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¡Viva la Patria!
Costa del Norte, a 4 de julio de 1853.
A doña Trinidá Leiva
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Evidentemente, así sucede en la vida: y en estos últimos días toda la paisanada, si no ha visto, a lo menos ha oído las mentas de la juida espantable que el fantástico y finao Diretor pegó asustao desde su campamento, atropellando los pantanos —131→ hasta caír al río, aonde se azotó a la agua ensillao y embarrao, y, a juerza de zambullidas, a la madrugada consiguió embocarse en una chalana o qué sé yo.
¡Óiganle al duro y se duebla! Pues bueno; y supuesto que todos sabemos también que don Justo el juidor no se hubiera escapao, a no ser por los grandísimos favores que le han hecho hasta sacarlo medio a la cincha los Sres. Cipotenciarios Uropeos: cosa que endeveras me ha gustao, porque esos caballeros uropeos, en otros tiempos aciagos para los Argentinos, también en sus mesmos barcos amparaban a muchísimos paisanos y los salvaban de que la Mashorca149 (con perdón de la infusión) les tocara la Refalosa, y porque yo también, viéndolo apurao, no digo a cualquier paisano infeliz, al mesmo Diretor lo hubiera alzao en ancas. Sí, señor: y digo lo que siento.
Con todo: al reflexionar lo favorecido que se ha encontrao Vuecelencia por los caballeros Naciones, se me apresenta un cabe muy lindo para hacerle al triste Diretor un recuerdo de cierto caso, muy al caso y acorde con la primer copla de este Gallo nº 8.
Y mucho me alegraría que con esta lecioncita, tanto el vanidoso don Justo, como otros tantos ambiciosos y soberbios, medio se arrosinen siquiera en vista de los vaivienes del mundo y de la fortuna.
Dígole, pues, al auditorio, y digo la verdá: que, allá a fines del mes de julio del año cincuenta y uno —132→ cuando invadió don Justo José a la Banda Oriental, aonde se le hacía el campo orégano, como que se iba a la fija con una reserva de diez y seis mil soldaos brasileros, y dos mil correntinos superiorazos, contando en ancas también con la mitá de todos los Orientales, y de yapa con las tropas porteñas que estaban con Oribe aburridas de éste y más aburridas de don Juan Manuel Rosas; entonces, pues, el balaquero bravo Diretor, en cuanto atravesó el Uruguay y que se le pasó el general Servando Gómez con todos los Orientales, don Justo, viéndolo a Oribe en el refaladero, se le fue encima media al galope con la vanguardia entrerriana, y a pesar de que era en lo más rigoroso del invierno, la vanguardia pegaba unas trasnochadas de mi flor, sin oler carne ni tabaco a veces hasta en cuatro días.
Es de alvertir que Vuecelencia, como siempre es tan mansito para soltar órdenes, apenas atravesó el Uruguay, de la costa de Paisandú no más, ya largó una orden de palabra, privando bajo pena de la vida el que naides pudiera vender aguardiente, y ¡cuidadito!
Pero, como el general entrerriano se iba sobre el peral, ¡ahi-juna! en cada trotiada avanzaba diez leguas, de suerte que, aonde acampábamos, el vecindario no podía saber las órdenes que don Justo José había largao diez leguas a retaguardia, y mucho menos cuando la vanguardia entrerriana rigularmente ocupaba algunas veces ciertos campamentos, lueguito que los abandonaban los soldaos de Oribe.
Pues bien: un día, ahora no me acuerdo fijamente del día ni del nombre del paraje aonde sucedió —133→ el caso arriba prometido, que fue así como sigue.
A poco rato de acamparse la vanguardia, sucedió que estaba Vuecelencia junto a su carpa, cuando alcanzó a ver a un tape150, soldao de su escolta, el cual venía a pie medio ladiándose; apenas don Justo José le echó el ojo, ya se atufó y mandó que le trujieran al pobre tape, el cual, a la voz de «el general te llama», cabrestió todo achuchao y encogido, y sacándose luego el sombrero lo llevaba agarrao con las dos manos como apretándose el umbligo, y como hacía muchísimo frío tenía atadas las carretillas con un pañuelito viejo. Así fue como se le presentó el soldao a Vuecelencia, que al istante le dijo colérico:
-Sacate ese pañuelo de la cara, lechiguanero151.
-Velay, señor, me lo saco.
-¿Diaónde venís?
-Vengo de allisito, mi general.
-¿Diaónde? decime pronto.
-Velay, señor, de esa casa que está en la cuchilla152.
-¿Y por qué te has apartao del campamento? ¿no sabés, hijuna gran p... cómo se sirve conmigo?
-Sí, señor, mi general: pero la verdá, me arrimé a las casas... de hambre y por ver si trajinaba...
—134→-¡Umb!... ahora yo te haré trajinar y que se te quite el hambre, ¿Por qué no has comido, borrachón?...
-Pero ¿el qué, señor? si al cruzar el río Negro se me cayó en la agua una tumbita153 que traíba a los tientos, lo que se me mojaron; esto hace ya cuatro días, y como no hemos vuelto a carniar...
-¿Y qué has comido ayer?
-Nada, señor: antes de ayer sí, de mañanita me allegué a la carpa del mayor Gómez que estaba junto con el coronel Fausto, y allí me comí dos velas de sebo, lo mesmo que el mayor se comió cuatro y otras cuatro el coronel Fausto.
-Callate, ladronazo mentiroso: ¿cómo no has hallao qué churrasquiar, y has encontrao cómo emborracharte?
-Si no estoy en pedo, señor, sino medio templadito, y eso... porque sentía tantísimo frío, que...
-¡Umb!... ahora te haré quitar el frío y la tranca; pero decime, ¿diaónde has sacao qué chupar?
-Señor, como llegué a las casas y no había nada más que comprar, gasté un rialito de anís, que me vendió...
-Que te vendió ¿quién? Andate ahora mesmo con estos otros maulas, y traíme acá al que te vendió aguardiente.
-Sí, señor: a la juria.
Lueguito no más salió el tape con otros tres soldaos de la escolta, rumbiando para las casas, diaonde al ratito volvieron trayendo medio al trote —135→ al pulpero, que era Nación154, medio bozalón en castilla; quien además llegó enteramente asustao a presencia del Diretudo, mucho más cuando lo vio con casaca entorchada y con el sombrero echao sobre los ojos, que le relumbraban como ascuas, y con las narices hinchadas de puro guapetón. Al recebir al pulpero díjole a gritos:
-¿Quién es usté? diga pronto.
-Yo sui francé, musiú le general: a votre servicio,
-¡Umb!... acá no estás en Francia: y yo no necesito servicios de gringo ninguno.
-Güi, musiú le general.
-Déjese de musiú: hable en castilla: ¿qué anda haciendo por acá?
-Bien, musiú: yo está la pulperrí que tiene la casa sur la cuchille.
-¡Umb!... yo te daré musiú cuchill, pícaro gringo.
-Pardone moa, musiú le general, yo no comprán155.
-¡Perdón! respuenda: ¿por qué me ha hecho mamar a este tapo saltiador?
-Yo no comprán pas, yo sui francé.
-Yo no le pregunto si le ha comprao pan francés, sino ¿por qué le ha vendido aguardiente a este soldao borrachón?
-Bien: a present, yo antiend poquit: le soldat ma achetá et yo lui vendu156...
-¡Ah, pícaro tape! (al soldao) ¿con que vos le —136→ has sacao un machete a este otro diablo para que te vendiera a la juerza?
-¡Diaónde, señor! yo no le he sacao nada al hombre; sino que me desprendí el cuchillo para sacar un rial que traíba entre la vaina, y con ése le pagué el anís: ¿no es verdad, patrón?
-Y entonces, vos, pícaro carcamán, ¿a qué venís mintiendo con que te han sacao machete?
-Maintenant157, dijo el Francés, abriendo tamaños ojos, yo no comprán pas, parce...
-¡Qué mi teniente ni qué aparcero! echate al suelo: y vos, tape borracho, degollalo aquí mesmo a este gringo, para que sus paisanos apriendan a respetar mis órdenes.
Como al vuelo desenvainó el tape un alfajor de dos tercias, y con la zurda quiso echarle la garra al Francés, que en cuanto conoció el peligro, todo atribulao y llorando (repito que esto es verdá), se tiró al suelo, y se le prendió de las patas pidiéndole clemencia al Diretudo. Al mesmo tiempo el mastín Purvis también se le afirmó en un costao al afligido musiú, y del primer tarascón le arrancó media chapona con camisa y todo, y de yapa una lonja del sobre costillar.
Entre tanto, el tape y otro soldao más a tirones querían despegar al Francés del lao del Diretudo; pero, para eso era menester arrastrarlos a los dos, porque el Francés ni por los diablos lo largaba, hasta que, en fin, a la cuenta el general, temiendo que el Francés desesperao lo mordiera, les mandó a los soldaos que se retiraran, al mesmo tiempo que el infeliz pulpero, rendido de luchar por la —137→ vida y bañao en sangre y sudor, quedó medio desmayao a los pies de don Justo José; quien apenas se vio libre de los brazos del pobre musiú, dándole una patada despreciable (¿se acuerda, señor custitucionero?) le dijo estas cariñosas palabras: «¡levántate, gringo de m... flojonazo!»... y luego, dirigiéndose en rueda a muchos jefes que allí se juntaron a la bullanga, les dijo también el Diretudo: «velay tienen un diseño en este gringo trompeta de lo que son de guapos todos esos Franceses mentaos de paisanos de Napolión!... Sáquenlo de mi presencia, y suéltenlo, que se vaya a la gran p... que lo p...». ¡Ah, general guapo!
Lueguito sacaron de allí a la rastra al pobre Francés, el cual, esa mesma noche, así mesmo todo estropiao y mordido, echó a juir campo ajuera, y al otro día me asiguran que amaneció de aquel lao del Yaguarón en la costa de Portugal, como a sesenta leguas de la cuchilla, aonde dejo abandonada la pulpería, para tener que acordarse toda su vida del Guásinton158 de la América del Sur.
Ahora, díganme, paisanos: ¿se podrá presumir que un hombre tan cruel y soberbio como se mostró don Justo en esa ocasión, llegando a titularse el Diretudo de la docena del flaire, y teniendo a su mando escuadras, y ejércitos y cotigentes, saliera de San José de Flores disfrazao de tahunero y juyendo asustao por cuatro gritos: y echándose por fin en brazos de los Urupeos, y muy particularmente en los de los paisanos del famoso Napolión?... ¡La pu...rísima en el caráuter!
—138→En fin: Dios lo ayude en su tierra, si lo dejan ganar a Montiel, diaonde ya el hombre no debe volver a salir a los campos en toda su vida; porque si yo me viera en su situación, antes quisiera ser perro cimarrón o montaraz, y no que por ahí salieran los paisanos equivocándome con el Diretor ESPANTADIZO.
Primeramente: hacen mal los que le piden al Gallo que cante así o asao, porque Aniceto es gaucho independiente, y no canta al gusto de naides, sino al son de la Libertá y por la LEY asigún la comprende; y no palmea ni afloja a los gordos, pues el Gallo en toda su vida sólo ha comido de lo que ha sabido escarbar trabajando, y no a costa de los gobernantes ni de los gobernaos, de quienes sólo precisa que lo hagan respetar como a gaucho bien portao.
Eso sí: muy bien hace el Gallo en confesar que las pocas plumas que le han quedao, después de la tremolina, se las debe a la Guardia Nacional; —139→ porque, si no, lo hubieran desplumao cuantúa: y todavía ¡quién sabe! aunque ya no es tan fácil.
Los paisanos de pajuera hicieron mal, y pior lo harán si otra güelta salieran cabrestiándole a cualquier diablo revolucionario de esos que salen redepente a rejuntar gauchos como animales, para traírlos y hacerlos peliar con los puebleros, que son tan gauchos como los de pajuera, y al fin paisanos, y aparceros y parientes unos de otros: mientras que los revoltosos que arman las pendencias sacan el cuerpo a las balas, y sólo se ocupan de cueriar todas las haciendas y de tragarles por cuatro riales las sementeras de los pobres gauchos. Así pues, en adelante hará muy bien cualquier paisano, de prenderle hasta la virola159 al primero que fuese a tantiarlo para armar otra revolución.
Además, harán muy lindamente los paisanos en no creer ya en opiniones, ni en que naides todavía tenga partido en esta Provincia, a no ser el gobierno que se calce POR LA LEY, a quienes los puebleros y los campuzanos debemos obedecer; y raírnos de las fantasías de algunos maulas ladronazos que rodaron fieramente junto con el Restaurador viejo, y todavía andan echándola de príncipes destronaos, cizañando y revolviendo, ganosos de volver a dominar a los paisanos a cuchillo y estaca, como los trataba en Palermo y los Santos Lugares cierto PAJARRACO fantástico, que ahora, fresquito, ha manotiao bastante y que antes era uña y carne con el tigre de los 20 años!
Por último: más que bruto debe ser el gaucho —140→ porteño que se someta a la esclavitú de naides, en nuestra tierra, aonde para agenciar cuatro pesos no falta en los campos muchísimo en qué trabajar, y hay tanta nutria que cueriar y tantísimas mulitas y perdices que comer, sin robarle un güevo a naides: y por fin, el paisano más lerdo sabe jugar mal al truco, y ocuparse en eso es más razonable que hacerse matar al ñudo, mucho más cuando cualesquiera paisano bien portao vale lo mismo que un rey -por la razón y la ley. -Adelante.
Harán muy mal algunos de la manada de los alzaos y coludos en venirse a relinchar garifos por entre las casas, después de tanto que han retozao y manotiao y engordao pajuera; y harán muy bien si se escuenden siquiera hasta que se pase la escasez de lana y cerda, porque si no los Nacionales y paisanos, que se han atrasao en esta trifulca, pudieran en desquite quererlos raboniar, cosa que el Gallo no aconseja ni aprobará, pero que no lo extrañará, teniendo presente cierto refrán que dice: ¡DEL LOBO UN PELO!
Harán muy fiero los que manejan los títeres, si ahora, después que se pasó el día de San Pedro y San Pablo, recién se les antoja el ponerse a jugar a las comadres y compadres con los mesmos que el mes pasao, cuando fue tiempo, no quisieron divertirse con los placeros a ese juego... ¡sino a las BOCHAS, con las cuales nos tiraban!
Más lindo hará el Gobierno, si, por los grandes servicios que ha hecho a la Patria la CHISMOSA160, le manda echar una camisa blanca encima, porque, como la infeliz ha servido sin sueldo ni —141→ cargo en que poder pelechar, velay, al concluirse el pericón, se ha quedao muda y en pelota. Además, será bueno agradarla en razón de que todo lo que decía la Chismosa lo averiguaba de su compañero y amigo San Miguel, el cual se lo hacía vomitar al Diablo, como que está a la vista de que hasta hoy lo tiene apretao; de suerte que también será bueno quedar bien con el Santo, desde que hoy en día están saliendo algunos otros diablos, a quienes pudiera ser necesario apretarlos, sino junto a la torre de la Chismosa, a lo menos junto a la torre del Cabildo161.
Hacen bien y bueno los defensores de la justa causa, en decirles: ¡zape, diablos! a ciertos gatos montaraces o montoneros, porque otra vez pudieran querer arañarlos a un descuido: y no hacen mal en pedir alguna siguranza por las dudas.
Últimamente, la señora Junta de Representantes ayer se ha portao muy en su lindo al hacer la nombrada del nuevo Señor Gobernador. Y por fin: el famoso Congreso custitucionero, aunque sea juyéndose allá entre los Guaicuruces, hará muy bien si declara en alta voz de que al yesquerudo Diretor lo han trajinao y fundido en Buenos Aires, echándole las CUATRO COSAS a tiempo, y sin más comodines ni cotigentes que:
Las PORTEÑAS,
La GUARDIA NACIONAL,
La GOBERNACIÓN,
—142→Y la BATERÍA poderosa que le descargó el Sr. comendante D. BERNABEL ESCALADA162.
¡Y viva la jugada...! ¡y la portellada...! ¡y la paisanada!
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