra.
ALCUZCUZ
Sí, mi amo.
GARCÉS
Aunque es verdad
que él a sujetaros venga 375
con el marqués de los Vélez,
con el marqués de Mondéjar,
Sancho de Ávila y don Lope
de Figueroa, quisiera.
Yo que la entrada a estos montes 380
sólo a mí se me debiera:
llévame allá, porque quiero
mirarla y reconocerla.
ALCUZCUZ

 (Aparte.) 

(Engañifa a este crestiano
he de hacerle, e dar la vuelta 385
al Alpujarra.) Venilde
conmigo.
GARCÉS
Detente, espera;
que en ese cuerpo de guardia
dejé mi comida puesta
cuando salí a hacer la posta, 390
y quiero volver por ella;
que en una alforja podré
(porque el tiempo no se pierda)
llevarla, para ir comiendo
por el camino.
ALCUZCUZ
Así sea.
395
GARCÉS
Vamos, pues.
ALCUZCUZ

 (Aparte.)  

Santo Mahoma,
pues tú selde mi profeta,
lievarme, e a Meca iré,
aunque ande de ceca en meca.
 

(Vanse.)

 
 

Jardín en Berja.

 


Escena V

 

MORISCOS y MÚSICOS; y detrás, DON FERNANDO DE VÁLOR y DOÑA ISABEL TUZANÍ.

 
VÁLOR
A la falda lisonjera 400
dese risco coronado,
donde sin duda ha llamado
a cortes la primavera,
porque entre tantos colores
de su república hermosa 405
quede jurada la rosa
por la reina de las flores,
puedes, bella esposa mía,
sentarte. Cantad, a ver
si la música vencer 410
sabe la melancolía.
DOÑA ISABEL
Abenhumeya valiente,
a cuya altivez bizarra,
no el roble del Alpujarra.
dé corona solamente, 415
sino el sagrado laurel,
árbol ingrato del sol,
cuando llore el español
su cautiverio cruel:
No es desprecio de la dicha 420
deste amor, desta grandeza,
mi repetida tristeza,
sino pensión o desdicha
de la suerte; porque es tal
de la fortuna el desdén, 425
que apenas nos hace un bien,
cuando le desquita un mal.
No nace de causa alguna
esta pena

 (Aparte.) 

(¡A Dios plugiera!),
sino sólo desta fiera 430
condición de la fortuna.
Y si ella es tan envidiosa,
¿cómo puedo yo este miedo
perder al mal, si no puedo
dejar de ser tan dichosa? 435
VÁLOR
Si la causa de mirarte
triste tu dicha ha de ser,
pésame de no poder,
mi Lidora, consolarte;
que habrá tu melancolía 440
de ser cada día mayor
pues que tu imperio y mi amor
son mayores cada día.
Cantad, cantad, su belleza
celebrad, pues bien halladas, 445
siempre traen paces juradas
la música y la tristeza.
MÚSICA
No es menester que digáis
cúyas sois, mis alegrías;
que bien se ve que sois mías 450
en lo poco que duráis.

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