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El difícil argumento de los cuentos de Rulfo

Daniel Moyano






Juan Rulfo. Autobiografía armada

Reina Roffé


Ed. Montesinos, 65 páginas, 950 ptas.


Al comenzar la década del 70, la escritora Reina Roffé, entonces residente en Buenos Aires, se puso a trabajar en el armado de un puzzle cuyas piezas estaban compuestas únicamente por testimonios directos del gran escritor mexicano sobre la escritura, el oficio de escribir, el origen de sus textos, o apreciaciones sobre la cultura mexicana. Al acabar su trabajo, el modelo terminado mostró un Rulfo por él mismo, íntimo y testimonial, aparentemente sencillo y profundo como en cualquiera de sus textos. Casi un cuento más que agregar a la breve producción de este genio que por entonces era casi desconocido por sus coterráneos e ignorado en Europa. Rulfo había publicado ya El llano en llamas y Pedro Páramo, pero nadie lo había tomado en serio todavía. Fueron los críticos norteamericanos quienes llamaron la atención sobre la trascendencia de su obra. Y fue a partir de ahí que los libros de Rulfo empezaron a ser considerados primero en México, luego en el resto de América Latina y finalmente en Europa. Antes de esas fechas, en 1967, Roa Bastos me dijo en Buenos Aires que en México había un escritor genial llamado Juan Rulfo. Sus libros se estaban divulgando en Argentina.

Reina Roffé publicó su «puzzle» en la editorial Corregidor, de Argentina, en 1973. Casi veinte años después, el valor de su compilación testimonial se revela en su plenitud, debido a la difusión universal que la obra de Juan Rulfo ha alcanzado desde entonces hasta ahora.

Rulfo escribía como hablaba, o sea como lo hacen los campesinos de su tierra jalisciense. Por eso este texto puede considerarse un cuento más entre los suyos. Lo dice él mismo: «Lo que yo no quería era hablar como un libro escrito. Quería no hablar como se escribe, sino escribir como se habla».

Sobre sus cuentos: «son difíciles de explicar de qué tratan, no es fácil decir cuál es el argumento... No hay una anécdota central, son una serie de puntos de vista». Refiriéndose a su frustrada novela La cordillera dice: «No soy un escritor profesional, soy un simple aficionado. Escribo cuando me viene la afición... A esto se debe que no termine La cordillera, pura afición». Y luego: «Mi obra no es de periodista ni de etnógrafo, ni de sociólogo. Lo que hago es una trasposición literaria de los hechos de mi conciencia. La trasposición no es una deformación sino el descubrimiento de formas especiales de la sensibilidad». El libro concluye con una bibliografía de y sobre Rulfo.





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