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Celin, 76r-77r: «Entre tantas <cosas> <muestra> maravillas de la naturaleza vio la niña un peine, que recogió haciendo grandes aspavientos.

Tonta -le dijo Celin-, esos son objetos que se ///caen de los barcos. Yo me encontré un dia una petaca con cigarros habanos, y otro día una dentadura postiza».

Cf. B. Pérez Galdós, «Revista de la semana» (29, 3-IX-65), en William H. Shoemaker, Los artículos de Galdós en «la Nación» 1865-1866, 1868, Madrid, Ínsula, 1972, págs. 132-133 (Referencia al Manzanares, «vertedero» de Madrid): «Él arrastra en sus aguas espesas el cadáver del suicida, [...], y el cadáver del perro [...]. Con gran disimulo apaña los desgarrados girones que esta coqueta villa arranca a sus lujosos vestidos; los harapos que la joven doncella, nacida hermosa en la miseria, abandona para ceñir vergonzosas faldas de seda; las heces de hediondo perfume que quedan en los tocadores de esa ambulante prostitución que pasea las calles de Alcalá y de Sevilla; la mata de grasiento pelo pisoteada por los celos; la flor marchita...»

 

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Cf. Ángeles Ezama Gil, «La invención del espacio en un cuento maravilloso galdosiano: El caso de Celin», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, en prensa.

 

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Los cambios de nombre de los personajes son frecuentes en los manuscritos (James Whistom -The Early Stages of Composition of Galdos' «Lo prohibido», London, Támesis, 1983; Beatriz Entenza de Solare, «Manuscritos galdosianos», Actas del III Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, 1989, pág. 155), pero también en galeradas (Yolanda Arencibia, art. cit., pág. 19), y entre el manuscrito y la primera edición (Matilde L. Boo, «El manuscrito de La de San Quintín (Estudio preliminar)», Anales Galdosianos, 18, 1985).

 

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J. Whiston, «Las pruebas corregidas de Fortunata y Jacinta», Actas del II Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, vol. I, 1987, págs. 258-260.

 

15

Ibid.

 

16

Ibid. Matilde L. Boo, refiriéndose a La de San Quintín (art. cit, pág. 125), anota la utilidad de tales variantes para definir mejor el carácter de los personajes o su situación social, o presentarlos humorísticamente.

 

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Vid. además, la niña/la damisela (Celin, 32r); niña/señorita (Celin, 52 bis); la niña/ Diana (Celin, 52 bis); señorita/dama (Celin, 59r); Diana/ella (Celin, 59r); la niña de Pioz/ la marquesita de Pioz (Celin, 61 l/2r); la señorita/la inconsolable (Celin, 64bis); niña/ damita (Celin, 71r-72r); la niña/la inconsolable (Celin, 98r).

 

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James Whiston, art. cit., apunta el efecto natural y realista que se logra mediante la presencia de los diminutivos.

 

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Vid. además, chico/niño (Celin, 34r); chiquillo/chicuelo (Celin, 41r); gallardo chico/gracioso chico (Celin, 59r); Celin/el muchacho (Celin, 64r-64bis); tonto/bruto (Celin, 69r); Celin/Celinito (Celin, 72r).

 

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Obsesión, por otra parte, muy galdosiana, cf. personajes como Isidora Rufete en La desheredada, o Fortunata en Fortunata y Jacinta.

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