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Muy buenas tardes a todos, muchos saludos a la presidenta de la Academia Argentina de Letras, Ofelia Kovacci, muchos saludos a los honorables miembros de la mesa y sepan que, para mí, es un honor hablar aquí hoy, igual que lo fue ayer, quizás hoy más por la presencia de representantes de la Academia Argentina de Letras y de todos los amigos convocados que concurren hoy.
He tomado una serie de notas a lo largo de la intervención y no quiero extenderme más de lo que la cortesía me obliga a precisar. Pero me permitirán ustedes que haga algunas observaciones a lo que he oído muy atentamente y muy enorgullecido de que tenemos un idioma común, que cultivamos y que elaboramos cada día como aquí se ha visto.
Para empezar, yo diría aquello de que conmemoramos el 23
de abril el «Día del Idioma», el día de la muerte de
Cervantes, aquellas palabras del final del
Quijote cuando dice palabras que no cito
textualmente: «Vamos ya, porque en los libros de antaño, no hay
pájaros sujetos, aún hay sol en las barbas»,
todavía hay una mezcla de esperanza y de despedida en estas palabras de
Cervantes, de positivo y también de lo que viene encima para el final de
su vida.
Yo me he quedado muy interesado con las palabras de Alicia Jurado
sobre la condesa de Pardo Bazán y me parece
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que, enlazando
con las últimas menciones sobre Clarín, hubo unas coincidencias
extraordinarias, entre ellas, la amistad de Castelar y su influencia; aquel
español utópico que en 1873, siendo presidente de la primera
República Española, pronunció la frase: «Alzaos
esclavos porque ya tenéis Patria»,
con la liberación
de los esclavos de las Antillas españolas y que perseguía
además, igual que la Condesa, el sufragio universal y la Ley del Jurado;
el sufragio para que todos los españoles mayores de edad votaran y el
jurado para que la Justicia fuera una justicia del pueblo y no de las
minorías oligárquicas.
O también me podrán permitir ustedes que evoque las
palabras de Federico Peltzer cuando se refiere a la importancia del idioma, a
cómo se escribe, cómo se escribía y cómo debemos
escribir. A las palabras de Unamuno cuando dice aquello de que «donde
está mi idioma está mi Patria»,
es una especie de
declaración de la ciudadanía del mundo basada precisamente en el
idioma, en la lengua española, que es una lengua universal que todos
estamos obligados no tanto a defender sino a difundir, a hacer posible que sea
efectivamente uno de los tres grandes idiomas, como ha dicho Michel en su libro
sobre el lenguaje, del siglo XXI.
Y me parece que, además, en las palabras del señor Peltzer hay un concepto nuevo -si me permiten ustedes que lo diga así-: la idea de la sostenibilidad. El idioma es algo que se transmite, que enriquece con la herencia a las generaciones venideras, ése es el concepto de desarrollo sostenible hoy en el medio ambiente de la solidaridad diacrónica, porque estamos obligados a dejar a las generaciones venideras un mundo, por lo menos, tan rico y tan enriquecedor como el que nosotros hemos vivido.
Recuerdo cuán admirado era Clarín en su época tanto por sus paisanos como por los demás lectores. Campoamor -citado por Antonio Requeni- era también paisano de Clarín. —95→ Éste contribuyó, siendo concejal del Ayuntamiento de Vetusta en Oviedo, a la construcción del teatro de Campoamor, donde la burguesía asturiana, la burguesía de la minoría de la que tanto escribió Palacios Valdés tiene el lugar donde celebrar temporadas de ópera a lo largo del año, y donde hoy se presentan y se entregan los Premios Príncipe de Asturias.
Y por último, yo diría que, en las palabras de Emilia Puceiro de Zuleta, hemos encontrado toda una serie de sensaciones que nos unen ya inevitablemente para toda la vida, si doña Emilia me permite que lo diga así: la influencia de Krause que ayer mismo veíamos cómo afectaba a la España de finales del siglo XIX y a la Argentina de principios del siglo XX, su influencia por ejemplo sobre el presidente Irigoyen, todo lo que eso representó. Me parece que esas referencias son muy útiles, entre ellas, la reciente edición de los cuentos completos en inglés por Caroline Raymond es una aportación preciosa para el mejor conocimiento de Clarín.
Simplemente y respondiendo a las últimas palabras de doña Emilia, yo diría que si yo escribí esta segunda vida de Anita Ozores, donde una joven hermosa de treinta años que Clarín ha revelado definitivamente, según parece, en las últimas páginas de su novela, al olvido y al abandono, es porque el autor en este caso, yo mismo, se encuentra fascinado con un personaje único que aquí se ha valorado plenamente en contra de las críticas superficiales sobre si Anita Ozores era un personaje etéreo que no tenía relación con la realidad. En cambio, hoy hemos visto que era una mujer pretórica en muchos aspectos y yo, precisamente, busco darle a ese carácter pretórico una continuidad y ponerla como sucede en la gran relación que se ha hecho de la condesa de Pardo Bazán que vivió plenamente su vida; la segunda vida de Anita Ozores —96→ es una especie de condesa de Pardo Bazán idealizada en la figura de Clarín, que vive plenamente su vida.
Y nada más, quiero darles las gracias por su atención y agradecer a la Academia Argentina de Letras esta invitación que ya pondré en el recuerdo, en la página importante de los recuerdos de la vida que todos tenemos. Muchas gracias.