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ArribaAbajo Félix Coluccio: labriego de palabras y leyendas

José Edmundo Clemente


Abrir cada palabra como un fruto de la tierra y trasegarla al «brillo y esplendor» de las vitrinas del idioma, no deja de ser labor apasionante. Es tocar el lenguaje fresco de los pueblos y desbrozar sus raíces nativas para encontrar la hebra de su origen regional; su etimología lugareña. Empresa de apariencia escolar, pero fundamental en las disciplinas lingüísticas porque reconstruye los puentes que vinculan las voces locales con el territorio grande del idioma. En esta tarea, Félix Coluccio es un labriego entusiasta y cariñoso de palabras y leyendas.

Invalorable labor académica y básica en la investigación de la arqueología filológica. Destaca valores locales y los ordena para la consulta de quienes desean comprender, y comprenderse, mediante la palabra. Que es la materia de la que está hecha la cultura de una nación, cada provincia es un cielo privado con entonación y prosodia propia. La totalidad constituye la sinfonía común donde todos somos intérpretes o auditorio reminiscente. Quichua, guaraní, abarcan, completan la panorámica vertical de ese paisaje.

Nuestro rabdomante rural se ocupa igualmente de la gran Capital, cuyos sótanos albergan las voces ocultas del lunfardo presidiario -al que a veces llama caló- y abre sus prontuarios jergales a fin de rebelar ocultos significados. Soles y sombras del habla porteña que divulgan una traviesa literatura y completan el mapa coloquial argentino.

Pero Coluccio no queda sólo en palabras. Avanza firme hacia las mitologías pueblerinas, esa religión al menudeo de creencias y supersticiones populares; algunas clásicas y otras recientes, emotivamente recordadas. Todas con su argumento de sucedidos fantasmales capaces de atemorizar aún a los gauchos más rudos, sin que se avergonzaran   —386→   de ello. El temor es la sensibilidad de los fuertes; la fatalidad, nuestra resignación ante el misterio siempre inescrutable como la vida y la muerte. Tampoco el destino no podía faltar en los estudios de nuestro Labriego intelectual.