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ArribaAbajo El zorro y el quirquincho. Otros animales

Los socios sembradores


13 versiones y variantes


Cuentos del 317 al 329


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317. El zorro y el quirquincho

JUJUY

Diz que eran compadres el zorro y el quirquincho. El zorro, como que no tiene paradero fijo ofreció a su compadre, el quirquincho, un terreno que tenía para que el quirquincho lo trabajara. El quirquincho aceptó el ofrecimiento pero pidió condiciones. Entonces el zorro le dice que él puede sembrar lo que guste en el terreno, pero que del zorro iba a ser lo que produjera el sembrado de flor de tierra para arriba. El quirquincho dijo que estaba bien.

El quirquincho sembró papas. Llegado el tiempo de la cosecha el zorro se apresuró a ver la sociedá y se encontró con que por la clase de siembra nada le correspondía a él.

Convinieron en que el terreno lo seguía teniendo el quirquincho un año más, pero esta vez convinieron en que del zorro sería lo que haiga para cosechar de flor de tierra para abajo de la planta.

El quirquincho sembró trigo. Llegado el tiempo de la cosecha se fue el zorro a ver y se encontró con que tampoco le correspondía nada.

Nuevo convenio entre los dos compadres, pero esta vez habían arreglado que del quirquincho sería lo que haya de flor de tierra al centro de la planta.

El quirquincho sembró maíz. Nada le tocó al zorro. Entonces quedó burlada la viveza del zorro por el quirquincho que es tenido por zonzo.

Ciro Francisco Barrientos, 73 años. Tilcara. Jujuy, 1953.

El narrador es persona de cierta cultura y vecino importante en este pueblo de la Quebrada de Humahuaca.



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318. El caso del zorro y el quirquincho

Los socios


TUCUMÁN

El zorro y el quirquincho eran compadres y resolvieron hacer una sociedá. Y el zorro era el socio y el quirquincho el sembrador.

Entonce el zorro decidió hacer la sociedá con su compadre. Le dijo:

-Compadre, ¿podemos hacer una sociedá?

-Sí, ¡cómo no! -le dijo el quirquincho-. Usté elija.

-Bueno -que dice el zorro-, yo voy a ser el socio y usté el sembrador.

Entonce el quirquincho le dijo:

-Elija usté lo que vamos a sembrá.

Que dice el zorro:

-Lo que dé abajo va ser para usté y lo que dé arriba para mí -le dice el zorro al quirquincho.

-Muy bien -dijo el quirquincho.

Entonces el quirquincho sembró papas. Y cuando fueron a cosechar, el quirquincho sacó todas las papas de abajo y al zorro le tocó el tallo y las hojas.

-Bueno -dijo el zorro-, compadre, creo que vamos mal así. Tenemos que elegir de otra manera -le dijo.

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-Elija no más -le dijo el quirquincho.

-Bueno, ahora, lo que dé arriba va a ser para usté y lo que dé abajo para mí -dijo el zorro.

Bueno... El quirquincho decidió sembrar trigo. Cuando el trigo creció y fueron a cosecharlo, al quirquincho le tocaron todas las espigas del trigo y al zorro las raíces. Entonces el zorro le dijo a su compadre:

-Compadre, no podemos seguir la sociedá. Ahora, lo que dé arriba va ser para mí y lo que dé abajo para mí también. Y lo que dé en el medio va ser para usté.

Entonces el quirquincho decidió sembrar maíz. Y crecieron las chacras110 y cuando fueron a cosecharlo, al zorro le tocó todas las flores del maizal y las raíces y al quirquincho todas las espigas cargadas de maíz.

Y así, una vez más, el quirquincho venció las picardías del zorro, que se cre que es el más vivo de los animales.

Y así termina el cuento.

Óscar Sánchez, 21 años. Campo Grande. Graneros. Tucumán, 1970.

Oyó el cuento al abuelo que sabía muchas narraciones.



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319. El zorro y el quirquincho

TUCUMÁN

Había una vez un zorro y un quirquincho que eran socios. Sembraron chacra y cosecharon mucho maíz.

Llegó el reparto. El quirquincho le dice que para el zorro era la punta y el tronco de la chacra111. El zorro aceta muy contento porque a él le tocaba más que al quirquincho, porque al quirquincho le tocaba el medio de la chacra. Pero perdió.

Después sembraron batata y le dijo el quirquincho que pa él era lo que estaba bajo la tierra y pa el zorro lo que estaba sobre la tierra. El zorro quedó contento porque veía mucho verde. Pero no le tocó nada más que hojas inútiles.

Con el andar se dio cuenta que el quirquincho lo jodía. Enojao quebró la amistá y se jue a buscar otro socio.

Juan Pintos, 53 años. Sol de Mayo. Graneros. Tucumán, 1952.

Campesino. Ha olvidado muchos cuentos porque sus trabajos de campo no le dejan tiempo para narrar.



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320. El caso del zorro y el quirquincho sembradores

CATAMARCA

Dice que el zorro que era compadre del quirquincho, tenía un terreno, pero como era flojo no lo quería sembrar. Que le dice al quirquincho:

-Mire, compadre, si si anima de sembralo al terreno yo lo voy a dar a media. Pero yo le voy hacer un trato. De lo que usté siembre, lo que se coseche va a ser, de la tierra para arriba, para mí, y de la tierra para abajo, para usté.

-Bueno -dice el quirquincho-. Cómo no, compadre.

Había sembrado papas. Ha estado la papa para cosecharla. Ha entregado todas las hojas al zorro y las papas se las hizo quedar para él.

-¡Ah! -dijo el zorro-, otra vez no me va a embromar, compadre. Vea, compadre, si usté quiere sembrar el terreno vuelvaló a sembrar. Pero ahora vamos a cambiar. Lo que esté de la tierra para arriba, va ser para usté, y de la tierra para abajo, para mí.

-Cómo no, compadre.

Había sembrado trigo. Había dado cosecha el trigo y le da las raíces al zorro y si hace quedar las espigas para él.

-¡Ah! -dice-, éste, otra vez ya no me va a embromar. Vea, compadre, vuélvalo a sembrar el terreno, pero ahora vamos   —160→   hacer otro trato. Lo que esté de la tierra para abajo, para mí, y las puntas de las plantas para mí también, y lo del medio para usté.

-¡Cómo no!

Había sembrau maíz. Agarrau, li ha dado las raíces y las flores al zorro, y si ha hecho quedar las mazorcas para él.

Así que el zorro no le quiso dar más a sembrar porque todas las veces el quirquincho lu embromaba.

Arcenia Dorado de Cecchetti, 45 años. Chaquiago. Andalgalá. Catamarca, 1968.

La narradora es maestra. Dice que oyó de niña este cuento a un viejecito llamado Emeneterio Nieto, gran narrador, en noches de invierno, a la orilla del fuego, como era costumbre en la comarca.



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321. El zorro y el quirquincho sembradores

CATAMARCA

Diz que el zorro tenía un terreno y le ofertaba al quirquincho que siembre al partir. Y el quirquincho ha dicho que bueno. Y entonce le ha dicho el zorro:

-Lo que siembre este año va a ser, lo de ancima de la tierra, para mí, y lo de abajo, para usté.

Y entón el quirquincho ha preferido sembrar papas. Y claro, como han quedau que lo de encima es para el zorro, que sólo le han quedau en el reparto las hojas, al zorro.

Y de ver que perdía, el zorro, al otro año le ha dicho al quirquincho que lo de abajo de la tierra iba a ser para él y lo de arriba iba a ser para el quirquincho.

Y el quirquincho ha preferido sembrar trigo.

Y bueno, en la cosecha le tocó al zorro lo de abajo, las raíces, y todo el grano le resultó para el quirquincho.

Y bueno, el zorro de ver esto -¿Cómo haré?- que decía. Claro, no se remediaba nada. No hallaba qué hacer sembrar ya. Y entonce que dice el zorro:

-Ahora vamos hacer otra siembra. Para mí va a ser lo que den abajo y lo que den arriba, las plantas, y para usté lo que den en el medio.

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Y bueno, el quirquincho ha sembrau máiz. Claro, la mazorca se da en el medio de la chacra112. Le han quedau al zorro las flores y las raíces, y el quirquincho que era el sembrador, se ha quedau con lo mejor.

Y bueno, se han apartau los socios, y el zorro no ha queríu que sembraran más al partir. Y claro, como el zorro es tan interesau, se quedaba siempre con lo pior.

Clemente Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca, 1951.



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322. El zorro y el quirquincho sembradores

CATAMARCA

Había una vez un zorro y un quirquincho.

Le dice el zorro al quirquincho:

-Oiga, compadre, ¿por qué no sembramos?

-Bueno...

-Podíamos sembrar papas.

-Bueno, bueno.

-Lo de abajo, para usté, y lo de arriba para mí.

-Bueno, bueno -dice el quirquincho.

Siembran y salen las plantas. Y va el quirquincho y hace la cosecha. Y viene el otro y taban las hojas secas. Y va y dice:

-¡Bah! ¿Y para mí?

-Las hojas li han quedau.

-Y bueno. Ahora lo voy a joder yo a éste -dice el zorro-. Vamos a sembrá chacra.

Y bueno, le dice:

-Podemos sembrá chacra. Lo de abajo para mí y lo de arriba para usté.

-Bueno, bueno -dice.

Entonce, viene el quirquincho, y agarra, corta los choclos, los lleva. Y cuando viene el zorro, y va, eran raíces, nada más.

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-¡Ah, mi ha jodido de vuelta! -dice-. Yo también lo voy a joder ahora. Vamos a sembrar zanahorias, lo de arriba para mí y lo di abajo para usté.

Viene el quirquincho y hace la cosecha de nuevo. Y siempre lu ha jodido él, ¿no?

Hasta que después dice el zorro:

-Bueno, ya no cosechemos más, siempre mi ha jodíu usté.

Y todo eso era porque el zorro que se cre muy sabio no conocía bien las plantas y tenía mala intención para el socio.

Jorge Eduardo Busto, 13 años. Copacabana. Tinogasta. Catamarca, 1970.

En cierto modo, ésta es una variante del cuento tradicional.



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323. El zorro y el quirquincho en sociedad

SAN LUIS

Un buen día lo llamó el zorro al quirquincho para sembrar en sociedá. Cuando hicieron el negocio de la sociedá, el zorro le dijo al quirquincho que él prefería lo que quedaba para arriba de las plantas, para arriba de la tierra. El quirquincho aceptó. Y sembraron papas.

Cuando vino la cosecha y ya vino el socio para repartirla, ya no había nada que sirviera para arriba de la tierra.

Bueno, áhi estuvieron en discusión y el zorro le decía que cómo él no iba a tener nada, que le tenía que hacer parte de la sociedá, que cómo él iba a quedar en pérdida, que él no iba a tener nada, y qué sé yo. Que él no más no iba a quedar con provecho, le decía al quirquincho.

Y otra vez hicieron sociedá.

-Bué, ahora va a ser para mí lo que quede abajo tierra -dijo el zorro.

Bué... Sembraron trigo. El quirquincho cosechó espigas de trigo y el zorro se quedó con las ráices.

Volvieron a sembrar.

Y vino una sequía terrible y no se produjo nada, así que volvió el zorro a perder. Así que lo embromó otra vez el quirquincho. Y el pícaro se quedó esperando.

José Escudero, 50 años. Cerros Largos. San Martín. San Luis, 1968.

Peón de campo. Aprendió el cuento de un viejo narrador de la región, que ha muerto hace algunos años.



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324. El zorro y el quirquincho

SAN LUIS

Si había muerto el tigre y el zorro había quedau de heredero. Es que heredó una chacra. Y entonce el zorro buscó quien la siembre. Y entonce lo buscó al quirquincho. Hicieron el trato de sembrar a media. Y el zorro pensó que lo iba a embromar al quirquincho todas las vueltas.

Hicieron un contrato que en la primera siembra el quirquincho iba a cargar con toda la siembra para abajo 'e la tierra y el zorro con la siembra para arriba. El quirquincho sembró papas. El quirquincho cosechó papas y el zorro no cosechó ni medio. Lo embromó la primera vuelta al zorro.

La segunda siembra, el zorro dijo que la siembra para abajo de la tierra era para él y la de arriba era para el quirquincho. El quirquincho entonce sembró trigo. El quirquincho cosechó todo el trigo y el zorro no cosechó nada.

El zorro le dijo al quirquincho que él había hecho dos cosechas muy lindas y que él no había cosechado nada. Y le dijo que esa vez, toda la siembra para arriba de la tierra y para abajo, eran para él, y que la cosecha del medio de la planta era para el quirquincho. Y el quirquincho sembró maíz. Y como el maíz está en el medio de la planta, lo volvió a embromar en la tercera vuelta. Y el zorro no cosechó ninguna siembra. Y eso le pasó porque lo quiso embromar al socio. Si se hubieran partido por igual no le hubiera pasado eso.

Francisco Borjas Ábrego, 13 años. La Botija. San Luis, 1951.

Un niño buen narrador, caso no común.



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325. El zorro y el quirquincho

Los socios sembradores


NEUQUÉN

El zorro con el quirquincho sembraron a medias.

El zorro quería lo que daba el fruto de arriba. El quirquincho le dijo que bueno, que él se quedaba con el fruto de abajo. Sembró papas el quirquincho y le tocó una buena cosecha, y al zorro nada.

Al otro año le dijo el zorro que lo que daba abajo le tocaba a él. El quirquincho sembró trigo. Y áhi otra vez le tocó buena cosecha, y al zorro nada.

Al otro año cambió de opinión el zorro. Dijo que a él le toca lo de arriba y lo de abajo, y al quirquincho lo del medio. El quirquincho sembró maíz. Y el quirquincho acierta por que el maíz lo que da es en el medio. Y el zorro no cosechó nada otra vez.

Y lo embromó el quirquincho al zorro, por ser de malos tratos.

Yolanda del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1960.

La narradora trabaja en el servicio doméstico. Aprendió el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años, de El Cholar, Neuquén.



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326. Los dos socios, el zorro y el perro

JUJUY

Eran el perro y el zorro. Resulta que el zorro andaba buscando un socio para hacer el sembradío. Porque como el zorro es ladino, a él le gusta aprovecharse del trabajo de los demás, y después cobrar y ganar sin mayor esfuerzo. Pensando, pensando a quién lo buscaría para hacer sociedá, dice:

-Lo voy a buscar al perro. El perro es trabajador, es guapo113. Sabe rendir en el trabajo. La cosecha va a salir buena y después yo lo voy a burlar.

Y bueno, se fue y lo habló al perro. Y el perro le dice:

-¡Cómo no! Hagamos sociedá para sembrar el maíz.

Entonce el zorro le dice:

-Miró -dice-, yo no voy a tener tiempo de dedicarme mucho a trabajar en los rastrojos, pero cuando sea la época de la cosecha ya voy a venir y voy a buscar los clientes para hacer la venta, procurar que, en fin, que se venda bien el producto.

-¡Cómo no! -le dice el perro-. ¡Aceptado!

Bué...

Fue el perro. Empezó el sembradío. Hizo arar, aporcar la tierra, echó la semilla. Ya después se encargaba de regar. A   —169→   veces llamaba otros peones que le vengan a ayudar. A veces trabajaba solo. Cuando ya estuvo el maíz florcita no más114, ya vino el zorro haciendosé buenito a decirle que recién se ha desocupado él de sus trabajos. Que había estado para abajo115, le dice:

-Pa abajo, en el ingenio -dice-. Por eso nu hi podíu venir ante, pero como ya necesitás ayuda para la cosecha, ya 'toy de vuelta.

-¡Ah, bueno! -le dice el perro.

Y el zorro sin saber cómo hacer para descuidarlo al perro, para que éste se vaya y lo deje a él tranquilo a hacer el festín ahí, con la venta del maíz, le dice:

-Pero vos sabés -dice-, yo allá, los médicos particulares me han dicho que no tenemos que comer el maíz crudo, que hay que comerlo al maíz cocido. Así que vas a tener que buscarte fuego para hacer hervir el maíz y comer más bien motecito116.

-¿Y de dónde voy a sacar yo fuego? -le dice el perro.

Y el zorro pícaro le dice:

-Mirá -dice-, esa bola de oro que relumbra allá detrás de la lomita aquella. Bueno, de ahí tenés que ir a traer. Vos llevate un papel, acercalo a la bola ésa -dice-, es caliente, y se te va a prender, y traés el fuego.

Bueno, y el perro se queda pensando. Le dice:

-Bueno, yo mañana tempranito me voy a ir.

Esa bola era el sol. Nunca la iba a encontrar.

Y empezó a andar el perro. Y repechaba117 y repechaba por la cuesta. Y quería ganar, y quería ganar, y cada vez que subía más, la bola de oro más alta, más alta, y no la podía alcanzar.

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Por fin llegó a la cumbre y se dio con que ya la bola 'taba arriba. Era imposible alcanzarla.

Se baja, y le dice al zorro:

-Mirá, me ha ido mal, yo no hi podido prender el papel.

-¡Ah!, no sé -dice-. Vos tenés que prender el papel.

Ya a todo esto, ya, el zorro, había agarrado clientela, había vendido bastante maíz. No sé cuantas bolsas había cargau en los carros. Y ya se iba toda la cosecha.

-Vos tenés que irte -dice-. Mañana te levantás al alba antes de que aclare y te vas, de manera que cuando la bola aparezca, vos ya estés arriba.

Se va el perro otra vez. Y ande, y ande, y ande, y ande, y nada. Ha empezau a salir la bola, y él la veía cada vez más lejos, más lejos, más lejos. Y repechaba, y repechaba... Y andaba por la loma, y nada. Y no la podía alcanzar, pues. Cuando llega arriba ya era el mediodía. Otra vez vuelve, vuelve con el cuento al zorro que no nu hay caso, que la bola si había ido no más, que nu ha podíu prender el papel. Y a todo esto, cuando ya ha bajau el zorro había hecho las suyas, ya nu ha encontrau ni cosecha, ni maíz, ni nada. Había vendíu todo, pues, lo había dejau bien burlado al pobre perro que, zonzo, si había puesto a hacer sociedá con el vivillo éste.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

La narradora dice: Este cuento me lo contó una tía abuela, Rosario Uro de Miranda, que en 1941 tenía 80 años. Acostumbraba hacer tertulia a la tarde o al anochecer, y mientras nos hacían tisar118 lana a los chicos, ella nos sabía contar cuentos.

Es una variante del cuento tradicional y semejante al cuento Los dos socios, que Juan Carlos Dávalos recoge en Salta y da en Los casos del zorro.



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327. Los socios

CATAMARCA

Dice que una vez se han hecho socios un zorro y un venado. Dicen que han sembrado una chacra de melones y sandías. Dice que el zorro es haragán y lu ha hecho trabajar al venado no más.

Dice que ha tenido mucha fruta la chacra y han ido a comer los socios. El venado que 'staba un poco enojao no lo ha dejado comer mucho al zorro y lo ha corrido di un lado pal otro y él ha comido lo mejor.

Dice que el zorro ha salido y ha pensado cómo podía hacer para castigar al socio mezquino.

Dice que se encontró un cuero y lo ha remojado y ha empezado a cortar coyundas. Se ha puesto por donde a la juerza tenía que pasar el venado. Y ha pasado el venado y como es tan curioso se ha puesto a ver qué hace el zorro, y áhi li ha preguntao:

-¿Qué hace socio, que trabaja tan apurau?

-Ah, sí, 'toy muy apurado porque han anunciado un gran ventarrón y 'toy cortando coyundas para atarme di un árbol. Y ya 'tá por llegar, y ando atrasado en el trabajo.

Y li ha creído el venado y li ha dicho que por favor lo ate a él primero. Y el zorro si ha hecho rogar un rato y al fin ha dicho que bueno, y que él va a buscar una cueva para salvarse.

Y lu ha atado bien seguro en un taco119, en un algarrobo, y él   —172→   si ha entrao a la chacra y ha comido hasta hartarse. Y dice que ha pasado por donde 'staba el venado atado y muerto di hambre y li ha tirado unas cascaritas de sandías y de melón. Dice que el venado ha comido y le ha pedido al zorro que por favor lo desate, pero el zorro lo ha dejado no más.

Sara Albarracín, 23 años. Santa María. Catamarca.

Muchacha del pueblo. Cursó la escuela primaria.

Variante del cuento tradicional y desarrollo del motivo el huracán de los cuentos del tigre y el zorro.



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328. El león y el zorro sembradores

ENTRE RÍOS

Un día dice el león que lo va a buscar de socio al zorro. Se va a la casa y le dice:

-Buenos días, mi amigo zorro, ¿cómo dice que le va?

-Muy bien. ¿Qué lo tiene por acá? -dice.

-Yo vengo a hacerle un trato. Si usté quiere sembrar junto conmigo -dice.

-Bueno -le dice.

-Bueno. Todo lo que produzca debajo de la tierra es mío, y lo que produzca arriba de la tierra es suyo.

-Bueno -dijo el zorro.

En esa vuelta sembraron batatas. Entonce el zorro recibió todo el ramaje y el león las batatas.

Entonce el segundo año sembraron otra vez. Y le dice el zorro:

-Lo que produzca abajo de la tierra, es mío, ¿eh?

-Bueno.

Entonce agarraron y sembraron maíz. Y volvió a ganar el león.

Y ya el zorro 'taba sospechando que lo jodían, y no quería   —174→   sembrar más. Y entonce el león dice:

-Yo voy a sembrar lentejas y voy a ver si el zorro adivina.

Y siembra y lo llama, y le dice:

-Yo te doy plazo de tres días. Si adivinás lo que yo he sembrado, te quedás con todo, con todo el campo.

Bueno, el zorro no podía adivinar porque no conocía la planta. Entonce resolvió disfrazarse para poder oír lo que el león comentaba con los otros. Entonce él agarró un día y hizo mucho engrudo y se puso por todo el cuerpo, y desplumó una gallina y echó las plumas en el suelo. Y se revolcó. Y quedó como un brujo, con las plumas pegadas. Parecía un bicho desconocido, de raro de más que quedaba.

Vio que estaba sentado el león al lado de una galería, así. 'Taba bien sentau. Y agarró el zorro y se entró al sembrado y acható mucha lenteja, muchas plantas, y entonce que dice el león:

-¡Ay! Quién es este bicho que vino al revolverme toda mi lenteja. Cómo me la dejó toda achatada -dice.

Entonce el zorro ya oyó el nombre de la planta y se fue.

Al otro día tenía que venir. Y lo hace sentar al zorro y le pregunta:

-Bueno -dice el león-. A la una hay que decir que sembré yo.

-A mí me parece que usté sembró trigo.

-No, no. A las dos.

-A mí me parece que usté sembró lino.

-No, no. A las tres.

-¡Ah! ya sé. Usté sembró lentejas.

-Camine, di aquí, pícaro, atorrante, sinvergüenza, ¿Cómo adivinó?

Y era de más pícaro el zorro y el león le tuvo que entregar todo el campo.

Tránsito Ereñú de Páez, 79 años. Nogoyá. Entre Ríos, 1970.

Originaria de la región. Buena narradora.

Variante del cuento tradicional con el desarrollo del motivo de la vieja disfrazada que adivina al diablo un nombre haciéndolo hablar.



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329. El carpincho y el chancho socios

CHUBUT

El carpincho120 y el chancho se hicieron socios para sembrar una chacra. Y el chancho lo quería embromar al carpincho, y le dice:

-El primer año va a ser para mí lo de arriba de las plantas y lo de abajo para vos.

El carpincho sembró papas. Cosechó él papas y el chancho hojas y ramitas.

-Lo de abajo va a ser para mí y lo de arriba para vos -le dice el chancho el segundo año al carpincho.

El carpincho sembró trigo y cosechó trigo, y el chancho cosechó raíces.

Y el tercer año le dice el chancho:

-Para mí va a ser lo de arriba y lo de abajo de las plantas y para vos lo del medio.

El carpincho sembró maíz y cosechó maíz, y el chancho raíces y hojas.

Como el carpincho era salvaje, el chancho lo quería embromar y aprovecharse de su trabajo, pero no pudo con toda su viveza.

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Francisco Arbe, 56 años. Esquel. Futaleufú. Chubut, 1954.

El narrador comenta que oyó éstos y otros cuentos en fogones, en su juventud, cuando cruzaba la Patagonia con arreos y él trabajaba como tropero y arriero de ganado. Lo oyó también del quirquincho y el zorro.



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ArribaAbajoNota

Nuestros cuentos del El zorro y el quirquincho, socios sembradores, conservan y a la vez recrean motivos del muy conocido cuento de la tradición oral occidental, de gran extensión en Europa y en América. En la Argentina tenemos una serie como cuentos de animales y otra serie como cuentos del hombre y el diablo. Aquí tratamos la primera serie. Los motivos del cuento que consideramos fundamental son los siguientes:

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

A. El zorro, que quiere aprovecharse del trabajo del quirquincho, le propone que siembre en sociedad. Acuerdan que cuanto den las plantas arriba de la tierra, será para el zorro y cuanto den adentro de la tierra, será para el quirquincho. El quirquincho siembra papas; a él le corresponden los tubérculos comestibles y al zorro las hojas y ramas inútiles.

B. El zorro propone al quirquincho que   —178→   siembre nuevamente. Acuerdan que lo que den las plantas dentro de la tierra será para el zorro y lo que den arriba de la tierra será para el quirquincho. El quirquincho siembra trigo; a él le corresponden las espigas y al zorro las raíces.

C. El zorro propone al quirquincho que siembre por tercera vez; acuerdan que lo que den las plantas en el medio será para el quirquincho y lo que den abajo de la tierra y en la parte alta será para el zorro; el quirquincho siembra maíz; a él le corresponden las espigas y al zorro las raíces y las flores y hojas inútiles.

En la siembra de nuestro cuento figuran dos plantas americanas, la papa y el maíz; el maíz ha permitido la creación de un nuevo motivo, el tercero. En el cuento tradicional europeo sólo figuran dos plantas, nabos y trigo, por ejemplo, en el cuento ruso de Afanasiev, El campesino, el oso y la zorra, que además se une a motivos de otro cuento tradicional (el labrador, el tigre y el zorro); el nuestro es siempre cuento independiente. En la clasificación de Aarne-Thompson es el N. º 1030 del reparto de la cosecha. De nuestras 13 versiones, en cuatro intervienen otros animales y en tres se intercalan motivos de otros cuentos. Estas versiones y variantes han sido documentadas en: Jujuy, Tucumán, Catamarca, San Luis, Entre Ríos, Neuquén y Chubut. En el país han publicado versiones: Chertudi, II, 26-27, Vidal de Battini, elaboradas, en Antología, I, 80-81 y en Cuentos y leyendas populares de la Argentina, 13-14, entre otros.