MÚSICOS |
La divina Marïene, | | el Sol de Jerusalén, | | por divertir sus tristezas, | | vio el campo al amanecer.
| | Las fuentes, flores y aves | 5 | la dan dulce parabién,
| | siendo triunfo de sus manos | | lo que es pompa de sus
pies, | | y como aves, fuentes, flores | | solicitan su placer,
| 10 | convidando unas a otras, | | dicen una y otra vez: | | «Fuentes, sus espejos sed: | | corred, corred; | | aves, su
luz saludad: | 15 | volad, volad; | | flores, sus sendas lucid,
| | venid, venid; | | y a poner paz en lid | | de un cielo y
un vergel, | 20 | aves, fuentes y flores, | | venid, volad,
corred.» | |
|
|
TETRARCA | Callad, callad, suspéndase el
acento | | que sonoro se esparce por el viento. | | Hermosa
Marïene, | 25 | a quien el orbe de zafir previene | | ya
soberano asiento, | | como estrella añadida al firmamento,
| | no con tanta tristeza | | turbes el rosicler de tu belleza.
| 30 | ¿Qué deseas? ¿Qué quieres? | | ¿Qué
envidias? ¿Qué te falta? ¿Tú no eres, | | querida
esposa mía, | | reina en Jerusalén? Su monarquía,
| | en cuanto ciñe el sol y el mar abarca, | 35 | ¿no
me aclama su ínclito Tetrarca, | | que es Viso-Rey,
mudando en mí el trofeo | | sola la voz, porque nací
Idumeo, | | de cuya autoridad dan testimonio | | letras de
Marco Antonio | 40 | y firmas de Octaviano? | | ¿Los dos no
intentan (¡oh, no salga en vano!) | | competir el imperio
| | que dilata y extiende su hemisferio | | desde el Tíber
al Nilo? | 45 | Yo, pues, ¿con falso trato y doble estilo
| | de Antonio no defiendo | | la parte? Porque así turbar
pretendo | | la paz, y que la guerra | | dure, a fin que después,
cuando la tierra | 50 | de sus huestes padezca atormentada,
| | y el mar cansado de una y otra armada, | | pueda, deshechos
ambos, declararme | | y en Roma, tú a mi lado, coronarme.
| | Tu hermano y Tolomeo, | 55 | ¿no son a quien les fío
mi deseo, | | y todo el poder mío, | | pues con los
dos socorro a Antonio envío? | | Y en tanto, dueño
hermoso, | | que al triunfo llega el día venturoso,
| 60 | ¿no estás de mí adorada? | | ¿De mis gentes
no estás idolatrada | | por gusto tuyo en esta hermosa
quinta | | que sobre el mar de Jafe el abril pinta? | | Pues
no tan fácilmente | 65 | se postre todo un sol a un
accidente; | | pródiga restituya tu alegría
| | su luz al alba, su esplendor al día, | | su fragancia
a las flores, | | al campo sus colores, | 70 | sus matices a
Flora, | | sus perlas al Aurora, | | su música a las
aves, | | mi vida a mí; pues con temores graves | |
a celos me ocasionan tus desvelos... | 75 | No sé más
que decir: ya dije celos... | |
|
|
MARIENE | Tetrarca generoso,
| | mi dueño amante, mi galán esposo, | | ingrata
al cielo fuera, | | y a mi ventura ingrata, si rindiera
| 80 | el sentimiento mío | | a pequeño accidente
el albedrío. | | La pena que me aflige, | | de causa
(¡ay triste!) superior se rige; | | tanto, que es todo el
cielo | 85 | depósito fatal de mi recelo, | | pues todo
el cielo escribe | | mi desdicha, que en él grabada
vive | | en papel de zafir con letras de oro. | | No con causa
menor ni muerte lloro. | 90 |
|
|
TETRARCA | Menos sé ahora,
y más dudo, | | el mío y tu dolor; y si es que
pudo | | tanto mi amor contigo, | | hazme, mi bien, de tu dolor
testigo: | | sepa tu pena yo, porque la llore | 95 | y más
tiempo no ignore | | ansia que ya con mis temores lucha.
| |
|
|
MARIENE | Nunca pensé decirla; pero escucha: | | un
doctísimo hebreo | | tiene Jerusalén, cuyo deseo
| 100 | siempre ha sido, estudioso, | | adelantar al tiempo
presuroso | | la edad, como si fuera | | menester acordarle
que corriera. | | Este astrólogo, o mago, o nigromante,
| 105 | en láminas leyendo de diamante | | caracteres
de estrellas, | | los ya futuros contingentes de ellas | |
-como dije- adelanta | | con tanto estudio, con certeza tanta,
| 110 | que es oráculo vivo | | de todo ese volumen fugitivo
| | que, en círculos de nieve, | | un soplo inspira
y una mano mueve. | | Yo, que mujer nací (con esto
digo | 115 | amiga de saber), docto testigo | | le hice de tu
fortuna y mi fortuna; | | que, viendo cuanto al monte de la
luna | | hoy elevas la frente, | | quise antever el fin. Él,
obediente, | 120 | con el mío juzgó tu nacimiento
| | y, a los acasos de la suerte atento, | | halló...
(aquí el labio mío | | torpe muda la voz, el
pecho frío | | se desmaya, se turba y se estremece,
| 125 | y el corazón aun con latir fallece), | | halló,
en fin, que sería | | infausto triunfo yo (¡qué
tiranía!) | | de un monstruo el más cruel, horrible
y fuerte | | del mundo; y en ti halló que daría
muerte | 130 | (¿qué daño no se teme prevenido?)
| | ese puñal que ahora traes ceñido | | a lo
que más en este mundo amares. | | ¡Mira, pues, si pesares
| | tan grandes es forzoso | 135 | que tengan en discurso temeroso,
| | muerta la vida y vivo el sentimiento! | | Pues, trágicos
los dos con fin violento, | | por ley de nuestros hados | | vivimos a desdichas destinados: | 140 | tú, porque
ese puñal será homicida | | de lo que amares;
yo, porque mi vida | | vendrá a ser, con ejemplo sin
segundo, | | trofeo del mayor monstruo del mundo. | |
|
|
TETRARCA |
Bellísima Marïene, | 145 | aunque ese libro inmortal,
| | en once hojas de cristal, | | nuestros influjos contiene,
| | dar crédito no conviene | | a los secretos que encierra;
| 150 | que es ciencia que tanto yerra | | que en un punto solamente
| | mayores distancias miente | | que hay desde el cielo a
la tierra. | | De esa ciencia singular | 155 | sólo se
debe atender | | al mal que se ha de temer, | | mas no al que
se ha de esperar. | | Sentir, padecer, llorar | | desdichas
que no han llegado, | 160 | ya lo son, pues que no hay hado
| | que pueda haberte oprimido, | | después de haber
sucedido, | | a más que haberle llorado. | | Y si ahora
tu recelo | 165 | lo que ha de suceder llora, | | tú
haces tu desdicha ahora | | mucho primero que el cielo. | | Creer más nuestro desconsuelo, | | por imaginada o
dicha, | 170 | la desdicha que la dicha | | ya es padecerla
en rigor, | | pues no hay desdicha mayor | | que esperar una
desdicha. | | Y en otro argumento yo | 175 | vencer tu temor
quisiera: | | si ventura acaso fuera | | la que el Astrólogo
vio, | | ¿diérasla crédito? No, | | ni la estimaras
ni oyeras; | 180 | pues ¿por qué en nuestras quimeras
| | han de ser escrupulosas | | las venturas mentirosas, | | las desgracias verdaderas? | | Dé crédito el
llanto igual | 185 | al favor como al desdén: | | ni
aquél dudes porque es bien, | | ni éste creas
porque es mal. | | Y si consecuencia tal | | no te satisface,
mira | 190 | otra que a librarte aspira. | | Esta prevista crueldad,
| | o es mentira o es verdad; | | dejémosla si es mentira,
| | pues nada nos asegura, | 195 | y a que sea verdad vamos,
| | porque, siéndolo, arguyamos | | que es el saberla
ventura. | | Ninguna vida hay segura | | un instante: cuantos
viven | 200 | en su principio perciben | | tan contados los
alientos | | que se gastan por momentos | | los números
que reciben. | | Yo en aqueste instante no | 205 | sé
si mi cuenta cumplí, | | ni si viviré, y tú
sí, | | a quien el cielo guardó | | para un monstruo:
luego yo | | llorar debiera, ignorante, | 210 | mi fin; tú
no, si este instante | | a ser tan dichosa vienes | | que seguro
el vivir tienes, | | pues no está el monstruo delante.
| | Y, pasando al fundamento | 215 | de lo que han dicho de
mí, | | ¿cómo es compatible, di, | | que aqueste
puñal sangriento | | dé en ningún tiempo,
violento, | | muerte a lo que yo más quiero, | 220 |
y a ti un monstruo? Y si no infiero | | cosa de mí
más querida, | | ¿cómo amenazan tu vida | | aquel
monstruo y este acero? | | Pues si hoy el hado importuno,
| 225 | que es de los gentiles dios, | | te ha amenazado con
dos | | riesgos, no temas ninguno. | | No hay más crueldad
para el uno | | que para el otro piedad; | 230 | luego será
necedad | | temer, al agüero atenta, | | cuando es fuerza
que uno mienta, | | que el otro diga verdad. | | Y porque veas
aquí | 235 | cómo mienten las estrellas | | y
que el hombre es dueño dellas, | | (Saca el
puñal y ella se asusta.) | mira el puñal.
|
|
|
|
|
MARIENE | Mi
muerte me advierte | 240 | mirarle en tu mano fuerte. | |
|
|
TETRARCA |
Pues porque no temas más | | desde hoy inmortal serás:
| | yo haré imposible tu muerte. | | Sea el mar, campo
de hielo; | 245 | sea él, orbe de cristal, | | deste
funesto puñal, | | monstruo acerado en el suelo, | | sepulcro. | (Tira el puñal y dice dentro
TOLOMEO.) |
|
|
TOLOMEO | (Dentro.) | ¡Válgame el
cielo! | |
|
|
MARIENE | ¡Oh, qué voz tan triste he oído!
| 250 |
|
|
FILIPO | Aire y agua han respondido | | con asombro y con
desmayo. | |
|
|
LIBIA | El trueno fue de aquel rayo | | un lastimoso
gemido. | |
|
|
MARIENE | ¿Qué mucho que a mí me asombre
| 255 | acero tan penetrante, | | que hace heridas en las ondas
| | e impresiones en los aires? | |
|
|
TETRARCA | Los pequeños
accidentes | | nunca son prodigios grandes: | 260 | acaso la
voz se queja. | | Y porque te desengañes, | | iré
a saber cúya ha sido, | | penetrando a todas partes
| | los cóncavos de los montes, | 265 | y los senos de
los mares. | | (Vanse [el TETRARCA] y FILIPO.) |
|
|
|
TOLOMEO | (Dentro.) | Divinos
| | dioses, ¿a una vida frágil | | no le bastaba una
muerte? | |
|
|
MARIENE | Acento tan lamentable, | 270 | ¿cúyo
será? |
|
|
LIBIA | No
sé, pero | | el mar campaña inconstante | | de
un mísero es, que, rendido | | a los continuos embates
| | de su flujo y su reflujo, | 275 | entre sus espumas trae,
| | luchando a brazo partido | | con el agua y con el aire.
| |
|
|
SIRENE | Ya tu esposo, dando orden | | que le socorra y ampare
| 280 | gente de mar, le da puerto | | en los brazos y en su
margen. | |
|
|
MARIENE | Dices bien, mas (¡ay de mí!) | |
que asombro a asombro se añade, | | pues puñal
que fue cometa | 285 | de dos esferas errantes, | | arpón
del arco del cielo, | | clavado en un hombro trae. | |
|
|
LIBIA | (Aparte.) |
Y es, ¡ay infeliz!, si no es | | que la distancia
me engañe, | 290 | (mas, ¿cuándo engañan
distancias | | en perspectivas de males?) | | Tolomeo. ¿Qué
lo dudo, | | pues bastaba ser mi amante | | para ser tan infelice?
| 295 |
|
|
SIRENE | (Aparte.) | ¡Qué poca lástima me
hace | | a mí el ser él, pues estimo | | ver
que a mis ojos acabe! | |
|
|
MARIENE | Vamos de aquí, que
no tengo | | ánimo para mirarle. | 300 |
|
|
SIRENE | (Aparte.) |
Ni yo ira para que | | muera sin que yo le mate. | |
|
|
LIBIA | (Aparte.) |
Ni yo valor que, en tal pena, | | sufra, disimule y calle.
| | (Vanse.) |
|
|
|
(Salen el TETRARCA y FILIPO trayendo
a TOLOMEO entre los dos , desnudo y herido, con el puñal
en el hombro.)
|
FILIPO | Ya del mar estáis
seguro, | 305 | infelice navegante. | |
|
|
TETRARCA | Y de la herida,
pues hay | | quien de ella el puñal os saque. | |
|
|
TOLOMEO |
Detente, señor, detente; | | no le quites, no le arranques,
| 310 | porque, al ver la puerta abierta, | | sus espíritus
no exhale | | el alma. Y ya que los hados | | solamente en
esta parte | | son piadosos, pues me dan | 315 | para verte
y para hablarte | | tiempo, no se pierda el tiempo. | | Mi
muerte y la tuya sabe. | |
|
|
|
|
TETRARCA | Llevadle de aquí, llevadle
| 320 | a curar. |
|
|
TOLOMEO | Oye
primero, | | que, cuando el riesgo es tan grande, | | menos
importa mi vida | | que la tuya; y así, antes | | que
acabe mi poco aliento | 325 | desdichas que son tan grandes,
| | oye las tuyas, señor; | | y cuando, helado cadáver,
| | me falte tiempo al decirlas, | | al saberlas no te falte.
| 330 | Octaviano, en tierra y mar | | ondas ocupando y valles,
| | llegó a Pireo; salió Antonio, | | con tu
socorro a buscarle, | | de Cleopatra acompañado,
| 335 | en el Bucentoro, nave | | que labró para él,
si ya | | no fue vago escollo fácil | | de ascuas de
oro guarnecido | | de bronces y de cristales. | 340 | Saludáronse
a lo lejos, | | ya castigados los parches, | | ya inspirados
los clarines, | | las dos capitanas reales | | hasta que, de
la galana | 345 | guerra estrechando los trances, | | fueron
las jarcias Vesubios, | | fueron los buques volcanes. | | A
los principios fue nuestra | | (aquí el aliento desmaye)
| 350 | la fortuna, pero, ¿cuándo | | fija estuvo? ¡Oh,
ignorante | | el que constante la dijo, | | pues con rumbos
desiguales | | en ser inconstante siempre, | 355 | es siempre
la más constante! | | Al tiempo que por nosotros | | iba (¡ay de mí!) a declararse, | | se embravecieron
las olas, | | y el mar, Nembrot de los aires, | 360 | montes
puso sobre montes, | | ciudades sobre ciudades, | | tan en
favor de Octaviano, | | que, gozando favorable | | el barlovento,
y nosotros | 365 | padeciendo sus embates, | | fue fuerza que
nuestra armada, | | como estaba hacia la parte | | del puerto,
al abrigo suyo, | | sotaventada, se ampare, | 370 | bien que
tan rota y deshecha, | | que, si la sigue al alcance | | Octaviano,
en él no dudo | | que la eche a pique, o la abrase,
| | de cuyas resultas yo | 375 | no puedo (¡ay de mí)
informarte, | | porque, tomando la vuelta | | de Jerusalén
mi nave, | | caballo fue desbocado, | | que, perdido el gobernarle,
| 380 | no hay rienda que le corrija | | ni bocado que le pare.
| | Atormentada la quilla, | | desmantelado el velamen, | |
los árboles destroncados, | 385 | enmarañados
los cables, | | y trayendo ya en la escota | | arena y agua
por lastre, | | casi a vista de las torres | | que divisa el
mar de Jafe, | 390 | fue ruina de inculto bajo, | | donde una
tabla, a los ayes | | repetidos, mi delfín | | fue,
enseñada a sus piedades. | | ¿Quién creyera
que la suerte, | 395 | en un hombre que se vale | | de la piedad
de un fragmento, | | pudiera hacer otro lance? | | Dígalo
yo, pues yo vi, | | cuando de la orilla el margen | 400 | ya
pensé que me admitía, | | de acero un sañudo
sacre, | | que, a hacer como en cuerpo muerto | | en mí
la presa, se abate; | | este, pues, que de mi vida | 405 | royendo
está los instantes, | | sólo el decir me permite
| | que hoy Octaviano triunfante | | queda en Egipto, que Antonio
| | o sitiado o muerto yace; | 410 | que de Aristóbolo,
hermano | | de tu esposa, no se sabe; | | y, en fin, que tus
esperanzas | | como el humo se deshacen; | | y más si
Octaviano llega | 415 | a saber que a Antonio vales. | | Y ya
que de tus desdichas, | | siendo él todo, no soy parte,
| | dales sepulcro a las mías; | | aunque las mías
son tales, | 420 | que ellas se harán su sepulcro,
| | por blasón de que en él yace | | el criado
más leal | | y el más desdichado amante. | |
|
|
TETRARCA |
El ser uno desdichado | 425 | todos han dicho que es fácil,
| | mas yo digo que es difícil; | | que, es tan industrioso
arte | | que aunque le platiquen todos, | | no le ha penetrado
nadie. | 430 | ¡Quitadme ese asombro, ese | | funesto horror
de delante! | | Llevadle donde le curen.
| | (Llévanle.) | Y aquese puñal guardadle, | | que importa saber
qué debo | 435 | hacer de él, ya que él
me hace | | tenerle por sospechoso. | | ¡Ay, Filipo, hagan
alarde | | mis suspiros de mis penas, | | mis lágrimas
de mis males! | 440 |
|
|
FILIPO | Señor, los grandes sucesos
| | para los sujetos grandes | | se hicieron, porque el valor
| | es de la fortuna examen. | | ¿A qué crisol se averiguan
| 445 | los generosas quilates | | de un héroe sino a
los toques | | del hado, que es su contraste? | | Ensancha
el pecho, verás | | que en él tus desdichas
caben, | 450 | sin que a la voz ni a los ojos | | se asomen.
|
|
|
TETRARCA | ¡Ay,
que no sabes, | | Filipo, cuál es mi pena, | | pues
quieres darla esa cárcel! | |
|
|
FILIPO | Sí sé,
pues sé que has perdido | 455 | tal república
de naves. | |
|
|
|
FILIPO | Serálo el mirar triunfante | | a Octaviano,
con la duda | | de que penetre o alcance | 460 | ser su enemigo.
|
|
|
TETRARCA | No
tengo | | miedo a las adversidades. | |
|
|
FILIPO | De Aristóbolo,
tu hermano, | | ni de Marco Antonio sabes. | |
|
|
TETRARCA | Cuando
sepa que murieron, | 465 | tendré envidia a bien tan
grande. | |
|
|
FILIPO | Los prodigios del puñal | | preñeces
son bien notables. | |
|
|
TETRARCA | Al magnánimo varón,
| | no hay prodigio que le espante. | 470 |
|
|
FILIPO | Pues si prodigios,
fortunas, | | pérdidas, adversidades | | no te afligen,
¿qué te aflige? | |
|
|
TETRARCA | ¡Ay, Filipo, no te canses
| | en adivinarlo, puesto | 475 | que mientras no adivinares
| | que es amor de Marïene, | | todo es discurrir en balde!
| | Todos mis anhelos fueron | | coronarla y coronarme
| 480 | en Roma, porque no tenga | | que envidiar mi esposa a nadie.
| | ¿Por qué ha de gozar belleza, | | (que no hay otra
que la iguale, | | en fe de marido) un hombre | 485 | que hay
otro que le aventaje? | | ¿No será mejor que (en fe
| | de galán) su nombre ensalce | | y, si ella es la
más hermosa, | | sea él el más amante?
| 490 | ¿Cómo he de igualar extremos | | si no es con
que hacerla trate | | la más alta, cuando ella | | el
más dichoso me hace? | | Piérdase la armada;
muera | 495 | Antonio, mi parcial; falte | | Aristóbolo;
Octaviano, | | sepa o no mi intento, mande; | | vuelva el prodigioso
acero | | a mi poder; que a postrarme | 500 | nada basta, nada
importa, | | sino que el medio se atrase | | de hacer reina
a Mariene | | del mundo. Ya en esta parte | | dirás,
y lo dirán todos, | 505 | que es locura; no te espante,
| | que cuando amor no es locura, | | no es amor; y el mío
es tan grande, | | que pienso -atiende, Filipo- | | que pasando
los umbrales | 510 | de la muerte, ha de quedar | | a las futuras
edades | | grabado con letras de oro | | en láminas
de diamante. | |
|
|
|
(Vanse.)
|
Cuadro II
|
|
Cajas
y trompetas dentro y salen OCTAVIANO con bastón y
corona de laurel, y como presos ARISTÓBOLO vestido
pobremente, y POLIDORO con gala, desaliñadamente vestido
PATRICIO, CAPITÁN y SOLDADOS.
|
UNOS | (Dentro.) |
¡Viva Octaviano! |
|
|
|
CAPITÁN | Como a su César Menfis le reciba,
| | puesto que como a tal ya le idolatra, | | a despecho de
Antonio y de Cleopatra. | |
|
|
OCTAVIANO | Pues me da la obediencia,
| | que basta que por
César me reciba. | 520 | el saco cese, cese la violencia, | |
|
|
TODOS | ¡Muera Cleopatra, y Octaviano
viva! | |
|
|
|
(Salen y suenan cajas.)
|
OCTAVIANO |
Feliz es la suerte mía, | | pues, de Egipto victorioso,
| | dilato la monarquía | 525 | de Roma, dueño
famoso | | de los términos del día. | | Cante,
pues, victoria tanta | | la fama; y, en testimonio | | de cuanto
en mí se adelanta, | 530 | sean triunfos de mi planta
| | hoy Cleopatra y Marco Antonio. | | Seguidlos, que mi ventura
| | llevarlos presos procura | | donde, triunfador bizarro,
| 535 | sean fieras de mi carro | | el poder y la hermosura.
| |
|
|
CAPITÁN | Aunque habemos discurrido | | de Cleopatra
el gran palacio, | | hallarla no hemos podido, | 540 | ni a
Antonio, porque su espacio | | laberinto de oro ha sido,
| | en que sólo hemos hallado | | a Aristóbolo,
cuñado | | del que hoy a Jerusalén | 545 | Tetrarca
rige, de quien | | nos informó ese criado. | | (Señala a ARISTÓBOLO.) | Contra
ti lidió y así, | | porque averigües aquí
| | sus designios, le traemos | 550 | de la parte en que le
habemos | | oculto hallado. |
|
|
POLIDORO | (Aparte.) | ¡Ay de mí!
| | ¿Cuál diablo me metió, cuál | | demonio
en engaño tal? | | Señores, ¿no es necio error,
| 555 | porque él viva de traidor, | | que muera yo de
leal? | |
|
|
ARISTÓBOLO | (Aparte a POLIDORO.) | Si así
la vida me das, | | no temas: seguro estás, | | que
yo a ti te la daré. | 560 | Disimula pues. |
|
|
POLIDORO | (Aparte.) |
(Sí haré, | | hasta que no pueda más.)
| | Grande César Octaviano, | | cuyo renombre inmortal
| | el tiempo asegure ufano | 565 | en estatuas de metal, | | que intente borrar en vano: | | no desdores riguroso | | los
aplausos que has tenido | | con sangre; que es ser piadoso
| 570 | vencedor con el vencido, | | ser dos veces victorioso.
| |
|
|
OCTAVIANO | Aunque pudiera, ¡oh, valiente | | Aristóbolo!,
vengarme | | en tu vida dignamente, | 575 | pues contra mí
estás, mostrarme | | quiero piadoso y clemente. | |
Llega a mis brazos. |
|
|
POLIDORO | Si
fui | | tan feliz, ya desde aquí | | no envidiaré
altas esferas. | 580 | [Aparte.] | (Juro a Dios que hablo de
veras, | | ¿quién lo creyera de mí?) | |
|
|
OCTAVIANO |
Alza, alza del suelo, y pues | | el fin de mis glorias es
| | entrar en Roma triunfante, | 585 | con Marco Antonio delante
| | y con Cleopatra a mis pies, | | dime dónde están;
que no | | he sabido de ellos yo | | desde que aquel Bucentoro,
| 590 | armado risco de oro, | | en su puerto se abrigó.
| |
|
|
POLIDORO | Yo de los dos te dijera, | | si yo de los dos supiera;
| | que, siendo secreto, hallo | 595 | que hiciera más
en callarlo, | | señor, que en decirlo hiciera. | |
Mas desde que llegué aquí, | | nunca más
a los dos vi. | |
|
|
OCTAVIANO | Eso no es agradecer | 600 | mi piedad.
Yo he de saber | | de ellos, y ha de ser así. | | ¡Hola!
|
|
|
|
OCTAVIANO | Al
infante | | Aristóbolo llevad | | a una torre, y ni
un instante | 605 | goce de la claridad | | del sol; la sombra
le espante | | en su noche... |
|
|
POLIDORO | (Aparte.) |
Aquí llegó, | | señor, de tu engaño
el fin. | |
|
|
|
POLIDORO |
¿Torre
yo | 610 | y oscura? El demonio sin | | duda me aristoboló.
| |
|
|
|
|
POLIDORO | (Aparte.) | ¿Qué es callar? | | ¡Vive el cielo,
que he de hablar! | | ¿Yo príncipe? En mi pecado,
| 615 | muy errado y muy culpado... | |
|
|
OCTAVIANO | ¡Llevadle! ¿Qué
hay que esperar? | | Y ese criado, el primero | | padezca un
tormento fiero, | | o muera en él de leal. | 620 |
|
|
(Aparte.)POLIDORO | |
(¿Qué es tormento? Mal por mal, | | torre
pido y noche quiero: | | vamos a la torre). Yo | | soy Aristóbolo,
no | | errado infante, según | 625 | fingía.
(Aparte.) (Sin duda, algún | | ángel me aristoboló.)
| |
|
|
ARISTÓBOLO | Enfrena el fiero rigor, | | sabrás
de los dos, señor; | | y, de mi voz advertido,
| 630 | oirás que los dos han sido | | funestos triunfos
de amor. | | Apenas rota su armada | | vio Antonio, cuando
la alada | | nave, haciéndose a la vela, | 635 | nada,
pensando que vuela, | | vuela, pensando que nada; | | pues
con ligereza suma, | | pez sin escama nadaba, | | ave volaba
sin pluma, | 640 | tan veloz, que aun no le ajaba | | un solo
rizo a la espuma. | | A Menfis en fin llegó, | | donde
rehacerse pensó | | de la pérdida y tornar
| 645 | a la campaña del mar, | | que tantos estragos vio;
| | mas viendo que le seguías | | a Menfís (y
que traías | | de tu parte a la fortuna, | 650 | pues
al orbe de la luna | | de ella inspirado subías),
| | lamentando mal y tarde | | la pérdida de su gente,
| | sin que a ser tu ruina aguarde, | 655 | del extremo de valiente
| | dio al extremo de cobarde; | | pues, ciego y desesperado,
| | al panteón, colocado | | a egipcios reyes, entró
| 660 | y una sepultura abrió, | | donde, vivo y enterrado,
| | dijo, sacando el acero: | | «nadie ha de triunfar primero
| | de mí; que yo, y solo, así | 665 | triunfo
yo mismo de mí, | | pues yo mismo mato y muero». | | Cleopatra, que le seguía, | | viendo que ya agonizaba
| | bañado en su sangre fría, | 670 | cuyo aliento
pronunciaba | | más cuanto menos decía, | | «muera
-dijo- yo también, | | pues por piedad, o por ira,
| | no cumple con menos quien | 675 | llega a querer bien y
mira | | muerto lo que quiere bien». | | Y, asiendo un áspid
mortal | | de las flores de un jardín, | | dijo: «Si
otro de metal | 680 | dio a Antonio trágico fin, | |
tú serás vivo puñal | | de mi pecho,
aunque sospecho | | que no moriré a despecho | | de
un áspid, pues en rigor | 685 | no hay áspid
como el amor, | | y ha días que está en mi pecho».
| | Él, con la sed venenosa, | | hidrópicamente
bebe, | | cebado en Cleopatra hermosa, | 690 | cristal que corrió
la nieve, | | sangre que exprimió la rosa. | | Yo lo
vi todo, porque, | | así como aquí llegué,
| | el palacio examinando, | 695 | a mi príncipe buscando,
| | hasta el panteón entré, | | donde él,
rendido al valor, | | y ella, postrada al dolor, | | yacen,
mostrando en su suerte | 700 | que aun no divide la muerte
| | a dos que junta el amor. | |
|
|
OCTAVIANO | Aquí dio fin
mi esperanza, | | aquí murió mi alabanza, | | que, en altivo pecho real, | 705 | no ha de pisar el umbral
| | de la muerte la venganza. | | Y, pues ya triunfar no espero
| | de ellos, saber de ti quiero: | | estando de mí
obligado | 710 | el Tetrarca, tu cuñado, | | ¿por qué
tan sañudo y fiero | | tú militas contra mí?
| |
|
|
POLIDORO | Si tú estás diciendo aquí
| | que es mi cuñado, señor, | 715 | ¿no es el
preguntarme error | | por qué tu contrario fui? | |
Él es tu amigo leal, | | pues con tu decreto real,
| | gobierna a Jerusalén, | 720 | y basta quererte él
bien | | para quererte yo mal. | |
|
|
CAPITÁN | Si examinar
su intención | | quieres, quizá la diré
| | yo, pues al darse en prisión | 725 | esta caja le
quité; | | joyas y papeles son, | | de que algo podrás
saber. | | (Abre la caja y saca una joya entre otras.) |
|
|
OCTAVIANO | Cifra es del mayor poder | | su inestimable
riqueza; | 730 | mas, entre ellas, la belleza | | de una extranjera
mujer | | es la más rica y mejor | | joya, la de más
valor. | | No vi más viva hermosura | 735 | que el alma
desta pintura. | |
|
|
ARISTÓBOLO | (Aparte.) | Atento el Emperador
| | en contemplar se detiene, | | entre las joyas que darme,
| | como a su hermano, Mariene | 740 | quiso al tiempo de embarcarme,
| | aquélla que en sí contiene | | su hermoso
retrato fiel. | | (Saca un papel OCTAVIANO y lee.) | Mas, ¡ay fortuna cruel!, | | ver los papeles
porfía. | 745 | ¡Mal haya el hombre que fía
| | sus secretos de un papel! | |
|
|
OCTAVIANO | (Lee.) | «El fin
de nuestras felicidades consiste en mantener la guerra y
así procurarás que el socorro que a Marco Antonio
llevas sólo sirva contrapesar las ventajas de Octaviano;
procurando que el uno al otro se deshagan, porque, en viéndolos
enflaquecidos, pueda yo declararme y emperador de Roma...»
| ¿Qué tengo que esperar más?» | |
Y, pues sospechoso estás, | | y aun convencido conmigo,
| 750 | mientras pienso tu castigo, | | en una torre estarás.
| |
|
|
POLIDORO | No son buenos pensamientos | | andar pensando tormentos.
| | ¿No será mucho mejor, | 755 | que no castigos, señor
| | pensar gustos y contentos? | |
|
|
|
POLIDORO | Escuchar
| | debes; yo... | (Llévanle los SOLDADOS.)
|
|
|
|
|
|
POLIDORO | Hago
testigos | 760 | que no hay que pensar castigos, | | pues no
me dejan hablar. | | (Llévanle.) |
|
|
OCTAVIANO | (Al CAPITÁN.)
| Tú partirás al momento | | con gente y armas
y, atento | | a mi cesárea obediencia, | 765 | traerás
preso a mi presencia | | al Tetrarca; donde intento | | (Vase el CAPITÁN.) | que su castigo
me dé, | | de haber contra mí aspirado, | | satisfacción. (A
ARISTÓBOLO.) Tú, porque, | 770 | en efecto, eres
criado | | en quien tal lealtad se ve, | | darte libertad espero;
| | pero por rescate quiero | | que en canje tuyo me des
| 775 | el decirme cúyo es | | este retrato. |
|
|
ARISTÓBOLO | (Aparte.) |
(Aquí muero | | de confusión;
si le digo | | quien es, a amarla le obligo; | | desesperarle
es mejor; | 780 | halle imposible su amor | | al principio,
pues consigo | | su olvido así.) Esa pintura, | | que
un tiempo fue llama pura, | | al soplo de un accidente,
| 785 | es ya sombra solamente | | de una difunta hermosura. | |
Casar con ella pensó | | Aristóbolo, mas no
| | quiso amor que mortal fuera | 790 | su dueño, y así
a otra esfera | | para sí se la llevó. | |
|
|
|
|
OCTAVIANO | Sin esperanza, ¡ay de mí!, | | ya con lástima
la veo. | 795 |
|
|
ARISTÓBOLO | (Aparte.) | Bien se logró
mi deseo. | |
|
|
OCTAVIANO | Libre estás, vete de aquí.
| |
|
|
ARISTÓBOLO | El cielo vida te dé. | | (Aparte.) |
De tanto infeliz suceso, | | cuenta al Tetrarca daré,
| 800 | huyendo de aquí antes que | | se sepa quién
es el preso. | | (Vase.) |
|
|
OCTAVIANO | La muerte y el amor una
lid dura | | tuvieron sobre cuál era más fuerte,
| | viendo que a sus arpones de una suerte | 805 | ni el alma
ni la vida sea segura. | | Una hermosura, amor, divina y pura
| | perfeccionó, donde su triunfo advierte; | | pero,
borrando su esplendor la muerte, | | se vengó del amor
y la hermosura. | 810 | Viéndose amor entonces excedido,
| | la deidad de una lámina apercibe, | | a quien borrar
la muerte no ha podido. | | Luego bien el laurel amor recibe,
| | pues de quien vive y muere, dueño ha sido, | 815 | y la muerte lo es sólo de quien vive. | | (Vase.) |
|
|
Cuadro III
|
|
(Sale LIBIA.)
|
LIBIA | Por las faldas lisonjeras | | destos elevados riscos,
| | que son del puerto de Jafe | | enamorados narcisos, | 820 | en tanto que Mariene, | | sólo atenta a los delirios
| | de sus hados, solicita | | con músicas divertirlos,
| | a divertir yo también | 825 | mis pesares me retiro,
| | por no llorar los ajenos | | pudiendo llorar los míos.
| | Sola estoy, salga del pecho | | en acentos repetidos | 830 | mi dolor. ¡Ay, Tolomeo!, | | en tanto que lloro y gimo
| | desdichas tuyas, admite | | este llanto que te envío,
| | como en disculpa de que | 835 | yo ocasioné tus peligros,
| | pues ya fuera más dichoso | | si fuera menos querido.
| | Cuando victorioso, (¡ay triste!) | | esperaba mí
albedrío | 840 | el casto fin de tu amor, | | muerto
has llegado y vencido. | | Pues, ¿cómo, cómo
mi pecho, | | cobardemente remiso, | | sin saber de ti (aunque
sé | 845 | que vives, pues que yo vivo), | | abandonando
el secreto | | no está repitiendo a gritos...? | |
|
|
SIRENE | (Canta dentro.) | Porque aun no me consuelen | | lágrimas
y suspiros, | 850 | lleve el mar lo llorado | | y el aire lo
gemido. | |
|
|
LIBIA | La dulce voz de Sirene, | | por más
que me ha aborrecido | | desde que supo ser yo | 855 | por quien
Tolomeo no vino | | en el casamiento que | | con él
su padre hacer quiso, | | a su pesar lisonjera, | | parece
que habla conmigo, | 860 | o en mi favor, pues su acento | | tan a propósito dijo: | |
|
|
ELLA Y SIRENE | Porque no me
consuelen | | lágrimas y suspiros, | | lleve el mar
lo llorado | 865 | y el aire lo gemido. | |
|
|
|
(Cantando
y representando, salen MARIENE y SIRENE.)
|
MARIENE |
Nunca más, Sirene mía, | | tu voz me sirvió
de alivio. | | Parece que te ha dicho | | mi pena el funesto
ritmo | 870 | de este tono; vuelve, vuelve | | otra vez a repetirlo.
| |
|
|
SIRENE | Y otras mil, pues ya sé que | | con lo que
es triste te sirvo. | |
|
|
LIBIA | (Aparte.) | A no mandárselo
ella, | 875 | la pidiera yo lo mismo, | | pues a dos luces el
tono | | está diciendo a dos visos: | |
|
|
LAS TRES | Porque
no me consuelen | | lágrimas y suspiros, | 880 | lleve
el mar lo llorado, | | y el aire lo gemido. | |
|
|
|
(Salen
FILIPO y el TETRARCA.)
|
FILIPO | Éste es,
señor, el puñal, | | que ya una vez despedido
| | de tu mano, vuelve a ella. | 885 |
|
|
TETRARCA | ¡Con cuánto
asombro le miro, | | como a fatal instrumento! | | Mas di,
¿cómo se ha sentido | | Tolomeo? |
|
|
FILIPO | No
es la herida, | | señor, de tanto peligro | 890 | como
la falta de sangre, | | de que va cobrando bríos.
| |
|
|
LIBIA | (Aparte.) | Buenas nuevas te dé Dios: | | la primera
vez ha sido | | que llegó el contento acaso. | 895 |
|
|
SIRENE | (Aparte.) |
¡Mal haya voz que tal dijo, | | sino que ya hubiese
muerto! | |
|
|
|
|
TETRARCA | Girasol de tu hermosura, | | la luz
de tus rayos sigo, | 900 | bien como la flor del sol, | | cuyos
celajes pajizos, | | tornasolados a rayos | | e iluminados
a giros, | | le van siguiendo, porque, | 905 | imán del
fuego atractivo, | | le hallan su vista, o su ausencia, | | ya luciente o ya marchito. | |
|
|
MARIENE | Ya que del fuego te
vales, | | sea amor o sea artificio, | 910 | yo también;
pues, como aquel | | pájaro, a quien fue su nido | | y su sepulcro una llama, | | enamorando el peligro, | | sobre
la hoguera de pluma | 915 | bate las alas de vidrio | | hasta
quedar en su incendio | | hijo y padre de sí mismo,
| | así yo, que a tanto sol | | vida muriendo recibo,
| 920 | hasta que a sus rayos muera | | me parece que no vivo.
| |
|
|
|
LIBIA | (Aparte.) | Fortuna,
| | pues que favorable he visto | | tu rostro una vez, prosigue
| 925 | sin que tuerzas el camino, | | pues ya le anduviste,
que hay | | desde el llanto al regocijo. | |
|
|
|
(Vanse
LIBIA y SIRENE.)
|
TETRARCA | Ya, divina Mariene,
| | que sólo serán testigos | 930 | de mi fineza
estos mares, | | y de mi afecto estos riscos, | | dejando aparte
el cuidado | | de la nueva que ha traído | | Tolomeo,
porque sólo | 935 | el tuyo vive conmigo, | | oye: este
infausto puñal, | | acerado basilisco | | que siempre
amenaza estragos, | | o viendo él o siendo visto,
| 940 | es aquél que la dudosa | | ciencia del hado previno
| | para homicida de quien | | más adoro y más
estimo. | | Y, aunque es verdad que, constante, | 945 | a condicionados
juicios | | no doy crédito, y desprecio | | los contingentes
avisos | | del hado y de la fortuna, | | dioses que coloca
el vicio, | 950 | no sé qué nuevo temor | | en
mi pecho ha introducido | | verle volver a mi mano, | | que
con asombro le miro; | | y del miedo, y del valor, | 955 | ya
animoso, ya remiso, | | sitiado a más no poder, | |
me quiero dar a partido. | | Porque aunque yo nunca crea
| | casuales vaticinios, | 960 | no los dudo; que no ignoro
| | que ese estrellado zafiro, | | república de luceros
| | y vulgo de astros y signos, | | a quien le sabe leer
| 965 | es encuadernado libro, | | donde están nuestros alientos
| | asentados por registro. | | Y así, ni dudando bien
| | ni bien creyendo, imagino | 970 | que el perfecto varón
debe | | a los sucesos previstos | | darlos el crédito
en una | | parte, y en otra, al olvido: | | aquí, para
no esperarlos, | 975 | y allí, para prevenirlos. | |
Yo, pues, entre ambos afectos, | | vacilante y discursivo,
| | ni creyendo ni dudando, | | el puñal a tus pies
rindo. | 980 | (Pónele a sus pies.) | Tú eres,
bellísima hebrea, | | la luz hermosa que sigo, | | la
imagen que sola adoro, | | la deidad que sola sirvo. | | No
es posible que yo quiera, | 985 | si inmortal al tiempo vivo,
| | otra cosa más que a ti; | | tanto, que mil veces
digo | | que el imaginado monstruo | | que te amenaza a prodigios
| 990 | es mi amor, pues, por quererte, | | a tantas cosas aspiro
| | que temo que él ha de ser | | quien labre nuestro
obelisco. | | Pues si lo que yo más quiero | 995 | eres
tú, y el cielo mismo | | no puede hacer que no seas
| | sin borrar lo que ya hizo, | | tú eres a quien amenaza
| | el cruel áspid bruñido, | 1000 | que a tus
pies se disimula | | entre dos cándidos lirios. | |
Yo quise hacer imposible | | tu muerte, cuando atrevido | | arrojé al mar el puñal; | 1005 | pero habiendo
una vez visto | | que, aun en él, no está seguro,
| | pues, por casos exquisitos, | | podrá llegar donde
estés, | | siempre ignorando el peligro, | 1010 | para
más seguridad | | tuya, cuerdo he prevenido | | que
tú, árbitro de tu vida, | | traigas tus hados
contigo; | | que mayor felicidad | 1015 | nadie en el mundo
ha tenido | | que ser, a pesar del tiempo, | | el juez de su
vida él mismo. | | La Parca, que nuestra edad | | tiene
pendiente de un hilo, | 1020 | para que el tuyo no corte,
| | pone en tu mano el cuchillo. | | En tu mano está
tu suerte; | | vive tú sola a tu arbitrio, | | pues,
al cortarle el aliento, | 1025 | podrás embotarla el
filo. | | Y si este amor y ese acero | | son hoy tus dos enemigos,
| | mientras aquél te corona | | de mil laureles invictos,
| 1030 | triunfa tú de ése, y, al fin, | | dueño
tú de tu albedrío, | | guárdate tu vida
tú, | | húyete tú tu peligro, | | hazte
tú tu duración, | 1035 | lábrate tú
tus designios, | | cuéntate tú tus alientos,
| | y vive al fin tantos siglos | | que los sepa la memoria
| | y que lo sepa el olvido. | 1040 | (Yéndose.) |
|
|
MARIENE |
Oye, aguarda, escucha, espera; | | que, aunque agradezco y
estimo | | el don que a mis plantas pones, | | ni le acepto
ni le admito; | | que, en metáfora de áspid,
| 1045 | al presumir que le piso, | | de mirarle me estremezco,
| | de verle me atemorizo. | | Pero, rompiendo al silencio
| | las prisiones y los grillos, | 1050 | con que en cárceles
de hielo | | el pavor ponerlos quiso, | | ya en mí cobraba,
pretendo | | argüirte que no ha sido | | cuerda determinación
| 1055 | (si bien de tu amor indicio) | | la que contigo has
tomado | | y ejecutado conmigo. | | Dejo aparte si es jactancia
| | el darse por entendido | 1060 | hoy mi amor de que yo sea
| | del tuyo sujeto digno; | | y creyéndote cortés
| | (pues por amante y marido | | me está tan bien el
creerlo), | 1065 | de esta manera prosigo: | | si ese templado
veneno | | es el que, cruel y esquivo, | | el hado esquivo
y cruel | | contra mi pecho previno, | 1070 | ¿quién
te persuadió, señor, | | quién te informó,
quién te dijo | | que era la seguridad | | de mi vida
traer conmigo | | la ejecución de mi muerte, | 1075 | y que podrán ser amigos | | y hacer buena compañía
| | la vida y el homicidio? | | Si éste mi vida amenaza
| | con estragos, ¿es motivo, | 1080 | para excusar que se encuentren,
| | hacer que anden un camino | | y vayan de camarada | | el
acaso y el peligro? | | ¿Fuera buena prevención,
| 1085 | en el humano sentido, | | para estorbar que se abrase | | este eminente edificio, | | sitiarle de fuego? ¿Fuera | |
bien, ya una vez encendido, | 1090 | para apagarle, sembrar
| | de pólvora sus distritos? | | ¿Fuera, ya una vez
cercado | | del negro alquitrán nocivo, | | bien darle
espera a que soplen | 1095 | del helado norte frío
| | los ábregos y los cierzos? | | Pues piensa que es
esto mismo | | lo que intentas, pues intentas | | el que no
estén divididos | 1100 | este puñal y este pecho;
| | pues han de ser enemigos, | | por más que juntos
los veas | | cautelosamente impíos, | | vida y muerte,
ira y piedad, | 1105 | sombra y luz, virtud y vicio. | | Confieso
que la razón | | es fuerte, cuando advertido | | dices
que no es ocultarle | | remedio, pues ya le vimos | 1110 | volver
del mar a tu mano; | | y que será gran martirio, | | confieso también, estar | | dudando, siempre afligido
| | un pecho, quién será ahora | 1115 | dueño
de los hados míos. | | Pero, entre apartarle tanto
| | que dude quién habrá sido, | | y acercarle
tanto que | | sepa que está tan vecino, | 1120 | haya
un medio, y sea ponerle | | con tal dueño y en tal
sitio | | que le sepa y no le tema. | | (Levántale.) | Tú le has de tener ceñido, | | pues, si del
juicio me acuerdo, | 1125 | el astrólogo no dijo | |
que habías tú de dar la muerte | | a lo que
más has querido | | con él, sino que con él
| | moriría; y pues colijo | 1130 | que puede aborrecer
otro | | lo que tú quieres, delito | | será,
echándole de ti, | | dar armas a tu enemigo, | | pues
podrá venir a manos | 1135 | de quien me haya aborrecido.
| | Así, señor, yo te ruego, | | y así,
mi bien, te suplico | | que tú, alcaide de mi vida,
| | traigas el puñal contigo. | 1140 | Con eso seguramente
| | sabré que aquel tiempo vivo | | que tú le
tienes. Y escucha | | otro argumento, te pido. | | O tú
me quieres o no: | 1145 | si me quieres, no peligro, | | pues
a lo que tú más quieras | | no has de dar muerte
tú mismo; | | si no me quieres, no soy | | a quien arrastra
el destino | 1150 | de tu amor, con que también | | de
la amenaza me libro. | | Luego, olvidada o querida, | | mis
sobresaltos desvío, | | mis sospechas desvanezco,
| 1155 | mis quietudes facilito, | | mis deseos aseguro, | | mis consuelos
solicito, | | mis recelos acobardo | | y mis temores animo,
| 1160 | sólo con que sea la guarda | | de mi vida tu
cariño. | |
|
|
TETRARCA | Tanto, mi bien, la deseo, | | que
a serlo desde hoy me obligo. | | Y ¡ojalá fuera verdad,
| 1165 | no prevención, este estilo, | | para que eterna
vivieras! | | Y así, a tus voces movido, | | en tu nombre,
Marïene, | | segunda vez me le ciño. | 1170 |
|
|
|
(Al tomar el puñal, cajas y golpes dentro y salen
CAPITÁN y SOLDADOS.)
|
CAPITÁN | (Dentro.) |
¡Sitiad la quinta, romped | | las puertas, y entrad conmigo!
| |
|
|
TETRARCA | Pero ¿qué alboroto es éste? | |
|
|
MARIENE |
¿Quién ocasiona este ruido? | |
|
|
CAPITÁN | Quien
de parte de Octaviano | 1175 | viene, por haber sabido | | de
Aristóbolo, que queda | | preso, el aleve motivo | | con que el ayudar a Antonio | | era aspirar al invicto
| 1180 | laurel de Roma; y, pues muerto | | él yace y tú
convencido, | | con que queda único césar | | Octaviano, a quien yo sirvo, | | date a prisión.
|
|
|
|
CAPITÁN | Y no intentes resistirlo,
| | que toda Jerusalén, | | habiendo el caso entendido,
| | está contra ti, y el orden | | es llevarte muerto
o vivo. | 1190 |
|
|
TETRARCA | Muerto será porque yo | | no
he de darme a otro partido. | |
|
|
|
|
|
CAPITÁN | Vaya arrastrando a la nave.
| 1195 |
|
|
|
|
CAPITÁN | Retiradla a ella también,
| | que enternecen sus gemidos | |
|
|
TETRARCA | Tu amor a morir
me lleva. | |
|
|
MARIENE | El tuyo, no menos fino, | 1200 | antes
que a ti padecerlo, | | me matará a mí el sentirlo.
| |
|
|
|
MARIENE | ¡Adiós
| | para nunca hallar alivio! | |
|
|
TETRARCA | Ya que a voluntad
del hado... | 1205 |
|
|
MARIENE | Ya que a elección del destino...
| |
|
|
TETRARCA | ...toda mi vida es portentos. | |
|
|
MARIENE | ...toda
mi vida es prodigios. | |
|
|
Madrid a 2 de octubre de 1667.
D. Francisco
de Avellaneda. (Rúbrica)
Señor, he visto esta comedia de
El mayor monstruo los celos, de Don Pedro Calderón,
y tiene tantos primores como cláusulas.
Madrid a
6 de octubre de 1667.
Hágase, Madrid a 8 de octubre de
1667. (Rúbrica)
Hágase, Madrid 21 de abril
de 1672. (Rúbrica)