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Cuentos y leyendas populares de la Argentina

Tomo II

Berta Elena Vidal de Battini



Portada



El cuento popular de la Argentina conserva, recrea y enriquece la herencia del cuento popular español y revive la tradición oral occidental, que asimiló elementos milenarios de la tradición oriental pero adquirió características propias que la singularizan.

Este corpus de narraciones tradicionales es el aporte argentino a la ciencia universal del cuento popular.



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ArribaAbajoIntroducción

Los cuentos de animales, ya lo dijimos, constituyen una característica del folklore argentino. La narrativa popular de ningún país que sepamos, cuenta con una colección tan numerosa como la nuestra. Esta particularidad pone en evidencia una antigua preferencia de nuestro pueblo, eminentemente ganadero y amante de su tradición campesina.

Nuestra colección es documental; contiene todas las versiones y variantes recogidas en nuestro extenso territorio. Consideramos que cada una de ellas es un cuento transmitido por un narrador, en un lugar y en un momento determinado. Con ello documentamos la difusión del tema, las modalidades del habla y de la cultura y la riqueza tradicional de las diversas comarcas y regiones del país.

Este acopio numeroso de cuentos nos ha impuesto su agrupación en tres tomos. Este segundo tomo contiene 322 cuentos. Son versiones y variantes de 26 temas que figuran entre los que hemos organizado este material.





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ArribaAbajoCuentos de animales

Animales salvajes, animales domésticos, el hombre y los animales


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ArribaAbajo El zorro y el quirquincho enlazadores

54 versiones y variantes


Cuentos del 238 al 291


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238. El zorro y el quirquincho enlazadores

SALTA

Una vez han hecho una apuesta don Juan el Zorro y don Martín el Quirquincho a ver cuál era más gaucho para enlazar y voltiar un potro. Se han ido ande tenían que bajar al agua los potros chúcaros de los cerros. Son malísimos. Cada uno tenía un buen lazo, los dos apostadores. Han cavado una cueva, cada uno, para poder sujetar. El quirquincho hace la cueva con quencos1, pero además tiene unas uñas que cuando se entierran un poquito no lo sacan ni a la cincha del caballo. El zorro hace una cuevita así, derecha. Mejor dicho, ni sabe hacer cueva porque es tan haragán que siempre se mete en las cuevas ajenas, pero es tan palangana2 que siempre cré que nadie le gana a ser el gaucho más gaucho del campo.

Llegó un potro. El zorro ardiloso le dice al quirquincho:

-A usté le toca, cumpa.

Tiró el lazo el quirquincho, lu enlazó y se metió en la cueva. El potro pegó un brinco, cayó antarca y se descogotó3. Tuvieron comida para unos días y cuando la acabaron, le dice el quirquincho al zorro:

-Ahora le toca a usté, cumpa.

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Llegó el potro, tiró el lazo el zorro y lu enlazó. Pegó un brinco el animal y lo sacó como un tiro y se lo llevó ramiando4 hasta que quedó hecho una bolsa 'i güesos.

Cuando lo ramiaba el potro, el quirquincho le gritaba:

-¡Sujete, compadre! ¡Haga pie, cumpa!

El zorro compadrón, medio muerto, le decía:

-¡Voy dando lazo5, cumpa!6 ¡Voy dando la... ! -qué, ya ni podía hablar.

Antenor Sánchez, 73 años. Chicoana. Salta, 1954.



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239. El zorro y el quirquincho

JUJUY

Diz que el Quencha, el zorro, era enemigo del soldao de la Pachamama7, que'ra el quirquincho.

Habiendosé topao un diya en el Desplayao de Viscachani, donde habían guanacos, vicuñas, y las maltillas8. Ahí 'taba el quirquincho. En eso aparece el zorro, que estaba campiando su hacienda, que no era de él. Y el charanguero9 quirquincho, también lo creía su ganao.

Un diya hacen una apuesta, a quién podía voltiar los añachos10. El que voltiaba era el dueño de tuita la hacienda.

El quirquincho cavó su cueva curviando11, curviando, pa todos laos, y el zorro jullero, lo había cavao derecho.

Cada uno se ató de la cintura, el lazo, y se parapetan en la puerta de su aujero. Y cuando pasan los guanacos, los dos bólian el lazo. Y acertan y enlazan. Entonces se meten a sus guaridas sujetando sus presas. Pero los dos no con la misma estrella. El quirquincho había sujetado el guanaco, porque su   —20→   cueva era con muchas güeltas. Le había tirao, guasquiando12, al añacho, que queda queto en el suelo. Entonces el charanguero y soldao de la Pachamama, desconfiando, sale de su cueva, y le grita al Quencha13:

-¡Quencha! ¡Enlazá, Quencha!

Y divisa que el Quencha no podía sujetar, que el guanaco que lo llevaba antarquiando14 por tuitos laos. Y li ha dicho:

-¿Qué te pasa, Quencha?

Y el Quencha que decía:

-¡Doy lazo... doy lazo!..

Y después que pedía clemencias a las piegras y tolas15.

-¡Piegritas, tolitas, agarresén de mí!

Y en esas güeltas se estrelló en una piegra grande la cabeza del zorro, y se mató, quedando tuita la hacienda para el quirquincho, haciendosé el más ricacho de los soldados de la Pachamama.

Escola Huanco, 50 años. Yoscaba. Humahuaca. Jujuy, 1951.

Pastor colla de este lejano lugar de la Puna Jujeña.

Buen narrador. Los animales del cuento son los que viven en esta zona de la Puna. El motivo es el tradicional del cuento argentino.



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240. El zorro y el quirquincho enlazadores

JUJUY

Una vez se encuentran Juan con el quirquincho, que se llamaba Martín. Y diz que le dice el zorro:

-Mirá, che, Martín, vienen muchas mulas a tomar agua. ¿Qué sos para amansar?

-Y, amansemos -dice el quirquincho.

-Y bueno, vamos -dice el zorro que se quería robar las mulas.

Jueron a ver el terreno cómo era para amansar las mulas. Entonce hicieron la trinchera16 cada uno. El quirquincho empezó a hacer la trinchera con muchos recodos. Y Juan hizo la trinchera, un aujero derecho. Entonce, justamente cuando jue la tropa de mulas, cada uno anlazó una. El quirquincho enlazó y se metió en su trinchera y áhi quedó la mula para domar. Y el zorro enlazó y no tardó en salir como una escupida. La mula chúcara lo sacó arrastrando, porque él se había atado el lazo a la cintura, y lu ha hecho pedazo. Y ganó el quirquincho a enlazar. Y cuando salió el quirquincho de la trinchera, el Juan nu estaba. Y salió en busca d'él y lo ha encontrau hecho pedazo.

José Peñaloza, 44 años. Cienaguillas. Santa Catalina. Jujuy, 1952.

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El narrador es colla, pastor y comerciante en este lugar de la Puna jujeña. Conoce muchos cuentos que los ha narrado con verdadero gusto. No habla quichua y dice que los puneños argentinos no lo hablan.

En la Puna, la mula y el asno son los animales de silla y carga. El caballo no se aclimata en estas zonas altas, desprovistas de plantas forrajeras.



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241. El zorro y el quirquincho

JUJUY

Diz que había una vez, hace años, cuando las bestias eran nojotros17, y nojotros no habíamos nacío, un quirquincho muy léido y pícaro que tenía por compadre a Juan el Zorro, pero éste le tenía envidia al quirquincho de l'habelidá pa enlazar los potros baguales.

Un día, el Juan jue de vesita a lo del quirquincho y le dijo:

-Compadre, ¿cómo hace osté p'enlazar tan bien a los potros?

-Veya, cumpa18 -le contestó el quirquincho- yo cavo un aujero derechito en medio 'el campo, donde no haiga raíces de yuyos. Luego me amarro el lazo 'i19 la centura y m' estoy echaíto al ladito 'el aujero. Cuando pasan los potros, los enlazo y ligerito, me tiro 'i cabeza al pozo. Entonces ni llorando me saca el potro y yo lo pillo. Ni por juerza se va.

El Juan, muy contento con el consejo del quirquincho, hizo lo mesmito, cavó un aujero derechito en medio 'el campo, se ciñó el lazo a la ventura. Echó la manada 'i potros y cuando pasó cerca lo enlazó perdiendosé ligero en el aujero, pero como el cimbrazo del potro jue fuerte, el Juan salió arrastrau por el   —24→   potro que lo llevó puel20 campo, tuito lastimao. Pero el quirquincho que estaba lenteando21 de cerquita no más, le gritaba:

-¡Sojete, compadre! ¡Sojete, compadre!

Y el zorro, por no dar el brazo a torcer, anque molío los güesos, le contestaba:

-¡Estoy dando lazo! ¡Estoy dando lazo!

Y así como si acabó el zorro en la ramiada22, así se acabó este cuento.

Cirilo Machaca, 65 años. Los Alisos. San Antonio. Jujuy, 1952.

Campesino de esta zona ganadera de Jujuy, vecina de Salta.

Alfarero, de los pocos que quedan en la región. Buen narrador.



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242. El zorro y el quirquincho enlazadores

TUCUMÁN

Que eran compadres el quirquincho y el zorro.

El quirquincho era muy buscavida y el zorro, muy zorro. Pero cuando le convenía, decía que era sin alvertencia y se hacía el tonto.

Un día, el compadre quirquincho sale a cazar. Se va a una laguna grande donde bajaban todos los toros a beber. Y el quirquincho llevó todos sus hijitos y la señora. Hizo una cueva con muchos quenquitos y llevaron un lazo largo y se ataron cada uno de la cintura. Mientras el quirquincho enlazaba un toro, los quirquinchitos lo sujetaban.

Y después lo carnean al toro.

Y en eso aparece el compadre zorro y le dice:

-¿Qué hace compadre? ¿Qué hace compadre?

-Haciendo por la vida. Y venga, le convidamos unas achuritas.

Entonce el quirquincho le dio unas tripas, unas patas y carne, y el zorro se jue muy contento. El quirquincho le esplicó cómo tenía que hacer para que también él pille un toro.

El zorro se había venido también con todos los hijos y había hecho una cueva derecha, sin quencos ni nada. Y les había atáu a la señora, a los hijitos de la cintura. Y cuando él enlazó el toro, el toro salió disparando y los arrastró, y les había cortáu la cintura a la señora y a los hijos, y daban gritos pidiendo socorro. En eso el compadre había oído los gritos y se acercaba.

-Pero, compadre, ¿quí ha hecho?

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-Estoy enlazando un toro.

-¿Y ha hecho la cueva como yo l' hi dicho?

Y como el zorro hace la cueva derecha, el toro los arrastró a todos los zorros atados del lazo y los mató.

Lola López de Tarifa, 46 años. Amaicha del Valle. Tucumán, 1951.

Lugareña rústica. En este cuento el toro reemplaza al potro del cuento más extendido.



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243. El zorro y el quirquincho enlazadores

TUCUMÁN

Diz que el zorro y el quirquincho eran compañeros, y se propusieron de ver si hacían una presa para comer; habían llegado a una aguada23 ande bajaban los animales yeguarizos a beber.

Diz que había dicho el zorro:

-A usté le toca enlazar primero, compañero.

Entonce el quirquincho que había cavado una cueva puros cuencos, áhi, junto a la aguada. Di áhi, cuando vino la hacienda caballar al agua, que el quirquincho había preparado el lazo y había enlazado un potrillo de los más grandes, y se metió en la cueva. Que el padrillo ha disparado y en el tirón que dio, que se ha descogotado, el padrillo. Y áhi comieron los dos compañeros hasta que se han terminado la presa.

Cuando han pasado unos días y han querido comer los dos compañeros, que el zorro le ha dicho al quirquincho que le pertenecía a él enlazar la presa, esta vez. Y el quirquincho le ha dicho que enlace no más. Y luego el zorro hizo una cueva derecha, como son las cuevas de los zorros.

Cuando han llegado los yeguarizos, 'diz que el zorro armó el lazo y enlazó un padrillo de los más grandes y gordos, y diz que se perdió en la cueva. Y en seguida el animal disparó y   —28→   lo ha sacado al enlazador como un volantín24. Diz que el zorro se había prendido el lazo de las verijas. Cuando lo ha visto el quirquincho, que le gritaba:

-¡Sujete, compañero! ¡Sujete!

Y diz que el zorro para no dar su brazo a torcer que le decía:

-¡Si le voy dando lazo! ¡Si le voy dando lazo, compañero!

-Y que el padrillo lo llevaba los saltos y lo arrastraba después, hasta que lo ha partido en dos y lo ha muerto.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Lugareño rústico. Gran narrador.



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244. El zorro y el quirquincho enlazadores

TUCUMÁN

El quirquincho y el zorro eran compañeros.

Han aprontau un lazo cada uno, ¿no? Ha aprontau un lazo el zorro y otro el quirquincho. Bueno, y en ese momento le dice el quirquincho:

-Bueno, compañero, yo vuá25 enlazá primero. Bueno... Allá viene una tropilla de potros.

Y claro, hace una cueva cada uno y lo esperan a la manada. Y di allá la arria. Se fue el zorro y arrió primero la manada, y el quirquincho 'taba esperandoló. Y cuando vino uno de los potros enlazó uno el quirquincho. Y el potro cayó áhi no más, lo voltió.

Y después que hizo la aventura el quirquincho, el zorro que le dice:

-Voy ahora yo. Yo vuá enlazá.

Y claro, el zorro había hecho una cueva derecha, y el quirquincho no, él la hace con muchos quencos.

Y bueno, di allá la arria a la tropa el quirquincho y enlaza uno el zorro. Y sale y pega la enlazada. ¡Qué, diablo! En el primer tiro ya lu había sacau libre al zorro. Y sale el cojudo con el tigre ramiando. Y lo mata. Claro, po.

Moisés Medina, 59 años. Tacanas. Leales. Tucumán, 1970.

Campesino. Buen narrador.



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245. El zorro y el quirquincho enlazadores

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que andaba el zorro y se juntó con el piche, el peludo. Y andaban en el campo. Y don Juan le dice que tenía mucho hambre.

-Y vamos a carniar un potro -le dice el peludo.

-Bueno -le dice el zorro.

Entonce le dice el peludo a don Juan Zorro:

-Andá echá la cuadrilla de potros vos, yo voy a enlazar.

Que'staba una cuadrilla de potros áhi cerca. Entonces don Juan jue y los echó pa acá. Mientras tanto el peludo cavó una cueva con muchas güeltas adentro, en la tierra, como lo hace él su cueva. Y áhi se puso, el peludo, escondido con el lazo armado. Entonces ha venido la cuadrilla, ha hecho esto no más26, y lo ha puesto el lazo sobre la paleta al potro, a media espalda.

Cuando dio la estirada y se acabó27 el lazo, el peludo se lo dentró a la cueva y el potro cayó y áhi no más, lo mataron, lo carniaron y lo comieron los dos hasta llenarse.

Cuando se lo terminó la carne, le tocaba de enlazar a don Juan. Entonces el peludo jue a echar la cuadrilla esta vez. Don Zorro cavó una cueva derecha, sin ninguna güelta, como cava el zorro la cueva d'él. Se ató el lazo a la cintura para sujetar   —31→   mejor el potro. Cuando vino la cuadrilla don Juan 'staba con el lazo armado. Cuando vinieron, enlazó el potro de la misma parte que el peludo y se dentró a la cueva. ¡Qué pucha!, me lo sacó como bala, el potro, claro, no tenía ande hacer pie y lo llevó los saltos.

-Tire, compañero -le decía el piche.

-Dejeló disparar, y verá el golpe que le voy a dar.

-¡Qué pucha!, el potro se lo28 jue disparando y lo arrastró a don Juan Zorro y lo mató no más.

Felipe Lascano, 73 años. Media Flor. Santiago del Estero, 1951.

Muy buen narrador.



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246. El zorro y el quirquincho enlazadores

CATAMARCA

Diz que hacen una apuesta el zorro con el quirquincho. La apuesta era que iban a enlazar un potro pa almorzar ellos. Que un día le tocaba a uno y otro día le tocaba al otro. Y luego ya han dicho ánde iban a hacer carne, éstos. Era en una aguada ande caiban los animales al agua. Y bueno, que va el quirquincho y va y cava la cueva con quencos, con vueltas, como la hace él a su cueva, y había hecho bien la trinchera. Y el zorro ha ido, ha cavau su cueva derecho no más. Así es la cueva del zorro.

Y luego ya tocó el día que le tocó al quirquincho. Y bueno, ya enlazó el potro y se metió en la cueva, con la presilla del lazo bien agarrada a la cintura. Y al quirquincho no lo mueve naide cuando se mete en su cueva. Y claro, el potro ha pegau l'estirada, y de una vez no más lo ha descogotau. Y claro, ya almorzaron, ya tuvieron carne a rodo29.

Y al otro día le tocaba al zorro Juan. Y él ha sabíu estar viendo al compañero, y ha dicho:

-¡Bah! ¡Pero esto había síu una cosa fácil! Yo lo voy a hacer mejor.

Y hizo lo mismo, claro. Y bueno, cuando vinieron los potros al agua, enlazó un potro y se metió en la cueva. Que si había atau bien seguro el lazo en la cintura. Y que el potro disparó y   —33→   que lo sacó al zorro de la cueva como una escupida, y que el zorro iba los gritos no más.

Y entós que le dice el quirquincho:

-¡Qué le pasa compañero!

Y el zorro que le dice:

-Le voy dando lazo, le voy dando lazo...

Y al último, cuando ya iba cuasi muerto, que ya decía muy tiple:

-Lo estoy sujetando, lo estoy sujetando...

Y al fin ya no se le oyeba30 lo que decía. ¡Puánde31, qué iba a sujetar un potro el zorro! Y el potro lo mató no más.

Clemente Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino rústico pero inteligente y muy buen narrador.



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247. El zorro y el quirquincho enlazadores

CATAMARCA

Dice que había una vez un quirquincho que era muy güen enlazador. Eran compagres con el zorro. Un día lo invita el quirquincho al zorro a descogotar potros. Y el zorro le dice:

-Cómo no, compagre. Vamos no más.

Y si habían ido cerca di una laguna. Áhi cáian las manadas de potros a tomar agua. Y güeno, si habían preparau una cueva cada uno. La cueva del quirquincho es llena de quencos y la del zorro es derecha.

Y ya se prepararon para enlazar. Y que ya venía la manada, y al primer potro que llega lo enlaza el quirquincho. Se metió en la cueva, hizo pie, y lo descogotó al potro. Después le tocó al que seguía, al zorro. El zorro se ató el lazo en la cintura, enlazó el potro y se metió en la cueva, pero, como es derecha, no tenía ande hacer pie, así que el potro lo sacó di un golpe y lo llevaba ramiando32 pal campo. Y el quirquincho le gritaba:

-¡Sujete, compagre, sujete!

Y el zorro pa no dar su brazo a torcer le decía:

-¡Voy dando lazo, voy dando lazo, compagre!

Qué iba dar lazo, el zorro compadrón, si no se podía sacar el lazo 'e la cintura, que ningún enlazador si ata así.

Y el potro lo mató no más.

Adán Brizuela, 64 años. Casa de Piedra. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino. Buen narrador.



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248. El zorro y el quirquincho enlazadores

CATAMARCA

Éste que era un Rey que vivía en medio de una selva en su palacio y que tenía un caballo de siete colores. Que el caballo se le había disparado de la noche a la mañana y no podía conseguir quien lo pillara. Entonce que echa proclamas diciendo: «Quien pille el caballo de siete colores se casa con mi hija».

Eso había oído el zorro, que se llamaba Juan, y no hallaba qui hacer. Un día que lo encuentra al quirquincho que se llamaba José y le dice:

-Hola, José, ¿qué hacís?

-Aquí 'stoy buscando qué comer -le dice el quirquincho.

-Che -que le dice el zorro-, dice el Rey que quien pille al potro de siete colores se casará con su hija. ¡Caramba! ¿Qué no ti animás, vos, che?

-Yo tal vez lo vuá pillar -que contesta el quirquincho.

Y entonce se va corriendo el zorro y le dice al Rey que el quirquincho ha dicho que va a pillar el potro de siete colores.

Entonce el Rey le dice que vaya a llamar al quirquincho. Y se va el zorro y lo llama. Cuando viene el quirquincho que le dice el Rey:

-¿Quesque usté ha dicho que va a pillar el potro de siete colores?

Y el pobre José, asustado, le dice:

-No, señor, yo nu hi dicho nada.

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-Amigo -le dice el Rey-, palabra de Rey no puede faltar, haiga dicho u nu haiga dicho, unté me va tráir el potro. Así que elija un cuero, haga un lazo y dentro de quince días me trái el potro, que si no, lo hago matar.

Entonce el quirquincho eligió el cuero y si había ido hacer su lazo. Por áhi, un día, está de llegada el zorro y le dice:

-¿Quí hace, amigo José?

-Aquí 'stoy jodido33. Yo no sé qué desgraciao ha 'ido a decir al Rey que mi animo a pillar el caballo de siete colores. ¡Carajo!34

-¿Y aura qué va hacer? -dice el Juan.

-Aura vuá hacer mi lazo viendo, viendo mi colita, y vuá pillar el potro.

Entonce Juan dice:

-Yo también vuá hacer el mío.

Y si había ido a pedir cuero y empieza a hacer su lazo, viendo, viendo su cola. Cuando terminan los dos, se van y empiezan a cavar una cueva al lado de la sonda de bajada del potro, uno de cada lao. El zorro que había cavao una cueva derecha no más como es su cueva, en cambio el quirquincho había cavao con vueltas como es la cueva que hace él. Entonces que dice el quirquincho que él iba a enlazar primero, y el zorro no quiere, y dice que él es primero. El quirquincho lo deja. Y ven que ya venía el potro y se aprontan. El zorro si había atado el lazo por media panza, y cuando llega el potro, lo enlaza y el potro lo saca como escupida. Claro, como la cueva era derecha, no se podía afirmar en nada. Y cuando ve que el potro lo lleva a la rastra, empieza a gritar:

-¡Ayudemé, amigo quirquincho! ¡Ayudemé!

¡Qué lo podía ayudar el quirquincho si el caballo lo llevó al campo!

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El quirquincho espera unos días que venga el potro, pero como no vuelve se va y le avisa al Rey que el potro no baja, y que cré que el zorro lo ha enlazao porque ha óido unos gritos, y el Rey dice:

-Seguro que el bárbaro de Juan si ha hecho matar con el potro, porque ha pedío cuero para hacer un lazo.

Le 'bía dado cinco días más de tregua en ese tiempo, y había venío el potro, pero muy cosquilloso, y tráia, en la punta 'el lazo, un pedazo del cuero del zorro. Eso era señal que lu había muerto por los campos.

Le tocó al quirquincho enlazar el potro, entonce. El quirquincho se preparó. Había atao su lazo en una ráiz del árbol por bajo la tierra, y lo 'bía enlazao. Y en el primer tirón cayó al suelo el potro, y grita al Rey que vengan a poner el bozal.

El quirquincho se afirmó en las güeltas de su cueva, y cuando si agarra con las uñas que tiene, no lo mueve naide.

Ya vinieron y lo llevaron al potro de siete colores y lo atan en el bramadero35, y se casa, con l' hija 'el Rey, el quirquincho.

Hacen una gran fiesta y bailan tres días y tres noches.

Ya también m'hi cansao de bailar y por eso hi acabao mis ojotas.


Y ha pasao por un zapato roto
pa qui usté cuente otro.



Victoria López, 35 años. Ovejería. Santa María. Catamarca, 1952.

La narradora, colla, es pastora en esta pequeña y solitaria meseta situada a 4500 m de altura, rodeada por altas cumbres nevadas. Usa ojotas, la primitiva sandalia de cuero de los indígenas de la Puna, y amplias faldas superpuestas, de telas burdas de lana, tejidas en los telares domésticos. Es el traje típico de la colla de la Puna, que en la actualidad va desapareciendo.

El cuento tradicional argentino tiene una desusada amplitud en boca de esta narradora semianalfabeta, pero inteligente. Es una variante curiosa en la que entran personajes como el Rey y el caballito de siete colores del cuento tradicional.



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249. Enlazadores

CATAMARCA

Dice que había una vez un hombre que era un gran enlazador. El zorro y el quirquincho lo miraban hacer pruebas con el lazo desde una barranca.

-¡Ah! -dijo el zorro un día-, yo enlazo mejor que ése, cualquier bicho, y lo sujeto mejor.

-Yo, no creás que soy muy manco -le contestó el quirquincho.

Se desafiaron cuál era mejor enlazador y más buen sujetador. Nombraron de ayudante al cuervo.

En la orilla de una aguada y en un aguaitadero36 cavaron cada uno su cueva. Prepararon los lazos y se metieron en la cueva esperando que llegaran animales al agua.

Llegaron unos potros chúcaros a tomar agua. El cuervo, que era el echador, empezó a aletiar y los espantó. Se asustaron los potros y dispararon y pasaron por frente de las cuevas donde estaban el zorro y el quirquincho, ya listos con los lazos. A la pasada de los potros braciaron y cada uno tiró el lazo y enlazó su potro de media espalda, de donde tienen más fuerza, del cogote y del brazo. El quirquincho hizo caer de nuca su potro al suelo, sujetó con la fuerza que tiene cuando hace pie firme, y el potro se descogotó y cayó muerto. El zorro voló por los aires   —39→   arrastrado por el potro que disparaba, gritando que lo favorecieran. Por milagro se soltó del lazo y volvió muy golpiado y lastimado. Entonce se fijó que el quirquincho hace su cueva con muchos quencos y que él la hace derecha y no tiene dónde hacer pie.

El zorro recibió los golpes y tuvo que pagar la apuesta, por palangana, y gracias que salvó la vida.

Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.

Excelente narrador. Aprendió los cuentos que me ha narrado, de la madre, que era mentada en Belén por su sabiduría campesina.



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250. El zorro y el quirquincho

LA RIOJA

Había una vez un zorro y un quirquincho, los cuales andaban muy hambrientos porque no encontraban qué cazar para comer. Después de un largo rato, vieron unos potros que andaban pastando. Entonces se pusieron di acuerdo en la forma que iban hacer para poder cazar algunos de los animales. Resolvieron que el zorro los iría a echar en dirección donde se encontraba su compañero, con el fin de que éste enlazara alguno.

El quirquincho, para precaverse, había cavado una cueva, y se puso a la orilla de la entrada con su lazo listo. Cuando vio que los potro pasaban disparando por delante d'él, revolió el lazo y lo largó en dirección a uno de los potro, metiendosé inmediatamente a la cueva, para poder hacer juerza cuando terminara el lazo. Jue tan juerte el cimbrón que el caballo se dio güelta por sobre la cabeza, descogotandosé al cair. De esta manera los dos compañeros se dieron un gran banquete.

Pasaron algunos días, y habiendosé terminado la carne, comenzaron nuevamente a sentir hambre. Resolvieron entonces salir a buscar algún animal que pudieran matar.

Después de mucho andar y cuando ya estaban muy cansados, divisaron varios cabalgares. Resolvieron esta vez que el quirquincho sería el que iría a echar los caballos y que el zorro esperaría que éstos pasaran cerca d'él para enlazarlos.

El quirquincho le había explicado lo que había hecho él para poder descogotar al animal. Con estas instrucciones, el zorro se puso a esperar que se acercaran los animales, y muy confiado,   —41→   porque él pensaba que haría lo mismo que su compañero. Cuando vio que los cabalgares se acercaban en dirección donde él estaba, preparó su lazo y cuando pasaron cerca de él, enlazó uno de los animales y se metió rápidamente en la cueva. Pero, donde terminó el lazo, en lugar de ser el caballo el que cayera, sucedió que jue el zorro el que voló por el aire, cayendo al suelo hecho pedazo.

El zorro no se dio cuenta que los quirquinchos tienen una juerza muy grande cuando si agarran con las uñas adentro de la cueva, y que difícilmente se los puede sacar.

Vidal Noguera, 43 años. San Rafael. San Martín. La Rioja, 1950.

Comarcano con cierta cultura. Es un buen narrador.



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251. El zorro y el quirquincho los enlazadores

LA RIOJA

Viene y lo pilla el zorro al quirquincho, ¿no? Y le dice:

-Yo te como, hombre. Ve, mirá, si yo mi ando muriendo di hambre.

-No -que le dice el quirquincho- ¿pórque me vas a comer?...

-No -dice-, 'toy muerto di hambre.

-No -dice-. Vamos allá, a un ciénego. Allá hay animales a elegir. Allá si ha muerto uno, vamos -dice.

Van. Lo ven. Áhi si había muerto un animal. Habían comíu un poco. Poco no más, claro, ya 'taba hediondo eso, ya.

Dice el zorro:

-Miró -que dice-. ¿Qué vamos hacer ahora?

Dice que dice el quirquincho:

-Andá, robate un cuero que hay en tal y tal parte. Ya vamos hacer un lazo, ya vas a ver.

Bueno... Va el zorro y lo roba al cuero y lo trái y se ponen hacer un lazo, ¿sabe? Y entre tanto cáia mucha yeguada chúcara37. Habían hecho un lazo hermoso.

  —43→  

-Bueno -dice- ya 'stá el lazo. Mirá -que le dice-, cain pocos animales no más, al ciénego, al agua ya -que dice-. Mirá, aquel potro lo voy a laciar38 yo -dice.

Y le pone una trampa, así, ¿sabe? Le pone así entre dos árboles ande pasaban los animales. Y ya los ha hecho echar con el zorro. Y el quirquincho hace una cueva para allá, l'otra para acá, otra para allá, y otra para allá. Así pa todos laus. Se queda adentro teniendo la punta del lazo de la trampa. Bueno...

-Gritá no más, vos -le dice al zorro.

Y les pega un grito el zorro y disparan los animales.

Y venía un potro adelante. Y cái en la armada de la trampa. El quirquincho hace pie adentro 'e la cueva y en el aire lu había descogotau.

Bueno... Había saliu el quirquincho allá.

-Has visto -que le dice-. Vos me querías comer a mí. Áhi tenís carne. Comé todo lo que vos quierás.

Regalón, áhi, dice:

-Ahora 'tá bien. Ya 'toy comiendo.

Dice el quirquincho:

-Ahora te va tocar a vos. Ahora cuando ya sea poco.

-Bueno -dice-. Ahora ya esto ya no sirve.

Bueno... Pone la trampa y se larga el zorro hacer una cueva, derecho, derecho. Y dice:

-Este potro nuevo que va adelante de la tropilla echameló.

Bueno... Viene el quirquincho y le grita di allá. Pega un grito. Y el potro venía adelante y se entra en el lazo y dispara. Y había salíu el zorro como un tiro di adentro. ¡Uf!, y toma huyendo. Y que le gritaba:

-¡Ataje, compadre! ¡Ataje, compadre!

  —44→  

Y el potro había tomau pal campo y viene y agarra una paica39, y salta el lazo y corre por áhi y va y lo corta al medio. Y va el quirquincho a buscarlo. Y áhi lu halla compartíu. Que dice:

-Bueno, aquí no te vuelvo a tener más por suerte -que dice el quirquincho.

Eulogio Tejada, 68 años. Villa Unión. General Lavalle. La Rioja, 1968.

Campesino rústico. Es un gran narrador.



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252. El zorro y el quirquincho

LA RIOJA

Éste que era un quirquincho y un zorro que se habían ido a cazar. Que vieron una tropilla de yeguas. Que dispuso el quirquincho que se esconda el zorro y que le eche las yeguas. Que él se entró en una cueva y que prendió el lazo de una ráiz.

Echó las yeguas el zorro y que enlazó una, el quirquincho.

Que ya se dispuso el zorro a enlazar él. Que le echó las yeguas el quirquincho. Que el zorro se ató el lazo en la cintura y enlazó un potro. Que lo tomó a la rastra el potro y lo hizo pedazos.

El quirquincho que siguió di atrás y empezó a encontrar pedacitos del zorro. Más allá encontró la cabeza que estaba mostrando los dientes y que dijo el quirquincho:

-Velo a mi amigo, lo ha hecho pedazos el potro y tuavía se está riendo.


Zapatito roto,
lleno de porotos,
y que usté
me cuente otro.



Juan Peñaloza, 70 años. La Envidia. San Martín. La Rioja, 1950.

Campesino. Buen narrador.



  —46→  
253. El zorro y el quirquincho enlazadores

SAN JUAN

Se encontró Juan del Campo, el zorro, con don Agapito, el quirquincho. Se desafiaron, en el mesmo momento, a enlazar. Jueron a un ojo di agua ande venían a beber los potros chúcaros. Y se prepararon. Cada uno cavó su cueva como saben hacerla. Güeno, el zorro ni sabe hacer cueva. Naide le conoce la cueva, se dentra a las ajenas, a las vizcacheras, cuasi siempre.

Ya devisaron que venían los potros. El zorro, bicho ardiloso, le dice:

-Compagre, ¡tire! ¡Tire al más gordo! Yo me'toy atando las apargatas40.

Hizo silvar el lazo en el aire don Agapito y enlazó un potro. Si atracó en la cueva, lu hizo hocicar, y quedó con el espinazo quebrau, el bravo.

Ya cuando han pasau unos días, le tocó a don Juan. El palangana hizo lo mesmo. Cuando se quiso atracar al hoyito sin firmeza qui había hecho, disparó el animal enfurecido, lo sacó como un chijete en el lazo que si había amarrau a la centura, y lo mató. Quedó coloriando no más el pastizal puande lu arrastraba. Esu es porque el zorro cre que es más que todos los animales, y ya se ve qui hasta el quirquincho lo jode. El quirquincho, cuando alcanza a agarrarse en la cueva, sólo muerto lo sacan, mas don Juan no le reconoce los méritos a naide.

  —47→  

Ambrosio del Carmen Soria, 71 años. San Agustín. San Juan, 1947.

El narrador dice que todos los criollos saben el cuento que es muy antiguo. Él oyó éste y otros en las paradas, cuando era arriero.



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254. La zorra y el quirquincho los enlazadores

MENDOZA

La zorra y el quirquincho se encontraron un día por la mañana. Y le dice el quirquincho:

-¿Ánde va, comadre?

-Voy a recorrer el mundo -le dice-. ¿Quere que vamos juntos?

-Bueno -dice el quirquincho-. En aquella aguada vienen muchos animales a tomar agua. Ahí vamos hacer carne.

Y la zorra se puso contenta. Y empezaron a juntar cerda y a hacer un lazo. Cada uno hizo un lazo. Y es fuerte el lazo de cerda.

-Bueno -dice el quirquincho-, a mí me va a tocar primero. Y el quirquincho hizo su cueva cerca del agua, con las curvas que hacen la cueva los quirquinchos.

Y ya llegaron los animales a tomar agua. Y pasaron cerca de la puerta de la cueva del quirquincho, y le gritó la zorra:

-¡Ahora, compadre!

Entonce el quirquincho enlazó y entró adentro 'e la cueva, rápido. Y áhi hizo pie. Claro, cuando el animal sintió el lazo, disparó. Y a la estirada que dio, lo sujetó el quirquincho que 'taba firme en la cueva. Entonce la zorra le écho el lazo a las patas del animal y lo estiró. Ató la punta del lazo en una jarilla   —49→   y después lo degollaron entre los dos. Y bueno, áhi 'tuvieron de fiesta y tuvieron carne para un tiempo largo.

Después, cuando se les acabó la carne, dice la zorra:

-Mañana me toca a mí, compadre.

Y la zorra hizo su cueva cerca del agua. Y la cueva de la zorra es derechita, no tiene curvas.

Al otro día llegan los animales a tomar agua y le grita el quirquincho:

-¡Ahora, comadre!

Era una manada de yeguas que llegaron al agua, y dice la zorra:

-Voy a enlazar la más grande.

Y entonce la enlazó a la yegua más grande y disparó adentro de la cueva. Y áhi el animal pegó la estirada lo que sintió el lazo. Y la zorra quiso hacer pie y no pudo, porque la cueva es derecha, y áhi la sacó como una bala la yegua, y la arrastró, y echó a correr al campo. Y áhi salió la zorra a la rastra. Y andará todavía en la punta 'el lazo, ¡quién sabe por dónde!

Juan Crisóstomo Sosa, 36 años. Uspallata. Mendoza, 1959.

El narrador es Sargento 1. º de la Sección Baquianos del Regimiento 16 de Infantería de Montaña.

Muy conocedor de su región y buen narrador.



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255. El zorro y el quirquincho

MENDOZA

Andaban di amigos el zorro y el quirquincho. Los dos hicieron la apuesta de enlazar un lobo41. Se jueron a un bebedero42. Los baquianos saben ande cai el lobo al agua. El quirquincho dice:

-Yo voy a ser el primero que lo voy a enlazar. Esto va a ser mañana ricién.

El quirquincho se largó a hacer una cueva culebriada43. Así hace la cueva el quirquincho.

El zorro también se preparó. Hizo la cueva derecha. Así hace siempre la cueva el zorro.

Y vino el caballo. Que era harto lobazo. Venía bufando. El quirquincho le tira el lazo. Lo enlaza del cogote y se echa para adentro de la cueva y si afirmó en las vueltas de la cueva. El lobo pegó la estirada y al segundo golpe se descogotó. Hasta que pega un grito a lo gaucho el zorro: ¡Cuac! ¡Cuac! Sale el quirquincho a mirar. Estaba muerto el animal.

-¿Qué te parece el lobo? -le dice al zorro.

-Pero, chey, ¡había síu terrible! Pero así lo voy a hacer yo, mañana. No me vas a ganar así no más la apuesta -le dice el zorro al quirquincho.

  —51→  

Al otro día le toca al zorro. Entonce el zorro se ata la punta del lazo por las verijas, como lu había hecho el quirquincho, y espera la ocasión. Y le dice el quirquincho:

Hay un lobo en l'agua.

-Bueno -le dice el zorro-, corremeló.

Y lu enlazó el zorro y se metió en la cueva. Y no alcanzó a llegar al último de la cueva. Como la cueva era derecha lo sacó el lobo disparando. A los golpes lo llevaba pal campo. Quén sabe ánde lu habrá llevado a la rastra. Ni ha vuelto a pagar la apuesta al quirquincho.

Máximo Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.

Muy buen narrador.



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256. El quirquincho y el zorro

SAN LUIS

Éste que era don Juan el Zorro, zorro astuto y bien empelau. Un buen día, a la orilla de la laguna se juntaron con su amigo Pedro el Quirquincho, con quien mantenía una larga amistá, y mirando tomar agua a la manada de cimarrones, don Pedro el Quirquincho le dijo al amigo Juan el Zorro:

-¡Qué hermoso potro blanco repunta la manada!

El amigo Juan sonriente le dijo:

-¡Qué bien montaríamos en él!

El Quirquincho, con tranquilidad miró al animal blanco y le dijo:

-Montar me resulta fácil cuando el potro está agarrado.

-En fin -dijo el zorro-, enlazar me resulta fácil y montar también -y armando el lazo largó el primer pial, pero no acertó.

En cambio, el quirquincho pialó y disparó a su cueva, enredando el lazo en una raíz. El zorro quedó almirado de la sabiduría de su amigo. Para demostrar que él era mejor enlazador pialó de nuevo. El potro disparó con el lazo, y el pialador, no consiguiendo zafarse, jue arrastrado por el potro y pagó con su vida tamaña imprudencia.

Y el quirquincho pasó por un zapato roto para que Ud. me cuente otro.

Pedro Lucero, 22 años. San Pablo. Chacabuco. San Luis, 1940.

Semiculto. Buen narrador.



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257. El zorro y el quirquincho enlazadores

SAN LUIS

Éste que era un zorro y un quirquincho que eran muy amigos. Vivían en su cueva cada uno, y las cuevas 'taban vecinas. La cueva del zorro era derecha y la del quirquincho puras curvas. Así hacen sus cuevas estos animales.

Una vez hicieron una apuesta, a ver cómo enlazaban un potro. El quirquincho enlazó primero y se metió en la cueva. Lo sujetó muy bien porque el quirquincho es güen enlazador y además puede hacer pies en las curvas de su cueva. El potro dio una estirada y se mató. Se quebró el cogote. Cuando le tocó al zorro, enlazó y se metió en la cueva que es derecha. El potro disparó y lo sacó como un chijete44 al zorro, y lo hizo tira45, lo que lo arrastró entre las piedras y los montes. Claro, el zorro no sabe enlazar y tampoco puede hacer pies en la cueva, porque es derecha, y el potro lo sacó al primer tirón no más.

Gabriela Romero, 64 años. El Sauce. Chacabuco. San Luis, 1950.

Campesina. Buena narradora.



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258. El zorro y el quirquincho enlazadores

SAN LUIS

El zorro y el quirquincho eran compadres. Se encontraron un día. Los dos tenían mucho hambre y empezaron a conversar cómo podían hacer para surtirse de alguna comida. Entonce el zorro, como tiene más viveza, le dice al quirquincho:

-Mire, compadre, vamos hacer una cosa. Ande encontremos un animal muerto lo vamos a cueriar46 y vamos a hacer un lazo. Nos va a servir para enlazar algún animal.

-¡Cómo no! -le dice el quirquincho-. ¡Me parece muy bien!

Y siguieron andando. Por áhi encontraron un animal muerto y se pusieron a sacarle el cuero. Después hicieron lonjas y de las lonjas sacaron tientos y se pusieron a trenzar un lazo. Y hicieron un lazo lindísimo. Entonce dice el zorro:

-Con este lazo vamos a enlazar un animal para carne. Mire, compadre, vamos a ir a una aguada. Vamos a hacer cada uno una cueva. Vamos a enlazar un animal gordo y nos largamos a la cueva, y el animal al dar la estirada se va a descogotar.

-Acertado, compadre -dice el quirquincho.

Entonce se fueron a una aguada ande venían muchos animales a beber. El zorro como más astuto le dice al quirquincho:

-Usté, compadre, va a enlazar primero.

  —55→  

-¡Cómo no! No hay ningún inconveniente -dice el quirquincho.

El quirquincho áhi no más se puso a cavar su cueva. L'hizo la boca y adentro la iba haciendo torcida para todos lados como la hace el quirquincho. Que la hace como entramada con entrada para los dos lados. Y claro, áhi se puede sujetar de cualquier cosa y nadie lo puede mover.

Y vino el primer animal al agua. Era un potro gordo. El quirquincho lo enlazó y se metió en la cueva, bien adentro y se plantó en las vueltas que tiene. El potro cuando sintió el lazo disparó con todas las ganas. Cuando si acabó el lazo dio una costalada, cayó, y se quebró el cogote. Claro, el quirquincho ni se movió di ande 'taba.

Ya corrió el zorro y salió el quirquincho de la cueva. Lo carniaron al animal y tuvieron carne para muchos días.

Cuando se les terminó la carne, el quirquincho le dijo al zorro:

-Ahora le toca a usté, compadre.

-¡Cómo no! -dice el zorro.

El zorro, como es tan palangana47, se creía que todo era muy fácil y que él iba hacer las cosas mejor que el quirquincho.

El zorro empezó a cavar su cueva. Se mandó una cueva derechita como la sabe hacer él.

Ya llegaron los animales al agua. Una tropilla de yeguarizos regordos, como para elegir, bajó a beber.

Entonce le dice el quirquincho al zorro:

-Pongalé el lazo al animal más gordo, compadre.

-Sí, sí -le dice el zorro- ya va a ver de lo que es capaz su compadre.

El zorro enlazó el potro más gordo y se metió en la cueva. El potro dio una estirada y lo sacó al zorro como escupida de músico. Lo levantó en el aire y lo mató en el cimbronazo. Claro, el zorro no tenía ande agarrarse en la cueva y no es capaz de   —56→   sujetarse con las uñas como el quirquincho, pero como es tan palangana, se cree siempre muy capaz, y áhi se perdió.

Y áhi se quedó el quirquincho sin su compadre zorro.

José Agustín Quiroga, 61 años. Estancia Grande. La Capital. San Luis, 1967.

El narrador, nativo del lugar, aprendió este cuento de la madre, también nativa del lugar. En la actualidad es almacenero.



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259. El zorro y el peludo

SAN LUIS

Hicieron una apuesta el zorro con el peludo, que tenían que enlazar un potro y lo voltiaban. Y le dijo el zorro que él también se animaba. El zorro hizo una cueva que tenían que pasar los animales por áhi. Y es claro, el peludo hace la cueva para un lado y para otro, así. Y trajo una soga.

Cuando pasaba un animal por áhi lo enlazaba el peludo. Y enlazaba con la soga atada a media espalda y se iba a afirmar al fondo de la cueva. Cuando pasaban los animales cerca, y cuando pegaban la estirada se quebraba el cogote y caía muerto el potro. Andaba muy bien y tuvieron carne por un tiempo.

Y entonces ya era el tiempo que le tocaba al zorro.

-Yo también voy a hacer lo mismo -dice.

El zorro hace la cueva derecha, ¿no? Y el zorro hizo una cueva derecha como él sabía no más. Pasaban los animales al agua. La pasada era muy cerca y a él no le hacían juicio48 lo que veían al zorro. Y pasaba un potro y áhi lo enlazó el zorro. ¡La gran siete!, y el potro lo sacó como chicharra en el aire. Claro, estaba la cueva derecha, lo sacó el potro de un tirón al zorro. También se había atado el lazo a media espalda. Iba en el aire, el pobre zorro.

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Más allá había un palo con una horqueta y se encaja áhi. Cayó el potro muerto y el peludo lo siguió al rastro y va y lo encuentra arriba del palo al compañero, y le dice:

-¿Qué le pasa, compañero?

-Pero aquí estoy. Aquí recién puedo hacer pie, que me ganó la estirada.

Al peludo le costó mucho agarrar al compañero y hacerlo bajar de allá arriba.

Y el potro ya, como quedó muerto, tuvieron comida para varios días.

-No quiero tener más tratos -dijo el zorro.

Y dejaron de tener trato para enlazar.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Campesino analfabeto, pero inteligente. Muy buen narrador.



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260. El quirquincho y el zorro

SAN LUIS

Eran compadres el quirquincho y el zorro y andaban rodando tierra. Andaban a pie y tenían que encabalgarse. Vieron llegar una tropilla de yeguarizos y le dijo el quirquincho al zorro que tenían que enlazar un potro cada uno, y se prepararon. El quirquincho, hizo una cueva, medio torcida, con caracoles, y el zorro, derecho no más. Y armó el lazo el quirquincho y el zorro le echó los yeguarizos a una manga que había áhi. Enlazó el potro y se metió en la cueva. Pegó una estirada el potro, que cuasi se mató, pero ya lo agarraron y lo tuvieron para cabalgar. Y que le dice al zorro:

-Agora le toca a usté, compadre.

El zorro armó el lazó, se lo ató a la cintura y le dijo al quirquincho:

-Eche, no más, compadre.

Y echó el quirquincho los yeguarizos y el zorro enlazó, ¡amigo!, y se metió en la cueva. El potro era malísimo y se echó a corcoviar y disparar, y lo sacó al zorro como una bala' a la rastra. Claro, como el zorro hizo la cueva derecha, no tenía ande hacer pie. Y ahí lo llevó arrastrando por medio de las espinas, y las ramas y las piedras. Y el quirquincho gritaba:

-¡Sujete, compadre! ¡Sujete compadre!

-¡Qué, pucha!, ni le óiba el zorro con el susto y los golpes.

  —60→  

A los tiempos se juntaron, y tuavía andaba el zorro lastimado, machucado, revolcado entero. Y que le dice el quirquincho:

-¿Y qué le pasó, compadre? ¿Páque dejó ir al potro? ¿Cómo a mí no me llevó?

-L'iba dando lazo, compadre. Pero... ¡Y el lazo, ése, no se cortaba! Y mire, vea, el animal, ése, al fin me arrastró porque era más fortacho qu'el que a usté le tocó.

Juan Lucero, 67 años. El Durazno, Pringles. San Luis, 1952.



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