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294.- Colonias inglesas. La India

     La grandeza de Inglaterra se manifestó en el descubrimiento de países, debido en gran parte a viajeros suyos, y en las colonias que fundó extendiendo la industria y la civilización con sus ventajas y sus vicios. El Madagascar, cuya gente parecía incapaz de toda cultura, tiene hoy su culto, sus leyes y su organización. La Australia es enteramente civilizada. Durante las guerras napoleónicas, la Inglaterra ocupó casi todas las posesiones de los demás Estados en Asia. En la paz de 1815 los Holandeses se quedaron con poquísimas posesiones en África y en América, aunque con muchas en la Oceanía. Java, Sumatra, las Molucas y otras fueron prosperando rápidamente con el sistema de Van der Bosch.
     En la India, Inglaterra no tenía en frente más que a los indígenas. Después de haber conquistado el Misore en 1799, cambió de política, hizo inmediata su dominación y convirtió en súbditos a los aliados. Extendiose el dominio de la Compañía de las Indias. En el Indostán, Wellington debilitó las fuerzas de los Maratas. Las Cámaras desaprobaban las conquistas; pero los gobernadores tenían que hacerlas siempre a fin de asegurar las precedentes con otras nuevas; tanto que en 1815 la Compañía extendía su dominio directo sobre una tercera parte de la península gangética, y su influencia sobre lo restante. En poco tiempo fue sometido el imperio de los Birmanos. Lord Bentink organizó aquellas extensas posesiones, introduciendo en ellas regularidad de gobierno, navegación al vapor y libertad de imprenta. Pero las familias inglesas allí trasladadas no procuran adaptarse a las costumbres de un pueblo eminentemente tradicional, y escandalizan con usanzas allí aborrecidas, como el comer carne, y el cruzamiento de razas, al paso que dejan subsistir la esclavitud, actos de fanatismo religioso tan sangrientos como el carro de Jagrenat, el sacrificio de las viudas, la desnudez y la separación de las Castas.
     En la guerra contra Haider Alí, la Compañía tuvo que pedir al gobierno un empréstito de 900 mil libras esterlinas, y cuanto más extendía sus conquistas, más aumentaba su deuda. Habiendo terminado el privilegio de la Compañía en 1814, se concedió el libre tráfico, dejando sin embargo a la misma el dominio de la India y el comercio con la China hasta 1831. En 1833 le fue prolongada la patente, no ya como sociedad comercial, sino como asociación gubernativa, con facultad de recaudar hasta 1854 los impuestos y arreglar los ingresos de su antigua conquista. Aquí acaba la historia de la Compañía, pero no la de las calamidades que sus conquistas atrajeron a Inglaterra. El dominio de aquellos países pasó enteramente al Gobierno, y la reina fue titulada emperatriz de las Indias.
     Tuvieron que completarse las conquistas empezadas, para asegurarlas de los ataques de los vecinos. Deseaban que el Indo marcase el límite de las posesiones inglesas; pero Runget-Sing, con un ejército adiestrado por oficiales napoleónicos, se hizo fuerte entre los Siki y se empeñó en las cuestiones de los Afganos. Luego el temor de los avances de la Rusia en el Cáucaso le indujo a pasar el Indo para combatir a Dost Mohamed, a quien los Rusos mandaban oficiales y refuerzos. Burnes conquistó el Sind (535) y se plantó en el Kabul, punto de intersección (536) de los grandes caminos entre la India y la Persia. Rebelose el Kabul, que dio muerte a Burnes, y fue preciso ir a vengarlo. Lord Hardinge, gobernador que había hecho las mayores protestas de paz, tuvo que pasar el Indo, someter al Punjab (537), que tiene tres millones de habitantes, hacerse entregar todos los cañones y abolir la soberanía de los Siki. De esta manera el reino Indo-inglés llegó a ocupar una superficie igual a media Europa, con 200 millones de súbditos inmediatos y 47 millones de súbditos protegidos.
     Después de haber ocupado la península táurica (Crimea), la Rusia se plantó en la Persia, dominando desde el Caspio hasta el Indo.




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295.- China

     Con motivo de la India, Inglaterra rompió las hostilidades con la China. Esta no sintió las conmociones europeas del principio de este siglo; pero en el interior se formaban sociedades secretas para arrojar a los Tártaros, lo que obligaba a serios castigos. La dinastía debió concebir celos de la Compañías europeas, máxime de las inglesas que de conquista en conquista llegaron a lindar con la Tartaria China, y colonizaron a Singapur (538) en el estrecho de Malaca, atrayendo buques de todo el mundo. Con la China (exceptuando a Rusia que se comunica por tierra) no se traficaba más que por mar y por el puerto de Cantón, con humillantes restricciones, a las cuales se resignaban Europeos y Americanos; pero los Ingleses se avenían mal con ellas. La Gran Bretaña, en vez de extraer en oro los seis millones y medio de libras esterlinas que saca anualmente de las Indias, las toma en opio obligando a los naturales a plantar adormideras en vez de trigo y haciéndoles recibir este grano en cambio. El opio se cambia en la China por el té, y este en Europa por dinero. Los Chinos se procuran con el opio una embriaguez de las más repugnantes, por cuyo motivo lo prohibió el emperador; pero los Ingleses se ingeniaron para introducirlo de contrabando, y por consiguiente al contado. El emperador quiso emplear la fuerza para hacer observar su prohibición, destruyendo 20283 cajas de opio; pero la escuadra inglesa sostuvo el comercio británico y hasta se apoderó de la capital, Pekín, a pesar de que los Chinos se defendieron con inesperado valor, hasta el extremo de degollar a las mujeres y a los niños, y envenenar las aguas de los pozos en los países que perdían. Por fin se hizo la paz, en virtud de la cual se hallan abiertos a todos los Europeos los puertos de Cantón, Emoy, Fo-cheu-fu, Ning-po y Shanghai (539), se cedió a Inglaterra la isla de Hong-Kong; no se habló del opio, y la Compañía, en 1844, mandó a China 800 cajas de este producto, por valor de unos veintisiete millones.
     En el interior, la China es débilmente gobernada, y comprometida por bandas de aventureros. Una de estas, que afectaba ideas religiosas semejantes al cristianismo y combatía las doctrinas de Confucio y ciertas supersticiones, parecía a punto de abatir el imperio cuando los Ingleses, guerreando nuevamente con la China, se apoderaron de Cantón, y el celeste imperio quedó abierto a los extranjeros.
     La enfermedad de los gusanos de seda sirvió para generalizar el conocimiento de la China y de las mil islas del Japón. Cuando la semilla se hubo contaminado en todos los países de Europa y del Asia Anterior, el comercio fue a buscarla a dichos reinos, que de este modo vinieron a ser término de anuales viajes mercantiles. Chinos y Japoneses se familiarizaron con los usos europeos; muchos de ellos vinieron a Europa; se transmitieron los procedimientos industriales, y adoptaron los nuestros. Los géneros y manufacturas de aquellos remotos países son del todo comunes en Occidente; como lo son los frutos, las semillas, las plantas y un conocimiento asaz completo y exacto de aquella extraña civilización.




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296.- Turquía. Negocios de Oriente

     Los países cristianos que hemos visto constituirse (cap. 285) junto a la Turquía se hacían peligrosos para ésta. Mahmud II continuó allí las reformas; pero en vez de civilizar a un país en que faltan la familia y las propiedades, estas reformas desquiciaban un poder fundado en el despotismo y hacían desaparecer las cualidades originales sin proporcionar las ajenas. De este modo dejó debilitado el reino a Abdul-Medjid, quien con el hati-sherif (540) de Gulhané dio una especie de constitución humanitaria, que quitaba a los Turcos los privilegios de conquistadores y concedía la tolerancia a los Cristianos.
Egipto      Este escandalizaba a los creyentes y a los patriotas, los cuales esperaban una regeneración musulmana de Mehemet Alí, virrey de Egipto. Sin embargo, la civilización que este introdujo era toda exótica, aunque aplicada a la turca, es decir por medio de la violencia. Ocupando los bienes de los Mamelucos, de las mezquitas, de los establecimientos públicos, llegó a ser casi el único propietario del país; introdujo la cultura en grande, dio impulso a la industria, difundió la instrucción, mejoró el ejército y la armada, montó un arsenal en Alejandría, tuvo todas las instituciones de los países adelantados, aunque tendían a organizar la tiranía, por cuanto el pueblo permanecía esclavo. Fueron siete veces mayores los ingresos del erario y disminuyó en un tercio la población, oprimida y servil. Seis mil fellahs, huyeron con Abdallah, bajá de Acre, y como éste se negase a restituirlos, se suscitó una guerra.
     Mehemet ambicionaba la Siria, país de asombrosa fertilidad, provisto de puertos y bosques de que el suyo carecía; así, pues, tomó aquel pretexto para atacar a Abdallah, y se apoderó de Acre. El gran señor, creyéndose amenazado, movilizó un ejército turco contra el ejército de Mehemet, el cual siendo vencedor en Konya (541), hubiera podido marchar sobre Constantinopla y suplantar al gran turco, pero lo detuvo la escuadra rusa y le obligó a declararse vasallo de la Puerta, conservando su dignidad de bajá de Siria. Mehemet expoliaba a ésta para hacer nuevas armas, por cuyo motivo se sublevó y se prolongaron las devastaciones. Vencedor en Nizib, Mehemet llevó la escuadra turca al puerto de Alejandría.
     Desagradaba a todos que el imperio turco se rejuveneciese con el elemento árabe, por cuyo motivo los príncipes de Europa convinieron en conservarlo débil y formaron una cuádruple alianza, con exclusión de la Francia, con la cual disentían en las cuestiones de Grecia, España y Portugal. Pareció inevitable una guerra europea, pero la Francia permaneció inactiva cuando las potencias intimaron al de Egipto que abandonase la Siria y se contentase con el Egipto como gobierno hereditario, aunque tributario y dependiente de la Puerta. Entonces también se estipuló que los Dardanelos, en tiempo de paz, estarían cerrados a toda nave extranjera.
       Ni el imperio era rejuvenecido ni quedaba tranquilo el Levante, y las provincias quitadas a Mehemet no volvían a la Puerta, sino que entraban en la anarquía. En todas partes estallaban sublevaciones, que eran ferozmente reprimidas. Los Maronitas y los Drusos (cap. 241) del Líbano, disgustados de la nueva tiranía de Mehemet, se habían vuelto contra él, y oprimidos ahora de nuevo, se degollaban entre sí. Lo mismo hacían los pueblos greco-eslavos y los Búlgaros y Montenegrinos, destrozándase con bárbara fiereza, en tanto que los monarcas europeos miraban indiferentes aquellos estragos, creyendo tal vez que vendría de Oriente la solución de las grandes inquietudes de Europa. Pero la división de aquel imperio y la posesión de Constantinopla implican tantas dificultades y tantas ambiciones, que el momento de la solución se va alejando cada vez más, y los Cristianos con las armas obligan a la cruz a estar sometida a la media luna.
 
 
 
 
 
 
 
1853




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297.- Literatura. Romanticismo

     La literatura del siglo anterior se había propuesto demoler y consiguió su objeto. En la Revolución, a que tanto contribuyó aquella, fue preciso pelear y no escribir. El talento solo podía aplicarse al examen de los negocios públicos, y las tribunas de Inglaterra y Francia resonaron con los acentos de una elocuencia sin ejemplo, porque jamás se habían agitado en ellas tan grandes intereses. Al advenimiento de Napoleón, todo hubo de inclinarse ante el héroe del momento; las Musas vistieron el uniforme del soldado y presentaron las armas; no se escribió una historia en una época tan llena de acontecimientos; Napoleón tenía miedo a la filosofía, llamándola ideología. En cambio Alemania poseía dos grandes poetas: Schiller y Goethe; el hombre de corazón y el hombre de cabeza. Muchos escribieron en verso y prosa en aquel país, en defensa de la nacionalidad y de la libertad, al par que otros buscaban las razones de lo bello y lo aplicaban con amplia crítica a las obras de todos los tiempos y de todas las naciones, trascendiendo a veces hasta confundir el arte con la filosofía y la religión, y caer en abstracciones sentimentales y místicas. La baronesa de Staël (1766-1817) propagó en Francia la admiración por Alemania, con vigor de hombre y gracia de mujer; hostigó a Napoleón; proclamó la independencia como elemento del genio, y fue partidaria de la originalidad hasta el último extremo. Sobre semejantes conceptos se fundó el romanticismo, literatura que buscaba la novedad más bien que la imitación, la verdad de sentimiento en el fondo y la sencillez en la forma, no aspiraba solo a deleitar, sino que también a enseñar al pueblo, a recelar los afectos y las aspiraciones de la humanidad en un tiempo dado. Por esto proscribe la mitología, las generalidades triviales, los tipos vulgares, las bellezas de convención. Se estudian los clásicos, no para copiarlos, sino para comprender el arte con que se engrandecieron; y se estudian en todos los pueblos, a fin de identificarse con ellos y con la sociedad que representan.
     Las unidades de tiempo y lugar, prescritas por los académicos en el drama, habían de ceder a la unidad de interés. Es tiranía ignorante el sentar reglas con que expresar la inspiración, la cual solo es eficaz cuando es personal revelación de afectos e ideas.
     Los sentimientos habían de ser cristianos, como nuestra sociedad, y la vida se tenía que considerar no como un juego, sino como una seria preparación para la póstuma. Chateaubriand (Genio del Cristianismo) había empezado ya a revelar las bellezas que existen en las creencias y en el culto cristiano; con las novelas Atala y Chactas, Renato y Los Mártires ponía en juego pasiones verdaderas. Por el contrario, el inglés Byron (1788-1824) quiso interesar con viciosos y malvados, odiando a su propia nación y a la humanidad, y se embriagó en voluptuosos deleites, hasta que fue a prodigar sus bienes y su vida en defensa de los Griegos. El escocés Walter Scott deleitó a toda una generación con novelas históricas, que ayudaron poco a los sentimientos sociales y nada a la verdad.
     La Italia poseía en Vicente Monti un poeta que con exquisito arte y elegantísimo verso cantó todos los acontecimientos de la época, ensalzando sucesivamente al Papa, la revolución, la libertad, a Napoleón y a los Austriacos. Redimió a la tragedia de la aridez de Alfieri, pero cuando vio las innovaciones románticas, las combatió.
     Con mucha más severidad Alejandro Manzoni (1785-1873) cantó la religión, la virtud y la patria; escudriñó seriamente la verdad en los dogmas, en la historia y en los sentimientos y en los Prometidos esposos creó caracteres de insuperable naturaleza y vida.
     Las dos escuelas de los Románticos y de los Clásicos no siempre combatieron con buenas armas. Estos perfeccionaban la forma, obstinándose en la belleza exterior; aquellos huían de lo falso y estudiaban la naturaleza; pero así como en los unos había escritores clásicamente admirables (Leopardi), los hubo entre los otros que deliraron con nuevas mitologías y formas convencionales.
     En Francia, Lamartine indujo a meditar sobre el concepto de Dios, el misterio del alma y el de la sociedad. Víctor Hugo quiso ser original, y cuando no encuentra la originalidad en las formas ni en la tortura del estilo, la busca en la extravagancia, en la violencia, en la embriaguez del egoísmo. En sus dramas (Cromwell, Hernani, El rey se divierte, Marion Delorme), no solo presenta personajes excepcionales y situaciones extravagantes como en sus novelas (Nuestra Señora de París, Los Miserables, El hombre que ríe, Han de Islandia, etc.), sino que sigue además la libertad de Shakespeare, aunque atendiendo siempre a la exterioridad, a los efectos teatrales, antes que al sentimiento íntimo de los tiempos y del hombre.
     Vigny, Delavigne, Ponsard... compusieron celebradas tragedias; Scribe, Dumas, padre e hijo, Sardou, escribieron muchísimas comedias; y son innumerables las novelas de Balzac, Paul de Kock, Jorge Sand (542), Didier, Dumas, Sue, About..., los cuales, si bien ocuparon los ocios de los aburridos, difundieron la corrupción, el sofisma y el descontento, sobre todo cuando empezaron a invadir el folletín de los periódicos.
     Y los periódicos vinieron a ser la principal literatura. En número extraordinario, contaban con la colaboración de ilustres autores, pero se hicieron cada vez mas vulgares, a medida que fueron buscando el mayor número de lectores en el bajo pueblo. Sin embargo, no faltaban críticos que juzgaron aún con sano criterio, como Sismondi, Villemain, Schoel, Saint-Marc Girardin, Pomartin, Sainte-Beuve.
     Después de Byron y Scott, la Inglaterra se aficionó a los asuntos domésticos, al análisis de los afectos (Bulwer, Godwin, Israeli, D'Arblay, Dickens, Elliot), a la descripción de costumbres y de viajes. ¡En 1830, el diccionario de los diez mil autores ingleses contenía 1907 poetas! Entre estos sobresalen Coleridge, Rogers, Canning, Wordworth, Shelley (543), Soothey, Moore, Tennyson y la Barret Browning. No descuella ningún autor dramático; abundan los escritores de enseñanza; son innumerables los periódicos y hay revistas de crítica austera y amplios conocimientos; pero donde brilla realmente la literatura es en los discursos parlamentarios.
     Los Norte-americanos, ocupados en conquistar y civilizar a su país, pueden atender poco a la literatura, y se limitan a leer y escribir periódicos. Sin embargo han tenido buenos historiadores (Prescott, Baukroft, Wheaton, Irving), excelentes escritores de geografía, muchos teólogos (Dwight, Ware, Robinson), buenos juristas y novelistas ilustres, entre ellos la Beecher Stowe, que hizo estremecer al mundo presentando en la Cabaña de Tom (544) los sufrimientos de los Negros esclavos.
     Schiller y Goethe implantaron la forma clásica en Alemania, donde otros llegaron a un sentimiento más profundo y a mayor originalidad, como Tieck, agudísimo en la observación y en el epigrama, en la sátira contra el espíritu calculador y la prudencia egoísta. La poesía liberal de 1814 adquirió nuevo vigor en 1830, y con frecuencia tendió a demoler la religión y la sociedad (Heyne). Kotzebue e Iffland llenaron el teatro de débiles personajes. Son dignas de elogio las tragedias de Grillparzer, Bauenfeld, Rampach y Anersperg. Juan Pablo Richter fue muy extraño en la vida como en las composiciones suyas, lo mismo que Hoffmann, que unía lo sublime con lo rastrero. Siguieron sus huellas muchos novelistas, que a menudo hacen alusión a los sucesos contemporáneos.
     En la Escandinavia la mayor parte de los literatos usan la lengua alemana, y los pocos que adoptan el idioma patrio quedan desconocidos para Europa, la cual apenas sabe el nombre del trágico Oelenschleger. En Hungría se procuró también fijarla lengua, no solo en la administración y en la enseñanza, sino que también en la literatura. Telek, Szabó, Szala cultivaron un idioma patrio en que se escribieron muchas novelas.
     La lengua bohemia, que fue la docta y diplomática de Alemania en tiempo de Carlos IV, fue rejuvenecida por Schaffarik, Palacky y Kollár. La rusa solo aparece como lengua literaria bajo Pedro el Grande; al principio de este siglo fue adoptada por, Karamsin para la prosa y por Joukofi para el verso; cultiváronla luego Desjavine y Krilof. Hoy es hábilmente desarrollada. En 1845, Nicolás I ordenó que no se confiriesen grados académicos sin un riguroso examen de lengua rusa. Empleáronla con éxito Grybojedof, Pushkin (545), Lermontov (546), Gogol', y es excelente el Diccionario de la Academia de San Petersburgo, por orden de raíces.
     En 1801, se fundó en Varsovia una academia para cultivar la lengua polaca, en cuyo uso brillaron excelentes escritores y el poeta Michiewicz.
     Los ingenios españoles, estimulados por los sucesos y por las emigraciones a que se habían visto obligados varias veces, regeneraron la literatura nacional. Argüelles, Quintana, Gallego, Frías, Gallardo, Martínez de la Rosa, Ángel Saavedra, Trueba, Toreno... escribieron en momentos de desgracia y de proscripción; y muchísimos desplegaron elocuencia en la tribuna y energía en los escritos. Al contemplar su amado país, se avergüenzan de los tiempos monárquicos y se lamentan de los feudales. El poeta cómico Moratín natural de Madrid (1760-1828) aunque vio surgir en Europa la escuela romántica, y aunque era compatriota de Lope y Calderón, compuso en estilo clásico y escribió acerca de los orígenes del teatro español, juzgando las primeras obras según su escuela. Continuó esta colección Eugenio de Ochoa con opuesto espíritu, reuniendo lo mejor de aquel teatro. Prescindiendo de aquellos que, como Burgos, Martínez de la Rosa y Lista, se han atenido a la escuela clásica, también los románticos siguieron las huellas de Walter Scott, de Goethe y hasta de los Franceses; muchos cultivaron el género satírico y el picaresco especialmente Larra, Miñano y Mesonero. Menos afortunada que la española, la literatura portuguesa tiene sin embargo, como aquella, excelentes escritores que la cultivan con éxito en la América latina.
     Todas las cuestiones literarias se revisten de política, como en otro tiempo de religión. Proclámase la emancipación de toda teoría y el principio del arte por el arte. En general se divulgan las compilaciones, las enciclopedias y los periódicos, que dan con facilidad cierta apariencia de doctrina. De ahí los métodos mecánicos, las musas puestas a precio, el frenesí de la novedad, a costa del sentido común, y la presunción de saberlo todo sin haber estudiado. La melancolía domina algún tiempo en la literatura, luego se introducen la ironía y el sarcasmo, que con frecuencia se vuelven contra el entusiasmo y las convicciones, y hasta contra el pudor y la urbanidad.




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298.- Ciencias históricas

     El espectáculo de tantos acontecimientos indujeron a conocer y a apreciar los hechos pasados, y a interpretar el mundo en vez de explicarlo por medio de quiméricas ilusiones. La historia descubrió que la libertad es cosa antigua, que solo el absolutismo es nuevo, y que únicamente son duraderas aquellas instituciones que se fundan en las antiguas, esto es, que nacen espontáneamente de la índole de los pueblos y por medio de evoluciones progresivas. Durante la Revolución y el Imperio, la libertad era demasiado escasa para que la historia floreciese. Agradecidos debemos estar a Sismondi, quien, hostil a la Iglesia y a los príncipes, buscó la historia de las repúblicas italianas en los cronistas, como hizo Michaud para las Cruzadas. Ginguené empezó la historia de la literatura de Italia, y Daru la de Venecia. Restablecida la paz y vuelta a su antiguo brillo la literatura con la restauración, se estudiaron con ahínco las crónicas para indicar la posición de los vencidos con respecto a los vencedores, y deducir de frases originales e ingenuas la verdad falseada por la retórica (Bréquigny, Lézardière, Montlosier). Agustín Thierry en la historia de la conquista de los Normandos, Guizot en la de la Civilización, Barante en la de los duques de Borgoña, Vaulabelle y Martin en la de Francia aportaron innovaciones, aunque no precisión de miras. Mignet y Thiers escribieron la historia de la revolución, explicando los delitos que hallaron luego apologistas en Luis Blanc y en Michelet.
     Muchos escribieron sobre Napoleón y sus generales, aparte de lo que escribió él mismo (Thiers, Lanfrey, etc.).
     Carlos Botta escribió la historia de la independencia de América y la de Italia desde el punto en que la concluyó Guicciardini hasta 1814, trabajo más literario que histórico. Algunos narraron los tiempos y las revoluciones de la Italia contemporánea con las pasiones inevitables. Se indagaron archivos y se reconstituyeron las historias municipales. Cantú emprendió y llevó a feliz término su Historia Universal y una de los Italianos demostrando el progreso continuo de la humanidad, y esperando que servirían de enseñanza en los acontecimientos que se presentían y que él ha descrito luego en la crónico-historia de la Independencia italiana.
     En Inglaterra no se llegó a la altura de los grandes historiadores del siglo anterior. Es en extremo original y extraña la historia de la Revolución francesa por Carlisle.
     Toreno, Quintana, Lista se dedicaron a la historia de España, donde Balmes la adoptó para la defensa del cristianismo, como Montalembert en Francia.
     Los trabajos históricos fueron menos considerables en Rusia y Escandinavia que en Alemania, donde una osada crítica disipó los mitos de la historia de Roma, de Grecia y hasta de Cristo (Strauss, Niebhur, Mommsen, etc.). Las antigüedades patrias ofrecieron ancho campo a Eichorn, a los hermanos Grimm, a Schmidt, a Menzel; otros compilaron la historia del mundo y de los Estados europeos (Gatterer, Rotteck; Heeren, Leo, Schroch, Gervinus...) y sobre todo la historia de parte o de toda la Alemania o de alguna de sus épocas.
     Los estudios orientales tomaron incremento al ser introducida la filología comparada, la cual dedujo las más inesperadas conclusiones filosóficas e históricas del análisis de las lenguas y dialectos; y se generalizaron el árabe, el sánscrito y el chino, ayudados del examen de los monumentos y de las monedas.
     La geografía dejó de ser un repertorio de nombres y de cifras, para examinar todos los elementos de civilización de los diferentes pueblos, y se sirvió de las ciencias mineralógicas y etnográficas (Maltebrun, Humboldt, Ritter, etc).




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299.- Bellas artes

     El artista del Imperio fue David, cuya escuela se formaba sobre la estatuaria antigua, con actitudes, colores y asuntos convencionales. Siguiéronlo Gérard, Gros, Girodet, y los artistas de todos los países donde cundió aquel estilo. El italiano Canova, al desprenderse de los modelos usuales para ceñirse a la verdad en la forma y al sentimiento en el concepto, produjo obras sublimes. El arquitecto Cagnola imitó o copió a los antiguos en el arco del Sempoine de Milán. Los pintores Appini y Bossi cedieron el campo a Hayez, Palagi, Demin y otros. Con el romanticismo se quisieron asuntos nuevos, y por tanto nuevas actitudes y más sentidas pasiones; pero como ya no se encargaban grandes cuadros de iglesia y se estrechaban las habitaciones, la pintura tuvo que atenerse a pequeñas dimensiones y prefirió el paisaje y los cuadros de género.
     En cambio tomó gran vuelo la escultura, en cuyo arte Bartolini dio el ejemplo de abandonar lo convencional para adoptar lo verdadero, a riesgo de caer a veces en un feo realismo.
     El grabado de gran género fue derrocado al principio por la litografía, y luego por la fotografía, que ha reproducido las obras maestras de todos los países.
     El danés Thorwaldsen sostuvo la rivalidad con Canova. El ruso Brulof causó la admiración un momento. Fuseli de Zúrich hizo la galería de Milton y de Shakespeare. Los ingleses se distinguieron en la acuarela; elógianse los retratos de Lawrence y las grandiosas escenas de Martin y Turner. En América adquirió gran popularidad el pintor Trumbull; la mayor parte de las estatuas que adornan el capitolio de Washington fueron labradas en Roma. En Francia adquieren renombre por sus escenas históricas Ingres, Delacroix y Delaroche, y por sus paisajes y escenas campestres los Vernet y Robert. Ary Scheffer y Flandin brillaron por el sentimiento.
     Los alemanes se cansaron pronto de la escuela de Mengs y David y de la mitología académica, queriendo asociar el arte con la religión y la historia, conforme a su genio filosófico. Entregándose al arcaísmo, sacrifican la forma y el colorido al pensamiento. Se restablece la pintura religiosa en las escuelas de Dusseldorf y de Mónaco. Owerbeck la implanta en Roma. Klenze, Cornelius, Schadow, Rotman, Schwanthaler, Hess, Hemsel, Kolback llenan Alemania de obras sumamente estudiadas. El suizo Calame figura entre los buenos paisajistas.
     Aún obtiene mayor culto la música, a medida que el teatro se generaliza hasta llegar a ser un elemento de la vida moderna. Cherubini le dio inusitada extensión. Beethoven, silbado al principio, fue pronto admirado. Mozart, Weber, Gluck se disputaron la primacía, hasta que llegó Rossini, cuya larga vida fue una serie de trabajos y triunfos; su música, como la de sus secuaces Mercadante, Pacini, Donizetti, hizo enmudecer a toda la demás; posteriormente, bajo la influencia de Weber, el mismo Rossini modificó su estilo en el Guillermo Tell. Bellini atendió sobre todo a la melodía. Verdi llegó a triunfar con la orquesta, donde sucumbían los italianos. Estos deleitaron al mundo, hasta la aparición de Wagner, quien parece destinado a vencer con la música del porvenir.




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300.- Ciencias exactas. Aplicaciones

     En ninguna otra época remontaron las ciencias su vuelo a mayor altura. Preciosos instrumentos de precisión, tales como el goniómetro (547) reflector, los cronómetros, el esferómetro, la palanca de contacto, la balanza de torsión facilitaron la exactitud de los experimentos. Las matemáticas sometieron a cálculo la probabilidad; hallaron las relaciones posibles entre los seis elementos de cualquier triángulo esférico (Herschel, Cauchy, Carnot, Poisson, Bordoni, Plana, Oriani); determinaron las integrales definidas; y Monge inventó la geometría descriptiva.
     En cuanto a la luz, a la idea de la emisión se sustituyó la de vibración, lo mismo que en el sonido, y se vio su polarización e interferencia (Arago, Fresnel, Malus).
     El calórico se difunde también por medio de vibraciones, y tiene su polarización y su interferencia propias. Puede además desarrollar una corriente eléctrica. Los supuestos fluidos imponderables quedaron reducidos a una sola actividad de la materia.
     Después de Volta, la electricidad adquirió mayor importancia, y mucha más cuando Oersted descubrió el electromagnetismo. Así la electricidad se combinó con todas las ciencias, habiendo termo-electricidad y termo-magnetismo, y fenómenos acústicos, fisiológicos y hasta cósmicos producidos por ella. Aplicada a la química, la pila descompone el agua, las sales y los gases, aniquilando las mayores afinidades químicas. Davy superó a Lavoisier, a quien amplió Berzelius. Haüy estableció la conexión entre la composición química y la forma cristalina; se conocieron después los equivalentes, probándose que los cuerpos se combinan todos en proporciones invariables, y que en las reacciones químicas todo cuerpo es exactamente reemplazado por un equivalente. Después de haberse descubierto el dimorfismo, se aplicó el análisis a la fotosfera (548) solar, por medio de cuyas estrías coloreadas se aplicó la naturaleza de los componentes del sol.
     Dumas sentó por principio que los vegetales producen los principios inmediatos, que los animales se sirven de ellos descomponiéndolos, y que las plantas y los animales son en cierto modo aire condensado.
     La historia natural fue estudiada como ciencia aparte, y no ya con el solo objeto de ayudar a las demás ciencias. La fisiología vegetal se aplicó especialmente a las criptógamas, y Goethe aseguró que la hoja es el único órgano fundamental, y que el cáliz, la corola, los estambres, el pistilo no son sino modificaciones suyas. De Candolle añadió las leyes de la simetría, la cual se realiza a pesar de los abortos, las degeneraciones y las adherencias.
     Del examen de los minerales se llegó a la geología, distinguiendo los terrenos y las estratificaciones y deduciendo su edad de los fósiles que contienen. Se explicaron igualmente las revoluciones y las seculares pero continuas evoluciones del globo. Se fundan y discuten diferentes teorías acerca de cómo nacieron sobre la materia los seres organizados y los animales, y en averiguación de si éstos se fueron transformando o si persisten las especies. Cuvier creó la anatomía comparada determinando la correlación de todas las partes y el fin determinado de cada una, de suerte que un fragmento le bastaba para reconstituir un animal entero. Lamark sostuvo con la filosofía zoológica la variabilidad de la especie por grados determinados. La misma ley descubría Fries en los vegetales. Darwin vio en todo una selección. Se quiso dirigir estas doctrinas contra el Génesis, partiendo de una célula primitiva, que se desarrolla sucesivamente en el transcurso de millones de siglos, y no se vio en el hombre más que un mono perfeccionado.
     En la medicina, considerando los fenómenos en su generalidad, se quiso hallar también una unidad de acción casi mecánica, una libra única elemental (Schelling, Ocken). Bichat creó la anatomía general y la histología, estudiando no el organismo sino los tejidos, y vino a formarse la anatomía patológica. El escocés Brown consideró las enfermedades como derivantes de exceso o deficiencia de excitación (estímulo y contraestímulo). Muchos médicos se inclinaron al materialismo, como Cabanis y Broussais; éste sostenía que las afecciones del alma son excitaciones del sistema nervioso, y que las virtudes y los vicios son modificaciones del encéfalo. Él mismo introdujo la doctrina de la irritación, que a menudo hay que corregir con debilitantes.
     Del mismo modo que éste localizaba las enfermedades generalmente en el tubo gastroentérico, Gall indicó principalmente en el cráneo tantos órganos cuantas son las afecciones del hombre, cada uno de los cuales tiene la facultad de percibir, juzgar e imaginar. La homeopatía precisó los síntomas patogenéticos y aplicó a cada uno un específico. El magnetismo animal volvió a parecer como teoría fisiológica, bastando la voluntad del hombre para excitar o adormecer la inteligencia y la voluntad.
     Los sabios atendieron, más que a las teorías, a la observación práctica, a las exactas diagnosis, y se sirvieron de los instrumentos perfeccionados, de la anatomía, de los nuevos y simplificados productos farmacéuticos. Más parece que la naturaleza quiere burlarse de la ciencia con terribles epidemias, tales como el cólera, el tifus, las viruelas, el crup, la fiebre amarilla, con las cuales renacen los delirios del vulgo y de la ciencia.
     Sprengel, Renzi y Puccinotti escribieron la historia de la medicina.
     El perfeccionamiento de los aparatos y de las matemáticas hizo progresar la astronomía. Los observadores rivalizaron en cálculos y descubrimientos. Herschel descubrió un nuevo planeta, Urano, y Piazzi un asteroide entre Marte y Júpiter. Posteriormente se han ido descubriendo muchos. Se siguió el curso de los cometas; se estudió la naturaleza del sol (análisis espectral), como la naturaleza y los periodos de las estrellas fugaces. Con el simple cálculo se halló el más lejano de los planetas, Neptuno. Se penetró en las nebulosas, y también en los cielos se quiso encontrar un génesis, es decir, el lumínico, primera materia de que se formaron y se van formando los planetas y los innumerables soles.
     Nuestro siglo es admirable por haber aplicado a los usos de la vida los grandes descubrimientos. La química abrió nuevos senderos a la industria. Chaptal popularizó la química aplicada a las artes. Berzelio, Le Blanc, Dartigues dieron nuevos métodos para las tintas, para hacer la sosa, para extraer el azufre de las piritas, para la fabricación de la pólvora. Chevreul introdujo las velas esteáricas. Carcel y Carreau construyeron lámparas más cómodas que las de Argant, hasta que el aceite fue sustituido por los carburos y el gas hidrógeno, con los cuales trata hoy de competir la electricidad. Se aplicaron máquinas a toda clase de industrias, hasta para coser. La electricidad fue utilizada por la medicina desde luego, y aplicada a la telegrafía después.
     El vapor llegó a ser el motor más común y más poderoso de buques y vehículos (Watt, Fulton, Stephenson), y el mundo fue pronto surcado de vías férreas que atraviesan montañas, ríos y desiertos, aproximando remotísimos países y poniendo al alcance de todos ellos los productos de cada uno. También es aplicado el vapor a maquinarias de todo género; a la imprenta, al desecamiento de pantanos, a la extracción de minerales, a muchos trabajos agrícolas, a la extinción de incendios, a la distribución de aguas, a la excavación de canales e istmos, y contribuye a que los hombres aumenten sus mutuas relaciones y venzan la superficie de nuestro planeta.




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301.- Ciencias filosóficas y sociales

     El trascendentalismo de Kant dio origen a muy diferentes escuelas en Alemania, país de la filosofía. Fichte sentó por principio supremo de la ciencia el yo pensador que se realiza a sí propio, que se crea afirmándose, al paso que el no yo solo existe porque es conocido por el yo (idealismo subjetivo). Schelling, al contrario, ve en el yo una forma típica del no yo, de modo que son absolutamente idénticos el mundo real y el ideal (idealismo objetivo absoluto), de donde resulta un constante paralelismo entre las leyes de la inteligencia y las del mundo, desapareciendo la religión y la moral. Hegel reduce la ciencia a dialéctica, de modo que el saber absoluto resulta de la identidad de lo subjetivo con lo objetivo, y consiste en creer que el ser no es sino el mero concepto en sí mismo. De este idealismo se hicieron grandes aplicaciones a la filosofía práctica, a la del derecho y a la historia, la cual es el desenvolvimiento del espíritu universal en el tiempo, el progreso de la conciencia de la libertad. Tanto si se elegía la parte intelectual con Hegel o la material con Oken, se iba a parar siempre al panteísmo, a la negación de lo supersensible; y a esto se opuso la escuela espiritualista que tuvo por jefes a Jacobi, Wronski y Baader.
     La escuela escocesa se atuvo al sentido común, observando lo que es, en vez de describir lo que debe ser. En Francia, al sensualismo que había introducido la revolución (Cabanis, Volney, Tracy, Lamark) empezaron a oponerse Maine de Biran, Royer-Collard, Cousin, sin crear nada, pero suponiendo que en todo sistema hay algo de verdad, y que esto es lo que debe tomar el filósofo (eclecticismo); ¿pero puede escogerse lo verdadero sin tener de él un tipo fijo, a que recurrir directamente? Algunos filósofos se atuvieron a la revelación (teósofos), tales como De Maistre, Bonald, Gerbet, Ekstein, La Mennais, Lourdoix, Saint-Martin, Ballanche, Buchez, al par que otros sostenían la libre interpretación según las luces particulares.
     Suponiendo que los conocimientos se derivan de los sentidos, no habría más que hacer lo que nos favorece o nos place. Bentham sentó la teoría del egoísmo, considerando las acciones sólo bajo el punto de vista social. Legitimidad, justicia, bondad, moralidad de una acción, son únicamente términos sinónimos de utilidad social.
     En la revolución, a pesar de las teorías filantrópicas, el derecho internacional no pudo fundarse sino en convenciones y en la fuerza de hacerlo observar. La Santa Alianza no hizo otra cosa. De vez en cuando se alzaron algunos proclamando la paz universal, sin que faltaran leyes y congresos encaminados a este fin, generalmente en vísperas de terribles guerras (Brougham, Mackintosh (549), Stahl, Hauterive). Pero la legitimidad, la no intervención y el sufragio universal, fueron adoptados según las conveniencias de los fuertes y de los astutos.
     La ciencia de la legislación se aplicó al estudio del derecho penal, debatiéndose sobre todo la cuestión de si la sociedad puede o debe aplicar la pena de muerte. Cada día se fueron adoptando procedimientos más humanos, y se quitó a la pena el carácter de venganza para darle el de expiación y de enmienda. La escuela histórica no quiere que se hagan Códigos, porque estos coartan el derecho, cuando éste es continuamente progresivo (Hugo Savigny); en cambio otros consideran como gran signo de civilización la formación de Códigos. Estos se extendieron a las ordenanzas militares, comerciales y marítimas, y se intentó formar uno internacional que evitase los casos de guerra.
     Schlosser dio a la estadística el carácter de ciencia. Aplicola Gioja, y la quisieron luego todos los Estados, aunque se vio aplicada a veces como un juego de prestidigitación.
     Las doctrinas concernientes al orden social de las riquezas, se fundan en la filosofía aplicada a la vida de las naciones. Economistas y fisiocráticos se disputaban el dominio durante la revolución, la cual había de tomar las medidas más repugnantes a la ciencia, como la circulación forzosa, las tarifas del mínimum y los asignados. Estos errores económicos, aunque perjudicaron más que los de la ambición, indujeron a estudiar las doctrinas de las riquezas. En Inglaterra prevalecieron las doctrinas de Smith, según las cuales el trabajo forma el capital, y el crédito une estos dos elementos. Malthus y otros ampliaron y aplicaron estas doctrinas que popularizó Say. No les faltaron herejías ni aplicaciones opuestas, como el libre cambio proclamado en Inglaterra por Cobden, y la ley aduanera sostenida por List en Alemania. Otros pensaron menos en la creación de las riquezas que en su distribución para destruir la enorme desigualdad entre los que mueren de plétora y los que desfallecen de hambre (Sismondi, Villeneuve, Droz). Se llegó en este terreno a las utópicas de Owen, de Fourier (550) y de Saint-Simon (socialistas). El pauperismo es en suma la plaga para la cual Inglaterra no halla remedio, y que se extiende a otros países donde la industria prevalece sobre la agricultura.
     La clase más numerosa lanza más vivos lamentos, quizá porque es más llevadera su vida y porque su educación le abulta los males haciéndole ambicionar una situación mejor. La riqueza territorial es igualada a la de las industrias y del crédito. Son mejor distribuidos los gravámenes. Se establece cierta proporción entre los salarios y la habilidad. Se facilitan al pobre los medios de utilizar sus pequeños ahorros. Las fuerzas gratuitas de la naturaleza suplen a muchas fatigas del hombre. La educación penetra en las ínfimas capas sociales. Se mejoran las cárceles y los hospicios. Y como ni los cuidados de la ciencia ni las declamaciones de los utopistas alcanzan a destruir los males de la humanidad y de la vida social, la caridad multiplica sus ingeniosos recursos, oponiendo a la teoría del Cada cual para sí, la del Amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.




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Apéndice

De los últimos acontecimientos (551).

1846      La elección de Pío IX pareció iniciar un fausto movimiento después do la calma de treinta y tres años. El entusiasmo inexplicable con que fue aclamado por todo el mundo, expresaba las desmedidas esperanzas de mejoras, doquiera acariciadas, y nutridas por el incremento de la industria, de los estudios, de las comodidades, de la cultura, de la filantropía y del espíritu de igualdad. Los pueblos conmovidos reclamaban la libertad en nombre de la religión, y acariciaba le mente de todos la idea de adquirir la plenitud de los derechos, sin efusión de sangre. Mas pronto el céfiro se convirtió on huracán. Las aspiraciones se dirigían principalmente a la nacionalidad, cuya voz hicieron resonar de pronto los Polacos y los Croatas. La Galitzia convirtiola después en furor comunista, degollando a los ricos; el Austria tuvo para este pueblo una sangrienta represión, que aumentó el odio contra ella. Los Croatas, guiados por el poeta y guerrero Jellacie, querían que los Húngaros cesasen de ser sus tiranos, por cuyo motivo favorecían al Austria, deseosos de someter a los Magiares (552) mismos a la uniformidad administrativa.
       En Italia, se repetían las explosiones del odio nacional contra el Austria, de la cual esperaba emanciparse obteniendo de los príncipes las franquicias a que no se resignaba ésta. En efecto, los príncipes tuvieron de pronto que conceder reformas, y prometer después la Constitución. Créese que el impulso fue dado por los Franceses, que languidecían al cabo de los diez y ocho años del tranquilo reinado de Luis Felipe y del largo ministerio Guizot. Después de haber atentado varias veces contra la vida del rey, y clamado contra los Jesuitas, los Franceses pidieron reformas en el sistema electoral, celebraron ruidosos banquetes, y por último se sublevaron en París. Huyó Luis Felipe y se proclamó la república.
 
 
1848 febrero
 
     Esta cayó en manos de personas exageradas, que proclamaban doctrinas comunistas. Sentado el principio de que todos tenían derecho al trabajo, tuvo que proporcionarlo el Gobierno, abriendo talleres donde laboriosos y holgazanes eran igualmente retribuidos. Estos talleres fueron nidos de facciosos y focos de incesantes tumultos. Hasta en provincias cada cual se veía obligado a proveerse de armas para la defensa de sus intereses.
       Este acontecimiento alteró el desarrollo de las revoluciones en todo el resto de Europa. El Austria se veía agitada, porque los mismos Bohemios pedían la igualdad de todas las razas eslavas y de todos los credos religiosos. En Croacia, las estirpes supeditadas querían usar su propia lengua y tener magistrados propios. Los Húngaros, guiados por Kossut, querían tener sujetos a estos Croatas, al paso que pedían la independencia para sí. Para calmar estos desórdenes, convocó el Austria los estados en Viena; mas los estudiantes se insurreccionaron, formando barricadas; obligaron al emperador Fernando a prometer una asamblea constituyente, y mientras tanto exigieron una guardia nacional y libertad de imprenta en todo el imperio.
 
 
 
 
 
1848 marzo
     ¿Debían los Lombardo-Venecianos aprovecharse de aquellas circunstancias (553) para alcanzar la libertad? Esto aconsejaban unos, mientras que otros consideraron la ocasión oportuna para conquistar la independencia. Subleváronse (las cinco jornadas) y arrojaron de cada ciudad a las guarniciones austriacas, las cuales se retiraron al cuadrilátero formado por las fortalezas de Peschiera, Mantua, Verona y Legnago (554).
     Se dio entonces principio a la Cruzada, sostenida por fuerzas procedentes de toda Italia; pero los Austriacos recuperaron el territorio veneciano, la Lombardía y los ducados de Toscana.
       El rey de Sicilia había reprimido la revolución en Nápoles. El Papa, idolatrado al principio y vilipendiado después, tuvo que huir de Roma, donde los Mazzinianos proclamaron la república. Pero la Francia repuso al Papa con sus fuerzas. Venecia resistió largo tiempo, mas tuvo que capitular al fin.
1849
       La llama no estaba extinguida; el gobierno militar fue necesario en todas partes para contener la oposición a los príncipes restablecidos. Contra los Austriacos se sublevaron la Bohemia y la misma capital. En los demás Estados europeos se había sentido la sacudida, ya con violentas sublevaciones como en los principados de Alemania, ya con la petición de reformas como en Bélgica y en Holanda. En Alemania se reconstituyó el imperio, con el archiduque D. Juan de Austria a la cabeza. Fue disuelta la asamblea de Francfort y quedó el país más dividido que antes. El Austria recuperó a costa de mucha sangre su capital, la Bohemia y la Hungría (555), luego el Lombardo-Véneto, y reconstituyó la monarquía. El nuevo emperador Francisco José dio una Constitución, que nunca pudo aplicarse, dada la diversidad de razas, leyes, historia y costumbres. La Hungría vio atacados sus derechos históricos, por cuyo motivo proclamó la independencia y la república. El Austria tuvo que acudir a la Rusia, que ayudó a someterla. Pero se había realizado la emancipación de los campesinos en vez de los señores, y se había proclamado la igualdad de títulos de propiedad y la abolición de la servidumbre.
1849
 
 
1851      La Francia había tenido buenos jefes, como Lamartine y Cavaignac, pero siempre prevalecía el tumulto popular o la charla de los periódicos y de la Asamblea. En ésta se había introducido Luis Napoleón, hijo del ex-rey de Holanda, y supo hacerse declarar presidente de la misma, por 6048872 votos. De pronto, mandó prender en una noche a todos los prohombres de los partidos liberales, y se hizo proclamar emperador. Declaró concluido el reino de los sofistas parlamentarios y subrogada la autoridad al libre examen. La Europa lo aceptó como presagio de represión y de paz. Bajo Napoleón III adquirió la Francia una portentosa prosperidad material, siendo enérgicamente reprimidos los excesos de las masas y de la imprenta. Había proclamado que el imperio era la paz, y sin embargo, después de 33 años de paz europea, fue el espíritu de las conquistas, de los ensanchamientos y de las subversiones. Se proponía aniquilar los tratados de 1815 (cap. 282), y habiendo adquirido preponderancia en los consejos europeos, se entrometía en todas las cuestiones políticas interiores y exteriores, sin saber resolver ninguna.
10 de diciembre
 
1852
2 de diciembre
 
 
 
 
       Con el pretexto de que la Rusia sola quería proteger la Tierra Santa y sobrepujaba a la Turquía, Napoleón movió contra aquella a los monarcas para sostener la integridad de la Puerta otomana. La Crimea fue el campo de batalla. Ingleses, Franceses y Sardos desplegaron los medios más mortíferos, hasta expugnar a Sebastopópolis (556). Perdiéronse 245000 hombres y 7000 millones en treinta y cinco meses, y se formó una paz que de ningún provecho era para los vencedores; imponía al vencido el no salir del mar Negro, y se declaraba libre el Danubio.
1855
8 de setiembre
 
 
 
1849 marzo      Escocía a Napoleón que el Austria no le hubiese secundado, y pensó trastornarla en Italia. El Piamonte había intentado una reconquista, pero derrotado en Novara, Carlos Alberto abdicó, y Víctor Manuel, que le sucedió en el trono, concluyó con el Austria la paz de Milán. Él conservó la Constitución que los demás países quebrantaron. En el Piamonte se habían refugiado los prófugos, dándole inusitada vida y prosperidad, y consejos perjudiciales a los dominadores de sus respectivos países. Lograron que se enviase un ejército a Crimea, con lo cual consiguieron que un representante del Piamonte tuviese su puesto con los de las grandes potencias en el congreso de París. El emperador permitió que se hablase allí de los males de Italia, y principalmente del detestable gobierno de los Estados pontificios.
1856 marzo
     Esto fue en seguida motivo de discusiones en toda Europa, sobre todo en la prensa; se pintó con sombríos colores la situación de Italia; se invocó la intervención extranjera; se excitó a los Lombardos contra el Austria; hubo conatos de insurrecciones; se abrieron suscriciones para armar a los insurrectos; a tal extremo se llevaron las provocaciones, que el Austria intimó al Piamonte que disminuyera sus armamentos y que no volviese a promover las deserciones de soldados; si no, guerra.
1859 junio      Semejante anuncio regocijó a los jefes, que estaban en inteligencia con Napoleón. Este atacó con 200 mil hombres, y después de las victorias de Magenta y Solferino, ofreció la paz al Austria, que le cedió la Lombardía hasta el Mincio, cuyo territorio entregó Napoleón al rey del Piamonte.
     La guerra había sacudido toda la Italia. Los ducados de Parma y Placencia y de Módena pidieron ser agregados al Piamonte; y lo mismo hicieron las Legaciones pontificia y la Toscana. El armisticio de Villafranca y la paz de Zúrich parecían reconocer los derechos de los príncipes antiguos y sobre todo los del Papa; pero se redujo la cuestión a invocar el sufragio universal, mediante el cual todos aquellos países fueron anexados al Piamonte. Las tropas sardas invadieron las Marcas y la Umbría, y al Papa no le quedó más que el Patrimonio de San Pedro. La Francia quiso, en cambio, la Saboya y Niza. A vuelta de algunas protestas, todos los gobiernos acabaron por reconocer los hechos consumados.
       Los cuerpos francos de Garibaldi invadieron la Sicilia, y habiéndola tomado, ocuparon a Nápoles. El rey Francisco II tenía buen ejército y podía resistir, a pesar de las traiciones; pero se le echó encima el ejército sardo y lo asedió en Gaeta, donde después de larga resistencia tuvo que rendirse. Entonces las Dos Sicilias fueron también agregadas al Piamonte, cuyo rey tomó el título de rey de Italia. Para completar la unidad, solo faltaban la Venecia y el Patrimonio de San Pedro.
1860 mayo
 
1861 marzo
 
     La Francia indujo al nuevo reino a una Convención, en virtud de la cual la capital se trasladaba de Turín a Florencia, y se adquiría el compromiso de no aspirar a Roma sino por medios morales.
     En Alemania se había difundido el deseo de la unidad, aunque solo subsistían 38 Estados de los 350 de antes. Entre ellos crecía la Rusia, creada por las armas, y que sin embargo aumentó más en la paz que en la guerra, y mejoró su forma con la agregación de varios países. Además, agrupó los intereses comerciales de la Alemania con la ley aduanera (cap. 290), los religiosos y los intelectuales con su Iglesia y sus Universidades. La unidad parecía indispensable para resistir a la Rusia y a la Francia, codiciosas, la una del Oder y la otra del Rin. Temíase sobre todo que Dinamarca fuese absorbida por el coloso ruso por herencia, con lo cual se hubiese hecho dueña del Sund al Norte y de los Dardanelos al Sur. Habiéndose sublevado los ducados de Schleswig y Holstein, la dieta germánica encargó a la Prusia que fuera a sostenerlos, y el rey de Dinamarca tuvo que renunciar a ellos en favor del Austria y Prusia. Estas se disputaron el predominio, y la Prusia lo conquistó al fin para sí. De este modo tuvo excelentes puertos en el mar del Norte.
1866      Tal engrandecimiento no podía ser tolerado por el Austria. El nuevo rey de Prusia propuso una nueva forma para el imperio germánico, concluyendo la Confederación. La Prusia se agregó el Hannover, el Hesse Electoral (557), el ducado de Nassau y el Lauenburgo. Formose luego una Confederación del Norte, con exclusión del Austria.
     Esta se opuso a ella, naturalmente, y las dos rivales se armaron de una manera formidable. Pero la Prusia, que durante cuarenta años de paz se había provisto de dinero, de armas y de oficiales, rompió las hostilidades, invadió el Hesse, la Sajonia y el Hannover, y el ejercito austríaco fue desastrosamente derrotado en la batalla de Sadowa. La Prusia estaba de acuerdo con Italia, la cual amenazó a la Venecia; de modo que parte del ejército austriaco, que hubiera podido aminorar o evitar el desastre, tuvo que permanecer en la defensiva. Por último la Venecia fue agregada al reino.
     La batalla de Sadowa destruyó el equilibrio europeo; la Prusia absorbió a muchos de los Estados alemanes que habían sido partidarios del Austria, y reconstituyó por fin el imperio germánico, poniendo a su rey en el solio imperial. En el tratado de Praga, el Austria abandonó sus pretensiones sobre el Schleswig, y dejó de formar parte de la Germania, lo mismo que el rey de los Países bajos. Baviera, Würtemberg, Baden y Hesse quedaron aislados.
   
       La Francia parecía haber llegado al colmo de la prosperidad y la riqueza, a pesar de sus 8000 millones de deuda y su presupuesto de gastos de 2060 millones; los partidos liberales eran reprimidos, mas no extirpados; bullían las sociedades secretas; se pedía que el emperador coronase el edificio, es decir que restituyese las libertades que había quitado so pretexto de orden. Viose obligado a condescender en parte, mas quiso que la Francia aprobase sus actos con un nuevo plebiscito. La aprobación fue inmensa, y el imperio pareció consolidado precisamente en vísperas de su hundimiento.
 
 
1870
8 de mayo
 
       El emperador, de inciertas miras y falto de resolución, comprendió demasiado tarde que la Francia se hallaba amenazada por el engrandecimiento de la Prusia. Preparose para la guerra, con la esperanza de conquistar la línea del Rin y dictar la paz en la capital de Prusia. Declaró la guerra, en efecto, pero la Prusia invadió la Francia, destruyó al ejército francés en la batalla de Sedán, e hizo prisionero al emperador. Estrasburgo fue bombardeado; Metz se rindió con 150 mil hombres. Proclamose entonces la República en Francia; los comunalistas encendieron la guerra civil; París fue sitiado y tomado por los Prusianos. Impuesta la paz, la Francia tuvo que ceder al enemigo la Alsacia y la Lorena y una indemnización de cinco mil millones de francos, que pagó en pocos meses, librándose de la ocupación extranjera.
 
4 de setiembre
 
 
1873 setiembre
 
     A pesar de tan grave desastre, que le costó once o doce mil millones; a pesar de haber perdido las Antillas, el Canadá, la Luisiana y cuanto poseía en la India, y por último las provincias rinianas y las fortalezas con que Luis XIV había protegido la frontera; a pesar de hallarse al lado de dos Potencias robustas y de haber aumentado en 600 millones sus impuestos, la Francia cambia el oro a la par, mantiene elevada su renta y fácil el servicio de la deuda pública, aumentada en 8 millones, lo cual demuestra una gran actividad y un crédito extraordinario. Por otra parte, conserva una gran fuerza moral; es universal su literatura, que propaga las ideas modernas; su espíritu generoso obedece más al sentimiento que al cálculo; admiró al mundo entero con su maravillosa Exposición de 1876, y servirá de ejemplo tanto si conserva la República como si restaura la monarquía.
       La Italia aprovechó esta otra ocasión, y en tanto que la Francia no se hallaba en situación de exigirle que observase el convenio del 63, ocupó a Roma, destruyendo el poder temporal del Papa. Partiendo de estos dos hechos se desarrollarán los acontecimientos futuros.
1870
20 de setiembre
     El rey Guillermo de Prusia fue proclamado emperador de Alemania, y el sacro romano imperio fue a manos de un protestante. El día 14 de Noviembre de 1868 se cambió el nombre de imperio de Austria por el de austro-húngaro, y cuesta gran trabajo conciliar las diferentes naciones de que se compone. Libre, afortunadamente, de las provincias italianas, se ve todavía amenazado en el Trentino y en el Triestino; y la Bohemia quiere ser autónoma como la Hungría. Esta última, en la dieta de 1873, igualó a los Croatas con los Magiares, de que antes eran siervos.
     Los Estados Unidos de América han aumentado hasta cincuenta y dos, con una población de más de veintitrés millones, fabulosa prosperidad y portentosos progresos. Basta indicar la ciudad de Chicago, cuasi improvisada, la California, poblada ya, el ferro-carril del Atlántico al Pacífico, desde Nueva York hasta San Francisco en un trayecto de 6000 kilómetros. El telégrafo eléctrico mantiene en continua correspondencia aquellos dos puntos entre sí, y con el continente europeo a través del Atlántico.
     Según declaración de Monroe, la América es de los Americanos y no de los colonos. Así los Americanos amenazan continuamente a Cuba y otros países centrales, y se envalentonan con Inglaterra, que les tolera muchas cosas por evitar una guerra.
     En la cuestión de los esclavos, los Norteamericanos se hallan desunidos; los Demócratas se niegan rotundamente a redimirlos, como quisieran los Republicanos, so pretexto de que con ello cesaría el cultivo del algodón y de los productos coloniales. La disensión estalló en una guerra de las más terribles, donde toda la fuerza y el genio de la civilización se aplicaron a la destrucción recíproca. Allí se vieron buques acorazados, arietes marinos que los perforaban y torpedos que los hacían volar. Los Federados armaron 437 buques de 840086 toneladas, con 8026 cañones. Se gastaron 2250 millones de dólares (558) e innumerables vidas. Los Estados del Sur, que se habían sublevado, quedaron vencidos y agregados de nuevo. El 14 de abril de 1865 fue asesinado el presidente Lincoln, que había dirigido de un modo estupendo aquella horrorosa guerra.
     Toda Europa había sufrido por la falta del rey algodón, que es el alimento de las manufacturas. Este se cultiva en los Estados Unidos en una extensión de 450000 millas cuadradas, y da ocupación a 800000 toneladas de buques nacionales y 140000 de extranjeros, con 40000 hombres de mar.
     En los Estados Unidos se cuentan hoy 33 millones y medio de blancos, 5 millones de negros, 25000 indios y 100000 chinos y japoneses,
     La América meridional experimenta las sacudidas propias de un terreno volcánico. Méjico y el Perú han sacudido el yugo de España, y el Brasil se ha trocado en un floreciente imperio. Las colonias españolas no han sabido evitar los trastornos de la revolución, y en las ciudades aparecen las ruinas de la antigua prosperidad. La Francia, enemistada con Méjico, le impuso por emperador a Maximiliano de Austria, que no tardó en ser fusilado. Las incesantes guerras entre Estado y Estado, impiden la prosperidad que les darían un suelo fértil, abundantes minas y frecuentes inmigraciones. Se concluye el ferro-carril a través de los Andes, y están en proyecto la apertura del istmo (559) de Panamá y la navegación del Misisipí.
     La España se vio agitada por los partidos nacionales y por la ingerencia extranjera. Expulsada Isabel II, el elemento militar que había hecho la revolución no supo constituir en seguida un gobierno firme; anduvo mendigando un rey por toda Europa, y por fin halló uno en la casa de Saboya. Pero Amadeo se vio pronto obligado a abandonar el trono, y se proclamó la República. Mal podía ésta afianzarse teniendo en contra los excesos de los Cantonales, la insurrección de Cuba, la guerra carlista y el desacuerdo y la confusión en el seno mismo del partido republicano. El pronunciamiento de Sagunto, en 1874, puso al joven Alfonso XII en el trono. Los Estados Unidos siguen codiciando la isla de Cuba, el más rico florón de la corona de España. En el sitio más oportuno para el gran comercio, conserva las Filipinas, pero su escasa marina no basta a protegerlas de la codicia inglesa y los piratas filipinos. No se ha extinguido el deseo de rescatar a Gibraltar, aunque sea cediendo a los Ingleses las fortalezas africanas. No falta quien aspira a la unión ibérica.
     Después de la guerra de Crimea, la Rusia permaneció aislada, construyendo ferro-carriles, y preparando, además de un buen ejército, una nueva flota con que burlarse de las restricciones que le fueron impuestas por la paz de París; aspira a ejercer cierto dominio sobre la Europa y el Imperio turco, y amenaza a las posesiones inglesas de la India. Alejandro II realizó el grande acto de la emancipación de los siervos, y varias mejoras, interrumpidas por una nueva sublevación de la Polonia, que reclamaba la independencia; mas fue de nuevo arrollada en 1867. Por siete millones de dólares vendió la Rusia sus posesiones de América a los Estados Unidos. Al advenimiento de Pedro el Grande, el imperio del Norte contaba 16 millones de habitantes; hoy pasan de 66 millones. Cuando haya unido Moscú a Oremburgo, y éste a Tashkent, en las fronteras de Bokara (560), por medio de ferro-carriles, habrá asegurado su dominio sobre el centro y la parte occidental del Asia, y está destinada a poblar de ciudades y caminos el istmo Táurico y la Siberia. Ya aspira al Mediterráneo, ella que hace un siglo limitaba sus ambiciones al mar Blanco. Pensose renovar la unión de Kalmar, es decir, la fusión de la Escandinavia. La Prusia, que también aspira al mar del Norte, tratará de oponerse a este proyecto, aunque sea reconstituyendo la Polonia, a lo cual podría oponerse la Rusia realzando al Austria. Ésta adquirió, con la paz de Berlín, la Bosnia y la Herzegovina, y sirve de obstáculo a la extensión de la Rusia.
     El centro del Asia (561), cuyas alturas separan el imperio anglo-indio del ruso siberiano, está ocupado por los pacíficos budistas del Tíbet. Bokara, metrópoli de los Samánidas; Samarcanda, una de las ciudades santas del islamismo y sede de Tamerlán; Balk, patria de Zoroastro, ejercen todavía un comercio muy activo con los países circunvecinos, y podrán volver a su antiguo estado floreciente, ahora que empieza una nueva era para las regiones comprendidas entre el Caspio y la China, la Siberia y la Persia. La Rusia, que con lenta perseverancia se había corrido en el Cáucaso hacia el Asia central, adquirió en 1868, con la guerra de Bokara, las provincias más bellas de aquel imperio, incluso Samarcanda. Después de haber asegurado aquel dominio, renovó el orden, regularizó el comercio, favoreció las inmigraciones de países menos afortunados, y prepara una vía a las comunicaciones con la China, la India y la Persia. So pretexto de dar nuevas salidas a su comercio, somete al kanato de Kiva, y penetrando en el Oxo hasta cerca de Bulk, llega por un lado a la frontera China y por otro al imperio indo-inglés; explora con un carácter científico el centro del Asia, y vence en Oriente a los que se le oponen en el Báltico y en el Danubio.
     La Turquía trata de regenerarse con la civilización cristiana, pero le falta el fundamento de toda buena constitución, que es la familia. Sale perdiendo de la guerra con la Rusia en 1878, y tiene que ceder la isla de Chipre a Inglaterra. Sus 369700 kilómetros cuadrados de territorio europeo quedan reducidos a 178430. La Besarabia es declarada independiente, y se engrandecen la Rumelia (562), la Serbia y el Montenegro (Paz de Berlín, 1878). Crecen los Griegos mayormente en la Anatolia, y los Armenios, que prevalecerán tal vez. Candía se subleva varias veces. El Egipto se reforma a la europea, y la navegación del istmo de Suez atrae a los buques que se dirigen a la India.
     La Inglaterra, país donde todo el mundo es libre y obediente, cada cual obra sin aguardar la iniciativa del gobierno. Se gastan centenares de millones en puentes, vías férreas, puertos y demás obras públicas, hasta el punto de unirse a Irlanda con un viaducto sobre un brazo de mar, y a Francia por medio del túnel submarino que está en construcción. La Gran Bretaña ha alcanzado cuatro grandes victorias legales: la emancipación de los católicos en 1829; la reforma parlamentaria en 1830; la abolición de la esclavitud en 1833, y el libre comercio de granos en 1836. Abre siempre nuevos mercados-en el Indo, y tiene que emprender conquistas para conservar la tranquilidad interior. Tiene colonias que hablan todas las lenguas, al paso que ninguna nación las tiene que hablen inglés. Ha hecho sondar minuciosamente todos los mares y ríos navegables; abre caminos y canales a través de los Andes y Ceilán. Sin embargo ha perdido algo de su anterior importancia a causa de la política vacilante de Palmerston y a causa de la formación de los grandes imperios continentales. En el interior se ve siempre atormentada por el pauperismo, por los obreros, por los comunistas, y por los Fenianos, que no sólo quieren reformas en la antigua Constitución, sino que piden la subversión social y la comunidad de bienes. Ocúpase, pues, en dar salida a sus manufacturas a fin de ocupar a los obreros. Hizo la guerra a la Abisinia, al Zanzíbar, a los Acantos, y a los Maoríes (563) de la Nueva Zelanda (564) en 1873. Renunció espontáneamente a la soberanía de las islas Jónicas, que fueron agregadas al reino de Grecia. En la guerra del 78 defendió a Turquía y adquirió a Chipre, y compró casi todas las acciones del canal de Suez. En 1833 hizo la prueba de la redención de los esclavos en sus colonias americanas. Continuó sus conquistas en la India, donde adquirió territorios por la fuerza de las armas, por deudas, por compra y por herencia. Por todas partes construye canales de riego y vías de comunicación. La India ocupa 500 mil leguas cuadradas, es decir, más que la Europa, quitando la Rusia, con una población numerosa, inteligente, fuerte y activa.
     La admiración que los filosofistas por espíritu de oposición y los misioneros por interés evangélico demostraban por la China, cedió a un examen más concienzudo de aquella tiranía patriarcal que invade los actos más personales, de aquella legislación religiosa sin espiritualismo en los Letrados y llena de superstición en los budistas. La Rusia se dirige al centro y la Inglaterra al extremo de la China; por esto la una favorece a los rebeldes y la otra al gobierno del país.
     La civilización y el comercio tienen abiertas las barreras de la China y del Japón. Ya todo el mundo tiende a cambiar sus productos y sus ideas. Las razas europeas adquieren predominio en todas partes sobre las indígenas, y penetran en los países más recónditos. Los Anglo-Americanos van ocupando el territorio del Oregón a razón de medio grado de longitud cada año, y cada año emigra un millón de europeos a América.
     Continuaron los viajes de exploración. En Asia, Brewalsky llegó a la meseta de Juldus, y Gill remontó el Yang-tse. En África, Ladislao Magyar penetró en 1847 entre los salvajes, y Livingston reconoció en 1857 las tan buscadas fuentes del Nilo, que nacen del lago Nianza, y fue ella travesía del Atlántico al Océano Indio. El Sahara, ya no pasa por un nido de leones y serpientes; es un archipiélago de oasis, que se piensa enlazar por medio de una vía férrea.
     Continúan las expediciones a los mares de la zona glacial y se establece la diferencia que existe entre el polo terrestre, el magnético y el filológico. En 1878, el capitán Schavenenberg realizó en cien días el viaje del Jennisey (565) a San Petersburgo, andando 11700 kilómetros casi siempre sobre el hielo. En 1879 un buque sueco pasó los hielos y llegó al Japón.
     En la Oceanía se agitan más de 25 millones de hombres en una superficie de 600 mil leguas cuadradas. Sidney y Melbourne (566) son ciudades que viven a la europea. La colonia de Victoria, que en 1838 tenía 177 habitantes, cuenta ahora 729 mil.
     Continúan los progresos de la industria; canales marítimos, vías fluviales, ferro-carriles y telégrafos, ponen en comunicación todos los pueblos del globo. La naturaleza prodiga el oro y la plata, cada vez más necesarios para las transacciones.
     La piscicultura, el daguerrotipo (567), la fotografía, el estereóscopo [sic] y el estereoscopio, el teléfono y el fonógrafo, la anestesia por medio del éter, la dinamita y el aluminio, son inventos de estos últimos años. Maury, Dove y Piddington han encontrado un orden hasta en los vientos y en los meteoros. Se procura unificar los pesos, las medidas y la moneda; y la humanidad hace ostentación de sus progresos en las Exposiciones universales de Londres, París, Viena y Filadelfia.
     Se ha proclamado un nuevo derecho, que empieza con la insurrección y concluye por reconocer los hechos consumados.
     El libro sucumbe al periódico, y el periódico se convierte en arma de partido. El positivismo predomina en el campo filosófico. Los delirios deducidos del magnetismo animal turban las creencias y el progreso moral del hombre.
     Iníciase un gran movimiento de concentración según las afinidades de lengua o de raza, y los pequeños Estados se disuelven para formar gigantescas agregaciones, que se hacen árbitras del mundo, aboliendo las franquicias locales en provecho del despotismo administrativo y de la omnipotencia del Estado.
     Esto, que al parecer había de contribuir a la paz, ha hecho más frecuentes y desastrosas las guerras.
     La Europa mantiene cuatro millones de soldados que cuestan 2811 millones anuales. En vano se buscan medios para destruir el predominio absoluto de la fuerza. Cunden las ideas republicanas y no faltan exaltados que predican la liquidación social.
     La instrucción no ha logrado suprimir los delitos; la ambición de popularidad no perjudica menos que la del dinero y del poder. Parece que los intereses materiales desvían de la contemplación de la verdad pura y de la virtud generosa. La misma ciencia no es más que la aplicación de las facultades humanas y la conquista del mundo físico.
     Pero el adelanto material realiza mejoras y procura comodidades, aumenta la actividad y saca partido de los descubrimientos de la ciencia. La igualdad se extiende; todo se vulgariza, y las innovaciones todas favorecen al pueblo. El mundo aspira a una restauración moral, y sobre mil encontradas pasiones se cierne el amor a la libertad y al progreso.


Fin.

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