Escena segunda
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GONZALO y ARIAS
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ARIAS. | (Con cariño.) | ¡Hijo, Gonzalo!
| | Te convoco a este alcázar porque anhelo | | que lo
frecuentes más. Como en la guerra | | te ejercitas con
honra, en el Consejo | | debes también ejercitarte;
siempre | | lustre ambas cosas dan a un caballero. | |
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GONZALO. |
Mi juventud es, padre, harta disculpa. | | Al ejercicio de
las armas debo | | dedicarme, y no a más, ya que experiencia
| | para graves consultas no poseo. | |
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ARIAS. | Los que nacen cual
tú, Gonzalo, deben | | hallarse en ellas; no para, indiscretos,
| | dar voto, proponer, abrir los labios, | | sino para imponerse
del gobierno | | en el saber difícil, escuchando | | a
los que edad y estudio esclarecieron, | | y aprender cómo
debe el que gobierna | | a las leyes guardar santo respeto,
| | conservar el Estado en paz honrosa, | | la guerra prevenir,
guardar los fueros | | de cada clase y repartir con pulso | | y equidad los castigos y los premios. | |
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GONZALO. | Cuando libre
Zamora de la guerra | | goce descanso y paz, tendré
harto tiempo | | de aprender a tu lado, padre mío. | | Ahora, sólo lidiar. | |
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ARIAS. | Lidiar es bueno;
| | mas no siempre lidiar. Si el ser tan mozo | | te excusa de
asistir a los consejos, | | no te excusa, en verdad, hijo querido,
| | de asistir de la Corte a los recreos. | |
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ARIAS. | Siempre
angustiado, taciturno, | | con dolor que aun de mí te
alejas veo. | | (Con intención.) | Tú, prenda
de mi amor y mi ternura; | | tú, el menor de mis hijos,
que el consuelo | | debieras ser de mis cansados años,
| | huyes de mí también. ¡Ah! ¿Qué se
han hecho | | tu alegre condición y tu dulzura? | |
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GONZALO. | (Tomándole una mano y besándosela.) | ¿Dudáis
de mi cariño y mi respeto?... | |
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ARIAS. | ¿Qué
he de hacer cuando miro que afanoso | | la muerte buscas con
tenaz empeño?... | | No excusar el peligro es de valientes;
| | de despechados, anhelar los riesgos. | | Que vigiles de noche
en la muralla, | | a todos dando de constancia ejemplo; | | que
el primero te encuentren los asaltos; | | que en las salidas
marches el primero, | | mi aprobación merece. Mas que
sólo | | este recinto dejes sin objeto, | | a provocar
inútiles combates | | y a matar o a morir sin fruto,
pienso | | que es de ferocidad seguro indicio, | | si no lo es
de locura o de despecho. | | Por honra y libertad lidiar es
gloria; | | mas por sólo lidiar, insano empeño.
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ARIAS. | Debe
inclinarte | | a ser aventajado caballero, | | hermanando el
valor y la prudencia, | | el dulce trato y el hablar discreto.
| | Desecha esa tristeza incomprensible, | | y de asistir a nuestra
infanta atento | | está a la obligación. |
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ARIAS. |
Ha poco que a este alcázar concurrieron | | las personas
de cuenta, y renovaron | | a sus plantas el santo juramento
| | de sostener hasta morir constantes | | su herencia, su justicia
y su derecho. | | Tú, tú sólo faltaste.
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GONZALO. | (Con vehemencia.) | ¡Oh
padre mío! | | Y ¿quién puede anhelar cuanto
yo anhelo | | morir por mi señora? |
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ARIAS. | Tu
señora | | no lo duda, Gonzalo. |
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GONZALO. | Plegue
al Cielo | | que yo su paz afirme y su dominio | | y de Zamora
la salud muriendo. | |
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ARIAS. | (Lo abraza con gran ternura.) | ¡Oh cuánto gozo das al alma mía! | | Así
deben pensar, hijo, los buenos. | | Pero a Dios plegue que
por largos años, | | de tu noble valor el fruto viendo,
| | de la infanta el apoyo y de Zamora | | la gloria seas, y
el mejor guerrero. | | La infanta sabe tu virtud y brío,
| | y te distingue con cariño tierno, | | por lo que extraña
más que así te alejes | | de su lado, y así...
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GONZALO. | (Turbado.) | ¡Yo!...
¡Padre!... ¡Cielos!... | | ¿De mí la infanta, acaso...?
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ARIAS. | Nunca
olvida | | que fuiste de su infancia el compañero. | |
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GONZALO. | ¡Ay! ¡Ni yo lo olvidé! No, padre mío;
| | y como la amo yo, cual la respeto, | | nadie en el mundo...
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ARIAS. | Cuando, llena
el alma | | de gratitud, y de ternura el pecho, | | recibió
ha poco de tus dos hermanos | | en este mismo sitio el juramento,
| | notando que faltabas, preguntóme, | | y con elogio
tal y tanto empeño... | |
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GONZALO. | ¡Oh Dios!... ¿Notó
mi falta? |
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ARIAS. | Sí,
hijo mío; | | mucho cariño y honra le debemos.
| | Aquí se acerca. |
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GONZALO. | (En la mayor confusión,
quiere irse.) | Padre, permitidme... | |
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ARIAS. | ¿Así
observas, Gonzalo, mis consejos? | |
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Escena tercera
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Los mismos y la INFANTA
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INFANTA. | Arias... | (Se sorprende
al ver a GONZALO.) | ¿Mas
tú también en mi palacio? | | ¡Cuánto
el mirarte en él place a mi pecho! | |
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ARIAS. | Besa, besa
la mano a tu señora, | | que premia tu lealtad con tanto
afecto. | | (A la INFANTA.) | Su juventud, infanta, le disculpa.
| | Os sirve como honrado caballero, | | os ama como debe un
hijo mío, | | y le aleja de vos sólo el respeto.
| | ¿Escribisteis, señora, a doña Elvira? | |
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INFANTA. |
Ya Bellido partió llevando el pliego. | |
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ARIAS. | (Sorprendido.) | ¿Bellido...? |
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ARIAS. | ¡Señora!..., ¿y a Bellido | | disteis
encargo tal?... |
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INFANTA. | Dudas
no tengo | | de su lealtad. Su astucia es conocida, | | y para
empresa de tan grave riesgo | | él mismo se ofreció.
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ARIAS. | Si vos, señora, | | como siempre me honráis, a mis consejos | | dando acogida
grata, en este caso | | también me hubierais consultado,
creo | | que el encargo Bellido no llevara... | |
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INFANTA. | Bellido,
a la verdad, no es buen guerrero | | pero sí decidido
zamorano | | y defensor ardiente de mis fueros. | |
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ARIAS. | Es
osado, señora, en demasía, | | ya que valiente
no. Falso en extremo... | | No dudo que, sagaz, del enemigo
| | la vigilancia burlará, y espero | | que a doña
Elvira entregará el mensaje; | | mas la confianza del
señor es premio, | | y premiar al vicioso... |
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INFANTA. |
Arias,
acaso | | querrá lavar sus juveniles yerros. | | Ofrecióse
a prestar este servicio | | ante mis plantas y con tanto empeño,
| | que resistir no pude. Y él, gozoso, | | que pronto
alzado de Zamora el cerco | | por su valor e industria quedaría
| | juró al tomar el importante pliego. | |
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ARIAS. | Él
es activo y, como activo, astuto; | | si es buena su intención,
le ayude el Cielo | | Ya también a Aragón partió
el aviso, | | el socorro urgentísimo pidiendo, | | y ésta
la carta es que a don Alfonso | | deben llevar y al moro de
Toledo. | | Firmadla, y partirá. | (Da a la INFANTA
un pliego.) |
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INFANTA. | (Siéntase a la mesa y firma
y permanece sentada.) | Que alguno,
amigos | | auxilio al fin nos ha de dar espero. | |
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ARIAS. | No
lo dudéis, señora; en ayudarnos | | tiene interés
el de Aragón, y empeño. | |
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INFANTA. | ¿Quién
partió a Zaragoza? |
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INFANTA. | Y ¿quién debe
salir para Toledo? | |
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INFANTA. | (Dando el pliego firmado a ARIAS.) | No
se detenga. | |
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ARIAS. | Saldrá de estas murallas al momento.
| | (Vase.) |
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Escena cuarta
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GONZALO y la INFANTA
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INFANTA.
| (Permanece sentada, y dice a GONZALO, que hace ademán
de seguir a su padre:) | ¿Tú me dejas también...?
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INFANTA. | Que te esperes,
ruego. | | Ven..., acércate más. Dime, Gonzalo:
| | ¿ignoras el cariño que profeso | | a tu familia toda?
Arias, tu padre, | | es mi mejor amigo y consejero, | | como
lo fue también del padre mío. | | Sin su prudencia,
su virtud, su celo, | | ¿qué fuera yo, mujer desventurada,
| | entre tanto peligro y contratiempo? | | Tus dos hermanos,
de lealtad y brío, | | y de heroísmo y de constancia
ejemplo, | | las dos fuertes columnas de mi Estado | | son y
el firme sostén de mis derechos. | | El uno alcaide
ilustre de Zamora, | | el otro capitán de mis guerreros,
| | cuando dejan las bélicas fatigas | | y el cuidoso
velar de sus empleos | | me acompañan, me asisten, me
consuelan; | | ora más leve mi penar haciendo, | | y animando
mi espíritu abatido | | de la espantosa guerra con el
peso; | | ora brillando en mi palacio y Corte, | | o prestándome
sabios sus consejos | | tu anciano padre ni un instante sólo
| | de mí se aparta, y a su amor le debo | | cuanto debiera
al de mi padre mismo, | | como lo sabe el zamorano pueblo.
| | Y a ti, Gonzalo, a quien aclama el mundo, | | con sobrada
razón, mi caballero, | | pues que yo misma te ceñí
esa espada, | | la espuela te calcé y el juramento | | prestastes en mi mano; a ti, que llevas | | el nombre mío
entre tus armas puesto, | | cual divisa en tu escudo; a ti,
que siempre | | fuistes en mi cariño el predilecto,
| | jamás verte consigo en mi palacio, | | cerca de mí
jamás. ¿Por qué? Di... |
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GONZALO. | (Abatido.) | ¡Cielos!
| | No prosigáis, señora; no desgarren | | vuestras
palabras mi oprimido pecho. | | Sé cuántos nos
honráis; sé los favores | | que yo, el más
joven de mi raza, os debo. | | Los sé, y consagro mi
existencia toda | | a vos, aunque de vos siempre me alejo.
| |
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INFANTA. | Harto sé yo el denuedo con que lidias, | | de mi nombre en defensa y de mi pueblo; | | las cicatrices
que glorioso ostentas, | | y que aún frescas se ven,
lo están diciendo, | | y tanto más extraño
es tu desvío. | | Hoy mismo mis leales, con recelo | | porque un mensaje dirigí a don Sancho, | | de que cediese
mi invencible esfuerzo, | | a mostrar su constancia en defenderme
| | a este salón solícitos vinieron. | | Tus dos
hermanos, Vasco, Alfonso, Deza, | | Cortés y Lara y
otros caballeros | | de sostener mi herencia y señorío
| | renovaron ha poco el juramento. | | Sólo tú...
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GONZALO. | (Con vehemencia.) | Basta.
¡Por piedad, señora! | | ¿Gonzalo ha menester jurar
de nuevo | | que cuanta sangre por sus venas corre | | derramará
por vos? |
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INFANTA. | Así lo creo. | | Pero
acaso... No sé... Tal vez, Gonzalo, | | contra tu gusto
y tu elección, siguiendo | | la opinión de los
tuyos, no la tuya, | | o de un involuntario juramento | | compelido...
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INFANTA. | ...
mis banderas | | defiendes... |
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GONZALO. | ¡Santo Dios! ¿qué
estáis diciendo? | |
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INFANTA. | ¿Por ventura Zamora es
corto campo | | de tu noble ambición y heroico esfuerzo?
| | ¿Por ventura no piensas que acompañan | | la justicia
y razón a mis derechos, | | y a tu pesar...? |
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GONZALO. | (Con vehemencia y gran agitación.) | ¿Qué
pronunciáis, señora? | | El mundo, el mundo todo
sólo vuestro | | debiera ser. ¡Que yo del mundo el trono
| | tuviera para vos pluguiese al Cielo!... | | Pero... nací
infeliz. ¿Por qué el Destino | | no hace igual el poder
al pensamiento? | | ¿Yo a mi pesar seguir vuestros pendones?...
| | ¿Yo, no por mi elección, vuestro derecho | | sagrado
sustentar?... ¡Ah!... Si la suerte | | en la última
región del Universo | | me hubiera dado cuna, el alma
mía, | | encantada al oír el nombre vuestro,
| | arrastrado me hubiera a vuestras plantas | | a seguir vuestra
causa y defenderos. | | Para morir por vos sólo respiro.
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INFANTA. | Quien tal ardor por mí guarda en su pecho,
| | ¿por qué me evita con tenaz estudio? | |
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GONZALO. | ¡Ah!... Si me comprendierais... Mas
¿qué digo? | | Dejad que huya de vos; dejadme, os ruego.
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INFANTA. | ¿Qué agitación, Gonzalo, te atormenta?
| | De tu extraño penar me compadezco. | |
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INFANTA. | (Con ternura.) |
Sabes, Gonzalo,
| | que casi al par nacimos, y que fueron | | en fraternal unión
creciendo juntos | | los dulces años infantiles nuestros.
| | Después a las Asturias te ausentaste, | | y que no
fue sin lágrimas recuerdo. | | Largos años sin
vernos estuvimos, | | hasta que el rey, mi padre, repartiendo
| | entre todos sus hijos sus Estados, | | voló cual justo
a la mansión del Cielo. | | En herencia dejándome
a Zamora, | | y a tu padre de apoyo y consejero, | | aquí
con él, y no sin gozo mío, | | te volví
a ver, Gonzalo. Ha poco tiempo | | la profesión tomaste
de las armas, | | y por mí fuiste armado caballero.
| | Afable y cariñoso, algunos días, | | solícito
en mi Corte y en mi obsequio, | | gustosa, te encontré;
pero muy pronto | | marcó tu frente el angustioso sello
| | de honda tristeza, y velador cuidado, | | a tu pesar, tus
ojos descubrieron. | | De mi alcázar las danzas y festines,
| | en vez de ser de tu aflicción remedio, | | la furia,
al parecer, acrecentaban | | de tu dolor, pues tan tenaz empeño
| | pusiste en evitarlos. De este modo, | | cuando esperaba del
pasado tiempo | | ver la dulce amistad reproducida, | | hallé
tan sólo en ti... ¿Qué nombre debo | | dar, Gonzalo,
al afán con que procuras | | de mí alejarte siempre,
y de mí lejos | | entregarte al dolor que te devora,
| | siéndote yo de horror y asombro objeto? | |
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GONZALO. |
¿De horror decís?... ¿De asombro?... ¡Oh suerte impía! | | Y ¿quién, y quién cual yo...? |
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INFANTA. |
Ninguno,
es cierto. | | Desque nació esta guerra, valeroso | |
me sirves, es verdad, con alto esfuerzo. | | Mas crece, al
par, tu atroz melancolía; | | y con disgusto, pesarosa,
advierto | | que buscas y te arrojas al peligro, | | como impulsado
de feroz despecho. | |
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GONZALO. | Y huye de mí la muerte,
porque niegan | | todo descanso a mi penar los Cielos. | |
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INFANTA. | (Con ternura.) | ¿Qué te atormenta...? Dímelo,
Gonzalo. | | Si la amistad de nuestros años tiernos
| | del todo no olvidaste, en mí confía, | | descubre
los abismos de tu pecho. | |
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GONZALO. | ¡Jamás! En el silencio
del sepulcro | | se guardará conmigo este secreto. | |
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INFANTA. | (Horrorizándose.) | ¿En el sepulcro...? |
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GONZALO. | (Haciendo ademán de irse.) | Dejadme;
| | ya para resistir fuerzas no tengo. | | Lejos de vos... |
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INFANTA. | (Levantándose del sillón y deteniéndole.) | Espera. ¿Mi cariño | | no podrá ser de
tu penar consuelo? | |
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GONZALO. | ¿Vuestro cariño...? ¡Oh
Dios!... |
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INFANTA. | Habla;
sé franco. | | ¿Causa amor tu aflicción...? ¿Pudo
en tu pecho | | su peligroso influjo...? |
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GONZALO. | ¡Ay
de mí, triste!... | | ¡Amor!... Sí... ¿Qué
decís?... ¡Amor! ¡Oh Cielos! | |
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INFANTA. | Que acerté
con tus males imagino... | | Y ¿quién de tu pasión
es el objeto...? | |
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GONZALO. | ¿Me
ordenáis que diga...? | |
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GONZALO. | (Hincando una rodilla y con la mayor vehemencia.) | Vos
sois el solo dueño | | de todas mis potencias y sentidos;
| | vos quien inflama el desastroso fuego | | que el alma me
consume; vos, señora, | | la causa celestial de mis
tormentos. | | Por vos, sólo por vos, corro al peligro.
| | Soy infeliz, y perecer anhelo. | | Miradme con piedad...
¡Ah! No, ¿Qué digo? | | Derribad la cabeza de mi cuello,
| | ya que de amaros tengo la osadía; | | mas lástima
de mí tened al menos. | |
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INFANTA. | (Agitada.) | ¿Qué
dices...? ¿Qué...? ¡Gonzalo! |
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GONZALO. | Confundidme.
| | Nacido fuí para vasallo vuestro. | | Mas no se manda
al corazón, y el mío | | para amaros nació.
¡Pluguiese al Cielo | | que yo un excelso príncipe naciera,
| | que a vuestros pies pusiera el Universo! | | ¡Ah!... No se
elige cuna; y pues la mía | | me hizo a vos desigual,
el brazo horrendo | | de la muerte me vuelva aquel descanso
| | que vos robasteis a mi insano pecho, | | y ponga fin a mi
cruel martirio, | | y castigue mis altos pensamientos. | | (Álzase.) | Dejadme ir a buscar la ansiada muerte, | | pues mi loca pasión
rompió el silencio. | |
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INFANTA. | (Deteniéndole.) | Detente... ¡Oh Dios!... Detente... ¿A dó, Gonzalo,
| | desesperado vas?... Ven. ¡Ay! De acero | | no tengo el corazón.
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INFANTA. | ¿Tú
la muerte | | buscas tan sólo de tu amor en premio?
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INFANTA. | (Sorprendida.) | Apresurado
| | penetra en el salón tu hermano Diego. | | Calma, ¡por
Dios!, Gonzalo, tu semblante. | |
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