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ArribaAbajo La ranita encantada. La lorita y la paloma encantadas

7 versiones y variantes


Cuentos del 965 al 971


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965. La ranita encantada

SANTIAGO DEL ESTERO

Diz que era una niña de virtú que se trasformaba en persona y también se trasformaba en rana, y que se ponía en la tinaja con agua, a cantar. Y que cantaba muy lindo. Nunca habían óido cantar así. Y áhi cuando la oían cantar, pedían permiso para oírla cantar a la niña. Cuando la vían que era rana, naide la quería. Y bueno, tanto que la oiban, venían a ver la niña que cantaba tan precioso. Vino uno, y cuando vio que era una ranita le dio un latigazo y la dejó la pancita pa arriba. Y que la ranita los saltos no más, saltó a la tinaja, y se quedó otra vez áhi.

Y todos los días hacía lo mismo, cantaba. Y todos los que pasaban venían a ver esa niña que cantaba tan lindo.

Y al fin vino uno. Diz que era un Príncipe. Y vino cuando oyó el canto ése. Diz que pasaba por el camino. Y el Príncipe no le tuvo asco, y li habló a la ranita y la vido así, animalito. Y le dijo que se quería casar con ella. Y entonce ella le dijo que era una niña encantada y que cuando se casara se iba a dehencantar309.

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Y prepararon todo para casarse. Y depués de eso, ya llegó el tiempo en que se tenían que casar. Y entonce ese día se transformó en una niña muy linda, vestida toda de oro y de seda, y muy llena di alhajas.

Y bueno, el día de la boda, que hicieron un gran banquete y entonce invitaron a reyes de todas partes. Y la novia, toda la comida que le ponían, no comía y se la echaba al seno. Como era de virtú, no podía comer. Y bueno, a la hora que ya han terminau de estar en la mesa, que ya han preparau el baile, y que la gente ha dicho:

-¡Que bailen los novios! ¡Que bailen los novios primero!

Y ellos han salíu a bailar. Y di áhi, en las vueltas que daba, que volcaba lo que tenía en el seno, y todo se trasformaba en perlas y oro y diamantes, y que ella redamaba310 por todas partes. Y todos los invitados si han ido con ese gran regalo qui ha hecho la niña de virtú, que ya no se hizo más rana, porque así se dehencantó.

Y diz que una vecina di áhi ha querido hacer lo mismo. Cuando si había casau, ha echau la comida en el seno. Y que piden que baile. Y ya ha bailau. Dice qui ha comenzau a volcar comida. Que caiba un puchero por un lau, otro puchero por otro, y asáu, y empanadas, y ensuciaba a todos. Y claro, si no era de virtú no podía hacer eso, ella, como la otra.

Dominga Lescano, 48 años. Quimilar. Ambargasta. Ojo del Agua. Santiago del Estero, 1951.

La narración es una variante del cuento tradicional La ranita encantada. Termina con un motivo del cuento de las hermanas envidiosas.



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966. La sapita encantada

CATAMARCA

Eran tres hermanos, hijos di un Rey. Salieron a rodar tierra. Uno tomó para el oriente, otro para el occidente y otro pal este.

El shulco se quedó atrás de los mayores, ¿no? Se quedó en el campo porque sentía cantar una canción muy hermosa. Y no siguió más adelante porque se quedó encantado de ese canto. Tantos días estuvo y más se iba aproximando y no podía saber en dónde cantaba una mujer. No sabía. Bueno... Porque va llegando y llega a una choza. Había en una piecita, una viejita, muy viejita. Y le dice:

-Señora -le dice-, ¿es aquí ande canta una niña?

-Sí -dice.

-¡Ah!, vengo a pedir la mano de ella, porque m'hi enamorado sólo con la voz que tiene tan melodiosa, tanto que m'hi concentrado di amor, que sin conocerla vengo a pedirla.

-Pero, niño -le dice-, ¡cómo se va a casar si es una sapa, que la tengo dentro de una tinaja!

Bueno... Entonce...

-Nu importa. Sea sapo, sea escuerzo, sea lo que se fuese, yo la llevo -dice el Príncipe.

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Bueno... La premia a la viejita, alza la tinaja y la lleva en la cabeza.

Cuando ya iban cerca de la comarca del Rey, del padre, le dice la sapa:

-Tirame. Tirame al suelo.

Era una laguna grande. Iban pasando.

-Tirame al suelo -le dice.

-No, sapita, te vas ofender311.

-No, tirame, tirame -que le dice.

La tira al suelo. Pega un salto, entra a la laguna. Queda llorando el Príncipe. Claro, dice:

-Ésta ya se junta con todos los sapos. No va volver más.

Entonce, di allá, comu a las tres horas, sale. Sale un cortejo di una princesa acompañada con toda la corte de sus princesas. Con seis caballos blancos y una carroza y la princesa iba adentro con todas las damas.

¡Qué!, queda encantado el Príncipe. Y áhi no más lo viste a él. Iba pobre, claro, tanto tiempo sin cambiarse, sin nada.

Y ya llegaron al reino. Y ya se la iba a llevar al Rey a la Princesa. Y se echaron a vuelo las campanas. Y salió el Rey. Y li ha llevado un obsequio la sapa. Una camisa que manos no habrán tocado, de hermosa. Y botones de oro, encima, bien encartonada, bien lustrada.

Y ya llegaron los dos hermanos mayores. Y fueron a presentar las yernas que iban a ser para el Rey.

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Entonce ya preparan el banquete. 'Taban todos. Ellas también traiban regalo pero ni se parecían al regalo de la sapita.

Todos los güesitos de gallina que comía, de paloma, en fin, de pato, la Princesa iba poniendo en el ajuar, a la vuelta312. Y las otras princesas hacían lo mismo, la imitaban a la señora del shulco.

Cuando ya terminaron de comer, ya tocaron la banda para que bailen. Salieron a bailar. En las primeras vueltas, la Princesa del Príncipe, la sapa, cerró la primera vuelta, se llenó la casa de claveles. En la otra vuelta se lleno la casa de diamelas. Y en la otra vuelta se lleno la casa de jazmines. En cambio cuando bailaban las otras saltaban los güesitos como se los habían puesto no más. Áhi se dieron cuenta que esta Princesa tenía una virtú que no tenían las otras, y que por eso había estado encantada.

Y yo estuve en la fiesta y no me convidaron nada, y yo m'hi venido para acá.

Ramona Virginia Villafañe de Coronal, 86 años. San Fernando del Valle de Catamarca. Catamarca, 1968.



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967. La lorita encantada

LA RIOJA

Había habido un rey que tenía tres hijos, y este rey todos los años peliaba con los moros. Y peliaban también los dos hijos mayores. El shulco no salía al combate. Los dos hijos, ya cansao de peliar le dicen al pagre que porque no lo hace peliar al hermano menor. El pagre les contesta que cómo no.

Cuando lo manda a peliar, al shulco, él le dice al pagre:

-Si de cuanta me había mandau, de cuanta me había ido.

Entonces, un día vienen los moros, los indios313, de nuevo, a peliar, y sale el mozo al combate y los vencieron.

Después el pagre lo manda que se vaya para otras tierras a seguir peliando.

Cuando llegan áhi, pelian la miseria314 de un año. Después se hacen amigos de los moros, porque este mozo era muy bueno, y se quedan en esas tierras. Los soldados que llevaba el mozo se casan todos con las moras.

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Un día estaban comiendo, y siempre que iban a merendar se bajaba de un árbol una lorita muy linda. Ese día, otro de los generales que llevaba el mozo, le dice si por qué no se casaba.

Y él le contesta:

-¿Si con quién? -que áhi todas las mujeres eran moras.

-Y di áhi -le dice el otro-, con esa lorita. Vea, yo sé que con ella va hallar buena suerte, porque es una niña que está encantada.

El mozo se casa y luego vuelve a sus tierras. En el camino encuentra tres jóvenes que lloraban la muerte del pagre y no tenían para enterrarlo y pagar las deudas. Como el mozo tenía buen corazón, se compadece y les da todo lo que necesitaban.

Sigue después su camino. Llega a su tierra. Lo reciben muy bien los pagres. Todos la conocen a la lorita y la querían mucho, porque era muy linda.

Ya habían pasau la miseria de dos años y la lorita seguía igual. Un día le dice a su marido que al otro día iba a terminar su encantamiento y volvería a ser otra vez niña. Pero que no deje dentrar a la casa a nadie, porque había una vieja hechicera que le quería el mal, y la iba a llevar al fin del mundo.

El mozo pone guardias por todas partes para que no dentre nadie a su casa. Pero la vieja hechicera se hizo un gato negro, igual a uno que había en la casa y así dentró no más sin llamar la atención. La cazó a la lorita y después se volvió pájaro y la llevó no más para el fin del mundo. Como el mozo le había tomau cariño, sale a buscarla. Ya había andau la miseria de tres años, preguntando por todos lados sin tener noticias. Cuando llega a una casita, llama, y sale un viejo bien viejo, y le dice:

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-¡Qué anda buscando, amigo! ¿Qué anda haciendo que ha llegau por aquí?

-Mire, ando buscando a mi mujer, que una hechicera me la llevó al fin del mundo, y quiero saber dónde queda ese lugar.

-Mire, mozo, yo no sé, pero pueda que sepa mi hermano mayor. Como la casa queda de aquí cien leguas, yo le presto mi caballo.

El mozo toma el caballo y sale arrancando montes por esos caminos donde no había alma viviente. Anda y anda hasta que va a rayar a otra casa. Áhi le sale al encuentro otro viejo que ya estaba chuchuquiendo de viejo. Lo recibe muy bien, le sirve comida que el mozo no había probau en su vida, le da a donde descansar, y al día siguiente cuando despierta, encuentra todo distinto.

La casa y la gente eran otros, ya no estaba el viejito, sino un joven que le dice:

-Mire, yo le entrego su mujer que ahora es esta niña tan linda, y le doy esta troja315 para que se vayan a su pueblo. Aquí es el fin del mundo y Nuestro Señor me da permiso para darle este pago, por el favor que les hizo a mis hijos allá en la tierra. Así premia Nuestro Señor a todos los que tienen buen corazón.

Y como me ha pedío un cuento, áhi ha ido ese cuento.

Alfredo Torres, 72 años. Puerta de la Quebrada. Capital. La Rioja, 1950.

En este cuento de La esposa encantada encontramos motivos del muerto agradecido.



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968. La sapita encantada

LA RIOJA

Éste que era un viejo y una vieja que tenían tres hijos. Un día el mayor dice:

-Déme la bendición, mi pagre y mi magre, que me voy a rodar tierras.

Le dan, y se va. Ya cuando anduvo unos días, llegó a la casa de un viejito que era Tata Dios y le pregunta:

-¿Dónde va, amigo?

-En busca de conchabo.

-¿Quiere que yo lo conchabe?

-¡Cómo no!

-Bueno, va a ir en este burrito y va a llevar esta cartita. Donde se hinque316 el burrito, tire la cartita y vuelvasé.

Se fue, cuando de repente dio con un río crecido. Lo picaba y sujetaba al burrito, y no se animaba de entrar.

-Y bueno, aquí le voy a decir al viejito que se hincó el burrito -dijo, y tiró la carta el río y se volvió cantando.

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Cuando llegó le preguntó el viejito:

-¿Cómo le fue, amigo?

-Bien.

-¿Se hincó el burrito?

-Sí, se hincó.

-¿Tiró la cartita?

-Sí, la hi tirao.

-Bueno y ahora que más quiere, ¿una carga 'i plata o un Dios se lo pague?

-Pero, una carga 'i plata. ¿Qué voy hacer con un Dios se lo pague?

Bueno, le dio la carga 'i plata, y dio la vuelta al pago.

Va por el camino, oye cantar una niña hacia un alto. ¡Pero divinamente cantaba! Se va y se encuentra con una viejita.

-¿No me dijera máma vieja, quién es esa niña que canta tan bien?

-Pero, m'hija María Celedonia. ¿Quién más va ser?

Se trataba de una niña que estaba en encanto, en forma de sapita.

-Demelá para casarme.

-No, joven, ya han veníu otros tamén, y no se la hi dao.

-Yo me voy a casar.

Entonces la llama:

-María Celedonia.

-¡Señora! -contesta y sale la sapa encantada.

-¿Ésta es su hija?

-Ésta es m'hija.

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-¿Ésta es la que canta?

-Ésta es la que canta.

Le pega una patada el muchacho y dice:

-¿Quién se va a casar con este animal?

Se fue.

La vieja se quedó llorando.

Volvió a la casa muy platudito.

Y viendo esto el otro hijo, el del medio, les dice:

-Déme la bendición mi magre y mi pagre, que me voy a rodar tierra.

Bueno, se fue. Siguió el mismo camino. Fue pasando por la casa del viejito. Lo llamó:

-¿Dónde va, amigo?

-En busca de conchabo.

-¿Quiere que yo lo conchabe?

-Bueno.

-Se va en este burrito y lleve esta cartita. Donde se hinque el burrito tire la cartita y vuelvasé.

Se fue y dio con el mismo río que dio el otro hermano. Hizo lo mismo. Picaba y sujetaba el burrito.

-Bueno, aquí no más le voy a decir que s'hincó el burrito. Tiró la carta al río y se volvió.

-¿Cómo li ha ido, amigo?

-Bien.

-¿S'hincó el burrito?

-S'hincó.

-¿Tiró la cartita?

-Sí, la hi tirao.

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-¿Qué más quiere? ¿Una carga 'i plata o un Dios se lo pague?

-Pero, una carga 'i plata. ¿Qué voy hacer con el Dios se lo pague?

Tomó rumbo al pago.

Cuando de repente siente que cantaba muy lindo una niña, hacia un alto. Se va y da con una viejita.

-¿No me dijera, mama vieja, quién es esa niña que canta tan lindo?

-Pero, m'hija María Celedonia, ¿quién otra va ser?

-Demelá para casarme.

-No, joven, no se la voy a dar, ya vino otro joven primero y lo que hizo fue de darle una patada.

-No, yo no voy hacer eso.

Bueno, la llamó:

-María Celedonia.

-¡Señora! -dijo, y sale la sapa saltando.

-¿Ésta es su hija?

-Ésta es m'hija.

-¿Ésta es la que canta?

-Ésta es la que canta.

-¿Quién se va a casar con este animal? -dijo y le pegó una patada y la tiró adentro un pozo con agua, y se fue.

Cuando volvió éste a la casa, el shulco no quiso ser menos, y dijo:

-Yo también me voy a rodar tierras.

-Que no ti has dir, sos chico -le dicen.

-¿Cómo los otros han ido y han vuelto? Quiera que no, yo me voy. Démen la bendición.

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Bueno, le dio el viejo, menos la vieja. Y se fue, también, como los otros. Siguió por el mismo camino.

Fue por la casa del viejito.

-¿Dónde va amigo?

-En busca de conchabo.

-¿Quiere que yo lo conchabe?

-Y güeno.

-Suba en este burrito, lleve esta cartita. Donde s'hinque el burrito, tire la cartita y vuelvasé.

Se fue. Dio primero con dos individuos que estaban colgados de la lengua. Luego, con el río crecido con agua. Picaba y sujetaba el burrito. Por fin se entró. Se paró la crecida y pasó. Luego dio con otro río crecido con sangre. Picaba y sujetaba el burrito. Por fin se entró. Se paró la sangre y pasó. Después había un río crecido con leche. Se arrimaba y no se animaba a pasar. Por fin entró. Se paró la leche y pasó. En seguida pasó por un boliche donde estaban chupando y bailando con acordión. Lo instaron muy mucho hasta que se bajó. Le convidaban vino y nada quiso. Pasó, y nada de hincarse el burrito. Llegó allá lejos a una pampa grande, donde estaba un toro blanco, gordo como pa rajalo con la uña. Cuando pasó delante 'el toro, se hincó el burrito. Tiró la cartita y se volvió. El viejito, Tata Dios, sabía todo, y cuando llegó le dijo:

-¿Cómo li ha ido, amigo?

-Bien.

-¿S'hincó el burrito?

-Sí, s'hincó.

-¿Tiró la cartita?

-Sí la hi tirao.

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-Ahora, qué más quiere, ¿una carga 'i plata o un Dios se lo pague?

-Un Dios se lo pague.

Le dice el viejito:

-¿Qué ha visto por el camino?

-Lo primero que vi fueron dos que estaban colgaos de la lengua.

-Ésos son tus hermanos que están condenados porque mintieron.

-Después un río crecido con agua.

-Ésas son las lágrimas que derramaron tus padres cuando salisteis.

-Después un río crecido con sangre.

-Ésa es la sangre que perdió tu madre cuando nacisteis.

-Más allá un río crecido con leche.

-Ésa es la leche que has mamao cuando eras chico.

-Después estaban unos chupando y bailando.

-Ésos son los demonios. Áhi está tu madre condenada por no haberte dao la bendición.

-Y más lejo había una pampa grande y había un toro blanco muy gordo. Áhi s'hincó el burrito y tiré la cartita.

-Ése es tu padre que está en gracia de Dios porque él te dio la bendición.

Bueno y se vino el mocito a la casa sin más que el Dios se lo pague. Cuando vino pasando junto al alto, oyó cantar esa niña, tan lindo, que el que la oía quedaba maravillado. Se fue a la casa de la viejita y le dice:

-Güenas tarde, mama vieja. ¿Me dijera quién es esa niña que canta tan lindo?

-Pero, m'hija María Celedonia. ¿Quién otra va ser?

-Demelá para casarme.

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-No, joven, ya han venío otros dos y me la han pedío y lo que han hecho es darle una patada y se fueron.

-No, mama vieja, yo no voy hacer eso. Yo me voy a casar.

Tanto instar, le dijo que bueno, la vieja, y la llamó:

-María Celedonia.

-¡Señora!

Salió la sapita saltando.

-¿Ésta es su hija?

-Ésta es m'hija.

-¿Ésta es la que canta?

-Ésta es la que canta.

Como le prometió casarse, se casó áhi no más. Y la sapa se metió en el pozo y él quedó mirandolá. En este transcurso los hermanos ya se casaron. Ellos sabían, como también sus padres, que éste se casó con la sapa.

-Qué -dice el viejo un día-, voy a ver cuál de mis tres nueras es más hábil.

Les pidió una camisa a cada una.

Cuando recibió el pedido el esposo de la sapa, se puso a llorar junto al pozo. Sale la sapita y le preguntó:

-¿Por qué estás tan triste?

-Porque mi padre me pide que le mandés una camisa y vos, ¿qué camisa vas a hacer?

-Dejá no más. No tengás cuidao.

Se entró al pozo y en seguida salió con una camisa sin costura, pero muy linda, y la mandó.

Las otras le mandaron unas camisas de lienzo, pero muy fieras.

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Las tiró, el viejo, y se puso la de la sapita. En seguida se le ocurrió al viejo otra vez de tener una manta hecha por sus nueras y se las pidió.

Otra vez, muy lloroso, el esposo de la sapita se puso a llorar junto al pozo. Sale la sapita y le dice:

-¿Por qué llorás?

-Cómo no voy a llorar, mi padre me pide que le mandés una manta y vos ¿qué manta vas a mandar?

-Dejá no más, no llorés.

Se entró al pozo. Dentro de media hora sale con una manta de vicuña que cabía en una cáscara de nuez. Se la mandó. ¡Qué!, las otras le mandaron unos chuses317 por manta. Los tiró el viejo y se quedó con la de la sapita.

Bueno, ahora se le ocurrió a los viejos de conocer a las nueras, Los invitaron a los tres hijos pal cuatro de agosto con las mujeres.

Otro lloro pal esposo de la sapita. Se sentó al lado del pozo a llorar sin taparse la cara. Sale la sapita, saltando.

-¿Por qué estás tan triste?

-¿Cómo no voy a estar triste? Dicen mis padres que vamos con las nueras. ¿Cómo te voy a llevar?

-No tengás apuro. Dejá de llorar. Ite pa dentro. Ya salgo yo.

Se fue. Dentro de media hora lo habla la sapita y salió. Se dio con otra pieza, con cortinas de seda, puertas de vidrio y qué sé yo. Detrás de otras cortinas, una niña, pero sumamente linda. Entró el joven. Se abrazaron y se besaron y qué sé yo.

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Le tenía un hermoso traje, relós, sombrero de paja. Recién conoció a su esposa que con el Dios se lo pague, la sacó del encanto. Al frente había un coche que ni el Rey con ser Rey lo tenía. Macanudo, ¿no?

Los otros hermanos ya estaban en la casa, haciendo farsa del esposo de la sapa; decían cómo la irá a trer. ¿En un vaso con agua? En un mate 'e porongo será mejor.

Bueno, se fueron. Cuando se enfrentaron a la casa, salían los viejos poniendosé la mano en los ojos por el reflejo del coche. Las otras nueras eran unas mujeres más bien feas, y la sapita toda una hermosura, ¿no? Bueno, los viejos de contentos que se caían y se levantaban.

Para este recibimiento se hizo un baile. Que había cabritos, chanchos, pavos asados, empanadas, locro y vino. Cuando en la mesa la sapita comía, guardaba los huesitos en el pecho. Las otras mujeres hacían lo mismo. Cuando la sapita bailaba, caían los huesitos hechos moneda. Corrían los pobres y las alzaban. Y cuando bailaban las otras, les caían huesos no más. Corrían los perros y los comían. Hubo mate también. Y hasta yo me encontré por la cocina. Y de ahí vine a contar el cuento. Y sale por un zapato roto, que usté me cuente otro.

José G. Roldán, 59 años. Tasquín. Vélez Sarsfield. La Rioja, 1950.

El cuento tradicional de La ranita encantada se ha ensamblado en el cuento de El camino del cielo o La carta.



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969. La sapita encantada

SAN LUIS

Había una señora que tenía una hija muy donosa y que cantaba muy lindo, como no cantaba nadie, pero tenía un encanto. El encanto que tenía era que cuando venían los jóvenes y tenía que salir, figuraba en sapa. Y sólo iba a perder el encanto cuando un joven s'enamorara d'ella y se casara.

El Rey d'ese lugar tenía tres hijos. El mayor cuando supo que esta niña era tan bonita se jue para casarse con ella. De lejo la óiban cantar y era un gusto la voz que tenía. Y cuando llegó la madre le dijo:

-Aquí 'tá m'hija -y vino una sapita a los saltos.

Entonce el hijo del Rey dijo:

-¡Qué me voy a casar con un animal tan asqueroso! -y se jue.

Después vino el otro hijo, el segundo. Y volvió a salir la sapita y también dijo:

-¡Qué me voy a casar con este bicho tan fiero!

Por fin vino el hijo menor. La óiba cantar y él creiba que óiba un ángel. Llegó a la casa y la madre la llamó a la hija, y vino la sapita. Y a él le gustó y comenzó a acariciarla.   —767→   Y dijo qu'era bonita y que cantaba tan lindo qu'él s'iba a casar con ella, no más.

Entonce la familia del Príncipe le decía que cómo s'iba a casar con un animal.

Él dijo que s'iba a casar no más.

Entonce los padres le dijieron que si se casaba, que no juera a presentarse con ese bicho, allá. Y él se casó no más. Después que estuvo casado él con ella, la sapita le dijo que la llevara a una laguna que había áhi cerca. Entonce la sapita le dijo que se sentara áhi, que ella ya iba a venir.

La sapita se tiró al agua. Al ratito, cuando el joven quiso ver, la laguna se convirtió en un gran palacio tan lindo que ni el Rey lo tenía. Y la sapita salió figurada en una niña tan linda y elegante como no había otra.

El Príncipe se puso contentísimo y la quería cada día más a la señora. Entonces le mandó decir a los padres que tal día iba a ir con la señora. Ellos le mandaron decir, ¡que ni apareciera con ese bicho!

Entonce se jueron no más en un coche que brillaba contra el sol. Y cuando la sirvienta del Rey vio este coche, corrió y les avisó. Y salieron el Rey y la Reina a ver quén llegaba con ese lujo. Y ya vieron qu'era el hijo. Y se quedaron fríos cuando vieron que bajaba con el hijo una señora tan linda y elegante.

Y entonce les dijo el hijo:

-Padres, yu hi venido con mi señora pa que ustedes la conozcan, y acá 'stá.

Y ya salieron los hermanos también, y ellos'taban arrepentidos de no haberse casado con la sapita.

Y los padres decían:

-¡Y cómo lo publicaban tanto que era un bicho tan fiero, esta niña, si es tan preciosa!...

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Entonce el joven les contó qu'era un encanto. Que 'taba encantada. Y que cuando un príncipe se casara con ella s'iba a figurar en la niña qu'era.

Y ya jueron al palacio y vieron todas las riquezas qui áhi tenían.

Y ése jue el premio del hijo del Rey, que jue güeno y no le tuvo asco a la ranita.

Tomasa Muñoz de Leonti, 56 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1943.

Buena narradora. Campesina originaria del lugar.



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970. La sapita Isabela

CORRIENTES

Una señora criaba en su casa a una sapita a quien llamaba Isabela. La sapita cantaba muy bien, y cierta vez, al pasar cerca, de allí tres hermanos, escuchan su canto y se enamoran. El mayor llega hasta la puerta y golpea. Es atendido por la señora, a quien pide conocer a la dueña de tan bella voz, para casarse con ella. La señora llama a la sapita Isabela y la sapita dá un saltito y llega hasta la puerta. El joven al verla se desilusiona y se va. Lo mismo le ocurre al segundo. Por fin, el menor, que también quiere conocerla como sus hermanos, pide a la señora que se la deje ver. Este joven no se desencanta y le pide a la señora, la sapita Isabela para llevarla y casarse con ella. La dueña dice que bueno, y el joven se va con la sapita.

Después de recorrer largos caminos se acercan a una laguna. Al llegar a la laguna la sapita se tira al agua, y cuál no sería la sorpresa del joven al ver salir del agua a la sapita convertida en una hermosa niña, vestida con vestido de oro y de perlas.

Se casaron y fueron felices y comieron perdices.

Petronila Palacios, 78 años. Colonia 3 de Abril. Bella Vista. Corrientes, 1950.

La narradora dice que aprendió el cuento de la abuela, que era más largo, pero que ella ha olvidado algunas partes. La narradora es semiculta.



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971. La pluma de la palomita

La princesa encantada


LA PAMPA

Había una vez un príncipe que cabalgaba cerca de un río, cuando sintió que alguien cantaba con una vocesita muy dulce.

Se acercó sin hacer ruido y vio a una hermosa paloma que bebía agua del río.

El Príncipe sorprendido le preguntó quién era, y la paloma le dijo que era una princesa que había sido transformada en paloma y que seguiría así hasta que alguien la fuera a buscar a un misterioso lugar, al que sólo se podía llegar por el sendero de las tentaciones.

Sin agregar una palabra más, se sacó con el pico una pluma que tenía virtú. Se la entregó al Príncipe y emprendió vuelo desapareciendo.

El joven montó a caballo y le pidió a la pluma que le indicara el camino que debía seguir para rescatar a la Princesa. Entonces la pluma le dijo que debía seguir siempre adelante, sin retroceder jamás, hasta que llegara a un lago.

Tanto anduvo el Príncipe que sintió sé, cuando escuchó una voz que le decía:

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-Volvete que aquí hay agua... pero siguiendo los consejos de la pluma, no quiso retroceder.

Siguió andando y comenzó a sentir hambre, y otra vez escuchó una voz que lo tentaba diciéndole:

-Volvete que te daré alimentos... pero el joven siguió adelante.

A medida que caminaba, se le presentaban muchas tentaciones a las que el Príncipe siempre supo vencer.

Por fin llegó a un lugar maravilloso, en el que había un hermoso lago, y allí vio a la palomita que lo estaba esperando. Se aproximó y arrojó la pluma al lago y entonces a la paloma se le empezaron a caer las plumas y se transformó en una linda joven.

El Príncipe se enamoró de ella y la llevó a su palacio en donde se casaron y fueron felices.

Santiago Careggio, 38 años. Arata. La Pampa, 1950.

Variante del cuento La ranita encantada. La narración es esquemática.



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ArribaNota

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

Nuestro cuento con sus variantes tiene gran extensión en Europa y en América; igualmente en la Argentina. Entre otros tiene los siguientes motivos:

A. Una hermosa niña que canta con una voz maravillosa está encantada en forma de rana (en una versión es una lorita y en otra una paloma).

B. Tres hermanos, hijos de un rey, son atraídos por su canto. Los dos mayores, cuando descubren que es una ranita, la   —773→   desprecian y la maltratan. El menor se enamora de ella, se casa y la desencanta. La joven posee virtudes mágicas.

C. El padre pide a los hijos tres prendas especiales. Con la ayuda de su esposa, el menor presenta las mejores.

D. Los tres hijos se presentan al palacio con sus esposas. El menor, por parte de la suya, lo hace en forma fastuosa.

E. En la fiesta, la joven desencantada guarda huesitos en el pecho, que al bailar, saltan en forma de flores o de joyas.

Nuestro cuento es el Tipo 402 de Aarne, de Aarne-Thompson y de Boggs. Véase el estudio de Espinosa, III, pp. 54-56 y de Pino Saavedra, I, 391-393.





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El zorro y el gato

(Cuento 441 del Tomo II)


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441. El zorro y el gato318

JUJUY

El zorro ha ido a la casa del gato, y lo ha invitau el gato con un queso muy rico y otras comidas.

-¿De dónde saca esta comida tan rica, compadre? Eran compadres, en aquel tiempo, el zorro y el gato.

-Yo tengo una despensa ande como todo lo que quiero y saco todo lo que necesito.

-Mi ha de llevar compadre, que necesito ver eso y sacar algunas cosas pa reserva.

-No, compadre, los perros lo van a olfatiar, usté sabe que lo conocen muy bien y los van a matar a los dos. Usté es muy peligroso.

-No se priocupe, compadre, yo me sé defender y corro muy ligero y con mañas pa que no mi agarren. Llevemé no más y no tenga cuidau.

El gato li ha hecho caso al zorro y han ido a la despensa di una casa de ricos. Que la despensa tenía toda clase de comida y en gran abundancia. Tenía un aujero chico por donde entraba el gato. Por áhi tenían que entrar. El gato entró con facilidá. El zorro se tuvo que estirar un poco pero entró bien. Y han empezau a comer. El gato comía poco   —778→   y salía a cada momento por el aujero para ajuera. El zorro le preguntó por qué salía.

-Salgo pa ver si hay alguna novedá y poder disparar, pero nu hay nada. Todos están durmiendo.

El zorro que tenía mucho hambre comía y comía y también tomaba mucho vino. Y ya se puso machadito319 y quería cantar.

-Compadre, no vaya a cantar que los van a avanzar los perros y los van a matar.

-No tenga cuidau decía el zorro.

El zorro machau y contento como taba con la panza llena largó un canto bien juerte. Lo oyeron los perros y corrieron a la despensa. El gato salió como una flecha por el aujero. El zorro también quiso salir, pero como taba con la panza tan hinchada se quedó encajau y los perros lo mataron. Y así se murió el zorro que se cree tan vivo y pierde la cabeza.

Santiago Vargas, 28 años. El Cucho. Capital. Jujuy, 1957.

Peón hachero.