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Abajo

En el puño de la espada

Drama trágico en tres actos y en verso

José Echegaray



PERSONAJES
 

 
DON RODRIGO,   marqués de Moncada.
DOÑA VIOLANTE,   su esposa.
DON FERNANDO DE MONCADA.
DOÑA LAURA DE MEJÍA,   pupila de los marqueses.
DON JUAN DE ALBORNOZ,   conde de Orgaz.
BRÍGIDA,   dueña de la casa de Moncada.
NUÑO,   escudero de la casa de Moncada.
RAMIRO,   paje de la casa de Moncada.
GARCÉS,   criado de la casa de Moncada.
MENDO,   servidor de DON JUAN.
ORDOÑO,   servidor de DON JUAN.
Criados.
 

Los dos primeros actos, en Madrid; el último, en el castillo de Orgaz.

   

Época del emperador Carlos V.

 




ArribaAbajoActo I

 

La escena representa un salón de la casa de MONCADA; en el fondo, una gran puerta; a la derecha del espectador, dos; a la izquierda, una ventana; próxima a ésta, una mesa y un sillón; otros dos sillones a la derecha; entre las dos puertas, un trofeo con espadas, puñales, hachas, etc. Es de día.

 

Escena I

 

BRÍGIDA y NUÑO, que está limpiando un puñal de hoja muy ancha.

 
NUÑO

 (Aparte, y mirando por la ventana.) 

Allí está siempre: su embozo
en vano sube a la cara;
que hoy como ayer le adivino
bajo el pliegue de la capa.
¿Quién será? ¿Por qué se obstina 5
en observar esta casa?
¡Vive Dios, que la paciencia
a mi pesar se me acaba!
BRÍGIDA
Pienso que pronto de misa
los marqueses de Moncada 10
volverán. ¿Concluyes, Nuño?
Mucho limpiar esa daga
te cuesta, y harto te esmeras.
NUÑO
¡Tan limpia quiero dejarla,
que espejo el mismo sol 15
pueda ser, si el sol la baña!
BRÍGIDA
Muy buenos son tus deseos,
pero yo siempre manchada
y enmohecida la he visto.
NUÑO
Estas son antiguas manchas 20
de sangre, que yo respeto.
BRÍGIDA
Será así: no digo nada;
pero si el tiempo que pierdes
pensativo en contemplarla,
en dar luces y en dar brillo 25
al ancho acero emplearas,
hirieran más sus reflejos
que su punta toledana.
NUÑO
¡Ay Brígida, mil memorias,
que nunca el olvido arrastra, 30
al contemplar este hierro
una y otra vez me asaltan!
BRÍGIDA
¡Veintidós años pasaron!
NUÑO
Cosas hay que nunca pasan.
¡Qué noche aquélla, qué noche! 35
¡De Orgaz las viejas murallas
pienso que, aun hoy mismo rojas,
sangre de imperiales manan!
Allá en Toledo, encerrándose
la de Padilla, levanta, 40
con sus bravos comuneros,
el pendón de la venganza;
y en Orgaz, mi buen señor,
el conde de Villafranca,
repite el eco de guerra 45
de la noble doña Juana.
Viejos los torreones son;
brechas hay en las murallas;
son escasos los pertrechos,
y es la gente bien escasa, 50
¿Qué importa? Donde hay coraje,
sobran piedras y bombardas.
BRÍGIDA
Conozco la historia, Nuño:
siempre que esas viejas armas
te ordena el señor limpiar, 55
has de volver a contarla,
y se limpian por lo menos
dos veces a la semana.
Hace un año que a Madrid,
con Laura, desde Granada, 60
al quedar, la pobre, huérfana,
vine y entré en esta casa;
conque dése a discutir
el buen Nuño de Peralta
si conoceré la historia 65
del asalto y la matanza
de Orgaz por los imperiales.
NUÑO
Bueno.

 (Con mal humor.) 

BRÍGIDA
¡Me parece!
NUÑO
Basta
de relatos.
BRÍGIDA
No te ofendas.
NUÑO
Puesto que canso...
BRÍGIDA
No cansas;
70
y relación tan curiosa
oyera de buena gana
una vez más; pero siempre
empiezas y nunca acabas.
NUÑO
Cuento de ella lo que sé. 75
BRÍGIDA
Vamos..., sigue...

 (Acercándose a NUÑO.) 

 

(Pausa.)

 
NUÑO
La del alba
no era, ni con mucho, cuando:
«¡El condestable! ¡A las armas!»,
gritaron con roncas voces
en todas las atalayas. 80
¡Y el asalto comenzó!...
¡Y qué asalto, Virgen santa!
Ellos, ¡qué subir al muro
por las flexibles escalas!
Y nosotros, ¡qué matar, 85
cuando a la almena llegaban!
¡Qué gente abajo tan terca!
¡Qué gente arriba tan brava!
Tres horas duró la lucha;
cayó muerto Villafranca, 90
diciéndome al expirar:
«¡Salva a Violante, Peralta!»
Y arrancando a la doncella,
que frenética estrechaba
a su padre entre los brazos, 95
de aquel lugar de matanza,
por patios y corredores
paso abriendo con mi espada,
a oscuro salón llegué;
detuve un punto mi planta, 100
sequé mi frente sangrienta,
y en el fondo de la estancia,
dejando a doña Violante,
respiré más a mis anchas.
Mas poco duró el descanso, 105
y esta escena no se aparta
de mi mente ni un momento
y su memoria me abrasa.
BRÍGIDA
Sigue..., sigue...
NUÑO
De repente,
cual del infierno evocada, 110
en la puerta del salón
surgió una figura extraña.
¡Un mancebo!... ¡Digo mal!...
¡Casi un niño!... Roja espada
la diestra empuña; una tea 115
la izquierda en alto levanta,
y sobre su frente flota
la ondulante y negra llama.
 

(NUÑO se detiene, pensativo; se aleja de BRÍGIDA, se aproxima a la ventana y mira por ella con afán. BRÍGIDA le sigue. Pausa.)

 
BRÍGIDA
¿Y qué más?...
NUÑO
Siempre le veo...
¡Qué noche!
BRÍGIDA
Pero ¿no acabas?
120
NUÑO
¡Otra vez ese hombre allí!...
BRÍGIDA
Pero ¿quién?
NUÑO
¿No ves su cara?
BRÍGIDA
¡Juan de Albornoz!

 (Asomándose.) 

NUÑO
¿Le conoces?
Responde.
 

(BRÍGIDA vuelve al centro del escenario. NUÑO la sigue.)

 
BRÍGIDA
Tu cuento acaba.
NUÑO
¡Brígida!...
BRÍGIDA
Primero, tú.
125
NUÑO
Ya acabé: nada me falta.
BRÍGIDA
Y yo también, pues te dije
que Juan de Albornoz se llama.
NUÑO
¡Cargue el diablo con la dueña!
BRÍGIDA
¡Váyase muy noramala 130
el escudero insolente!
NUÑO
Paz tengamos.
BRÍGIDA
Vaya en gracia;
pero concluye.
NUÑO
¿Y después?
BRÍGIDA
Pregunta cuanto te plazca.
NUÑO
Bueno..., bueno..., si te empeñas..., 135
mas pronto la historia acaba.
Quedamos. en que el mancebo
de una sola cuchillada
partió mi frente, y que a tierra
sin decir ni «¡Dios me valga!» 140
vine de un golpe... Miró

 (Pequeña pausa.) 

hacia el fondo de la estancia...,
la tea apagó en el muro...;
después, sombras..., después, nada...
Perdí el sentido. Más tarde 145
dicen que se halló esta daga
junto a Violante, que, herida
en el pecho y desmayada,
era escultura yacente
al pie de rota ventana. 150
BRÍGIDA
¿Y después?
NUÑO
¡Viven los cielos,
que esta dueña no se sacia!...
BRÍGIDA
Hasta que no llego al fin.
NUÑO
Por muerta ya la contaba;
pero se empeñó el marqués 155
en que fuese de Moncada
marquesa.
BRÍGIDA
¿Y qué?
NUÑO
Los casaron.
Violante casi expiraba;
pero al olor de la boda
resucitó. Cosa extraña: 160
lo que a un hombre da la muerte,
en las hembras es probada
medicina de salud:
¡resucitan si las casan!
Aún no pasados seis días 165
del asalto y la. matanza,
y tres de la ceremonia
nupcial, ya Violante entraba
con nueva vida en la vida
y a los veinte, ya apoyada 170
lánguidamente en su esposo,
por las alamedas anchas
de las márgenes del río,
hermosa, aunque triste y pálida,
iba al declinar la tarde 175
la marquesa de Moncada.
BRÍGIDA
¿Y qué más?
NUÑO
¡Vete al infierno!
Son felices, se idolatran;
tienen un hijo, Fernando:
una pupila, que es Laura; 180
Un servidor, que es modelo
de paciencia y de cachaza,
y una dueña quintañona,
de Lucifer viva estampa.
BRÍGIDA
¡Ay Nuño, qué mal me quieres! 185
¡Ay Nuño, qué mal me tratas!
NUÑO
¿Quién es don Juan de Albornoz?
BRÍGIDA
¡Un señor de alta prosapia!
¡Del emperador amigo!
NUÑO
¿Le conociste?...
BRÍGIDA
En Granada
190
requirió de amores...
NUÑO
Ya...
BRÍGIDA
Quiso dar su nombre a Laura.
NUÑO
¿Y ella?
BRÍGIDA
Al principio..., pues no...,
no le puso mala cara;
mas conoció a don Fernando, 195
y el de Albornoz..., santas pascuas.
NUÑO
Ahora comprendo..., cabal:
por eso ronda la casa.
No sé dónde...; pero, en fin,
yo he visto antes esa cara. 200
BRÍGIDA

 (Mirando hacia dentro.) 

Vete, que Laura se acerca.
NUÑO
¡Esta memoria es, tan flaca!

 (NUÑO deja el puñal entre las armas del trofeo y sale.) 



Escena II

 

BRÍGIDA y LAURA. Esta última sale por la derecha, primer término.

 
DOÑA LAURA
¿No ha vuelto Fernando?
BRÍGIDA
No.
Dicen que con mucho afán
a probar un alazán 205
fue a la vega.
DOÑA LAURA
Le vi yo.
BRÍGIDA
¿Al marchar le viste?
DOÑA LAURA
Sí.
Aún no despuntaba el día;
yo, Brígida, no dormía;
en él pensaba... y le oí. 210
Del lecho al punto salté,
cubrí mis hombros ufana,
abrí ansiosa la ventana
y a la reja me asomé.
Negros estaban los cielos 215
y la noche silenciosa;
una ráfaga ardorosa
de viento enredó mis velos
en las ramas del rosal
que entre mis rejas dormía..., 220
y al potro piafar se oía
en las piedras del portal.
Nuño el caballo sacó;
vi después a mi Fernando;
la crin flotando agarrando, 225
de un salto al potro subió;
grité: «¡Adiós!», y «¡Adiós, mi vida!»,
gritó mirando a la reja;
después por una calleja
salió a carrera tendida. 230
Otra vez: «¡Adiós, bien mío!»,
exclamé avanzando ansiosa;
mi rostro azotó una rosa
y me bañó de rocío.
Él entre sombras huyó; 235
yo tras la reja quedé;
mi mano al rostro llevé,
y trazas en él halló
de reciente y triste lloro.
¡Cómo no, si se alejaba 240
mi Fernando! Mas ¿lloraba?
Es lo cierto que aún ignoro
si aquel llanto matinal
que mis mejillas sintieron,
amargas lágrimas fueron 245
o perlas de mi rosal.
Mas, lágrimas eran, sí,
que las probó el labio mío,
y no es amargo el rocío,
y amargo gusto sentí. 250
¿Por qué entre sombras se fue?
¿Por qué estaba negro el cielo?
¿Por qué se rasgó mi velo?
¿Por qué, Dios mío, lloré?
BRÍGIDA
En Madrid, como en Granada, 255
por la causa más sencilla
baña el llanto la mejilla
de una niña enamorada.
DOÑA LAURA
Brígida, tienes razón;
mas ¡qué amanecer tan triste! 260
si de luto, el cielo viste,
¿qué ha de hacer el corazón?
BRÍGIDA
Mientras vuestra mente terca
desdichas está soñando,
tal vez para don Fernando, 265
una desdicha se acerca.
DOÑA LAURA
¿Será posible?
BRÍGIDA
Llegad
de esa ventana al dintel.
 

(Se acercan BRÍGIDA y LAURA a la ventana y la dueña la obliga a que mire a la calle.)

 
Bajo el arco botarel
del viejo muro, observad 270
cómo se detiene y mira
embozado un caballero
con pluma negra al sombrero.

 (Pausa.) 

Lentamente se retira,
mas ya volverá veloz. 275
DOÑA LAURA
¿Allí dices?
BRÍGIDA
¿No lo veis?
DOÑA LAURA
¿Quién es?
BRÍGIDA
¿No le conocéis?
Se acerca...
DOÑA LAURA
¡Juan de Albornoz!
Ese hombre, ¿qué busca aquí?
BRÍGIDA
Vuestra mano ha pretendido. 280
DOÑA LAURA
Que no, cien veces ha oído.
BRÍGIDA
Pues vendrá buscando un sí.
DOÑA LAURA
Me ofende su terquedad.
BRÍGIDA
Vuestro padre lo deseaba.
DOÑA LAURA

 (Señalando hacia la ventana.) 

Comprendió que no le amaba. 285
y tuvo de mí piedad.
BRÍGIDA
Es poderoso señor
y favorito del rey.
DOÑA LAURA
No hay para el alma otra ley
soberana que el amor. 290


Escena III

 

LAURA, BRÍGIDA y FERNANDO, por el foro.

 
DON FERNANDO
¡Laura!
DOÑA LAURA
¡Fernando!
 

(Se acercan uno a otro con amoroso afán.)

 
BRÍGIDA
La misa
pronto acaba, y la marquesa
y el marqués vendrán...
DON FERNANDO
Bien, cesa...,
aguarda fuera y avisa.
 

(Sale BRÍGIDA por el fondo.)

 


Escena IV

 

LAURA y FERNANDO.

 
DOÑA LAURA
¿Por qué no fijas en mí 295
tu vista como otras veces?
¿No me escuchas?... ¡No mereces
el amor que puse en ti!

 (Pausa.) 

Como el despuntar del día
fué nebuloso y fué triste, 300
tal vez su influjo sentiste.
Quizá su tinta sombría,
en que toda luz se anega,
las nieblas en ti dejaron,
cuando tu rostro azotaron 305
al galopar por la vega.
Mas al venir la mañana
rasgó el sol los negros velos,
tiñendo los anchos cielos
de oro, de azul y de grana; 310
que del astro peregrino
todo cede al resplandor;
y en el cielo de tu amor,
cuando empaña algún mezquino
pensamiento su cristal, 315
voy con angustia observando
que no hay otro sol, Fernando,
que tenga virtud igual.
DON FERNANDO
Mucho antes de amanecer,
en una abierta ventana 320
vi yo toda una mañana,
¡todo un sol!, aparecer.
Y como aún su luz sentía
al galopar por la vega,
a la alborada que llega 325
así orgulloso decía:
«¡No he menester tu arrebol
ni tus celajes de Oriente,
que traigo sobre mi frente
los reflejos de otro sol! 330
¡Da luz al celeste velo,
pues necesita de ti,
que amaneció para mí
mucho antes que para el cielo!»

 (Cambiando de tono.) 

Mas al volver, vida mía, 335
y al mirar a la ventana,
en vez de aquella mañana,
vi noche y noche sombría.
Que el astro giró veloz,
vino a alumbrar otra esfera, 340
y ansioso su luz espera...

 (Con ironía.) 

DOÑA LAURA
¿Quién?... ¡Di!...
DON FERNANDO
¡Don Juan de Albornoz!
DOÑA LAURA
¿Tú sabes?...
DON FERNANDO
Todo lo sé.
Le vi esta casa rondar;
le hice al punto vigilar; 345
a Granada pregunté;
que de amores me dijeron
en otro tiempo te habló.
DOÑA LAURA
¿Y te dijeron que yo...?
DON FERNANDO
De ti nada me, dijeron. 350
DOÑA LAURA
Entonces, ¿por qué tu mente
sin fundamento se exalta?
DON FERNANDO
Es que una duda me asalta;
duda propia de un demente,
duda implacable, cruel, 355
que jamás nadie ha sentido...
Si yo no hubiese existido,
¿le hubieras amado a él?
DOÑA LAURA
Pero ¡eso es ya delirar!
DON FERNANDO
¡Deliro porque te adoro! 360
DOÑA LAURA
¿Y por quién, ingrato lloro?
DON FERNANDO
¿Nunca le empezaste a amar?
DOÑA LAURA
¡Y me pregunta el impío!
DON FERNANDO
Goza del rey el favor;
noble, rico, gran señor... 365
DOÑA LAURA
Gran señor, pero no mío.
Tu Laura otro dueño acata;
otro su obediencia obtiene,
y por tan suya la tiene
que como a esclava la trata. 370
DON FERNANDO
¿Mi esclava dices? ¡Cruel!
Busca angustioso el aliento
una ráfaga de viento
porque se apaga sin él.
Los ojos un luminar 375
buscan en el cielo puro,
que siempre en espacio oscuro
pena tienen de cegar.
Busca el oído afanoso,
porque el silencio es su muerte, 380
algún eco que despierte
otro eco en él misterioso.
Y yo te pregunto, Laura:
¿esclava es la luz del día,
es esclava la armonía, 385
y es también esclava el aura,
o son los ojos, que ciegan
si la luz no resplandece,
el oído que ensordece
cuando sus notas le niegan 390
melodiosos mensajeros,
y el aliento que se apaga
si el aire en torno no vaga,
los esclavos verdaderos?
DOÑA LAURA
¿Y qué fueran, vida mía, 395
sin un ser que los amase
y su vida les prestase,
los aires y su armonía,
de las auras el aliento,
y aun ese sol que Dios mismo 400
encendió sobre el abismo
en el ancho firmamento?
¿Qué fueran? Materia inerte
en noche eterna aventada;
un escarnio de la nada 405
y un reflejo de la muerte.
Pues esto será mi amor
si la hiere tu desvío;
conque di, Fernando mío,
si hay esclavitud mayor. 410


Escena V

 

LAURA, FERNANDO y BRÍGIDA. Esta última, por el fondo, precipitadamente.

 
BRÍGIDA
¡Ya vienen!...
DON FERNANDO
¿Y qué me importa?
Es forzoso terminar.
Palabras quiero excusar,
que más tregua no soporta
mi delirio.

 (Arrodillándose ante LAURA y apoderándose de una de sus manos.) 

¡Te idolatro!
415
DOÑA LAURA
¡Fernando!...

 (Instando para que se levante.) 

No.
BRÍGIDA
¡Por favor!...

  (Asomándose a la puerta del fondo.) 

¡Doña Violante!... ¡El señor!...

 (Aparte.) 

¡Allá se entiendan los cuatro!

  (Sale BRÍGIDA huyendo por la derecha.) 



Escena VI

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO y DON RODRIGO. DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO se detienen en la puerta del foro. FERNANDO, siempre a los pies de LAURA.

 
DOÑA LAURA

 (A FERNANDO, en voz baja.) 

¡Ellos!...
DON RODRIGO

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

¡Mira!...
DOÑA LAURA

 (A FERNANDO, como antes.) 

¡Nos han visto!
DON FERNANDO

 (En voz alta.) 

Mi esposa, Laura, serás. 420
DOÑA LAURA
Calla, Fernando; no más.
DOÑA VIOLANTE
¡Laura!...
 

(LAURA corre al encuentro de DOÑA VIOLANTE y se abraza a ella, avergonzada. FERNANDO se pone en pie; DON RODRIGO avanza lentamente.)

 
DON RODRIGO
Basta. ¡Vive Cristo,
que asombra su atrevimiento!
DON FERNANDO
¡Madre... señor..., yo la amaba,
eterno amor le juraba, 425
y reitero el juramento!
DON RODRIGO
¡Que aquesto, Dios de piedad,
en mi propia casa ocurra,
y que él sea quien incurra
en tamaña liviandad! 430
DON FERNANDO
Señor...
DON RODRIGO
¡Silencio, insensato!
Y tú, ¿de quién aprendiste,

 (A LAURA.) 

cuando a mi casa viniste,
esa falta de recato?
DOÑA LAURA
¡Perdón!
DOÑA VIOLANTE
Basta ya, Rodrigo.
435
DON RODRIGO
Harto mi enojo modero:
que es preciso, ser severo
con la juventud, te digo.

 (A VIOLANTE.) 

DOÑA VIOLANTE
Se aman.
DON RODRIGO
¿Se aman?... Poco a poco...
DON FERNANDO
Anhelo hacerla mi esposa. 440
DON RODRIGO
¿Y la harás también dichosa?
Pero aun así, pobre loco,
con nueva razón te arguyo:
si el honor de esa mujer
tu propio honor ha de ser, 445
cuídalo como a honor tuyo
y también como a honor mío:
las hembras de mi linaje
ni al mismo sol vasallaje
rinden; que el sol es sombrío 450
si al resplandor se compara
de su virtud y pureza.

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

Levanta tú la cabeza;

 (A FERNANDO.) 

Mira a tu madre a la cara.
Si sombra de liviandad, 455
siquiera en el pensamiento,
tan sólo por un momento
manchara la honestidad
(atended y no os asombre),
de hembra soltera o casada 460
de la casa de Moncada,
o que llevase este nombre,
en sangre del corazón,
esposo, padre o hermano,
o ella misma con su mano, 465
ahogara la tentación.
Y aun os pudiera añadir
que esta noble espada lleva,

 (Señalando la que tiene al costado.) 

dentro de su puño, prueba
que bien pudiera servir 470
a las hembras de memoria
a la vez que de escarmiento.
Pero no es de este momento
el relato de la historia.
DON FERNANDO
¡Padre!...

 (Acercándose a DON RODRIGO y hablándole en tono suplicante.) 

DON RODRIGO
Tu esposo será;
475
yo mi palabra te doy.
DON FERNANDO
¡Gracias!...

 (Con efusión.) 

DOÑA LAURA
¡Dios mío!

 (Abrazando, en un arranque de alegría, a DOÑA VIOLANTE.) 

DON RODRIGO
Mas hoy
él de esta casa saldrá;

 (Señalando a FERNANDO y dirigiéndose a DOÑA VIOLANTE.) 

que no es bien estén unidos,
con tan inflamable pecho 480
los dos bajo el mismo techo,
los esposos prometidos.
DON FERNANDO
Padre...
DON RODRIGO
Cesa en tu porfía.
Idos ambos... Por allí...

 (Señalando a la derecha.) 

DON FERNANDO

 (A DON RODRIGO.) 

¿Ha de ser mi esposa?
DON RODRIGO
Sí.
485
DOÑA LAURA
¡Qué feliz soy, madre mía!
 

(FERNANDO estrecha la mano a su padre, LAURA abraza a DOÑA VIOLANTE, FERNANDO y LAURA miran con amor y salen por la derecha, pero por puertas distintas.)

 


Escena VII

 

DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO.

 
DOÑA VIOLANTE
Eres por demás severo
con nuestro...
DON RODRIGO
Di.
DOÑA VIOLANTE
Con Fernando.
DON RODRIGO
¡Violante!... ¡Ya estás llorando!
DOÑA VIOLANTE
No le quieres.
DON RODRIGO
Sí le quiero.
490
Es noble su corazón
pero atropella por todo,
y he de ver si encuentro modo
de domar su condición
rebelde, terca y bravía. 495
Si yo no fuese su padre,
si no tuviese por madre
la dulce Violante mía,
la del alma tierna y pura,
¡vive el Cielo!, que creyera 500
que lo engendró alguna fiera
en horas de calentura.
DOÑA VIOLANTE
¡Él!...¡Fernando!... ¿Qué dijiste?
¡Soy su madre!... ¡Yo le adoro!
¡Es mi dicha, mi tesoro!... 505

 (Conteniéndose y cambiando de tono por un esfuerzo supremo.) 

Soldado, aun niño, le hiciste,
robándole a mi cariño,
y hoy vemos con extrañeza,
tú su indómita fiereza,
yo siempre el alma del niño. 510
Que es fiera su condición
me dices, y harto lo veo,
pero tal fué tu deseo
al formar su corazón.
¡Sobre el cráter de un volcán 515

 (Animándose por grados y hablando más para sí que para DON RODRIGO.) 

pasa flotante neblina;
el negro abismo fulmina,
cual encendido huracán,
llamas que ciñen audaces
la neblina transparente, 520
quemando su pura frente
con sus caricias voraces!...
¡Qué ser tan extraño luego
de allí raudo el viento arranca,
mezcla de neblina blanca 525
y de vapores de fuego!
DON RODRIGO
Bien tu intención se adivina,
a lo que yo voy pensando:
el alma de tu Fernando
es la flotante neblina, 530
y ese fuego que la tierra
extiende a su aldededor
será la guerra.
DOÑA VIOLANTE
Señor...,
tú lo dijiste..., ¡la guerra!
Y sin que yo más arguya, 535
no la condición bravía
de la dulce prenda mía
te enoje: no es culpa suya.
DON RODRIGO
Quiero a tu ruego ceder,
que no es mi pecho de roble, 540
y honrado ha de ser y noble
quien de ti recibió el ser.
DOÑA VIOLANTE
Que en la virtud y el honor
busque Fernando modelo
en ti siempre, quiera el Cielo. 545
DON RODRIGO

 (Acercándose a ella con cariño.) 

¡Mi Violante!...
DOÑA VIOLANTE

 (Lo mismo.) 

¡Mi señor!


Escena VIII

 

DOÑA VIOLANTE, DON RODRIGO y GARCÉS.

 
GARCÉS
Un hidalgo que ha llegado,
veros pretende, y espera;
que su nombre me dijera,
le supliqué, y me ha negado. 550
RODRIGO
Pero ¿es hidalgo?
GARCÉS
Si el porte
prueba por sí la hidalguía,
hidalgo de más valía
no ha de encontrarse en la corte.
DON RODRIGO
No es justo hacer esperar 555
a un hombre de tal valer.
Haz a ese hidalgo saber
que puede hasta aquí llegar.


Escena IX

 

DOÑA VIOLANTE, DON RODRIGO y DON JUAN. Este último aparece en la puerta del fondo, y en ella se detiene un momento.

 
DOÑA VIOLANTE
Adiós, Rodrigo.

 (Se despide del MARQUÉS y llega hasta la puerta de la derecha.) 

DON JUAN

  (Desde el fondo.) 

Señora...
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Esa voz!... ¿Qué voz es ésa?... 560
 

(DOÑA VIOLANTE se detiene y se vuelve hacia DON JUAN. Éste avanza hasta llegar a colocarse en primer término. Los actores, en el orden siguiente: cerca de la puerta de la derecha, primer término, DOÑA VIOLANTE; a la izquierda, DON JUAN; entre ambos, DON RODRIGO.)

 
DON JUAN
Si por dicha a la marquesa
estuviese hablando ahora,
yo suplicarla osaría
que este salón no dejara
y que benigna escuchara 565
con el marqués la voz mía.
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Ese avento..., ese semblante!
¡Qué recuerdos, ay de mí!
DON JUAN
¿Atendéis mi ruego?
DOÑA VIOLANTE
Sí.

 (Acercándose al centro hasta quedar junto a DON RODRIGO.) 

DON JUAN
Pues que me encuentro delante, 570
por mi estrella afortunada,
y en uno son dos honores,
de los muy nobles señores
y marqueses de Moncada,
previo su consentimiento 575
expondré mi pretensión.
DON RODRIGO
Antes en aquel sillón
tomad, buen hidalgo, asiento.
 

(DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO se sientan en los dos sillones de la derecha; DON JUAN, en el sillón de la izquierda. Pausa.)

 
DON JUAN
Del rey, mi señor augusto,
orden cumpliendo sagrada, 580
tres años ha que a Granada
llegué. No fue por mi gusto,
mas fue en hora venturosa;
que en sus cármenes floridos,
asombro de los sentidos, 585
vi la mujer más hermosa
que forjó la fantasía.
¡Era una hurí mahometana,
era una virgen cristiana,
era Laura de Mejía!
DOÑA VIOLANTE
¡Laura!
590
DON JUAN
Laura; y de tal suerte,
ha dominado mi ser
el amor de esa mujer,
que ella es mi vida o mi muerte.
Mi vida, si al fin rendida 595
entre mis brazos la veo;
mi muerte, si mi deseo
no ve su dicha cumplida.
A Mejía la pedí,
y a mi súplica accedió; 600
pensé alcanzarla, mas no,
que de nuevo la perdí.
¿Cómo? Sus padres murieron;
quedó Laura abandonada;
los marqueses de Moncada 605
sus nobles tutores fueron;
partió la niña llorosa,
maldije la estrella mía...,
y hoy a Laura de Mejía
vengo a pedir por esposa. 610
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte y mirando fijamente a DON JUAN.) 

En los rasgos de esa faz
y en los ecos de esa voz...
DON RODRIGO
¿Y os llamáis?
DON JUAN
Juan de Albornoz,
segundo conde de Orgaz.
 

(VIOLANTE levantándose con ímpetu, retrocediendo hacia la derecha, como si huyese de DON JUAN, y ocultando el rostro entre las manos. A pesar de las indicaciones que preceden, la actriz interpretará este momento como crea oportuno.)

 
DOÑA VIOLANTE
¿Orgaz ha dicho?... ¡Ese nombre!... 615
DON JUAN

 (En voz baja.) 

En verdad que no comprendo...

 (Levantándose.) 

DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Él es, sí!... ¡Ya lo estoy viendo!
 

(DON RODRIGO se dirige hacia ella y procura tranquilizarla.)

 
DON RODRIGO
Su turbación no os asombre,

 (A DON JUAN.) 

que el título que lleváis
a su memoria presenta 620
de cierta noche sangrienta
la imagen.
DON JUAN
Si recordáis
que mi padre y mi señor,
contra el comunero audaz
tomó por asalto a Orgaz 625
por su rey y emperador,
que comprenderéis no dudo,
sin asombro ni extrañeza,
mí título de grandeza
y el castillo de mi escudo. 630
DON RODRIGO
Cuando sepáis que mi esposa
en el castillo de Orgaz,
vuelta al peligro la faz,
aquella noche horrorosa
morir a su padre vio, 635
y que el hierro ensangrentado
de un implacable soldado
su propio pecho rasgó,
comprenderéis, señor conde,
por qué se aleja espantada 640
la marquesa de Moncada
y por qué su rostro esconde.
DON JUAN
¿Aquella noche fatal...
ella estaba..., estaba allí?
¿Y vertió su sangre?...

 (Con profunda emoción y señalando a la MARQUESA al decir «ella».) 

DON RODRIGO
Sí.
645
 

(DON JUAN da algunos pasos hacia DOÑA VIOLANTE. DON RODRIGO se dirige al trofeo y toma el puñal que limpiaba NUÑO al comenzar el acto, y que dejó en dicho trofeo al salir. DON RODRIGO, con el puñal en la mano, se acerca a DON JUAN y se lo muestra.)

 
Ved el hierro.
DON JUAN

 (Aparte.) 

¡Mi puñal!
 

(DON RODRIGO vuelve a dejar el puñal en su sitio. DON JUAN y DOÑA VIOLANTE se miran desde lejos con expresión que los actores interpretarán como juzguen oportuno.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Es él!
DON JUAN

 (Aparte.) 

¡Cielo santo, es ella!
¡Otra vez en mi camino!
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

¡Ay, por mi negro destino!
DON JUAN

 (Aparte.) 

¡Ay, por mi fatal estrella! 650
DON RODRIGO

 (Después de dejar el puñal en el trofeo, vuelve a colocarse entre DON JUAN y DOÑA VIOLANTE.) 

Erais muy niño sin duda
cuando ese puñal rasgaba
de la mujer que yo amaba
el seno, y esto os escuda.
De ese crimen, noble conde, 655
vuestra edad y condición
os absuelven con razón.
Mas si vuestra casa esconde,
y esto pronto lo sabré,
al autor de tal proeza, 660
o me entregáis su cabeza,
o su cabeza tendré.
DON JUAN
Mal van ya mis esperanzas,
y mal van mis alegrías,
si en vez de hallar simpatías, 665
odios encuentro y venganzas.
Acatando adversa ley
pronto me veréis partir;
mas antes debo cumplir
la voluntad de mi rey. 670
De mi rey, que guarde Dios,
este pliego he recibido,

 (Saca un pliego.) 

y al entregarlo he cumplido
mi misión, que es para vos.

 (Lo entrega ceremoniosamente a DON RODRIGO.) 

DON RODRIGO
A cuanto en el pliego ordene 675
el monarca soberano
me someto de antemano.
DON JUAN
Ved lo que el pliego contiene.
DON RODRIGO
Quien es cual yo caballero,
al rey debe hacienda y vida; 680
por mucho que el rey me pida,
suyo es todo.
DON JUAN
Así lo espero.
 

(DON RODRIGO abre el pliego y lee atentamente. Pausa.)

 
DON RODRIGO
En carta para mí honrosa,

  (Inclinándose.) 

que a doña Laura Mejía,
ahijada y pupila mía, 685
os conceda por esposa
me ordena el emperador.
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte, a DON RODRIGO.) 

Tu palabra está empeñada.
DON JUAN
¿Y contesta el de Moncada?
DON RODRIGO
Que es imposible, señor. 690

 (Con extremada cortesía y con expresión de sentimiento.) 

DON JUAN
De obediencia haciendo alarde,
os negáis a obedecer.
DON RODRIGO
La obediencia no es deber,

 (Con energía.) 

si llega el mandato tarde.
DON JUAN
Del rey en nombre lo exijo. 695
DON RODRIGO
Y yo en mi nombre lo niego.
 

(Movimiento de DON JUAN.)

 
Ya cedí al amante ruego...
DON JUAN
¿De quién?
DON RODRIGO
¿De quién?... ¡De mi hijo!
DON JUAN
Pues es vuestro, bien podéis
recogerle la promesa. 700
DON RODRIGO
¿Sólo porque a vos os pesa?
DON JUAN
Porque al rey obedecéis.
DON RODRIGO
No hay obligación que infame;

 (Con creciente vigor.) 

es, conde, siempre sagrada
la palabra de un Moncada 705
mientras hay quien la reclame;
y no es justo, ¡vive Dios!,
que los míos me hallen menos
honrado que los ajenos,
ni por el rey ni por vos. 710
DON JUAN
Razón tenéis; mas llamad
a Fernando, que al fin es,
como vuestro, leal; después,
ese pliego le mostrad,
y no dudéis que a su amor, 715
poniendo el deber por dique,
gustoso no sacrifique,
ante una ley superior,
juveniles fantasías.
DON RODRIGO
Es el consejo prudente. 720
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte, a DON RODRIGO.) 

¡Vas a poner frente a frente
las amorosas porfías
de ese insensato, escuchando
al uno y otro rival!
¿Olvidas la sin igual 725
fiereza de mi Fernando?
DON RODRIGO

 (Aparte, a DOÑA VIOLANTE.) 

No temas, no ha de venir.
DON JUAN
¿Qué resolvéis?
DON RODRIGO
Este pliego
mostrar a Fernando.
DON JUAN
¿Y luego?
DON RODRIGO
A él le toca decidir. 730
Dignaos, conde, esperar,
que muy pronto ha de volver.
DOÑA VIOLANTE
Y yo entre tanto he de ser
quien ocupe tu lugar;
y mostrar al conde espero 735
que tu ausencia nada empece
para honrar... como merece
a un tan noble caballero.
 

(Sale DON RODRIGO, inclinándose ante DON JUAN.)

 


Escena X

 

DOÑA VIOLANTE y DON JUAN. DOÑA VIOLANTE, después de seguir con la vista al MARQUÉS y de cerciorarse de que ha salido, se acerca a DON JUAN.

 
DOÑA VIOLANTE
En una noche funesta,
tras un combate sangriento, 740
de un incenciado, castillo
por los salones huyendo,
iba una noble doncella
seguida de un escudero;
detrás, la muerte y las llamas 745
y los vencedores ebrios.
A una estancia donde sólo
los rayos puros y trémulos
de la luna penetraban,
llegaron ya sin aliento 750
la acongojada doncella
y el bravo y fiel escudero.
Después..., después...
DON JUAN
Basta ya.
DOÑA VIOLANTE
Después penetró un mancebo
con una antorcha en la mano 755
humeante, el desnudo acero...
DON JUAN
¡No más!
DOÑA VIOLANTE
Escuchadme, conde,
y recordad.
DON JUAN
¡Bien recuerdo!
La estancia toda sombría...,
pintados vidrios el hueco 760
llenando de ancha ventana...
al través los mil reflejos
de la luna, suspendidos
entre dos hermosos cielos,
el del espacio allá fuera, 765
el de una mujer adentro...
¡Perdón, señora, perdón!
DOÑA VIOLANTE
Así con lloroso acento
gritó la mujer, y en vano:
No quiso escucharla el Cielo. 770
DON JUAN
Vos lo habéis dicho, señora:
estaba el vencedor ebrio;
un rayo vio de hermosura
rápido pasar huyendo,
y el alma se le abrasó 775
de aquel rayo con el fuego,
más que con las llamaradas
de los torreones soberbios.
DOÑA VIOLANTE
¡Orgaz, de infamia castillo!
DON JUAN
¡Orgaz, castillo funesto! 780
¿Por qué la vi tan hermosa
al resplandor del incendio?
DOÑA VIOLANTE
Conde...
DON JUAN
¡No más, por favor!
DOÑA VIOLANTE
Es, noble conde, que quiero
hablaros de mi Fernando, 785
y antes de evocar debemos,
aunque en el alma nos hieran,
los vuestros y mis recuerdos.
La mujer pudo arrancar
con desesperado esfuerzo 790
aquel puñal, que en el cinto

 (Señalando el puñal del trofeo.) 

llevaba el noble mancebo,
y vengador de su honra
clavólo en su propio seno.
¿Y después, conde?... ¿Y después? 795
¡Que aquí la memoria pierdo!
DON JUAN
La levanté entre mis brazos...
DOÑA VIOLANTE
Es, verdad..., sí...
DON JUAN
Marché ciego...;
llegamos a la ventana;
rompí un cristal; dio de lleno 800
sobre su rostro la luna;
estaba pálido y yerto.
Espantado la solté;
cayó sobre el pavimento,
y, sin volver la cabeza, 805
de mí mismo salí huyendo.
DOÑA VIOLANTE
Y allí quedó una mujer
en sangre bañado el pecho;
tinieblas en derredor,
tinieblas en su cerebro: 810
en la ventana un cristal
roto, y allá desde el cielo
un blanco rayo de luna,
como fantástico engendro
de la noche, acariciando 815
con sus pálidos reflejos
de la víctima la frente
y el ensangrentado seno.
DON JUAN
¿Y cómo podré borrar
mi crimen?
DOÑA VIOLANTE
Sólo hay un medio
820
de que olvide yo y perdone.
DON JUAN
¿Cuál es?
DOÑA VIOLANTE
Arrancar del pecho
la pasión que os avasalla:
a Laura olvidar.
DON JUAN
No puedo;
pedidme la honra..., la vida..., 825
¡qué me importan! Todo, menos
el amor de esa mujer.
DOÑA VIOLANTE
Yo lo exijo..., yo lo quiero...
¡Del hijo mío es la dicha!
DON JUAN
¿Y qué importa el hijo vuestro? 830
DOÑA VIOLANTE
¡Que le importa!...

 (Conteniéndose.) 

DON JUAN
Perdonad;
he dicho mal: me arrepiento;
sois sagrada para mí,
que fue mi crimen inmenso;
mas no pidáis imposibles. 835
DOÑA VIOLANTE
¡Don Juan!...
DON JUAN
¡Violante, no puedo!
DOÑA VIOLANTE
¡Os suplico de rodillas!

 (Arrodillándose.) 

DON JUAN
Alzad, señora, os lo ruego.
DOÑA VIOLANTE
¡Así os pedía en Orgaz!
DON JUAN
¡Me enloquecéis!
DOÑA VIOLANTE
¡Por el Cielo!
840


Escena XI

 

DOÑA VIOLANTE, DON JUAN y FERNANDO. Este último, precipitadamente por la derecha, segundo término.

 
DON FERNANDO
¡Al de Orgaz tú suplicando!...
¡Tú de rodillas!... ¡Mi madre!
¡Alza!... ¡Se acerca mi padre!
Si él te viese así...
DOÑA VIOLANTE
¡Fernando!
Por tu dicha era...
DON FERNANDO
Lo sé.
845
Mas ¿para qué suplicar
cuando te basta mandar?

 (Dirigiéndose a DON JUAN con fiereza.) 

DON JUAN
¡Arrogante sois, a fe!
DON FERNANDO

 (A su madre.) 

Pues tan venturoso ha sido
que a sus plantas te ha mirado, 850
has de mirarle postrado...,
¡no!, ¡por mi mano tendido
a las tuyas!
DOÑA VIOLANTE
¡Calla!
DON FERNANDO
¡Madre!
DON JUAN
¿Y cómo?
DON FERNANDO
Con esta espada.
DON JUAN
¿Y quién lo dice?
DON FERNANDO
Un Moncada.
855
DOÑA VIOLANTE
¡Calla, insensato!... ¡Tu padre!

 (Señalando a la puerta de la derecha, segundo término.) 

¡Calla, insensato!... ¡Tu padre!


Escena XII

 

DOÑA VIOLANTE, FERNANDO, DON JUAN y DON RODRIGO.

 
DON RODRIGO
¿Sabéis, conde, que me exige
la palabra que le di?
DON JUAN
Pienso, Moncada, que sí. 860
¿Y vos decís?...
DON RODRIGO
Lo que dije.
DON JUAN
Pues perdonad mi porfía;
mas al partir os anuncia
el de Orgaz que no renuncia
a doña Laura Mejía. 865
 

(DON JUAN saluda y sale lentamente; al llegar a la puerta se vuelve y saluda de nuevo. DON RODRIGO le devuelve el saludo, inclinándose. FERNANDO quiere seguirle, pero su madre le contiene.)

 


 
 
TELÓN
 
 


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