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Indice


 

1

[Los documentos reproducidos en nota vienen agrupados al final del índice del original; suprimimos «DOCUMENTOS» al inicio de cada uno de ellos y reproducimos los títulos del índice entre corchetes. (N. del E.)]

 

2

[Primer contacto con Potemkim]

Miranda describe así su primer contacto con Potemkin (Diario 31-12-1786):

Por la mañana escribiendo. Comí en tête-à-tête con la Princesa y luego tuvimos varias visitas de damas rusas del país. Vino el Príncipe Viazemskoy, quien me repitió que el Príncipe Potemkin deseaba verme, y luego un Edecán de dicho Príncipe convidándome a pasar la noche en su compañía. Hice buscar una espada a instancias de mi amigo y sobre todo de la Princesa, por quien más bien tuve esta condescendencia... ¡válgame Dios y qué pequeñeces y miserias!

En fin, a mi llegada, se me abrió campo por todas partes y los edecanes me condujeron al aposento privado de Su Alteza, que se levantó para recibirme muy políticamente y me hizo sentar... Nassau estaba sentado a su derecha, hablándole con suma confianza. Tomamos té los tres, hecho por las manos del mismo Príncipe, que me hizo varias preguntas comunes relativas a la América española y me preguntó por mi patria. El dicho Nassau vino a mí, preguntándome si viajaba por orden de la Corte o por mi gusto, con otras cosas al tenor, y luego pasó a informar al Príncipe al oído. Un tal Ribas, nativo de Nápoles, Edecán también y Coronel de Caballería en este servicio, vino a hablarme en español y me parece sujeto de buen modo y tal cual instrucción. En esto entró la Condesa Sivers, que es una zorra, que, aunque de buenas gentes, ha vivido como tal en Petersburgo y retirada en Krementchug, donde nadie la veía. Ha hecho ahora la amistad del Príncipe, le sigue como su P... y todo el mundo se apresura a hacerle la Corte. Vive aquí en la casa del Comandante de la Fortaleza; Guibal, es su Edecán y Rumantzov, Nassau y el Gobernador de Krementchug le adulan pública y bajamente. Al entrar, el Príncipe le dio un beso, la sentó a su mano derecha y se acuesta con ella -según dicen- sin más ceremonia.

Luego vino al concierto compuesto de cinco músicos, entre los cuales un Sargento Mayor, un joven flautista de 17 años y otro violinista, eran pasables. Tocose música de Boccherini y me preguntó dicho Príncipe si la música me gustaba, entrando en conversación sobre el mérito de este autor, que el cree preferible a Haydn, y que de sus composiciones, los cuartetos son lo mejor.

El General Suvorov se me puso al lado para molerme con preguntas majaderas y el Príncipe le dijo muy claramente que se callase la boca. ¡Oh, válgame Dios, que adulador, ridículo y contentible se hizo Rosarovich! que se metió allí sin llamarlo, hasta que al fin fue menester que un Edecán lo echase fuera, por cuya razón también yo me retiré algo después de las nueve, aprovechándome del coche del Príncipe.

Una vez más, el 1-01-1787, relata otro encuentro con el Príncipe Ruso:

Lo pasé en casa escribiendo y por la tarde recibí un Edecán del Príncipe Potemkin convidándome a pasar la noche en su compañía. Supe que sintió mucho el que no me hubiese quedado a cenar la noche antecedente. Fue también la Princesa que tuvo recado de su parte. Me recibió con suma política; hubo música al ordinario, yo me quedé a cenar, los Príncipes se retiraron.

En la mesa me puso a su lado y hablamos sobre materias políticas. Entre otras cosas me dijo que la Emperatriz había sido solicitada por el Rey de España para que no recibiese a los jesuitas, y que sobre el rehusar la petición, le había significado que algún día se arrepentiría de haber admitido «semejantes gentes» en sus dominios, reflejando que qué podrían hacer en un gobierno de nervio y que en uno débil todo el mundo podía. Se habló del Marqués de La Torre, que era su amigo y de un tal Mr. Ellis, de Jamaica. También sobre el carácter del pueblo español y observome la cantidad de marineros de la escuadra de Aristizábal que se habían hecho mahometanos en Constantinopla. En fin, a eso de las doce concluyó la cena -sólo había la gente de casa y la señora Sivers- y yo tuve el gusto, además, de ver entre las gentes que concurrieron cinco embajadores de los pueblos del Cáucaso, que han venido a tratar con la Rusia sobre asuntos políticos. El traje aproxima del Prusiano.

El 2 de enero tiene también otra cita con el alto funcionario ruso:

...Luego a casa a vestirme e ir a hacer una visita al Príncipe Potemkin, mas Viazemskoy me decía que haría mal de ir si no me llamaba. ¡Ah, envidia maldita! En fin, en esto llega un Edecán con recado del Príncipe para si gustaba pasar la noche juntos. Fui allá y me recibió con la política y distinciones ordinarias. Supe que había extrañado el que Madame no me hubiese convidado a comer con él, y que se lo dijo. Tuvimos muy buenos cuartetos de Boccherini; el Mayor Rosetter toca excelentemente el violín sin haber salido de Rusia. Ribas me informó que creía seguramente que el Príncipe se proponía convidarme a la Táuride para ir juntos a Kiev. Mas yo le insinué con el mayor agradecimiento y en el mejor modo, que yo sólo viajaba por instruirme y evitar en lo posible la proximidad de las Cortes, el favor, etc. Él me aseguró que Su Alteza había hablado de mi persona con sumo aprecio y distinción aquella mañana y que así él buscaría una ocasión de manifestarle mis buenos sentimientos...

 

3

[POR UCASE DE SU MAJESTAD LA SOBERANA EMPERATRIZ CATALINA ALEKSEEVNA, ZARINA DE TODAS LAS RUSIAS]

Desde Moscú hasta San Petersburgo, proveer al Coronel Conde Miranda y a sus acompañantes, tres caballos de Posta, y, donde no hubiera estos, caballos de particulares con guías.

Expedido en la Gobernación Provincial de Moscú el 7 de junio de 1787.

De Su Majestad Imperial y mi Soberana, el General Mayor, Gobernador de Moscú y Caballero de la Gran Cruz de la Orden Santo-Apostólica, Príncipe Vladimiro.

***

[ORDEN DEL CORREO IMPERIAL DE MOSCÚ A LOS CORREOS EN EL CAMINO REAL DE SAN PETERSBURGO]

Al recibo de esta orden se prescribe:

Todos los correos que estén en las Postas del susodicho camino real durante el paso de su señoría el Conde Miranda deben seguir con su Señoría para preparar los caballos y acompañarle de Posta en Posta.

Junio, 7º día del año 1787.

***

INSTRUCCIONES

En cada Posta, al cambiar de correo, debe éste entregar intactos todos los efectos pertenecientes al Conde, al siguiente correo.

En todas las ciudades donde parara, acompañarle a la posada si deseara comer o descansar.

En la ciudad de Tver, indicarle dónde se encuentra la casa del General Gobernador.

En todo lo que necesite prestarle ayuda.

Habiendo llegado a Petersburgo, informarse sobre la casa de Levachov, o acerca de la mejor posada y llevarle a ésta.

 

4

[CARTA DE PEDRO DE MACANAZ A MIRANDA Y SU RESPUESTRA]

San Petersburgo, 14 de julio de 17874.1

Muy señor mío:

Enterado de que vuestra merced se ha presentado en esta Corte con el título de Conde de Miranda, al servicio del Rey mi amo, en el grado de Coronel, me es indispensable el exigir de vuestra merced la patente o instrumento que lo acredite, previniéndole que de no hacerlo así, procederé contra vuestra merced a fin de que no haga uso de dicho uniforme.

Dios guarde a vuestra merced muchos años.

Besa la mano de vuestra merced, su más atento y seguro servidor.

Pedro de Macanaz

Señor Don Francisco de Miranda

RESPUESTA

Petersburgo, 4 de julio de 1787 v. e.

Muy señor mío:

No me faltarían medios con qué satisfacer la incredulidad o vanidad de vuestra merced, si el modo en que lo solicita fuese más propio o decente. La amenaza con que vuestra merced concluye es tan ridícula como grosero y despreciable el lenguaje que sólo puede vuestra merced usar con los que tengan la desgracia de ser sus inferiores.

Dios guarde a vuestra merced muchos años.

Besa la mano de usted un servidor como debe.

F. de Miranda

Don Pedro de Macanaz

 

4.1

Macanaz utiliza, para fechar su carta, el calendario gregoriano (N. E.) que adelanta once días respecto al calendario juliano (V. E.) en vigor en Rusia. (Nota de Josefina Rodríguez de Alonso)

 

5

[Relación del primer encuentro de Miranda con la zarina]

Miranda cuenta de esta manera su encuentro con la zarina en Kiev (Diario 14-02-1787):

Estuve en Palacio pronto a las once, y media hora después entró la Emperatriz a quien fui presentado por el Príncipe de Bezborodko, Maître de la Cour, y besé la mano de Su Majestad que con sumo agrado la sacó de su manguito y me la presentó de paso -pues no se usa aquí genuflexión ni nada- y yo hice una cortesía al retirarme.

Después entré, con el permiso que me envió luego el Príncipe Potemkin, a la antecámara y Su Majestad vino a hablarme inmediatamente, preguntándome cuántos grados de calor hacía cuando era menos en mi tierra, etc... Después salimos a la gran sala donde había preparada una mesa de sesenta cubiertos -yo estaba ya convidado de antemano por el Príncipe Bariatinski- en forma de paralelogramo de tres lados. Nos sentamos a eso de las doce y media. Yo estaba al lado del Conde de Tchernichev que me cuidaba con suma atención, y Su Majestad me envió por dos ocasiones platos que tenía a su lado.

A las dos todo esto concluyó. Su Majestad se retiró a su cuarto y nosotros a casa hasta las seis y media que volvimos para la Corte otra vez. El gran salón de palacio estaba lleno de damas extranjeras y del país -éstas en vestido uniforme del gobierno en que están domiciliadas, como los hombres, y no es una mala ley suntuaria- y todos los sujetos de distinción y forasteros que se hallan aquí.

En otra oportunidad, Miranda relata de esta manera un nuevo encuentro con Catalina de Rusia (Diario, 22-02-1787):

En esto vino el Príncipe y me dijo que Su Majestad no consentía a que partiese en esta ocasión, pues era peligroso el paso de los ríos y me exponía a un accidente disgustoso. Le respondí que seguramente sería temeridad en mí no conformarme con los consejos de Su Majestad, etc., y todos me dijeron que esto era lo mejor. A poco rato salió Su Majestad para ir a casa del Embajador de Alemania, donde había cena y baile dispuesto, y me dijo que si me quería ir a ahogar, que esto no lo permitiría ella... Le di mil gracias por su bondad y aseguro ingenuamente que este acto de su buen corazón hizo tanta impresión en el mío, de terneza y agradecimiento, que no podré olvidarlo jamás. ¡Y tanto más, cuanto que presentaba el mayor contraste a la escena que acababa de pasarme con el otro, que yo consideraba como mi buen amigo!

Entramos en casa del Embajador, donde había gran concurso y aparato; noté que el Príncipe, por el camino, me habló con particular afabilidad, tocando las cábalas polonesas y personajes de esta nación que se hallan aquí actualmente... La proposición que el Conde de Potocki me dijo, de que el más bello monumento de Roma era los dos Reyes Ligados que estaban en el Capitolio, decía el Príncipe que en otro tiempo y no muy lejos, le hubiera enviado en kibitka a Siberia, por todos los días de su vida ¡Zape!

Me preguntó Su Majestad varias cosas durante el juego, acerca de nuestra América, de los jesuitas, de las lenguas, de los naturales del país, y me dijo cómo la Corte de Madrid le había negado estas noticias -diciendo que era el secreto del Estado- para formar un diccionario que quería publicar de todas las lenguas conocidas. Me preguntó sobre las antigüedades de Atenas, templos de Minerva y de Teseo; de Italia, puente de Matalone y Carlos III en Nápoles. De aquí descendimos al estado de las artes en España, célebres pinturas que debía haber en los palacios del Rey, autos de fe y antigüedades de Granada... Sobre si el Rey los había visto jamás; si el Príncipe de Asturias anunciaba gran capacidad o instrucción, y finalmente sobre el contraste que presentaba en sí mismo Carlos III en España y Carlos III en Nápoles. Últimamente me cuestionó sobre nuestra expedición de O'Reilly en Argel y si no era cierto que mucho menos de la mitad se habían retirado. A que le respondí que era una exageración y que yo creía que sólo habíamos perdido una quinta parte. «¿Es posible?, me respondió, y ¿artillería no se perdió mucha?». Alguna, le respondí. En fin, esta conversación fue larga y me manifestó más de la bondad de su corazón, humanidad, instrucción y nobles sentimientos de su espíritu que cuantos otros me podrían decir sobre el particular. Se retiró Su Majestad a las nueve, pues no quiso cenar.

El Príncipe me preguntó qué me parecía la Emperatriz y su modo familiar, amable y majestuoso al propio tiempo, sin aquella morga de nuestra Corte. Nassau me dijo que la Emperatriz le había dicho que se alegraba de haberme detenido, porque no fuese que me sucediera algún accidente desagradable con el deshielo. Nuevas sensaciones de terneza y gratitud en mi corazón.

Ségur me decía que yo hacía el gran cortesano, pues en poco tiempo había logrado que la Soberana se interesase por mi persona cuando a varios extranjeros de nota no decía una palabra al mes... celillos...

 

6

[ARTÍCULO DEL POLITICAL HERALD SOBRE MIRANDA]

Miranda consigna en su Diario de Prusia (18-09-1785) este artículo extractado por el Political Herald de Londres del Morning Chronicle de la misma ciudad y fechado el 20 de agosto de 1785:

América española

La llama que fue encendida en Norte América, ha hecho su camino, como se previó, dentro de los dominios americanos de España. Esta emulación que encierra los compromisos del gobierno en la América Española hacia los españoles nativos y establece otras distinciones entre estos y sus descendientes del otro lado del Atlántico, ha sido una espada de doble filo y corta dos veces. Si esto ha preservado hasta ahora la soberanía de España en estos lugares, ha sembrado sin embargo las semillas de un hondo resentimiento entre el pueblo.

Se celebran conferencias, se organizan reuniones en secreto entre una raza de hombres que distinguiremos con el nombre de españoles provincianos. El ejemplo de Norte América es el gran motivo de conversación y un magnífico objeto de imitación. En Londres, estamos bien seguros, está en este momento un americano español de gran importancia, que posee la confianza de sus conciudadanos y aspira a la gloria de ser el libertador de su patria. Es un hombre de criterios sublimes y de inteligencia penetrante, diestro en lenguas antiguas y modernas, entendido en libros y conocedor del mundo. Ha pasado varios años estudiando la política general, el origen, progreso y fin de las diferentes clases de gobierno; las circunstancias que reúnen y retienen multitud de hombres en las sociedades políticas y las causas por las cuales estas sociedades son disueltas y engullidas por otras. Este caballero, después de haber visitado cada provincia de Norte América viene a Inglaterra, a la que considera como la madre patria de la libertad y la escuela del conocimiento político. Como amigos de la libertad, nos abstenemos de dar más detalles respecto a esta distinguida personalidad. Es una prueba notable y un ejemplo del hecho que queríamos ilustrar. Admiramos sus talentos, estimamos sus virtudes y de corazón deseamos prosperidad a los más nobles propósitos que pueden ocupar el ánimo de cualquier ser humano, otorgando el beneficio de la libertad a millones de sus conciudadanos.

 

7

[CARTA CIRCULAR DEL CONDE DE BEZBORODKO AL EMBAJADOR DE SU MAJESTAD IMPERIAL EN VIENA, PRÍNCIPE DE GALITZIN, Y A LOS MINISTROS EN PARÍS, LONDRES, LA HAYA, COPENHAGUE, ESTOCOLMO, BERLÍN Y NÁPOLES, FECHADA EN KIEV EL 22 DE ABRIL DE 17877.1]

El Conde de Miranda, Coronel al servicio de Su Majestad Católica, habiendo llegado a Kiev durante la estancia de la Emperatriz en dicha ciudad, tuvo el honor de ser presentado a Su Majestad Imperial y de conciliarse, por sus méritos y cualidades distinguidos, y entre otros, por los conocimientos adquiridos durante sus viajes por los diferentes continentes del globo, la benevolencia de nuestra Augusta Soberana.

Su Majestad Imperial, queriendo dar al señor de Miranda una muestra señalada de su estima y del interés particular que le profesa, ordena a Vuestra Excelencia, cuando reciba la presente carta de mi parte, conceder a este oficial un recibimiento conforme al caso que ella misma hace de su persona, testimoniándole todos los cuidados y atenciones posibles, dándole su asistencia y protección cada vez que lo necesitare y cuando quiera él mismo recurrir, y finalmente, ofreciéndole, llegado el caso, su propia casa por asilo.

La Emperatriz recomendándole, Señor, este Coronel de una manera tan distinguida, ha querido demostrar hasta qué punto ella aprecia el mérito donde lo encuentra y que un título indefectible ante ella, para poder aspirar de preferencia a sus bondades y a su alta protección, es el de poseer tantos méritos como el Señor Conde Miranda.

Tengo el honor de ser, etc.

P. S. Siendo voluntad de la Emperatriz que el contenido de esta carta quede en el secreto impenetrable, me apresuro, Señor, en comunicar a Vuestra Excelencia sus órdenes.

Al señor Conde de Miranda En su propia mano.

[PASAPORTE IMPERIAL OTORGADO POR CATALINA II A MIRANDA]

Nos, Catalina II, por gracia de Dios, Emperatriz y Autócrata de todas las Rusias, y etc., etc., etc.

Se notifica por medio del presente a todos y cada uno a quienes concierne saberlo, que el portador del presente, el Coronel Miranda, es enviado como Correo a Londres y vuelta a Petersburgo, vía Estocolmo y Copenhague.

Por esta razón, Nos, rogamos amistosamente a todos los gobiernos y a cada uno según rango y posición, a quien sea presentado este documento, y deseamos; mientras que a nuestros gobernadores militares y civiles con benevolencia ordenamos, que al mencionado Coronel Miranda, lo mismo ahora que sale de Rusia, como después regresando a Rusia, no solamente se le deje pasar libremente y sin demora en cualquier parte, sino que se ordene toda clase de ayuda y benevolencia requeridas, por lo que Nos, prometemos a todos los gobiernos corresponder recíprocamente en tales casos. En cuanto a Nuestros súbditos que cumplan esta orden Nuestra.

Como testimonio de ello se extiende este pasaporte sellado con Nuestro sello de Estado. En San Petersburgo día... de agosto de 1787.

Por ucase de Su Majestad Imperial.

Firma ilegible

 

7.1

Aunque entregada en Petersburgo, la Emperatriz dispuso que esta Carta Circular fuera fechada en Kiev el 22 de abril, como había sido prometido. (Nota de Josefina Rodríguez de Alonso)

 

8

[CARTA DE MIRANDA A CATALINA DE RUSIA]

San Petersburgo, 15 de agosto de 1787 v. e.

Señora:

Que Vuestra Majestad Imperial se digne permitir que ofrende a sus pies estas humildes expresiones de mi profundo agradecimiento por todos los favores y bondades que Vuestra Majestad se ha dignado concederme desde que tuve la dicha de serle presentado en Kiev, y que han penetrado de tal modo en mi alma que no podré sino quedar inviolablemente atado a su Augusta Persona.

Solamente un gran e interesante asunto como el que me ocupa actualmente, sería capaz de hacerme diferir el agradable y dulce placer de poder, por mis servicios, pagar en parte lo que debo a la benevolencia de Vuestra Majestad, y de compartir con sus súbditos las ventajas inestimables e insignes de que goza la sociedad bajo su ilustre y glorioso reinado. Pero en cuanto mis compromisos sean fielmente cumplidos en otra parte, como tuve el honor de comunicar a Vuestra Majestad por el señor General Mamonov en Kiev, me atrevería a recordarle su promesa y espero que su bondad se dignaría aceptar los modestos servicios de un hombre sincero que no busca en todas estas gestiones sino el beneficio y la felicidad de los demás.

La protección que la magnanimidad de Vuestra Majestad Imperial ha querido concederme, será siempre un nuevo motivo para que mis acciones resulten tan correctas como me sea posible, y no dudo de que bajo tales auspicios mis deseos serán perfectamente realizados, a pesar de todas las invectivas de la cábala de un partido combinado.

La Letra de Crédito que Vuestra Majestad ha tenido a bien agregar, será utilizada juiciosamente en caso de necesidad y siempre satisfecha por mi parte, teniendo el honor de considerarme con sincero agradecimiento y profundo respecto, de Vuestra Majestad Imperial, el más humilde y muy obediente servidor.

Francisco de Miranda

A la Emperatriz Catalina II.

 

9

[AUTORIZACIÓN A MIRANDA PARA PODER LLEVAR EL UNIFORME DE CORONEL RUSO]

Kiev, 22 de abril de 1787

Señor:

Su Majestad Imperial, persuadida de vuestro celo por su servicio y dispuesta a recibirlo en él, en el momento que Vd. encuentre conveniente, le permite, Señor, utilizar el uniforme de sus Ejércitos.

Teniendo el honor de comunicarle la voluntad de mi Soberana, aprovecho esta ocasión para dar a usted la seguridad de la consideración distinguida con la cual soy, Señor, su muy humilde y muy obediente servidor.

A. Conde de Bezborodko

Señor Coronel Conde de Miranda

En casa del General Levachov.

 

10

[LETRA DE CRÉDITO A FAVOR DE MIRANDA]

San Petersburgo, 18 de agosto de 1787

Señores:

Ruégoles tengan a bien pagar sobre esta Letra de Crédito al señor Conde Francisco de Miranda, la suma o el importe justo de mil libras esterlinas contra las copias de sus recibos o los de su plenipotenciario, cargándolo a mi cuenta.

Tengo el honor de ser, Señores, su muy humilde servidor.

R. Sutherland

Señores Hope & Co. en Amsterdam

Señor A. Sutherland en Londres

Pagado por mí, R. Sutherland, a cuenta de dicho crédito, la cantidad de ciento ochenta y siete libras, un sol, ocho denarios esterlinos.

San Petersburgo, 18 de agosto de 1787.

R. Sutherland

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