1
Del Vejamen teresiano se conserva todavía el autógrafo, en las MM. Carmelitas Descalzas de Guadalajara, y su texto puede verse en la edición de Obras Completas de Santa Teresa, Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1994, pp. 1197-1199.
2
La respuesta a fray Juan, ibid., pp. 1198-1199. Para la contextualización de este suceso, cf. TOMÁS ÁLVAREZ, «La Madre Teresa habla de Fray Juan de la Cruz», en la obra colectiva Experiencia y pensamiento en San Juan de la Cruz, Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1990, pp. 429-430.
3
Es la relación más directa y minuciosa: ms. 12738, fols. 490-492. Cf. ANDRÉS DE LA ENCARNACIÓN, Memorias historiales, ms. 13482, fol. 32r.: letra C, número 4; obra editada bajo la dirección de M.ª Jesús Mancho Duque, vol. I, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura, 1993, p. 88.
4
Cf. Biblioteca Mística Carmelitana (BMC), vol. 14, p. 396.
5
ALONSO DE LA MADRE DE DIOS, Vida, virtudes y milagros del Santo Padre Fray Juan de la Cruz, libro 1, cap. 29, edic. de Fortunato Antolín, Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1989, p. 213.
6
Jerónimo de
San José, Historia del Venerable Padre Fray Juan de la
Cruz, Madrid 1641, lib. 2,
cap. 9, pp. 185-187 (nueva edic. de José Vicente
Rodríguez, vol. I, Junta de
Castilla y León, Consejería de Cultura, 1993,
pp. 254-255), quien destaca
«tres cosas dignas de ponderación
en este dibujo: la primera, la posición en que se le
representó Cristo Señor nuestro y la que tenía
el venerable varón cuando le vio; la segunda, el artificio
del dibujo; la tercera, la devoción que representa y
causa»
.
7
Ibid., edic. de José Vicente Rodríguez, p. 255.
8
Cf. COLIN P. THOMPSON, «El mundo
metafórico de San Juan», en Actas del Congreso
Internacional Sanjuanista (Ávila, 23-28 de Septiembre
de 1991), vol. I: Filología,
Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y
Turismo 1993, pp. 75-93. Lo
mismo ocurre con otras expresiones gráficas como el dibujo
del Monte de la perfección, cuya figura no se
parece en nada a un monte físico, o la del pájaro
solitario, cuyas propiedades tampoco son aplicables a ningún
pájaro concreto (Cántico B 14-15, 24;
Dichos 120), y que hay que verlas como significantes
metafóricos que dan a «otra
ladera»
, a la vertiente de esas «ínsulas extrañas muy apartadas y
ajenas de la comunicación de los hombres»
, donde
«se crían y nacen cosas muy
diferentes de las de por acá, de muy extrañas maneras
y virtudes nunca vistas»
(Cántico B
14,8).
9
Ya San
Agustín había dicho: «Nuestra derecha es la vida eterna; nuestra
izquierda, la vida temporal»
(Enarraciones sobre los
Salmos, en Obras, t. XXII,
Madrid, BAC,
1967, p. 545). Y Casiodoro,
desarrollando ese significado, decía: «La mano derecha de los buenos es Cristo nuestro
Señor, según las palabras del Salmo 15: “Nunca
pierdo de vista al Señor, siempre está a mi derecha
para mantenerme firme”»
(Patrología
Latina 70: col. 976).
Cf. TERENCE O'REILLY, «San
Juan de la Cruz y la lectura de la Biblia: El Romance «Encima
de las corrientes»», en Actas del Congreso
Internacinal Sanjuanista, vol. I,
p. 230.
10
Historia del
Venerable Padre Fray Juan de la Cruz, p. 255: «Cuánta sea finalmente la devoción
que este dibujo representa y causa, él mismo lo está
diciendo a quien atentamente lo considera; porque verdaderamente se
muestra en él muy al vivo aquel aspecto de Cristo
crucificado y muerto, y hace su vista en los corazones piadosos
muchos maravillosos efectos»
. Y así es como lo han
interpretado también la mayoría de los estudiosos
modernos, con enfoques distintos, pero siempre dentro de esa misma
línea devocional (Emilio Orozco lo encuadraba en las
concepciones estéticas del barroco, Ermanno Caldera en las
del manierismo), y alguno incluso desde posturas un tanto
prejuiciadas, como es el caso de José Constantino Nieto en
su conclusión de que «el dibujo de
la visión de Cristo crucificado no pertenece a las
experiencias místicas de Juan, sino a un estadio
premístico, calificado de experiencia religiosa, no
mística»
(J. C. NIETO, Místico, poeta,
rebelde, santo: En torno a San Juan de la Cruz, México
1982, p. 225).