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11

C. Cuevas. «El símil como ornato y prueba en La Subida del Monte Carmelo», en M.ª J. Mancho, Ed., La espiritualidad española del siglo XVI. Aspectos literarios y lingüísticos, Salamanca, Ed. Universidad, 1990, p. 93.

 

12

H. Hatzfeld. Estudios literarios sobre mística española, Madrid, Gredos, 1955, p. 358. Pueden consultarse igualmente, M. Alvar, «La palabra trascendida de San Juan de la Cruz», Simposio sobre San Juan de la Cruz. Ponencias. Ávila, Miján, 1986, pp. 207-229; L. López Baralt. «San Juan de la Cruz: una nueva concepción del lenguaje poético», en San Juan de la Cruz y el Islam, México, El Colegio de México-Universidad de Puerto Rico, 1985, pp. 79-85.

 

13

C. Cuevas, Op. cit., p. 93.

 

14

Véase C. Cuevas. «El Símil como ornato y prueba en La Subida del Monte Carmelo», citado en notas precedentes.

 

15

«En el comentario, al mantenerse la fidelidad al poema, perviven restos de simbolismo, aunque la necesidad de explicar detalladamente cada elemento arrastre consigo necesariamente la alegoría... Por ello, las declaraciones adoptan una estructura mixta o "alegoría simbólica"» (D. Alonso. La poesía de San Juan de la Cruz, Madrid, Gredos, 1942, p. 59).

 

16

«Según es de ver en los Divinos Cantares de Salomón..., donde no pudiendo el Espíritu Santo dar a entender la abundancia de su sentido por términos vulgares y usados, habla misterios en extrañas figuras y semejanzas» (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, Prólogo, 1).

 

17

Según J. A. Martínez, «las figuras poéticas... culminan bien en una economía de expresión, bien en la provocación del proceso "desconcierto-esclarecimiento", que no es otra cosa que el correlato psíquico de la sucesión desviación-reducción» (Propiedades del lenguaje poético, Oviedo, Publicaciones de la Universidad, 1975, p. 557). Esta propiedad del lenguaje poético se da también en el chiste. Precisamente este investigador parte de las características del texto chistoso para extraer consecuencias aplicables a los textos poéticos y llega a la conclusión de que «ambos tipos de textos utilizan, aunque con preferencias peculiares, las mismas técnicas o recursos, idénticas "figuras"» (Ibídem, p. 550). De ahí que no parezca descabellado ni ilógico el temor del Santo ante una posible equivocada «reducción» de sus figuras y su ulterior consideración de chistes o «dislates».

 

18

Cántico Espiritual, Prólogo, 1.

 

19

J. Baruzi «Introducción al estudio del lenguaje místico», Boletín de la Academia Argentina de Letras, 10, 1942, pp. 20-21.

 

20

J. A. Martínez, Op. cit., pp. 255-256.

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