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61

Apéndice al § IX, cap. 4 de la Disertación histórica del Dr. Conde. (N. del A.)

 

62

Así resulta de las actas de sesiones de la junta superior de gobierno de la Academia. (N. del A.)

 

63

Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle Espagne, Livr. 2, chap. 7. (N. del A.)

 

64

Véase el pasaje de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, copiado en nota anterior. (N. del A.)

 

65

«Utinam et Phidiam ab initio coluissent indigenae, ut coluere Vitruvium, atque Apellem! Nam ut arquitectos, et pictores excellentes habuere non paucos, ita statuariis optimis vulgo caruere», Maneyro, De vitis aliquot mexicanorum. En la del padre Villavicencio, tomo 1.º, página 10. Lo mismo pasa en la antigua España, pues habiendo producido una de las más insignes escuelas de pintura de la Europa moderna, y arquitectos de primer orden, carece casi absolutamente de estatuaria. (N. del A.)

 

66

El padre Torquemada hace la historia y la descripción de esta obra en los términos siguientes: «Era varón (el padre Tembleque) de muy constante y determinado ánimo, lo cual se conoció en muchas y diversas ocasiones; una de las cuales fue que morando en el convento de Otumpa... y viendo que toda aquella Provincia carecía de agua, que por ser muy alta la tierra no tiene fuentes ni arroyos, y que de tiempo de su gentilidad usaban de unas balsas que por otro nombre se llaman jagüeyes, en los cuales se recoge el agua llovediza... y viendo que la de estas balsas o jagüeyes, con que estos indios pasaban su año, y se sustentaban, se la encenegaban los españoles con sus ganados y bestias, por ser camino pasajero para el puerto de la Veracruz y otras partes, e ir por él todas las cuadrillas de carros y carretas que siguen este viaje, y por esta causa estar ya estos dichos jagüeyes tales, que ya no bebían sus desventurados moradores sino cieno y lodo en lugar de agua, de que iba enfermando y muriendo mucha gente; condoliéndose el caritativo religioso de tan extrema necesidad de los pobres indios, trató en su corazón de remediarla, determinándose de traer agua al pueblo, acometiendo en esto una hazaña que grandes y poderosos reyes del mundo apenas se atreverían a salir con ella... Fue pues la traza traer agua corriente a Otumpa de nueve o diez leguas adelante, hacia la misma parte del Norte, jurisdicción del pueblo de Zempoala, que en tiempos atrás era una muy grande Provincia, sacándola de muy pequeños manantiales, y de parte (al parecer y juicio humano) mucho más baja que adonde había de venir, estando metida entre cerros y barrancas», lib. 20, cap. 63, Monarq. Ind. (N. del A.)

 

67

Véase la interesante carta en que cuenta a un amigo su vida, y que D. Manuel Payno insertó en su biografía publicada en el tomo 2.º del Museo Mexicano, pág. 16. En aquella carta se cuenta no sólo la carrera del artista, sino sus satisfacciones, sus enojos con sus rivales, sus alabanzas propias, todo con una ingenuidad, una ufanía casi infantiles. Su vanidad no ofende, por lo mismo que se presenta sin el menor embozo de fingida modestia. (N. del A.)