PERSONAJES |
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MAYORDOMO, se le nota que es importante. | |
AZULITO, bufón pequeñajo y revoltoso. | |
VERDECILLO, hermano gemelo del anterior en todo, menos en el color. | |
REY, gordo y con cara de aburrimiento. |
Cuadro
II
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Es de día. Misma sala. Los bufones aparecen haciendo cabriolas y riendo. |
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MAYORDOMO.- (Apareciendo.) ¡Atención! ¡Llega su majestad, el Rey! |
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(Entra el REY. Los bufones hacen reverencias. El REY se sienta. Los bufones se colocan en posición.) |
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REY.- (Sin mediar palabra.) ¡Ja, ja, ja, ja! Todavía me dura lo del gallo de ayer. ¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí! ¡Qué gracioso! Otro cuento. |
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AZULITO.- Majestad, pues érase que se era un señor muy gordo, muy gordo, muy gordo... |
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REY.- (Intrigado.) ¿Como yo? |
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AZULITO.- No, majestad. Vos estáis muy fino y esbelto. |
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VERDECILLO.- Digamos que estáis en vuestro punto. Ni gordo, ni flaco: normalito. |
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REY.- Proseguid, proseguid. |
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AZULITO.- Y aquel hombre tan gordo, tan gordo, quería adelgazar. Por eso para la cena sólo tomaba un plato de acelgas con habichuelas, hervidas y sin aliñar. |
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VERDECILLO.- O sea que era herbívoro por la noche. |
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AZULITO.- Pero lo cierto es que el cocinero, al que llamaban Potajero, preparaba el plato con tanta habilidad que a su señor le sabía a gloria, como el plato más suculento. |
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VERDECILLO.- Pero sucedió que Potajero tuvo una gran pendencia con el Mayordomo. |
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MAYORDOMO.- (A AZULITO en Potajero.) ¡Mentecato, hortera y botarate! |
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AZULITO.- ¡Y tú más! Ceporro, más que ceporro. |
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MAYORDOMO.- Animal de cuatro patas. |
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AZULITO.- Y tú cuadrúpedo animal. |
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REY.- (En señor gordo.) ¡Basta, basta ya! Mayordomo, echa fuera de mi palacio a Potajero, por insolente. ¡Fuera, fuera! |
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MAYORDOMO.- (Empujando a AZULITO.) Ya has oído, fuera, fuera. Y nunca jamás vuelvas por aquí. (Al REY.) Señor, ¿y ahora quién preparará vuestras acelgas con habichuelas sin aliñar, tan suaves, tan agradables, tan calculadas? |
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REY.- El cocinero nuevo que ahora mismo me buscarás. Y acierta; si no, seguirás la misma suerte que Potajero. |
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(El REY, siempre en Señor Gordo, se queda solo y nervioso paseándose por la habitación. Mientras tanto, el MAYORDOMO va en busca del cocinero.) |
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MAYORDOMO.- (En un extremo habla con VERDECILLO y llegan a un acuerdo.) A lo dicho: Acelgas con habichuelas, sin aliñar. Y que le sepan a gloria. |
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VERDECILLO.- (Se presenta ante el señor gordo con un plato.) Señor, soy el nuevo cocinero. (Le ofrece el plato.) ¿Os gusta? |
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REY.- (Lo prueba.) ¡Horror! Esto es un asco. Está insípido. Mayordomo, échalo y busca otro cocinero. |
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MAYORDOMO.- ¡Fuera, fuera! ¡Lejos, lejos! |
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(Para las nuevas presentaciones de VERDECILLO, que encarnará a los sucesivos aspirantes a cocinero, deberá desaparecer por un lado y luego aparecer por el otro.) |
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VERDECILLO.- (Guiado por el MAYORDOMO; pero con cofia de cocinera.) Señor, soy la nueva cocinera. |
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REY.- (Con retintín.) Ya lo veo, muy mona. (Prueba.) ¡Fuera, fuera! Está insípido. |
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MAYORDOMO.- (Como una caja de resonancia.) ¡Fuera, fuera! Insípida. ¡Lejos, lejos! |
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VERDECILLO.- (Con delantal.) (Mismo juego que antes.) Señor, soy el nuevo cocinero llegado de París. Probad, mi amo. |
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REY.- (Furioso después de probar.) ¡Brrrr! ¡Puá! ¡Un desastre! Insípido, soso y crudo. ¡Fuera, fuera! |
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MAYORDOMO.- ¡Fuera, fuera! ¡Lejos, lejos! |
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VERDECILLO.- (Con gorro de cocinero y hablar gangoso.) Señor, soy el nuevo cocinero. Vengo de Londres. (Ofreciéndole.) Probad, probad. |
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REY.- (Furiosísimo.) ¡Brrr! ¡Brrr! ¡Brrrrrr! Inaguantable. Insufrible. Inadmisible. ¡Fuera, fuera! (Al MAYORDOMO.) Mayordomo, ven aquí. |
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MAYORDOMO.- (Apresurándose a despachar al cocinero.) Sí, señor. Aquí estoy. |
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REY.- Si el próximo cocinero resulta tan pavisoso, tan pavitonto y tan zonzorrión como los ocho anteriores, te mandaré a los leones que te comerán crudo y sin aliñar. |
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MAYORDOMO.- (Temblando.) No, señor, no. No fallará el próximo. |
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(Se va hacia un lado y habla con VERDECILLO nerviosamente.) |
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MAYORDOMO.- (Suplicante.) Haz lo que quieras, cocinero. Pero acierta como Potajero. Porque si no, los leones nos merendarán a los dos. |
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VERDECILLO.- ¿Como Potajero has dicho? Espera un poco. |
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(VERDECILLO sale disparado. Habla con Potajero y vuelve al instante.) |
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MAYORDOMO.- Señor, el nuevo cocinero... ya está al llegar. Ya está aquí. Creo que acertará con vuestros gustos y con vuestra dieta, señor. |
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REY.- ¿Sí? |
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MAYORDOMO.- Sí. |
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REY.- Pues sí que me alegro. |
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VERDECILLO.- (Resuelto, con bigote.) Señor, soy el nuevo cocinero que viene de ahí del lado. |
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REY.- Ya lo veo. Déjame probar. (Lo prueba.) ¿Ves? Esto sí que me gusta. Este sí que es el plato ideal. Igualito que el de Potajero: acelgas y habichuelas. (Relamiéndose.) Y sólo acelgas y habichuelas hervidas, y sin aliñar. (Sigue relamiéndose.) |
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MAYORDOMO.- Sí, señor. |
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REY.- Dímelo, dime, cocinero, ¿cómo lo has hecho? |
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VERDECILLO.- Es un secreto, señor: acelgas y habichuelas sólo, y sin aliñar. Bueno, pero si he de seros sincero. |
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REY.- Claro que sí. Ante todo, la sinceridad. Dime, dime. |
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VERDECILLO.- Pues, sinceramente, señor, yo creo que el otro os engañaba. |
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REY.- ¿Engañarme a mí? ¿A mí? |
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VERDECILLO.- Sí, porque os decía que sólo ponía acelgas y habichuelas... y resulta que ponía también huevo duro picado, trocitos de jamón, caldito de faisán, sofrito de cebolla, nuez moscada, queso rallado, azafrán, pimienta, una hojita de laurel, comino... |
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REY.- ¿Eso hacía el otro? ¿Y cómo lo sabes? |
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VERDECILLO.- Porque me lo ha contado. |
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REY.- ¿Y tú qué haces, bobalicón? |
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VERDECILLO.- Lo mismo que el otro, engañaros. |
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REY.- Pues sigue engañándome, majadero. Engáñame como hoy y no te despacharé jamás. |
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MAYORDOMO.- ¡Ja, ja, ja, ja, ja! |
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REY.- (En REY.) Mayordomo, más compostura. (El MAYORDOMO se pone serio.) Pero entrégales a mis bufones otra bolsa de oro. (El REY se levanta y se va.) |
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AZULITO y VERDECILLO.- (A la vez y haciendo reverencias.) Gracias, majestad, gracias. |
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(Se retiran todos y se hace el oscuro.) |
Cuadro
III
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De día. Misma sala. Los bufones aparecen con matasuegras, trompetillas y capirotes, como si vinieran de la feria. |
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MAYORDOMO.- (Irrumpiendo.) ¡Atención! ¡Mucha atención! Llega su majestad. |
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(Como las otras veces.) |
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REY.- Conque el cocinero engañaba sabrosamente a su señor gordo. (Sentándose.) ¡Qué divertido! |
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AZULITO.- Tan divertido como lo que le pasó a aquel joven búlgaro que fue a Constantinopla. |
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VERDECILLO.- ¡Sopla! |
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REY.- ¿Qué le pasó? |
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VERDECILLO.- Pues que al llegar a Constantinopla puso una tienda y se puso a vender. Y al cabo de poco tiempo trabó amistad con algunos buhoneros griegos. |
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REY.- (Entusiasmado.) A mí me gustan mucho los griegos, son personas inteligentes. |
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AZULITO.- Inteligentísimas y amabilísimas. Como que casi todos los días celebraban el santo de alguno de ellos: San Antonio, San Pancracio, San Dionisio, San Agapito, San Teodoro, San Doroteo... |
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REY.- ¡Vaya, vaya! |
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VERDECILLO.- Y como eran muchos y cada uno tenía nombre distinto, pues cada día invitaba uno a pasteles y a vino retozón. |
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REY.- (Interesado.) ¡Vaya, vaya! Con que vino retozón. |
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VERDECILLO.- (Señalando a AZULITO.) Y el búlgaro cada día merendaba de gorra. |
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AZULITO.- (En Búlgaro.) Pasteles y vino retozón. |
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REY.- ¡Vaya, vaya! ¿Y el búlgaro no invitaba nunca? |
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AZULITO.- No, majestad, porque como a mí me llamaban Chico... Y como eso no es nombre de santo ni de nada. Hasta que un día... |
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VERDECILLO.- (En Griego.) Chico, a nosotros también nos gustaría celebrar tu santo. |
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AZULITO.- Yo no tengo santo. Yo sólo me llamo Chico. |
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VERDECILLO.- Pero, Chico, en nuestro santoral tenemos nombres preciosos. Por ejemplo, Juan. ¿Qué te parece si te ponemos Juan? Es un nombre sonoro, corto y elegante. Anda, te bautizamos con el nombre de Juan. |
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AZULITO.- Pues de verdad que me gusta. ¿Pero cuándo se celebra la fiesta de San Juan? |
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VERDECILLO.- Tú no te preocupes. Ya te avisaremos nosotros cuando llegue. Descuida, no nos pasará por alto. |
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MAYORDOMO.- Y Chico se fue contento a su casa. Al cabo de dos días apareció su amigo, el griego... |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es tu santo: San Juan Bautista. ¡Invítanos! |
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REY.- (Contentísimo.) ¡Ajajá! Y todos tomaron pasteles y vino retozón a su cuenta. |
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(Para esta escena constituyen un cuadrilátero entre el MAYORDOMO, VERDECILLO, AZULITO y el REY. El MAYORDOMO anuncia el día, VERDECILLO dice el santo, AZULITO lo padece, se lleva las manos a la cabeza y finalmente saca sus bolsillos al aire, vacíos. Y el REY celebra el lance.) |
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MAYORDOMO.- Y al otro día. |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan Evangelista. |
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REY.- ¡Ajajá! Y otra vez pasteles y vino retozón. |
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MAYORDOMO.- Y a los dos días... |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan ante Portam Latinam. |
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REY.- ¡Ajajá! Y más pasteles y vino retozón. |
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MAYORDOMO.- Y a la mañana siguiente... |
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VERDECILLO.- Juan hoy es San Juan Crisóstomo. |
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REY.- ¡Ajajá! Y dale con los pasteles y el vino retozón. |
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MAYORDOMO.- Y a los tres días... |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es san Juan Nepomuceno. |
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REY.- Ya me empiezo a hartar de tantos pasteles. |
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AZULITO.- (Resignado.) Y de vino retozón. |
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MAYORDOMO.- Y otra vez... |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan de la Cruz... |
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REY.- Y dale con los pasteles que ya empalagan un poco... |
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AZULITO.- Y el vino retozón que marea. |
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(La acción se acelera y el MAYORDOMO y el REY sólo tienen tiempo de hablar por gestos.) |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan Damasceno... |
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(AZULITO se tambalea.) |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan Bautista de la Salle... |
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(AZULITO cae de rodillas.) |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es San Juan Bosco... |
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(AZULITO está a punto de caerse del todo.) |
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VERDECILLO.- Juan, hoy es... |
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AZULITO.- (En un esfuerzo supremo.) Más santos no, gracias. |
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VERDECILLO.- Te equivocas, hoy es Santa Juana de Arco. |
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(AZULITO cae exhausto mientras el MAYORDOMO y el REY ríen a todo trapo.) |
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MAYORDOMO.- Y entonces el pobre Juan Chico se levantó y entró en una iglesia. Vio la estatua de un santo pobre, medio desnudo y medio cubierto por pieles toscas mal cosidas, con cara de hambre. (El MAYORDOMO, mientras habla, toma la postura del Santo.) Se acercó y se puso a rezarle. Y mientras tanto, vio, al pie de la estatua, el nombre del Santo: San Juan Bautista. |
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AZULITO.- (De rodillas ante el Santo.) ¡Ay, pobre amigo mío! De seguro que a ti también te bautizaron los griegos. ¡Buena la hicimos! |
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VERDECILLO.- ¡Ja, ja, ja, ja! |
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MAYORDOMO.- ¡Ja, ja, ja, ja! |
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REY.- (Se levanta seco y malhumorado.) No me ha gustado nada. ¡Nada, nada! (Pausa tensa.) ¡Mayordomo! Diles a estos gaznápiros que quiero dormir. |
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(Todos se quedan estupefactos. El REY se arrellana en su sillón y cierra los ojos.) |
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REY.- Hacedme dormir. |
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(Se coloca un bufón a cada lado, con resignación. Sentados en el suelo. El MAYORDOMO se mantiene en pie, pero algo distante y receloso.) |
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AZULITO.- Majestad, érase una vez un pastor (Lento y monótono.) que tenía un rebaño muy grande, muy grande, muy grande. |
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VERDECILLO.- Y tenía que atravesar un río muy ancho, muy ancho, muy ancho, muy ancho... |
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AZULITO.- Y el río venía muy crecido, muy crecido, muy crecido, muy crecido, muy crecido... |
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MAYORDOMO.- Y el barquero tenía una barca muy estrecha, muy estrecha, muy estrecha, muy estrecha, muy estrecha... |
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AZULITO.- Y el pastor se metió en la barca con dos ovejitas, pasó el río y regresó. |
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VERDECILLO.- Y volvió a tomar dos ovejitas, pasó el río y regresó... |
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(Lo repiten varias veces y el MAYORDOMO les acompaña con gestos.) |
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VERDECILLO.- Y tomó otras dos ovejitas, pasó el río y regresó. |
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MAYORDOMO.- Otras dos ovejitas, pasó el río y regresó. |
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AZULITO.- (Sin ganas.) Eso, eso. Otras dos ovejitas, pasó el río y re... gre... só. |
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(El REY empieza a dar muestras de estar dormido.) |
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VERDECILLO.- (Sigilosamente.) Mayordomo, ¿está dormido ya? |
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(El REY se mueve un poco.) |
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AZULITO.- (Al quite.) Otras... dos... ove... ji... tas, só... río... y re... só. |
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(AZULITO es el que está a punto de dormirse.) |
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MAYORDOMO.- Cuidado. Dos hojitas sonrió y se pasó. |
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VERDECILLO.- (Asustado al ver el estado lamentable de los otros.) O-tras dos o-ve-ji-tas, pa-só el rí-o y se mo-jó. |
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AZULITO.- ¡Ay Dios! Que la liamos. |
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(El REY rebulle un poco.) |
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VERDECILLO.- Es que ya no quedan ovejitas. |
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MAYORDOMO.- Pues, venga, ahora con los corderitos. |
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AZULITO.- Tomó un corderito en brazos (Lo acuna.) Lo acarició, pasó el río y regresó. |
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VERDECILLO.- Tomó otro corderito, (Lo acuna) lo besó y lo pasó. |
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REY.- (Despertando súbitamente.) ¡Muy bien! He dormido muy bien. |
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TODOS.- (Mimosamente.) ¡Majestad! |
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REY.- Y he tenido un sueño fabuloso. He soñado que había un rebaño de ovejas, muy grande y que tenía que pasar un río muy ancho y muy caudaloso, y la barca era estrecha y pequeña. Y yo, que era el pastor, iba pasando las ovejas de dos en dos, de dos en dos, de dos en dos, (Mientras lo dice hace los gestos de pasar y los otros, muy pelotas, lo imitan.) de dos en dos. Y ya no había más ovejas, pero quedaban dos corderitos: (Se ponen a mirarse los bufones.) uno azul y otro verde. (Los bufones se le acercan confiados.) Bonito, ¿verdad? Uno azul y otro verde. |
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AZULITO y VERDECILLO.- (A coro.) Bonito, bonito. Verdad, verdad. |
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REY.- Pero he trabajado tanto pasando las ovejas, de dos en dos, (Mismo juego que antes.) de dos en dos, de dos en dos, que me he cansado mucho. Y ahora tengo un apetito... voraz. Mayordomo, toma los dos corderitos ahora mismo y que me los frían. Los quiero bien fritos y bien aliñaditos. |
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AZULITO.- (Echando a correr.) A este corderito no lo pilla nadie. |
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VERDECILLO.- (Escapándose también.) ¡Ni a éste! |
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REY.- (Desconcertado.) ¡Qué graciosos! ¿Dónde van? Mayordomo, ordénales que vuelvan, que vuelvan. |
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(Se oyen gritos y risas de los bufones.) |
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REY.- Mayordomo, ¿pero qué dicen? |
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MAYORDOMO.- Dicen que al freír será el reír. |
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TELÓN |